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La polémica civilización-barbarie en la nueva narrativa latinoamericana y su papel en la...

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La polémica civilización-barbarie en la nueva narrativa latinoamericana y su papel en la conformación de una identidad regional a partir de la segunda mitad del siglo XX
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La polémica civilización-barbarie enla nueva narrativa latinoamericana ysu papel en la conformación de unaidentidad regional a partir de la

segunda mitad del siglo XX

Claudia González Marrero “América

Latina no

quiere ni

tiene por qué

ser un alfil

sin albedrío,

ni tiene nada

de quimérico

que sus

designios

de

independencia

y originalidad

se conviertan

en una

aspiración

occidental”.

–Gabriel

García Márquez

(Discurso

Nobel, 1982).

1

El desarrollo cultural de los pueblos ha dado lugar

históricamente a “sociedades contrastes”1 en sus

condiciones económicas y políticas, en sus instituciones y

creencias, creando un desnivel de apreciación en cuanto al

crecimiento alcanzado en las diferentes culturas. Se hace

presente entonces la tendencia a describir a los extraños

en términos impregnados de connotaciones valorativas de

signo negativo. Tales descripciones cargadas de prejuicios

han sido la base de expresión del temor a lo diferente y de

la supuesta “superioridad propia”.

El término “bárbaro”, como se nos presenta en la

cultura occidental, proviene directamente del griego

“barbaroi”, de origen onomatopéyico, que imitaba el balbuceo

“bar- bar” de los idiomas extranjeros y que significa “el

que no habla la propia lengua”, este estaba dirigido a

diferenciar a los helenos del resto del mundo conocido. Como

referencia tenemos los escritos de Heródoto que describen la

barbarie de los escitas en términos opuestos a su noción de

civilización, en el mismo sentido tenemos la Política de

Aristóteles donde se evidencia la justificación de dominio

en el momento de mayor expansión griega con la siguiente

frase: “por esto dicen los poetas con sobrada razón que los

griegos sean señores de los bárbaros”2, dando a entender que

es todo uno, ser bárbaro y ser siervo1 José Antonio Pérez Tapias. Humanidad y Barbarie, de la barbarie cultural a la barbarie moral. Granada. Gaceta de Antropología. N10. 1993. p42 Aristóteles. “Política”. En: José Antonio Pérez Tapias. Humanidad y Barbarie, de la barbarie cultural a la barbarie moral. Granada. Gacetade Antropología. N10. 1993. p6

2

Al hacerse el Imperio Romano heredero de la noción

griega de la barbarie, aplicó las mismas fórmulas a los

celtas y a los pueblos germanos, así como a todo pueblo que

no participara de la civilización grecorromana, expresadas

en el dominio del latín o el griego. Más tarde el

cristianismo, reconocido como religión oficial del imperio

igualó lo bárbaro a lo pagano, o sea a aquel que desconocía

la religión cristiana. Esta concepción continuó aplicándose

en el mundo medieval cristiano donde fueron llamados

bárbaros, los vikingos y las hordas que acosaban a la

cristiandad por Oriente como tártaros y mongoles.

En las relaciones interculturales de la América

precolombina también se hacía uso de estos esquemas de

superioridad- inferioridad con análogas pretensiones de

distanciamiento cultural, por ejemplo, los mayas

cackchiqueles se referían a los mayas mam como “tartamudos”

o “mudos”, los aztecas llamaban a los del sur de Veracruz

“nonualca” (mudos) y los que no hablan náhuatl eran llamados

“tenime” (bárbaros) o “popoloca” (salvajes). También estas

civilizaciones compartían el desprecio hacia sus vecinos y

consideraban que mientras más alejados geográfica y

culturalmente menos dignos eran de ser conquistados o

sacrificados.

La concepción de barbarie no es neutra, implica

segregación, infravaloración del otro, reducción de una

otredad que en el fondo se teme. Vistos diferentes, extraños

y peligrosos a la vez, señalados como inferiores y al mismo

tiempo, difíciles de dominar, su presunta proximidad a la

3

naturaleza parece darles una fuerza que el hombre civilizado

no puede sino temer. Lo bárbaro es así lo no integrable, lo

que no encaja en la propia cultura, o lo que la hace

peligrar, la función ideológica de este discurso descriptivo

responde frecuentemente a la necesidad de justificación de

la expansión territorial, la colonización, el expolio y la

esclavización de poblaciones vecinas, en conclusión, es una

justificación de dominio.

Analizada la evolución del término “bárbaro” y las

variaciones descriptivas implícitas en su uso, se puede

entender la construcción histórica de un imaginario

americano que idealice a América como el lugar de la

barbarie a partir de la primera fase de descubrimiento y

colonización, cuando comenzó un proceso de conquista que

implicó el dominio sobre los pueblos autóctonos y el

establecimiento de una hegemonía europea, mediante la

empresa militar, intentando hacer prevalecer los preceptos

cristianos de la siguiente manera: “Dios quiere que el imperio

universal de los reyes católicos desempeñe una misión ordenadora en el mundo

americano”3 , esta justificación de dominio validó el proceso

de evangelización en la conquista y vino fundamentada por la

filosofía medieval sobre la naturaleza del poder de la

monarquía y la relación entre la cristiandad y los infieles.

