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151399122 Ctes Teoricas en Arqueologia

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Corrientes Teóricas en Arqueología durante el Siglo XX José Luis Lanata Ana Gabriela Guraieb Marcelo Cardillo Virginia Pineau y Silvana Rosenfeld Serie Fichas de la Cátedra Fundamentos de Prehistoria Coordinadores: Ana. M. Aguerre y José Luis Lanata Oficina de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires Buenos Aires Argentina 2002
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Corrientes Teóricas en Arqueología

durante el Siglo XX

José Luis Lanata

Ana Gabriela Guraieb

Marcelo Cardillo

Virginia Pineau y

Silvana Rosenfeld

Serie Fichas de la Cátedra

Fundamentos de Prehistoria

Coordinadores:

Ana. M. Aguerre y José Luis Lanata

Oficina de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

Buenos Aires

Argentina

2002

i

Corrientes Teóricas en Arqueología durante el Siglo XX

José Luis Lanata*°, Ana Gabriela Guraieb* Marcelo Cardillo#, Virginia Pineau# y Silvana Rosenfeld#

Contenido

Introducción 1

- I - Las bases del conocimiento científico.

La arqueología tradicional o Culture History

3

- II - La rebelión de los ’60.

La New Archaeology o Escuela Procesual

8

II. i. La arqueología como una ciencia antropológica 10

II.ii. La cultura como sistema y su relación con el ambiente 11

II.iii. El estudio de las diferencias 12

II.iv. Las investigaciones de rango medio 12

- III - La reacción de los ’80.

La diversidad de las corrientes post-procesuales

15

III.i. La Arqueología Conductual 16

III.ii. El Postmodernismo Arqueológico 18

III.iii. La Arqueología y la Nueva Agencia Social 19

Agencia Humana o Agentividad 19

La Arqueología de Género 22

La Arqueología de la Infancia 23

La Arqueología Feminista 25

La Arqueología Queer 27

III.iv. La Arqueología Marxista 28

III.v. La Arqueología Cognitiva 33

III.vi. Las Teorías Evolutivas Neo-darwinianas en Arqueología 35

Arqueología Seleccionista 35

Ecología evolutiva de la conducta humana 38

La Teoría de la Herencia Dual 41

Resumiendo: Similitudes y compatibilidades entre las tres corrientes 43

- IV - La Arqueología en el Siglo XXI 44

Bibliografía 46 * Departamento de Antropología, FFyL, UBA. ° Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). # Adscriptos a la Cátedra de Fundamentos de Prehistoria, FFyL, UBA 2000-2001.

Corrientes Teóricas en Arqueología durante el Siglo XX

José Luis Lanata, Ana Gabriela Guraieb,

Marcelo Cardillo, Virginia Pineau,

y Silvana Rosenfeld

Introducción

No hace mucho y mientras iba en un bus, un señor adulto me pregunto cuál era mi trabajo. “Arqueólogo,” le dije y él me contestó que “eso debe ser maravilloso. Para tener éxito sólo se necesita tener un poco de

suerte.” Me tomó algún tiempo convencerlo de que su visión del arqueólogo no era desde ya la mía. El tenía esa idea que los arqueólogos “excavan el pasado” y que el éxito y reconocimiento sólo lo logran aquellos que descubren algo que no aún no se conoce, y que todos los arqueólogos pasamos nuestra vida tratando

de descubrir cosas únicas. Esta es una idea de la ciencia que a lo mejor es muy apropiada para el siglo XIX, pero no en los términos en los que yo mismo veo a la arqueología, ya que no describe su naturaleza y cómo

es su práctica hoy en día. Yo creo que los arqueólogos son más que simples “descubridores.”

La arqueología no puede crecer sin un adecuado balance entre teoría y metodología. Los arqueólogos necesitan ser continuamente auto-críticos; eso es lo que mantiene vivo este campo y hace que nosotros mismos estemos argumentando y discutiendo siempre quién tiene razón en este punto o en otro , o no la

tiene. La autocrítica nos lleva al cambio, pero en sí misma es un desafío. Un desafío que quizás compartimos con algunas pocas ciencias -como la paleontología-, con aquellas que hacen inferencias sobre el pasado

utilizando cosas del presente. Por lo tanto, la arqueología no es una disciplina que puede estudiar el pasado directamente, y que tan solo pueda restringirse sólo al descubrimiento, como me sugirió el señor del bus. Muy por el contrario, es una disciplina que depende completamente de las inferencias que hacemos del

pasado y que realizamos sobre materiales encontrados en el mundo contemporáneo. El dato arqueológico, desafortunadamente no posee significado en si mismo.

¡Cuánto más fácil sería nuestro trabajo si lo tuviera! L. Binford 1983a

Comenzamos con esta larga cita ya que representa en forma muy pertinente la idea de lo

que en Ciencia llamamos “sentido común”, por un lado y lo que es en realidad el desafío de la Arqueología como tal. Este “sentido común” no ha jugado a favor de nuestra Ciencia, como a lo mejor lo ha hecho con otras -i.e. la física, la matemática- las que por parecer estar tan lejos del público normal, y/o usar fórmulas más abstractas, infunden un mayor respeto. En nuestro caso ha sido al revés, pareciendo existir una sensación muy semejante a la del “señor del bus,” en la que cualquiera puede ser arqueólogo -aún cuando tenga otro título universitario.1 Basta con haber

1 Sin duda los padres de la arqueología, tanto a nivel mundial como en nuestro propio país, provienen de otras ciencias y/o disciplinas. A ellos les debemos el crecimiento de nuestra ciencia pues también mantuvieron los estándares académicos de su época. Pero hoy en día, con la existencia de carreras universitarias específicas, consideramos que estos casos no son apropiados.

2. Fundamentos de Prehistoria

encontrado un resto de cerámica, haber coleccionado unas cuantas puntas de proyectil, o haber visitado determinadas ruinas, para estar “habilitado por ese conocimiento” a hablar con autoridad sobre un determinado aspecto de la conducta humana.

Si bien la arqueología es una ciencia joven desde el punto de vista académico, podemos

remontar sus orígenes al 583 antes de nuestra era, cuando Nabonidus, el último emperador del Imperio Neo Babilónico, excava y reconstruye templos de la Babilonia Antigua; iniciando lo que los historiadores de la arqueología llaman Anticuarismo. Pero no vamos a hacer aquí una historia de la arqueología -tema que desarrolla la Cátedra en Renfrew y Bahn 1993, Cap. 1, ver programa-, sino más bien presentar las corrientes teóricas más importantes de la arqueología, dentro del marco de lo que es para Thomas el nivel de la Teoría General (ver Traducciones 2002: D.H. Thomas 1999b “Los niveles de la Teoría Arqueológica”).

A lo largo de esta introducción al conocimiento de las corrientes teóricas más relevantes

de la arqueología a lo largo del último siglo, nos interesa que el lector rescate dos aspectos importantes. Uno tiene que ver con los estándares científicos existentes en los momentos en que estas corrientes se desarrollan. Estos estándares se van modificando de una manera que a veces es imperceptible para los arqueólogos en su momento específico. Determinadas metodologías, novedosas durante un tiempo, pasan luego a ser parte del protocolo normal de las investigaciones. Y por otro, que el lector vea y detecte por sí mismo la interfase que posee la arqueología con otras ciencias -y que en los últimos años se ha incrementado significativamente- como parte del desarrollo de los marcos teóricos. Hoy en día un arqueólogo interactúa no solamente con zoólogos, botánicos, geólogos, historiadores, sociólogos como era normal a lo largo de la mayor parte del siglo pasado, sino también con demógrafos, genetistas, físicos, químicos, ecólogos, matemáticos, psicólogos, etc. Esta interacción ha desarrollado nuevas perspectivas, algunas de las cuales, presentamos someramente aquí y a lo largo de los puntos siguientes en el programa del curso, pero que se encuentran dando sus primeros pasos.2

2 Con el fin de hacer la lectura lo más sencilla y directa posible, hemos decidido evitar la excesiva inclusión de las referencias bibliográficas. Para remediar esto, al final colocamos las citas de los principales artículos y libros utilizados aquí, que esperamos sirva de guía para los interesados en los distintos temas tratados.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 3

- I -

Las bases del conocimiento científico.

La arqueología tradicional o Culture History ∗

Bajo esta denominación Culture History3 se incluye a los movimientos tradicionales en la investigación arqueológica, tanto de Europa como Norteamérica, que dominaron la Academia durante la primera mitad del s iglo XX. Durante su desarrollo podríamos diferenciar algunos enfoques particulares -evolucionistas spencerianos, funcionales, etc.- pero en su eje vertebral y en muchos otros aspectos, el acercamiento no cambió significativamente durante décadas.4

Los puntos centrales de la escuela tradicional fueron los siguientes:

1. La descripción: El fin de la arqueología estaba centrado en reconstruir el pasado. Para ello había que describir detalladamente las características de los artefactos recuperados,

2. La particularidad: Cada cultura arqueológica es única y diferente a las demás, dominando las interpretaciones funcionalistas, históricas y evolutivas progresistas.

3. Razonamiento inductivo: La arqueología era vista como un rompecabezas que sencillamente había que armar ya que el resultado final, ya era conocido por el investigador. Su tarea es sencillamente lograr tener todas las piezas.

∗ 1932. Boris Karloff en “La Momia” Imagen del arqueólogo acosado por su objeto de estudio. Este foto fue utilizada en el poster del IX Congreso de Arqueología Argentina, 1988. Buenos Aires. 3 No confundir esta denominación que se usa tanto en Europa y EE.UU. como referencia general a la aproximación tradicional característica de la primera mitad del siglo XX, con la Escuela Histórico Cultural de Viena. Ya que la traducción podría ser semejante a esta última, preferimos no realizarla para evitar confusiones. 4 Como veremos más adelante, este enfoque será revalorizado durante los últimos años del siglo XX

4. Fundamentos de Prehistoria

4. Validación por criterio de autoridad: Primaba más la jerarquía y el reconocimiento académico del investigador en la interpretación que se realizaba. Por lo tanto, la subjetividad y la intuición jugaron un rol muy importante en la interpretación de los datos.

5. Acumulación de datos: La investigación se centraba en gran medida en la acumulación de datos. Para ello fueron necesarios trabajos de campo importantes y grandes repositorios de materiales. Cuanto más materiales arqueológicos se tenían, los resultados eran más confiables.

6. Metodología cualitativa y comparativa: Un acercamiento coloquial dominó en la aproximación el registro arqueológico; en el que la descripción, agrupación por semejanzas, comparación de atributos y rasgos cualitativos de los materiales y las formas de vida de las culturas arqueológicas forman el eje metodológico.

7. Pesimista: Los arqueólogos tradicionales creían que la metodología arqueológica era limitada no pudiendo contestar preguntas sobre todas las esferas de una sociedad.

Una de las características más significativas de esta escuela radica en cómo era vista la

cultura por parte de antropólogos y arqueólogos en esos momentos y cómo ello se trasladó al concepto de cultura arqueológica como entidad. Los arqueólogos de la Culture History tenían una visión particularista de la cultura para la interpretación del pasado. El énfasis estaba colocado en agrupar los artefactos semejantes como partes de una cultura única, rescatando lo particular en cada sitio arqueológico que era analizado. Esto apuntaba a discernir y definir culturas arqueológicas, basándose en las semejantes internas entre sus acervos materiales; culturas que estaban restringidas y estáticas en el espacio y en el tiempo. Fundamentalmente, las culturas eran definidas utilizando a los artefactos arqueológicos como diagnósticos de sus peculiaridades e idiosincrasias específicas. Un ejemplo de esta forma de interpretación podemos verla en uno de los primeros trabajos de Gordon Childe (1929: v-vi), hablando sobre la prehistoria del río Danubio:

“Encontramos cierto tipo de restos -vasijas, implementos, ornamentos, ritos de entierro y formas de habitación- muy recurrentes. A este complejo de rasgos asociados lo podríamos denominar ‘grupo cultural’ o simplemente ‘cultura’. Suponemos que cada uno de esos complejos es la expresión material de lo que hoy llamaríamos un ‘pueblo’.”

Esta visión normativa del pasado se basaba en el presupuesto que los objetos

recuperados en las excavaciones eran producto de ideas, reglas y normas culturales y que ellas definían a la cultura. La cultura era adquirida por cada individuo como un miembro de un grupo social dado y sus conocimientos les eran comunicados a través del simbolismo del idioma, aunque también reconocían que había una comunicación no verbal a través de la cultura material. Esto fomentó la idea de una herencia social con muy poca posibilidad de cambio interno. Por lo tanto, el cambio cultural era explicado únicamente por procesos que venían desde fuera de la cultura, desconociendo así su dinamismo inherente. Si todos los individuos que formaban parte de una cultura tenían ideas, reglas y normas semejantes acerca de la forma de hacer las cosas, de

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 5

casarse, de las ideas religiosas, de la organización social y comercial, entonces ¿de dónde habían venido los cambios? La respuesta a esto fue que la procedencia del cambio era externa a la cultura. Venía desde afuera y a través de tres mecanismos principales: a) la difusión de rasgos, b) migración de individuos poseedores de esos rasgos culturales y c) por la invasión y dominio de nuevas culturas.

La Culture History fue muy descriptiva y estaba firmemente afianzada en un discurso

coloquial histórico. Los investigadores se esforzaban terriblemente en la obtención de información mediante la acumulación casi indiscriminada de materiales arqueológicos, interpretando a las sociedades pasadas bajo el paraguas de las investigaciones antropológicas del presente. De esta forma no pudieron salvar el abismo que separaba el pasado del presente (Clarke 1968), producto de una visión progresista del cambio cultural.

Si contextualizamos un poco el desarrollo de las ciencias durante la primera mitad de del

siglo XX, vemos que la arqueología de ese momento mantuvo los estándares académicos de la época. Así es entendible por ejemplo, la hiper-descripción que la caracteriza, tanto en los trabajos de campo como en laboratorio y las publicaciones. Eran las descripciones de los artefactos las que les permitía diferenciar a las culturas arqueológicas.

A los arqueólogos de la Culture History les debemos reconocer una serie de desarrollos

importantes que les permitieron resolver diferentes problemas de acuerdo con los conocimientos de su época. En principio, ya desde fines del siglo XIX5 reconocieron la importancia de la excavación estratigráfica. Para ello tomaron de la geología los principios de superposición y correlación6 y los aplicaron a sus excavaciones. Esto les daba un primer esbozo del tiempo, de la profundidad temporal de los materiales, pero no datación.7 Los depósitos arqueológicos son mucho más complicados que los geológicos, siendo incluso muy común encontrarnos con estratigrafías invertidas, separadas, fragmentadas, etc. La posibilidad de correlacionar los estratos y/o capas sedimentarias es posible gracias a la aplicación de la idea del índice fósil. Los arqueólogos tomaron este concepto y en lugar de tomar los fósiles como la geología, emplearon a los artefactos arqueológicos para realizar sus correlaciones.8 Esto llevó a construir las unidades culturales sobre la base de tipos morfológicos. De esta manera los tipos morfológicos -la agrupación de artefactos semejantes- se transformaron en el primer paso analítico para describir

5 Las excavaciones de Thomas Jefferson en 1787 en diferentes montículos sobre el río Mississippi, son las primeras en aplicar los principios estratigráficas en arqueología (ver Renfrew y Bahn 1993 Cap.1). 6 Estas son las leyes acuñadas por el geólogo Nicolaus Steno en 1669. Básicamente dicen que los sedimentos localizados en los sectores más profundos, se depositaron antes y por lo tanto son más antiguos. Este principio permite correlaciones también sedimentos iguales en diferentes sectores. También para las correlaciones se emplean el concepto de índice fósil, que toma en cuenta tipo y densidad de fósiles por estratum geológico. Con las modificaciones tecnológicas y metodológicas, sus principios aún se mantienen. 7 Las estimaciones cronológicas eran totalmente intuitivas, ya que no es hasta 1949, en que se cuentan con métodos físico-químicos de datación. Willard Libby en ese año descubre la posibilidad de fecha mediante el isótopo 14 del Carbono, por lo que recibe el Premio Nobel de Química en 1950. Posteriormente se desarrollan otros sistemas de datación. 8 Esto ya había sido empleado por T. Jefferson para correlacionar los niveles en los montículos excavados en Virginia.

