Índice
Capítulo 1. De cómo en la Universidad se llegó a pervertir el lenguaje. Una breve
crónica
Capítulo 2. Novum Glosarium Academicum, o cómo hablar correctamente en la
Universidad
Capítulo 3. Declaración particular de los derechos de algunos, o doctrina universitaria
del derecho y la virtud
Capítulo 4. Cienciometría o nueva ciencia de la mecánica racional universitaria
Capítulo 5. Anxietas honorum et delirium administrativum: una pandemia académica
en el mundo occidental
Capítulo 6. La Universidad triste. Un cuento para adultos idiotas
Capítulo 1
De cómo en la Universidad se llegó a pervertir el lenguaje.
Una breve crónica1
Desde hace algunos años estamos contemplando asombrados un proceso
lingüístico en el cual buena parte de los miembros de la Universidad española han
decidido hablar, e incluso a veces aparentemente actuar, como si fuesen empresarios.
No vamos a entrar en el hecho, en modo alguno banal, de que la Universidad
pública realmente no es una empresa, jurídicamente hablando. No tiene propietario, o
propietarios. Por el contrario, es una institución que forma parte de la estructura del
Estado, central y autonómico, que es quien básicamente la mantiene.
Dejando a un lado esta cuestión, a pesar de ser esencial, quisiéramos llamar la
atención acerca de un fenómeno lingüístico e ideológico que podríamos llamar el
mimetismo empresarial. Oyendo hablar a los gobernantes y a muchos miembros de la
Universidad española, es evidente que no entienden los significados de una serie de
términos, ya que parecen confundir sistemáticamente las palabras sistema, organización,
institución y empresa. Normalmente utilizan siempre la misma metonimia (toman la
parte por el todo) y así parecen creen que una empresa, que es un sistema, una
organización y también una institución, es una realidad omnipotente, ya que se afirma
que todos los sistemas, las organizaciones y las instituciones son empresas, y hay que
tratarlos como tales.
Como espectadores y lingüistas aficionados nos llama la atención que el
vocabulario que se ha implantado no sea un vocabulario propio de la Universidad
española, sino tomado del mundo empresarial y académico de los EE.UU.
En los EE.UU, a lo largo de los años noventa del siglo XX, se introdujo en la
política y las universidades el discurso de la excelencia y la calidad, tomado a su vez del
mundo empresarial. Se trataba de un discurso en el que se pretendía racionalizar y
optimizar el funcionamiento de las universidades, siguiendo un modelo empresarial.
Ahora bien, ese discurso traía consigo una consecuencia: lo que se llamó en EE.UU el
adelgazamiento de la universidad, o sea, dicho en términos más familiares, la
1 Una versión de este trabajo, de la que era coautor Ramón Fábregas Valcárcel, fue publicada en
A Trabe de ouro, tomo II, ano XVII, 2006, pp. 93-100, con el título “¿De veras queremos que a USC sexa
unha empresa? As palabras e os feitos”.
reconversión de las universidades. En efecto en los EE.UU., un país que cuenta con
2.540 universidades, se cerraron numerosas facultades y se procedió a despedir, en
algunos casos masivamente, a profesores y administrativos, a la vez que se reducían
titulaciones y se limitaba el acceso de los alumnos a los estudios superiores. Los
estudios más perjudicados fueron lo que en EE.UU. se llaman “humanidades”,
suprimiéndose numerosas facultades de filología, historia, filosofía..., y reduciendo
claramente la inversión en el mantenimiento de las universidades.
Pasando de EE.UU. a España, hay algunos hechos que llaman la atención, desde
un punto de vista empresarial. En primer lugar el lema del “adelgazamiento de la
universidad” no ha sido asumido por nadie. Da la impresión de que en la Universidad
todos los profesores y los PAS son absolutamente imprescindibles, empresarialmente
hablando, lo que no parece creíble (aunque sí defendible desde puntos de vista políticos
y sindicales). Del mismo modo, en las diferentes comunidades autónomas y en sus
sistemas universitarios (si es que se les puede llamar sistemas, y no conglomerados)
también parece no sobrar ninguna titulación. Las titulaciones se duplican, triplican o
cuatriplican, no por las necesidades del mercado de trabajo, sino por razones de
enfrentamiento entre las universidades de cada comunidad o por el interés de grupos de
profesores.
Da la impresión de que ninguna universidad española está dispuesta a cerrar
ninguna titulación, aunque no tenga alumnos, o casi. Y Facultades que han visto
reducidos sus alumnos a un tercio de los que tuvieron conservan las mismas plantillas
de profesores.
En el mes de octubre de 2005 publicaba The Economist un artículo en el que el
autor, sin duda un partidario duro de la libre empresa, proponía que en las universidades
no hubiese ningún profesor con contrato indefinido, sino que todos ellos dependiesen de
la captación de fondos con proyectos y contratos. Los únicos “fijos” serían los gestores,
lo cual tiene sentido en una universidad privada, en las que los gestores son
propietarios, o dependen de los propietarios. Pero no en una universidad pública en la
que los gestores son elegidos entre los profesores, o son funcionarios.
Empresarialmente hablando no deja de llamar la atención que, mientras que en
España se han llevado a cabo grandes procesos de reconversión industrial, mientras que
se ha limitado la producción agrícola poniéndole frenos en función de los intereses y los
mercados de la UE, e incluso mientras que una organización como el Ejército español
ha reducido drásticamente sus efectivos, sus gastos, y se ha replanteado toda su
estrategia (quedando notoriamente adelgazado), sin embargo no ha habido reconversión
(adelgazamiento) de las universidades. Han continuado creciendo, a pesar de la evidente
pérdida de alumnos, y a pesar de que de todos es sabido que hay un problema de paro y
subempleo de los universitarios, que poco a poco pasan a formar la generación de los
“mileuristas”, un curioso fenómeno social y económico, en el cual personas de
titulación superior y alta cualificación y especialización pasan a cobrar unos sueldos
muy reducidos, que muestran claramente la existencia de un proceso de
empobrecimiento de los trabajadores. Lo que estaría muy bien, según los teóricos de la
libre empresa, diseñadores de deslocalizaciones, que permiten reducir drásticamente los
costes salariales.
Es evidente que las universidades no se pueden deslocalizar. En ellas no hay
procesos de recortes de plantillas, ajustes salariales, ni reducción de sus dimensiones,
sean cuales fueren las necesidades del mercado. Frente a una demanda elástica y
fluctuante, la Universidad exhibe una oferta, o bien rígida o bien creciente (cuando
ahora la demanda se contrae). Profesores y PAS, laboralmente blindados (nosotros
diríamos que gracias a Dios), o bien contemplan con indiferencia esta realidad, o bien
hablan como si viviesen en otro mundo en el que las palabras no parecen corresponderse
con los hechos, quizás porque no se sepa realmente cuál es su significado, o quizás
porque tras ese uso se escondan unas intenciones que abiertamente no se quieren
confesar.
A continuación vamos a exponer algunas medidas de adelgazamiento, que ya se
han aplicado en el mundo anglosajón, y que en la Universidad española a nadie parecen
habérseles pasado por la cabeza., a pesar del uso constante, e incluso machacón de la
jerga empresarial.
En primer lugar, dado que el llamado sistema universitario depende de las
comunidades autónomas y está financiado con sus presupuestos, habría que proceder a
una reducción, en algunos casos drástica, del número de Centros y Titulaciones a los
que ha afectado la caída del alumnado, y que producen titulados destinados al paro o al
subempleo .Una Facultad con tres mil alumnos no puede necesitar el mismo número de
profesores que con mil. Una Facultad que pasa de tener doscientos o trescientos
alumnos nuevos cada año a tener treinta o cuarenta no puede seguir necesitando la
plantilla que ya tenía. Es evidente que, si se quiere ser consecuente con la lógica
empresarial (que nosotros no compartimos, pero a la que apelan constantemente las
autoridades académicas), habría que empezar por una reducción del profesorado, ya
fuese rescindiendo los contratos de los profesores contratados o procediendo a
prejubilaciones, como se ha hecho en la agricultura, la industria y el Ejército.
A ello podríamos añadir que, si se redujese el número de asignaturas optativas y
se estableciese (donde haya una supuesta demanda , ya que en muchos casos la realidad
ya demuestra el escaso interés de algunos estudios) un numerus clausus de alumnos
conforme a las necesidades del mercado, entonces esa reducción aun podría ser mucho
mayor.
Lo mismo ocurriría con los PAS. No parece empresarialmente creíble que
cuando una empresa reduce su actividad y pierde mercado sea necesario mantener
exactamente la misma plantilla. ¿No se podría racionalizar empresarialmente la gestión?
Si se dice que se quiere hacer, ¿no se deberían también prejubilar trabajadores y
rescindir contratos? Si se habla constantemente como si uno fuese un empresario,
aunque jurídicamente no sea el propietario de la universidad (o sea el dueño, a pesar de
que por sus comportamientos algunos crean serlo), entonces hay que obrar en
consecuencia.
Si se actuase así, o sea, de acuerdo con lo que se predica , se podría invertir el
dinero de los costes salariales, que consumen una parte desproporcionada del
presupuesto universitario, en otro tipo de inversiones, destinadas a la docencia y a la
investigación, que son las funciones propias de la universidad.
Una vez que ha quedado claro que existe una retórica empresarial, claramente
copiada y no originalmente elaborada, que no se corresponde con la realidad, porque,
entre otras cosas, no parece verosímil ni creíble que se quisiese aplicar, podríamos pasar
nuestro análisis a un segundo nivel, en el que el choque entre las palabras y los hechos,
el lenguaje y la realidad da lugar a algunas contradicciones flagrantes y a la creación de
lo que podríamos llamar auténticos “mitos empresariales”.
Comenzando por las contradicciones, es curioso que cuando se comprueba que
en muchas universidades existen gigantescas deudas, se proceda inmediatamente a
afirmar que nadie es responsable de ellas (o en todo caso, que los responsables siempre
estarían fuera de la institución). Ningún propietario de ninguna empresa admitiría que
los gestores y directivos de la misma no tuviesen ninguna responsabilidad en la
generación de un gran déficit, o que la culpa es de las otras empresas. Esos directivos
serían despedidos, y no recompensados, ni relegados a un discreto segundo plano dentro
de la misma empresa.
Desde hace algunos años los hablantes de la retórica empresarial han creado un
mito: el mito del grupo de investigación-empresa, unos entes ficticios que son los
llamados grupos de investigación rentables, que se caracterizarían por oponerse a los
grupos de investigación gravosos, irrentables, y, por qué no decir lo que algunos
piensan, parásitos.
De acuerdo con este mito universitario, esos grupos “viven del mercado” y
podrían subsistir en él, pero deciden no hacerlo y contribuir así gratis et amore a la
financiación de la Universidad.
En primer lugar hay un hecho que empresarialmente llama la atención: si esos
grupos pueden vivir en el mercado como empresas y obtener pingües y legales
ganancias ¿por qué no lo hacen? ¿Acaso por filantropía?
La realidad es un poco más complicada. En España, al contrario que en los
países tecnológicamente más desarrollados, la financiación de las Universidades y la
financiación se hace mayoritariamente con dinero público. Como señala Clemente
Álvarez en el diario El País (24 de mayo de 2006, p. 40), mientras que en Estados
Unidos ocho de cada diez investigadores trabajan en empresas, en Europa la media es
cinco de cada diez, y en España tres de cada diez.
Se suele decir que vivimos en la época de la ciencia postacadémica, ya que la
investigación científica y técnica depende, y cada vez dependerá más, del tejido
empresarial y no de las instituciones públicas. En Japón y Estados Unidos, dos tercios
de la financiación de la investigación corresponden a las empresas, y sólo un tercio al
Estado (John Ziman, ¿Qué es la ciencia?, Cambridge University Press, 2003). En
España, ocurre exactamente lo contrario. La estrategia de captación de recursos de las
Universidades españolas es simplemente una estrategia de negociación y captación de
un dinero que procede de la renta estatal y no del beneficio empresarial.
Se confunde, pues, dinero con mercado, y captación de recursos con actividad
empresarial. Pero no sólo eso. Un mítico grupo de investigación-empresa no sería viable
en el mercado (si lo fuese sus promotores ya se habrían ido de la Universidad, siguiendo
la lógica empresarial) por las razones siguientes. En su supuesta tabla de inputs-outputs
estos grupos no computan los salarios de sus miembros, que casi en su totalidad (sobre
todo en el caso de los salarios altos) se cubre con las nóminas. Ninguno de esos grupos-
empresa (suponiendo que verdaderamente capten sus recursos del mercado libre, y no
de concesiones de la administración pública, de la que la Universidad forma parte)
podría construirse su propio edificio, tras adquirir los terrenos, pagar sus gastos de
mantenimiento y los impuestos correspondientes a sus trabajadores (si no son becarios,
nueva forma de servidumbre, o trabajadores con contrato-basura) y a la propia empresa.