Es en este período, donde imperó la preocupación sobre

quiénes eran los pobladores del Nuevo Mundo y de donde

habían venido, surgió la especulación sobre el hombre

3 José Antonio Pérez Tapias. Humanidad y Barbarie, de la barbarie cultural a la barbarie moral. Granada. Gaceta de Antropología. N10. 1993. p7

4

americano desde la perspectiva de la mentalidad renacentista

que trajo aparejado todo un desborde imaginario fundado en

las novelas de caballería, en la literatura de viaje

precedente, como los testimonios de Marco Polo y en los

romances populares, unido a la mentalidad cristiana con

tradición heroica de los europeos, constituida desde las

cruzadas, y al recuerdo de olvidados mitos de la Antigüedad

(pigmeos, amazonas, gigantes, cíclopes, sirenas), llevó a la

búsqueda en suelo americano de quimeras tales como la fuente

de la juventud, las siete ciudades encantadas, las once mil

vírgenes y el paraíso terrenal. De esta manera se creó toda

una literatura de descripción del nuevo territorio explorado

por los religiosos y los soldados de la empresa

conquistadora, que dieron cuerpo a las crónicas, relatos e

historias naturales, morales y militares. Fue una literatura

con un criterio de novedad inspirado en el Nuevo Mundo que

contrasta con el agotamiento cultural de Europa. Esta

literatura tenía la intención de construir la crónica de una

región “carente” de civilización y por tanto de historia,

la cual debía inaugurarse con la presencia de los

españoles4; esta literatura también estuvo permeada por una

constante comparación con Europa, desvirtuando las

singularidades de América, es así que América se presentó

para el europeo, desde las primeras lecturas del relato de

Cristóbal Colón, como la confirmación de viejos sueños

utópicos que dieron cuerpo a dos grandes temas

4 Jimmy Washburn Calvo. “América, lo buscado y lo anhelado”. En: España, Olmedo. Cultura y contracultura en América Latina. Heredia: EUNA. 1997. p 120

5

renacentistas: el buen salvaje5 y la pródiga naturaleza

tropical, entendidos según una interpretación de las

Sagradas Escrituras con respecto al paraíso perdido.

Hay que considerar que todo este imaginario propenso a

lo maravilloso, perteneció al ámbito renacentista del que el

cronista era sujeto y es el que operó en su relación con el

mundo descubierto al aplicar sobre él pautas que nos

resultan anacrónicas y es que el cronista no estaba

preparado filosófica, cosmogónica ni religiosamente para

conducirse de manera diferente de cómo lo hizo ante los

nuevos patrones que le presentaba la alteridad de América.

Tras las primeras crónicas del descubrimiento, las

descripciones sobre la naturaleza del indio difieren, se

pueden encontrar juicios como el del conquistador, cronista

e historiador Pedro Cieza de León en Parte primera de la

crónica del Perú 6(1553), donde caracterizaba al indio como

“salvaje capaz de crueldad”; por otro lado, en 1590, el

misionero español José de Acosta había escrito en su

Historia natural y moral de las Indias7 que el indio no era

tan diferente al europeo, que los aproximaban las costumbres

5 La noción del estado natural y las tres escuelas de pensamiento opuestas que se desarrollaron en la época moderna (Rosseau que sostiene la superioridad del supuesto hombre salvaje, Thomas Hobbes que sostiene la superioridad del hombre civilizado sobre el hombre natural y Montaigne que sustenta una hipótesis intermedia afirmando que “cada cual llama barbarie a lo que no forma parte de sus costumbres “); estas nociones se pueden encontrar en el Atlas Universal de Filosofía. Barcelona: Ed Océano. 2005 p 342.6 Pedro Cieza de León. “Parte primera de la crónica del Perú”. En: Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana: Revolucionaria. 1967. tomo I.7 José de Acosta. “Historia natural y moral de las Indias”. En: EnriqueAnderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana: Revolucionaria. 1967. tomo I.

6

conservadas de una cuna común. Otras descripciones de los

habitantes del nuevo mundo se inspiraron en los mitos que

generó el relato de los viajes de Marco Polo, con esta

fórmula Fraile Pedro Simón narró, en 1604, como los indios

arrastraban las orejas, dormían bajo el agua y se

alimentaban oliendo frutas.

En general el pensamiento de los misioneros era el

siguiente: “(…) los indios son criaturas libres, que cuando se defienden sin

conocer el propósito evangelizador de los españoles, están en su derecho y no se

les puede arrebatar sus bienes ni esclavizar, ahora, si después de enseñarles la

verdad del Estado- Iglesia de España (el poder reside en el Papa y este donó las

tierras de los indios al rey español) se resisten a las predicaciones de la fe

cristiana, la guerra será justa por lo tanto deberán ser invadidos, despojados y

subyugados.”8; para respaldar este precepto se redactaba a

partir de un criterio acorde a los propósitos de la

conquista y según el discurso predominante en las metrópolis

del momento, es precisamente el juicio de los cronistas

oficiales al servicio de la corona: los indios son seres

inferiores, cargados con todos los vicios, criaturas

demoníacas a las que sólo la religión y la espada estaban en

condiciones de rescatar9. En este sentido tenemos los

escritos del humanista, filósofo e historiador español Ginés

de Sepúlveda donde los españoles gobiernan con perfecto

derecho sobre los bárbaros del Nuevo Mundo, tan inferiores a

ellos como las mujeres o los niños10. Otra referencia sobre

8 Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana: Revolucionaria. 1967. tomo I p679 Ibídem. p6910 Maria Salvadora Ortiz. Identidades y producciones culturales en América Latina. San José: Universidad de Costa Rica. 1996. p 34

