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El Acoso en la Pareja

Date post: 29-Nov-2023
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Luis de Rivera. El acoso en la pareja. Capítulo 4. El Maltrato Psicológico. Como defenderse del mobbing, el bullying y otras formas de acoso. Altaria, Tarragona, pags 51-66 . Una pareja es una unidad compuesta por dos individuos - dos soledades unidas, diria Rilke- formada como expresión duradera directa de la polaridad sexual, que cumple funciones protectoras, afectivas, de ayuda y de potenciación personal de sus miembros. El proceso de formación de pareja se inicia con la coincidencia afortunada de complementaridades idóneas - el amor - , cristaliza después en un pacto, al menos implicito, de relación estable, y se mantiene con el cumplimiento de sus funciones propias (protección, afecto, ayuda mutua y potenciación personal). Naturalmente, hay otras motivaciones para decidir la formación de pareja, pero me atendré a la más aceptada en nuestra cultura occidental, que es la de amor romántico. Todo aspecto de la relación de pareja que bloquee, destruya o entorpezca sus funciones esenciales es una disfunción; si se comete de manera voluntaria, un abuso; si además incluye coerción para que la otra persona colabore o participe en la disfunción y/o para retenerla en la relación contra su voluntad, ya es acoso. En la práctica, las mayores fuentes de maltrato, abuso y acoso tienen que ver con la inhibición de la potenciación personal, es decir, con la exigencia de que uno o los dos tengan que sacrificar su desarrollo personal por el mantenimiento de la unión. Cuando esto ocurre, debe considerarse la necesidad de una separación, o, al menos, reconsiderar los términos y las prioridades de la pareja. RUPTURA Y ACOSO Un problema particular surge cuando sólo uno de los dos decide romper la relación, en contra de los deseos del otro. La ruptura de un vinculo duele, y no todo el mundo lo soporta con entereza. Una de las reacciones más comunes ante una ruptura es intentar rehacer la relación. Este intento puede constituir una reparación apropiada, pero es fácil que cruce la línea de la pesadez insistente y, de ahí, la del acoso. Es tipica en estos casos la forma de acoso que los anglosajones llaman stalking, literalmente, caza a la espera o acecho, que consiste, como su nombre indica, en esperar en los lugares por los que la victima ha de pasar, hacerse el encontradizo con ella,
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Luis de Rivera. El acoso en la pareja. Capítulo 4. El Maltrato Psicológico. Como

defenderse del mobbing, el bullying y otras formas de acoso. Altaria, Tarragona,

pags 51-66

.

Una pareja es una unidad compuesta por dos individuos - dos soledades unidas,

diria Rilke- formada como expresión duradera directa de la polaridad sexual, que cumple

funciones protectoras, afectivas, de ayuda y de potenciación personal de sus miembros.

El proceso de formación de pareja se inicia con la coincidencia afortunada de

complementaridades idóneas - el amor - , cristaliza después en un pacto, al menos

implicito, de relación estable, y se mantiene con el cumplimiento de sus funciones propias

(protección, afecto, ayuda mutua y potenciación personal). Naturalmente, hay otras

motivaciones para decidir la formación de pareja, pero me atendré a la más aceptada en

nuestra cultura occidental, que es la de amor romántico. Todo aspecto de la relación de

pareja que bloquee, destruya o entorpezca sus funciones esenciales es una disfunción; si

se comete de manera voluntaria, un abuso; si además incluye coerción para que la otra

persona colabore o participe en la disfunción y/o para retenerla en la relación contra su

voluntad, ya es acoso. En la práctica, las mayores fuentes de maltrato, abuso y acoso

tienen que ver con la inhibición de la potenciación personal, es decir, con la exigencia de

que uno o los dos tengan que sacrificar su desarrollo personal por el mantenimiento de la

unión. Cuando esto ocurre, debe considerarse la necesidad de una separación, o, al menos,

reconsiderar los términos y las prioridades de la pareja.

RUPTURA Y ACOSO

Un problema particular surge cuando sólo uno de los dos decide romper la

relación, en contra de los deseos del otro. La ruptura de un vinculo duele, y no todo el

mundo lo soporta con entereza. Una de las reacciones más comunes ante una ruptura es

intentar rehacer la relación. Este intento puede constituir una reparación apropiada, pero

es fácil que cruce la línea de la pesadez insistente y, de ahí, la del acoso.