Ninguno de esos grupos se autorregula, o cierra, si en un determinado momento
tiene que enfrentarse a una falta de contratos. Eso afectaría a los becarios, pero no a las
cabezas del grupo, salarialmente blindadas.
Pero es que además de ello, y eso sería muy grave desde un punto de vista
mercantil, esos grupos utilizan la “marca comercial” de sus universidades, y es
basándose en ella como consiguen sus contratos, ya que los avala el prestigio de estas
instituciones. Se nos dirá que como compensación de todo ello las Universidades les
retienen una parte de su presupuesto para utilizarlo para fines comunes, a veces con
malestar por parte de los directores de esos grupos-mito, que suelen cariñosamente
llamar a esa retención “impuesto revolucionario”, dando a entender por ello que podría
ser abusivo. En realidad, si se hiciese un balance de lo que las Universidades retienen y
lo que cada grupo recibe (como nóminas, infraestructuras, gastos de luz, agua...) se
podría comprobar que todos esos grupos son económicamente inviables.
Si los supuestos generadores de riqueza en el mercado libre no son viables al
margen de sus Universidades (y si lo son que marchen y lo demuestren), si las
Universidades como instituciones que prestan servicios básicos a la sociedad no son
empresas rentables, primero porque no son realmente empresas, y segundo porque el
Estado tiene la obligación de cubrir servicios que por definición no pueden ser rentables
(como la sanidad pública, la defensa, la educación pública o el sistema de pensiones)
entonces ¿por qué sus dirigentes hablan como si fuesen empresarios? Un empresario
que no sólo hablase, sino que también fuese consecuente con lo que dice diría que las
Universidades españolas son instituciones que forman parte de la red de asistencia
pública, que pagan más personal del que necesitan (no creo que a ese empresario le
fuese muy dificil prescindir de un tercio o un cuarto de los profesores y otro tanto de los
PAS) y que entretienen a miles de jóvenes retrasando su entrada en el mercado de
trabajo y maquillando así las cifras del paro.
Si de verdad se quisiese que las Universidades fuesen empresas no sólo habría
que hablar como empresarios, sino serlo. ¿Es que alguien quiere que las Universidades
sean empresas? A lo mejor algunos empresarios de fuera de ellas sí, pero dentro de ellas
nadie que sea consecuente, ya sea por defender sus privilegios, o porque sea consciente
de cuál son las verdaderas naturaleza y funciones de la universidad.
Las Universidades españolas son unas instituciones con una estructura
administrativa y económica que al parecer no funciona muy bien. Los sistemas
universitarios de las comunidades autónomas no son sistemas integrados, sino un
conglomerado de centros y titulaciones explicable más por circunstancias históricas,
políticas, locales, o por intereses de grupos de profesores que promueven su
implantación que no por ningún tipo de racionalidad académica.
Que algo sea razonable no quiere decir que tenga que ser rentable. Lo que
muchos miembros de la Universidad quieren es que se diga lo que se hace, se haga lo
que se piensa, y que se piense, cuando se trata de las instituciones públicas, en función
del bien común o del interés general.
Cuando no se dice lo que se piensa, y se habla contradiciendo lo que uno hace,
es que no se quiere decir lo que uno quiere.Y cuando uno no quiere decir lo que quiere,
es que quiere ocultar algo ¿Es que hay algo que ocultar?
Capítulo 2
Novum Glosarium Academicum
o cómo hablar correctamente en la Universidad
Cita previa
“Pues los dones que poseemos no nos hacen superiores a las bestias, sino que
por ellos somos incluso inferiores a muchas de éstas, en rapidez, en fuerza y en todas las
demás cualidades. Pero la capacidad que ha sido puesta en nosotros de convencernos
mutuamente y llegar a una inteligencia entre nosotros mismos acerca de todo lo que
queremos, no sólo nos libera del tipo de vida de los animales, sino que nos permite
agruparnos para vivir en común y formar estados, crear leyes e inventar artes. Es el
lenguaje el que nos ha permitido realizar casi todo lo que hemos creado en materia de
civilización… Por eso debemos considerar a los que desprecian la educación y la
cultura tan odiosos como los que se rebelan contra los dioses”.
Isócrates (orador y político ateniense, s. IV a. C.), Discurso a Nicocles, V, 2, 9.
Es el lenguaje uno de nuestros medios de comunicación más fundamentales. Por
esa razón todos los académicos que se precien han de saber manejarlo con precisión y
fluidez, con el fin tanto de poder expresar sus pensamientos como de llegar a conseguir
un común entendimiento.
El glosario que a continuación se ofrece pretende contribuir al logro de estos
objetivos. Esperamos que, a partir de ahora, pueda llegar a ser un instrumento de trabajo
y de consulta imprescindible.
Academia. s. f. Huerto privado del que fue propietario el filósofo Platón. En él
se le dio culto al héroe Academos. Por extensión el término pasó a denominar a algunas
instituciones docentes.
Alumno/a. s. Persona, generalmente joven, que ingresaba en una Universidad
para estudiar. Este término ha caído en desuso. Véase cliente.
Asesor/a. s. Persona de gran capacidad intelectual que ayuda a los gestores a
conseguir los objetivos de la gestión del mercado universitario y el desarrollo sostenible
(véase mercado universitario. Véase desarrollo sostenible). Puede ser sinónimo de
evaluador/a.
Aula. s. f. Espacio teatral en el que se gestiona el mercado docente.
Bolonia. s. f. Ciudad italiana de antigua raigambre. En la actualidad referencia
mítica del espacio europeo. Véase Jerusalén celeste.
Calidad. s.f. Lo opuesto a cantidad.
Cantidad. s. f. Aquello que se puede medir o numerar // cantidad (de la
calidad). s. f. Suma compleja de factores convencionalmente establecidos que permiten
distinguir cuantitativamente aquellos procesos, o personas, por los que se tienen
preferencias cualitativas. En el lenguaje erótico coloquial, está atestiguada la expresión
“está cantidad de buena/o”.
Cargos (académicos). s. m. p. Complejo sistema institucioinal que garantiza la
mejor gestión del mercado universitario (véase mercado universitario. Véase
imaginario).
Cliente. s m. Persona a la que una Universidad capta en el mercado con el fin de
ofrecerle sus servicios. Véase mercado.
Contenidos docentes. s. m. p. Conjunto de bits intercambiables que pueden ser
indistintamente gestionados mediante técnicas pedagógicas (véase técnicas
pedagógicas).
Democracia. s. f. Del griego demokratía, etimológicamente significa “gobierno
del pueblo”. Académicamente hablando no significa nada.
Desarrollo. s. m. Acción de incrementar algo // desarrollo económico. s. m.
más adj. Acción de producción creciente de bienes y servicios // desarrollo sostenible.
s. m. más adj. Acción de producir bienes y mercancías que permite sostener a uno/a o
varios/as emprendedores/as.
Emprendedor/a. s. El/la que emprende algo. También el/la que emprende una
empresa (de la raíz prender, véase).
Emprender. v. Iniciar una acción. Es muy utilizada la expresión “la emprendió
a tortas”.
Empresa. s. f. Organización sin ánimo de lucro que crea empleos y reparte
beneficios.
Empresario/a. s. Hápax o fenómeno lingüístico aislado. Existe la palabra, pero
carece de significado conocido.
Espacio. s. m. Intuición pura a priori (según Kant) // espacio europeo. s. m.
más adj. Hipótesis o conjetura según la cual las Universidades sufrirán un proceso
global de regeneración y conversión (en griego metanoia, véase). Véase Bolonia.
Evaluación. s. f. acción de evaluar.
Evaluador/a. s. Persona o personas que poseen la pericia evaluadora (véase
pericia).
Evaluar. v. Acción que consiste en fijar un conjunto de criterios tales que,
aplicados al objeto o personas evaluables, consigue que los resultados obtenidos sean
iguales a los resultados deseados.
Excelencia. s. f. Término honorífico con el que se designaba a la autoridad: “su
Excelencia”. Académicamente se utiliza para poder discriminar a los miembros de la
comunidad en sentido positivo, tras un proceso de evaluación (véase evaluar). Está
atestiguada la expresión popular “es un muchacho excelente”, que forma parte de un
estribillo con acompañamiento musical.
Género. s. m. Característica gramatical propia de los sustantivos, adjetivos y
artículos. Actualmente también las personas poseen géneros. Las diferencias entre los
géneros sólo pueden ser tratadas gramaticalmente mediante la ingeniería fonética. De
acuerdo con ella, se pueden suprimir todas las desigualdades entre hombres y mujeres
mediante los siguientes algoritmos: 1- poner una “a” donde aparezca una “o”,
separándolas por una barra: rector/a. 2- suprimir la “o” y poner todas las palabras en
género femenino. Así, lo correcto sería decir “Adolf Hitler fue una dictadora que
gestionó la Alemania nazi”.
Gestión. s. m. Sustantivo derivado del verbo gestionar // gestión de la
excelencia. Acción de lograr para uno mismo la discriminación positiva, gracias al
manejo de los mecanismos de evaluación (véase evaluar).
Gestionar. v. Acción que consiste en obtener los menores beneficios con los
máximos costes (véase presupuestos).
Gestor académico. s. m. Vendedor de mercancías imaginarias que mediante el
procedimiento de minimizar beneficios y maximizar costes (véase gestionar) se
desenvuelve racionalmente en el mercado universitario. Véase gestión de la excelencia.
Imaginario. s. m. Lo que no es real pero expresa todo aquello que se desea o se
teme.
Investigación. s. f. Acción que consiste en gestionar dinero (véase gestión) para
elaborar publicaciones (véase proyecto).
Jerusalén celeste. s. f. más adj. Ciudad ideal en la que convivirán todos los
santos al final de los tiempos.
Mercado. s. m. Mecanismo invisible que consigue un equilibrio casi perfecto
entre lo que los vendedores ofrecen y lo que los compradores compran // mercado
universitario. s. m. más adj. Conjunto formado por el número total de clientes, que
sumado al número total de gerentes crea una serie de complejos sistemas en los que
nunca coinciden la oferta y la demanda, porque nadie cansigue llegar a saber ni lo que
compra ni lo que vende.
Metanoia. s. f. Proceso psíquico de transformación global de una persona a
partir de una experiencia religiosa. El ejemplo mejor conocido es el de San Pablo, que
dio lugar a la expresión popular “caer de la burra”.
Mierda. s. f. Propiedad específica de los trabajos de investigación. Se dice: “este
trabajo es una mierda”; también está atestiguada la expresión “este trabajo es una puta
mierda”. Normalmente se emplea si el autor/a del mismo no es amigo/a.
Pedagogía. s. m. En griego designaba el complejo proceso de formación de los
adolescentes (paides). Actualmente es una rama de la ingeniería (véase técnicas
pedagógicas).
Pericia. s. f. Habilidad que permite conseguir un fin que se desea.
Posgrado. s. m. Etimológicamente significa “lo que viene después del grado”,
partiendo de la raíz grado y del prefijo pos-. Por esta razón etimológica deben
implantarse académicamente los posgrados antes que los grados. Esto es lógico si
tenemos en cuenta que lo que ocurre después se sitúa cronológicamente antes de lo que
ocurre antes, de la misma manera que los efectos son siempre anteriores a sus causas.
Prender. v. Acción de coger algo. Referido a una persona, es sinónimo de
detener. Se decía antiguamente “va preso/a” (véase preso/a).
Preso/a. s. Persona detenida por la comisión de un delito. No obstante, ni todos
los presos/as son emprendedores/as, ni todos los emprendedores/as son presos/as.
Presupuestos. s. m. p. Cantidades de dinero público que se gestionan, o se
gastan. También se usa la expresión técnica “ejecutar los presupuestos”.
Profesor/a. s. Sinónimo de maestro/a. Persona que transmite un conjunto de
conocimientos. Término en desuso. Véase gestor académico.
Proyecto de investigación. s. m. Cálculo del dinero necesario para gestionar la
producción de publicaciones. Un proyecto de investigación también puede contribuir al
desarrollo sostenible (véase).
Publicación. s. f. Texto con respaldo en papel o digital en el que se exponen los
resultados de la investigación (véase mierda).
Rector/a. s. m. Empresario/a que gestiona la Universidad (véase gestión).
Técnicas pedagógicas. s. f. p. Conjunto de procedimientos infalibles gracias a
los que se consigue que la gestión de mercancías imaginarias en el mercado académico
llegue a alcanzar la excelencia en el logro de los mínimos beneficios con los máximos
costes.
Universidad. s. f. Antiguamente designaba a una asociación libre de maestros y
discípulos. En la actualidad designa a un tipo de instituciones que se creen que son
empresas, aunque no saben ni lo que compran ni lo que venden, ya que viven en el
mercado imaginario. Véase mercado. Véase imaginario.
Vicerrector/a. s. Vicegerente. Véase rector/a.
Capítulo 3
Declaración particular de los derechos de algunos,
o doctrina universitaria del derecho y de la virtud
Desde que en la Roma antigua se creó el derecho ha llegado a estar totalmente
claro que la existencia de un sistema jurídico ha de basarse en los siguientes principios.