7

la “inferioridad del indio” se encuentra en Historia

natural y regional de las Indias (1526- 1549) donde el

cronista de la corona, Gonzalo Fernández de Oviedo, admite

que los indios tienen alma pero les falta la plenitud

racional, la fealdad de las almas se convierte en la fealdad

de los cuerpos, añadía que no eran bestias pero que había

que tratarlos como tales, incluso llegó a justificar su

exterminio11.

Por lo demás conviene reparar que incluso para aquellos

que optaron por la defensa del indio, este no dejó de ser

considerado como bárbaro, Bartolomé de las Casas, por

ejemplo, basándose en el estudio del nivel cultural a

partir de creencias y costumbres, propuso un primer grado de

barbarie donde exigía la existencia de una organización

política eficaz como el caso de los aztecas e incas, un

segundo grado de barbarie se caracterizaba por desconocer la

escritura, mientras que el tercero correspondía a un estado

de cuasi salvajismo, con costumbres perversas, sin ley ni

religión, de manera tal que la amenaza que constituían para

sí mismos estos bárbaros, justificaba la acción sobre

ellos.12

El descubrimiento es el primer momento donde aflora la

polémica entre la civilización, entendida, desde el discurso

europeo, por los contingentes colonizadores, provenientes

11 Guiseppe Bellini. Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid: Castalia. 1986. p7112 José Antonio Pérez Tapias. Humanidad y Barbarie, de la barbarie cultural a la barbarie moral. Granada. Gaceta de Antropología. N10. 1993. p6

8

del Viejo Mundo y la barbarie, representada por los

pobladores del Nuevo Mundo. El principal producto textual

que representa en dicho momento el discurso generado en la

época es la crónica, mezcla híbrida que agrupa géneros como

el diario de viaje, autobiografía, historia natural, tratado

etnográfico y novela de aventura, con grandes dosis de

fantasía, que se escribió desde la experiencia europea en

América.

Un segundo momento donde se evidenció la polémica

civilización- barbarie es en 1768, cuando el abate prusiano

Cornelio De Pauw declara en Les Recuerdes philosophiques sur

les Américains13 que la naturaleza americana es débil y que

los indios son brutos degenerados lo que da paso al

estallido de una polémica en Europa sobre la supuesta

inferioridad del nuevo mundo, como De Pauw también aludía a

misioneros y militares, los criollos y los jesuitas

americanos expulsados de América y asentados en Italia

salieron en defensa de América refutando las ideas

denigrantes y se dedicaron a escribir obras apologéticas de

la Compañía a donde pertenecían, a componer textos poéticos

y científicos que exaltaran el “nuevo mundo”, obras

históricas, etnográficas, lingüísticas sobre América y sobre

los indígenas americanos, los principales autores fueron

Antonio López de Priego, Francisco Xavier Clavijero y Juan

Ignacio Molina evidenciándose así una preocupación de los

escritores por el desarrollo americano en cuanto se apoyaron

13 Cornelio De Pauw. “Les Recuerdes philosophiques sur les Américains”.En: Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana: Revolucionaria. 1967. tomo I. p70

9

en producciones como los Comentarios reales del Inca

Garcilaso para validar precisamente, este desarrollo14. El

jesuita mexicano Francisco Xavier Clavijero en particular,

intervino en la polémica americanista desde Italia

defendiendo las cualidades intelectuales de los indígenas,

su seriedad, su religiosidad, su sentido de la familia,

además en su Dissertazoni15 se resta consistencia a las

teorías de De Pauw revelando la falsedad de su punto de

vista y acusándolo por su fantasía, sin embargo admite que

los indígenas americanos vivían en condiciones serviles y

en continuas dificultades.

Otro momento fundamental donde se evidenció la

dicotomía civilización - barbarie, fue durante la formación

de los estados nacionales, a partir del aparato jurídico y

educacional, con posterioridad a la independencia del

continente. Uno de los roles más importantes en este proceso

lo jugó la producción intelectual de la Generación Argentina

de 1837, exiliada en Chile. Este movimiento con una impronta

romántica y con visibles actitudes ilustradas, sentó las

bases teóricas y prácticas con las que se sustentaría los

rasgos fundamentales de una ideología nacional, dentro de

14 Muy oportuno resulta el hecho de aseverar lo escrito sobre la defensa de América a partir de la producción del Inca Garcilaso ya quedicho autor realiza un rescate de su pasado inca en categorías de comprensión europeas, ésta es su posición de ventaja en cuanto conoce su cultura y su lengua inca y además domina admirablemente la lengua española y la historia clásica y cristiana. De esta manera es efectivasu estrategia de legitimación de la cultura inca frente a la cultura española, por medio de la escritura como mecanismo de conquista de un espacio social y cultural.15 Francisco Xavier Clavijero. “Dissertazoni”. En: Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana: Revolucionaria. 1967. tomo I

10

presupuestos del liberalismo, el capitalismo y la democracia

representativa republicana, utilizando la literatura como

uno de sus principales métodos de accionar político. Desde

sus textos elaboraron conceptualmente lo que debería

entenderse por “pueblo”16 y por “nación” argentinos. Las

principales figuras de este proyecto fueron Esteban

Echevarria (1805- 1851), Juan Bautista Alberdi (1810- 1884)

y Domingo Faustino Sarmiento (1811- 1888).