Es tipica en estos casos la forma de acoso que los anglosajones llaman stalking,

literalmente, caza a la espera o acecho, que consiste, como su nombre indica, en esperar

en los lugares por los que la victima ha de pasar, hacerse el encontradizo con ella,

acecharla en la salida de su casa o de su trabajo... El acosador puede o no dar muestras de

su presencia. Si lo hace, puede ser de manera distanciada y cortés o agresiva y

amenazante. Puede dejarse ver de lejos y sin que medie comunicación. Para la victima, el

mero hecho de saberse vigilada, es suficiente para producir ansiedad y sentimientos de

vulnerabilidad. Tanto más si el acosador se presenta ante ella y le transmite sus

requerimientos, amenazante o suplicante, poco importa. Es la sensación de impotencia en

el control de su entorno, de saberse privada de su libertad, de coacción continuada, lo que

constituye la vivencia de acoso por acecho. Es importante señalar que, a diferencia del

acoso sexual simple, lo que el acosador pretende en estos casos no es la mera gratificación

sexual, sino algo mucho más amplio: la reconciliación o construcción de una unidad

afectiva permanente. Un poco más arriba puede leerse el caso de Janine, que he

presentado como ejemplo de acoso afectivo, pero que puede también, por su terminación,

ilustrar un tipico acoso de pareja por acecho.Veamos ahora otro ejemplo, visto desde el

otro lado, el del acechador:

Hace poco tuve el gusto de participar en el programa de radio de Maria Jose

Bosch, que esa noche estuvo dedicado al tema del amor. Uno de los oyentes llamó,

pidiendo consejo para resolver su terrible caso: Hacia tres años, habia salido con una

chica, con la que se sintió inmensamente feliz, eran el uno para el otro, se sentia

trasportado a los cielos cuando ella sonreia... pero un dia, ella decidió dejar de verle.

No estaban claras sus razones - quizá alguien le habló mal de mi, suponia el oyente-

- o quizá, se cansó o no quería comprometerse todavía tan en serio como usted, o, tal vez

la relación no era tan maravillosa desde el punto de vista de ella... - avanzaron

rápidamente mis contertulios. -

- No. Ella era feliz, muy feliz conmigo, yo lo notaba - siguió el oyente. - Desde que me

dejó, se que si le hablo, si le hago comprender lo felices que seriamos, que estamos

hechos el uno para el otro, todo volvería a ser como antes, pero no me quiere escuchar

...-

El buen hombre estaba realmente desesperado. No se concentraba en su trabajo,

habia dejado a sus amigos, pasaba todo su tiempo pensando en su ex-novia e intentando

encontrarse con ella, explicarle, hacerle entender... Ella dejó su casa paterna y se fue a

vivir con unos tios en otro pueblo, pero él localizó el lugar, y casi todos los dias conducia

50 km. con la esperanza de poder verla pasar...

Empezamos a preocuparnos. Nos pedia consejo para recuperar a una chica que,

a él no le cabia la menor duda, le pertenecia en todos los sentidos del término. Me acordé

de mi paciente Janine, la exnovia de Fer. Janina habia pasado un verdadero infierno.

Cuando yo la conoci no solamente estaba estresada, angustiada y depresiva, sino que

odiaba y temia a Fer con todas sus fuerzas. Se sentia acosada, acechada.

- Creo que si te huye es porque te tiene miedo, -dije al oyente- y te tiene miedo

porque no le haces caso. No puede confiar en ti, porque te dice que no quiere verte, y tu

insistes. Necesita saber que tu crees en ella, que la respetas, que entiendes lo que te dice,

y que estás dispuesto a darle el tiempo que necesita para estar segura de lo que ella

quiere hacer. Tu tienes la idea muy clara, pero se ve que ella no, tienes que darle tiempo,

dejarla que piense, has de aceptar su decisión ya, de antemano, aunque no sepas cual va

a ser. Ese es el verdadero amor: aceptar las decisiones del otro, sean las que sean...

Piensa lo que dijo Rabindanth Tagore: Si tienes un pájaro en una jaula, déjalo libre. Si

vuelve, es tuyo. Si no vuelve, nunca lo fue..-

Habia colgado. Nunca supimos que pasó, ni si mi intervención le ayudó o le puso peor.

Pero quedó muy claro para todos que, si necesitas que alguien te quiera, es muy

importante no agobiarle con tu necesidad. El amor es una cosa, la posesión ansiosa, otra.

La situación puede ser aún peor si, una vez separada o rota la pareja, no pueden evitar

encuentros sistemáticos, como ocurre cuando, por ejemplo, ambos trabajan en el mismo

sitio o son compañeros, de estudios o de cualquier otra actividad, o cuando han de

compartir forzosamente un espacio físico determinado. La proximidad recuerda

situaciones anteriores, la presencia del otro hace aún más patente el dolor por la rotura

del lazo que antes les unía, el deseo y la añoranza se vuelven lacerantes, la soledad

insoportable. ¿Porqué antes si, y ahora no?, tiene que preguntarse continuamente el que

ha quedado despechado. Y la respuesta nunca es halagüeña. O, como el oyente de Maria

Jose Bosch, decide que no hay respuesta y que todo es un error. Es sólo cuestión de

hablarle, insistirle, hacerle comprender...recordar físicamente, aunque sea a la fuerza, la

vivencia de los cuerpos unidos, y todo volverá a ser como antes. Las tenues fronteras

entre reconciliación, pesadez y acoso pueden ir cayendo una tras otra, sin que exista

particular maldad ni premeditación.

