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Las ruinas indias\" de José Martí: estética e identidad

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07/11/14 23:19 Luisa Isabel Rodríguez Bello: “Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidad -nº 31 Espéculo (UCM) Página 1 de 9 file:///Users/luisarodriguez/Desktop/%20“Las%20ruinas%20indias”%…stética%20e%20identidad%20-nº%2031%20Espéculo%20(UCM).webarchive “Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidad Luisa Isabel Rodríguez Bello Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Venezuela) [email protected] Localice en este documento Buscar Introducción: L a lectura de La Edad de Oro de José Martí propicia una identificación con la América mestiza. Identificación que se activa por medio del sentimiento de nostalgia y de orgullo hacia un pasado glorioso, hacia unas actividades realizadas por los indígenas, hacia sus creaciones culturales al mismo nivel de las más avanzadas civilizaciones occidentales, hacia su trama humana en una geografía multidimensional. Identificación que forma parte esencial de las estrategias discursivas del texto cuyas estructuras retóricas se fundamentan en una argumentación por pathos : se busca activar los sentimientos del receptor modelado en la obra, los niños de América, en particular, en el texto “Las ruinas indias” [1] que servirá de corpus para este trabajo. Dentro de los discursos sociales y estéticos sobre el indígena, se perfilan dos miradas: una de empatía con el indígena: Bartolomé de las Casas, José Martí en “Leo Sobre Indios”, Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui. Existe otra contemplación, de escarnio para el indígena que se mira como un extraño. En el siglo XVI, Francisco López de Gómara se opone al Padre Las Casas. Otro es Sepúlveda. En el escenario del romanticismo social, la dicotomía civilización-barbarie produce un discurso antindígena: Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y José Enrique Rodó, entre otros:
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“Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidadLuisa Isabel Rodríguez Bello

Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Venezuela)[email protected]

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Introducción:

La lectura de La Edad de Oro de José Martí propicia una identificación con la América mestiza.Identificación que se activa por medio del sentimiento de nostalgia y de orgullo hacia un pasadoglorioso, hacia unas actividades realizadas por los indígenas, hacia sus creaciones culturales al mismonivel de las más avanzadas civilizaciones occidentales, hacia su trama humana en una geografíamultidimensional. Identificación que forma parte esencial de las estrategias discursivas del texto cuyasestructuras retóricas se fundamentan en una argumentación por pathos: se busca activar lossentimientos del receptor modelado en la obra, los niños de América, en particular, en el texto “Lasruinas indias” [1] que servirá de corpus para este trabajo.

Dentro de los discursos sociales y estéticos sobre el indígena, se perfilan dos miradas: una deempatía con el indígena: Bartolomé de las Casas, José Martí en “Leo Sobre Indios”, Manuel GonzálezPrada, José Carlos Mariátegui. Existe otra contemplación, de escarnio para el indígena que se miracomo un extraño. En el siglo XVI, Francisco López de Gómara se opone al Padre Las Casas. Otro esSepúlveda. En el escenario del romanticismo social, la dicotomía civilización-barbarie produce undiscurso antindígena: Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y José Enrique Rodó, entreotros:

07/11/14 23:19Luisa Isabel Rodríguez Bello: “Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidad -nº 31 Espéculo (UCM)

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La materia indígena se aborda con enfoques muy variados. El sistema de interpretaciónhistórica y social, se centra en el prestigio de lo eurocéntrico. Voces aisladas dejan oír sudisidencia. Garcilaso de la Vega, El Inca, se desplaza a través de las dos alas de un palacio:en una, la herencia española. En otra, la de Macma Ocllo, la fantasía discurre sin controles.Después de la Independencia, prosigue la propaganda de lo europeo. Uno de los que laenfrenta es José Martí. Hasta en la última frase de su “Diario de guerra”-“leo sobre indios”-se evidencia la empatía con los primeros pobladores de América. De ella participan tambiénJosé Vasconcelos, Pablo Neruda al incluir a Bartolomé de Las Casas, en el Canto General,como uno de los “Libertadores”. El etnocentrismo y la empatía con lo indígena originan doslenguajes, en lo artístico y en lo conceptual. (Ítalo Tedesco, 2003)