Es este el momento donde se retomó el conflicto entre

los conceptos civilización y barbarie a partir de nuevos

grupos sociales contrapuestos: campesinado y gauchaje vs.

burguesía e intelectuales, caracterizados a partir de un

imaginario dicotómico y excluyente: (americanismo-

europeísmo, campo- ciudad, unitarismo- federalismo, frac-

poncho, europeos y estadounidenses- criollos, teatros-

pulperías). Es entonces, que surgió la obra paradigmática de

esta nueva antinomia, formulándose la tesis que se

convertiría en consigna del liberalismo latinoamericano:

civilización contra barbarie, defendida por el político,

estadista y militar argentino Domingo Faustino Sarmiento en

16 16Para la Generación de 1837 la construcción del concepto "pueblo" respondía a un acto selectivo de exclusión- inclusión en dos sentidos:la de grupos humanos que se encuentran radicalmente fuera y la de grupos humanos que se encuentran dentro del colectivo pero cerca de los márgenes. Particularmente Esteban Echevarria entendía como pueblo a “la universalidad de los habitantes del país, políticamente hablando, la universalidad de los ciudadanos; porque no todo habitantees ciudadano y la ciudadanía proviene de la institución democrática”. Esteban Echevarria [1951: 164]. En: Andrés Roig, Arturo. La construcción del Pueblo en el discurso liberal Argentino en la primeramitad del siglo XIX. Caracas: Instituto Autónomo, Biblioteca Nacional.2007. pp8-9

11

su Civilización y barbarie, vida de Juan Facundo Quiroga17

donde se propone un programa político que incluye la labor

civilizatoria que debía llevarse en la pampa “ bárbara” por

medio de la educación pública, la inmigración europea y el

progreso económico.

Esta obra, conjuntamente con los restantes trabajos de

la Generación de 1837, constituyó una de las expresiones más

acabadas de los ideales liberales decimonónicos en el

continente, lo que explica su amplia difusión y permanencia.

La polémica civilización- barbarie había transcurrido

en la historia latinoamericana, desde un enfrentamiento

entre la “rebeldía demoníaca” de los luchadores indígenas

frente a los europeos, hasta la barbarie de los gauchos

frente a los criollos europeizados, siempre legitimando una

manera de dominación de un grupo “civilizado”, que además

domina la producción literaria, opuesto a otro “bárbaro”.

Sin embargo, la decadencia europea de finales del

siglo, unida a la intervención norteamericana en la guerra

hispano- cubana, que ofreció una nueva imagen de la, hasta

entonces respetable y fraternal, república norteña; obligó a

los intelectuales latinoamericanas a revisar los paradigmas

de civilización y modernidad, a la sazón tomados de estas

regiones. La respuesta se produjo desde las ideas

modernistas, fundamentalmente desde el pensamiento del

político y pedagogo uruguayo José Enrique Rodó, que invirtió

17 Domingo Faustino Sarmiento. Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Descargado de: www.planetalibro.com.ar/ebooks/eam/ebook_view.php?ebooks_books_id=1089- 43k. Consultado en abril 2008.

12

los términos al postular, en su ensayo Ariel18 (1900), la

idea de la cultura de esta parte del continente como

heredera y transmisora de la civilización grecolatina y

último reducto contra la barbarie encarnada en la alienante

modernidad capitalista de los Estados Unidos.

El ensayo rodoniano parte de una nueva lectura de la

comedia de Shakespeare La Tempestad19. (1611). La obra

original claramente inspirada en los recientes

descubrimientos de las islas caribeñas, coloca como eje

central las vicisitudes de Próspero, sabio rey destronado,

que ejerce su poder en una isla salvaje, con el auxilio de

sus profundos conocimientos científicos y de sus principales

sirvientes: Ariel, genio etéreo, símbolo de las más altas

cualidades y los más puros ideales humanos y Calibán, cuyo

nombre es un anagrama de la palabra “caníbal”, a su vez

corrupción del término “caribe”, el cual representa a la

barbarie humana en su estado más primitivo y abyecto, con lo

cual se justificaba la férrea dominación de Próspero, o sea

el derecho de la civilización occidental a colonizar los

territorios del Nuevo Mundo.