Es frecuente en estos casos que, cuanto más el uno insista, más el otro se aleje,

hasta llegar al más total extrañamiento e incomprensión. Lo que antes hubo de amor,

atracción, unión, se transforma ahora en odio y temor. La unión de dos soledades, como

llamaba Rilke a la pareja, se convierte en un infierno si una de las dos no puede soportar

su naturaleza, y decide englobar a la otra, apoderarse de su voluntad y de su existencia.

Cuando una pareja se rompe, si uno de ellos no tolera la situación y las circunstancias lo

permiten, su paso al acoso puede ser terrible, afectando no sólo el área sexual y de pareja,

sino también la laboral, la social, y, algunos casos, hasta la política:

EL MUNDO, Martes, 27 de marzo de 2001 PABLO RODRIGUEZ LAGO

Una edil de Ponferrada denuncia a su alcalde por acoso sexual

Pasadas las 11.45 horas, la concejala de Hacienda de Ponferrada, Nevenka Fernández,

del Partido Popular, accedía a uno de los salones del Hotel Temple, ante una expectante

nube de periodistas. Descompuesta, sin maquillar y con el pelo recogido, la joven edil,

anunció su dimisión y dejó perplejo al auditorio al añadir que interpondrá una querella

criminal contra el alcalde, Ismael Alvarez, de su mismo partido, por un presunto delito

sexual. Nevenka Fernández, economista, soltera y de 26 años, leyó un comunicado ante

los informadores en el que relató cómo el regidor, con el que mantuvo una relación

sentimental, le siguió presionando tras la ruptura. Con lágrimas en los ojos y la voz

entrecortada, Nevenka afirmó: «Mi negativa provocó su acoso. Su actitud de presión se

tradujo en notas manuscritas, mensajes en el teléfono móvil, cartas y comentarios

verbales que prefiero no reproducir literalmente y un desprecio hacia mi trabajo y hacia

mi persona, mediante descalificaciones, actos y vejaciones que atentaron contra mi

integridad psíquica y física». Nevenka Fernández apareció ayer en público por primera

vez desde septiembre. Desde entonces se encontraba de baja por depresión. «El acoso y

la presión psicológica a la que fui sometida provocaron en mí un estado grave de

depresión y angustia», siguió leyendo la denunciante. Asegura que en la querella -

presentada ante la Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León-

se incorporan partes facultativos que corroboran la situación psíquica que atraviesa.

Nevenka Fernández reconoció haber emprendido una relación sentimental con Ismael

Alvarez, viudo y de 51 años, a finales de 1999. Señala que fue seducida debido a su

insistencia. En enero, según Nevenka, decidió dejarlo. «Es a partir de ese momento,

cuando empieza para mí el infierno», apostilla.

No es fácil romper una relación sentimental cuando el trabajo diario obliga a

encontrarse, dia a dia, con la persona perdida. Si además existe una relación de

dependencia laboral, los problemas pueden complicarse hasta profundidades

insospechadas. El caso Nevenka-Ismael, del que sólo sabemos lo que dice esa noticia de

periódico, ilustra todas las fases posibles del acoso en la pareja. Empieza con el tránsito,

inicialmente feliz, desde un acoso leve ("seducida debido a su insistencia") a una relación

de pareja ("reconoció haber emprendido una relación sentimental"). Continúa con la

ruptura, nada inusual cuando no hay suficientes "coincidencias afortunadas de

complementariedades idóneas". Los consecuentes intentos de reconciliación derivan

hacia un nuevo acoso sexual, cada vez más grave al no encontrar ninguna respuesta

positiva, y de ahi todo se complica, pasando a un acoso psicológico en el trabajo en toda

regla, que termina ocasionando una depresión psiquiátrica y la renuncia laboral de la

acosada, y su recurso a fuerzas externas para su defensa.

ACOSO Y CORTEJO

En ocasiones, el acoso ocurre en lo que podríamos denominar la fase de cortejo,

antes de que se haya formado una pareja, ni siquiera provisional. Aunque está claro que

no puede haber relación de pareja sin el consentimiento expreso, consciente, deliberado,

consecuente y responsable de ambos futuros emparejados, y que la decisión de consentir

debe ser libre, voluntaria y sin coacción, existe una larga tradición que culpa al que se

resiste demasiado de crueldad y dureza de corazón. El caso más famoso es el del

mitológico Narciso, joven bellisimo del que se enamoró perdidamente la ninfa Eco1.

