“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
1
1. Libro XI, Biblioteca Histórica, Diodoro de Sicilia: “Leónidas espera a los
persas en las Termópilas”.
Los griegos reunidos en asamblea, cuando recibieron la noticia de que las
fuerzas persas se aproximaban, decidieron enviar rápidamente sus fuerzas navales a
Artemisio en Eubea, dado que les parecía que aque lugar era adecuado para hacer frente
al avance enemigo y, por otra parte, un número suficiente de hoplitas a las Termópilas, a
fin de anticiparse en la ocupación de los pasos en el desfiladero e impedir así que los
bárbaros invadieran Griecia; les apremiaba el deseo de proteger aquende las Termópilas
a aquellos que habían preferido la causa de los griegos y asegurar la salvación, en la
medida de lo posible, de sus aliados. Estaba al mando de toda la flota el lacedemonio
Euribíades y el comandante de las tropas enviadas a las Termópilas fue Leónidas, el rey
de los espartanos, un hombre que se enorgullecía de su valor y de su experiencia en la
guerra. Éste, una vez que hubo tomado el mando, ordenó que sólo le siguieran mil
hombres en aquella expedición. Al decirle los éforos que aquel contingente era del todo
insuficiente para enfrentarse a un ejército numeroso y ordenarle que cogiera más
hombres, les contestó en privado que, si para impedir que los bárbaros atravesaran los
pasos eran pocos, eran sin embargo muchos para cumplir la misión hacia la que en aquel
momento partían. Ante una respuesta tan enigmática y oscura, le preguntaron si pensaba
que conducía aquellos soldados a una empresa de poca monta. A ello les respondió que
en teoría los llevaba para defender los pasos, pero que en realidad iban a morir por la
libertad común; en consecuencia, si sólo marchaban mil hombres, Esparta sería más
gloriosa gracias a su muerte, mientras que si los lacedemonios partían en masa,
Lacedemón entera iría a la ruina, puesto que ningúno de ellos sería capaz de huir para
salvar la vida. Las fuerzas enviadas a las Termópilas estaban formadas, pues, por mil
lacedemonios, y con ellos iban trescientos espartiatas, a los que se unieron tres mil
soldados del resto de los griegos. Así, pues, Leónidas se dirigió a las Termópilas con
sus cuatro mil lhombres, y entonces los locros, que habitaban en las proximidades de los
pasos y habían dado la tuerra y el agua a los persas con la promesa de ser los primeros
en ocupar el desfiladero, al saber que Leónidas llegaba a las Termópilas, cambiaron de
parecer y se pasaron a los griegos. Se presentaron de este modo en las Termópilas no
sólo mil locros, sino también un número igual de melieos, y algo menos de mil
focenses, e igualmente unos cuatrocientos tebanos del partido favorable a la causa
griega; los habitantes de Tebas, en efecto, estaban en desacuerdo entre ellos respecto a
la alianza con los persas. Tal era, pues el número de los griegos que se alinearon con
Leónidas y tomaron posiciones en la zona de las Termópilas en espera de la llegada de
los persas.
(Diod. 11.4, trad. de Torres Esbarranch, 2009, pp. 159-161)
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
2
2. Comentario de texto.
Las Guerras Médicas son el primer conflicto de la historia europea que es
posible reconstruir, sobre todo, gracias a los trabajos de Heródoto y Diodoro de Sicilia.
Sin embargo, hay que tener presente que la mayoría de sus fuentes proceden de los
relatos de testigos presenciales, ya que la mayor parte de las noticias de los
acontecimientos tuvieron lugar antes del 480 a.C.1
Tras la revuelta jonia los persas
completaron la conquista de Tracia –incluidas las colonias de la costa del Egeo– y
Macedonia. Los objetivos inmediatos de Darío era conquistar Atenas y Eritrea, y sus
planes a largo plazo incluían toda Grecia. Sin embargo la derrota de la fuerza
expedicionaria persa en la batalla de Maratón (490 a.C.), no constituyó el fin de la
guerra sino el prologo de una serie de batallas mayores (como Salamina, Platea o
Mícala). Y puesto que los recursos persas permanecían intactos, Darío empezó a planear
la campaña continental2.