El presente artículo no se centra en esta polémica. Se interesa en estudiar la forma ideológica yestética del mensaje martiano, sobre los indígenas, dirigido a los niños latinoamericanos. Partiendo dela idea de que en su obra el discurso se utiliza para reafirmar una visión positiva del indígena, seintenta demostrar que en “Las ruinas indias” de La Edad de Oro [2] están presentes los fundamentoscaracterísticos para la identificación del latinoamericano con estos ancestros. Metodológicamente seubica en la óptica del análisis del discurso interesada en estudiar las estructuras “relacionadas con laexpresión y reproducción de la ideología” (Van Dijk, 1998, p. 11). Con este autor, se parte delsiguiente supuesto: “Los miembros de un grupo necesitan y utilizan el lenguaje (…) para transmitirpersuasivamente las ideologías a otros miembros del grupo. (p. 19)

“Las ruinas indias” se construye con base en referentes de la historia de América, a los cuales sesuperponen otros del mundo afectivo, literario e ideológico del autor. La metáfora es el puente quepermite la interrelación de temas suscitando que el texto se lea monosémica y polisémicamente. Seactualizan al mismo tiempo lo ideológico y lo estético engendrado por el estilo de un escritor. Loretórico marca las estructuras del lenguaje y ocasiona la proliferación de figuras, entre las cualesprevalece la metáfora a la cual Aristóteles le adjudica la función de enseñar. Enseña cuando pone acoexistir en un mismo plano dos realidades, sin negar una ni afirmar la otra, sino más bien creandouna nueva.

Análisis del discurso de “Las ruinas indias”

La Edad de Oro, revista dirigida a un público infantil, se adapta a las exigencias de su auditorio. Supropósito es enseñar y divertir a los niños de América para que sean “hombres que digan lo quepiensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros” (Martí 1989, p. 2). Surgen dos primerasinterrogantes: ¿qué forma utiliza Martí para dirigirse a la audiencia? ¿Qué enseña con un texto como“Las ruinas indias”?

El título da cuenta de esta primera interrogante. El propósito y el objeto delimitan la naturalezareferencial del texto. Para disertar sobre lo indígena, opta el autor por un género discursivo tradicionaldenominado ensayo. No obstante, el ensayo “Las ruinas indias” está modelado por las siguientescoordenadas pragmáticas: a) está dirigido a los niños; b) en el marco de una revista literaria asumerasgos de textos literarios; c) su autor es un poeta, por lo tanto permea el texto tanto de su peculiarmanera de escribir como de los contenidos de lo literario [3]; d) su autor es un ideólogo defensor de lonativo y autóctono: el texto asume la defensa de lo indígena; e) intenta que el receptor se identifiquecon el objeto: el niño con el indio: prevalece una visión afectiva en el tratamiento del tema.

¿Cómo hacer realidad en el ensayo todas las características antes enunciadas? Mediante la puesta enpráctica de estrategias retóricas y estilísticas que determinan la utilización de variables de estilo y degénero. Es un ensayo persuasivo. También cuenta parcialmente la historia de América y describe, conuna poética simbólica y modernista, elementos y objetos del arte presente en las ruinas, que pareciera elautor contemplar y poner en la mira del lector.

En "Las ruinas indias” se manifiesta la conciencia de un escritor con el reto de disertar frente a una

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audiencia infantil sobre algo que le pertenece: sus ancestros, con un pasado glorioso y una culturasuperior en un tiempo anterior. De ello sólo quedan unas ruinas artísticas que cuentan una historia y losdescendientes que podrían ser los mismos lectores, tua res agitur. Es el escritor enfrentado a losproblemas del oficio: a las técnicas del escribir insertas dentro de una tradición literaria y dentro deunas condiciones pragmáticas que obligan a la creación de nuevos formatos textuales para latransmisión y estructuración de determinado tipo de información. “Las ruinas indias” es un ensayoliterario de 3797 palabras, dirigido a niños y jóvenes y organizado en 10 párrafos que con mayorpropiedad podrían denominarse bloques de contenido, portadores de macroproposiciones de alta facturaideológica.