Apenada por que Narciso no le hacia ningún caso, se retiró a las montañas, donde dejó de

comer hasta quedar de ella solamente los huesos y la voz. Narciso, como es bien sabido,

era incapaz de amar a nadie, hasta que, viéndose reflejado en un lago, se enamoró de su

imagen y murió ahogado al intentar abrazarla. De esta historia sacó Freud el término

1 La historia de Eco es muy interesante. Ninfa de la corte de Juno, solía contarle largas historias por encargo de Jupiter, para que asi tenerla distraída. Mientras tanto, el casquivano jefe de los dioses se iba con alguna de sus amantes. Cuando Juno se dio cuenta del truco, castigó a Eco dejándola sin voz, aunque después, apiadada, redujo la pena, permitiendo que pudiera responder si se le hablaba, pero sólo de manera muy breve.

técnico "narcisismo", para designar a un trastorno del caracter que se caracteriza por

amor exclusivo a uno mismo, con incapacidad de amar a los demás.

Las damas esquivas de Rávena

Bocaccio recoge el tema de Narciso en su Decamerón2, en el octavo cuento de la

jornada quinta. Filomena, uno de los amables personajes, relata la historia de Anastasio

de los Onesti, que, supuestamente, muestra como "es vengada rigidamente por la divina

justicia la crueldad". La historia se ha hecho famosa porque Botticelli recoge todo su

desarrollo en cuatro tablas pintadas, tres de las cuales se conservan en el Museo del Prado

de Madrid. Anastasio es un joven noble de Rávena, enamorado de una doncella aún más

noble, de apellido Traversari, cuyo nombre no llegamos a saber. Orgullosa por su alta

alcurnia o por su soberbia belleza, la doncella no hace ningún caso al joven Anastasio,

que se desvive en atenciones y requiebros. Finalmente, sus amigos le convencen para que

se retire a descansar al campo, recurso

Sandro Botticelli, la historia de Nastaglio degli Onesti, 1483

(Museo del Prado, Madrid)

2 Giovanni Bocaccio es un delicioso autor del siglo XIV, cuya obra el Decameron (literalmente, "diez días") recoge los cuentos "de amor y galantería" con que se entretienen gentes de la nobleza italiana, retirados al campo para escapar de la peste que asola las ciudades. Supone un corte total con la consideración medieval del amor, tan caballeresca y pura, para presentar una nueva visión práctica y cotidiana, aunque, preciso es reconocerlo, todavía algo machista.

al parecer muy en boga en la Italia medieval. En un pinar cercano a Ravena, Anastasio es

sorprendido por una prodigiosa aparición: Un caballero persigue, espada en mano, a una

hermosa joven, a la que acaba dando muerte. El galante Anastasio intenta detenerle

armado con una rama de árbol, momento que recoge Botticelli. Pero resulta que

perseguidor y perseguida son fantasmas, condenados a repetir la macabra escena todos

los viernes a la misma hora. El, por suicidarse por amor de la dama; ella, por no haber

respondido, en su frio corazón, al amor del caballero. El astuto Anastasio decide invitar

a todos los amigos y parientes de los Traversari, incluyendo a su amada, a una fiesta

campestre el siguente viernes por la tarde. En plena celebración, los fantasmas aparecen,

ante el terror de los invitados, . Pocos dias más tarde la bella Traversari, escarmentada en

cabeza ajena, accede a casarse con Anastasio, y son muy felices desde entonces. Concluye

el cuento de Bocaccio con la aseveración de que, de allí en adelante, "las damas esquivas

de Rávena fueron más complacientes".

¿Debe una doncella acceder a los ardores de un amante, sólo porque es insistente?.

Naturalmente que no. Pero, si el amante es apropiado, sus intenciones honestas (o sea, de

pareja estable) y la doncella no tiene nada mejor que hacer, debe planteárselo seriamente.

La mentalidad de Bocaccio está todavia en esa época en que ser hombre y mujer no es

exactamento lo mismo que dos seres humanos de distinto sexo. Para empezar, está en la

naturaleza del hombre insistir y en la de la mujer resistir. Su confrontación inicial es vital

para el desarrollo posterior del encuentro. El juego ha de seguirse con elegancia, sin

grandes sufrimientos, dentro de un flexible reglamento. Las afinidades electivas han de

encontrar su camino, con cierto rodeo y algo de esfuerzo, pero con claridad y esperanza.