Sin embargo, la muerte de Darío y la subida al trono de Jerjes (486 a.C.
mediante la porfirogénesis), seguida por una revuelta en Egipto en ese mismo año,
retrasó los acontecimientos, pero en el 481 a.C. ya se habían puesto en marcha los
preparativos para un nuevo intento de subyugar a Grecia. De este modo, una década
después de su derrota en Maratón, en el año 480 a.C., los persas regresaron con un gran
ejército terrestre y fuerzas navales conducidos por el Gran Rey, esta vez por el
continente, saliendo de Sardes pasando a través de Tracia y Macedonia, y, de ahí, a
Tesalia3. La conquista de Grecia había de depender, necesariamente, de la colaboración
entre el ejército de tierra de Persia y sus fuerzas navales, cuya ayuda sería fundamental
llegada la hora del abastecimiento.
En julio, las fuerzas de tierra de Jerjes llegaron al valle del Tempe (desfiladero
situado entre los montes Osa y Olimpo), frontera que separaba Macedonia de Tesalia y
resultaba una ruta principal de tráfico4. El Tempe constituía asimismo la primera línea
defensiva elegida por la coalición de resistencia que, en la Grecia continental se
centraba en Esparta y sus aliados del Peloponeso junto con Atenas, que formarían la
Liga Helénica5–establecida en el primer congreso panhelénico del Istmo de Corinto
1 Fields, 2011, p. 47.
2 Ibíd., pp. 9-11.
3 Ibíd., p. 11.
4 Cartledge, 2007, p. 141.
5 Ibíd., pp. 135-136.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
3
(481 a.C.)–, de la que formaron parte Tesalia, Grecia central con los beocios y focios,
Atenas, algunas islas como Egina, Eubea y Ceos, Esparta, el Istmo, la mayor parte del
Peloponeso y las colonias corintias occidentales (Léucade, Anactorio y Ambracia)6. La
Liga Helénica constituía una alianza militar (symmachia), multilateral, ofensiva y
defensiva, que tenía como fin preservar la libertad de Grecia frente a los persas. Se dotó
de un Sinedrio (Consejo de guerra), que representaba la soberanía de la alianza, en
dónde se tomarían las decisiones principales y se decidiría la estrategia a seguir.
Asímismo, la Liga designó como hegemón a Esparta, que asumiría la comandancia en
jefe de todo el ejército7.
“Los griegos reunidos en asamblea, cuando recibieron la noticia de que las
fuerzas persas se aproximaban, decidieron enviar rápidamente sus fuerzas navales a
Artemisio en Eubea, dado que les parecía que aquel lugar era el adecuado para hacer
frente al avance enemigo, y, por otra parte, un número suficiente de hoplitas a las
Termópilas, a fin de anticiparse a la ocupación de los pasos en el desfiladero e impedir
así que los bárbaros invadieran Grecia, les apremiaba el deseo de proteger aquende
las Termópilas a aquellos que habían preferido la causa de los griegos y asegurar la
salvación, en la medida de lo posible, de sus aliados.” (Diod. 11.4.1.)
En la primavera del año siguiente se celebró una segunda conferencia en el
Istmo, cuando una delegación de Tesalia solicitó ayuda militar8. El mando supremo se
dividió entre dos adalides para el caudillaje dual de Esparta y Atenas: Evéneto y
Temístocles, y se enviaron al valle del Tempe diez mil hombres9. Sin embargo, el
avance persa en dirección suroeste desde Dorisco se desarrolló sin dificultades, y el
territorio que iba hasta la frontera septentrional de Tesalia se hallaba ya bajo el dominio
del rey persa. Además, después de que la coalición abandonase la línea defensiva en el
Tempe –se optó por la retirada por la inmensidad del ejército persa y porque se constató
que su posición podía ser flanqueada por la ruta que desde la Alta Macedonia atravesaba
el país de los perrebeos y desembocaba en la ciudad tesalia de Gono–, Jerjes pudo
proseguir la marcha a través de Tesalia sin impedimentos10
. Para ofrecer resistencia, los
6 Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 73.
7 Ibíd., p. 71.
8 Fields, 2011, p. 51.
9 Cartledge, 2007, pp. 135-136.
10 Ibíd., p. 141.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
4
griegos, debían establecer la línea de defensa en el eje del desfiladero –o desfiladeros,
ya que eran tres– de las Termópilas por tierra, y por mar, en el lugar conocido como
Artemisio, en el extremo norte de la isla de Eubea11
. Así, mediante el bloqueo de las dos
partes del ejército persa –terrestre y naval– se esperaba impedir que los medos atacaran
a las ciudades vulnerables del sur de Grecia.