En primer lugar las normas deben ser conocidas por todos y consecuentemente hacerse
públicas, preferentemente por escrito. En segundo lugar esas normas deben ser
agrupadas y sistematizadas, de modo que se pueda establecer una jerarquía entre las
mismas, con el fin de saber , por ejemplo cuál debe prevalecer en caso de que hubiese
una contradicción entre dos de ellas. Y por último, y esto ha de constituir la cúspide de
cualquier sistema jurídico, todas las normas han de poder ser deducidas a partir de unos
principios genéricos.
Siendo la Universidad el lugar en el que nacen y se incuban las ciencias y los
universitarios las personas elegidas para garantizar que el desarrollo de las mismas
pueda lograrse de la forma más racional y objetiva posible, es especialmente necesario
sistematizar, jerarquizar y sacar a luz cuáles son los principios filosófico-jurídicos sobre
los que ha de construirse la imponente pirámide de la legislación universitaria.
Pero además, teniendo en cuenta que las instituciones no pueden funcionar si sus
miembros no interiorizan los principios que las rigen, creemos que sería conveniente
completar la doctrina universitaria del derecho con otra doctrina: la doctrina
universitaria de la virtud, pudiendo deducirse fácilmente una de la otra.
Titulo primero: de la libertad.
Artículo 1: debemos admitir como una verdad evidente que todos los hombres
son por naturaleza desiguales.
Glosa: el artículo apenas merece comentario. En efecto, si dos hombres fuesen
absolutamente iguales entonces serían el mismo, y por lo tanto ya no serían dos
hombres. Del mismo modo un hombre nunca puede ser igual a una mujer, porque si no
el hombre no sería un hombre y la mujer una mujer, y consecuentemente no tendría
sentido que existiesen esas palabras. Y las palabras siempre existen por algo.
Artículo 2: del hecho de la existencia de la desigualdad se derivan enormes
beneficios para la colectividad.
Glosa: en efecto, si considerásemos como iguales a seres que por naturaleza no
lo son, alteraríamos el orden natural de las cosas. Como el orden natural de las cosas es
conocido, y directamente reflejado, por el conocimiento científico, si actuásemos de ese
modo no sólo estaríamos violando un principio jurídico, sino también incumpliendo la
misión y pervirtiendo la esencia del conocimiento científico.
Cuando se altera el orden natural de las cosas, la propia naturaleza vuelve a
reestablecerlo mediante los mecanismos de defensa que posee, que consiguen eliminar
aquellos elementos que en un determinado momento puedan ser extraños, gracias al uso
de la coerción y la fuerza.
Artículo 3: el mantenimiento de la desigualdad ha de ser el mayor bien jurídico
a proteger en los sistemas legales universitarios.
Glosa: dado que de la existencia de la desigualdad sólo se derivan beneficios
para la colectividad, y dado que en la propia naturaleza - tal y como lo establece la
ciencia - existen precisos mecanismos de represión y control, debemos desarrollar todas
las medidas posibles para mantenerla.
Artículo 4: aquel mecanismo que consiga mantener a toda costa la desigualdad
ha de ser la clave de nuestro sistema jurídico. Por ello debe establecerse como garantía
del mismo la figura del VERDUGO.
Glosa: la palabra verdugo debe entenderse sólo metafóricamente, puesto que no
se puede instaurar en nuestro sistema jurídico la pena de muerte, por las razones
siguientes: no se puede ejecutar a los que son superiores porque es de ellos de donde la
colectividad obtiene la mayor parte de sus bienes. Y no se debe ejecutar a los inferiores
porque su existencia es necesaria para que pueda ser posible la existencia de los
superiores, no sólo desde el punto de vista gramatical, sino también desde el punto de
vista lógico. La articulación jurídica de la figura del verdugo será competencia del
Título 3: de los órganos de gobierno.
Artículo 5: los miembros de la comunidad universitaria deben ser considerados
geométricamente, y no aritméticamente, pues ello es la esencia de la desigualdad.
Glosa: se llama igualdad artimética a aquella en que cada elemento o miembro
es igual a todos los demás e intercambiable por ellos. Se llama igualdad geométrica a
aquella que establece que la magnitud de unos miembros es mayor que la de otros,
debido a su propia naturaleza, por lo cual les ha de corresponder una mayor proporción
en el reparto de todos los conceptos.
Artículo 6: la esencia de la desigualdad académica no reside en el nacimiento, ni
en los caracteres raciales, sino en la capacidad intelectual.
Glosa: los seres humanos son de dos clases: tontos y listos. Se llama listos a los
que poseen un mayor grado de inteligencia, y tontos a los que tienen menos. No se
puede ser listo si uno no sabe que es listo, de lo que se deduce que los listos, además de
serlo, tienen también el derecho a decir que ellos son listos y que los demás son tontos.
Los tontos no tienen derecho a decir que los listos no son listos, porque ellos no
lo saben, precisamente porque son tontos.
Artículo 7: la desigualdad académica es una desigualdad en los grados del saber,
pero esa desigualdad quedaría desnaturalizada si la jerarquía del saber no estuviese
avalada por la jerarquía del gobierno.
Glosa: no cabe duda de que los listos, como son más inteligentes, no sólo saben
más que los tontos, sino que además también son capaces de producir nuevos
conocimientos. Si la comunidad pretende que se logre un fin bueno, debe poner al
alcance de aquellos que puedan hacerlo posible los medios necesarios para que puedan
cumplir su cometido. Como sólo los listos saben, se deduce que sólo ellos pueden saber
cuál es el fin a conseguir y cuáles son los medios necesarios para ello, por lo que a ellos
les ha de corresponder toda la capacidad de tomar decisiones, que es la capacidad de
gobernar.
Artículo 8: en un sistema desigual, en el que el bien común se logra gracias al
saber y a las capacidades de las minorías, sólo las minorías merecen ser libres.
Glosa: esto es evidente. Si la mayoría fuese libre podría tomar decisiones, pero
dado que la mayoría está compuesta de tontos, entonces todas sus decisiones estarían
equivocadas, puesto que carecen de las capacidades de análisis y prospectiva.
De ello se deduce que la verdadera libertad de la mayoría consiste en aceptar la
libertad de la minoría, que es la única que les puede garantizar que las decisiones que
ellos no deben tomar - ya que sólo han de acatar las de la minoría- son las más
adecuadas para el logro del bien común de esa mayoría intelectualmente menos dotada,
que es incapaz de conocer su propia naturaleza.
Artículo 9: el fin del derecho ha de consistir en garantizar que la libertad de la
minoría pueda ejercerse sin ningún tipo de cortapisa.
Glosa: un sistema ha de componerse de una serie de partes que, al funcionar
coordinadamente, consiguen crear una entidad nueva, que es capaz de lograr
determinados fines.
Un sistema jurídico ha de ser consecuentemente un entramado de normas
convenientemente jerarquizadas que permitan que se logre de la mejor manera el fin que
se deriva de la esencia del derecho: el establecimiento de la desigualdad.
Titulo segundo: de la propiedad.
Artículo 10: una persona no puede ser libre si no posee bienes.
Glosa: el derecho humano más fundamental no es la vida. Todo el mundo está
vivo, y eso no es ningún mérito. Todo ser vivo tiene que atender a un conjunto de
necesidades biológicas. Esas necesidades biológicas, en el caso de los seres humanos,
han de satisfacerse socialmente mediante el uso de una determinada serie de bienes. El
uso de un bien está garantizado por el derecho de propiedad. Luego el derecho de
propiedad es el derecho fundamental. Todo ser humano es, por esencia, un propietario.
Artículo 11: dado que todos los seres humanos son desiguales, unos seres
humanos tienen derecho a poseer más bienes que otros.
Glosa: esto es evidente. Si para ser libre hay que poseer bienes, y unos seres
humanos tienen derecho a ser más libres que otros, entonces, consecuentemente también
tenderán derecho a poseer más bienes.
Artículo 12: de la desigualdad de las riquezas se deriva el bien común.
Glosa: conseguir un bien es conseguir un fin. Para conseguir un fin hay que
planificar una acción. Para planificar una acción hay que ser inteligente. Como hay
seres humanos inteligentes, y otros que son tontos, consecuentemente los más
inteligentes habrán de conseguir más fines. Al conseguir más fines conseguirán más
bienes. Pero como de la libertad de la minoría se deriva el bien de la mayoría, de ello se
deduce que del enriquecimiento de unos pocos se deriva el enriquecimiento de la
mayoría.
Artículo 13: consagrar la desigualdad de las riquezas es el fin del sistema
jurídico, para lo cual ha de poder utilizar todos los medios posibles, y sobre todo su
medio capital: el VERDUGO.
Glosa: no debe consentirse que la mayoría de los tontos reivindique la igualdad
en la posesión y el uso de los bienes. Ello supondría la perversión del sistema legal, y
acarrearía el empobrecimiento de la colectividad. Si lo reivindican es debido a su falta
de conocimientos e inteligencia, por lo que será conveniente instruir a la mayoría, en la
medida en la que su inteligencia lo permita, que siempre será limitada. Por esa razón
siempre han de estar en vigor los mecanismos coactivos.
Artículo 14: únicamente se puede lograr la riqueza gracias al uso de la
inteligencia. Por ello sólo los ricos han de ser libres.
Glosa: no se pueden tomar las decisiones adecuadas si uno no es libre. Si uno es
libre e inteligente se hará consecuentemente rico. De la riqueza de la minoría deriva la
prosperidad de la mayoría. Por esta razón los ricos han de poder ejercer su libertad sin
cortapisas, de modo que todo el mundo pueda beneficiarse de sus decisiones.
Artículo 15: los profesores universitarios tienen pleno derecho a ser ricos.
Glosa: la Universidad es el lugar en el que nace y se desarrolla el conocimiento.
Quien sabe más tiene más derecho a ser libre. Quien es más libre tiene más derecho a
ser rico, luego los profesores universitarios, que son los que más saben, son los que
tienen más derecho a ser ricos.
Artículo 16: todas las instituciones que componen la Universidad deben estar
reguladas jurídicamente y subordinadas al logro del fin que es propio de esta institución,
que es la consecución de la riqueza.
Glosa: si un sistema jurídico se compone de un conjunto de elementos
coordinados y jerarquizados con vistas a la consecución de un fin que le es propio, y el
fin propio de la Universidad es la producción y transmisión del conocimiento, todo su
sistema legal debe estar dirigido al logro de ese fin. Pero como la consecución del
conocimiento no es posible si no existe la libertad, y la libertad no es posible sin
riqueza, consecuentemente el fin de la Universidad es la consecución de la riqueza.
Artículo 17: los dos valores básicos que han de regir los sistemas universitarios
son la riqueza y la pobreza.
Glosa: debe entenderse que la riqueza es buena y está unida al conocimiento y la
inteligencia y al establecimiento de la desigualdad. Del mismo modo la pobreza, que es
mala, sólo es una consecuencia de la falta de inteligencia, que trae consigo la
prentensión del logro de la igualdad y prentende subvertir los sistemas legales y
académicos.
Artículo 18: unos profesores universitarios han de ser más ricos y otros más
pobres.
Glosa: dado que la riqueza, por naturaleza, se distribuye de un modo desigual,
también en la Universidad debe haber profesores ricos y pobres. Dado que los ricos son
más ricos porque son más inteligentes, consecuentemente los profesores más
inteligentes serán los profesores más ricos. Ello corresponde al orden natural de las
cosas, a cuyo estudio están dedicadas todas las ciencias.
Artículo 19: los profesores más ricos son los que tienen más derecho a gobernar
la Universidad.
Glosa: todos los profesores son desiguales por naturaleza. La base de la
desigualdad es la inteligencia. Sólo los inteligentes tienen derecho a gobernar a la
mayoría de los tontos. Dado que todos los inteligentes son ricos y todos los ricos son
inteligentes, tanto en la Universidad como en el resto del mundo, consecuentemente son
los profesores ricos los que deben siempre gobernar.
Artículo 20: el gobierno de la Universidad es un mecanismo básico de creación
de la riqueza.
Glosa: toda riqueza deriva de la inteligencia. La Universidad es el lugar natural
en el que vive la inteligencia, luego toda la riqueza deriva de la Universidad. Las
sociedades son ricas en tanto que tengan Universidades (a eso se le llama “sociedad del
conocimiento”). Consecuentemente si las sociedades se enriquecen gracias a las
Universidades, las Universidades también tienen derecho a enriquecerse a costa de las
sociedades, pero teniendo siempre en cuenta que ello debe hacerse de forma desigual.
Cuanto más se beneficie la sociedad de la Universidad y la Universidad de la sociedad,
más se conseguirá el bien común, porque el incremento de los beneficios individuales
sólo produce beneficios colectivos.
Artículo 21: los profesores que gobiernan las universidades tienen derecho a ser
más ricos.