El pretendiente debe probar su amor, pero no debe el pretendido encerrarse en su

magnifica apetitosidad, sin consideración por el atractivo del otro. Por lo menos ese era

el pensamiento galante de los tiempos de Bocaccio, una época en la que Europa estaba

diezmada por la peste y las guerras, la Religión desprestigiada y sólo el Amor ofrecía

alguna promesa interesante. Bocaccio es decididamente vitalista y anti-Narciso, e insiste

en que el juego del amor debe ser jugado, pero no hasta la destrucción. Por eso, castiga

en su cuento tanto a la rechazante doncella como al caballero suicida, y aprovecha

hábilmente su castigo para edificación de los vivientes. La Traversari y Anastasio parecen

entenderlo: Tras breve reflexión, ella descubre que el único obstáculo ante Anastasio es

su orgulloso ensimismamiento; él, que no hay que llevar las cosas demasiado lejos,

porque el amor termina donde empieza el odio.

El caso Tarasoff3

No siempre llegan los cortejos difíciles al satisfactorio entendimiento que

recomienda Bocaccio. El amor auténtico se basa en el respeto a la otra persona, en el

deseo de su felicidad y en la satisfacción por su progreso. Pero son muchos los amores

que carecen de este componente generoso y romático. El ansia posesiva y la incapacidad

de tolerar la ausencia de la otra persona recuerdan la vivencia típica de los fenómenos

adictivos. El amante despechado se siente como el yonki en sindrome de abstinencia,

capaz de cualquier cosa para recuperar la sensación de pareja que ha perdido. Personas

normalmente muy sensatas y cabales pierden totalmente la razón cuando entran en uno

de estos estados de enamoramiento adictivo. Cuando la unión se rompe (digo cuando se

rompe, no "si se rompe", porque los amores adictivos terminan siempre e inevitablemente

3 Tanya Tarasoff murió asesinada en 1969 por un acechador que estaba en tratamiento psiquiátrico. En

un juicio que revolucionó la Psiquiatria Legal norteamericana, el tribunal supremo de California

dictaminó en 1974 que los psicoterapeutas están obligados a prevenir a las victimas potenciales de sus

pacientes si, en el curso del tratamiento, éstos les revelan planes o intenciones agresivas. La Asociación

Psiquiátrica Americana solicitó la reconsideración de esta decisión, que lesiona gravemente el pacto de

confidencialidad médica e introduce inconvenientes insalvables en la relación médico-enfermo. En 1976,

el mismo tribunal modificó la sentencia, estableciendo que la obligación del terapeuta es proteger a la

víctima, lo cual no requiere necesariamente prevenirla o informarla, sino, fundamentalmente, tratar con

éxito al paciente, aplicando a ello los medios que sean necesarios. Una buena exposición del caso, con

discusión de sus implicaciones legales en la práctica de la psicoterapia, puede encontrarse en Buckner, F,

Firestone, M. "Where the Public Peril Begins": 25 Years After Tarasoff. Journal of Legal Medicine, 2000,

21: 2-29

mal), uno de los miembros de la pareja puede caer en una depresión grave, a veces con

peligrosas actuaciones agresivas contra si mismo o contra los demás.

Tanya Tarasoff era una linda estudiante en Berkeley, la afamada Universidad de

California, y estaba siempre rodeada de una corte de jovenes, admiradores de su belleza

y simpatia. Uno de ellos era Prosenjit Poddar, que cursaba su doctorado en ingenieria.

De brillante inteligencia y excelentes calificaciones, Poddar estaba, sin embargo, algo

retrasado socialmente. Quizá su excesiva devoción al estudio no le habia dejado mucho

tiempo para aprender sobre seres humanos, quizá su cerebro, tan bien dotado para las

ciencias exactas, no tenia muchas neuronas puestas en la inteligencia emocional. En todo

caso, se enamoró perdidamente de Tanya, que, bien es verdad, le hacia cierto caso, pero

no más que a la docena de chicos que tenia siempre a su alrededor. Prudentemente,

Prosenjit guardo cierta distancia durante algún tiempo, hasta que un dia ella le besó.

Fue en una fiesta de fin de año, todo el mundo estaba alegre y Tanya actuó claramente

en un impulso del momento. Prosenjit perdió alli su corazón, y pronto empezó a mostrar

los fervorosos sintomas del enamorado inseguro. Tanya no parecia darse cuenta de nada,

seguia su divertida vida de siempre, no mostraba por el joven más interés que antes.

Entonces, él, flaco, depresivo y con suspensos, decidió olvidarla. Dejó de salir, de

llamarla, de acudir a los locales que antes frecuentaban. Al cabo de unos meses, cuando

empezaba a recuperarse, ella le llamó. Sólo por simpatía, por saber que tal le iba. Parece

que lo más intimo que le dijo fue "- Hace mucho que no te veo, te hecho de menos -".