6. Fundamentos de Prehistoria

el registro arqueológico adecuada y cuidadosamente. Los artefactos líticos, las vasijas cerámicas, las estructuras habitacionales, pudieron ser agrupadas de acuerdo a sus características formales en diferentes categorías y clases. En otras palabras, los arqueólogos de la Culture History fundaron las bases de la taxonomía arqueológica.

Los arqueólogos tradicionales emplearon los tipos morfológicos como construcciones

definidas por el investigador a fin de facilitar su descripción y clasificación y con ello definieron sus culturas arqueológicas. Pero les quedaba resolver cómo monitorear el cambio a través del tiempo. Este segundo paso analítico surgió de conocer las asociaciones temporales de tipos morfológicos en diferentes sitios en determinadas regiones. De allí emana la idea de tipo temporal -también conocido como fósil guía y time marker, Figura 1-, que hoy definiríamos como elementos del registro arqueológico particulares de un bloque espacio-tiempo. Sin embargo, desde el punto de vista de la arqueología tradicional, los artefactos determinan la presencia de una “cultura” y esto se relaciona con la concepción normativa que ellos tienen de la misma.

Figura 1: La idea del marcador o tipo temporal descansa en que una época puede caracterizarse por un diseño característico de un artefacto. Sin embargo, la ubicación cronológica depende de los fechados absolutos que

se obtengan. Tomado de Renfrew y Bahn 1994: 115. 1 y 2 hachas en hueso, 3 a 5 en metal. Finalmente, otra de las herramientas analíticas que caracterizó a la Culture History fue la

seriación. Esta les permitió transformar los diferentes tipos estilos definidos en la clasificación de los artefactos -en especial en cerámicas- en secuencias temporales relativas. La seriación asume que la conducta de los humanos es indecisa e impredecible y que por lo tanto los estilos de los artefactos pueden cambiar en la medida que surgen nuevas tecnologías. Estas tecnologías y/o ideas aparecen poco a poco y van reemplazando a otras para luego ser reemplazadas ellas mismas por otras nuevas. La seriación permitía ver esto a través de la construcción de curvas de frecuencia en el número de los artefactos de las muestras arqueológicas -Figura 2. Uno de los

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 7

principales referentes de este tipo de estudios fue James Ford (1952). La seriación funciona tomando en cuenta la proporción de los diferentes tipos temporales en diferentes muestras arqueológicas, determinando una secuencia temporal relativa. Los diagramas de seriación asumen implícitamente que la variabilidad observada se debe al cambio temporal.

Figura 2. Ejemplo de seriación de frecuencias. Tipos morfológicos de vasijas de Deh Lurann, Irán. Tomado de Renfrew y Bahn 1994: 118.

8. Fundamentos de Prehistoria

- II -

La rebelión de los ’60. La New Archaeology o Escuela Procesual

**

Ya desde la post-guerra el mundo no era el mismo y la arqueología no escapaba a ello. El criterio de autoridad que caracterizó a la arqueología durante la primera mitad del siglo XX había sido discutido, quizás por primera vez, por W.W. Taylor en 1948 cuando propone que los artefactos arqueológicos no podrían ser entendidos por sí solos, sino que dentro de su interconexión con los demás componentes de una cultura. Las ideas del neoevolucionismo, del materialismo y de la ecología cultural comienzan a formar parte del discurso antropológico y arqueológico. Y si bien 1950 es una década con un número importante de libros y artículos sobre metodología en arqueología -i.e. Willey y Phillips 1958-, ahora existían una serie de novedades y desarrollos tecnológicos en otras ciencias -i.e. la datación por 14C- que no tardarían en transformar los estándares de la Culture History en otros diferentes. Solo era cuestión de tiempo. El momento llegó en un ambiente de importante convulsión y cambio social como lo fueron los ‘60 -movimientos hippies, estudiantiles, derechos humanos, etc. La llamada Nueva Arqueología –New Archaeology y posteriormente Arqueología Procesual-, tuvo su origen en los países anglosajones en este contexto. Surgió como reacción de arqueólogos como Lewis Binford -en Estados Unidos- y David Clarke9 -en Inglaterra- frente a lo que consideraban insuficiencias en el modo de hacer arqueología que dominó la escena académica durante la primera mitad del siglo XX. Aquellos jóvenes arqueólogos descontentos no estaban de acuerdo con la forma en que los conjuntos de objetos encontrados en las excavaciones se convertían en discursos sobre el pasado.

** 1968. Se estrenan “2001. Odisea del Espacio” de Stanley Kubrick sobre el libro de Arthur C. Clarke y “El Planeta de los Simios” de Franklin J. Schaffner. Ese mismo año se publica “Man, the Hunter” de Lee y De Vore, Martin Luther Kin es asesinado, sucede el Mayo Francés y el festival Woosdtock está planeándose para el año entrante. 9 Los trabajos claves de estos autores son artículos Binford (1962 y 1965) y el libro de D. Clarke (1968).

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 9

Durante el período 1950-1960, dos corrientes del pensamiento antropológico -no muy

populares en ese momento- influenciaron a la New Archaeology; a) el neo-evolucionismo y b) la ecología cultural. El primero difería del evolucionismo unilineal del siglo XIX y de la Culture History en tanto que trataba al progreso como una característica más de la cultura en general aunque no necesariamente de cada cultura en particular. Sus dos máximos exponentes en ese momento eran Leslie White y Julian Steward. White definía a la cultura como un complejo sistema termodinámico. Había un fuerte determinismo tecnológico en sus explicaciones. Por otra parte, la ecología cultural emergía en la antropología de la mano de Julian Steward y desarrollaba un enfoque más empírico, multilineal y ecológico para explicar el cambio cultural. Consideraba que “el propósito de la antropología evolutiva debía ser el explicar los rasgos comunes de las culturas en estadios similares de desarrollo, más que las particularidades únicas, exóticas y no recurrentes, que podían ser atribuidas a accidentes históricos” (Steward 1955: 209). A estas dos corrientes se le sumó la influencia que la Teoría de los Sistemas, en boga también en esa época, y alguna otra del materialismo. Así la cultura para la New Archaeology se transformó en un sistema abierto que podía separase en subsistemas más pequeños y fáciles de analizar -discutiremos esto más adelante.

Los puntos centrales de la New Archaeology fueron los siguientes:

1. Explicación: Originalmente, la meta de arqueología había sido reconstruir el pasado. La New Archaeology no estaba satisfecha con este acercamiento. Para ellos la arqueología debe además de reconstruir, explicar los cambios que ocurrieron en el pasado. Esto involucra un desarrollo explícito de la teoría que el investigador emplea.

2. Generalización: La New Archaeology confió en los nuevos estándares de la ciencia y en el estudio del proceso cultural para explicar los cambios. Esto significó el uso de generalizaciones.

3. Razonamiento deductivo: El acercamiento de la New Archaeology involucró el uso de razonamiento deductivo en lugar de inductivo. El proceso deductivo implicó la postulación de hipótesis y la construcción de modelos creíbles para explicar los cambios.

4. Validación mediante testeo: Ya no se aceptaron hipótesis y conclusiones debido a la autoridad del investigador que las ofrece. En cambio, todas las hipótesis se sujetarían a la comprobación rigurosa antes de ser aceptadas.

5. Diseño de investigación: A diferencia de la arqueología tradicional, para la New Archaeology deben diseñarse los proyectos antes de comenzarlos, contestando preguntas específicas y concretas, evitando la generación de datos inapropiados.

6. Metodología cuantitativa: El acercamiento coloquial tradicional al análisis de los datos era abandonado por la New Archaeology en favor del muestreo estadístico, los test de significancia, y otros métodos de análisis estadísticos.

7. Optimismo : Los Nuevos Arqueólogos son optimistas y creyeron que las técnicas que ellos desarrollaron podrían usarse para arrojar luz sobre el estudio del pasado,

10. Fundamentos de Prehistoria

incluso en las organizaciones sociales y los procesos cognitivos de los seres humanos en el pasado.

II. i. La arqueología como una ciencia antropológica

El desacuerdo con el aspecto descriptivo y con el peso que se le daba a los enfoques historicistas hizo que la New Archaeology propusiera que había que convertir a la arqueología en una disciplina científica diferente. En realidad la evidencia etnográfica, empleada acríticamente por los enfoques tradicionales, mostraba una mayor diversidad en las conductas humanas y en los procesos culturales, pero el énfasis histórico en la interpretación la ocultó, la desvaneció de las interpretaciones que se realizaban. Es en parte por ello que la New Archaeology propuso entonces salir de este tipo de interpretaciones y buscar otras más antropológicas. Para ello era también necesario desarrollar una nueva metodología y generar un cuerpo teórico que fuera claramente arqueológico. Entonces ¿qué significaba esto de “arqueología como ciencia antropológica”? En principio hay dos esferas en las que la New Archaeology puso énfasis; a) la adecuación de la arqueología al estándar académico de los 1960 y b) pasar a la interpretación antropológica en lugar de la histórica.

La adecuación científica implicaba que, la arqueología como ciencia, requería un proceso

racional por medio del cual se adquiere el conocimiento, el que debe ser cuidadosamente y rigurosamente evaluado. Así para Lewis Binford y David Clarke esto significaba que toda proposición que se hiciera sobre el pasado debía ser probada científicamente a través de la verificación o el descarte de modelos e hipótesis, previamente enunciados, sobre aspectos específicos de lo que se estaba investigando. De esta manera deducción, hipótesis, verificación, explicación generalizadora, rechazo a toda proposición no testeable, fueron los leit motif de los primeros años de la New Archaeology. Pero llegaron aún más lejos en su afán de convertir a la arqueología en una ciencia rigurosa. El primer método científico utilizado por la New Archaeology fue el nomológico-deductivo, de lo que se desprendía que podían enunciarse leyes generales acerca del comportamiento humano. Esto era semejante a las leyes generales que promulgan los físicos. Esta visión un tanto extremista del positivismo -positivismo lógico- tuvo su expresión máxima en el libro de Watson, Redman y Leblanc (1971) “Explanation in Archaeology: An Explicitly Scientific Approach” (versión española “El método científico en Arqueología”, 1974).

La aplicación de este método se encontró con un serio inconveniente; resultaba prácticamente imposible llegar a construir una ley general acerca del comportamiento humano que fuera real en todo momento y lugar. Poco a poco este enfoque, extremista y en cierta forma inconducente, fue abandonado por versiones más blandas del positivismo, que utilizaban un método hipotético-deductivo, sin dejar de lado la generalización, pero sin la intención de generar leyes generales (Johnson 1999).

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 11

Si bien ya desde fines del siglo XIX (Pitts-Rivers 1887) y principio del XX ( Kidder 1924, Boas 1940) la arqueología era vista y entendida como una rama de la antropología,10 no fue hasta que Binford publicara su clásico artículo “Archaeology as Anthropology” en 1962 cuando la antropología comienza a tener un mayor peso en las interpretaciones arqueológicas. Explícitamente, Binford señaló que “la arqueología es el tiempo pasado de la antropología”, definición que se cristalizó fuertemente en una parte importante de la nueva generación de arqueólogos. Esto, conjuntamente con los estudios etnográficos en los que se comenzó la ver la variedad de las conductas humanas, hizo que la idea llegara tan lejos como para tomar el presente antropológico como una versión viviente del pasado humano -tal es el caso de Man: the Hunter (Lee y De Voer 1968)-, como una prehistoria viviente como se ve en la obra de Gould (1980). Independientemente de las críticas que se le pueda hacer a esto, la influencia de esta concepción en la New Archaeology es tan importante que sirvió para centrar su estudio en la concepción de proceso cultural, dándole el arma para dejar la interpretación fuertemente histórica de la Culture History. Su desarrollo hizo que con el paso del tiempo, la New Archaeology dejara de ser tal para transformarse en la Arqueología Procesual, aquella que puso su énfasis en el estudio del proceso cultural (ver Thomas 1989 en la bibliografía de la materia)

II.ii. La cultura como sistema y su relación con el ambiente

Hemos hablado de cómo surge la New Archaeology, de cuál fue su intención al convertir a la disciplina en una ciencia de acuerdo con los estándares de su momento, del método utilizado; así como de las corrientes antropológicas que la influenciaron. Ahora bien, ¿cuál era el objetivo científico de la Nueva Arqueología? Como lo exponen Renfrew y Bahn (1993: 431):

“el enfoque procesual trata de aislar los diferentes procesos que actúan en y entre las sociedades, poniendo el acento en las relaciones con el medio ambiente, la subsistencia y la economía, las relaciones sociales dentro de la sociedad, el impacto que tienen sobre estos aspectos la ideología y el sistema de creencias dominantes, y los efectos de las interacciones que tienen lugar entre las distintas unidades sociales.”

Esta forma de entender los procesos culturales implica pensar a la cultura como un sistema

en el que cada aspecto que la define conforma un subsistema y se encuentra intrincadamente vinculado con los demás por relaciones de retroalimentación. Los sistemas culturales se encuentran además relacionados con otro sistema, el ambiente. Cuando algún factor interno de la cultura o externo del ambiente afecta a uno de estos subsistemas que conforman al sistema cultural -i.e. la economía, la ideología, las relaciones sociales- todos los demás subsistemas también son afectados. Para encontrar un nuevo punto de equilibrio, los subsistemas deberán adecuarse al cambio producido en uno de los componentes, cambiando a su vez. El equilibrio en el que se encuentran los sistemas culturales, es por lo tanto, dinámico.

10 Por ejemplo Kidder (1924) define a la arqueología como “la rama de la antropología que estudia a las personas de la prehistoria.”