“Estaba al mando de toda la flota el lacedemonio Euribíades y el comandante de las
tropas enviadas a las Termópilas fue Leónidas, el rey de los espartanos, un hombre que
se enorgullecía de su valor y de su experiencia en la guerra. Éste, una vez que hubo
tomado el mando, ordenó que sólo le siguieran mil hombres en aquella expedición.”
(Diod. 11.4.2.)
La flota griega, comandada por la coalición entre el almirante espartano
Euríbiades y el ateniense Temístocles (aunque bajo el mando nominal del espartano),
contaba con una flota de doscientos setenta y un tirremes (reforzada más tarde con otras
53) y nueve pentecónteras, se situó en el norte de Eubea a unos 10 km al oeste del cabo
Artemisio, en un estrecho paso entre la isla de Escíatos y Magnesia. Esta posición
respondía a la estrategia naval de los griegos, que era defendida por Temístocles: atraer
la flota persa hacia un lugar estrecho, en este caso el canal de Oreo, donde su elevado
número se volviera en su contra y poder así destruirla. El desarrollo de ambas batallas
corresponde a una estrategia defensiva en tierra y ofensiva en el mar, de este modo el
ejército de Leónidas era el encargado de detener al ejército persa para que la flota griega
pudiera derrotar a la armada persa. Así, mientras que el ejército medo atacaba las
Termópilas, las flotas persa y griega se enfrentarían, en tres ocasiones, en el cabo
Artemisio, con un resultado indeciso. Sin embargo, los persas obtuvieron una victoria
estratégica al obligar a la flota griega a retirarse a través del canal de Eubea, lo cual
suponía un gran riesgo para la totalidad de la armada puesto que podía ser destruida por
el ejército terrestre persa a la altura del estrecho de Cálcide. Así que la flota griega sólo
podía salvarse si el ejército de Leónidas resistía en las Termópilas el tiempo suficiente
para que las naves pudieran atravesar el canal12
.
11
Ibíd., p. 142. 12
Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, pp. 74-75.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
5
Por otro lado, el desfiladero de las Termópilas, situado su punto central unos 4
km al este de la antigua desembocadura del río Esperqueo, constituía un alargado e
irregular pasillo dispuesto entre el golfo Malíaco (al norte) y el monte Calídromo (al
sur), entre el mar y la montaña, en la costa norte del abrupto istmo que dibuja la Grecia
central. Un paso estrecho en la Lócride del este (atravesándolo se llegaba hasta Fócide,
Beocia y el ática) de 6,5 km de longitud y 1,5 de ancho, un pasillo vital pues permitía la
comunicación entre el norte y sur de la Hélade, y era prácticamente la única vía de
penetración hacia Grecia central desde Tesalia13
. A lo largo del paso había tres pasos
más estrechos o "puertas" (pylai): la Puerta Occidental, que era la entrada oeste al paso
–y cerca de donde los persas establecieron su campamento–; la Puerta Central, en donde
existían unas fuentes de aguas termales y un muro semiderruído –que había sido
construida por los focidios en el siglo anterior para hacer frente a los tesalios–; y la
Puerta Oriental, situada al este14
. Aquí, en la angostura del desfiladero, entre la Puerta
Central y Oriental, se apostarían unos siete mil combatientes al mando del espartano rey
Leónidas, de entre ellos mil lacedemonios.
“Al decirle los éforos que aquel contingente era del todo insuficiente para enfrentarse a
un ejército numeroso y ordenarle que cogiera más hombres, les contestó en privado
que, si para impedir que los bárbaros atravesaran los pasos eran pocos, eran sin
embargo muchos para cumplir la misión hacia la que en aquel momento partían.”
(Diod. 11.4.3.)
