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La Batalla de las Termópilas.

Date post: 04-Feb-2023
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“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti 1 1. Libro XI, Biblioteca Histórica, Diodoro de Sicilia: Leónidas espera a los persas en las Termópilas. Los griegos reunidos en asamblea, cuando recibieron la noticia de que las fuerzas persas se aproximaban, decidieron enviar rápidamente sus fuerzas navales a Artemisio en Eubea, dado que les parecía que aque lugar era adecuado para hacer frente al avance enemigo y, por otra parte, un número suficiente de hoplitas a las Termópilas, a fin de anticiparse en la ocupación de los pasos en el desfiladero e impedir así que los bárbaros invadieran Griecia; les apremiaba el deseo de proteger aquende las Termópilas a aquellos que habían preferido la causa de los griegos y asegurar la salvación, en la medida de lo posible, de sus aliados. Estaba al mando de toda la flota el lacedemonio Euribíades y el comandante de las tropas enviadas a las Termópilas fue Leónidas, el rey de los espartanos, un hombre que se enorgullecía de su valor y de su experiencia en la guerra. Éste, una vez que hubo tomado el mando, ordenó que sólo le siguieran mil hombres en aquella expedición. Al decirle los éforos que aquel contingente era del todo insuficiente para enfrentarse a un ejército numeroso y ordenarle que cogiera más hombres, les contestó en privado que, si para impedir que los bárbaros atravesaran los pasos eran pocos, eran sin embargo muchos para cumplir la misión hacia la que en aquel momento partían. Ante una respuesta tan enigmática y oscura, le preguntaron si pensaba que conducía aquellos soldados a una empresa de poca monta. A ello les respondió que en teoría los llevaba para defender los pasos, pero que en realidad iban a morir por la libertad común; en consecuencia, si sólo marchaban mil hombres, Esparta sería más gloriosa gracias a su muerte, mientras que si los lacedemonios partían en masa, Lacedemón entera iría a la ruina, puesto que ningúno de ellos sería capaz de huir para salvar la vida. Las fuerzas enviadas a las Termópilas estaban formadas, pues, por mil lacedemonios, y con ellos iban trescientos espartiatas, a los que se unieron tres mil soldados del resto de los griegos. Así, pues, Leónidas se dirigió a las Termópilas con sus cuatro mil lhombres, y entonces los locros, que habitaban en las proximidades de los pasos y habían dado la tuerra y el agua a los persas con la promesa de ser los primeros en ocupar el desfiladero, al saber que Leónidas llegaba a las Termópilas, cambiaron de parecer y se pasaron a los griegos. Se presentaron de este modo en las Termópilas no sólo mil locros, sino también un número igual de melieos, y algo menos de mil focenses, e igualmente unos cuatrocientos tebanos del partido favorable a la causa griega; los habitantes de Tebas, en efecto, estaban en desacuerdo entre ellos respecto a la alianza con los persas. Tal era, pues el número de los griegos que se alinearon con Leónidas y tomaron posiciones en la zona de las Termópilas en espera de la llegada de los persas. (Diod. 11.4 , trad. de Torres Esbarranch, 2009, pp. 159-161)
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“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

1

1. Libro XI, Biblioteca Histórica, Diodoro de Sicilia: “Leónidas espera a los

persas en las Termópilas”.

Los griegos reunidos en asamblea, cuando recibieron la noticia de que las

fuerzas persas se aproximaban, decidieron enviar rápidamente sus fuerzas navales a

Artemisio en Eubea, dado que les parecía que aque lugar era adecuado para hacer frente

al avance enemigo y, por otra parte, un número suficiente de hoplitas a las Termópilas, a

fin de anticiparse en la ocupación de los pasos en el desfiladero e impedir así que los

bárbaros invadieran Griecia; les apremiaba el deseo de proteger aquende las Termópilas

a aquellos que habían preferido la causa de los griegos y asegurar la salvación, en la

medida de lo posible, de sus aliados. Estaba al mando de toda la flota el lacedemonio