12. Fundamentos de Prehistoria

El tratamiento del ambiente en el enfoque de la Teoría de Sistemas, es una novedad que incorpora la New Archaeology en cuanto este integra una trama de relaciones. Sin embargo, la consideración del paleoambiente en las interpretaciones arqueológicas no era una novedad en 1960. Con un enfoque evolucionista unilineal y muy determinista, ya desde el siglo XIX muchos investigadores habían llamado la atención acerca del papel del ambiente en las poblaciones humanas. Por su parte en la década de 1950, Julian Steward, uno de los primeros etnólogos en adoptar una visión materialista de la conducta humana, otorgó gran importancia a la consideración de los factores ecológicos en el modelado de los sistemas socioculturales. Bajo el paradigma de la cultura entendida como sistema en interjuego con el ambiente se pone de relieve un nuevo concepto en arqueología: el de adaptación. El hombre desarrolla estrategias para adaptarse de manera más efectiva a los diferentes medios con los que interactúa, el natural y el social, a través de la cultura. Es así que en sus primeros escritos, Lewis Binford (1962) utiliza la definición del etnólogo Leslie White, quien caracteriza a la cultura como “la parte extrasomática de la adaptación del hombre al medio ambiente”. II.iii. El estudio de las diferencias

Dentro de los objetivos principales de la New Archaeology hemos mencionado el estudio de los procesos culturales, la utilización de técnicas científicas en la recuperación y el análisis de la información y la necesidad de verificar las proposiciones que se realizan sobre el pasado. Otro de los objetivos importantes de la New Archaeology fue comprender y estudiar las diferencias presentes en la evidencia arqueológica, obviamente desde un enfoque científico -en parte oponiéndose a la Culture History. Esto conllevó la necesidad de aprender técnicas de muestreo que permitieran el tratamiento posterior de los datos a través de pruebas estadísticas. Había que tener la certeza de que las muestras que se estaban tratando eran representativas del universo posible de evidencia arqueológica (Johnson 1999). Tratamientos estadísticos de la información, cada vez más sofisticados, se hicieron corrientes a partir de la década de 1970, lo que posteriormente llevó a muchos investigadores a plantear si no se estaba abusando de esta técnica en aras de detectar la diversidad del registro arqueológico. II.iv. Las investigaciones de rango medio

Retomemos el tema de la brecha entre pasado y presente que para la New Archaeology es insalvable si era tratada desde una óptica tradicional. Según Binford, el registro arqueológico es presente y estático. A partir de este registro presente y estático, el arqueólogo debe inferir la dinámica de las conductas del pasado. Este proceso de inferencia, complejo por cierto y dominado por la analogía, es el que cierra la brecha entre pasado y presente, en la forma de un discurso sobre el pasado.

El tema comenzó a mediados de 1960 cuando se desarrolló una controversia interpretativa

que involucró a François Bordes y al propio Binford acerca del significado de la variabilidad cultural del Musteriense en el sur de Francia. De alguna manera esta fue la primera discusión académica entre la New Archaeology y la escuela tradicional. Bordes, prehistoriador francés,

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 13

basado en el análisis de los tipos morfológicos del instrumental lítico de la industria Musteriense del Paleolítico Medio, había identificado de tipos no ambiguos -raederas, raspadores, puntas de proyectil, buriles, etc.11 (ver Ficha de la Cátedra de Tapia 2001). Esto le hizo pensar que cada conjunto era particular y por lo tanto representaba una cultura diferente. Binford, por el contrario, sostenía que la interpretación de esos conjuntos debía tomar en consideración la variabilidad con que los Neanderthals realizaban sus actividades en el espacio y que no podían ser interpretados unívocamente como pertenecientes a grupos diferentes. En otras palabras, artefactos distintos pueden fabricados por las mismas poblaciones para hacer actividades en espacios específicos y/o diferentes. A pesar de que tuvo acceso a los materiales arqueológicos con los que Bordes había trabajado, Binford no pudo llegar a reafirmar su posición. Sin embargo, llegó a la conclusión que tan sólo con los materiales arqueológicos no era suficiente para comprender la dinámica pasada, dado que el registro arqueológico es un arreglo espacial, estático y presente, de materiales del pasado. El arqueólogo debe inferir la dinámica de las conductas del pasado.

En las propias palabras de Binford (1978:112):

“En resumen, había llegado a la inevitable conclusión de que la única posibilidad de desarrollar métodos arqueológicos de inferencia era a través de pueblos contemporáneos vivos, o mediante la práctica de la arqueología en situaciones cuyo componente dinámico estaba documentado históricamente. Consideraba que la etnoarqueología, la arqueología experimental y los yacimientos arqueológicos históricos eran la única oportunidad que teníamos para desarrollar y perfeccionar los métodos de inferencia que trataban de los conjuntos de artefactos hechos por el hombre.” Por otra parte, una arqueología científica como la que pretendían la New Archaeology

implicaba el empleo de métodos rigurosos para contrastar nuestras proposiciones, para poder ir más allá de la simple observación del registro arqueológico. Fue necesario, por lo tanto, crear las herramientas que permitieran una traducción de lo estático del registro arqueológico a la dinámica de las conductas del pasado. A estas herramientas las llamamos Teoría de Rango Medio y redundó en el surgimiento de nuevas especialidades dentro de la arqueología que conocemos como estudios actualísticos y que son la etnoarqueología, la arqueología experimental y la tafonomía12 -Figuras 3 y 4.

11 Sobre esta base, Bordes aisló cuatro conjuntos de artefactos líticos para la industria Musteriense que se alternaban en las secuencias estratigráficas de diferentes valles en Francia. Para Bordes, estos conjuntos presentaban características y frecuencias de determinados tipos que eran particulares y distintivos de cada uno. Sobre esta base defendió la idea de que estos conjuntos eran industrias diferentes (a- Musteriense de tradición Achelense, b- Musteriense típico, c- Musteriense con denticulados y d- Charentiense) y que representaban la presencia de grupos culturales diferentes de Neandertales. 12 Las definiciones, principios rectores y ejemplos de estos estudios se encuentran desarrollados en la Ficha de Cátedra de M. Frére y otros (2001) y Muñoz (2001) y que forma parte del programa en curso.

14. Fundamentos de Prehistoria

Figura 3. Artesanos en Nueva Guinea fabricando artefactos.

Tomado de Schick y Toth 1993: 248

Si bien una de las metas de la New Archeology ha sido la de establecer generalizaciones

de las conductas humanas, esto no parece haberse sustanciado aún. Por el contrario, La New Archeology se destaca por el desarrollo que le ha dado al surgimiento de nuevas metodologías, incluidas dentro de la Teoría de Rango Medio. Este ha sido el gran logro de esta escuela, transformándose además en un campo de investigación de otras corrientes teóricas.

Figura 4: Izquierda: Fabricación de cuchillo lítico.

Tomado de Schick y Toth 1993: 243. Arriba: Usando cuchillos experimentales durante el

procesamiento de un elefante. La finalidad es ver los microrastros que dejan este tipo

de actividad. Tomado de Schick y Toth 1993: 167

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 15

- III - La reacción de los ’80.

La diversidad de las corrientes post-procesuales. ***

Si bien los postulados de la New Archaeology se fueron afianzando en un importante número de arqueólogos y aumentó su presencia en la literatura científica a partir de 1960, la Culture History siguió primando. Este panorama cambió progresivamente a medida que los discípulos de Binford, Clarke, Longacre, Thomas y Flannery -entre otros arqueólogos procesuales- fueron desarrollando la Teoría de Rango Medio y ocupando posiciones en diferentes universidades. Desde este punto de vista, la década de 1980 muestra un sin número de libros y artículos en donde su afianzamiento es notable. Sin embargo, durante los primeros años de esa misma década se publicaron una serie de trabajos paradigmáticos,13 que muestran las nuevas líneas que comienzan a surgir -algunas incipientes en ese momento. En algunos casos lo hacen como reacción -a veces irreconciliable, otras no tanto- a los postulados de la New Archaeology; en otros, como marcos inferenciales totalmente nuevos.

A diferencia de lo sucedido en los ‘60, cuando la rebelión fue un movimiento

relativamente homogéneo en cuanto a sus postulados -tanto en Europa como en EE.UU.-, la *** 1981, 1984 y 1989 son los años de la saga de Indiana Jones. La imagen del arqueólogo cambiaba -tanto a nivel académico como en la imagen cinematográfica- y en la -ya- Arqueología Procesual se publican Bones (Binford 1981), Teoría de Rango Medio (Raab y Goodyear 1984) y Debating Archaeology (Binford 1989). 13 Algunos de estos son Behavioral Archaeology (Schiffer 1976), Evolutionary theory and archaeology (Dunnell 1980), Explanatory-predictive models of hunter-gatherer adaptation (Bettinger 1980), Hunter-Gatherer Forging Strategies (Smith y Winterhalder 1981), Symbols in action (Hodder 1982), The Sociopolitics of Archaeology (Gero, Lacy y Blakey 1983).

16. Fundamentos de Prehistoria

reacción de los ‘80 es mucho más heterogénea y dispar. Lejos de formar una corriente teórico-metodológica orgánica, dentro del post-procesualismo se incluyen una serie de enfoques tan dispares como:

i. la arqueología conductual ii. el post-modernismo arqueológico iii. la arqueología y la nueva agencia social iv. la arqueología marxista v. la arqueología cognitiva vi. las teorías evolutivas neo-darwinianas en arqueología

Pasaremos a continuación presentar los principales postulados de cada una de estas

corrientes post-procesuales.

III.i. La Arqueología Conductual Podemos decir que la primera reacción se da dentro de la misma New Archaeology.

Jefferson Reid, William Rathje y Michael Schiffer tempranamente en 1974 comienzan a mostrar la necesidad de focalizar la atención sobre las conductas humanas, ya que son éstas las que producen los vestigios arqueológicos. La arqueología conductual se autodefine como el estudio de las relaciones entre las conductas humanas y artefactos -la cultura material- en cualquier lugar y espacio. Su punto central es la investigación de la conducta humana entendida casi como una actividad cotidiana. Las actividades son las interacciones pautadas entre las personas y los artefactos. Así, las conductas humanas no pueden definirse sin tener en cuenta los artefactos. Son estos los que realizan las funciones ya sean tecnológicas, sociales o simbólicas. La meta final del enfoque conductual es definir y explicar científicamente la variabilidad y el cambio en las conductas humanas. Los arqueólogos conductuales se preguntan tanto sobre aspectos históricos y nomotéticos, aún cuando la mayoría de ellos ponen especial énfasis en este último aspecto. Las bases nomotéticas -es decir las leyes y teorías- codifican las regularidades en los procesos culturales en diferentes escalas. Un proceso cultural determinado tiene una distribución temporo-espacial específica, por lo tanto particular y diferente a otros. Schiffer (1987) propuso que la correlación entre los procesos de formación cultural y natural del registro arqueológico era la base de la inferencia arqueológica, mientras que la interpretación del arqueólogo de la variabilidad de las conductas y el cambio descansaba en otros principios teóricos.

La arqueología conductual se fundamenta en tres axiomas centrales, que son: 1) formulación de un modelo explícito de la inferencia arqueológica 2) acercamiento conductual a los fenómenos socioculturales, y 3) redefinición de los temas centrales de la arqueología El primer axioma identifica la investigación arqueológica con el descubrimiento y testeo de

leyes y teorías a través de un modelo inferencial ligado a la propuesta de Schiffer de los modelos

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 17

de formación del registro arqueológico. De acuerdo con esto, el conocimiento del pasado es inferencial y deriva del examen de los residuos materiales contemporáneos. Las inferencias están basadas en proposiciones generales que describen la relación entre la conducta humana y la evidencia material -como su correlato conductual- y la acción de los procesos culturales y naturales en la formación del registro arqueológico (Ver detalle de este tema en Renfrew y Bahn 1993, Cap. 2 en el programa de la Cátedra)

El segundo axioma es la noción de que el fenómeno sociocultural puede estudiarse en

términos de conductas y de sus diferentes procesos. En la base de esta elección teórica está el reconocimiento de que el registro arqueológico no es creado por la cultura en un sentido amplio ni por ninguna variable ambiental; es la conducta la que lo hace. Esto significa que al momento de la reconstrucción arqueológica de significados, símbolos, subsistencia, o elecciones de diseños de artefactos, y careciendo de archivos escritos y/o informantes, los arqueólogos realizamos nuestras interpretaciones sobre la base de las conductas previamente inferidas por nosotros mismos.

El tercer axioma es un redefinición de la arqueología como el estudio de las relaciones

entre las conductas humanas y la cultura material en todo lugar y tiempo. Estas relaciones se analizan a través de cuatro estrategias (Reid et al. 1974), que constituyen uno de los primeros planes de investigación explícitos de la Arqueología. Estas estrategias son:

a) Formular preguntas descriptivas y explicativas sobre la conducta humana b) Formular preguntas sobre las relaciones contemporáneas entre cultura material y

conducta humana, a fin de establecer principios generales para estudiar el presente y el pasado. Proponen el empleo de la etnoarqueología y arqueología experimental.

c) Centrarse en el estudio, tanto de las culturas del pasado como del presente con el fin de producir principios válidos para sociedades actuales y prehistóricas.

d) Utilizar la cultura material del presente para contestar preguntas específicas sobre la sociedad moderna, aplicando las metodologías propias de la arqueología.

Los arqueólogos conductuales se mostraron renuentes a lo que parecía un excesivo

adaptacionismo de la New Archaeology, ya que para ellos así se limita la búsqueda y la investigación. Los conductuales adoptan un concepto de cultura más libre para investigar distintos temas antropológicos -poder social, género, ritual, cultura material, economía y tecnología. En los acercamientos procesuales y postmodernos los artefactos son concebidos como externos a la conducta que los crea, que les da sentido. Los arqueólogos conductuales creen que de esta manera se desvía la atención del uso de objetos a otros temas, que reconocen importantes. En el caso de los procesuales el tema es el ambiente, porque los artefactos son los accesorios de la cultura que permiten manejar/controlar la adaptación al ambiente. Para el postmodernismo, el foco de interés está en las ideas que "median" entre los artefactos y la conducta. Los arqueólogos conductuales reconocen una amplia relación entre naturaleza y cultura, pero que a veces es violada por algunas interpretaciones como las mencionadas de la New Archaeology y el post-modernismo. Para evitar esto, es que prefieren tomar como unidad de análisis a las conductas pues éstas son específicas en cuanto a tiempo y a los problemas que se pretenden resolver, para

18. Fundamentos de Prehistoria

así definir contextos conductuales. Estos contextos son los que brindan la información sobre actividades explícitamente discontinuas en espacio y tiempo. Cuando los contextos conductuales se asemejan a los contextos culturales (por ejemplo, empleando la etnografía de los indios Pueblo en la interpretación arqueológica de la cultura Anasazi), estos contextos representan tan solo casos especiales en que los contextos conductuales poseen una mayor continuidad espacio-temporal, mayor que la normal en otros casos de estudio.

III.ii. El Postmodernismo Arqueológico

Otra de las primeras oposiciones contra el procesualismo, y quizás la más radical, es el postmodernismo, que surge especialmente en Gran Bretaña de la mano de Ian Hodder.14. Básicamente, los arqueólogos postmodernos rechazan los postulados de la New Archaeology, argumentando que son antihistóricos, evolutivos, objetivos, excesivamente cientificistas y de una neutralidad ética que ellos no comparten. Defensores del interpretativismo postmoderno que dominaba y caracterizaba algunas corrientes teóricas en las ciencias sociales de la época, los arqueólogos postmodernos defendieron una aproximación empática15 al registro arqueológico a través de múltiples líneas de acercamiento a su interpretación.