La historia americana es un poema

No habría poema más triste y hermoso que el que se puede sacar de la historiaamericana. No se puede leer sin ternura y sin ver, como flores y plumas por el aire, uno deesos buenos libros viejos que hablan de la América de los indios, de sus ciudades y de susfiestas, del mérito de sus artes y de la gracia de sus costumbres…

En el primer bloque de contenido, se introduce el tema sobre el cual se disertará, “la historiaamericana”. Este tema no lo anuncia monosémicamente, sino mediante una figura de estilo: lametáfora, figura que permite la coexistencia de dos realidades, una real por histórica y otra poética que,en este caso, es imaginada, de naturaleza literaria: “la historia americana es un poema”. Esta metáforapermite afirmar el primer anunciado para la argumentación. Permite que el texto se enriquezca conreferentes provenientes de cada una de las realidades antes aludidas. Se crea un contrapunteo quedificulta su adscripción en algún canon prescrito por la tradición literaria: poema, ensayo, cuento. Lametáfora faculta la entrada de otras figuras literarias: el epíteto, la comparación y sobre todo lahipérbole. Ellas determinan que el poema sea el “más triste y hermoso” y que al leerlo despierte“ternura”, y que se vean “como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos libros viejos forradosde pergamino, que hablan de la América de los indios, de sus ciudades y de sus fiestas, del mérito desus artes y de la gracia de sus costumbres”. El enunciado referencial, tema del texto, se inserta comoun producto de la magia de los libros. Es la revelación. Es lo real maravillo americano a través de lamitología indígena. Se fortalece la polisemia y se anula la monosemia. Una vez planteado el tema, sedescriben los diferentes tipos de civilizaciones indígenas existentes en América:

Unos vivían aislados y sencillos, sin vestido y sin necesidades, como pueblos acabados denacer; y empezaban a pintar sus figuras extrañas en las rocas de la orilla de los ríos, dondees más solo el bosque y el hombre piensa más en las maravillas del mundo. Otros eranpueblos de más edad y vivían en tribus, en aldeas de cañas o de adobes, comiendo lo quecazaban y pescaban y peleando con sus vecinos. Otros eran ya pueblos hechos, con ciudadesde ciento cuarenta mil casas, pirámides adornadas de pinturas de oro, gran comercio en lascalles y en las plazas y templos de piedra fina, con estatuas gigantescas de sus dioses.

De nuevo, son las figuras literarias las encargadas de transmitir las maravillas existenciales de ungrupo humano que vive una vida sencilla, en el aislamiento, “sin vestidos y sin necesidades, comopueblos acabados de nacer”. Es una comparación que descubre la supervivencia de la utopía y trasladala narración a la esfera del mito, a una edad de oro, tiempo anterior de felicidad. Es una utopía que elhombre americano se resiste a perder desde que el europeo profana al indígena su paraíso. Es la utopía[4] que le restaura la majestad como grupo humano que, -aunque ubicado por los otros en nivelesinferiores a partir de la aplicación de escalas culturales comparativas-, posee majestad igualable a la deotros pueblos ya hechos con “palacios adornados de pinturas de oro, y gran comercio en las calles y enlas plazas, y templos de mármol con estatuas gigantescas de sus dioses”, como se dice en “Las ruinasindias”.

Después de presentar los diferentes estadios de evolución cultural del pueblo indígena, los calificade “inocentes, supersticiosos y terribles”, con lo cual declara Martí su condición humana que, como lade otros pueblos, ha estado penetrada por sentimientos de superstición. Afirma, además, la inocencia

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con que el indígena americano recibe a un invasor. Víctimas y victimarios. Nativos e intrusos. Perotambién se declara su autenticidad, su carácter de pueblo único, no comparable a ningún otro, siendo lahumanidad lo único que los aproxima: “Sus obras no se parecen a las de los demás pueblos, sino comose parece un hombre a otro”. En su autenticidad idearon sus propias instituciones culturales: “sugobierno, su religión, su arte, su guerra, su arquitectura, su industria, su poesía”. Todo lo suyo -diceMartí- es “interesante, atrevido, nuevo”. Estos epítetos son los propios del texto literario, que siempredebe ofrecer novedad, interés y osadía para poder captar a la audiencia. Para Martí, la historiaamericana es un poema, porque fue escrita por una “raza artística, inteligente y limpia”. Es una historiaque se lee como una novela, porque la historia americana es un poema:

Se leen como una novela las historias de los nahuatles y mayas de México, de loschibchas de Colombia, de los cumanagotos de Venezuela, de los quechuas del Perú, de losaimaraes de Bolivia, de los charrúas del Uruguay, de los araucanos de Chile.