Euribíades y el comandante de las tropas enviadas a las Termópilas fue Leónidas, el rey

de los espartanos, un hombre que se enorgullecía de su valor y de su experiencia en la

guerra. Éste, una vez que hubo tomado el mando, ordenó que sólo le siguieran mil

hombres en aquella expedición. Al decirle los éforos que aquel contingente era del todo

insuficiente para enfrentarse a un ejército numeroso y ordenarle que cogiera más

hombres, les contestó en privado que, si para impedir que los bárbaros atravesaran los

pasos eran pocos, eran sin embargo muchos para cumplir la misión hacia la que en aquel

momento partían. Ante una respuesta tan enigmática y oscura, le preguntaron si pensaba

que conducía aquellos soldados a una empresa de poca monta. A ello les respondió que

en teoría los llevaba para defender los pasos, pero que en realidad iban a morir por la

libertad común; en consecuencia, si sólo marchaban mil hombres, Esparta sería más

gloriosa gracias a su muerte, mientras que si los lacedemonios partían en masa,

Lacedemón entera iría a la ruina, puesto que ningúno de ellos sería capaz de huir para

salvar la vida. Las fuerzas enviadas a las Termópilas estaban formadas, pues, por mil

lacedemonios, y con ellos iban trescientos espartiatas, a los que se unieron tres mil

soldados del resto de los griegos. Así, pues, Leónidas se dirigió a las Termópilas con

sus cuatro mil lhombres, y entonces los locros, que habitaban en las proximidades de los

pasos y habían dado la tuerra y el agua a los persas con la promesa de ser los primeros

en ocupar el desfiladero, al saber que Leónidas llegaba a las Termópilas, cambiaron de

parecer y se pasaron a los griegos. Se presentaron de este modo en las Termópilas no

sólo mil locros, sino también un número igual de melieos, y algo menos de mil

focenses, e igualmente unos cuatrocientos tebanos del partido favorable a la causa

griega; los habitantes de Tebas, en efecto, estaban en desacuerdo entre ellos respecto a

la alianza con los persas. Tal era, pues el número de los griegos que se alinearon con

Leónidas y tomaron posiciones en la zona de las Termópilas en espera de la llegada de

los persas.

(Diod. 11.4, trad. de Torres Esbarranch, 2009, pp. 159-161)

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

2

2. Comentario de texto.

Las Guerras Médicas son el primer conflicto de la historia europea que es

posible reconstruir, sobre todo, gracias a los trabajos de Heródoto y Diodoro de Sicilia.

Sin embargo, hay que tener presente que la mayoría de sus fuentes proceden de los

relatos de testigos presenciales, ya que la mayor parte de las noticias de los

acontecimientos tuvieron lugar antes del 480 a.C.1

Tras la revuelta jonia los persas

completaron la conquista de Tracia –incluidas las colonias de la costa del Egeo– y

Macedonia. Los objetivos inmediatos de Darío era conquistar Atenas y Eritrea, y sus

planes a largo plazo incluían toda Grecia. Sin embargo la derrota de la fuerza

expedicionaria persa en la batalla de Maratón (490 a.C.), no constituyó el fin de la

guerra sino el prologo de una serie de batallas mayores (como Salamina, Platea o

Mícala). Y puesto que los recursos persas permanecían intactos, Darío empezó a planear

la campaña continental2.

Sin embargo, la muerte de Darío y la subida al trono de Jerjes (486 a.C.

mediante la porfirogénesis), seguida por una revuelta en Egipto en ese mismo año,

retrasó los acontecimientos, pero en el 481 a.C. ya se habían puesto en marcha los

preparativos para un nuevo intento de subyugar a Grecia. De este modo, una década

después de su derrota en Maratón, en el año 480 a.C., los persas regresaron con un gran

ejército terrestre y fuerzas navales conducidos por el Gran Rey, esta vez por el

continente, saliendo de Sardes pasando a través de Tracia y Macedonia, y, de ahí, a

Tesalia3. La conquista de Grecia había de depender, necesariamente, de la colaboración

entre el ejército de tierra de Persia y sus fuerzas navales, cuya ayuda sería fundamental

llegada la hora del abastecimiento.