El contingente que mandó Lacedemonia para defender las Termópilas apenas
equivalía a dos tercios del que acababa de destinar a Tempe (para retirarlo a
continuación), sin embargo, el envío de una simple avanzada era común a todos los
integrantes de la coalición, dando como motivo que estaba próxima la celebración de los
Juegos Olímpicos –y se trataba de una fiesta religiosa panhelénica dedicada al dios
Zeus–. Además los lacedemonios añadirían a ésta otra obligación religiosa: la
celebración del festival dórico de las Carneas –fiesta consagrada a Apolo , durante la
cual se prohibían a los espartanos acudir a la lucha–,15
y, aunque los éforos –
magistratura del sistema político espartano–, no interferían en el mando, puesto que les
13
Sánchez Moreno, 2010, p. 1414. 14
Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 74. 15
Cartledge, 2007, p. 143.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
6
correspondía a los reyes, desde el punto de vista militar controlaban todas las
actividades cotidianas del ejército, y decidían junto con la asamblea, la movilización y
reclutamiento de éste16
. Por otra parte, y respecto al rey, en un principio la asamblea en
virtud de la recomendación de la gerousía y los éforos, eligieron a otro soberano,
Leotíquidias para ejercer de víctima propiciatoria en las Puertas Calientes –puesto que
decidieron confiar la defensa del paso de las Termópilas a uno de sus dos reyes–, en vez
de a Leónidas. “Leónidas, el rey de los espartanos, un hombre que se enorgullecía de su
valor y de su experiencia en la guerra” (Diod. 11.4.2.), éste, no estaba ni mucho menos
destinado a reinar y del cual, además, no se sabe nada de la trayectoria militar antes de
ese momento17
.
“Las fuerzas enviadas a las Termópilas estaban formadas, pues, por mil lacedemonios,
y con ellos iban trescientos espartiatas, a los que se unieron tres mil soldados del resto
de los griegos.” (Diod. 11.4.5.)
Los demás griegos de la coalición que combatió en las Termópilas, de los
veinticinco mil guerreros aproximados de que disponían en potencia, los peloponesos
sólo dieron unos cuatro mil –debido parte a la renuncia de destinar tropas más allá del
istmo de Corinto–. Sin embargo, a pesar de la prohibición por las Carneas, es posible
que Esparta reconociera la necesidad de mandar algunas tropas al norte para defender el
paso. Del contingente de mil lacedemonios hilotas no combatientes, se les unió,
trescientos espartiatas, seleccionados por el propio Leónidas, con los que acudiría a las
Termópilas. Para ello fue necesario tener en cuenta un criterio adicional de vital
importancia: amén de valeroso, diestro y patriota en grado extraordinario, cada uno de
los elegidos debía tener un hijo varón vivo. Puesto que se pretendía que todos tuviesen
alguien en posición de perpetuar el nombre de quienes estaban a punto de morir y que
además no se extinguieran ninguna de las líneas de sangre espartana. Y es que la
avanzada de las Termópilas iba a ser un pelotón suicida a la manera peculiar de Esparta,
puesto que los lacedemonios estaban resueltos a luchar hasta morir18
.
16
Domínguez Monedero y Pascual González, 1999, p. 98. 17
Cartledge, 2007, p. 145. 18
Ibíd., pp. 147-148.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
7
“Ante una respuesta tan enigmática y oscura, le preguntaron si pensaba que conducía a
aquellos soldados a una empresa de poca monta. A ello les respondió que en teoría los
llevaba para defender los pasos, pero que en realidad iban a morir por la libertad
común; en consecuencia, si sólo marchaban mil hombres, Esparta sería más gloriosa
gracias a su muerte, mientras que si los lacedemonios partían en masa, Lacedemón
entera iría a la ruina, puesto que ninguno de ellos sería capaz de huir para salvar la
vida.” (Diod. 11.4.4.)
Entre los leales de origen no espartano, la idea de que las huestes persas fueran
demasiado numerosas para oponerles resistencia, les producía el horror pánico, puesto
que la inmensa mayoría de los diversos centenares de ciudades que componían la Grecia
no insular había optado por unirse al Imperio o, cuanto menos, por no oponerse de
forma activa a su avance y renunciar a la perspectiva de rechazarlo. Sin embargo,
resulta improbable que los lacedemonios se vieran atenazados por el miedo en este caso,
el coraje marcial que se hacía necesario en el campo de batalla era uno de los valores
fundamentales que les inculcaba la educación pública formal desde edad muy
temprana19
. Los espartanos se debían a una entrega y una lealtad totales al “bien” y a los
dictados del estado, y contra el enemigo se hace por entero legítimo, y en efecto
heroico, recurrir a tácticas que incluyan el sacrificio supremo de la propia vida20
. De
todos los griegos, sólo a los lacedemonios les era dado concebir es tipo de acto suicida,
y como he mencionado antes, los lacedemonios estaban resueltos a luchar hasta morir
(“si los lacedemonios partían en masa, Lacedemón entera iría a la ruina, puesto que
ninguno de ellos sería capaz de huir para salvar la vida.” (Diod. 11.4.4.)). La batalla a
la que hicieron frente durante el verano de 480 a.C., no sólo ponía en peligro la
existencia de sus ciudadanos, sino también su modo mismo de vida.