Pero fué demasiado. Prosenjit volvió a buscar su compañía, cada vez más intensamente,

hasta que un dia se declaró apasionadamente y le pidió que se casara con él. Tanya,

sorprendida, le explicó que sólo eran amigos, y que no. El insistió, y ella se enfadó.

Prosenjit entró en crisis. Sus compañeros consiguieron convencerle para que se tratara.

Struart Gold y Lawrence Moore, psiquiatra y psicólogo del Servicio de Salud de la

Universidad, se ocuparon de él, pero con poco resultado. Su amor se había convertido

en ansia y su despecho en odio; perseguia a Tanya por el campus, la acechaba por la

calle, a la salida de las clases... Un día se compró una pistola, y fue a su casa, a rogarle

de nuevo, a exigir más bien, que le amara. Tanya le echó, pero él se abalanzó sobre ella.

Tanya salió huyendo, Prosenjit la siguió y le disparó varias veces. La hirió gravemente

y, mientras caia, la apuñaló hasta matarla.

El riesgo de ser atacado, herido o muerto por un acechador no es desdeñable.

Tanto es así que muchos países han adoptado leyes precisas contra el acoso por acecho,

definido jurídicamente como "Seguir de manera obstinada y maliciosa a una persona,

con amenazas y proposiciones molestas y un riesgo creíble de violencia". Analizando los

casos a posteriori, siempre parece fácil descubrir errores que la victima podría haber

evitado y precauciones que debería haber tomado. Tanto acosador (a) como acosado-a

pueden pecar de un exceso de inocencia, que les impide defenderse del espejismo de la

unión perfecta, fantasiosa solución de todos los problemás y cura de todos los males. La

relación entre seres humanos consiste en empatizar y compartir; el amor es acuerdo e

intercambio, matizado por detalles como la diferencia de sexos. Quien enamora o se

enamora en una relación que no es esencialmente humana, corre grave peligro. Detectar

el ansia adictiva, el vacio profundo de quien necesita llenarse de otra persona, es tan

importante como saber distinguir a un humano de un bruto. Como los animales, los brutos

parecen a veces más dóciles y más gratificantes, sorprendentes por su capacidad de

entrega y enamoramiento. Pero su apetito aumenta constantemente. Llega siempre un

momento en que es necesario parar sus avances para preservar la propia individualidad y,

entonces, pueden volverse furiosos.

El psicoanalista Reid Meloy4 , que ha acuñado el término de "erotomania

borderline" describe a estos sujetos como enfermos con una profunda escisión en su

personalidad, capaces de amar intensa y posesivamente, al mismo tiempo que sienten una

terrible rabia ante el rechazo o, simplemente, ante la anticipación del rechazo.

Los extraños pacientes del Dr. Clérambault.

En 1921, el psiquiatra francés Gaetan de Clérambault describió cinco casos de

pacientes con "locura pasional" o erotomania simple, trastorno ya conocido desde la

antiguedad, pero que él fue el primero en estudiar con el necesario detalle para establecer

un diagnóstico y definir una entidad clínica. El sintoma central es la convicción delirante

de mantener con otra persona, generalmente de mucha mayor fama, rango o estatus, una

4 Meloy, JR: Unrequited love and the wish to kill. Bulletin of the Menninger Clinic, 1989, 53:477-491. En este trabajo se describe por primera vez el Trastorno Borderline Erotomaniaco o Erotomania Borderline. Adiferencia de la erotomania simple o sindrome de Clérambault, no existe en estos casos un delirio franco, pero si una alteración grave del juicio de realidad, con infatuación amorosa no correspondida, convicción de que es posible conseguir el amor de otra persona por la fuerza y sentimientos de rabia homicida ante el fracaso de estos esfuerzos.

relación o comunicación amorosa. No es solamente enamorarse de un ídolo de la canción

o del cine, de un príncipe o princesa, de un sex symbol de moda o de cualquier otro

personaje relevante. Eso es algo que muchos adolescentes hacen, de manera totalmente

inofensiva. El núcleo del síntoma está en creer, con absoluta seguridad, que uno es, o

debe ser, activamente correspondido. Como todos los delirios, esta creencia en el amor

ajeno no guarda relación con la realidad, ni está sostenida por ninguna información,

observación o dato que merezca la más mínima credibilidad y, además, no retrocede ante

ningún tipo de evidencia ni razonamiento.