En julio, las fuerzas de tierra de Jerjes llegaron al valle del Tempe (desfiladero

situado entre los montes Osa y Olimpo), frontera que separaba Macedonia de Tesalia y

resultaba una ruta principal de tráfico4. El Tempe constituía asimismo la primera línea

defensiva elegida por la coalición de resistencia que, en la Grecia continental se

centraba en Esparta y sus aliados del Peloponeso junto con Atenas, que formarían la

Liga Helénica5–establecida en el primer congreso panhelénico del Istmo de Corinto

1 Fields, 2011, p. 47.

2 Ibíd., pp. 9-11.

3 Ibíd., p. 11.

4 Cartledge, 2007, p. 141.

5 Ibíd., pp. 135-136.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

3

(481 a.C.)–, de la que formaron parte Tesalia, Grecia central con los beocios y focios,

Atenas, algunas islas como Egina, Eubea y Ceos, Esparta, el Istmo, la mayor parte del

Peloponeso y las colonias corintias occidentales (Léucade, Anactorio y Ambracia)6. La

Liga Helénica constituía una alianza militar (symmachia), multilateral, ofensiva y

defensiva, que tenía como fin preservar la libertad de Grecia frente a los persas. Se dotó

de un Sinedrio (Consejo de guerra), que representaba la soberanía de la alianza, en

dónde se tomarían las decisiones principales y se decidiría la estrategia a seguir.

Asímismo, la Liga designó como hegemón a Esparta, que asumiría la comandancia en

jefe de todo el ejército7.

“Los griegos reunidos en asamblea, cuando recibieron la noticia de que las

fuerzas persas se aproximaban, decidieron enviar rápidamente sus fuerzas navales a

Artemisio en Eubea, dado que les parecía que aquel lugar era el adecuado para hacer

frente al avance enemigo, y, por otra parte, un número suficiente de hoplitas a las

Termópilas, a fin de anticiparse a la ocupación de los pasos en el desfiladero e impedir

así que los bárbaros invadieran Grecia, les apremiaba el deseo de proteger aquende

las Termópilas a aquellos que habían preferido la causa de los griegos y asegurar la

salvación, en la medida de lo posible, de sus aliados.” (Diod. 11.4.1.)

En la primavera del año siguiente se celebró una segunda conferencia en el

Istmo, cuando una delegación de Tesalia solicitó ayuda militar8. El mando supremo se

dividió entre dos adalides para el caudillaje dual de Esparta y Atenas: Evéneto y

Temístocles, y se enviaron al valle del Tempe diez mil hombres9. Sin embargo, el

avance persa en dirección suroeste desde Dorisco se desarrolló sin dificultades, y el

territorio que iba hasta la frontera septentrional de Tesalia se hallaba ya bajo el dominio

del rey persa. Además, después de que la coalición abandonase la línea defensiva en el

Tempe –se optó por la retirada por la inmensidad del ejército persa y porque se constató

que su posición podía ser flanqueada por la ruta que desde la Alta Macedonia atravesaba

el país de los perrebeos y desembocaba en la ciudad tesalia de Gono–, Jerjes pudo

proseguir la marcha a través de Tesalia sin impedimentos10

. Para ofrecer resistencia, los

6 Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 73.

7 Ibíd., p. 71.

8 Fields, 2011, p. 51.

9 Cartledge, 2007, pp. 135-136.

10 Ibíd., p. 141.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

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griegos, debían establecer la línea de defensa en el eje del desfiladero –o desfiladeros,

ya que eran tres– de las Termópilas por tierra, y por mar, en el lugar conocido como

Artemisio, en el extremo norte de la isla de Eubea11

. Así, mediante el bloqueo de las dos

partes del ejército persa –terrestre y naval– se esperaba impedir que los medos atacaran

a las ciudades vulnerables del sur de Grecia.

“Estaba al mando de toda la flota el lacedemonio Euribíades y el comandante de las

tropas enviadas a las Termópilas fue Leónidas, el rey de los espartanos, un hombre que

se enorgullecía de su valor y de su experiencia en la guerra. Éste, una vez que hubo

tomado el mando, ordenó que sólo le siguieran mil hombres en aquella expedición.”