Rodó mantuvo la visión tradicional de Calibán como

bárbaro, pero en lugar de asociarlo con la cultura

latinoamericana, lo convierte en símbolo de aquella que,

basada en el pragmatismo y la metalización, se levantaba,

18 José Enrique Rodó. Ariel. Descargado de: www.cuantolibro.com/libro/10330/Ariel.html - 189k.Consultado en abril 2008.

19 William Shakespeare. La Tempestad. Descargado de: www.cuantolibro.com/libro/37035/La-Tempestad.html - 196k. Consultado en abril 2008.

13

ante los ojos hasta entonces admirados de sus coterráneos,

en los Estados Unidos de América. Por primera vez nuestro

continente era contemplado como un modelo civilizatorio por

los miembros de su intelectualidad, y esta visión renovadora

repercutió sobre todo en las nuevas generaciones que

hicieron del “arielismo” un arma de combate y un punto de

partida para pensar la identidad de nuestra región.

La literatura latinoamericana ha venido, desde el siglo

XIX, manejando valores identitarios como expresión de

regionalidad. En el siglo XX la preocupación por lo rural,

como parte de la identidad latinoamericana, creó una

tendencia de corte costumbrista y ambientación rural

conocida como novela de la tierra. Esta corriente tiene como

una de sus características la presentación de la polémica

entre los conceptos civilización y barbarie, es el caso de

Rómulo Gallegos en Doña Bárbara 20 y Canaima 21 donde expresa

las contradicciones de su tiempo revelando en la primera la

ignorancia, la corrupción y la ferocidad de la barbarie en

el campo, en la llanura donde, erradicados estos males,

puede vivir el hombre en armonía en sus artes ganaderas. Si

bien en ésta novela el protagonista apuesta por el campo

saneado de toda maldad, en la segunda el protagonista

reconoce a la civilización europea como la salvadora de los

hombres de su país22. En el lado opuesto de la interpretación20 Rómulo Gallegos. Doña Bárbara. Descargado de: www.cuantolibro.com/libro/41806/Dona-Barbara.html - 189k. Consultado en: abril 2008.

21 Rómulo Gallegos. Canaima. Ciudad de México: Fondo de cultura económica. 1976.22 A juicio de Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura hispanoamericana .La Habana: Revolucionaria. Tomo II pp93-95

14

de lo natural, una novela que deconstruye el mito “bárbaro”

de nuestra América profunda es Los pasos perdidos 23 de el

cubano Alejo Carpentier donde el protagonista experimenta el

mismo desprecio hacia la civilización que se observa en El

paisano Aguilar 24de Enrique Amorim, donde el héroe, criado

en la ciudad vuelve al campo para vivir como gaucho.

En esta vertiente sobre el tratamiento de la naturaleza

bárbara también se inscriben los escritores Horacio Quiroga

y José Eustasio Rivera, Rafael Arévalo Martínez, Manuel Díaz

Rodríguez y Rufino Blanco Fombona, los que tienen como

protagonista al oligarca feudal y al dictador, como

humanidad degenerada bajo la influencia de determinado

ambiente moral o del clima tropical considerado como un

especie de catalizador de la barbarie, de igual manera

Mariano Azuela y A. Arguedas tratan a sus campesinos como

productos de una naturaleza que produce una degeneración en

las relaciones sociales

De aquí podemos aventurar que la identidad del

continente se ha venido construyendo y se construye en una

oposición diferenciadora, la cual ha tenido en la literatura

un espacio de reflejo y construcción y del cual un momento

cumbre podría considerarse la eclosión de uno de los

fenómenos mas interesantes de nuestra historia literaria: el

reconocimiento a nivel universal de la narrativa

latinoamericana escrita en la segunda mitad del siglo XX.

23 Alejo Carpentier. Los pasos perdidos. La Habana: Letras Cubanas. 4taEdición. 2002.

24 Enrique Amorim. El paisano Aguilar. La Habana: Casa de las Américas.1999.

15

Esta literatura que expresó un cambio radical en la actitud

de los novelistas hacia la novela misma, una creciente

conciencia propia también favorecida por un fortalecimiento

de la izquierda latinoamericana de corte revolucionario que

se materializó en los intelectuales en una deslegitimación

de la polémica civilización- barbarie como forma de

dominación. Otro aspecto en este fenómeno fue el paso de una

narrativa meramente descriptiva anterior a la guerra

mundial, una literatura recreativa, costumbrista, a una

nueva literatura de plasmación de realidades nuevas.

Los escritores de la nueva narrativa latinoamericana,

para renovar sus concepciones dentro de la novela, cambian

de procedimiento, porque todo intento válido de renovación

formal deriva, en último análisis, de un cambio en la

cosmovisión del escritor25 . Este cambio viene dado según

Randolph Pop por el reconocimiento de la pasada realidad

latinoamericana: “(…) la parálisis de la historia, la imposibilidad del héroe,

la reducción del individuo al estamento, el pesimismo engranado en el actuar,

son consecuencias naturales de la historia de toda Latinoamérica. Las sucesivas

dictaduras, colonialismos y neocolonialismos, los reformismos vanos, las culturas

indígenas vegetando oprimidas durante cinco siglos”26

El primer punto de encuentro intelectual para el grupo

de escritores que conformaron el boom latinoamericano,

entendido este como fenómeno periodístico y editorial,

fueron los sucesos históricos que contribuyeron a formar una25 Ángel Ganivet. "Los trabajos de Pío Cid". En: Miguel Oviedo. Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid: Alianza. 2001. p 23826 Randolph Pop. “La apertura al futuro”. En: Miguel Oviedo. Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid: Alianza. 2001. p. 242