Glosa: ello es lógico por las razones siguientes: los profesores que gobiernan las
universidades son los más inteligentes, ya que sólo los inteligentes tienen derecho a
gobernar. Los más inteligentes tienen derecho a acumular más riqueza, en aras del logro
del bien común; luego los más inteligentes tienen derecho a ser más ricos. Dado que los
profesores que gobiernan las universidades son los más inteligentes es lógico que, si no
son ricos, lleguen a serlo, debiendo las universidades implementar todas las medidas
necesarias para el logro de este fin justo.
Titulo tercero: del gobierno de las Universidades.
Artículo 22: el gobierno de las Universidades ha de basarse en los siguientes
principios:
1. establecimiento de la desigualdad y control de las mayorías
2. creación de la riqueza y reparto desigual de la misma
3. represión de la disidencia mediante el ejercicio de las funciones
académicas del VERDUGO.
Glosa: todos estos principios se derivan de los artículos anteriores, por lo que no
necesitan explicación. Además, dado que en una Declaración particular de los
derechos de algunos únicamente deben establecerse las normas fundamentales que
rigen el funcionamiento del derecho, y no entrar en los desarrollos normativos
concretos, procede pues limitarse a definir las funciones jurídicas esenciales del
instrumento fundamental del gobierno: el VERDUGO
Artículo 23: son funciones esenciales del verdugo la ejecución de los reos y la
tortura de los mismos.
Glosa: ya se estableció anteriormente que la pena de muerte no tiene sentido.
Ello no obsta para que el verdugo siga teniendo una función esencial. No obstante, esa
función ha de ser redifinida en el marco de la “sociedad del conocimiento”.
Artículo 24: dado que el bien fundamental de la “sociedad del conocimiento” es
el conocimiento, serán las funciones del verdugo en esa sociedad:
1. suprimir a todos los obstáculos y neutralizar a todas aquellas personas
que se opongan al avance del conocimiento, ya fuese reivindicando la
libertad, la igualdad o la distribución de las riquezas
2. practicar la tortura de aquellas personas, grupos o instituciones que se
nieguen a reconocer la naturaleza de las cosas y su expresión lingüística
a través de las diferentes ciencias.
Artículo 25: dado que en la “sociedad del conocimiento” la realidad física ocupa
un papel subsidiario, la aplicación de la pena capital y la tortura no deberá entenderse de
un modo meramente físico, tal y como ocurrió en otras épocas de la historia y como
episódicamente ocurre en la actualidad en países que todavía no se integran plenamente
en este tipo de sociedad, sino psicológica y lingüisticamente.
Glosa: el conocimiento se plasma lingüísticamente, ya sea en lenguajes
científicos y formales o en los lenguajes ordinarios (lenguas habladas). Esos lenguajes
se transmiten a través de los medios de comunicación. Por ello el control de los medios
de comunicación (informáticos, audiovisuales, impresos) y sus correspondientes
desarrollos institucionales es fundamental para lograr el ejercicio de las artes del buen
gobierno.
Artículo 26: sólo quienes gobiernan el mundo y la Universidad tienen derecho a
establecer los significados de las palabras y a fijar los criterios de la verdad y la
falsedad.
Glosa: en la “sociedad del conocimiento” la realidad sólo puede ser conocida a
través de los medios de comunicación y mediante los lenguajes existentes. A esa
realidad se le llama realidad virtual. Los que gobiernan, gobiernan porque conocen la
realidad gracias a su inteligencia. Si la realidad es virtual, ellos no sólo tienen derecho a
controlarla, sino también a crearla, no sólo de la forma más inteligente, sino también
con vistas a mantener la existencia de la desigualdad y a favorecer la producción de las
riquezas y su reparto desigual, en aras del bien común. Por ello el producto resultante,
además de ser bueno y justo , también será verdadero. Cuando un ser humano no conoce
la verdad está equivocado. Cuando está equivocado toma decisiones que le perjudican.
Si ello se hiciese colectivamente surgiría el caos social. Por ello , con el fin de evitarlo y
lograr el bien común, quienes gobiernan tienen derecho a establecer los significados de
las palabras, a regular su uso, y a fijar los únicos criterios válidos de la verdad y la
falsedad.
Artículo 27: serán, pues, las funciones esenciales del VERDUGO:
1. eliminar todos aquellos obstáculos y neutralizar a todas personas, grupos
o instituciones, que se niegen a aceptar la realidad virtual tal y como es
2. torturar los lenguajes y los sistemas de comunicación, con el fin de
alejarlos de la mentira y obligarlos a aceptar la realidad virtual.
Glosa: todos los sistemas normativos de las Universidades deberán estructurarse
de modo que se pueda lograr este fin. Una vez que esto se haya conseguido y que se
pueda controlar a la mayoría disidente, gracias al incremento de su conocimiento, se
lograrán cumplir los fines básicos de los sistemas académicos, a saber:
a)-fomentar la desigualdad, gracias a la creación de élites diferenciadas por
citerios de excelencia.
b)-establecer el gobierno de los inteligentes.
c)-permitir y obligar a que los inteligentes se enriquezcan, en aras del bien
común.
d)-construir un lenguaje y unos sistemas de comunicación obligatorios, que
establezcan lo que es real y lo que no lo es, lo que es posible y lo que es imposible.
e)-obligar a que la mayoría acepte ese lenguaje y ese gobierno, gracias a la
institución del verdugo.
d)-continuar denodamente la ardua labor de instrucción y educación de la
mayoría de los tontos, con los fines siguientes:
1. que acepten que son tontos , y que no saben.
2. que acepten que deben ser gobernados por su bien.
3. que acepten que no están capacitados en modo alguno para saber quiénes
son y cuál es el mundo en el que viven, y que no se puede salir de la
realidad virtual.
4. que sepan que siempre estará presente el VERDUGO.
Colofon: doctrina de la virtud.
1)-Llamamos hábito a la repetición de una acción. La repetición constante de
una acción suele engendrar cierta inercia que nos lleva a volver a ejecutarla, por ello se
suele decir que un hábito es una segunda naturaleza.
2) Existen dos clases de hábitos: las virtudes y los vicios. Se llama virtudes a los
hábitos en los que tendemos a repetir una acción buena y vicios a los hábitos en los que
tendemos a repetir una acción mala.
3)- Las virtudes y los vicios se corresponden con el orden natural de las cosas,
que es objeto de estudio de las diferentes ciencias. Dado que según el orden natural de
las cosas los hombres son por naturaleza desiguales, debe existir una doble moral: la
moral de la minoría y la moral de la mayoría.
4) -La moral de la mayoría debe estar orientada a que la minoría pueda
desarrollar su propia moral. Por ello puede darse el caso de que una acción que para un
miembro de la minoría es un virtud, para un miembro de la mayoría es un vicio. Ello
sería así si con la práctica de esa supuesta virtud se pervirtiese el orden natural de las
cosas.
Son Virtudes de la minoría:
a)-el dogmatismo. Un miembro de la minoría debe estar totalmente seguro de
poseer un saber absolutamente cierto, lo que deriva de su dominio del método científico,
que maneja gracias a su inteligencia.
b)-la omnisciencia. Un miembro de la minoría debe ser consciente de que se
sabe todo. Si bien él no puede pretender saberlo todo, si que ha de saber que los que
componen su grupo se reparten todo el saber entre sí.
c)-la prepotencia. Un miembro de la minoría debe dar siempre a conocer su
saber gracias a una actitud prepotente, en la que exhiba y muestre una gran seguridad en
sí mismo y en los demás miembros de su grupo. La prepotencia es necesaria para el
ejercicio de la autoridad, que, tal y como habíamos mostrado, se basa en la existencia
del Verdugo.
d)-la arrogancia. Un miembro de la minoría exhibirá siempre su saber, sus
méritos y honores y sus riquezas. Al hacerlo contribuirá a mostrar a los demás la
seguridad que tiene en sí mismo y en su grupo. De este modo conseguirá intimidar a los
miembros de la mayoría, que siempre deben ser gobernados mediante el temor.
e)- la vanidad. Toda alabanza es poca si un miembro de la minoría se la hace a
sí mismo, pero también debe intercambiar constantemente alabanzas con los demás
miembros de su grupo, que a su vez deben despreciar constantemente a la mayoría.
f)-la avaricia. Como de la producción de la riqueza y la acumulación de los
bienes por parte de las minorías se derivan benficios para la mayoría, se puede deducir
que el ansia de riquezas de cada uno de los miembros de la minoría, así como su lucha
en dura competencia por las mismas, es la principal garantía del bien común.
g)-la intolerancia. Un miembro de la minoría ha de ser intolerante, tanto en el
campo del saber como en el ejercicio de las nobles artes del gobierno. Las opiniones son
muchas, pero la verdad es sólo una. Cuando se posee la verdad no se puede ser tolerante
con quien vive en la opinión equivocada, ya que quien vive en la opinión equivocada
obra en contra de su propio bien. Esto se aplica tanto en el campo del conocimiento,
como en el del gobierno. En el campo del gobierno, del error y el vicio dimana el
desorden cuando no se consigue hacer creíbles las amenazas del verdugo. Por ello la
intolerancia deberá ir siempre unida a la presencia en cada lugar y en cada momento de
ese verdugo omnisciente, infalible y despiadado, que es la única garantía del orden
social y el bien común.
i)- la lujuria. Llamamos lujuria a la satisfacción de toda clase de deseos
corporales de la minoría por parte de la mayoría o de la minoría misma. Los deseos
corporales de todo tipo (sexual, culinario...) son un mecanismo básico de la producción
de bienes materiales. Dado que de la producción de bienes materiales deriva el bien
común, se puede deducir que de la satisfacción de los deseos corporales de la minoría
deriva el bien común. Esto ya había sido formulado por Bernard Mandeville en el siglo
XVIII, con el lema “los vicios privados son las virtudes públicas”.
j)-el paternalismo. Los miembros de la minoría deben ejercer en la sociedad
una función educativa, ya que ellos son los que saben. Por ello deben practicar el
patrernalismo. Llamamos paternalismo a la acción de enseñar a los inferiores y de no
aprender nunca nada de ellos. El ejercicio del paternalismo debe aunar la displicencia y
el desprecio con la compasión.
k)- la displicencia. Es una consecuencia natural de la omnisciencia y la
arrogancia. Consiste en saber siempre mantener la distancia con los inferiores, de modo
tal que ellos siempre sean conscientes de la superioridad de los que mandan.
l)-la compasión. Los que pertenecen a la minoría deben compadecerse de
aquellos que son inferiores, pero siempre despreciándolos, del mismo modo que se
compadecen de los animales. Cuando nos compadecemos de un gato no deseamos ser
gatos. Por esta razón, la minoría en su ejercicio de la compasión no debe identificarse
con los inferiores, sino distanciarse de ellos.
Son Virtudes de la mayoría:
a)-la inseguridad. Los miembros de la mayoría nunca deben estar seguros de
que saben nada, si no los avala un miembro de la minoría.
b)-la ignorancia. Pertenecer a la mayoría es básicamente ser un ignorante. Por
ello los miembros de la mayoría deben reconocerlo así siempre y ser conscientes de su
incapacidad intelectual y su inferioridad moral.
c)-la humildad. De lo anterior se deduce la necesidad de la humildad. Si los
miembros de la mayoria son ignorantes, incapaces, y además no están seguros, ¿de qué
van a estar orgullosos?
d)-la generosidad. Los miembros de la mayoría deben ser generosos, con los
demás miembros de la mayoría, y sobre todo con los miembros de la minoría. Ya que es
de la avaricia de los miembros de la minoría de donde ellos obtienen la mayor parte de
sus beneficios.
e)-la tolerancia. Los miembros de la mayoría deben ser tolerantes y
comprensivos. Ello es lógico. Como son inseguros e ignorantes, deben practicar la
tolerancia con los miembros de su grupo y con los miembros de la minoría. La práctica
de la tolerancia con los miembros de la minoría es el único mecanismo del que disponen
los miembros de la mayoría para evitar que entre en acción el verdugo.
f)-la sumisión. Los miembros de la mayoría deben someterse siempre a los
deseos de la minoría, ya fueren sexuales u de otro tipo, y ser conscientes que de ello
deriva la mayor parte del bien y el placer común.
g)-la admiración abyecta. Los miembros de la mayoría deben admirar
constantemente las capacidades intelectuales, los bienes, los honores y los privilegios de
los que gobiernan. Deben hacerlo sin complejos ni rebozo, dando así muestras del
conocimiento de su naturaleza inferior, lo que constituye la única vía posible para
salirse de su baja condición y superarse a sí mismos.
d)-la perfidia y la traición. Los miembros de la mayoría han de estar siempre
dispuestos a someterse a quien manda. Si se diese el caso de que algunos de los
miembros de su grupo, presas de su ignorancia y falta de control de sí mismos,
pretendiesen alterar el orden natural de las cosas, deberán engañarlos, delatarlos a sus
superiores y ponerlos en manos del Verdugo, porque el dolor de los muchos es la
principal fuente del placer de los pocos, y el placer de los pocos es la principal fuente de
la que mana el bien común.