Además, hay que tener presente la influencia de la religión: el oráculo de Delfos
afirmaba que sólo la muerte de un rey espartano garantizaría la victoria final de la
Hélade frente a los persas, a lo que se unió el augurio, que realizó el tercer día de
campaña en las Termópilas, Megistias –el adivino oficial del rey– de “que iban a morir
al rayar el día”. Leónidas, tras dar permiso para abandonar el campo de batalla a la
mayor parte de sus soldados y quedarse sólo con los espartiatas, hilotas, tespios y
tebanos, lucharon en el exterior del muro situado en la Puerta Central a fin de poder
19
Ibíd., p. 142. 20
Ibíd., p. 149.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
8
enzarzarse de forma directa con el enemigo que avanzaba hacia ellos. Ocurrencia muy
propia de los lacónicos, que ilustra el carácter heroico y funesto de este último acto de
resistencia –permanecer en el puesto y cubrir la retaguardia tanto tiempo como fuera
posible para que los soldados replegados salieran de allí sin peligro, y también conceder
a la flota de Artemisio la oportunidad de desenvolverse con la mayor efectividad
posible–21
. Leónidas y los espartanos –y demás combatientes– caídos en las Termópilas
lucharon y murieron por el convencimiento de que se estaba batallando por algo más
grande que la simple conservación de la integridad de su ciudad y el resto de Grecia,
sino que lo hacían por la libertad común (Esparta sería más gloriosa gracias a su
muerte), y su gesta ayudó a elevar la moral de los suyos y a intensificar el empeño
combatiente de los helenos22
.
“Así, pues, Leónidas se dirigió hacia las Termópilas con sus cuatro mil hombres, y
entonces los locros, que habitaban en las proximidades de los pasos habían dado la
tierra y el agua a los persas con la promesa de ser los primeros en ocupar el
desfiladero, al saber que Leónidas llegaba a las Termópilas, cambiaron de parecer y se
pasaron a los griegos.” (Diod. 11.4.6.)
Así pues, Leónidas fue a luchar en agosto de 480 a.C. con una pequeña fuerza
que representaba un titubeante grupo de griegos antipersas –300 espartanos, 2.120
arcadios, 400 corintios, 200 de Fliunte, 80 de Micenas (todos ellos peloponesios), 700
tespios y 400 tebanos (en representación de Beocia)–; además, en representación de los
griegos de la región, más directamente afectados, acudieron 1.000 focenses y la fuerza
al completo de los locrios opundios (Herodoto 7, 202-203,1), que Diodoro (11.4.7)
estimó en 1.000 hombres23
. “Se presentaron de este modo en las Termópilas no sólo mil
locros, sino también un número igual de melieos, y algo menos de mil focenses, e
igualmente unos cuatrocientos tebanos del partido favorable a la causa griega [...]”
(Diod. 11.4.7.)
El rey espartano había escogido las Termópilas puesto que pensó que en el
desfiladero, un número reducido de hombres resueltos podrían defender el avance persa
y, los griegos, con unos siete mil combatientes, se apostaron en la angostura del
21
Ibíd., p. 171. 22
Ibíd., pp. 173 y 176. 23
Ibíd., p. 51.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
9
desfiladero cercana a la Puerta Central, que era un frente ligeramente más amplio
(respecto a los otros dos puntos que se acercaban al mar, que se hacían aún más
estrechos que la posición elegida), pero uno en el que su vulnerable flanco izquierdo
estuviera protegido por una escarpada pared de rocas que se elevaba casi 1.000 m sobre
la Puerta Central. Además, aquel lugar escogido presentaba una nueva ventaja: el muro
focense. El antiguo muro estaba en ruinas, de modo que los griegos se dispusieron a
reconstruirlo de forma inmediata, y tomaron posiciones detrás del mismo. Pero la fuerza
de la posición de las Termópilas quedó reducida por la existencia de una serie de rutas
que rodeaban los pasos hacia el sur o hacia el oeste24
.