Los puntos destacables de los arqueólogos postmodernos podemos resumirlos de la

siguiente manera:

1. Critican las generalizaciones relacionadas con la evolución cultural. El argumento principal de los postmodernos es que esta se trata de una visión racista derivada de la noción de progreso de la cultura Occidental.

2. Critican la búsqueda de leyes generales de la New Archaeology. Consistentes con el interpretativismo, los arqueólogos posmodernos simplemente argumentan que los universales en la conducta humana no existen.

3. Rechazan explícitamente el método científico. Piensan que la escuela Procesual es muy rígida y poco flexible en la aplicación de método científico, en especial en sus primeras publicaciones. Autores como Hodder en sus primeros trabajos manifestaron explícitamente su desconfianza con la aplicación del método.

4. Niegan la objetividad y la neutralidad ética del investigador. A fin de entender las conductas del pasado, los arqueólogos postmodernos propusieron que deberían adoptarse interpretaciones empáticas, en las que no solamente se tendrían en cuenta los pensamiento y decisiones de los seres humanos en el pasado, sino también que se deberían analizar sus aspectos y elementos subjetivos; sus orientaciones espirituales. Mediante la aplicación de

14 A fin de diferenciarse de la Escuela Procesual o New Archaeology, los postmodernos se llamaron a sí mismos post-procesuales ya en los comienzos de la década de 1980. Su interés fue el de separarse y distinguirse rápidamente de los arqueólogos procesuales. En nuestro medio esta primera auto-denominación de post-procesuales se ha aplicado erróneamente a los post-modernos, cuando en realidad las corrientes post-procesuales son muchas más como mencionamos antes. 15 Se dice de aquel acercamiento que sabe y comprende las necesidades, sentimientos, problemas, y los puntos de vistas del otro que es analizado y/o estudiado.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 19

interpretaciones empáticas al registro arqueológico, los postmodernos asumen que la experiencia interna de la humanidad es posible de ser estudiada para el pasado.

5. Rechazan la idea de la cultura como un sistema. Para los postmodernos esta idea -central para el acercamiento metodológico de los procesuales- no hace más que ver a la cultura reaccionando únicamente ante las presiones del ambiente natural. Para ellos existen además una serie de conflictos en las sociedades, los grupos, las familias y los individuos, que no son idénticos en toda la humanidad y que también son motores del cambio.

6. Rechazan la postura etic de los procesuales. Los arqueólogos postmodernos defienden una posición más emic de la cultura, dándole a los artefactos un importante rol simbólico dentro de las relaciones sociales.

Como puede verse la reacción del post-modernismo contra New Archaeology fue muy

importante, y muy radical en autores como Shanks y Tilley (1987). Sus críticas fueron recibidas calurosamente al principio, pero luego se les reconoció su relativismo epistemológico, la falta de una metodología explícita y la negativa para proporcionar el criterio para juzgar adecuadamente las interpretaciones del registro arqueológico. III.iii. La Arqueología y la Nueva Agencia Social

En la agenda original de la New Archaeology uno de sus dogmas fue que las creencias,

los deseos y las elecciones de los seres humanos no eran elementos que podrían ser analizados a través del registro arqueológico, aunque no negaron su importancia. Descansando es su idea de la cultura como sistema, la escuela procesual asumía la existencia de lo superhumano, “de las fuerzas extra-somáticas” que condicionaban la vida cotidiana sin ningún tipo de control -o muy poco- por parte de los individuos. Algunos arqueólogos hoy en día no creen esto. Esta corriente acepta que cada individuo, desde su propia experiencia, toma conciencia de la realidad del mundo desde su perspectiva personal, desde sus pensamientos e ideas, desde su subjetividad. Se pretende rescatar el rol del individuo como factor de cambio y poder, elementos que la New Archaeology no había tomado en cuenta. Los temas de los investigadores que aplican esta perspectiva son muy heterogéneos; sin embargo podemos distinguir al menos cuatro líneas relevantes. Las mismas son: a) Agencia Humana -o Agentividad- latu sensu, b) Género, c) Infancia, d) Feminista y e) Queer.16 Pasaremos a comentar cada una de ellas.

Agencia Humana o Agentividad Las corrientes de Agencia Humana o Agentividad se comienzan a desarrollar bajo la

influencia de varios movimientos intelectuales de comienzos de los años ‘80. En especial, en diferentes arqueólogos que se sentían frustrados por algunos aspectos de la New Archaeology. Entre los arqueólogos post-procesuales marxistas, estructuralistas, y simbólicos comenzó a surgir un interés explícito por la Agencia Humana. Uno de los puntos comunes entre estos diferentes enfoques fue la idea de que los contextos históricos de interacción material y social, junto con las percepciones no discursivas del mundo sirvieron como condiciones dentro de las cuales la gente

16 Preferimos mantener este término en inglés ya que cualquier opción de traducción distorsionaría su significado -ver más adelante.

20. Fundamentos de Prehistoria

del pasado negoció su mundo, al mismo tiempo que lo creaba y era constreñido por él (Dobres y Robb 2000).

En las últimas dos décadas el interés por la Agencia Humana se intensificó en al menos

cuatro áreas:

1. Género 2. Significado de la variación cultural material 3. La conexión de la Agencia Humana y la cultura material a través de otros puentes

teóricos, principalmente la fenomenología y la teoría estructuralista de Giddens 4. El surgimiento de la desigualdad

Entre otros enfoques recientes que exploran las acciones e intereses individuales y su

contribución a las transformaciones sociales a gran escala, se encuentran los modelos darwinianos, de predación óptima y los ecológicos evolutivos -aunque con variantes.

No hay hasta el momento, gran consenso sobre lo que realmente es la Agencia Humana, y

cómo debe ser específicamente estudiada en el pasado humano. Algunas de las definiciones de Agencia Humana enunciadas por diferentes arqueólogos son:

a) el rol de los pensamientos y las decisiones en la modelación de la evolución y

estructura de la sociedad humana (Thomas 1989) b) la experiencia de la vida individual en la creación de la historia de vida (Hodder 2000,

Johnson 1999) c) la imposición de la forma sobre lo material a través de la actividad creativa

socialmente situada (Sassaman 2000) d) la creación de distinciones formales y sociales a través de la actividad expresiva

(Walker y Lucero 2000) e) El despliegue exitoso de las habilidades y conocimiento tecnológico discursivos y no

discursivos (Dobres 1995) Dobres y Robb (2000) sostienen que hay cuatro principios a los que adhieren la mayoría

de los teóricos de la Agencia Humana, que son a) las condiciones materiales de la vida social, b) la influencia de las estructuras materiales, sociales, y simbólicas y las instituciones, costumbres y creencias que simultáneamente restringen y capacitan a los agentes, c) la importancia de las motivaciones y acciones de los agentes y d) la dialéctica de la estructura y la Agencia Humana.

En una situación concreta la Agencia Humana puede construirse utilizando varios de estos

principios. Dobres y Robb lo explican con el siguiente ejemplo: “Imaginemos un hombre Hopi confeccionando una máscara para una danza kachina. En su manufactura este hombre está reproduciendo las creencias cosmológicas de su sociedad, experimentando la realización efectiva de un

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 21

proceso técnico, validando el sistema ritual de la sociedad Hopi y las relaciones sociales creadas a través de él. Así como la organización del ritual puede suprimir la desigualdad económica evidente entre los clanes, y la realización de los roles en la competencia puede legitimar una forma disfrazada de ello, su preparación ritual puede perpetuar inconscientemente una situación hegemónica. Si nuestro hombre perteneciera a un clan pobre, su contribución a la reproducción de las relaciones sociales Hopi a través de la danza ritual contradiría cualquier ambición discursiva de manifestar o mejorar su propia situación a través de dicha actuación. Este hombre también está practicando y realizando tareas tecnológicas como el grabado y la pintura, quizás teniendo alguna discusión de identidad, y sobre como realizarlas con sus compañeros. Es decir, que al desempeñar los requerimientos físicos para confeccionar la máscara, y a través de los pensamientos que debió tener para realizarla adecuadamente, él se transforma en un tipo de persona, posiblemente varias personas que se superponen socialmente. Pero la mayoría de estos objetivos son raramente conscientes. Sus intenciones discursivas pueden ser más inmediatas: prepararse para un ritual que confirmará su reclamo o ambición de ser un participante o un líder, ganar, defender o reconfirmar su autoridad social o prestigio, promover los intereses de su clan o sociedad ritual, cumplir su deuda o imponer una obligación a otro.” (Dobres y Robb 2000: 8-9). En líneas generales podemos decir que en los estudios sobre Agencia Humana se afirma

que cada individuo, desde su propia experiencia personal, desde su propia perspectiva y desde sus propios pensamientos e ideas, toma conciencia de la realidad del mundo. Estos estudios buscan rescatar el rol del individuo como factor de cambio y poder, elementos que la New Archaeology no había tomado en cuenta.

La Agencia Humana reconoce que los humanos toman decisiones, poseen intenciones y

hacen elecciones a lo largo de su vida. El empleo de esta perspectiva ofrece a los arqueólogos los medios analíticos para ir más allá de las explicaciones generales adaptacionistas del cambio cultural, considerando al individuo y al grupo social como un posible generador del cambio. Como tal, el concepto de Agencia Humana ha ganado la influencia en una gran variedad de investigadores, de perspectivas post-procesuales tan diferentes que van desde las feministas hasta los ecólogos evolutivos.

Algunos arqueólogos, como Janet Spector (2000), que sostienen esta posición afirman que para desarrollarla hace falta un acercamiento más empático, que incluya no sólo los pensamientos y las decisiones de los individuos, sino también sus orientaciones espirituales. Se asume que las experiencias profundas en los individuos deben ser estudiadas ya que tienen claves para entender el pasado humano. Para llegar a esto, este enfoque asume la existencia de un background común, una estructura compartida detrás de todas las experiencias humanas. Esto es lo que le permitiría al investigador construir un “puente”, una relación entre los sentimientos, los deseos y sus significados en el pasado empleando el registro arqueológico. Por lo tanto, se asume

22. Fundamentos de Prehistoria

que tanto los investigadores actuales como sus grupos sociales del pasado comparten configuraciones cognitivas más o menos semejantes, lo que permite la inferencia arqueológica. Esta aproximación empática tiene dos principios. El primero es que los pensamientos y las decisiones son realmente individuales, que no son compartidas por la “super-estructura.” El segundo es que las acciones colectivas y las instituciones que comparten los individuos son interpretadas como producto directo de decisiones y acciones de individuos en el pasado. Algunos de estos aspectos son también tomados por la Arqueología Cognitiva.

Otros arqueólogos dentro de los estudios de Agencia Humana, como John Robb, no utilizan la metodología empática ni el relativismo. Dobres y Robb (2000) analizan el cambio en sociedades prehistóricas italianas considerando indicadores de desigualdad en términos de edad, género y prestigio. Analiza la evidencia de elaboración de jerarquía del género masculino a través del arte rupestre, las figurinas y los enterratorios hacia los 3000 AC. Robb retoma teorías del cambio social que sostienen que aunque las acciones del individuo están estructuradas por el sistema social en que vive, las acciones específicas también construyen, reconstituyen y cambian ese sistema social. En este sentido, los sistemas sociales son tanto el medio como el resultado de las acciones de la gente. En su estudio, Robb no busca resolver el origen de la desigualdad sino contribuir al conocimiento del desarrollo de sociedades prehistóricas en Italia. Utilizando conceptos de la acción social y el significado, este investigador muestra como el simbolismo de género pudo haber motivado a los hombres a participar en diversas y cambiantes instituciones como la caza, la guerra, la intensificación económica y el comercio, y cómo estas instituciones reprodujeron la ideología de género.

La Arqueología de Género

El estudio del género en arqueología se encuentra dentro de dos aproximaciones muy diferentes que pueden delinearse a partir de la relación entre género y biología (Preucel y Hodder 1999): a) los estudios positivistas y b) los post-positivistas.

Los estudios positivistas consideran que el sexo biológico determina el género. En este

caso el estudio del género significa identificar las mujeres y hombres biológicos en la prehistoria. Por ejemplo, la exploración de las diferencias en la dieta, enfermedades y mortalidad entre los sexos. Una de las técnicas para identificar a las mujeres en la prehistoria utiliza la evidencia contextual -evidencias osteológicas, representaciones iconográficas, textos históricos-. Otra técnica utiliza la analogía etnográfica -la evaluación de la asociación entre hombres y mujeres con actividades particulares.

Por ejemplo, Christine Hastorf (1999) analiza las relaciones sociales y de género en la prehistoria, y en particular en las mujeres andinas, a través del estudio de los alimentos. Esta investigadora sostiene que así como el uso y distribución de los alimentos puede expresar relaciones políticas, sociales y económicas, también puede reflejar el desarrollo y el mantenimiento de las relaciones de género en un grupo social. Hastorf postula que sin importar cuál es el género a cargo de la preparación de la comida, la expresión de las relaciones entre hombres y mujeres necesariamente opera allí, donde los alimentos se producen, preparan, sirven y/o descartan. La

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 23

autora examina las relaciones etnográficas andinas entre alimentos y género en lo económico y político. Luego, focaliza su análisis en la interpretación de los alimentos y dieta en el registro arqueológico de la sociedad Sausa en Perú -1300 a 1532 DC-, especialmente en los datos paleo-etnobotánicos. Hastorf utiliza dos enfoques complementarios. Primero explora las distribuciones espaciales de los restos de alimentos como indicadores de los roles de hombres y mujeres. Luego observa la ingesta de alimentos de hombres y mujeres a través del análisis de isótopos estables en esqueletos masculinos y femeninos para entender como el acceso a diferentes alimentos puede significar diferentes posiciones sociales. Los estudios post-positivistas entienden al género y al sexo como construcciones sociales. En este tipo de análisis se busca reconstruir las dinámicas del género a través del análisis de contextos históricos específicos. El género es entendido como contingente y contextual, como una construcción que varía de sociedad en sociedad. Conkey y Gero (1991) definen al género como un elemento constitutivo de las relaciones sociales humanas basado en diferencias y similitudes adscriptas culturalmente. En muchas sociedades se reconocen más de dos géneros, y el género puede tener diferentes significados según la edad y el contexto social. La disociación entre los roles sexuales biológicos y los roles sociales fue una contribución realizada desde la arqueología feminista -ver acápite La Arqueología Feminista.