Tuve ocasión de conocer a una enferma afecta del síndrome Clérambault, idéntica

a los casos descritos por el psiquiatra francés, cuando trabajaba como psiquiatra en el

Hospital General de Montreal. Se trataba de una señora de mediana edad, muy elegante

y no fea, que acaba de ser detenida por la Policía Montada del Canadá por intentar meterse

en el coche oficial del entonces Primer Ministro, Pierre Eliot Trudeau. Agradable y

educada en su trato, la señora estaba un poco molesta por la intervención de la policía,

pero me aseguró que los comprendía y perdonaba, por que "no tienen más remedio que

hacer lo que ella les manda". "Ella" resultó ser la esposa del primer ministro quien, muy

comprensiblemente, ponía toda clase de obstáculos a sus encuentros, por otra parte muy

difíciles, dada las muchas ocupaciones de "Pierre, un encanto de hombre". Naturalmente,

la policía hizo una investigación por su cuenta, en la que se descubrió que la buena señora,

propietaria de un taller de artesanía, había coincidido con Trudeau años atrás, en una

importante exposición en la que su taller participaba. El día de la inauguración, el ministro

recorrió los stands, y al pasar ante el de ella, le sonrió. Ella comprendió en ese momento

que él la amaba, pero que no se atrevía a confesarlo de palabra, por discreción, dada la

cantidad de gente presente. A partir de ahí, el delirio fue en aumento. Durante un tiempo,

le envió cartas y objetos hechos con sus propias manos, sutilmente alusivos a su idilio. A

pesar de no recibir respuesta, notaba que la reacción de él era positiva. En una ocasión,

me aseguró, el Presidente Trudeau la miró fijamente a los ojos mientras pronunciaba un

discurso, y le sonrió de nuevo. Cuando le pregunté donde había sido el discurso, me

respondió, con la mayor naturalidad, que no estaba segura, por que lo había visto por la

televisión.

La erotomanía simple afecta casi siempre a mujeres y raramente se acompaña de

violencia, siendo los actos más atrevidos similares al de mi paciente. El trastorno es

fundamentalmente cognitivo, consistente en la convicción de ser amado. Apenas expresan

ansiedad ni desencanto, y su amor parece más sosegado que tumultuoso. El inicio de los

síntomas suele estar precedido por un largo periodo de soledad emocional y el delirio

cristaliza rápidamente, generalmente a continuación de un episodio de mínima

proximidad con el elegido-a. Como contraste, la erotomanía borderline de Meloy,

mencionada más arriba y en la nota a pie de página 13, afecta más a los hombres, es más

emocional que cognitiva y el riesgo de violencia es importante, sobre todo si el acosador

y la victima se conocen y, más aún, si han tenido algún tipo de relación sentimental o de

galanteo.

ABC, 7 de noviembre 2001

Condenan a dos admiradores de Marta Luisa de Noruega

Estocolmo. Carmen Villar Mir. Tan fuerte fue la atracción que la princesa Marta Luisa

de Noruega despertó en un joven de 30 años y tan encendido fue el rencor que despertó

en otro individuo de cuatro años más cuando se vió rechazado por la real dama, que

ambos, cada uno a su manera, la sometieron a un estrecho acoso. Mientras el primero le

mandaba flores, regalos, apasionadas misivas de amor, susurros y suspiros telefónicos a

todas horas del día, el otro la perseguía por doquier gritando palabras groseras y

amenazantes. Una noche le destrozó el coche con una barra de hierro y estampó sobre

la brillante carrocería plateada varias docenas de huevos....

A falta de más información, parece que la princesa de Noruega ha tenido la mala

suerte de atraer un interés de lo más inconveniente, y se ha convertido en foco de las dos

modalidades de erotomanía a la vez. En este caso, la justicia actuó imparcialmente con

ambos, prohibiéndoles bajo orden judicial acercarse a la princesa, pasar por delante de su

casa e intentar comunicar con ella por cualquier medio. Sin embargo, no son los dos igual

de peligrosos. Mientras que el primero, en el más puro estilo Clérambault, parece

contentarse con la dulce fantasía de su amor, el segundo tiene signos del trastorno

emocional descrito por Reid Meloy. Muy en la línea de los trastornos borderline y de los

trastornos narcisistas de la personalidad, los erotómanos de esta variedad presentan un

delirio de merecimiento o “delirio de tener derecho”, en este caso, al amor de la princesa.

Su reacción violenta se corresponde con la intensa rabia que sienten estos pacientes ante

un rechazo que interpretan como una violación de su fantasioso derecho.

LA PAREJA TOXICA

Estando Alejandro Magno descansando en un palacio recién conquistado, recibió

la visita de una bella princesa local, que, apasionadamente, le declaró su deseo de formar

parte del imperio macedónico. Antes de que Alejandro hiciera lo que todo guerrero joven

y victorioso haría en estas circunstancias, uno de sus consejeros le detuvo. Un espía le

había prevenido unos minutos antes: la doncella era venenosa. Desde niña, había sido

alimentada con hojas de cicuta, a las que se había acostumbrado de tal manera que a ella

le resultaban inofensivas. Sin embargo, el veneno había penetrado hasta tal punto en sus

maravillosas carnes, que bastaba un beso suyo para causar la muerte al más fuerte de los

hombres. Como Alejandro no se creyera la fabulosa historia, el consejero obligó a un

prisionero a abrazar a la princesa. Este lo hizo, y murió, agradecido, a los pocos instantes.