16

conciencia sobre el papel político del escritor a partir de

la realidad latinoamericana que estaban viviendo: el golpe

de estado de Guatemala en 1944; la Revolución Cubana en

1959; la primera revolución socialista que tenía lugar en

Latinoamérica, constituyendo un parteaguas en el imaginario

latinoamericano; la dictadura de República Dominicana, a

partir de 1966; el fraude del Gral. Manuel A. Odría y el

posterior golpe de estado en Perú; el auge de movimiento

guerrillero propiciado por el triunfo de la Revolución

Cubana. Al mismo tiempo, se combinaron tres antecedentes de

carácter artístico en los años sesenta: primero, la

tradición pictórica con un movimiento muralista promovido

por el gobierno revolucionario de México, la tradición de

vanguardia poética que contó en el ámbito continental con

personalidades como César Vallejo, Nicolás Guillen y Octavio

Paz, y por último, el desarrollo, a lo largo de la centuria,

de la creación literaria que ya conocía novelistas como José

María Arguedas, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier, Miguel

Ángel Asturias, Juan Rulfo y Jorge Luís Borges, así se había

preparado una conciencia latinoamericanista, en el ámbito

artístico, apoyada en la fuerza que había tomado la

izquierda política en los países del continente. Otro

aspecto que contribuyó a la maduración del boom como

fenómeno literario fue el apoyo de las editoriales europeas

que estimularon la publicación de obras latinoamericanas por

el interés del público del viejo continente en seguir los

procesos de cambio en América Latina después de la

Revolución Cubana, de esta manera las editoriales españolas

17

y francesas fomentaron una gran campaña de difusión que daba

preferencia a los escritores de izquierda y promovía foros

plurinacionales, es el caso de la editorial barcelonesa Seix

Barral y de la revista Mundo nuevo.27

La nueva narrativa latinoamericana nace de la toma de

conciencia de nuestra identidad, es la expresión de la

historia del continente conservada en la memoria colectiva

del pueblo. Esto se logra a partir de la afirmación y la

exaltación del carácter marginal y periférico que nos ha

sido atribuido por otros pero que se convierte en nuestra

identidad al crear nuestra literatura con una significación

histórica. La definición que acerca del boom aportó el

escritor Julio Cortázar complementa lo antes dicho en tanto

explicaba la expansión del público lector latinoamericano y

su búsqueda de identidad y los contenidos políticos de la

nueva literatura, que el escritor examinó desde una óptica

de izquierda.28

El boom latinoamericano tiene disímiles definiciones,

la mayor parte de ellas difusas. En los intentos por

teorizar el boom resaltan dos tendencias, los que niegan el

fenómeno tal y como se produjo señalándole una escritura

27 Enrique Yepes. El “Boom”de la novela y el latinoamericanismo de los sesenta. Disponible en: http://www.bowdoin.edu/eyepes/latarn/boom.htm.Consultado en febrero 2008.

28 “Eso que tan mal se ha dado en llamar el boom de la literatura latinoamericana, me parece un formidable apoyo a la causa presente y futura del socialismo (…) finalmente ¿Qué es el boom sino la extraordinaria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericanode una parte de su propia identidad?¿Qué es esa toma de conciencia sino una importantísima parte de la desalienación? (…)” Julio CortázarEn: Ángel Rama. La novela en América Latina, panorama (1920- 1980). Bogotá: Instituto colombiano de la literatura.1992.

18

artística cosmopolita y una desleída imitación de modelos

vanguardistas europeos o norteamericanos, también resaltan

criterios como el del escritor Mario Vargas Llosa quien no

le señala al movimiento una vinculación política29. En otro

lado de la cuestión se encuentran escritores que tomando

distancia del movimiento en el cual estaban inmersos

trataron de definirlo de diversas maneras como el escritor

Julio Cortázar ya referenciado antes, Alejo Carpentier,

Gabriel García Márquez y José Donoso. El marco temporal del

boom se inscribe, tomando como referencia la expansión del

mercado librero, entre 1964 y 1973. En cuanto al género

literario se centra en la novela atendiéndose, desde el

punto de vista cualitativo, en la repercusión pública que

tuvieron las obras y no al número de ejemplares vendidos.

Los artífices de este movimiento son demasiados para

enumerarlos, los críticos difieren a la hora de nombrarlos

excluyendo unos incluyendo a otros, para los efectos de esta

investigación, en la bibliografía activa se encuentran los

que a nuestro juicio son más representativos y que serán

consultados con posterioridad. Entre las principales

tendencias narrativas de los escritores del boom encontramos

el realismo mágico que, para el móvil de esta investigación,

conviene diferenciar del realismo mágico

29 “Lo que se llama boom (…) es un conjunto de escritores (…) que adquirieron de manera más o menos simultánea en el tiempo, cierta difusión, cierto reconocimiento por parte del público y de la crítica (…). Ahora bien, no se trató en ningún momento de un movimiento literario vinculado por un ideario estético, político o moral” el escritor finaliza catalogando el movimiento como un accidente histórico. Mario Vargas Llosa. “Coloquio del libro”. Caracas. 1972.