Con la imaginación se ven cosas que no se pueden ver con los ojos

Martí describe el colorido y el simbolismo del quetzal “que se muere de dolor cuando cae cautivo ocuando se le rompe o lastima la pluma de la cola”. Hace alarde de una retórica modernista, por elcolorido, más no en su idea de inspirarse en paisajes exóticos. No, el quetzal rico en luz y en piedraspreciosas está en América, es América. No es una irrealidad. Es la inteligente raza americana que estádolida, como el quetzal, porque le rompieron sus plumas:

El pájaro hermoso de Guatemala, el pájaro verde brillante con larga pluma, que se muerede dolor cuando cae cautivo, o cuando se le rompe ó lastima la pluma de la cola. Es unpájaro que brilla a la luz, como las cabezas de los colibríes, que parecen piedras preciosas, ojoyas tornasol, que de un lado fueran topacio, y de otro ópalo, y de otro amatista.

El quetzal pasa a ser símbolo de una América rica en cuentos de amor como el de “la princesa mayaAra, que no quiso querer al príncipe Aak porque por el amor de Ara mató á su hermano Chaak”, ricaen historias que maravillaron al propio conquistador o al europeo, rica en hombres que, al mismotiempo que levantaban edificios, recitaban versos: sabios, potentados, comerciantes, artífices, sacerdotes,maestros, estudiantes. El quetzal es la “raza fina” que “lanza el último grito al ver su cola rota”, raza ala cual arrebataron todas sus piedras preciosas, su brillo, su caudal, raza de la cual sólo quedan ruinasque, no obstante, permanecen como testimonio y como estímulo para imaginar su grandeza, pues sólo“con la imaginación se ven cosas que no se pueden ver con los ojos”.

La cultura indígena es igual a la de las grandes civilizaciones occidentales y orientales

Para el desarrollo de esta tesis Martí se vale de recursos universales para la argumentación, para lademostración y la prueba. El Apóstol de América arguye en “Las ruinas indias” con recursos como elejemplo y la analogía. Para él, en el mundo americano, hay, como en toda gran cultura, “héroes, ysantos, y enamorados, y poetas, y apóstoles”. Cuenta con productos culturales superiores a los de lascivilizaciones catalogadas como tales, “pirámides más grandes que las de Egipto”. Es raza que vivióuna edad heroica, en donde dioses, hombres y gigantes convivieron, guerrearon y amaron como sucedeen las grandes obras épicas de la antigüedad grecolatina:

…hazañas de aquellos gigantes que vencieron a las fieras; y batallas de gigantes yhombres; y dioses que pasan por el viento echando semillas de pueblos sobre el mundo; yrobos de princesas que pusieron a los pueblos a pelear hasta morir; y peleas de pecho apecho, con bravura que no parece de hombres; y la defensa de las ciudades viciosas contralos hombres fuertes que venían de las tierras del Norte.

Prosiguen el ejemplo y la analogía como recursos estéticos que soportan lo ideológico. América tuvo

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reyes ejemplares que exageraron sus virtudes éticas, al igual que el romano Bruto que mata a “sus hijosporque faltaron a la ley”. Tuvo oradores “que se levantan llorando, como el tlascalteca Xicotencal, arogar a su pueblo que no dejen entrar al español, como se levantó Demóstenes a rogar a los griegosque no dejasen entrar a Filipo”. Tuvo monarcas justos y devotos con el Creador del mundo al cual lerinden honores y le dedican templos. También, en su esencia humana, exageró, -como los griegos uotro grupo cultural-, en su ciego amor a la divinidad a la cual le sacrificó “jóvenes hermosas”, comoAgamenón a la bella y joven Ifigenia con una ceguera que acarrearía tanto males al hombre y a supueblo, y como el hebreo Abraham, “que ató sobre los leños a Isaac su hijo, para matarlo con susmismas manos, porque creyó oír voces del cielo que le mandaban clavar el cuchillo al hijo”. Hubodentro de la raza indígena “sacrificios en masa”, pero muchos menos que los practicados por laInquisición de España que “quemaban a los hombres vivos, con mucho lujo de leña y de procesión, yveían la quema las señoras madrileñas desde los balcones”. Superstición e ignorancia que, como juzgaMartí en “las ruinas indias”, “hacen bárbaros a los hombres en todos los pueblos”, pero permite que setejan leyendas en las que a una raza se le acusa de bárbara, mientras que a la otra se le inscribe en lasideas de la religión. Una culta y civilizada, la europea, otra bárbara, epíteto con el cual los poderososde todos los tiempos inventan “defectos a la raza vencida, para que la crueldad con la trataronpareciese justa y conveniente al mundo”. Es la razón por la cual dice José Martí que al sacerdoteBartolomé de las Casas hay que llevarlo “en el corazón, como el de un hermano”, a pesar de ser “feo,flaco, de hablar confuso y precipitado, y de mucha nariz; pero se le veía en el fuego limpio de los ojosel alma sublime”. Cierra el párrafo invitando a distinguir entre la nobleza de las Casas y la fealdad desu apariencia, para no caer en la ceguera del que a una cultura acusa de bárbara, cultura que essuperior o equiparable a las más reconocidas como civilizadas por las instancias del poder.