La historia de la princesa persa, bella por fuera y letal por dentro, es

probablemente falsa. Pero la idea que metafóricamente transmite puede ser,

desgraciadamente, demasiado cierta. Algunas personas, hombres y mujeres, parecen tener

una extraña habilidad para emponzoñar las vidas ajenas. Hay al menos tres tipos

principales de sujetos tóxicos:

1. El acosador de doble cara, encanto público y violencia privada. Posee un mal

carácter profundo, corroído por la envidia y el rencor, pero ha aprendido, a lo

largo de su vida, a ocultarlo bajo una máscara de amabilidad y seducción. En

relaciones superficiales, o al principio de una relación importante, su simpatía

y devoción son admirables; pero, en cuanto perciba a su victima

emocionalmente cautiva, su humor irá cambiando, incorporando exigencias

cada vez más dificiles y ofreciendo cada vez menos gratificación a cambio. Y,

si es un tóxico de verdad, conseguirá que el-la incauto-a que le ha dejado entrar

en su intimidad se sienta cada vez más culpable y fracasado por no saber

satisfacerle.

2. El acosador gafe. Relativamente inocente del mal que causa, atrae sobre si la

mala suerte, fracasa siempre en el último momento, acumula relaciones

frustradas, lleva una carrera inestable y, en el momento en que entra en tu vida,

parece que sólo necesita sólo un poco de ayuda para salir adelante. Sin

embargo, en cuanto la relación queda establecida, la fuerza de su personalidad

te arrastra, como a todas sus parejas anteriores, al más turbulento de los

destinos.5

3. El acosador atolondrado. Algunas personas emanan un aura agresiva de

intimidación que asusta, otras una censura que culpabiliza y deprime, pero el

contaminador auténtico es el que sabe crear la confusión a su alrededor.

Mezclando su hostilidad con aparente debilidad, interfiere continuamente con

las dinámicas de los demás, desviando sus asociaciones mentales de todo

camino operativo o productivo, haciendo perder el hilo y bloqueando toda

conclusión resolutoria y operativa. Su conversación es tangencial, llena de

detalles prolijos innecesarios, que agotan la atención y bloquean la memoria,

todo ello acompañado de un afecto intenso y atractivo. En un punto de mayor

malignidad, descuentan todos los aspectos positivos del contexto, para

concentrarse en un punto menor que pueda interpretarse de manera negativa.

Añaden hábilmente insinuaciones malévolas, que nunca acaban de ser dichas

claramente, pero que dejan siempre flotando una vaga atmósfera de culpa,

inseguridad y desconfianza.

5 Robert Greene, recomienda evitar contagiarse de los estados emocionales de los infelices y desafortunados. Relata como ejemplo el caso de Lola Montes, famosa bailarina del siglo XIX que, al parecer, atrajo entre otros desastres la abdicación del rey Ludwig de Baviera en 1848. (Las 48 Leyes del Poder, Espasa, 1999)

EL ACOSO PERMANENTE: LA PAREJA PERVERSA

No en todos los casos de acoso de pareja la diferencia entre acosador y acosado es

tan neta como en el acechamiento o en la pareja tóxica. En ocasiones, después de una

ruptura, ambos pueden experimentar sentimientos complejos y, si no pasa nada que

empeore las cosas, pueden volver a a reunirse, muchas veces para separarse de nuevo al

poco tiempo. Este fenómeno de "tira y afloja" demuestra la incapacidad de la pareja para

encontrar un punto de intimidad confortable, apropiadamente satisfactorio para ambos.

Cuando la unión empieza a ser demasiado intensa y las individualidades empiezan a

borrarse, alguno de los dos se siente anulado, no puede soportar la impresión de estar

englobado en una fusión conjunta, y necesita romper por algún sitio. Pero, al distanciarse,

siente de nuevo el dolor de su soledad, y vuelve a buscar la experiencia de intimidad,

repitiendo el ciclo, indefinidamente o hasta que pase algo que haga la ruptura irreparable.

También es posible que nunca llegue a consumarse la ruptura externa y que los

miembros de la pareja continúen juntos, a pesar de su disfuncional incapacidad para

establecer un vínculo afectivo interpersonal gratificante que les permita cumplir con sus

deberes de protección, ayuda y potenciación mutua. Marie-France Hirigoyen llama a este

tipo de pareja "perversa", calificativo que me parece apropiado, entendiendo por

perversión una manera alternativa de hacer las cosas que perturba o desvirtúa el modo

habitual.


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