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9 Ápices digital

Date post: 10-Jul-2015
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 Revista ÁPICES DIGITAL  Escenario de eterna llegada. Cachi, Salta Óleo con espátula, obra de Cecilia Revol Núñez, artista plástica que se destaca en pintura figurativa del norte argentino, de su gente y de sus costumbres REDACCIÓN Magdalena Cámpora Diego Ribeira Luis Ángel Della Giovanna Luis Biondini Raúl Lavalle Editor responsable: Raúl Lavalle Dirección de correspondencia: Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina tel. 4811-6998 [email protected] nº 9 – 2011 Número dedicado a la creación literaria y artística  Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta  publicación. 1
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Revista ÁPICES DIGITAL

 Escenario de eterna llegada. Cachi, SaltaÓleo con espátula, obra de Cecilia Revol Núñez,

artista plástica que se destaca en pintura figurativa del norte argentino, de sugente y de sus costumbres

REDACCIÓNMagdalena Cámpora

Diego RibeiraLuis Ángel Della Giovanna

Luis BiondiniRaúl Lavalle

Editor responsable: Raúl LavalleDirección de correspondencia:

Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentinatel. 4811-6998

[email protected] 

nº 9 – 2011Número dedicado a la creación literaria y artística

 Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta

 publicación.

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ÍNDICE

Alejandro Pedro Destuet. La gracia recibida  p. 3

Alfredo Bernardi. El brote de tu voz y Dama del lago  p. 5

Maximiliano Hünicken. Borges  p. 7

Santiago Voršič. Linterna  p. 8

José Telles. Espelhos d’Água  p. 9

Marina Artese. Poema XXXIV   p. 10

Alfredo Bernardi. Brehom  p. 11

Maximiliano Hünicken. Leonardo (retrato en arte digital)  p. 13

Carmen Verlichak. Lo que queda  p. 14

Federico Caivano. Creadores de ficción  p. 15

Radulfus. Lupa, lupa  p. 19

Notas y reseñas  p. 21

Minucias varias  p. 24

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LA GRACIA RECIBIDA

ALEJANDRO PEDRO DESTUET

Hace muchos años, al principio de un verano fui a una pequeñaciudad balnearia para dar una conferencia. Como la llevaba escrita y notenía preocupaciones, me propuse ser feliz.

Llegué el día anterior a mi charla. El hotel era elegante y antiguo,con una amplia playa que aún estaba, afortunadamente, sin turistas.

 Subí a mi habitación. Me sentí inmediatamente a gusto. Tenía

una hermosa y sobria decoración. Dos cuadros de marinas, un amplioescritorio con una hermosa lámpara art nouveau y una alfombra azul.Tras el cortinado se encontraba un amplio balcón, con una magníficavista al mar.

Sentí un profundo bienestar. Me preparé para disfrutar del día.Recordé a mi abuela diciendo que siempre había que estar preparado

 para recibir la gracia.

Me duché y pedí el almuerzo. Algo sencillo, una ensalada con pescado frío y una copa de vino blanco. Me cambié y bajé hacia el hall.Pedí al conserje que me instalaran una sombrilla con una reposera.Cargué la novela que estaba leyendo y me senté.

Miré hacia el horizonte. Era un día diáfano y templado. A lo lejos podía divisar una isla. Calculé que podía estar a una media hora de nado.Sólo se escuchaba el suave murmullo de la espuma y los chillidosalegres de las gaviotas. La brisa rozaba mi cara y mis cabellos, como unamadre amorosa acaricia a su niño.

Comencé a leer. El sol me molestaba pues ya había salido de sucenit y comenzaba su trayectoria hacia el ocaso sobre el horizonte.Sentía algo de somnolencia por el viaje. En un momento percibí quealguien cruzaba a mi lado en dirección a la orilla del mar. A contraluz,distinguí el nítido contorno de un cuerpo de mujer que avanzaba hacia elagua. La luz solar la enmarcaba en un halo dorado.