Capítulo 4
Cienciometría, o nueva ciencia de la mecánica racional universitaria
“El poder atonta”
(Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos)
Siempre se debe saludar con alborozo el nacimiento de una nueva ciencia, ya
que la firmeza renovada de los conocimientos que puede suministrarnos no sólo nos es
de gran ayuda para conocer la realidad y a nosotros mismos, sino que es, a su vez, un
instrumento indispensable para el ejercicio de las nobles artes del gobierno.
En el caso que vamos a tratar, el de la Cienciometría, no hay nadie que pueda
dudar de la utilidad de tan nuevo conocimiento, puesto que a partir de él, por primera
vez, se puede establecer el gobierno racional de las Repúblicas de los sabios, también
llamadas Universidades.
El dominio de las sofisticadas técnicas de la Cienciometría capacita a aquellos
que gobiernan para ejercer sus funciones de forma no sólo razonable, sino también
paternal y benéfica, sobre todos aquellos de sus administrados que, debido a su
temprana edad, escasa experiencia y falta de formación, no son evidentemente capaces
de gobernarse a sí mismos.
Como ha ocurrido históricamente con el nacimiento de la mayor parte de las
ciencias, en el caso de la Cienciometría es sorprendente y admirable al ver cómo,
partiendo de unos sencillos principios de validez universal, se pueden llegar a formular
auténticas leyes matemáticas que, sin duda alguna, nos revelan la estructura profunda de
la realidad.
Nace la Cienciometría a partir de unas geniales intuiciones, que se pueden
formular como axiomas, y cuyo desarrollo formal nos permitirá entender las complejas
génesis y estructuras de todos los conocimientos científicos.
Estos axiomas se pueden formular del modo siguiente.
A-1: todo el conocimiento es numerable.
A-2: en la producción del conocimiento existe una unidad mínima, o átomo del
conocimiento, que se llama artículo (a partir de ahora paper, puesto que el inglés es el
idioma de la ciencia por definición).
A-3: los papers se pueden sumar, pero no restar, porque todo artículo por
definición es un mérito.
A-4: los papers se pueden multiplicar, constituyendo asociaciones de autores
que lo elaboran juntos, o también dividir, si se lee el número de firmantes al revés, y se
da a cada uno lo suyo.
A-5: un paper no posee valor por sí mismo; para que pueda ser valorado debe
ser citado.
A-6: todas las citas de un paper son siempre números enteros positivos.
Corolario de A-6: si toda cita es positiva lo es más la cita de una cita. La cita de
una cita es igual al producto de ambas:
c.c=c2
Partiendo de estos axiomas se pueden desarrollar los siguientes teoremas:
Teorema 1: se llama currículum al impacto que desarrolla un profesor a lo largo
de un determinado tiempo. Siendo el impacto el número de sus citas.
El currículum medio universitario corresponde a una campana de Gauss:
Teorema 2: todo profesor posee una masa, que es igual al número de sus
papers.
Mp=Mpapers
Teorema 3: todo profesor se mueve en su carrera a una determinada velocidad,
que es igual a su impacto dividido por el tiempo.
Vp= I/t
Teorema 4: todo profesor posee una aceleración, que es igual a su velocidad
dividida por el tiempo.
Ap=Vp/t
Teorema 5: todo profesor se mueve en su carrera con una fuerza, que es igual a
su masa multiplicada por su aceleración.
Fp=mp.Ap
Teorema 6: todo profesor posee una energía cinético-académica, que es igual a
su masa multiplicada por el cuadrado de su velocidad.
Ep=mp.(Vp)2
Teorema 7: cuando un profesor, o un grupo de profesores logran la excelencia,
y pasan del sistema de citas al de citas de citas, debemos abandonar la mecánica clásica
y pasar a la relativística, en la cual:
Ep=mp.c2
Siendo c no la velocidad de la luz, sino la cita.
Teorema 8: todo profesor posee una masa (m), pero también una carga (Q). Los
profesores se atraen en proporción a sus masas y se repelen en proporción a sus cargas,
de acuerdo con las leyes básicas de la mecánica y el electromagnetismo:
1. Atracción: dos profesores de un campo (g) –esto es una constante de
área (de conocimiento)- se atraen proporcionalmente al producto de sus
masas y de modo inverso al cuadrado de su distancia académica. Así la
fuerza de atracción es:
FA=g.m1.m2 / d2
2. Repulsión: dos profesores de la misma carga se repelen –con una
constante de área (K)- de acuerdo con la fórmula
RR= K.Q1.Q2 / d2
Teorema 9: un sistema académico está en equilibrio cuando la distancia entre
dos profesores es tal que ni se atraen ni se repelen. De modo que:
FA=RR
o bien:
g(m1.m2/d2)= K (Q1.Q2/d2)
o sea:
(g.m1).(g.m2)/d2=(K.Q1).(K.Q2)/d2
Teorema 10: un profesor puede ser considerado como partícula –dotada de más
o menos masa- o como onda de citas.
En la consideración de un profesor como onda de citas se debe tener en cuenta
la frecuencia y la longitud de las mismas, multiplicando por (γ) la constante propia de su
campo.
De acuerdo con los teoremas anteriores puede establecerse una fenomenología o
tipología de los profesores, por ejemplo:
a) Profesor uniformemente acelerado, que incrementa a un ritmo exponencial
al número de sus citas.
b) Profesor uniformemente decelerado, en el caso contrario.
c) Profesores en equilibrio.
1) Estable (que están bien)
2) Inestable (que no lo están)
3) Indiferente (que les da igual)
Si examinamos a los profesores desde el punto de vista de la geometría
euclidiana, la Cienciometría nos permite deducir resultados sorprendentes, por ejemplo,
para la constitución y consolidación de los grupos de investigación, que a partir de
ahora se podrá hacer de modo racional.
Así, por ejemplo, sea P1 un profesor, el cuadrado de cuyas citas (Cp12) sea igual a
la suma de los cuadrados de las citas de otros dos profesores:
Cp12=Cp2
2+Cp32
Entonces estos profesores constituyen un triángulo rectángulo de acuerdo con
el Teorema de Pitágoras.
De ello podremos deducir:
1) Que la suma de sus ángulos será igual a 180º, lo que es de máximo interés.
2) Que por formar un triángulo rectángulo han de constituir un modelo de
grupo de investigación
3) El profesor principal será llamado hipotenusa (para contribuir a la igualdad
de género) y los otros dos catetos.
Si conseguimos formar los grupos de investigación partiendo de las propiedades
geométricas tendremos una base clara y firme sobre la que desarrollar nuestra política
científica.
Continuando en el campo de la geometría euclidiana podremos llegar a saber,
por ejemplo, el área de un profesor.
Siendo C2 de sus citas igual a π2, ya que cuantas más tiene más se hincha,
podremos calcular su área en el plano, de acuerdo con la fórmula:
Areap= πr2=πc2
de lo que se deduce la preminencia de los profesores redondos, aunque lo mejor
es que fueran esféricos, de acuerdo con la fórmula:
Volp=4/3πr3=4/3πc3
lo que es muy difícil de conseguir, ya que uno debe llegar a merecer la hipercita
(la cita de la cita de la cita). Por eso hay pocos profesores esféricos.
Hay cosas que incluso en matemáticas son muy difíciles de explicar, pero que
son ciertas. A eso se les suele llamar conjeturas.
Si hacemos caso a las conjeturas de Goldbach, que dicen:
1) Que todo número par igual o mayor que cuatro es igual a la suma de dos
números primos.
2) Que todo número impar igual a mayor que nueve, es igual a la suma de tres
números primos.
Nos encontraríamos con que:
1) Para todo profesor que tenga un número par de citas –mayor o igual a cuatro-
debe haber dos profesores (profesores primos) cuyo número de citas sea
impar y que sumados sean iguales a los del profesor principal.
2) Para todo profesor que tenga un número de citas impar –mayor o igual que
nueve- debe haber tres profesores con citas impares que sean números
primos cuya suma sea igual a las citas del investigador principal. Ahora
necesitaremos tres profesores primos.
Debe haber muchos profesores primos para que pueda desarrollarse la
investigación. No hay ningún ordenador en el mundo que pueda falsar las conjeturas de
Goldbach. Además los números primos son fundamentales en informática.
De ello podremos deducir que una universidad se compone de dos conjuntos de
profesores: el conjunto de los profesores primos y el conjunto de los profesores
principales (pares o impares).
Si no existiesen profesores primos no podría haber profesores principales,
porque si dos números primos se ponen de acuerdo en no sumarse, desaparecen el
número par –mayor o igual a 4- y el impar- mayor o igual a 9.
Existen dos elementos peligrosos para la existencia del conocimiento científico.
El primero de ellos son evidentemente los números primos, cuya huelga general
derrumbaría el sistema.
El segundo son las magnitudes negativas.
Establece el axioma A-3 que los papers se pueden sumar, pero no restar, y el A-
6 que todas las citas son positivas. Si eso no fuese así sería terrible, porque la suma de
papers positivos y negativos podría ser igual a cero.
Entonces: un profesor podría quedarse sin masa, sin velocidad ni aceleración, sin
fuerza y sin energía.No se puede saber si podría avanzar para atrás, y tener entonces una
carrera académica de este tipo.
O de este otro
En el segundo caso, su vida iría marcha atrás y penetraría en un universo
paralelo de los que conjetura Stephen Hawking.
Aunque puede haber conjeturas brillantes la Cienciometría, que es una ciencia
positiva y empírica, no las suele tener en cuenta, porque no son comprobables
experimentalmente.
Universidad sólo hay una, del mismo modo que sólo hay un universo. No
estamos de acuerdo con la teoría de los multiversos, no creemos en la materia oscura, en
los colapsos gravitatorios ni en las catástrofes cosmológicas.
Quienes cultivamos la Cienciometría lo sabemos todo. Por eso gobernamos y
tenemos derecho a gobernar.
Sólo aquellas personas – o profesores ignorantes- que carecen de conocimiento y
formación pueden poner en duda la validez de nuestros axiomas. Cuando lo puedan
comprender se darán cuenta del principio que lo resume todo: “Todo está bien”.
Capítulo 5
Anxietas honorum et delirium adiministrativum:
una pandemia académica en el mundo occidental
“C´est toujours la chose génitale”
J.M. Charcot (psiquiatra, París, fines del siglo XIX)
“Esto eche de abaixo”
J. G. R. (ex conserje de la USC, siglo XX)
No cabe duda alguna que es precisamente la psiquiatría una de las ciencias que
más han contribuido al estudio y comprensión de los comportamientos humanos, tanto
considerados a nivel individual como colectivo. A lo largo de la historia del Occidente
europeo se han producido una serie de pandemias psíquicas, en las cuales colectivos de
mayor o menor extensión, comenzaron a experimentar los mismos conjuntos de
síntomas de modo inexplicable. Estas pandemias, que en su momento suelen aparecer
de un modo más o menos misterioso, también desaparecen de la misma forma.
Por citar algunas, y sin caer en un deseo de exhaustividad que podría tener un
cierto carácter obsesivo, podríamos recordar el famoso “baile de san Vito”, las cofradías
de “flagelantes” que en la Baja Edad Media vagaron a lo largo de Europa, la “mania
deambulatoria” de reclutas y conscriptos, que tantos quebraderos de cabeza dio a los
psiquiatras de fines de siglo XIX, o el misterioso “síndrome de personalidad múltiple”,
siempre unido a una etiología en la que aparecen los abusos sexuales en la infancia, y
que fue objeto de especial atención en el DSM-IV (el manual de diagnóstico
psiquiátrico de referencia mundial, que por supuesto está en inglés).
La pandemia objeto de nuestro interés surgió en las universidades americanas de
los años noventa del siglo XX, y a partir de ellas se difundió a las universidades
europeas a fines del pasado siglo, en las que adquirió una fisionomía propia, que ha
permitido a algunos estudiosos hablar del “Síndrome de Bolonia”.
La extensión de la pandemia es fácilmente explicable por la gran movilidad que
caracteriza al mundo académico, por la pasión de muchos profesores por viajar en avión
(lo que ha dado lugar al nacimiento de una figura conocida con el nombre de “jet
profesor”), y por la tendencia académica a reunirse frecuentemente en congresos,
simposios y actos sociales de todo tipo. No obstante, y tal y como está perfectamente
atestiguado en la historia de la psiquiatría, al llegar la enfermedad a un medio social y
cultural diferente adquiere una fisionomía propia, que en este caso hará que el
componente delusivo, o delirante, adquiera mayor vigor en Europa que en los EE. UU.
En los EE. UU. los universitarios pasaron a creer que eran empresarios, y actuaron en
consecuencia. En Europa también, pero no aplicaron lo que dijeron que eran.
Intentaremos a continuación ofrecer un resumen de los conocimientos que se
poseen actualmente acerca de esta enfermedad, dejar claros cuáles son los criterios
diagnósticos de la misma, y explicar los tratamientos que hasta ahora se han intentado,
con bastante poco éxito, para acabar proponiendo un “programa de investigación
científica”, que, con la financiación adecuada, podría contribuir sin duda alguna a lograr
una terapéutica definitiva, que sirviese de alivio de los sufrimientos individuales y
colectivos propios de esta enfermedad.