Los gobiernos pierden el poder cuando se entregan al vicio o cuando oprimen a supueblo, tal y como sucedió en México

La Edad de Oro, en su modernidad, acompaña la información verbal con láminas que amplían elcontenido y que el autor explica. En “Las ruinas indias” dice que las láminas son de México, pueblodel cual resume la historia política. Fue gobernado sucesivamente por los toltecas, chichimecas yaztecas hasta que “llegó Cortés con sus españoles, venció a los aztecas con la ayuda de los cien milguerreros indios”. Enseña aquí Martí cómo se pierde el gobierno por el descuido y por el olvido devirtudes, tales como entregarse al lujo, al descuido, al vicio u oprimiendo al pueblo. Privan aquícontenidos éticos:

Luego los toltecas se dieron al lujo; y vinieron del Norte con fuerza terrible, vestidos depieles, los chichimecas bárbaros, que se quedaron en el país, y tuvieron reyes de gransabiduría. Los pueblos libres de los alrededores se juntaron después, con los aztecas astutosa la cabeza, y les ganaron el gobierno a los chichimecas, que vivían ya descuidados yviciosos. Los aztecas gobernaron como comerciantes, juntando riquezas y oprimiendo alpaís; y cuando llegó Cortés con sus españoles, venció a los aztecas con la ayuda de los cienmil guerreros indios que se le fueron uniendo, a su paso por entre los pueblos oprimidos.

El hombre oprimido se refugia en la religión y es presa de confusión:

Prosigue la historia de los indígenas y dice Martí que la opresión en que sumieron los gobernantesindígenas a su pueblo les obligó a refugiarse en la religión y los confundió. Por ello imaginaron que losespañoles eran “los soldados del dios Quetzacoatl que los sacerdotes les anunciaban que volvería delcielo a libertarlos de la tiranía”. La confusión fue utilizada por Cortés a su favor fomentando larivalidad entre pueblos hermanos, dividiéndolos, dominándolos, esclavizándolos. Es la obra que despuéscompletaron los sacerdotes españoles al sustituir el templo del dios indio por el templo del dioscristiano: “y los sacerdotes que vinieron de España después de los soldados echaron abajo el templodel dios indio, y pusieron encima el templo de su dios”.

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Los españoles convierten a un pueblo próspero y pacífico en pieza de museo

Para ilustrar este enunciado José Martí se vale de la argumentación por el ejemplo, a la cualAristóteles en su Retórica le atribuye gran valor persuasivo. El ejemplo se expresa estilísticamente pormedio de la “acumulación” recurso para describir a Tenochtitlan, la ciudad capital de los aztecascuando llegó a México Cortés. La acumulación como figura de estilo enumera detalles para describiruna idea general y expresar todos los matices de la realidad observada. Muestra la vida de una ciudaden paz, en armonía, a la cual el español reduce a pieza de museo. Marca un contraste con la situaciónde guerra a la que se alude en los anteriores espacios textuales en que un grupo humano domina sobreotro. La descripción traza un plano de la ciudad, con sus detalles, arboleda, canales por dondecirculaban “canoas, tan veloces y diestras como si tuviesen entendimiento: y había tantas a veces que sepodía andar sobre ellas como sobre la tierra firme”. Se muestra a la gente con flores, frutos, jarros ytazas, gente que asistía al mercado a curiosear, vender o a hablar mal de su rey. En el mural martianotitulado “Las ruinas indias” se explican los tipos de materiales usados por los indígenas para laconstrucción de sus casas, según el estatus social del propietario: “Las casas eran de adobe, que es elladrillo sin cocer, ó de calicanto, si el dueño era rico”. Es una pintura en donde la figura principal es lapirámide para cuya presentación el autor abunda en figuras de estilo, adornos del lenguaje cónsonoscon la riqueza conceptual del objeto, con la variedad cromática, con la grandeza de una civilizaciónque ofrendó a sus dioses con fervor, que cuidó de sus templos con toda la fuerza de su arte:

Y en su pirámide de cinco terrazas se levantaban por sobre toda la ciudad, con suscuarenta templos menores a los pies, el templo magno de Huitzilopochtli de ébano y jaspes,con mármol como nubes y con cedros de olor, si apagar jamás, allá en el tope, las llamassagradas de sus seiscientos braseros.

También destaca Martí la vestimenta de la gente sencilla y las actividades propias de los niños: eljuego y la escuela junto con las horas propias para el trabajo:

Por una esquina salía un grupo de niños disparando con la cerbatana semillas de fruta, otocando a compás en sus pitos de barro, de camino para la escuela, donde aprendían oficiosde mano, baile y el cultivo: porque todo hombre ha de aprender a trabajar en el campo, ahacer las cosas con sus propias manos, y a defenderse. (Subrayado nuestro)

Se observa, al final de la cita, cómo al incluir a los niños indígenas en el cuadro que pinta de laciudad en paz, aprovecha el autor para insertar su mensaje ideológico que dirige a los niños deAmérica, “todo hombre ha de aprender a trabajar en el campo, a hacer las cosas con sus propiasmanos, y a defenderse”. El mensaje traduce una figura retórica llamada epifonema que consiste enintroducir al final del texto una frase sentenciosa que subraya su idea principal. Como se observa,Martí diseña otro mundo ideal tal y como lo trazó Homero en el escudo de Aquiles, texto que se puedeinvocar como hipertexto de esta descripción martiana de Tenochtitlan, en paz y en guerra. De nuevo loshilos de la épica en el tejido textual de La Edad de Oro.

En su descripción Martí yuxtapone seres y objetos: un señorón con su secretario, guerreros, animales,figuras propias del mundo de la infancia, como si fueran juguetes. Es como si el autor estuvieraleyendo una imagen que tiene al frente. Imagen que contiene, primero al señorón, -personaje quepresentado con el aumentativo se percibe destinado a entretener a la audiencia infantil- “con un mantolargo adornado de plumas, y su secretario al lado, que le iba desdoblando el libro acabado de pintar”.Luego, detrás del señorón, los tres guerreros cuyos cascos contienen forma de animales: serpiente, loboy tigre:

Con cascos de madera, uno con forma de cabeza de serpiente, y otro de lobo, y otro detigre, y por afuera la piel, pero con el casco de modo que se les viese encima de la oreja lastres rayas que eran entonces la señal del valor.

Y la pintura de la ciudad indígena en paz pareciera irse acercando más al mundo de la imaginaciónque mora en la infancia ante tantos pájaros de un rey, ante tantos “peces de plata y carmín en peceras

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de mármol, escondidos en los laberintos de sus jardines”. El modernismo se revela. A las imágenesvisuales cromáticas prosiguen las auditivas y las táctiles: el canto de los criados, el del carpintero queremienda “una silla en figura de águila, que tenía caída la guarnición de oro y seda de la piel devenado del asiento”. Son las claves del texto que delatan, por una parte, las fuentes literarias del autor,el modernismo, y, por otra, su intención de otorgar vida y movimiento a las figuras del mundo indígenaque perfila en su cotidianidad para que se perciba más dramática su aniquilación: sirvientes, viudas yobjetos de invalorable valor cultural: jarros, cuchillos, espejos, telas, objetos ornamentales que dancuenta del refinamiento, alcanzado por la cultura indígena:

Venía la viuda de vuelta del mercado con el sirviente detrás, sin manos para sujetar todala compra de jarros de Cholula y de Guatemala; de un cuchillo de obsidiana verde, finocomo una hoja de papel; de un espejo de piedra bruñida donde se veía la cara con mássuavidad que en el cristal; de una tela de grano muy junto que no perdía nunca el color; deun pez de escamas de plata y de oro que estaban como sueltas; de una cotorra de cobreesmaltado a la que se le iban moviendo el pico y las alas.