Investigadores como Yates (1994) sostienen que nuestra propia definición de las diferencias sexuales biológicas es, en algún punto, cultural. Existe un continuum biológico entre lo “femenino” y lo “masculino” en distintas dimensiones. La dimensión que se enfatiza y el límite que elegimos son, en gran parte, cultural. Como afirma Foucault, el “sexo” no es dado sino que es producido en contextos históricos particulares. El componente biológico es uno de los varios componentes en la construcción cultural de la sexualidad y las relaciones sociales. La Arqueología de la Infancia

Al igual que el género, las categorías de infancia, adolescencia, juventud y otros términos utilizados para denotar la edad pueden ser entendidos como construcciones culturales (Kamp 2001). Estudios trans-culturales han mostrado que existe una gran variabilidad en las definiciones de infancia. Las sociedades occidentales modernas tienden a enfatizar la edad y a menudo utilizan categorías rígidas, vinculadas a la edad cronológica. En contraste, en muchas otras sociedades se reconocen estados de maduración que no toman en cuenta la edad biológica, sino las habilidades, actividades, personalidad y/u otros atributos individuales. Una de las principales fuentes arqueológicas para establecer grupos de edad son los enterratorios. Sin embargo, la mayoría de los estudios paleobiológicos sobre salud y nutrición en los niños no utiliza los datos arqueológicos para establecer los límites entre los grupos de edad. En general, estos estudios comienzan con una definición de grupos que parece lógica desde el punto de vista del investigador, y luego se ponen a prueba las diferencias entre los grupos. En contraste, quienes consideran los grupos de edad como construcciones culturales sostienen que los estudios deben comenzar con una exploración que busque las diferencias implicadas en las definiciones locales de edad. Desde este enfoque, la edad es un principio importante de la organización social

24. Fundamentos de Prehistoria

y por lo tanto no debe ser ignorado en el análisis de las sociedades pasadas. Al igual que los adultos, los niños tienen roles sociales y económicos importantes dentro de la comunidad y los datos arqueológicos pueden contribuir al conocimiento sobre la vida y los roles de los chicos en una sociedad dada. Algunos estudios han comenzado a tratar el problema de identificar los materiales producidos por los chicos. Un acercamiento es el de Kathryn Kamp (2001) quién utiliza la combinación de las medidas de las huellas digitales y las medidas cuantitativas y cualitativas hechas sobre figurinas de arcilla y sobre vasijas. Ella sostiene que los Sinagua del norte de Arizona pudieron estructurar su proceso de aprendizaje usando los juegos y la producción de juguetes para familiarizar a los chicos con las propiedades de la arcilla y el proceso de manufactura. Esto habría permitido que el proceso de aprendizaje comenzara entre los 2 y 5 años facilitando la incorporación de los chicos en el sistema económico como artesanos competentes a una edad muy temprana.

“Al igual que las categorías de género, las categorías de edad son construcciones culturales. Al igual que las categorías de género, las categorías de edad proveen los principios de organización básicos para la mayoría de las sociedades. Al igual que las categorías de género, las categorías de edad son difíciles de disociar de nuestros propios estereotipos culturales. Al igual que las categorías de género, las categorías de edad y sus significados culturales son un desafío para los arqueólogos que trabajan principalmente con registro material del pasado. Sin embargo, así como una arqueología que incluye la consideración del género provee una perspectiva más interesante y precisa del pasado, una arqueología que incluya todas las edades desde los habitantes recién nacidos hasta los más ancianos, iluminará las operaciones de culturas pasadas en una manera más completa y reveladora”(Kamp 2001:27).

Otro acercamiento de esta línea es el de Gustavo Politis (1999) quién considera la

producción de artefactos por la actividad infantil como parte del registro arqueológico de los cazadores-recolectores. Si bien desde hace un tiempo se ha reconocido que los niños son productores y consumidores de cultura material, lo que se discute es su visibilidad arqueológica. Politis sostiene la importancia metodológica del uso de la argumentación analógica a través de la información histórica y etnográfica y de los grupos humanos actuales para poder reconocer los productos de la actividad infantil. La fuente que utiliza es principalmente la información obtenida en sus observaciones de los Nukak de la Amazonia colombiana, complementada con la de otros grupos cazadores-recolectores sudamericanos.

Partiendo del análisis hecho entre los Nukak observa que los niños utilizan tres clases de juguetes: 1) los artefactos con un diseño específico y confeccionados para jugar, 2) los artefactos que replican la forma de los artefactos de los adultos aunque de menor tamaño y utilizados con las mismas funciones adultas o con fines lúdicos, y 3) los artefactos de los adultos, enteros o fragmentados que los usan para jugar. Otro punto de interés es el lugar de descarte, pues los niños

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 25

desechan la gran mayoría de sus objetos en el campamento residencial, mientras que los adultos también lo hacen en los lugares de uso de los artefactos. La confección de distintos tipos de artefactos por y para los chicos es una conducta registrada en todos los grupos de cazadores-recolectores estudiados antropológicamente, por lo tanto de importancia arqueológica. A partir de sus observaciones, Politis genera expectativas arqueológicas para las dos primeras clases de artefactos sobre la base de su morfología, dimensiones, tecnología y locus de descarte.

El considerar a los diferentes grupos de edad es de gran importancia pues estos constituyen una fuente significativa de variedad artefactual, donde la función de los artefactos puede cambiar dependiendo el grupo de edad. El estudio de la tecnología en grupos cazadores-recolectores debería ser abordado “...desde una perspectiva que diera cabida a múltiples agentes, no todos tratando de usar la materia prima de manera óptima, no todos suficientemente entrenados y habilidosos, no todos preocupados por obtener artefactos útiles y eficientes en términos tecno-económicos” (Politis 1999: 279).

La Arqueología Feminista La arqueología feminista se expandió a principios de la década de 1980, como otra de las

corrientes post-procesuales. Este surgimiento de un interés explícito fue paralelo con el crecimiento del tema en otras disciplinas, particularmente sociología, literatura, antropología e historia y con el crecimiento del movimiento feminista y la teoría feminista en general. Para Johnson (1999) la arqueología feminista abarca diferentes temas entre los cuales podemos nombrar:

a) la corrección del sesgo masculino en arqueología, b) la crítica de las estructuras existentes de la práctica arqueológica, c) la evaluación de la historia de la disciplina, y d) el examen del género en el registro arqueológico.

a) La corrección del sesgo masculino en arqueología.

La crítica a los presupuestos androcentristas es uno de los temas iniciales que se analizan. Un ejemplo muy obvio es el denominado uso sexista del lenguaje: “hombre” para el ser humano en general, o “él” cuando se quiere decir él o ella. Las mujeres están fuera de los discursos, y cualquier intento por reinsertarlas se vuelve dificultoso. Pero según este enfoque, el problema central está en la construcción de discursos donde las mujeres no han sido tomadas en cuenta. Las feministas sostienen la importancia de aislar los presupuestos androcéntricos porque al revisar estudios arqueológicos o etnográficos realizados en el pasado se percatan de que fueron realizados desde un punto de vista sesgado en favor de lo masculino. Por ejemplo, muchos estudios etnográficos clásicos han sugerido que el dominio masculino es universal. Pero si observamos más atentamente, la mayoría de estos estudios se realizaron en el siglo XIX por etnógrafos, predominantemente de sexo masculino, que “naturalmente” les hacían preguntas sobre el sistema político a los hombres más que a las mujeres de las tribus, y tendían a interpretar las ambiguas respuestas en términos de sus preconceptos y expectativas victorianas. Lo mismo sucede con la conocida oposición entre cultura y naturaleza: las feministas sostienen que es una

26. Fundamentos de Prehistoria

dicotomía basada en el género, y situada históricamente a partir de la idea del siglo XVIII en la que la cultura ordenada, dominaba y racionalizaba la naturaleza caótica. De la misma manera debe reconocerse la ideología de género subyacente acerca del dominio del hombre -intelectual y cultural- por sobre la mujer -emocional y natural- (ver específicamente Spencer-Wood 2000:114 y referencias allí citadas). En este sentido la información etnográfica e histórica debe ser cuestionada y teorizada antes de ser aceptada ciegamente y sin críticas. b) La crítica de las estructuras existentes en la práctica arqueológica.

Las arqueólogas feministas cuestionan la posición de las mujeres dentro de la profesión arqueológica. Por ejemplo , Joan Gero (1994) analizó la entrega de subsidios de investigación y encontró que estadísticamente los hombres reciben más becas para trabajos de campo, y las mujeres, en contraste, reciben becas para hacer, lo que ella denomina “arqueología doméstica”: análisis de cerámica, construcción de tipologías, seriación de artefactos. La mujer trabaja en un espacio cerrado, es pasiva, receptiva, sedentaria y protegida; su trabajo es ordenar y sistematizar (Gero 1994). Si bien todos estos trabajos son necesarios para la investigación, la disciplina no los evalúa equitativamente. El trabajo de campo es considerado una actividad privilegiada en comparación con el análisis de materiales arqueológicos. Sin embargo, los objetivos de las Ciencias Sociales en la investigación arqueológica exigen un énfasis en la construcción de teoría y de nuevos enfoques en los problemas arqueológicos y no la acumulación de grandes colecciones de materiales arqueológicos que por sí solos no nos dan respuestas. Si las respuestas sobre la conducta humana se develan a través de las preguntas que les realizamos a nuestros datos y de los marcos teóricos de los cuales surgen nuestras preguntas, la excavación no debe considerarse el modo principal de investigación. c) La evaluación de la historia de la arqueología.

Según los manuales tradicionales, la arqueología se desarrolló a partir de los descubrimientos y el intelecto de “grandes hombres.” La contribución de las mujeres al desarrollo de la arqueología fue sistemáticamente minimizada. Nuevos estudios sobre biografías de mujeres en la profesión incluyen y discuten los desafíos de las primeras arqueólogas. Por ejemplo, Colin Renfrew y Paul Bahn (2000: 36) encontraron que muchas arqueólogas del siglo XIX y XX aceptaban que, una vez casadas, su carrera ya no era profesional, y colaboraban en el trabajo académico de sus maridos con muy poco reconocimiento público. Algunas de las arqueólogas pioneras fueron: Harriet Boyd Hawes -norteamericana, especialista en Creta-, Gertrude Caton-Thompson -inglesa, trabajó en Egipto y Zimbawe-, Anna Shepard –norteamericana, experta en cerámica del sudoeste de EEUU y Mesoamérica-, Dorothy Garrod -inglesa, la primera profesora mujer en Oxford y Cambridge, realizó importantes trabajos en Próximo Oriente y Europa-, y Kathleen Kenyon -norteamericana, aplicó el método estratigráfico en el Próximo Oriente. d) El examen del género en el registro arqueológico.

Lo que a nosotros nos parece importante desde el punto de vista de los marcos teóricos en arqueología, y específicamente dentro del análisis de género, es ver cómo es posible identificar las diferentes construcciones del género en el pasado a través del registro arqueológico -ver más arriba sección Arqueología de Género y Arqueología de la Infancia. Es por ello que si bien los

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 27

tres puntos anteriores son relevantes en la Academia, entendemos que un marco teórico que involucre análisis de género, debe trascender algunos de los aspectos antes mencionado, para no transformarlo en un reduccionismo sectorial. El punto central en este abordaje es que existe variación en los roles del género de cultura a cultura. Para algunos investigadores, una distinción teórica importante es la de sexo y género. El sexo es biológico, es nacer hombre o mujer. Pero hay una diferencia entre nacer hombre o mujer y la experiencia de ser hombre o mujer en una sociedad dada. Por lo tanto, en esta visión, el género está culturalmente construido, y varía de sociedad en sociedad.

Existe el presupuesto generalizado en las ciencias sociales de asociar al hombre y a la mujer respectivamente con la caza y recolección, lo público y lo privado, la cultura y la naturaleza. Esto precisamente fue lo que llevo a plantear el conocido modelo “hombre cazador-mujer recolectora” (Lee y DeVore1968, confrontar con Dahlberg 1983) y que la caza fuera más importante en el desarrollo de la sociedad. Dichas asociaciones implican una visión de la mujer con una esencia universal e inmutable para todas las sociedades en todo lugar y momento. Se deben cuestionar los supuestos sobre rígidas divisiones binarias del trabajo. Las asociaciones entre actividades y género no se pueden asumir, deben analizarse y establecerse en cada caso particular.

De acuerdo con Suzanne Spencer-Wood (1992), la arqueología feminista se distingue de otros enfoques no sólo por la conciencia sobre la cuestión del género sino por su crítica y corrección de los sesgos sexistas en arqueología. La arqueología feminista no consiste en agregar mujeres sobre los modelos sexistas sino en trabajar para que el género no sea un tema definido, analizado y construido desde el punto de vista masculino.

La Arqueología Queer Al final de los años ‘90 se origina la postura Queer, en Europa y EE.UU. Los científicos

enrolados en esta línea, activa y explícitamente desafían la hetero-normatividad de la práctica científica, continuándola con la actividad política fuera de la Academia (Dowson 2000). Rechazan explícitamente la condición post-moderna. El movimiento Queer empezó como un desafío a las construcciones esencialistas de una identidad homosexual. En contraste con las identidades lesbianas y gay, la identidad Queer no se basa en una noción de una verdad estable o en una realidad determinada. Como sus sostenedores dicen, la teoría Queer no es una teoría en el sentido científico de la palabra en lo que hace a proponer un sistema de ideas que sirvan para explicar algo, como en teoría Marxista o la teoría de la relatividad de Einstein. Es por ello que no es positivista, sino más bien es una manera de producir una reflexión, una manera de tomar una posición vis-à-vis de la norma autoritaria dominante. Para efectuar esa toma de posición, se reconocen diferentes formas, riesgos, ambiciones y las ambivalencias en varios contextos de interacción humana. Esto permite reordenar las relaciones entre las conductas sexuales, las identidades eróticas, las construcciones de género, las formas de conocimiento, los regímenes de enunciación, la lógica de representación, etc., por reestructurar las relaciones entre el poder, la verdad, y el deseo. La posición no está restringida al estudio de los hombres y mujeres homosexuales, por el contrario esta abierta a cualquiera que siente que por su posición -sexual,

28. Fundamentos de Prehistoria

intelectual, o cultural- es marginado. Para ellos ningún individuo puede ser marginado por ser considerado anticonvencional o patológico; más bien el movimiento favorece múltiples posiciones, todas igualmente válidas.

La arqueología Queer está entonces activamente comprometida en dejar de lado el

discurso arqueológico normativo. Para ello tiene que necesariamente confrontar y romper con la presunción de heterosexualidad como la norma inherente en la interpretación arqueológica. Esta arqueología no involucra “excavar” para-por los homosexuales, o cualquier otro supuesto sexual anticonvencional en el pasado. Ni se plantea la búsqueda de los orígenes de homosexualidad. Tampoco es un manifiesto por promover la homosexualidad. Por el contrario, trata de forzar a explorar prácticas que abiertamente existen en nuestras culturas hoy, y que pudieron haber existido desde hace mucho tiempo en todas las culturas, pero que o bien se las ha señalado como anticonvencionales o bien se las excluyó totalmente de cualquier interpretación. Ese pasado es lo que les permite construir una voz de los grupos subordinados y marginales actuales, construyendo así su historia. Así como las personas homosexuales no tienen vergüenza de su sexualidad y no temen que los desaprueben, los arqueólogos que producen arqueología Queer no se avergüenzan de su diferencia, y no necesitan temer a la desaprobación de autoritarismo normativo de la arqueología.

III.iv. La Arqueología Marxista

El diálogo entre la arqueología y la teoría marxista ha variado a lo largo del Siglo XX y en los diferentes escenarios en donde fue aplicada. Esta variación tiene que ver con la asociación directa entre esta teoría social y el modo de gobierno dominante en un país dado. En primer lugar, veremos los lineamientos básicos de esta teoría y luego compararemos su utilización en América Latina y en la arqueología anglosajona.