Un racimo de nubes avanzaba. La mujer se había detenido al

 borde del agua y se había inclinado sobre una de sus rodillas. Por unmomento el sol se ocultó, y un haz blanquecino atravesó el cielo,iluminándola fugazmente. Parecía una diosa antigua, con su cuerpo

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soberbio y voluptuoso. Ella se incorporó y con su brazo derecho hizo unademán como para tapar el fugaz rayo. Creí ver el rostro de unamadonna de Botticelli. La escena era bellísima, parecía una anunciación

  pagana. Vi su mirada dirigirse hacia mí. Luego giró y comenzó a

introducirse en la espuma.

Me paré impulsivamente y comencé a caminar hacia la orilla. Elmar la iba devorando lentamente mientras mis pasos se aceleraban.

El agua estaba casi tibia y se deslizaba a lo largo de mi cuerpocomo un suave aceite. Comencé a nadar con un buen ritmo. Sentía queno hacía esfuerzo alguno. Algo más lejos, varias brazadas adelante, sucuerpo buscaba el infinito. ¿Dónde se proyectaba? ¿Iba hacia la isla?

En un momento sentí que todo se volvía extremadamente lento; podía observar cada los pequeños detalles del movimiento de cada brazo,mis dedos penetrando con suavidad en el borde del agua, cortando lonjasde espuma y reduciendo imperceptiblemente la distancia entre los dos.Millones de espejitos oscilantes me deslumbraban, mientras la luz solar surcaba la superficie del océano arrancándole fibras de oro y plata.

Entonces ella tornó suavemente su cuerpo hacia mí. Me mirócon intensidad. Estoy seguro de que sus ojos pertenecían al mar. Unainmensa sensación de paz me invadió. Por un momento creí escuchar un dulce coral de Bach. Sentí que nuestros cuerpos estaban a punto deencontrarse, debajo de un cielo naranja.

Desperté en mi cuarto mientras el médico recomendaba reposo para poder retomar mi actividad normal al día siguiente. A su lado, elconserje comentaba cuán providencial había sido la llegada del pescador que pasara por el lugar cuando apenas comenzaba la tormenta.

 

Por la mañana, pedí el libro de pasajeros. Era el único huéspedalojado el día del temporal. Salí a la playa pero no pude divisar la isla.Alguien me aclaró que la más cercana se hallaba a unas cinco horas detravesía.

 No volví jamás al balneario. Las crónicas de los diarios registranuna conferencia brillante... “cargada de un aura divina, un escritor 

 poseído por su obra”.

ALEJANDRO PEDRO DESTUET

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EL BROTE DE TU VOZ  Y DAMA DEL LAGO 

EL BROTE DE TU VOZ

Ferviente voz, tu voz inmarcesible,leve susurro casi clandestino,prolijo brote su decir vecinode melodiosa prédica invisible.

Serena voz, tu voz irrepetible,de sonido cercano su destino,busca en el aire un inusual caminopara llegar desnuda e invencible.

Celeste vena, maga comprensiva,temblorosa e ingrávida ventura,ilimitado altar de luz y sombra,porque mi voz al escucharte avivala íntima llama que arde en tu figura,única voz, mi voz también te nombra.

ALFREDO BERNARDI1

Petrarca y Laura

DAMA DEL LAGO

1 “El brote de tu voz” forma parte de Cien sonetos, libro de Bernardi que se halla en prensa. Agradecemos al autor la autorización para publicar este y el de la páginasiguiente: Dama del lago.

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Dama del lago, dríada concebidapor la espuma que juega vagamente,no me quites el cántaro inclemente

ni el agua que lo llena conmovida.

Demora una ilusoria despediday la brisa me siga eternamente;no dejes de mirarme ávidamenteque mi muerte comienza en tu partida.

Entérame del todo y de la nada,de los amores que en la orilla fraguas,

del secreto mayor de tu morada.

Dama del lago, bríndame las aguasporque el inquieto filo de una espadaya ha rasgado el sinfín de tus enaguas.