(Diod. 11.4.2.)

La flota griega, comandada por la coalición entre el almirante espartano

Euríbiades y el ateniense Temístocles (aunque bajo el mando nominal del espartano),

contaba con una flota de doscientos setenta y un tirremes (reforzada más tarde con otras

53) y nueve pentecónteras, se situó en el norte de Eubea a unos 10 km al oeste del cabo

Artemisio, en un estrecho paso entre la isla de Escíatos y Magnesia. Esta posición

respondía a la estrategia naval de los griegos, que era defendida por Temístocles: atraer

la flota persa hacia un lugar estrecho, en este caso el canal de Oreo, donde su elevado

número se volviera en su contra y poder así destruirla. El desarrollo de ambas batallas

corresponde a una estrategia defensiva en tierra y ofensiva en el mar, de este modo el

ejército de Leónidas era el encargado de detener al ejército persa para que la flota griega

pudiera derrotar a la armada persa. Así, mientras que el ejército medo atacaba las

Termópilas, las flotas persa y griega se enfrentarían, en tres ocasiones, en el cabo

Artemisio, con un resultado indeciso. Sin embargo, los persas obtuvieron una victoria

estratégica al obligar a la flota griega a retirarse a través del canal de Eubea, lo cual

suponía un gran riesgo para la totalidad de la armada puesto que podía ser destruida por

el ejército terrestre persa a la altura del estrecho de Cálcide. Así que la flota griega sólo

podía salvarse si el ejército de Leónidas resistía en las Termópilas el tiempo suficiente

para que las naves pudieran atravesar el canal12

.

11

Ibíd., p. 142. 12

Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, pp. 74-75.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

5

Por otro lado, el desfiladero de las Termópilas, situado su punto central unos 4

km al este de la antigua desembocadura del río Esperqueo, constituía un alargado e

irregular pasillo dispuesto entre el golfo Malíaco (al norte) y el monte Calídromo (al

sur), entre el mar y la montaña, en la costa norte del abrupto istmo que dibuja la Grecia

central. Un paso estrecho en la Lócride del este (atravesándolo se llegaba hasta Fócide,

Beocia y el ática) de 6,5 km de longitud y 1,5 de ancho, un pasillo vital pues permitía la

comunicación entre el norte y sur de la Hélade, y era prácticamente la única vía de

penetración hacia Grecia central desde Tesalia13

. A lo largo del paso había tres pasos

más estrechos o "puertas" (pylai): la Puerta Occidental, que era la entrada oeste al paso

–y cerca de donde los persas establecieron su campamento–; la Puerta Central, en donde

existían unas fuentes de aguas termales y un muro semiderruído –que había sido

construida por los focidios en el siglo anterior para hacer frente a los tesalios–; y la

Puerta Oriental, situada al este14

. Aquí, en la angostura del desfiladero, entre la Puerta

Central y Oriental, se apostarían unos siete mil combatientes al mando del espartano rey

Leónidas, de entre ellos mil lacedemonios.

“Al decirle los éforos que aquel contingente era del todo insuficiente para enfrentarse a

un ejército numeroso y ordenarle que cogiera más hombres, les contestó en privado

que, si para impedir que los bárbaros atravesaran los pasos eran pocos, eran sin

embargo muchos para cumplir la misión hacia la que en aquel momento partían.”

(Diod. 11.4.3.)

El contingente que mandó Lacedemonia para defender las Termópilas apenas

equivalía a dos tercios del que acababa de destinar a Tempe (para retirarlo a

continuación), sin embargo, el envío de una simple avanzada era común a todos los

integrantes de la coalición, dando como motivo que estaba próxima la celebración de los

Juegos Olímpicos –y se trataba de una fiesta religiosa panhelénica dedicada al dios

Zeus–. Además los lacedemonios añadirían a ésta otra obligación religiosa: la

celebración del festival dórico de las Carneas –fiesta consagrada a Apolo , durante la

cual se prohibían a los espartanos acudir a la lucha–,15

y, aunque los éforos –

magistratura del sistema político espartano–, no interferían en el mando, puesto que les