En aquellos momentos llegaron noticias procedentes de los griegos de la Mélide
de que las Termópilas podían rodearse a través de una senda llamada Anopea, que
bordeaba el monte Calídromo, situado al sur del lugar que ocupaban ellos, y volvía a
aparecer cerca de la Puerta Oriental. Así que otra de las decisiones que tomó Leónidas
sobre la marcha fue la de intentar cerrar este camino, y a tal objeto destacó allí al millar
completo de focenses con orden de custodiarlo –pues estas gentes conocían bien el
terreno y estaban habituadas a las condiciones que en él se daban, y eran las que más
tenían que perder en aquella batalla–25
. Sin embargo, tras la traición de Efialtes –un
indígena procedente de Traquis– que ofreció mostrar a los persas el difícil sendero de
montaña y así sorprender a los griegos por la retaguardia, Hidarnes y los Inmortales –las
tropas de élite de Jerjes– alcanzaron las posiciones de los focenses. Éstos, tras una o dos
cargas, se retiraron hacia unas posiciones más elevadas, pero los persas continuaron su
camino para sorprender por la espalda a la principal fuerza helena26
.
“[...] los habitantes de Tebas, en efecto, estaban en desacuerdo entre ellos respecto a la
alianza con los persas. Tal era, pues, el número de los griegos que se alinearon con
Leónidas y tomaron posiciones en la zona de las Termópilas en espera de la llegada de
los persas.” (Diod. 11.4.7.)
Resultó controvertida la escasa presencia de los beocios (sobre todo el pequeño
número de tebanos), aunque quizá los escasos tebanos que estaban con Leónidas eran
una representación de aquellos entre los suyos que estaban inclinados a resistir contra
24
Fields, 2011, p. 62. 25
Ibíd., pp. 158-159. 26
Ibíd., pp. 73-77.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
10
los persas. Ésto se podría explicar porque Tebas, se hallaba gobernada por una
oligarquía muy restringida, similar a la de los Alévadas, dinastía de la ciudad tesalia de
Larisa que había destacado por su marcado carácter medófilo. Pero a partir de la década
de 440 a.C., como el resto de Beocia, dio paso a una base más amplia y mucha mayor
moderación política27
. Más tarde, concluida la batalla, todos los estados de Beocia, a
excepción de Tespias (enemiga de Tebas) y Platea (aliada de Atenas) abrazarían la
causa persa, lo que iría en considerable menoscabo de la reputación de los tebanos en
479 a.C. tras la derrota persa.
Después de su llegada a las Termópilas, los persas establecen su campamento
principal cerca de la Puerta Occidental, sin embargo aguardan cuatro días antes de
iniciar el asalto. Mientras tanto, los persas manda emisarios a los griegos para exigirles
la rendición28
. Ante las negativas respuestas griegas, en la mañana del quinto día, Jerjes
ordena a los medos y a los quisios efectuar un asalto frontal sobre la Puerta Central y a
última hora de la tarde hicieron lo mismo los Inmortales, pero ambos fracasan. La
mañana del segundo día, Jerjes vuelve a mandar tropas al combate pero los distintos
contingentes griegos luchan por rotación en la línea del frente y vuelven a rechazar el
ataque. Sin embargo, al anochecer del segundo día, Efialtes conduce a Hidarnes y a los
Inmortales a través del sendero de Anopea, la fuerza de élite persa dejan de lado a los
focenses tras una pequeña escaramuza y se apresuran a alcanzar la Puerta Oriental y
sorprenden a las principales posiciones griegas por la retaguardia.
A primera hora de la mañana del tercer día, Leónidas se entera de la inminente
llegada de la fuerza persa, el rey convoca un consejo de guerra en el que se decide que,
antes de que el enemigo corte su vía de escape, la mayor parte del ejército de resistencia
debe abandonar las Termópilas, quedándose los 300 espartanos (y los hilotas), los 700
tespios y los 400 tebanos29
. Finalmente con las primeras luces, el destacamento de los
Inmortales descendió hasta el tramo del paso que corría al este de la Puerta Central,
cerca de Alpeno, con lo que Leónidas quedó atrapado en la tenaza que había dispuesto
el soberano enemigo, sin posibilidad de escape por la vanguardia ni la retaguardia30
.