En el marco de esa ciudad indígena ideal, síntesis de todas las ciudades, así como lo hace Homeroen la descripción del escudo de Aquiles, se representan rituales: bodas en las que los recién-casadosiban “con la túnica del novio cosida a la novia, como para pregonar que estaban juntos en el mundohasta la muerte: y detrás les corría un chiquitín, arrastrando su carro de juguete”. De nuevo, eldiminutivo habla de un lector modelado en el texto. Y en su interés por presentar en vivo esa ciudad,se intensifican las imágenes auditivas que evocan palabras como “oír”, “oyendo”, “decían”, “discurso”,“contó”, “oía”, “rumor”, “conversación”, “rumor”. Son las voces indígenas que reclaman la atención, esla voz de la raza, del ancestro:

Otros hacían grupos para oír al viajero que contaba lo que venía de ver en la tierra bravade los Zapotecas, donde había otro rey que mandaba en los templos y en el mismo palacioreal, y no salía nunca a pie, sino en hombros de los sacerdotes, oyendo las súplicas delpueblo que pedía por su medio los favores al que manda al mundo desde el cielo, y a losreyes en el palacio, y a los otros reyes que andaban en hombros de los sacerdotes. Otros, enel grupo de al lado, decían que era bueno el discurso en que contó el sacerdote la historiadel guerrero que se enterró ayer, y que fue rico el funeral, con la bandera que decía lasbatallas que ganó, y los criados que llevaban en bandejas de ocho metales diferentes lascosas de comer que eran del gusto del guerrero muerto. Se oía entre las conversaciones dela calle el rumor de los árboles, de los patios y el ruido de las limas y el martillo.

Martí concluye este párrafo enunciando lo que era inevitable enunciar: que de esa ciudad laboriosa,pacífica, alegre, colorida sólo quedan ruinas. Procede el poeta como le indica la lógica: de lo existentea lo no existente, del todo a la nada, del esplendor a la miseria: ruinas. Muestra unos indígenas quetodavía honran a sus ancestros, con reverencia, en lenguaje desconocido para el otro. Reverencia einvita a reverenciar al pueblo próspero y pacífico convertido en pieza de museo:

¡De toda aquella grandeza apenas quedan en el museo unos cuantos vasos de oro, unaspiedras como yugo, de obsidiana pulida, y uno que otro anillo labrado!. Tenochtitlan noexiste. No existe Tulán, la ciudad de la gran feria. No existen Texcuco, el pueblo de lospalacios. Los indios de ahora, al pasar por delante de las ruinas bajan la cabeza, mueven loslabios como si dijesen algo, y mientras las ruinas no les quedan atrás no se ponen elsombrero. De ese lado de México, donde vivieron todos esos pueblos de una misma lenguay familia que se fueron ganando el poder por todo el centro de la costa del pacífico en queestaban los nahuales, no quedó después de la conquista una ciudad entera, ni un temploentero.

Las ruinas indias

Y si antes exalta al pueblo. Ahora exalta lo que queda en pie: obras que han maravillado a los

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arqueólogos: las de Cholula de los templos, que dejó asombrado a Cortés, las de Xochicalco, Centla,Tula, La Quemada, Mitla, la ciudad de los Zapotecas y las ruinas más bellas de México, en dondevivieron los Mayas, y la de los Mayas Yucatecos, que son más extrañas y hermosas.

Después de una extensa enumeración de las ruinas, el autor se pregunta sobre la magia que todavíabrota de ellas, asombro de arqueólogos y hombres de letras quienes admiran la maestría ymagnificencia de un arte practicado por seres especiales que comunicaron la variedad y refinamientoalcanzado por sus modos de vida y de pensamiento.

Esos seres son los ancestros, a quienes los lectores latinoamericanos deben emular y sobre quienesdeben aprender para conocerse mejor a sí mismos. El llamado martiano es a seguir la huella creativaancestral, a través de la contemplación de las “ruinas”, para que cambie la visión estimativa modeladapor el que se cree superior. Las ruinas son estímulos para la identificación afectiva con América latina,identidad que procede por medio de la nostalgia de un paraíso arrebatado y por medio del orgullo quese siente al contemplar unas ruinas que muestran el refinamiento cultural en que se asienta la culturapropia y la heroicidad que sustenta una novela en proceso:

¿Adónde ha ido, adónde, el pueblo fuerte y gracioso que ideó la casa redonda delCaracol; la casita tallada del Enano, la Culebra grandiosa de la Casa de las Monjas enUxmal? ¡Qué novela tan linda la historia de América!