13

Sánchez Moreno, 2010, p. 1414. 14

Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 74. 15

Cartledge, 2007, p. 143.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

6

correspondía a los reyes, desde el punto de vista militar controlaban todas las

actividades cotidianas del ejército, y decidían junto con la asamblea, la movilización y

reclutamiento de éste16

. Por otra parte, y respecto al rey, en un principio la asamblea en

virtud de la recomendación de la gerousía y los éforos, eligieron a otro soberano,

Leotíquidias para ejercer de víctima propiciatoria en las Puertas Calientes –puesto que

decidieron confiar la defensa del paso de las Termópilas a uno de sus dos reyes–, en vez

de a Leónidas. “Leónidas, el rey de los espartanos, un hombre que se enorgullecía de su

valor y de su experiencia en la guerra” (Diod. 11.4.2.), éste, no estaba ni mucho menos

destinado a reinar y del cual, además, no se sabe nada de la trayectoria militar antes de

ese momento17

.

“Las fuerzas enviadas a las Termópilas estaban formadas, pues, por mil lacedemonios,

y con ellos iban trescientos espartiatas, a los que se unieron tres mil soldados del resto

de los griegos.” (Diod. 11.4.5.)

Los demás griegos de la coalición que combatió en las Termópilas, de los

veinticinco mil guerreros aproximados de que disponían en potencia, los peloponesos

sólo dieron unos cuatro mil –debido parte a la renuncia de destinar tropas más allá del

istmo de Corinto–. Sin embargo, a pesar de la prohibición por las Carneas, es posible

que Esparta reconociera la necesidad de mandar algunas tropas al norte para defender el

paso. Del contingente de mil lacedemonios hilotas no combatientes, se les unió,

trescientos espartiatas, seleccionados por el propio Leónidas, con los que acudiría a las

Termópilas. Para ello fue necesario tener en cuenta un criterio adicional de vital

importancia: amén de valeroso, diestro y patriota en grado extraordinario, cada uno de

los elegidos debía tener un hijo varón vivo. Puesto que se pretendía que todos tuviesen

alguien en posición de perpetuar el nombre de quienes estaban a punto de morir y que

además no se extinguieran ninguna de las líneas de sangre espartana. Y es que la

avanzada de las Termópilas iba a ser un pelotón suicida a la manera peculiar de Esparta,

puesto que los lacedemonios estaban resueltos a luchar hasta morir18

.

16

Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 98. 17

Cartledge, 2007, p. 145. 18

Ibíd., pp. 147-148.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

7

“Ante una respuesta tan enigmática y oscura, le preguntaron si pensaba que conducía a

aquellos soldados a una empresa de poca monta. A ello les respondió que en teoría los

llevaba para defender los pasos, pero que en realidad iban a morir por la libertad

común; en consecuencia, si sólo marchaban mil hombres, Esparta sería más gloriosa

gracias a su muerte, mientras que si los lacedemonios partían en masa, Lacedemón

entera iría a la ruina, puesto que ninguno de ellos sería capaz de huir para salvar la

vida.” (Diod. 11.4.4.)

Entre los leales de origen no espartano, la idea de que las huestes persas fueran

demasiado numerosas para oponerles resistencia, les producía el horror pánico, puesto

que la inmensa mayoría de los diversos centenares de ciudades que componían la Grecia

no insular había optado por unirse al Imperio o, cuanto menos, por no oponerse de

forma activa a su avance y renunciar a la perspectiva de rechazarlo. Sin embargo,

resulta improbable que los lacedemonios se vieran atenazados por el miedo en este caso,

el coraje marcial que se hacía necesario en el campo de batalla era uno de los valores

fundamentales que les inculcaba la educación pública formal desde edad muy

temprana19

. Los espartanos se debían a una entrega y una lealtad totales al “bien” y a los

dictados del estado, y contra el enemigo se hace por entero legítimo, y en efecto

heroico, recurrir a tácticas que incluyan el sacrificio supremo de la propia vida20

. De

todos los griegos, sólo a los lacedemonios les era dado concebir es tipo de acto suicida,

y como he mencionado antes, los lacedemonios estaban resueltos a luchar hasta morir

(“si los lacedemonios partían en masa, Lacedemón entera iría a la ruina, puesto que

ninguno de ellos sería capaz de huir para salvar la vida.” (Diod. 11.4.4.)). La batalla a

la que hicieron frente durante el verano de 480 a.C., no sólo ponía en peligro la

existencia de sus ciudadanos, sino también su modo mismo de vida.