Leónidas ordena a su menguada tropa situarse en una zona más ancha del desfiladero,
de modo que todas las tropas puedan luchar al mismo tiempo. Sin embargo el rey cae, y
tras la retirada de los griegos, cruzando el muro focense y tomando posiciones tras la
27
Cartledge, 2007, p. 157. 28
Fields, 2011, p. 70. 29
Ibid., pp. 70, 78 y 82. 30
Cartledge, 2007, p. 169.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
11
colina de Colonos, la principal fuerza persa atraviesa las defensas del muro e Hidarnes y
los Inmortales aniquilan a los griegos restantes bajo un diluvio de flechas. Jerjes ordena
identificar el cuerpo del rey espartano, separa la cabeza del torso y la coloca en una pica
a la vista de todos31
.
Para terminar, la leyenda de las Termópilas, la historia de una derrota gloriosa,
no tardaría en nacer. El impacto de la batalla fue principalmente ideológico, una lucha
entre hombres libres y esclavos, y así nació el leitmotiv de que los griegos en general y
los espartanos en particular lucharon por voluntad propia, pero siempre obedeciendo a
sus leyes y costumbres (Herodoto 7.104.3), y como lanceros, buscaban la batalla abierta
y el combate cuerpo a cuerpo. Los persas, por otro lado, estaban sujetos a los caprichos
de un solo hombre y sólo luchaban bajo la coerción del látigo (Herodoto 7.103.4;
223.3). Eran cobardes “serviles”, porque, en calidad de arqueros, evitaban el combate
cuerpo a cuerpo. En Persia, el Gran Rey era el Estado, mientras que en Grecia eran los
hoplitas quienes formaban el Estado. Con todo, en el caso de esta legendaria batalla
resulta difícil separar el mito de la realidad, pero lo que está claro es que las Termópilas
resultó la humillación para un rey y la hora de gloria para otro32
. Pero sobre todo, la
guerra, no es glamurosa ni heroica, pero entre el hedor a sangre y orina de la batalla, los
hombres son capaces de increíbles actos de valor (Pressfield, 2000), y el caso de las
Termópilas, este acto ayudó a elevar la moral de los suyos y a intensificar el empeño
combatiente de los helenos, que finalmente derrotaron a los persas y pusieron fin a la
Segunda Guerra Médica en el 479 a.C. tras las victorias de Platea y Mícala.
3. Bibliografía.
Cartledge, P., 2007. Termópilas: La batalla que cambió el mundo. Barcelona: Ariel.
De Sicilia, D., 2009. Biblioteca Histórica. Libro XI. Torres Esbarranch, J.J., (trads), La
batalla de las Termópilas, Barcelona: RBA.
Domínguez Monedero, A.J., y Pascual González, J., 1999. Esparta y Atenas en el siglo
V a. C, Madrid: Síntesis.
Fields, N., 2011. La leyenda de los 300, Termópilas. Madrid: Osprey.
Sánchez Moreno, E., 2010. “El paso de Las Termópilas 2.500 años (y algunas
ficciones) después”, en Fornis, C., Gallego, J., López Barja, P. y Valdés, M. (eds.):
31
Fields, 2011, p. 82. 32
Ibid., p. 89.
“Leónidas espera a los persas en las Termópilas” – Alazne Talotti
12
Dialéctica histórica y compromiso Social. Homenaje a Domingo Plácido. (Pórtico).
Zaragoza, vol.III, pp.1411-1436. Disponible en:
https://www.academia.edu/465296/_El_paso_de_las_Term%C3%B3pilas_2.500_a
%C3%B1os_y_algunas_ficciones_despu%C3%A9s_._En_Fornis_C._Gallego_J._L
%C3%B3pez_Barja_P._y_Vald%C3%A9s_M._eds._Dial%C3%A9ctica_hist%C3
%B3rica_y_compromiso_Social._Homenaje_a_Domingo_Pl%C3%A1cido._P%C3
%B3rtico_._Zaragoza_2010_vol.III_pp.1411-1436 [Fecha de consulta: 12/05/2015]