19

La teoría de lo real maravilloso americano fue

formulada por el novelista cubano Alejo Carpentier en el

prólogo a su novela El reino de este mundo 30 aparecida en

1949. Más que teoría es una reflexión sobre su propia manera

de concebir la realidad latinoamericana y de idear la

literatura que pudiese expresar esa realidad sui generis:

“(…) voy a Haití (…) y me hallo ahí ante los prodigios de un mundo mágico, de un

mundo sincrético, en un mundo donde hallaba el estado vivo, el estado bruto (…)

todo aquello que los surrealistas(…) fabricaban a menudo a base de artificio (…)

Surge en mí esa percepción de algo que desde entonces no me ha abandonado,

que es la percepción de lo que yo llamo lo real maravilloso, que difiere del

realismo mágico y del surrealismo en sí”31

A esta percepción de una realidad ontológicamente

maravillosa por su sincretismo, su magia y su cotidianidad,

siguió la necesidad de crear un lenguaje que fuera capaz de

aprehender, de recrear y de comunicar ese carácter real

maravilloso de la realidad americana. En Carpentier la

realidad latinoamericana en sí, es real maravillosa, el

escritor capta y plasma literalmente por medio de un estilo

barroco algo ya existente.32

El término realismo mágico aparece por primera vez en

un estudio del historiador de arte Franz Roh publicado en

1925, utilizaba el concepto para analizar algunos rasgos

característicos de pintores post expresionistas como

Balthus, Groz, Chagall entre otros. Dos años después la

30 Alejo Carpentier. “El reino de este mundo”. La Habana: Arte y literatura. 1998.31 Ibídem. p IV.32 Maria Salvadora Ortiz. Identidades y producciones culturales en América Latina. San José: Universidad de Costa Rica. 1996. p 500

20

Revista Occidente, que dirigía Ortega y Gasset, publicó una

traducción del libro, que al circular por el mundo de habla

hispana, dio a conocer el concepto. Aplicado a la

literatura, el término es utilizado por primera vez, en

1948, por el escritor y crítico venezolano Uslar Pietri,

para caracterizar cierto ambiente de misterio y de magia en

algunos textos venezolanos de la época. El realismo mágico,

que también percibe la realidad latinoamericana como

sincrética, mágica y mítica, hace, al contrario, más

hincapié en los procedimientos literarios aptos para la

creación de esa realidad, para producir el efecto mágico

realista. Lo mágico no tiene una realidad ontológica como

postulaba Carpentier, sino que radica más bien en la mirada

que sobre ella porta el artista, la mirada que el artista

porta sobre la realidad.33

Para García Márquez su estética es la del realismo

mágico, para Alejo Carpentier es a de lo real maravilloso.

En García Márquez la magia está en el artista, en su

óptica, en la perspectiva desde la cual el artista, con su

fantasía, con su imaginación, conoce de la realidad, la

subjetiviza y la objetiviza en su obra.

En el caso de Alejo Carpentier sucede todo lo

contrario. El autor es un vehículo, un testimoniante de la

realidad, que en sí misma es maravillosa. La magia, la

fantasía, no parten del hombre que crea, sino del mundo que

es recreado. Y su imaginación como novelista, como creador

literario, enriquece este mundo, y lo hace transmisible a

33Maria Salvadora Ortiz. Identidades y producciones culturales en América Latina. San José: Universidad de Costa Rica. 1996. p 524

21

los otros que no lo han captado todavía, por estar inmersos

en ese mundo.34

Si bien el realismo mágico parte de una base

surrealista en su manera de concebir la literatura, también

hace un rechazo al realismo tradicional que afianza las

características de la nueva novela según José Miguel Oviedo.

Las características fundamentales son la desaparición de la

vieja novela criollista o telúrica de tema rural y la

emergencia del neoindigenismo de Miguel Ángel Asturias y

José María Arguedas, la tendencia a subordinar la

observación a la fantasía creadora y la mitificación de la

realidad, la rebelión contra toda forma de tabúes morales,

sobre todo los relacionados con la religión y la sexualidad,

la tendencia a enfatizar los aspectos ambiguos, irracionales

y misteriosos de la realidad y de la personalidad,

desembocando a veces en lo absurdo, otra tendencia que aleja

la novela tradicional de la nueva novela es la subordinación

de la novela “comprometida” y la emergencia de la novela

“metafísica”, o sea, en vez de mostrar la injusticia y las

desigualdades sociales con el propósito de criticarlas, la

novela tiende, cada vez más, a explorar la condición humana

y la angustia del hombre contemporáneo. 35

Dentro del tratamiento del realismo mágico como recurso

literario y en medio de la búsqueda de la identidad

latinoamericana se evidencia la idea del retorno en el

34 Mercedes Santos Moray. “¿Novela, símbolo, mito?” (prólogo) En: Gabriel García Márquez. El otoño del patriarca. La Habana: Arte y literatura. 1978. pp7- 1335 José Miguel Oviedo. Historia de la literatura hispanoamericana.Madrid: Alianza. 2001. p. 245