Además, hay que tener presente la influencia de la religión: el oráculo de Delfos

afirmaba que sólo la muerte de un rey espartano garantizaría la victoria final de la

Hélade frente a los persas, a lo que se unió el augurio, que realizó el tercer día de

campaña en las Termópilas, Megistias –el adivino oficial del rey– de “que iban a morir

al rayar el día”. Leónidas, tras dar permiso para abandonar el campo de batalla a la

mayor parte de sus soldados y quedarse sólo con los espartiatas, hilotas, tespios y

tebanos, lucharon en el exterior del muro situado en la Puerta Central a fin de poder

19

Ibíd., p. 142. 20

Ibíd., p. 149.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

8

enzarzarse de forma directa con el enemigo que avanzaba hacia ellos. Ocurrencia muy

propia de los lacónicos, que ilustra el carácter heroico y funesto de este último acto de

resistencia –permanecer en el puesto y cubrir la retaguardia tanto tiempo como fuera

posible para que los soldados replegados salieran de allí sin peligro, y también conceder

a la flota de Artemisio la oportunidad de desenvolverse con la mayor efectividad

posible–21

. Leónidas y los espartanos –y demás combatientes– caídos en las Termópilas

lucharon y murieron por el convencimiento de que se estaba batallando por algo más

grande que la simple conservación de la integridad de su ciudad y el resto de Grecia,

sino que lo hacían por la libertad común (Esparta sería más gloriosa gracias a su

muerte), y su gesta ayudó a elevar la moral de los suyos y a intensificar el empeño

combatiente de los helenos22

.

“Así, pues, Leónidas se dirigió hacia las Termópilas con sus cuatro mil hombres, y

entonces los locros, que habitaban en las proximidades de los pasos habían dado la

tierra y el agua a los persas con la promesa de ser los primeros en ocupar el

desfiladero, al saber que Leónidas llegaba a las Termópilas, cambiaron de parecer y se

pasaron a los griegos.” (Diod. 11.4.6.)

Así pues, Leónidas fue a luchar en agosto de 480 a.C. con una pequeña fuerza

que representaba un titubeante grupo de griegos antipersas –300 espartanos, 2.120

arcadios, 400 corintios, 200 de Fliunte, 80 de Micenas (todos ellos peloponesios), 700

tespios y 400 tebanos (en representación de Beocia)–; además, en representación de los

griegos de la región, más directamente afectados, acudieron 1.000 focenses y la fuerza

al completo de los locrios opundios (Herodoto 7, 202-203,1), que Diodoro (11.4.7)

estimó en 1.000 hombres23

. “Se presentaron de este modo en las Termópilas no sólo mil

locros, sino también un número igual de melieos, y algo menos de mil focenses, e

igualmente unos cuatrocientos tebanos del partido favorable a la causa griega [...]”

(Diod. 11.4.7.)

El rey espartano había escogido las Termópilas puesto que pensó que en el

desfiladero, un número reducido de hombres resueltos podrían defender el avance persa

y, los griegos, con unos siete mil combatientes, se apostaron en la angostura del

21

Ibíd., p. 171. 22

Ibíd., pp. 173 y 176. 23

Ibíd., p. 51.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

9

desfiladero cercana a la Puerta Central, que era un frente ligeramente más amplio

(respecto a los otros dos puntos que se acercaban al mar, que se hacían aún más

estrechos que la posición elegida), pero uno en el que su vulnerable flanco izquierdo

estuviera protegido por una escarpada pared de rocas que se elevaba casi 1.000 m sobre

la Puerta Central. Además, aquel lugar escogido presentaba una nueva ventaja: el muro

focense. El antiguo muro estaba en ruinas, de modo que los griegos se dispusieron a

reconstruirlo de forma inmediata, y tomaron posiciones detrás del mismo. Pero la fuerza

de la posición de las Termópilas quedó reducida por la existencia de una serie de rutas

que rodeaban los pasos hacia el sur o hacia el oeste24

.