Lady of the Lake

BORGES

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De laberintos y relojes, que yacen por doquier,El tiempo que los físicos calculaban

Se burlaba de sus procedimientos;Borges tallaba con su plumaEl firmamento.

De acertijos y vocabularios, que yacen en su fe,Valéry le obsequiaba letras azarosasY Borges las acentuaba con misterio.

De Schopenhauer a Spinoza, los filósofosLe convidaban aquellas notas;

Justamente su música era atemporal.Las representaciones del mundo y la geometría de sus leyesSe ocultaban con la utopía de una ficción.

MAXIMILIANO HÜNICKEN

Maximiliano Hünicken: Laberintos de Borges

LINTERNA

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Vine, viy vencí con la mirada;solo racimos de luz

entre la oscuridad malvada.

A tu llamado atendíy a esos ruidos que aterraban,y tu calma promovímientras tus ojos miraban

Vine, viy vencí con la mirada;

solo una bestia dejéfrente a tu atónita cara.

Caí, viy permanecí con la miradaen tus rastros de sangre,que la oscuridad ocultaba

SANTIAGO VORŠIČ1

ESPELHOS D’ÁGUA

Eu nunca tive um rio

1 Estudiante universitario argentino, de origen esloveno.

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tive riachospor gentileza das chuvascresci sem vales e ribeirasàs vezes

lágrimas queriam ser meu rio

Hojequero sair por aícom minha dor escorrendoprocurando riosconsolando minha infânciae quebrando espelhos d’água.

JOSÉ TELLES1

POEMA XXXIV

Poesía:

1

Permítaseme recordar a don Gregorio Marañón y a don Santiago Ramón y Cajal,grandes médicos españoles, pero que fueron además literatos. Pues bien, don JoséTelles, médico de Fortaleza, también publicó varios libros de poemas. Le agradezcoque me haya permitido reproducir aquí este, que pertenece a O lacre do Silêncio(Fortaleza, Sobrames, 2004, p. 25). ¿Por qué me gustó el poema? Pues porque sientoque es un espejo de mi propia vida, al menos según mi modestísima interpretación.

 Nunca pude trabajar en grande. Creo (y quizás en esto me equivoque) que fui apenas un pequeñísimo curso de agua, formado por las lágrimas de mi vida y mis afanes. A vecesincluso he desaparecido bajo tierra, como hacen los riachos de montaña; a veces laslluvias de la vida me ayudaron inmerecidamente, como cuando estuve, hace unos días,con Luciano Maia, con José Telles, con Jorge Tufic, con Virgílio Maia y con otros

encantadores brasileños de Fortaleza, Ceará, en el nordeste del gigante verdeamericano. Por supuesto, lo que digo y siento para mí no vale para don José, cuyotalento poético ha sido repetida y merecidamente elogiado por otros. Esos momentoshan sido para mí un “sair por aí”, un intento de expresarme mejor. [R.L.]

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un corazón que se eternizaesperando que alguien lo abra,lo mire,lo reconozca como suyo,

viva sus emocionesy no lo olvide.

Toda una vida buscando tal momento.Como un libro te dejas estar... ahí,en las sombras,a la vista de todos,sólo oculto para tu interior.

Un verso:una hoja de laurelcayéndose de un árbol seco,que ve partir su espíritu hacia el Absoluto.

 Marchito siempre y con la mirada altiva,esperando,(siempre esperando).Otoño,ráfagas,tormentay

 Nada.Una luz lejana, ¿un lector?... tal vez.

MARINA ARTESE1

BREHOM2

 

1

Joven poeta argentina, estudiante universitaria.2 Agradecemos al autor el permiso para reproducir aquí este escrito, que explora muy bien la tragedia del conocimiento absoluto. Procede de su libro  La loca de San Telmo,editado en 2006. 

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ALFREDO BERNARDI 

En abierto desafío, Brehom deseaba llegar al conocimiento de

todas las cosas. No advirtió la total imposibilidad de acceder al saber absoluto puesto que, quien lo hiciera, podría crear un nuevo universo yello está sólo reservado a Dios o al azar.