Criterios diagnósticos
Para que se pueda hablar de una “ansiedad por los honores”, unida a un “delirio
administrativo” deberíamos fijarnos en si el paciente, o el grupo de pacientes, presentan
los siguientes síntomas.
Se trata de una persona insegura, que intenta controlar su ansiedad y su miedo al
caos y al desorden mediante esos dos tipos de comportamientos, que pueden resultar
similares, en algunos aspectos, al TOC (transtorno obsesivo compulsivo).
Si fracasa en el intento será víctima de crisis de ansiedad unida a ataques de
pánico, que pueden cursar de dos maneras: con el desarrollo de una ansiedad psicótica,
acompañada de alucinaciones, casi siempre de tipo persecutorio; o bien, y esto suele ser
lo más común, con crisis de ansiedad que se manifiestan en cuadros de carácter
somático que pueden cursar con vértigos, sudoración, temblores, nauseas y vómitos,
insomnio y falta de apetito y deseo sexual.
Con el objeto de evitar estas crisis los pacientes desarrollan varios tipos de
estrategias defensivas de carácter social, en las cuales tratan de consolidar su autoestima
mediante una necesidad patológica de reconocimiento académico y personal, que se
manifiesta en el deseo de recibir constantemente elogios y alabanzas y de acumular
signos de reconocimiento externo, consensualmente fijados. Manifiestan normalmente
un gran orgullo por su capital simbólico acumulado. Un profesor con esta
sintomatología, M. P. C., solía siempre repetir: “desde luego tengo un currículum que
no me lo merezco”, expresión que plasma muy bien la dinámica psicológica de la que
estamos hablando.
Pero estas estrategias de reequilibrio psíquico no tienen valor alguno si no se
consiguen desarrollar en un entramado social; de ahí la necesidad que sienten
imperativamente estos pacientes de formar grupos de alabanza y reconocimiento
mutuos, en los que cada uno pueda verse reflejado en los demás, mediante un
mecanismo inconsciente en el que el paciente siente, como decía uno de ellos: “ yo soy
tú y tú eres yo”, frase especialmente interesante, ya que recuerda un famoso capítulo de
la Fenomenología del Espíritu de Hegel que fue objeto de interés prioritario por parte
de Jacques Lacan.
Como resultado de estas estrategias socializadoras los pacientes desarrollan los
siguientes síntomas:
1) maquiavelismo compulsivo: intrigan constantemente entre sí y creen
que todo el mundo está también siempre intrigando.
2) transaccionismo febril: creen que todo se debe negociar y que siempre
es necesario llegar a acuerdos que satisfagan a todos. Ello es así
porque si hubiese un conflicto su mundo simbólico se les derrumbaría,
al no poder soportar la agresión y la ansiedad.
3) panglosismo social: creen (como el famoso doctor Pangloss de
Voltaire) que viven en el mejor de los mundos posibles, en el que ellos
siempre han de resultar beneficiados y los demás nunca serán
perjudicados, lo que es notoriamente imposible, La razón de ello es la
misma que la expuesta en el caso del síntoma 2.
4) Verbalismo incontrolado: como en su profesión es fundamental el
dominio del lenguaje verbal y escrito, canalizan todas sus agresiones y
frustraciones verbalmente, y sienten la necesidad compulsiva de
discutir, razonar y tener siempre razón, y convencer, o por lo menos
callar al adversario. Este verbalismo será fundamental en su
componente delusivo.
5) Asociacionismo compulsivo: necesitan estar constantemente reunidos,
y para ellos crean: comisiones, subcomisiones, grupos de trabajo,
comités, asociaciones, congresos y todo tipo de actos colectivos en los
que puedan reforzar su autoestima, frenar su ansiedad y encontrar
seguridad.
6) Pasión por las jerarquías y admiración por la autoridad. Su grado de
satisfacción en un entramado social dado depende del logro de un
estatus elevado, que sea el fruto del reconocimiento de un capital
simbólico y un crédito académico acumulado. Por esa razón esa
satisfacción se incrementa si pueden ejercen la autoridad y ascender lo
más posible en la jerarquía social. De ahí la proliferación de cargos,
títulos, rangos y distinciones que se desarrolló primero en los EE. UU.
y posteriormente en Europa.
7) Delirio normativo, o pasión por hacer reglamentos y regularlo todo,
contemplando todos los casos. Este delirio es una consecuencia del
síntoma 4, es decir de su verbalismo, plasmado en este caso por
escrito. El delirio normativo refleja su necesidad de seguridad personal
y es un mecanismo de control de la ansiedad.
8) Delirio analógico-normativo. Es un desarrollo del anterior. Gracias al
uso de la analogía, característico del pensamiento delusivo (o
delirante), toda norma siempre puede ser desplazada metafórica o
metonímicamente, con los mecanismos cognitivos siguientes: a mi no
la aplico porque yo soy distinto (metonimia), y se la aplico al otro
porque es igual cuando yo digo que es igual (metáfora).
9) Holismo delusivo: su pensamiento y sus sistemas normativos son
irrefutables. Lo contemplan todo, lo regulan todo y nadie los puede
refutar, ya que las refutaciones siempre pueden ser salvadas con
argumentos ad hoc (cinturón protector del delirio).
10) Infalibilidad delirante: su delirio no es refutable, ya que hay dos clases
de hechos en el mundo real: los que los confirman, que lo confirman, y
los que lo refutan, que también lo confirman, ya que son elaboraciones
resultado de los procesos de maquiavelismo y transaccionismo,
descritos en los síntomas 1 y 2.
Este cuadro clínico es muy importante porque, al formar parte de una pandemia,
puede, y de hecho ya ha llegado a condicionar, la vida colectiva de algunas instituciones
académicas norteamericanas y europeas, alejándolas de sus fines específicos.
Un delirio aleja a la persona que lo sufre de la realidad. Esa persona puede
sobrevivir socialmente si sus recursos económicos y sociales le permiten alcanzar un
equilibrio con los grupos a que pertenece, sin entrar en contradicción con ellos. Sin
embargo, cuando un delirio se hace colectivo puede ser peligroso, por dos de razones: o
bien porque fruto del delirio común puede desarrollarse una agresividad grupal, como
ocurre en algunos movimientos políticos de funesta memoria, en los que el delirio crea
un enemigo imaginario que debe ser exterminado (este no es el caso del delirio
administrativo); o bien porque el grupo delirante crea un sistema hipercomplejo y
estanco que lo aísla de la realidad. Este suele ser el preludio de su fin, puesto que la
diferencia entre el mundo verbal y normativo y el mundo real es tan grande, y la
capacidad de adaptación del grupo tan pequeña, que ante determinados estímulos
externos se derrumban. Ejemplos famosos de ello fueron el Bajo Imperio Romano, con
su compleja administración y sus redes de funcionarios altamente jerarquizados, que no
supieron ver que los bárbaros estaban a la puerta de sus ciudades; la URSS y los países
del Este, en los que el mundo de la planificación económica, política y administrativa
llegó a estar tan distante del mundo social que nadie pudo prever, ni mucho menos
lamentar, su definitivo colapso.
Estos colapsos sociales pueden tener correlatos biológicos, como el del fin de los
dinosaurios: enormes y complejos sistemas autorregulados que no supieron responder a
la fuerte agresión al medio que supuso el impacto de un meteorito, y que dieron la
oportunidad de desarrollarse a nuestros antepasados: los mamíferos roedores.
Con el fin de contribuir al interés común y evitar las trágicas consecuencias que
un desplome del mundo académico podría suponer, expondremos a continuación las
hipótesis científicas que podrían explicar estas patologías y las posibles terapias a
desarrollar. Estas terapias han de dar lugar a importantes líneas de investigación que
deben ser planificadas, mediante el desarrollo de proyectos I+D, y en las que la
colaboración de la industria químico-farmacéutica podría desempeñar un papel
fundamental.
Estas hipótesis etiológicas son de tres tipos: anatómico-patológicas, bioquímicas,
y psicosociales.
Enseñanzas de la anatomia.
Se propone desarrollar una línea de investigación que intente comprobar la
siguientes conjeturas racionales.
El síndrome de Bolonia obedece a malformaciones cerebrales de quienes lo
desarrollan, debidas a :
1. insuficiente desarrollo del cuerpo calloso.
2. débiles conexiones neuronales entre el lóbulo frontal izquierdo y las
áreas de Broca y Wernicke.
El cuerpo calloso es una estructura anatómica que une los lóbulos frontales
izquierdo y derecho. Esta más desarrollado en las mujeres que en los hombres, lo que
explica la mayor flexibilidad mental que las personas de este género poseen (recuérdese
la famosa frase según la cual los hombres no somos capaces de hacer dos cosas a la
vez).
El lóbulo frontal izquierdo está unido a las capacidades del pensamiento
abstracto y a la habilidad espacial, así como al dominio del lenguaje, mientras que el
lóbulo frontal derecho se relaciona con otras capacidades, como las de tipo artístico y
permite el desarrollo de un pensamiento más flexible.
Los enfermos del síndrome de Bolonia parecen poseer un déficit de desarrollo de
este cuerpo, que les lleva al hiperverbalismo, al amor por lo normativo, lo abstracto y al
deseo de control excesivo, dando claras muestras de falta de flexibilidad. Ello podría
explicarse si su cuerpo calloso fuese anormalmente estrecho, como ocurre en otras
enfermedades que cursan con delirios, como la “esquizofrenia con síntomas floridos”.
Si a ello se uniese una conexión deficitaria entre las áreas lingüísticas del
cerebro y el lóbulo frontal izquierdo, se podría explicar el verbalismo vacío y carente de
conceptos, así como la necesidad de discutir y tener siempre razón que es característica
de estos pacientes.
Si esto fuese cierto se explicaría por qué en las universidades hay más hombres
que mujeres como profesores y por qué los cargos los ocupan más personas de género
masculino, sin necesidad alguna de recurrir a hipótesis históricas o sociológicas, las
cuales, además de ser de dudoso gusto, carecen de la sólida base empírica y
experimental sobre la que se construyen las auténticas ciencias.
Para comprobar esta hipótesis se propone desarrollar una investigación
anatómico-morfológica que las confirme, mediante la disección. Se tomará una muestra
estadística compuesta de profesores de tres tipos:
1. con responsabilidades académicas
2. sin ellas, pero con alto estatus
3. sin ellas y de bajo estatus.
Dado el desarrollo de la enfermedad y su impacto se propone que el 45 % sean
del tipo 1, el 35% sean del tipo 2 y el 20% sean del tipo 3.
La disección se hace normalmente post mortem, pero esto tiene el inconveniente
de que siempre será difícil obtener la muestra adecuada, y además que las patologías
que hayan podido causar los correspondiente óbitos podrían alterar las estructuras
morfológicas. Por ello se propone la práctica de la vivisección. Dado que los prejuicios
morales impedirían hacer el trabajo en EE. UU. o Europa se propone conseguir
financiación para montar una universidad en el África Subsahariana, favorecer el
desarrollo de la enfermedad a sus profesores y posteriormente viviseccionarlos. Dado
que la fundación de esa universidad contribuiría decisivamente al desarrollo sostenible
en esa parte del mundo, no creemos que el correspondiente gobierno se opusiese al
estudio, puesto que es bien sabido que la única parte del mundo en la que los gobiernos
son corruptos es África.
Mientras no se confirme la hipótesis no se recomienda utilizar la neurocirugía, a
pesar de los grandes progresos que ha hecho, puesto que además no se trata de cortar,
sino de pegar, y eso es más difícil. Por ello de momento sólo podemos recomendar la
TEC (terapia electroconvulsiva), que tan buenos resultados vuelve a dar en el
tratamiento de la depresión, y cuya caída en desuso sólo se puede explicar por los
prejuicios anticientíficos en contra del electromagnetismo, que derivan de los escasos
conocimientos que la sociedad posee de las ciencias físicas. Además, en el electroshock
al cerebro le llega muy poquita corriente.
Algunos pacientes tratados con la TEC, después de olvidar todo lo que habían
aprendido, han llegado a recuperar la plenitud de sus conocimientos y han superado
tanto su ansiedad por los honores como sus delirios normativos y verbales. Otros no,
pero ya se sabe que el modelo determinista en la física está hace mucho tiempo
abandonado.
La química es la vida
Desde el descubrimiento de los psicofármacos en los años cincuenta del siglo
XX se han logrado tan espectaculares progresos en la psiquiatría que creemos que se
puede afirmar que todas las enfermedades mentales tiene una causa bioquímica y que
siempre se podrá descubrir una molécula que las cure. Ello es así en el TOC, muy
similar al Síndrome de Bolonia. O en otros casos como el de la esquizofrenia.