El marxismo no es una teoría única o coherente sobre la sociedad que puede ser usada con un propósito. Es, en cambio, una filosofía, una tradición de pensamiento, un modo de producción teórica que ha producido y producirá muchas variaciones y aproximaciones (McGuire 1993). Dentro de la gran variedad de perspectivas que caracterizan al marxismo en la arqueología angloamericana (McGuire 1993, Trigger 1993), existe un conjunto de principios generales que todas o la mayoría de ellas comparten:

1. Proclaman a Marx como un importante ancestro intelectual y como una fuente de

inspiración. En todas estas arqueologías, su trabajo es un punto de partida, no un punto de llegada.

2. Buscan dar cuenta del cambio sociocultural en términos de una estructura similar teórica y filosóficamente que pone a las relaciones sociales como el núcleo de nuestra investigación y busca refutar las oposiciones que confunden nuestra investigación, las oposiciones entre mentalismo y materialismo, humanismo y ciencia, historia y evolución, relativismo y determinismo.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 29

3. Tratan a la sociedad como un todo que tiene que ser finalmente entendida como tal. No aceptan la idea de que los intelectuales pueden llegar a un mejor entendimiento del proceso social, reduciendo el fenómeno social a sus partes y examinándolas.

4. Enfatizan la contradicción y el conflicto como rasgos vitales de la sociedad humana y fuentes internas del cambio en dichas sociedades. Por lo tanto, rechazan el funcionalismo, la noción de que el fenómeno social puede ser entendido adecuadamente en términos de cómo funcionan para mantener la sociedad o le permiten adaptarse al medio.

5. Tienen una visión de la historia centrada en el hombre, que le da a la acción humana o praxis un rol significante en el proceso histórico. Repudian cualquier forma de determinismo -ambiental, material o tecnológico- y la idea de conocimiento abstracto divorciado de la acción de la gente.

6. Reconocen que nuestro conocimiento del pasado es creado en un contexto social y político, y que la gente hace su conocimiento. Este conocimiento no puede ser simplemente una reflexión de la realidad de ese pasado. Así, los intelectuales simplemente deberían completarlo para ajustarlo a la agenda social y política.

7. Comparten el compromiso de creer que las relaciones de poder y la estructura del mundo moderno dominado por el capitalismo son injustas y destructivas para la gente. Todas las perspectivas abogan por alguna forma de socialismo como la alternativa a este sistema.

La arqueología marxista tiene como fundamento teórico los escritos de Marx y Engels. En

primer lugar, posee una epistemología -esto es, cómo es la relación entre el sujeto que conoce y el objeto a conocer- materialista. La realidad existe independientemente de su conocimiento. Además, la realidad social es estructuralmente injusta y la arqueología marxista –y el marxismo en general- propone, a partir del conocimiento de la misma, transformarla para reducir la injusticia. Cuanto más cercano el conocimiento esté de reflejar a la realidad como es, más probabilidad hay de que las acciones logren sus fines.

En cada formación social existe una estructura subyacente, formada por la infraestructura -

base- y la superestructura. Lo que determina a una sociedad es el modo de producción, es decir, la infraestructura. Estos modos de producción se suceden en el tiempo. Los autores marxistas clásicos proponen que la superestructura está supeditada a la infraestructura, en tanto que para los autores neo-marxistas existe una relación dialéctica entre ambas.

§ Infraestructura: está formada por las fuerzas productivas (los medios de

producción y la organización de la producción) y las relaciones de producción. § Superestructura: está formada por los aspectos político-judiciales e ideológicos.

Esta estructura no es visible sino que está enmascarada por la ideología. En la arqueología,

la cultura material, por lo tanto, tiene un papel activo ya que esta actúa para que el sistema funcione. Por esto, el pasado tiene que ser interpretado por la ideología del pasado. Es decir, la arqueología marxista intenta encontrar en las sociedades del pasado los mecanismos de las clases dominantes

30. Fundamentos de Prehistoria

para perpetuarse en el poder. Este poder puede verse tanto en los elementos de uso cotidiano como en los elementos de lujo, la arquitectura y otros tipos del registro arqueológico.

Como ya vimos, la Arqueología Marxista rechaza de la Arqueología Procesual el

determinismo ambiental ya que el cambio para los marxistas está dado por las contradicciones que se dan dentro de la misma sociedad. Los factores ecológicos son vistos sólo como constreñidores. Esto, a diferencia de los procesuales, le da al individuo un rol activo y de productor de cultura. El cambio dentro de las sociedades se da a partir de dos tipos de contradicciones:

a) Una contradicción entre los intereses de los grupos sociales –la lucha de clases en

términos marxistas- debido a la división de clases con intereses antagónicos. Una de las clases –la dominante- controla los medios de producción. La expansión de esta clase se hace a expensas de la otra. En las sociedades precapitalistas esta idea se aplica a la división social por sexo, edad, linaje, etc.

b) Una contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En el caso de las sociedades precapitalistas, algunos autores marxistas plantean que el lugar de las relaciones de producción lo toman las relaciones de parentesco.

Finalmente, en la Tabla 1 comparamos la aplicación del marxismo tanto en América

Latina como en las corrientes anglosajonas y cómo fue variando esta aplicación con el transcurso del tiempo y de los cambios políticos a nivel mundial.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 31

Principios del siglo XX hasta 1950

Corrientes en América Latina Corrientes Anglosajonas § A partir de 1930 y como consecuencia de

la 1º Guerra Mundial se “permiten” los nacionalismos por lo que en México y Perú surge el Movimiento Indigenista que revaloriza el pasado Azteca e Inca respectivamente.

§ En los años 20, debido al “terror rojo” no fue tenida en cuenta cualquier teoría materialista.

§ Leslie White, influenciado por los escritos de Engels y Morgan, propone su teoría de evolución cultural.

§ Julian Steward plantea el marco ecológico cultural § V. Gordon Childe fue el primer arqueólogo

occidental -en Gran Bretaña- que usó la teoría marxista en su trabajo.

§ Childe vio a la arqueología como un medio de poner a prueba y perfeccionar las observaciones marxistas a largo plazo.

§ En sus libros planteó su propia visión marxista materialista de la prehistoria europea. Introdujo un concepto de evolución multilineal en el cual los cambios en el conocimiento tecnológico producen cambios sociales, políticos y económicos.

§ Ve a los factores superestructurales como teniendo una influencia negativa o conservadora que opera contra el cambio social.

1950-1960

Corrientes en América Latina Corrientes Anglosajonas

§ El fin de la Segunda Guerra Mundial encuentra a la mayoría de los países de América Latina bajo un régimen militar por lo que se limitan o prohiben los estudios marxistas.

§ En México los arqueólogos norteamericanos siguen investigando en las Tierras Bajas Mayas y una nueva generación empieza a trabajar en el Valle de México. Entre ellos se encuentran Eric Wolf, Angel Palerm y Pedro Armillas.

§ Steward y White ganan adherentes. Childe fue entonces caracterizado como evolucionista unilineal.

§ Steward y sus alumnos tomaron ideas de inmigrantes de Europa del Este a los Estados Unidos durante la guerra, como Wittfogel y Polanyi.

§ Sahlins introduce en la arqueología los conceptos de economías de reciprocidad y redistributivas de Polanyi.

§ En la década de 1950 los investigadores no adaptaron un enfoque marxista ya que se encontraban desilusionados por la derrota de la Guerra Civil Española y por el temor stalinista.

§ Además, fue la época de esplendor del McCartismo que limitó las posiciones que los autores pudieron tomar públicamente.

1960-2000

32. Fundamentos de Prehistoria

Corrientes en América Latina Corrientes Anglosajonas

§ En la década de 1960 se da un resurgimiento de la arqueología marxista debido a los movimientos revolucionarios.

§ En la década de 1970 se desata una ola de represión en América Latina por la imposición de dictadura militares en sus gobiernos.

§ La dictadura chilena obliga a los arqueólogos marxistas -i.e. F. Bate y J. Montané- a emigrar a México y comienzan a trabajar en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (INAH).

§ En otros países latinoamericanos como México, Perú y Venezuela se pudo seguir con el desarrollo del enfoque en arqueologìa.

§ Durante 1960 y 1970, los arqueólogos marxistas se “resisten” a la Nueva Arqueología.

§ En 1983 algunos autores marxistas como F. Bate, I. Vargas, L. Lumbreras, J. Montané, M. Gándara y M. Sanoja formaron el Grupo Oaxtepec –o Grupo del Pacífico.

§ Intentaron sintetizar un enfoque nuevo para una arqueología marxista. Volvieron a los trabajos de Marx y Engels. Rechazaron al marxismo estructuralista francés en su idea que los modos de producción pueden existir como entidades separadas que se articulan. Ellos buscaban una teoría de la totalidad social.

§ Para relacionar las categorías abstractas de modo de producción, formación social e ideología con la realidad concreta introdujeron la noción de modo de vida y de cultura. Esta es la manifestación empírica concreta de las regularidades presentes en cada formación social (a nivel más general) y modo de vida (de generalidad intermedia).

§ A diferencia del marxismo estructuralista francés consideran a las formaciones sociales como abstractas.

§ El trabajo del Grupo Oaxtepec influyó en la arqueología del mundo hispanoparlante. Esto no es sólo por el idioma sino porque muchos arqueólogos latinoamericanos y españoles encuentran a la arqueología angloparlante marxista y postprocesualista como superficial y mayormente interesada en las luchas políticas dentro del mundo académico más que con el desarrollo de teorías alternativas sobre la sociedad.

§ En la década de 1960 algunos autores como Diamond, Wolf y Leacock hacen explícitos sus enfoques marxistas. Incluso Leacock empieza a trabajar en un enfoque marxista feminista.

§ Patterson comienza sus estudios en Perú.

§ Leone usa el enfoque marxista aplicado a la arqueología histórica.

§ En los años ‘70, el marxismo fue más prominente en Gran Bretaña que en Estados Unidos porque estos últimos tomaron más en cuenta al estructuralismo francés.

§ En EE.UU. y a partir de la década del noventa, Randall McGuire revitaliza los enfoques marxistas en arqueología.

Tabla 1. Comparación de la aplicación de la perspectiva marxista en arqueología

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 33

durante el Siglo XX. III.v. La Arqueología Cognitiva

La Arqueología Cognitiva intenta estudiar a las sociedades poniendo especial énfasis en los procesos de pensamiento humano y en su conducta simbólica. Aún cuando el registro arqueológico sólo consiste en los restos materiales de las actividades humanas y no tenemos información directa sobre los tipos de sistemas de creencias o sobre los procesos del pensamiento que existieron en las mentes de los que los crearon, esta corriente sostiene que es posible inferirlos a través de estos vestigios, ya que el registro arqueológico tiene información sobre ellos. La Arqueología Cognitiva afirma que para una correcta interpretación de la cultura material del pasado, de los procesos conductuales que la crearon y de los patrones del cambio cultural -evidentes en el registro arqueológico, como lo son el origen de agricultura y el desarrollo de sociedad estatal- se hace necesario entender los sistemas de creencias y los procesos de pensamiento que los crearon. Si bien estos estudios arrancan a comienzo de la década de 1980, poseen una diversidad importante de acercamientos. En rigor de verdad, parte de este acercamiento se inicia en los primeros trabajos de Hodder (1982) en los que este autor pone énfasis en los aspectos simbólicos de conducta humana.

Revitalizada a partir de la década de 1990, la Arqueología Cognitiva parece tener dos

orientaciones dominantes: a) la cognitivo procesual y b) la evolutiva cognitiva. La primera ha intentado proporcionar un énfasis igual entre el pensamiento simbólico y la

ideología, buscando hacer esto dentro de un marco científico de referencia en el que puedan evaluarse preguntas sobre las creencias del pasado y maneras de pensamiento de una manera objetiva. Esto cubre un rango sumamente amplio de estudios en los que el interés se ha centrado en la ideología, pensamiento religioso y cosmología (Flannery y Marcus 1996; Renfrew 1985; Renfrew y Zubrow 1993). Estos estudios defienden que los aspectos del pensamiento y de la conducta humana son tan posibles de analizarse como la tecnología y la subsistencia que parece ser los que dejan los rastros arqueológicos más directos. Los casos estudiados en los que se aplicó este enfoque contaban además con archivos escritos que permitieron complementar la evidencia arqueológica y por lo tanto hicieron sencilla la reconstrucción de creencias del pasado (Flannery y Marcus 1996).

Por ejemplo, el enfoque cognitivo procesual considera a la arqueología cognitiva como el

estudio de aquellos aspectos de la cultura antigua que son el producto de la mente humana, como por ejemplo: la percepción, descripción y clasificación del universo -cosmología-; la naturaleza de lo sobrenatural -religión-; los principios, filosofías, éticas y valores por los cuales las sociedades humanas están gobernadas -ideología-; las maneras en las que los aspectos del mundo, lo sobrenatural o los valores humanos se transmiten en el arte -iconografía- y todas las otras formas

34. Fundamentos de Prehistoria

de intelecto humano o comportamiento simbólico que sobreviven en el registro arqueológico. Autores de esta corriente como Flannery y Marcus (1996) sostienen que un enfoque cognitivo sólo pueden utilizarse cuando hay un cuerpo de datos lo suficientemente rico, es decir cuando están disponibles adecuados datos históricos y/o etnohistóricos, como por ejemplo, en el caso de los Aztecas del siglo XVI o los Egipcios del Nuevo Imperio. Por el contrario, cuando hay muy poca información disponible de los tipos mencionados, la reconstrucción de los aspectos cognitivos bordea “la ciencia ficción” como dicen Flannery y Marcus (1996). Estos autores sostienen que los aspectos cognitivos no son epifenómenos como sostenía la New Archaeology.17 La cosmología afecta la manera en que el ambiente natural es utilizado, la religión puede promover o inhibir el comercio con extranjeros, la ideología debe cambiar antes que la sociedad de rangos pueda emerger y la iconografía puede ser utilizada para reforzar los valores militares de los jefes en competencia.

Un ejemplo más concreto del método utilizado por los arqueólogos procesuales

cognitivos es el que exponen Flannery y Marcus (1994, 1996) para estudiar el rol de la religión en sociedades con documentos etnohistóricos como los Zapotecas del antiguo México. Este método consiste en:

1) Construir un modelo de la religión antigua a partir del análisis de los documentos

etnohistóricos. 2) Aislar aquellos elementos, como estructuras de templos o artefactos rituales, que

posiblemente se preservan en el registro arqueológico. 3) Realizar un análisis de los planes del antiguo templo y un análisis contextual de la

parafernalia ritual, y 4) comparar y contrastar los restos arqueológicos observados con el patrón esperado

derivado de los documentos etnohistóricos. Por su parte, la posición evolutivo-cognitiva analiza la evolución de la mente humana.

Sostiene que el registro fósil proporciona los medios esenciales para reconstruir el pensamiento y la conducta del pasado, y las presiones selectivas sobre los cuales se dio la evolución cognitiva. Los estudios de fósiles humanos y artefactos necesitan ser seguidos en una forma muy integrada si intentamos reconstruir la evolución de la mente humana. La última década ha visto un desarrollo interesante del tema; en realidad Merlin Donald (1991) un psicólogo, fue el primero en proponer una teoría de la evolución cognitiva, haciendo un uso importante de información arqueológica.