En aquellos momentos llegaron noticias procedentes de los griegos de la Mélide

de que las Termópilas podían rodearse a través de una senda llamada Anopea, que

bordeaba el monte Calídromo, situado al sur del lugar que ocupaban ellos, y volvía a

aparecer cerca de la Puerta Oriental. Así que otra de las decisiones que tomó Leónidas

sobre la marcha fue la de intentar cerrar este camino, y a tal objeto destacó allí al millar

completo de focenses con orden de custodiarlo –pues estas gentes conocían bien el

terreno y estaban habituadas a las condiciones que en él se daban, y eran las que más

tenían que perder en aquella batalla–25

. Sin embargo, tras la traición de Efialtes –un

indígena procedente de Traquis– que ofreció mostrar a los persas el difícil sendero de

montaña y así sorprender a los griegos por la retaguardia, Hidarnes y los Inmortales –las

tropas de élite de Jerjes– alcanzaron las posiciones de los focenses. Éstos, tras una o dos

cargas, se retiraron hacia unas posiciones más elevadas, pero los persas continuaron su

camino para sorprender por la espalda a la principal fuerza helena26

.

“[...] los habitantes de Tebas, en efecto, estaban en desacuerdo entre ellos respecto a la

alianza con los persas. Tal era, pues, el número de los griegos que se alinearon con

Leónidas y tomaron posiciones en la zona de las Termópilas en espera de la llegada de

los persas.” (Diod. 11.4.7.)

Resultó controvertida la escasa presencia de los beocios (sobre todo el pequeño

número de tebanos), aunque quizá los escasos tebanos que estaban con Leónidas eran

una representación de aquellos entre los suyos que estaban inclinados a resistir contra

24

Fields, 2011, p. 62. 25

Ibíd., pp. 158-159. 26

Ibíd., pp. 73-77.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

10

los persas. Ésto se podría explicar porque Tebas, se hallaba gobernada por una

oligarquía muy restringida, similar a la de los Alévadas, dinastía de la ciudad tesalia de

Larisa que había destacado por su marcado carácter medófilo. Pero a partir de la década

de 440 a.C., como el resto de Beocia, dio paso a una base más amplia y mucha mayor

moderación política27

. Más tarde, concluida la batalla, todos los estados de Beocia, a

excepción de Tespias (enemiga de Tebas) y Platea (aliada de Atenas) abrazarían la

causa persa, lo que iría en considerable menoscabo de la reputación de los tebanos en

479 a.C. tras la derrota persa.

Después de su llegada a las Termópilas, los persas establecen su campamento

principal cerca de la Puerta Occidental, sin embargo aguardan cuatro días antes de

iniciar el asalto. Mientras tanto, los persas manda emisarios a los griegos para exigirles

la rendición28

. Ante las negativas respuestas griegas, en la mañana del quinto día, Jerjes

ordena a los medos y a los quisios efectuar un asalto frontal sobre la Puerta Central y a

última hora de la tarde hicieron lo mismo los Inmortales, pero ambos fracasan. La

mañana del segundo día, Jerjes vuelve a mandar tropas al combate pero los distintos

contingentes griegos luchan por rotación en la línea del frente y vuelven a rechazar el

ataque. Sin embargo, al anochecer del segundo día, Efialtes conduce a Hidarnes y a los

Inmortales a través del sendero de Anopea, la fuerza de élite persa dejan de lado a los

focenses tras una pequeña escaramuza y se apresuran a alcanzar la Puerta Oriental y

sorprenden a las principales posiciones griegas por la retaguardia.