22

tiempo, cierta vigencia del pasado que no sólo explica sino

que está en el presente, lo que ha sido llamado por el

filósofo español Ortega y Gasset como “el pasado

compresente”, lo que explica la voluntad de los escritores

latinoamericanos de volver la mirada hacia ese pasado por su

presencia actuante en el presente americano y desde una

mirada reivindicadora, la interpretación crítica de ese

pasado no implica una simple vuelta a los orígenes, sino un

intento de mostrar esa presencia en la vida americana.36 Esta

es la tendencia de la línea vanguardista de revalorar la

experiencia latinoamericana donde el pasado sirve como

purificación del presente, como recuperación de ideales e

historia americana a partir de un reanálisis de la

Conquista. Este es el caso de novelas como La región más

transparente37 de Carlos Fuentes, y Los hombres de maíz38 de

Miguel Ángel Asturias y Los pasos perdidos39 de Alejo

Carpentier, este último autor llamó a la búsqueda de la ya

referida idealización del pasado cuando expresa: “Volvamos los

ojos hacia nuestra América. Aquí (…) el pasado pesa tremendamente sobre el

presente, sobre un presente en expansión, que avanza quemando las etapas

36 M. ª Beatriz Aracil Varón. Abel Posse: de la crónica al mito deAmérica. Disponible en:http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/bameric/p0000004.htm#I_19. Consultado en abril 2008.37 Carlos Fuentes. La región más transparente. Ciudad de México: Fondo de cultura económica. 1962.

38 Miguel Ángel Asturias. Hombres de maíz. La Habana: Arte y literatura. 1977.39 Alejo Carpentier. Los pasos perdidos. La Habana: Letras Cubanas. 4taEdición. 2002.

23

hacia un futuro poblado de contingencias”.40 De esta manera se produce

una revisión de la historia, un desmantelamiento de la

historia oficial.

Otra tendencia es el rasgo romántico de la vuelta a lo

autóctono, reacción que pretendió forjar cierta defensa ante

los cambios como la liberalización de la sociedad, su

modernización y democratización, esta tendencia tiene sus

antecedentes en obras como Don Segundo Sombra41 de Ricardo

Guiraldes. En la nueva narrativa latinoamericana se presenta

como una mistificación de la naturaleza, de la geografía

americana, como una naturaleza seductora: ríos sin fin ni

principio, selvas que respiran con aliento animal y tienen

vida propia, páramos desolados, pantanos, llanos a cabalgar,

sierras, crestas, cumbres, costas, islas a la deriva,

descritas con cierto misterio mágico que recuerda algunas

crónicas de la conquista herederas de las novelas de

caballería. Aquí la naturaleza interactúa con el

protagonista modificando su carácter, e inclusive formándolo

moralmente o caracterizando sus más bajos instintos, así se

describe, desde los inicios de la literatura latinoamericana

del siglo XX, a Doña Bárbara, señora de los llanos

venezolanos, Facundo Quiroga, hijo de la pampa argentina

como Don Segundo Sombra, Arturo Cova condenado a la vorágine

de la selva, Pedro Páramo, hijo del páramo, Gaspar Ilom,40 Alejo Carpentier. “Razón de ser”. En: M. ª Beatriz Aracil Varón. Abel Posse: de la crónica al mito de América. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/bameric/p0000004.htm#I_19. Consultado en abril 2008.

41 Ricardo Guiraldes. Don Segundo Sombra. Descargado de: www.cuantolibro.com/libro/18139/Don-Segundo-Sombra.html - 192k. Consultado en abril 2008

24

hijo de las milpas doradas de los Cuchumatanes. En estas

narraciones se reformula la “barbarie” de la naturaleza

americana al contraponerla con la “civilización” proveniente

de la ciudad, es el sentimiento de liberación que

experimenta el gauchaje de Don Segundo Sombra y el

protagonista de Los pasos perdidos al adentrarse en la pampa

y en la selva respectivamente.

Un rasgo peculiar dentro de la búsqueda de identidad de

la narrativa latinoamericana es la reseña de caudillos,

patriarcas, caciques, que representan una autoridad rural

inmune a la ley institucionalizada. Esta es la descripción

de la realidad latinoamericana caracterizada por la

debilidad de sus instituciones, las guerras civiles, los

asaltos de poder que lleva a un estado organizado según un

modelo de familia tradicional, un modelo rural de dominio

frente al vacío de instituciones a partir de un dueño de

hacienda, estancia o plantación. De igual manera la nueva

narrativa utilizó la sátira como método más indirecto pero

igualmente más eficaz para enfrentarse a la oligarquía

ocurre así con Gabriel García Márquez en El otoño del

patriarca42 y Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros43

dirigida contra la mentalidad militar y la hipocresía

burguesa.

La polémica civilización- barbarie ha sido un elemento

etiquetador a lo largo de la historiografía para justificar42 Gabriel García Márquez. El otoño del patriarca. La Habana: Editorial Arte y Literatura. 1978.

43 Mario Vargas Llosa. La ciudad de los perros. Barcelona: Seix Barral.1963.

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tanto la dominación extranjera como la regional participando

históricamente en la construcción de nuestra identidad.

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