Creemos que una explicación posible del Síndrome de Bolonia puede
encontrarse en el mal funcionamiento de algún neurotransmisor. Dado que se sabe que
la dopamina sube de nivel en la esquizofrenia paranoide, en la que están presentes
delirios, miedo a la persecución y en la que le lenguaje, los ritos y las obsesiones
desempeñan un papel fundamental, proponemos desarrollar un proyecto de
investigación I+D en el campo de la neurología y la bioquímica con el fin de sintetizar
la molécula de la familia del haloperidol o la risperidona, que cumpla en el Síndrome de
Bolonia el mismo papel que estos psicofármacos en el tratamiento de la esquizofrenia
paranoide. De este logro podría depender el futuro de nuestras futuras industrias
químicas de calidad y excelencia La patente obtenida aseguraría la hegemonía de
aquella industria o universidad que la lograse.
Mientras tanto se podría probar, más que nada por ver si funcionan, diferentes
tipos de antipsicóticos, ansiolíticos, e incluso antidepresivos, combinados a demanda. Y
a ver qué pasa.
Psicoterapia
Es esta una técnica anticuada, carente de una sólida base molecular, o física, que
dio lugar a ideas tan absurdas, como las de Charcot (impresionado sin duda por las
convulsiones y los gritos de sus enfermas histéricas del hospital de La Salpétriere), y ya
no digamos las cosas que dijo en su momento Freud, u otros psicólogos, que sólo les
aguantan el rollo a sus enfermos para cobrarles por hora.
Es cierto que la aguda observación del conserje J.G.R. (cita inicial) estaba
avalada por una amplia base factual. Por ello algunos investigadores llegaron a creer
que podría servir como validación de las hipótesis freudianas o charcotianas. Sin
embargo un buen metodólogo sabe que la repetición sistemática de un hecho no valida
siempre una teoría. Así, por ejemplo, del hecho de que algunos enfermos se curen en
Lourdes no se deduce que se pueda demostrar la existencia de la Virgen María.
Por esta razón no debemos poner excesivas ilusiones en la psicoterapia, aunque
se puede utilizar, así como así, para ver si funciona.
El problema de la psicoterapia es que no es cuantificable, no es medible, no
respeta las normativas, no está avalada por las sociedades científicas, no está
representada en los congresos, no tiene índices de calidad ni contribuye al desarrollo de
la excelencia, no es programable, deja una puerta abierta al caos, sirve para cualquiera y
cualquiera la puede aplicar. A veces se confunde con la religión y con la literatura. Hay
enfermos que hasta parecen poetas. Y eso no puede ser. Los humanos huelen mal,
muchos andan por ahí sucios. No entienden el valor de la higiene, del orden, de los
reglamentos. Circulan sin currículum, y consecuentemente no saben a dónde van.
Debemos circular siempre por el seguro camino de la ciencia. No hay ninguna
realidad que no se pueda explicar .Los que saben son los que deben gobernar. Entonces,
¿por qué tienen tanto miedo?
Capítulo 6
La Universidad triste
Un cuento para adultos idiotas
I
Cuenta una antigua leyenda que hubo una vez un maestro muy sabio, y como era
muy sabio quiso que los demás seres humanos compartiesen su sabiduría. Entonces creó
la Universidad. Pero ese maestro tenía un grave defecto: era muy vanidoso, y por eso
quiso que le sucediese alguien un poco más tonto que él. Así fue, y lo mismo ocurrió
con su sucesor. De este modo, en la Universidad los maestros empezaron a ser cada vez
más tontos, hasta que llegó un día en el que el maestro que tuvo que elegir a su sucesor
era tan tonto que no se dio cuenta de que elegía a un sucesor muy sabio y muy listo.
Pero este nuevo maestro también tenía el mismo defecto que el maestro
fundador: era muy vanidoso, y de este modo volvió a comenzar de nuevo el ciclo, que
hasta el día de hoy se repite eternamente.
II
Dice la historia que las Universidades se crearon en la Edad Media. No sabemos
por qué esa Edad se llamó así (probablemente fuese porque le faltaba la otra mitad). En
la Edad Media el mundo estaba dividido entre los señores y los siervos. Los siervos
trabajaban casi todos la tierra y los señores vivían de las rentas que les obligaban a
pagar. Unos señores eran guerreros y siempre se estaban peleando, pero, eso sí, sin
hacerse mucho daño. Ellos pensaban que era mejor que siempre hubiese guerra, porque
así ellos siempre estaban ocupados y los demás pensaban que los señores eran muy
necesarios para defenderlos. Otros señores eran curas y frailes, que vivían en los
monasterios y las catedrales, y que también eran muy ricos. Lo que ellos hacían era
hablar mucho. Unas veces hablaban con Dios, que casi nunca les contestaba (si alguno
lo oía entonces pasaba a ser un santo), pero casi siempre hablaban mucho entre ellos y
convencían a los siervos de que tenían que trabajar.
Los curas y los frailes decidieron una vez que podían reunirse entre ellos y
enseñarse unos a otros lo que sabían, y así crearon unas asociaciones que se llamaron
Universidades, en donde parece ser que se podía hablar libremente.
En la Edad Media, como el mundo aún no era perfecto porque le faltaba la
mitad, a todo el mundo le gustaba enfrentarse entre sí: los guerreros hacían torneos y se
enfrentaban a mamporrazos; los curas y los frailes se enfrentaban lanzándose latinajos
(el latín era una lengua antigua que ya nadie hablaba, pero los curas y los frailes la
sabían muy bien y en ella discutían y escribían sus libros manuscritos).
En las Universidades habían festejos en los que un estudiante, por ejemplo,
debía defender públicamente una tesis de su maestro. El estudiante recogía todas las
citas de los textos sagrados y de los textos de los antiguos griegos y romanos (que
tenían mucho prestigio) que estaban a favor de lo que su maestro decía, y también todas
las que decían lo contrario. Su mérito consistía en lograr demostrar que su maestro era
el que tenía la razón, y si lo conseguía se le daba un premio con un título honorífico, y
además hacían también una comida.
Este rito lo inventó un señor que se llamaba Pedro Abelardo, que era muy sabio
y se enamoró de una chica muy joven. El tío de la chica, que era un canónigo, castigó a
Abelardo haciendo que lo castraran, y encerró a la chica, que se llamaba Eloisa, en un
convento. Abelardo se hizo famoso por su desgraciado amor, pero en realidad por lo que
fue muy importante es porque inventó las tesis doctorales y porque sabía mucho.
En la Edad Media la Tierra era plana y por encima de ella había una esfera de
metal en la que estaban los planetas y las estrellas. Los planetas y las estrellas eran de
cristal, porque eran unos cuerpos perfectos e incorruptibles, y se movían porque los
empujaban los ángeles. Los ángeles tenían que empujarlos, decían los sabios, porque
todos los cuerpos son perezosos, y lo que les gusta es el reposo, como decía otro sabio
muy antiguo, que se llamaba Aristóteles y escribía en griego.
Cuando alguien, o el alma de alguien, conseguía subir muy alto y salir de la
bóveda de metal entonces entraba en el cielo. En la Edad Media (esto es lógico porque
como no era una Edad entera, la gente no era feliz), morían muy jóvenes, había muchas
enfermedades, como la Peste Negra, que la traían las ratas, se pasaba hambre, por lo
menos la pasaban la mayoría, y todo el mundo sabía que la vida era breve, brutal y
triste.
Por esa razón inventaron el cielo. Para ir al cielo había que morirse, pero el cielo
tenía muchas ventajas. En él se podía ver el rostro de Dios. El rostro de Dios era muy
bello y cuando alguien conseguía verlo era muy feliz y tenía mucha paz, como ocurre
cuando vemos el rostro de alguien que queremos. Además pasaba otra cosa, y es que
ocurría que, como los planetas eran perfectos y de cristal y se movían con armonía,
entonces el universo sólo producía una música maravillosa, que se llamaba la música de
las esferas. Al escuchar esa música y ver el rostro de Dios la gente era muy feliz en el
cielo. Pero también eran felices por otra cosa. Decía un fraile muy sabio, que se llamaba
Tomás y había nacido en una ciudad que se llamaba Aquino, que el mayor placer que
tenían los que estaban en el cielo era ver cuánto sufrían los que estaban en el infierno,
que es donde estaban los que habían sido malos. Santo Tomás era muy sabio y casi
seguro que le hablaban los ángeles (por eso lo llamaban el “Doctor Angélico”). Él
también había leído una tesis, y si esto es así entonces lo que dice tiene que ser verdad.
Los curas y los frailes discutieron tanto para ver quien tenía siempre la razón que
al final ya no sabían de qué discutir. Había unos frailes que decían que eso de discutir
tanto no era más que hacer ruido con la boca y le llamaban en latín hacer “flatus uocis”.
Había unos que dudaban de todo lo que sabían, pero otros no, y siguieron discutiendo
mucho tiempo sin dudarlo.
Como en la Edad Media los sabios lo sabían todo sobre Dios, los ángeles, los
demonios y los hombres, consiguieron inventar procedimientos muy interesantes para
investigar, por ejemplo, si un demonio estaba dentro de una mujer. Lo que había que
hacer era torturarla delante de un tribunal, para que pudiese confesar y liberarse del
poder del demonio. Hacían eso porque si no tenía dolor no sería capaz de decir la
verdad. A veces se equivocaban, porque si seguía diciendo que no estaba poseída la
tenían que torturar más, hasta que se librase del poder del demonio. Si se moría no
importaba porque se iba al cielo. Se iba al cielo y era una mártir si moría diciendo que
no estaba poseída y no lo estaba; y también se iba si lo estaba, porque su dolor la
liberaba del poder del demonio.
Para ir al cielo era bueno sufrir mucho. Los curas y los frailes decían que Dios
también había sufrido mucho por nosotros, y si él tenía que sufrir pues entonces los
seres humanos no iban a ser menos.
III
Poco a poco se fue acabando la Edad Media, aunque muchas cosas siguieron
igual. Y así empezó otro época, que llama Moderna porque es muy actual.
En la Edad Moderna el mundo cambió mucho porque la Tierra se convirtió en
una esfera redonda, se descubrió América y la gente empezó a viajar por todo el mundo.
En la Edad Moderna hubo muchas guerras, y esas guerras eran mucho más grandes y
moría mucha más gente. Ya no se peleaban los señores, sino los reyes, casi siempre por
cosas de la religión, porque los curas y los frailes, además de seguir discutiendo sin
parar en las Universidades, decidieron que los reyes defendiesen sus opiniones
teológicas a cañonazos.
Y así pasó el tiempo, hasta que todo el mundo se aburrió de pelearse por la
religión, y entonces inventaron una cosa que se llamó la Paz de Westfalia, que decía que
cada reino tuviese la religión que le diese la gana y que no diese la lata.
La gente cada vez se aburría más de las Universidades, y aunque los maestros
seguían peleándose a latinajos (o en sus propias lenguas), y los frailes seguían buscando
la verdad con la ayuda del potro de los tormentos y los abogados seguían ayudando a
los reyes; una serie de personas empezaron a buscar la verdad a lo largo del mundo y
decían que ya no valía la pena leer esos libros viejos.
Así, hubo un señor que se llamaba Renato Des Cartes, que anduvo de
mercenario por Europa adelante, que inventó una cosa que se llamaba la Geometría
Analítica y otras cosas que después se llamaron Ciencia Moderna. Ese Renato nunca
estuvo en la Universidad, aunque sabía mucho porque había estudiado con los jesuitas.
Investigó muchas cosas nuevas, inventó una nueva filosofía y muchas ciencias y se
murió de frío en Suecia, donde le daba clases particulares a una reina que se llamaba
Cristina (también hay quien dice que lo envenenaron).
Hubo otros, como Sir Francis Bacon, que empezaron a decir que la Universidad
no servía para nada, que había que hacer experimentos y observar la naturaleza para que
así los seres humanos llegasen a ser felices gracias a las ciencias. Francis Bacon era un
señor muy poderoso, que estuvo en la Corte de Inglaterra. A veces era un poco bruto:
decía, por ejemplo, que “la naturaleza es una puta que espera ser violada” (aunque él no
violaba putas, porque era homosexual). Con eso quería decir que los seres humanos
debíamos dominar y someter el mundo.
A veces Bacon se equivocaba. Decía, por ejemplo, que el Doctor Miguel Servet,
que murió quemado en una hoguera por hereje y por escribir libros de teología, no tenía
razón y que no era verdad que la sangre circulase por el cuerpo. También decía que un
canónigo polaco que se llamaba Nicolás Copernico(y que tenía mucho miedo, ya que
esperó a estar muerto para que se publicase su libro), estaba equivocado, porque la
verdad es que la Tierra estaba en el centro del universo.
Bacon, aunque se equivocó en algunas cosas, tenía razón cuando pensaba que la
nueva ciencia iba a cambiar el mundo, y que en el futuro, gracias a ella, la humanidad
podría llegar a ser libre porque conocería la verdad. Al conocer la verdad los seres
humanos llegaría a ser ricos, dominando la naturaleza. Ya no pasarían hambre, se
curarían sus enfermedades y nunca tendrían que aguantar el dolor. Además de ello
podrían llegar a ser libres cuando no tuviesen que escuchar a los curas y los frailes, que
tanta guerra habían dado, y cuando dejasen de hacer caso a los reyes y se gobernasen a
sí mismos.