A primera hora de la mañana del tercer día, Leónidas se entera de la inminente

llegada de la fuerza persa, el rey convoca un consejo de guerra en el que se decide que,

antes de que el enemigo corte su vía de escape, la mayor parte del ejército de resistencia

debe abandonar las Termópilas, quedándose los 300 espartanos (y los hilotas), los 700

tespios y los 400 tebanos29

. Finalmente con las primeras luces, el destacamento de los

Inmortales descendió hasta el tramo del paso que corría al este de la Puerta Central,

cerca de Alpeno, con lo que Leónidas quedó atrapado en la tenaza que había dispuesto

el soberano enemigo, sin posibilidad de escape por la vanguardia ni la retaguardia30

.

Leónidas ordena a su menguada tropa situarse en una zona más ancha del desfiladero,

de modo que todas las tropas puedan luchar al mismo tiempo. Sin embargo el rey cae, y

tras la retirada de los griegos, cruzando el muro focense y tomando posiciones tras la

27

Cartledge, 2007, p. 157. 28

Fields, 2011, p. 70. 29

Ibid., pp. 70, 78 y 82. 30

Cartledge, 2007, p. 169.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

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colina de Colonos, la principal fuerza persa atraviesa las defensas del muro e Hidarnes y

los Inmortales aniquilan a los griegos restantes bajo un diluvio de flechas. Jerjes ordena

identificar el cuerpo del rey espartano, separa la cabeza del torso y la coloca en una pica

a la vista de todos31

.

Para terminar, la leyenda de las Termópilas, la historia de una derrota gloriosa,

no tardaría en nacer. El impacto de la batalla fue principalmente ideológico, una lucha

entre hombres libres y esclavos, y así nació el leitmotiv de que los griegos en general y

los espartanos en particular lucharon por voluntad propia, pero siempre obedeciendo a

sus leyes y costumbres (Herodoto 7.104.3), y como lanceros, buscaban la batalla abierta

y el combate cuerpo a cuerpo. Los persas, por otro lado, estaban sujetos a los caprichos

de un solo hombre y sólo luchaban bajo la coerción del látigo (Herodoto 7.103.4;

223.3). Eran cobardes “serviles”, porque, en calidad de arqueros, evitaban el combate

cuerpo a cuerpo. En Persia, el Gran Rey era el Estado, mientras que en Grecia eran los

hoplitas quienes formaban el Estado. Con todo, en el caso de esta legendaria batalla

resulta difícil separar el mito de la realidad, pero lo que está claro es que las Termópilas

resultó la humillación para un rey y la hora de gloria para otro32

. Pero sobre todo, la

guerra, no es glamurosa ni heroica, pero entre el hedor a sangre y orina de la batalla, los

hombres son capaces de increíbles actos de valor (Pressfield, 2000), y el caso de las

Termópilas, este acto ayudó a elevar la moral de los suyos y a intensificar el empeño

combatiente de los helenos, que finalmente derrotaron a los persas y pusieron fin a la

Segunda Guerra Médica en el 479 a.C. tras las victorias de Platea y Mícala.

3. Bibliografía.

Cartledge, P., 2007. Termópilas: La batalla que cambió el mundo. Barcelona: Ariel.

De Sicilia, D., 2009. Biblioteca Histórica. Libro XI. Torres Esbarranch, J.J., (trads), La

batalla de las Termópilas, Barcelona: RBA.

Domínguez Monedero, A.J., y Pascual González, J., 1999. Esparta y Atenas en el siglo

V a. C, Madrid: Síntesis.

Fields, N., 2011. La leyenda de los 300, Termópilas. Madrid: Osprey.

Sánchez Moreno, E., 2010. “El paso de Las Termópilas 2.500 años (y algunas

ficciones) después”, en Fornis, C., Gallego, J., López Barja, P. y Valdés, M. (eds.):

31

Fields, 2011, p. 82. 32

Ibid., p. 89.

“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti

12

Dialéctica histórica y compromiso Social. Homenaje a Domingo Plácido. (Pórtico).

Zaragoza, vol.III, pp.1411-1436. Disponible en:

https://www.academia.edu/465296/_El_paso_de_las_Term%C3%B3pilas_2.500_a

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