¡Qué novela tan linda la historia de América!

OBRAS CITADAS:

Dussel, E. (2005). Filosofía de la liberación. En: Pensamiento crítico latinoamericano (pp.389-398). Santiago de Chile: ediciones Universidad Católica Silva Henríquez.

Martí, J. (1989). Las ruinas indias. La Edad de Oro. La Habana: Letras Cubanas.

Tedesco, I. (1998). Modernismo, americanismo y literatura infantil. Caracas: UCAB.

Tedesco, I. (2003). Urdimbre estética, ideológica y literaria del indigenismo en Américalatina. Caracas: UPEL, ediciones del Vicerrectorado de Investigación y Postgrado.

Van Dijk, T. A. (1999). Ideología: una aproximación multidisciplinaria. Barcelona: Gedisa.

Notas:

[1] Todas las referencias a “Las ruinas indias” se toman de la edición de La Edad de Oro (1989)del Centro de Estudios Martianos. Es el único texto de José Martí que se cita textualmente eneste escrito.

[2] La Edad de Oro, que en la actualidad puede asumirse como un libro completo, es una revistaque crea José Martí para los niños de América. De la revista sólo se editan cuatro números delprimer volumen, aparecidos entre julio y octubre de 1889. Cada ejemplar es escritoíntegramente por José Martí. No obstante, el poeta renuncia a continuar escribiéndola: “Hasalido de mis manos -a pesar del amor con que la comencé, porque, por creencia o por mediodel comercio, quería el editor que yo hablase del ‘temor a Dios’, y que el nombre de Dios y nola tolerancia y el espíritu divino, estuvieran en todos los artículos e historias” (Carta del 26 denoviembre de 1889 a Manuel Mercado, citada en la introducción al facsimilar de la Edad deOro, 1989). El proyecto editorial La Edad de Oro muere como publicación, aunque pervivecomo proyecto editorial por realizar para los niños de América.

07/11/14 23:19Luisa Isabel Rodríguez Bello: “Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidad -nº 31 Espéculo (UCM)

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[3] Desde Gustavo Adolfo Bécker, tardío en lo los románticos, el poema en prosa es un aporte a lalengua española y el modernismo lo consagra.

[4] …la utopía no es el fruto de una mera “imaginación creadora” desde la totalidad (…) sino aunmás, la afirmación de lo que “no-tiene-lugar” (ouk-topos): el “pobre”, la mujer “castrada”, elEdipo alienado, el pueblo explorado, las naciones periféricas del capitalismo, etc. Dichas “ouk-topías (los que no tienen lugar en la Totalidad dominadora) son los No-ser que sin embargo,tienen realidad. No hay que crear futuros proyectos fruto de la fantasía, imaginación “posibles”para el orden vigente. Hay que descubrir en la Exterioridad trascendental del oprimido la“presencia” vigente de la utopía como realidad actual de lo imposible para el sistema dedominación. De allí el sentido de la “analogía del nuevo orden de liberación futuro -que no essimplemente una “metáfora” de lo dado, como diría Ricoeur, sino una imposibilidad analógicapara la Totalidad sin la mediación de irrupción del Otro-; de allí se deriva el sentido específicodel “pro-yecto de liberación”. (Dussel, 2005, pp.379-380)

Luisa Rodríguez Bello: Profesora de Lengua Castellana y Literatura latinoamericana de laUniversidad Pedagógica Experimental Libertador, Investigadora Acreditada por el Sistema dePromoción del Investigador, PPI-CONICIT. Nivel II. 2000. Ganadora del Premio al BeneficioAcadémico, Conaba, 2004. Nivel I (Mayor puntaje en la Región Capital), Premio Nacional deInvestigación Educativa UPEL, 1996. Es Profesora egresada del Instituto Pedagógico deCaracas, Magister en Lenguas y Literaturas Clásicas, University of Virginia, Charlottesville,USA, Magister en Literatura Hispanoamericana. Autora de libros y de artículos en el área. Hasido editora durante cinco años consecutivos de la Revista Investigación y Postgrado.

© Luisa Isabel Rodríguez Bello 2005

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/ruinas.html


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