En la Edad Moderna los planetas dejaron de ser de cristal y ya no los movían los
ángeles. Estaban hechos de lo mismo que la Tierra y se movían solos, como si todos
ellos formasen un gran reloj, gracias a una fuerza que se llamaba la gravedad. Cuando
pasó eso también desapareció la música de las esferas y ya no se podía llegar al cielo
saliendo de la bóveda celeste, porque el universo era infinito. Tampoco se podía
encontrar el rostro de Dios y ser feliz, porque Dios se había escondido.
Entonces algunos dijeron que eso no importaba porque se podía hacer en la
Tierra la Ciudad celeste y algún día los seres humanos podrían ser felices. Siempre
estarían sanos, porque la ciencia curaría todas las enfermedades, nunca tendrían hambre
y todos podrían pensar y decir lo que quisiesen, sin que nadie los oprimiese.
Incluso hubo un músico que se llamaba Luis van Beethoven que compuso una
Sinfonía que se llama la Novena Sinfonía en la que dice que si todos los seres humanos
consiguiesen cantar a la vez un mismo Himno, entonces desaparecería el mal del mundo
y todos podrían ser felices.
Pero en la Edad Moderna hubo un problema. Y es que la gente se dio cuenta de
que nadie da nada gratis, y entonces la gente se tuvo que pelear. Ya no para hacer la
guerras de los señores feudales, ni las guerras de religión, sino unos contra otros. Y es
que hubo unos que, gracias a las ciencias, crearon unas máquinas con las que se hicieron
ricos gracias al trabajo de la mayoría, que no eran siervos campesinos, sino de todo:
campesinos, pescadores y obreros industriales. Todo el mundo tenía que pelear, de una
manera o de otra, para conseguir algo. Hubo guerras y también otra cosa que se
llamaron Revoluciones. En unas guerras se consiguió algo y en otras nada. Las
Revoluciones consiguieron muchas ventajas para los que no eran ricos. Y además tenían
otra ventaja: como los ricos decían que las Revoluciones eran una cosa muy fea y les
tenían mucho miedo, pues a veces daban cosas para que las Revoluciones no viniesen.
Y así, entre peleas, guerras y revoluciones, y una vez que los seres humanos se
dieron cuenta de que ya nunca podrían salir de la Tierra, se consiguieron muchas
mejoras de todo tipo: la gente era más rica, sufría menos y era un poquito libre. Eso era
así siempre con mucho esfuerzo porque ya se sabe, como todo el mundo decía, que
nadie regala nada.
IV
Pero la suma de tantas mejoras hizo que llegase la última etapa de la historia que
se llama la Edad Entera. La Edad Entera se llama entera porque no es media edad, como
la Edad Media, y además porque en ella todo ya es perfecto.
En la Edad Entera ya se sabe todo. Los sabios son como los de la Edad Media, y
como ellos están en las Universidades. Esos sabios necesitan muchos aparatos y muchas
cosas para poder violar a la naturaleza, como decía Francis Bacon. Para conseguir todo
eso necesitan dinero y siempre tienen que pedirlo. En la Edad Media necesitaban
menos, y además no tenían que pedir lo que les hacía falta porque se lo daban los
campesinos. Ahora se lo dan las Universidades, que ya no son de los reyes o de los
curas y los frailes, sino de una cosa que se llama el Estado, y que dicen que es de todos,
aunque quizás lo digan porque todo el mundo le paga al Estado.
También hay en la Edad Entera una gente que antes, en la Edad Moderna, que
era más actual, se llamaban empresarios o capitalistas (eso era porque tenían mucho
dinero), y que ahora se llaman Emprendedores. En la Edad Moderna los capitalistas
tenían mucho dinero, y como tenían fábricas, pues ganaban mucho más. Así se hacían
cada vez más ricos, mientras que había otros, que se llamaban los trabajadores, que eran
bastante pobres.
Los capitalistas siempre estaban hablando de la ciencia y de la tecnología, y de
una cosa que se llamaba Progreso y decían que a ellos había que protegerlos para que no
les quitasen sus cosas, porque gracias a ellos vivía todo el mundo. Incluso hicieron
guerras para defenderse unos a otros, e hicieron todo lo posible para que no viniesen las
Revoluciones.
Mucha gente creía en las Revoluciones. Unos pensaban que eran buenas y otros
malas, pero todos creían en ellas. Las Revoluciones andaban por todas partes, como si
fuesen fantasmas. Creer en las Revoluciones tenía una ventaja, y es que la gente aún
podía tener una esperanza .Todo el mundo creía que las cosas se podían cambiar. La
gente pensaba que saber la verdad era bueno, porque la verdad los hacía libres. También
creían que lo que es verdadero es bueno, y que también puede ser bello. Así, decían,
quizás algún día se pudiese escuchar en la Tierra la música de las esferas.
Todo cambió al llegar la Edad Entera, en la que todo era perfecto y ya era
necesario cambiar nada.
Todo empezó con un genial descubrimiento matemático. Hubo uno que dijo la
siguiente (así sencillamente explicado): nadie explota a nadie y todos somos iguales. Si
yo (es un decir) sólo tengo diez euros y necesito un vaso de agua para no morirme de
sed y usted es multimillonario y me vende el vaso de agua por diez euros, yo le estoy
explotando a usted. En efecto, usted no se beneficia de nada. Su beneficio es mínimo, ya
que a usted los diez euros ni le van ni le vienen. Sin embargo gracias a usted yo no me
muero, con lo cual mi beneficio es máximo. Claro que yo me quedé sin nada, y a lo
mejor me muero al día siguiente. Pero a usted eso no le importa porque no existen los
beneficios económicos objetivamente considerados: los beneficios sólo pueden ser
considerados subjetivos.
En ese mundo cada uno gestiona su capital. Hay unos que son inteligentes y lo
hacen bien. Otros, la mayoría, lo hacen mal. Si unos se diferencian de otros no es
porque unos tengan más y otros menos, sino porque uno saben más y otros menos .Y los
que saben están ahora en las Universidades y en las empresas que funcionan sólo
gracias a su inteligencia y a que ellos dominan todo el amplísimo abanico de las
ciencias, que es muy grande y muy complicado, y del que depende el futuro de la
humanidad.
Ahora en el mundo de la Edad Entera hay por ejemplo unos seres humanos que
tienen la piel de color negro, pero que se llaman hombres de color subsahariano, que
invierten su capital de un modo curioso: después de conseguir un gran crédito, que les
facilitan unos empresarios que tienen una gran capacidad de organización, se embarcan
en unos barcos de madera que se llaman cayucos o pateras y se lanzan al Océano
Atlántico. Allí unos mueren ahogados, o de sed y de frío. A veces los barcos se pierden
definitivamente en el mar o aparecen en el otro lado del Atlántico con sus cadáveres.
Sin embargo otras veces llegan a Europa, que es el lugar del mundo donde pueden
rentabilizar su inversión racional.
En Europa o en los EE.UU. muchos empresarios son muy generosos, pues para
ayudar por ejemplo a la gente de color subsahariano o de color amarillo, llevan sus
fábricas hasta sus propios países, y así les hacen un gran favor. Esas personas de colores
cobran mucho menos que los europeos o los norteamericanos, pero como
subjetivamente su beneficio es mayor, deben estar muy agradecidos a los
emprendedores.
En la Edad Entera continúa desarrollándose el proyecto baconiano de violación
de la naturaleza, a veces con éxito y otras no porque parece que hay algunos importantes
cambios en los climas, los mares y los cultivos. Además, el dominio de la naturaleza
requiere muchos conocimientos, por lo cual los maestros de las Universidades y las
empresas son ahora imprescindibles. Ellos lo saben y lo asumen. Ellos también son
emprendedores y gestores que se mueven racionalmente y mueven racionalmente sus
capitales.
En el mundo de la Edad Entera ya no queda nada que esperar, porque ese mundo
es perfecto. Todo el mundo es feliz. Como ya no hay trabajadores y empresarios sino
agentes racionales que gestionan sus recursos en el mercado, entonces los que tienen
necesidades es porque no tienen inteligencia. A los que tienen necesidades antes se les
llamaba pobres. Los pobres sufrían y estaban tristes. Ahora no deben estar tristes porque
ya se sabe que cuando la gente está triste es porque le falta la Serotonina, y entonces les
dan unas pastillas que se llaman Antidepresivos, que las toman mucho los viejos, y que
en muchos paises son consumidas por el quince por ciento de la población. A veces
también ocurre que si le gente está demasiado contenta , o demasiado excitada, y no es
un agente racional, también les dan otras cosas que se llaman Ansiolíticos y los
tranquilizan.
Eso pasa en los países en donde hay más emprendedores listos. Hay otros en los
que no hay tantos. En esos no hacen faltan las medicinas. No se les pueden dar porque
la gente es tan inculta que no sabrían tomarlas. Nunca sabría las horas de la medicación
porque no tienen relojes.
Hay incluso países en donde la gente es tan poco emprendedora y tan atrasada
que no tienen Internet. Ellos dicen que es que no tienen luz eléctrica ni teléfono. Están
tan poco formados que no saben lo que son los ordenadores portátiles y el Internet
inalámbrico. Incluso dicen que tampoco tienen agua corriente porque no saben que el
agua en realidad sale de los grifos.
No vamos a hablar más de esa clase de gente porque no tienen arreglo. Si
estudiasen se darían cuenta que vivimos en la sociedad del conocimiento. Los pobres no
saben que todo es virtual, que ya no hay mercancías, ni trabajadores ni empresarios, y
que lo importante es promorcionarse gracias al diseño.
Si fuesen listos, en vez de gastarse a lo mejor dos mil euros en ir en un cayuco
comprarían por Internet un paquete turístico que los llevaría a las Islas Canarias mucho
mejor, con viaje y hotel incluidos. Y además aprovecharían la temporada baja. Yo no sé
por qué se lanzan al Océano Atlántico en el verano, que es cuando está más concurrido,
cuando se viaja muchísimo mejor en pleno invierno.
Naturalmente para saber todo esto hay que estudiar, sobre todo en las
Universidades . En ellas ahora se sabe todo de todo. Si uno quiere que le expliquen algo,
pues se lo explican. No desinteresadamente – eso sí- sino dentro de un plan de gestión
estratégico.
En las Universidades hay dos clases de personas. Unas son racionales y saben
muy bien lo que hacen y además se lo enseñan a la gente. Saben que vivimos en un
mundo muy complicado y muy perfecto, y que para entender eso hay que estudiar y
saber mucho. Como son muy inteligentes y saben muchas cosas, pues saben cómo es el
mundo y cómo funciona, cómo se comporta la gente, y qué es lo que tiene que hacer.
Ellos son los que deben gobernar a los demás, pues los que no son ellos en realidad no
saben lo que son, y si no saben lo que son ¿cómo se van a gobernar a sí mismos?
Luego están también los otros.
Los otros no son racionales, porque dicen que las cosas no están bien. Si lo
dicen, claro, es por ignorancia. Ellos creen que no son ignorantes, pero ese es el
problema de los ignorantes, que como no saben lo que no saben, pues no se dan cuenta
de que no lo saben. En realidad podría darse el caso, como sostienen algunos, de que
pueda llegar un momento en el que habrá que poner un tutor a esos ignorantes.
Los ignorantes nunca están contentos porque no entienden el sentido de las
cosas. Ellos esperan que las cosas puedan cambiar, y es porque como son modernos
pues están atrasados. Por esa razón habría que vigilarlos, e incluso medicarlos, para que
estén contentos o para que no se exciten. Ellos no entienden que el mundo y las
Universidades forman parte de un todo complejísimo en el que todo encaja, y en el que
las únicas diferencias que existen entre las personas se deben a que tienen mayor o
menor inteligencia.
V
Hay una antigua profecía que dice que un día llegará a la Universidad un
maestro que será definitivamente tonto, cerrando así el definitivo ciclo de la decadencia
intelectual y humana. Dicen los libros que como ese nuevo maestro será tan tonto – tan
definitivamente tonto – ya no podrá elegir a nadie más tonto que él, ni tampoco a nadie
con inteligencia. Entonces se acabará el ciclo del eterno retorno.
Hay quien dice que debemos esperar la llegada de este nuevo mesías. Otros
creen que esa bendición nunca será posible y dicen que mientras tanto, venga o no
venga, como ya no podemos creer en que algún día veremos el rostro de Dios y oiremos
la música que los ángeles tocaban al mover las esferas de cristal de los planetas, ya que
nuestro universo es más bien un caos de galaxias, agujeros negros y estrellas que
explotan, y en el que casi no se puede habitar debido al frío o al calor, únicamente
podremos esperar escuchar juntos nuestra propia música.