Los desarrollos más importantes en la arqueología cognitiva son los de Mithen (1996a),

quien intentó integrar esta corriente con la psicología evolutiva. Mithen sostiene que los humanos pre-modernos -i.e. Homo erectus, Neanderthals- tenían una mentalidad dominio-específica y que esto se ve en el carácter particular de su registro arqueológico. En su modelo, el origen de arte, el pensamiento religioso y el pensamiento científico --los cuales surgen aproximadamente 30.000

17 Es importante recordar aquí que Flannery fue uno de los principales autores de la New Archaeology, desde sus inicios. Es por ello que también sostiene que dentro de la corriente cognitiva, el estudio debería centrarse en los procesos.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 35

años (ca. 70.000 años después de los humanos anatómicamente modernos, como veremos más adelante en la materia)-- todos tienen origen en una habilidad nueva, las que parece relacionarse con una interacción entre las formas del pensamiento y los diferentes tipos de conocimiento, y que esto quedó “atrapado” en dominios cognitivos específicos. Para Mithen, esto es evidente en el desarrollo particular de la cultura desde hace ca. 30.000 años (ver para este tema Ficha de la Cátedra de Aguerre y Buscaglia 2001) y sobre todo, en el carácter acumulativo del conocimiento, algo que había estado ausente de las culturas anteriores. III.vi. Las Teorías Evolutivas Neo-darwinianas en Arqueología

La Teoría de la Evolución posee una larga historia dentro de las ciencias sociales, y en

especial, dentro de la arqueología y la antropología. Ejemplo de ello son los trabajos de L.E. Morgan y K. Marx en sus sistematizaciones de cambio y desarrollo social, y el de Service en su esquema de progreso o desarrollo social y político. En arqueología específicamente, estos esquemas de progreso se aplicaron al estudio de colecciones de instrumentos junto con la utilización de analogías de pueblos cazadores-recolectores contemporáneos -ver Culture History más arriba. Sin embargo, la utilización del concepto de progreso y direccionalidad en el cambio, es decir del supuesto de que existía un carácter inmanente en las sociedades humanas que las llevaba a la complejización social y política, proviene de los desarrollos de Herbert Spencer, contemporáneo de Darwin y Wallace, el que adaptó el modelo de evolución por selección natural de estos dos autores a las ciencias humanas. El impacto de este simple modelo de progreso fue enorme, ya que se ajustaba en alguna medida a lo que parecía ser el resultado actual de este proceso en las sociedades occidentales, y en especial de aquellas que se encontraban dentro del marco de la Revolución Industrial.

Paulatinamente, este modelo encontró sus limitaciones. El avance de las investigaciones

tanto en Antropología como en la Arqueología mostró que la diversidad y complejidad de las trayectorias de cambio seguidas por las sociedades humanas no era reductible a un simple modelo progresista. La necesidad de superar estas limitaciones teóricas y de buscar modelos más refinados de cambio cultural llevó a inicios de 1980 a la aparición de diversos modelos formulados a partir de la Teoría la Evolución de Charles Darwin (Bettinger 1980, Dunnell 1980, Rindos 1980, Winterhalder y Smith 1981) -es decir no espenceriana. Si bien son muchos sus aspectos y ramificaciones, todos comparten aspectos teóricos y metodológicos comunes. Nos centraremos aquí en los aspectos más básicos de la aplicación de la Teoría de la Evolución en Arqueología y Antropología, analizando tres orientaciones dentro de esta corriente:

a) la arqueología seleccionista, b) la ecología evolutiva de la conducta humana c) la teoría de la herencia dual.

Arqueología Seleccionista Robert Dunnell (1980) y David Rindos (1980) replantean el foco de estudio de la

arqueología, proponiendo un cambio en el marco teórico-epistemológico. Dunnell plantea este cambio a partir de la incorporación de la teoría Darwiniana de la evolución. Esta teoría científica

36. Fundamentos de Prehistoria

se enfoca en la diversidad y en la dinámica de cambio, más que en tendencias comunes y en la construcción de períodos estáticos, como lo hacen las corrientes tradicionales y procesuales, tanto antropológicas como arqueológicas.

Dos elementos fundamentales estructuran la diversidad y el cambio en el seleccionismo: 1) la variación azarosa -no direccional- y 2) la selección natural. La variación azarosa implica que los individuos generan variación a través de diversas conductas -aprendizaje, replicación, falta de información etc.-, es decir generan nuevas formas de conducta, observables empíricamente a través de los artefactos (Dunnell 1989). De esta manera, un individuo al confeccionar un instrumento, puede generar nuevas formas por errores en el proceso de talla; o al innovar en las técnicas de caza, producir nuevas conductas relacionadas a las prácticas de subsistencia. Sin embargo, que la variación sea azarosa, no implica que los individuos no sean agentes racionales -i.e. al instrumentar una estrategia en respuesta a un problema adaptativo- sino más bien que esta respuesta no puede ser direccional en el sentido en que no puede prever o anticipar con certeza los resultados de sus acciones, mucho menos aún en el largo plazo. Este elemento aleatorio es fundamental en el modelo de cambio de esta corriente, ya que la selección natural es un proceso que no posee dirección alguna, no persigue propósito alguno.18 Esto significa que la evolución no implica mejora ni progreso alguno, sino que solamente cambio en la diversidad como dice Rindos (1984). Esto no significa, sin embargo que la complejización cultural o social no se relacione con este proceso, sólo que no es un fin en sí mismo sino un producto secundario, una resultante del proceso.

Otro aspecto fundamental de esta corriente es el que se relaciona con las unidades sobre las que la selección actúa y las unidades de cambio observadas por los arqueólogos. Ambos aspectos plantean una modificación importante en la forma en que se entiende al registro arqueológico. Para los seleccionistas, la unidad de selección -es decir la afectada por la selección natural- es el individuo pero las unidades sobre las que se miden estos procesos son los artefactos. Dentro de esta perspectiva, se entiende que los artefactos están inextricablemente asociados al éxito reproductivo.19 Al observar la dinámica de cambio y sustitución de artefactos, por tanto, nos estaríamos aproximando a la trayectoria biológica de las poblaciones que crearon y utilizaron dichos artefactos. El registro material de este proceso nos mostraría diferentes frecuencias de aparición, sustitución o cambio de artefactos, acompañado por el cambio en otros aspectos de las poblaciones humanas (Figura 5). En líneas generales, esta corriente se interesa por los cambios a largo plazo.

18 Por ejemplo una creciente adecuación o perfección de estrategias o la complejización de un repertorio cultural determinado. 19 Término biológico que se entiende como la capacidad de los individuos de llegar a la edad reproductiva y dejar descendientes. Debe diferenciarse del éxito reproductivo diferencial, que implica que algunos individuos tendrán ventajas sobre otros, y estas se plasmarán en una mayor probabilidad de dejar descendencia.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 37

Figura 5: Modelo de la trayectoria esperada para rasgos favorecidos por selección natural y aquellos que no. Al ser favorecido por este mecanismo, la frecuencia del rasgo aumentará mostrando una tendencia a un incremento lineal y sostenido (línea superior). Si por el contrario, la selección natural no es el mecanismo

interviniente, la trayectoria del rasgo será errática y sinuosa hasta desaparecer (línea inferior). Modificado de O’Brien y Lyman 2000a: 89

Rindos (1984) empleó esto para discutir el origen de la agricultura. El modelo de Rindos no supone un contexto de aparición determinado, sino más bien un origen que se relacionaría por procesos estocásticos -azarosos. Durante algún momento del Holoceno temprano habrían comenzado a gestarse ciertas interacciones muy primarias entre seres humanos y vegetales. Estas interacciones casuales se basarían en la selección humana de ciertos tipos de granos de vegetales silvestres para el consumo. Estos vegetales -el maíz en América o el trigo en Próximo Oriente- poseen cierta predisposición para generar una gran cantidad de variación morfológica por mutación de sus genes. La variación resultante permitió a los humanos elegir los granos de acuerdo a algún criterio vinculado con la alimentación -i.e. el tamaño. Sin embargo, esta interacción no tiene porqué haber tenido como fin último la domesticación del maíz, es decir generar una total dependencia de la planta del humano para cumplir su ciclo reproductivo. Sino más bien que las causas fueron próximas, inmediatas, como el complementar la dieta o las actividades de subsistencia. Esta selección no intencional llevó no sólo a un cambio gradual en los vegetales favorecidos por la manipulación humana.20 Esta relación habría llevado a una evolución conjunta de vegetales y humanos, al darse una dependencia mutua cada vez mayor. Este proceso se conoce como coevolución. Las expectativas del registro arqueológico para dar cuenta de este proceso son múltiples y complejas por un lado, tal como lo dijimos anteriormente. Bajo esta lógica es esperable que los rasgos favorecidos por la selección natural aumenten en frecuencia en detrimento de otros menos eficientes. Asimismo, la población humana tendría que mostrar cambios sociales y demográficos que se relacionen con la dependencia creciente de los alimentos domesticados.

20 Este beneficio en los vegetales podría verse como una horticultura incipiente, en donde se desmaleza, protege o dispersa en mayor grado la variedad seleccionada, sin que esto implique un cuidado intensivo.

38. Fundamentos de Prehistoria

Ecología evolutiva de la conducta humana Esta corriente tiene sus raíces en la ecología cultural norteamericana de la década de 1950

que buscaba, entre otras cosas, establecer correlaciones entre las poblaciones humanas y sus ambientes ecológicos. Actualmente, esta corriente incorpora aspectos derivados de la teoría Darwiniana, poniendo énfasis en los modelos derivados de la ecología evolutiva, que ayudan a incorporar aspectos sociales -razón por la cual es tan importante en antropología. Estos modelos permiten generar expectativas altamente contrastables con respecto a la conducta humana por lo que esta corriente teórica ha tenido un desarrollo y complejización creciente desde su aparición. La corriente ecológico-evolutiva se centra en procesos que ocurren en tiempo corto, en el tiempo etnográfico; es decir a través de lo que denominan toma de decisión adaptativa. Los modelos son construidos y contrastados no sólo a partir del registro arqueológico sino también mediante investigaciones etnográficas y antropológicas actuales, en las que tiene un gran desarrollo. Debemos decir que los modelos pueden ser formalizados para discutir procesos en escalas más largas -como las utilizadas comúnmente por los seleccionistas.

Bruce Winterhalder y Eric A. Smith (1981) con otros autores, formalizaron los aspectos más relevantes de esta corriente. Aquí destacaremos los dos más relevantes: a) toma de decisión racional y b) la flexibilidad adaptativa. La primera supone que los individuos son capaces de percibir los costos y beneficios relativos de diversas conductas y buscar la solución que crean más eficiente. Por su parte, la flexibilidad adaptativa está unida a la toma de decisión racional y supone que en la especie humana ha evolucionado la capacidad de responder adaptativamente, es decir, de la manera más beneficiosa en términos de energía para el organismo. Estos dos factores sustentan la construcción y utilización de modelos basados en la teoría Darwiniana de la evolución, la ecología y la microeconomía. Si los individuos tienden a comportarse de manera adaptativa y a buscar el máximo beneficio de un conjunto de conductas, podría predecirse su comportamiento a partir de una serie de modelos que se han denominado modelos de optimización.21

Los modelos de optimización se basan, por tanto, en el supuesto de que la selección natural ha actuado en el pasado evolutivo humano modelando la capacidad para responder adaptativamente (Boone y Smith 1998), es decir, de la forma que la obtención de energía sea la menor posible por unidad invertida. Los modelos se construyen a partir de una serie de variables que sean relevantes al problema de optimización que quiere explicarse, midiéndose tiempo y energía.22 Algunos de los modelos más empleados son a) el de parche (patch model) y b) de amplitud de dieta.

21 Los modelos que se emplean en ecología evolutiva son muchos -además de los mencionados aquí podemos mencionar Z-Score, de riesgo, de decisiones múltiples, valor marginal, etc. Sólo nos centraremos en dos de los que más se emplean en la actualidad. 22 La solución a un problema adaptativo concreto -i.e. el tiempo en que un cazador utiliza para encontrar un determinado tipo de presa- puede basarse en diversos tipos de elección racional, como gastar el menor tiempo posible en un determinado ambiente, buscar hasta un número determinado de presas según su peso relativo -ya que después deben transportarse nuevamente al campamento. O cuáles y que tipo de presas seleccionar

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 39

El modelo de permanencia en el parche23 predice cuánto tiempo un individuo estará

predando en un parche. Se basa en los principios teorema de valor marginal de Charnov (1976) en donde los recursos son finitos y el costo en términos de su adquisición es variable. En el modelo de permanencia en el parche, un individuo llega a un nuevo espacio, en donde existen una cantidad limitada de recursos -los que se agotan en función de su explotación. A medida que los recursos se hacen más escasos, el individuo invierte más tiempo en su búsqueda, lo que reduce la ganancia en términos de energía invertida. Así el modelo predice que llegado el momento en que la cantidad de energía obtenida sea similar al promedio de la que puede obtenerse cambiando de parche, el individuo lo abandonará y se movilizará a otro con más recursos24 -ver Figura 6.

Figura 6: Esquematización del modelo de permanencia en el parche. Se observa que la cantidad de energía obtenida es una función del tiempo que se invierte en el parche (siempre el eje X muestra la función

independiente y el Y la dependiente) el punto que une ambos ejes (señalado aquí por líneas punteadas) es el punto óptimo, mas allá de este momento la energía comienza a disminuir. Tomado de Winterhalder 1981

Si bien la representación es muy sencilla, es posible comenzar a incorporarle nuevas

variables -i.e. distancia que debió recorrer para llegar al parche, costo de procesamiento del recurso, tipo de tecnología empleada.

El modelo de amplitud de la dieta -Diet breath model- predice cuáles serán los recursos más explotados. A diferencia del modelo de permanencia en el parche, éste considera las

según la energía relativa que aporta cada una de ellas (incluyendo por ejemplo, el costo de búsqueda y de procesamiento). 23 Parche -patch: es una porción del espacio con una composición y distribución de recursos particular, dentro de un espacio mayor, conformando un mosaico de recursos distribuidos heterogéneamente. 24 Por lo tanto, si el indiv iduo continuara permaneciendo en este parche, comenzaría perder energía, ya que insumiría más de la que podría llegar a consumir.

40. Fundamentos de Prehistoria

diferentes presas y recursos disponibles y cómo están distribuidos en el espacio. Por ejemplo, un cazador que se ajuste a un modelo óptimo seleccionará sus recursos de acuerdo a la relación costo-beneficio. Este modelo considera dos variables: a) tiempo de búsqueda25 y b) el tiempo de manejo y captura.26

El modelo de amplitud de la dieta predice que, por ejemplo, un cazador tenderá a buscar

los recursos de más rendimiento en relación a la energía invertida e ignorará, por consiguiente, a los recursos de menos rinde, o más difíciles de procesar. Pero tal como predice el modelo de permanencia en el parche, los recursos tenderán a agotarse y por lo tanto su costo se elevará. A medida que esto ocurra, el cazador comenzará a incluir otros recursos que antes dejaba de lado y de esta manera ampliará su dieta. El modelo prevé por lo tanto, que un cazador tenderá a ampliar su dieta incorporando nuevos recursos hasta que el tiempo de búsqueda27 se iguale con el tiempo en que tarda en capturar, procesar y consumir estos nuevos alimentos de menor rendimiento -ver Figura 7. Una aplicación de este modelo se presenta más adelante en el Programa –ver Traducciones 2002, el trabajo de Stiner (2001.

Figura 7: El modelo de amplitud de la dieta predice que a medida que el tiempo de búsqueda aumenta es porque los recursos de más alto ranking se vuelven más escasos. El cazador baja los costos de la predación al

incorporar recursos de menor rinde que antes podría ignorar. El punto óptimo está indicado por el

25 Se considera tiempo de búsqueda a cuánto tarda un individuo en encontrar un determinado tipo de presa, ya que no todas presentarán la misma abundancia y distribución. 26 Este toma en cuenta cuánto tiempo debe invertirse en lograr la captura y el posterior procesamiento y consumo de la presa. No olvidemos que existen recursos cuyo procesamiento demanda mucha inversión de tiempo y energía, como las gramíneas que deben recolectarse en grandes cantidades y deben ser consumibles en forma de harinas, lo que demanda un importante consumo de energía en su procesamiento previo al consumo. 27 El tiempo de búsqueda se reduce al incorporar más recursos, en vez de buscar los que cada vez se vuelven más escasos .

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 41

entrecruzamiento de ambos ejes e indica una combinación de dieta óptima que iguala el tiempo de búsqueda con el de manejo

Es importante aclarar que los modelos no suponen que el comportamiento humano será

siempre óptimo, sino que más bien proponen estados ideales formulados de forma tal que pueden ser contrastados empíricamente, en nuestro caso con el registro arqueológico o con observación etnográfica. Es decir, lo que intentan no es ajustar el comportamiento humano a un óptimo sino que por el contrario, apuntan a señalar las desviaciones de esta conducta a factores culturales o naturales que la influyen. De esta manera, al observar las desviaciones, el modelo puede reformularse para intentar dar cuenta más apropiadamente de los fenómenos observados en el registro arqueológico. Estos modelos, han incorporado además elementos provenientes de otras líneas teóricas dentro de la arqueología evolutiva como de la teoría de juegos y el modelo de herencia dual, para sopesar la incidencia de otros factores, como la cooperación, la aparición y desarrollo de jerarquías y de comportamientos posiblemente no adaptativos.

La Teoría de la Herencia Dual La Teoría de la Herencia Dual intenta explicar la relación entre herencia cultural y

genética. Los puntos centrales de la teoría descansan en los siguientes puntos:

a) El pool genético y el pool cultural conforman dos sistemas de herencia paralelos pero interconectados. Es decir, que si bien ambos poseen sus propias particularidades -i.e. diferentes tasas de cambio, modos de transmisión distintos- hay puntos de interconexión entre ambos sistemas.

b) Como resultante de esta interconexión, tenemos la mutua influencia y la transformación, lo que significa que la cultura -i.e. pautas, modo de transmisión de la información- pueden influenciar la composición genética de los individuos y viceversa. Restricciones orgánicas, resultantes de la interacción de los genes y el ambiente, pueden influir en pautas culturales -i.e. la resistencia a determinadas enfermedades.

c) Esta interacción no siempre es positiva en términos adaptativos -i.e. mucha variación cultural no es necesariamente adaptativa y en muchos casos es maladaptativa- lo que significa, que afecta negativamente la capacidad de reproducirse de los individuos.

La coevolución es el mecanismo en donde tanto selección cultural -i.e. transmisión

cultural, patrones conductuales- como la selección natural actúan activamente en el curso de la evolución humana -Figura 8. Por lo tanto, en la Teoría de la Herencia Dual, la cultura tiene un lugar predominante, especialmente a través de los mecanismos transmisión de información entre generaciones. Diversos modelos han sido formulados para dar cuenta de este fenómeno (Cavalli-Sforza y Feldman 1981, Boyd y Richerson 1985, Lumsden y Wilson 1981, Durham 1991) en los que se analizan como diversos mecanismos de aprendizaje afectan la trayectoria de los rasgos culturales en una población y asimismo generan conductas tanto adaptativas como maladaptativas.

42. Fundamentos de Prehistoria

Por ejemplo, Guglielmino y colaboradores (1995) toman en cuenta los diferentes tipos de transmisión cultural28 y demuestra a partir de trabajos etnográficos en África, que el modo de aprendizaje afecta el modo en que los rasgos cambian. Esto se debe a que algunas conductas son más conservativas que otras, dependiendo esto de como son aprendidas.

Figura 8: Se observan las dos vías paralelas de herencia -genética y cultural- las diagonales señalan

interacciones entre ambos sistemas. En tiempo evolutivo el resultado de esta

interacción es lo que se denomina coevolución.

Modificado de Durham 1991: 186 Fig. 4.3

Para Boyd y Richerson (1985) existen diferentes mecanismos que explican la forma y variación de los rasgos conductuales en una población. Por ejemplo, muchas conductas se incorporan a través de mecanismos que limitan la cantidad de error tolerado -llamados mecanismos sesgados. O por el contrario, algunas conductas toleran determinado nivel de ensayo y error durante el aprendizaje por lo que mayor variación será esperable. Las aplicaciones arqueológicas de esta teoría son recientes, pero casos como los de Bettinger y Eerkens (1999) indican que las puntas de proyectil líticas del Paleoindio norteamericano variaban de acuerdo a la complejidad del diseño, ya que probablemente niveles de error diferentes eran tolerados para uno u otro tipo. De este modo, los tipos más simples de puntas de proyectil tendían a mostrar rangos de variación más grandes que las más complejas.

Estos mecanismos dan un importante lugar a la selección natural y a la adaptación ya que según los modelos de evolución cultural, ésta se habría desarrollado esencialmente como un rasgo que promueve la adaptación. El punto central aquí es que la cultura puede producir variación mucho más rápidamente y distinta que la genética. Por lo tanto, puede encontrar respuestas adaptativas eficaces en un tiempo menor al de una generación humana, dado que la selección natural actúa trans-generacionalmente. La cultura de los seres humanos se diferencia de la de otros primates no humanos -y otros animales29- por la complejidad y cantidad de formas de codificación y de transmisión, más que por sus características básicas. La Teoría de la Herencia

28 Los diferentes mecanismos son a) Vertical = transmisión de una conducta de padres a hijos, b) Horizontal = transmisión entre individuos del mismo rango de edad o próximo, c) Oblicua = transmisión entre individuos de diferentes generaciones. 29 No olvidemos que muchos animales poseen cultura (Bonner 1980, Walker 1983, Griffin 1984) y que los primates no humanos poseen rasgos culturales complejos, aprendidos socialmente y que estos rasgos perduran en el tiempo (McGrew 1992 y 1993, Boesch 1993, Visalberghi 1993).

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 43

Dual, asimismo abarca muchos tópicos diversos, pero principalmente aquellos que se centran en explicar la evolución de fenómenos culturales como la cooperación entre individuos, la tasa de cambio cultural a través de la innovación, la formación sistemas desiguales o jerárquicos y la aparición y mantenimiento de conductas maladaptativas.

Resumiendo: Similitudes y compatibilidades entre las tres corrientes. Como hemos observado, cada una de estas corrientes poseen focos de interés distintos,

así como distintas escalas de análisis y problemas. El seleccionismo se plantea comúnmente problemas que se definen en escala evolutiva amplia y cuya resolución requiere muchas generaciones humanas, su foco primordial de análisis en el registro arqueológico es el artefacto. Intenta dar cuenta principalmente de procesos en los que la selección natural ha intervenido para influir la persistencia de los rasgos culturales y biológicos en el tiempo. Su metodología se basa tanto en métodos estadísticos comunes en antropología como en los utilizados en paleobiología como la cladística y otros métodos de inferencia filogenética.

En cambio, la ecología evolutiva da cuenta de procesos cuyo fin primordial es adaptativo

a través de una serie de modelos formalizados matemáticamente, y mediante un conjunto de variables reducidas. Por lo tanto, son fáciles de aplicar y se han nutrido de información etnográfica y arqueológica. Su foco de análisis son tanto las estrategias de subsistencia como las estrategias reproductivas o de cooperación y formación de grupos sociales.

Por su parte, la teoría de la herencia dual se enfoca en procesos relacionados con la

interacción entre la evolución cultural y la genética. Su principal foco de análisis son los mecanismos y modos de aprendizaje, la aparición y mantenimiento de mecanismos cooperativos a gran escala y las conductas maladaptativas. Su metodología se basa en métodos estadísticos sencillos y en el uso de modelos formalizados matemáticamente. Al enfocarse en procesos tanto culturales como genéticos abarca procesos tanto de escala similar al seleccionismo como a la ecología evolutiva.

Por último hay que remarcar que a pesar de estas diferencias, estas corrientes internas

comparten un mismo marco teórico, la Teoría de la Evolución Darwiniana, tanto en antropología como arqueología. Este hecho permite que estas corrientes teóricas compartan un campo analítico de referencia común y por lo tanto puedan complementarse en la práctica. La escala analítica en que definen sus modelos -la evolutiva- es semejante y de acuerdo con la manera en que se presenta el registro arqueológico, mayormente promediado espacial y temporalmente, mostrando procesos que ocurrieron en escalas amplias, trans-generacionales. Asimismo, permiten tener acceso a preguntas que se relacionan con la evolución cultural, que es uno de los focos centrales de la antropología y de la arqueología. Este hecho ha sido en parte la causante de la creciente difusión y aplicación de estos modelos en arqueología y antropología.

44. Fundamentos de Prehistoria

- IV -

La Arqueología en el Siglo XXI

#

No podíamos terminar sin hacer alusión al desarrollo de la arqueología en el presente

siglo. Si bien es por demás ingenuo pensar que el cambio de milenio conlleva un cambio paradigmático en nuestra ciencia, la lectura de las corrientes post-procesuales muestra una importante multiplicidad de acercamientos teóricos al registro arqueológico

La arqueología está cambiando. El nivel de discusión está cambiando, las técnicas

disponibles para discutir problemas han cambiado. Las formas de acercarnos a los temas han cambiado. Hoy podemos hacer una identificación genética de sexo en restos humanos (Matheson y Loy 2001, Mays y Faerman 2001, Cunha et al. 2001), recuperar e identificar ADN (Kimura et al. 2001) y/o proteínas que incluso pudieron quedar atrapadas en las fisuras de instrumentos

# Agradecemos la colaboración de Antonella Di Vruno en la realización del presente dibujo.

Lanata et al. Corrientes Teóricas en Arqueología. 45

(Shanks et al. 2001), determinar ambientes precisos sobre la base de estudios de isótopos estables en restos humanos (Hoogewertl et al. 2001) o establecer migraciones puntuales (Dupras y Schwarcz 2001, Price et al. 2001 y 2002), reconstruir paisajes a través de GIS (Llobera 2001, Chapman y Van de Noort 2001, Spikins 2000), comparar estructuras de fibras de colágeno en huesos a través de AFM -atomic force microscopy- y establecer correlaciones entre poblaciones (Thalhammer et al. 2001), usar análisis cladísticos para reconstruir filogenias artefactuales (O’Brien et al. 2001), determinar pestes a través de estudios arqueo-entomológicos (Panagiotakopulu 2001), examinar tatuajes en momias o establecer procedencia de cerámicas aplicando rayos infrarrojos, difracción de rayos y/o espectografías (Alvrus et al. 2001, Eiland y Williams 2001, Scott 2001), utilizar radares -Ground Penetrating Radar- para ubicar cuevas, paleosuelos y paleolagos (Chamberlain et al. 2000, Matasova et al. 2001, Overgaard y Jakobsen 2001) -sólo por citar algunos estudios publicados recientemente.

Parte de este cambio se debe a que del registro arqueológico nos brinda mucha más

información hoy en día. No porque el registro arqueológico sea diferente, sino sencillamente por que el desarrollo tecnológico nos permite “extraer” de él mucho más datos, más y nueva, distinta información. Nuevamente, los estándares se han modificado. Lejos estamos de la primera mitad del Siglo XX, en donde la información se obtenía tras una meticulosa acumulación, descripción y comparación de las excavaciones y de los artefactos. Un poco más lejos estamos del cambio que significó poder fechar los sitios a través de diferentes métodos, tener un diseño de investigación que orientara nuestras preguntas, de reconocer la idea de proceso en el cambio humano a través del tiempo y del espacio y de entender los múltiples factores que intervienen en la formación del registro arqueológico. Y no tan lejos estamos de haber reconocido que no toda conducta humana está únicamente relacionada con una modificación en el ambiente natural, que las diferentes esferas de un grupo social también pueden dejar evidencias en el registro y que podemos tratar de analizarlas arqueológicamente. Todo esto ya forma parte de protocolo científico de la arqueología.

Los cambios tecnológicos por un lado y los teórico-metodológicos por otro,

experimentados por la arqueología en estos últimos años, están dejando su impronta. Se ha generado una nueva interrelació n, una nueva interfase con otras ciencias -i.e. biología, geología, física, química, computación, genética, evolución, ecología- y se ha modificado la existente con las clásicas -i.e. historia, etnografía, antropología. Nadie puede negar que la arqueología que se estudia hoy es diferente a aquella que estudiaron algunos de los profesores que el lector tiene, ha tenido o tendrá -sin importar la edad de uno u otro. Sin embargo, la imagen del “señor del bus” aún se mantiene, tanto en la generalidad de la sociedad como en aquellas explicaciones e interpretaciones que, basadas en el “sentido común,” aún se dan del registro arqueológico.

Como han dicho recientemente algunos colegas “Afrontar, incorporar y avanzar sobre

estos cambios son los desafíos de la arqueología del próximo milenio. Y el gran desafío parece ser mantener el rigor científico que como ciencia, la arqueología debe tener (...). En este desafío estamos involucrados todos y cada uno de los arqueólogos profesionales sin distinción de nacionalidad y/o corriente teórica. Como la ciencia joven que somos, hemos

46. Fundamentos de Prehistoria

pasado por un proceso de búsqueda de identidad y experimentación de enfoques, que poco a poco, se ha ido consolidando en la diversidad teórico-metodológica que hoy podemos reconocer. Es este el momento en el que debemos comenzar a evaluar las ventajas de cada una de estas perspectivas, poniéndolas a trabajar en pos de una meta común; el fortalecimiento de la Ciencia Arqueológica.” (Lanata, Neff y Aldenderfer 2001: ix, nuestra traducción)

Quizás hoy, y tras haber someramente revisado nuestro pasado reciente como ciencia,

podríamos contestarle al “señor del bus”: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.”

Buenos Aires, Noviembre 2001.

Bibliografía

Como mencionamos en nuestra Nota 2, deliberadamente omitimos realizar una excesiva

inclusión de referencias bibliográficas a lo largo del texto. A continuación presentamos una lista bibliográfica que incluye: a) las referencias mencionadas -señaladas con *, y b) la cita de los principales artículos y libros utilizados como consulta así como también aquellas que consideramos de relevancia para cada uno de las corrientes. Desde ya que esta lista es incompleta y parcial, pretendemos que sirva como punto de referencia a aquellos alumnos que estén interesados en explorar algún aspecto en particular, y que con ello tenga al menos la información de base necesaria.

Hemos separado la bibliografía de acuerdo con los puntos tratados. Advertimos al lector que

algunos de los trabajos, si bien están incluidos en un corriente determinada, el mismo puede tratar aspectos de otras.

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