  No se dio cuenta de que encaraba un proyecto irrealizable.¿Puede acaso un insecto, le preguntaban, reconocer que camina por una

  pared de hormigón, que ese hormigón es una mezcla endurecida decemento, cal, piedra, arena y otros componentes, que el cemento es unacombinación de silicatos, que la cal es óxido de calcio y que la arena es

esencialmente sílice? ¿Llegaría el insecto alguna vez a ese grado deconocimiento? ¿Cuáles serían sus chances? ¿No intuía Brehom que losinsectos poseen necesariamente un horizonte limitado? ¿En cuántotiempo reunirían por completo el saber del hombre? ¿Habría hombresaún? ¿Habría insectos?

Brehom no entendía que, a pesar de sus notables avances, elsaber de los hombres llegaría sólo a estadios muy distantes delconocimiento absoluto. El tiempo requerido para adquirirlo excedía concreces todas nuestras vidas y las de quienes nos sucedieran. Excedería lavida de nuestro mundo actual.

Brehom no comprendía.

Comenzó por el reino mineral. Tomó una roca y la analizócuidadosamente. Obtuvo su edad geológica, investigó su estructuracristalina, separó los componentes en elementos constitutivos, recorriólos misterios del átomo, del protón, del electrón, creó complicadastécnicas, observó ondas y partículas construyendo aceleradores de

altísima velocidad y ahí está ahora, experimentando con la materiainerte, intentando sorprender a la partícula que irradia todas las verdades,la partícula que lo explica todo.

Continuó con el reino vegetal. Escindió las flores de sus tallos,los tallos de sus ramas, las ramas de sus troncos, los troncos de susraíces, las raíces de la tierra. Indagó las flores, los tallos, las ramas, lostroncos y las raíces. Los colocó en recipientes vidriados. Agregóreactivos. Decoloró las flores, empalideció los tallos, quebró las ramas,

destruyó los troncos y aplastó las raíces. Entre extractos de coloresdiversos e inimaginables y soluciones concentradas de clorofila, destilólíquidos, condensó vapores, analizó muestras, clonó semillas, creó

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nuevas plantas y ahí está ahora, investigando la materia vegetal,apremiado por descubrir las cadenas moleculares esenciales y algunos

 principios del origen de la vida.

Siguió con el reino animal. Tomó una oveja, le abrió el vientre, leextrajo los órganos, estudió el aparato circulatorio, el respiratorio y eldigestivo, seccionó tejidos, los tiñó y miró al microscopio, investigó sus

  patologías, observó las células, el protoplasma, el citoplasma, lamitocondria, los cromosomas, descifró el ADN, el código genético y ahíestá ahora, proponiéndose esclarecer cómo funcionan en detalle losmecanismos celulares y la vida misma.

Tomó mil rocas, mil plantas, mil animales y repitió las

experiencias. Tomó un millón de rocas, un millón de plantas, un millónde animales y reincidió. Tomó todas las rocas a su alcance, todas las plantas en derredor y todos los seres animales próximos, los dividió yclasificó en partes, combinó lo incombinable, alteró identidades,destruyó felicidades, incineró creencias, deshizo culturas, pulverizócivilizaciones, modificó leyes de la naturaleza, creó una atmósferairrespirable, contaminó las aguas, envenenó las tierras, exterminó a suespecie y finalmente murió él, sin lograr acceder al saber absoluto.

ALFREDO BERNARDI

LEONARDORETRATO EN ARTE DIGITAL

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MAXIMILIANO HÜNICKEN1

Frases de Leonardo da Vinci

 – Siccome una giornata bene spesa dà lieto dormire, così una vita beneusata dà lieto morire. – 

 –  Niente puo essere amato o odiato se non e' prima conosciuto.

 – Sicome il mangiare sanza voglia fia dannoso alla salute, così lo studio sanza desiderio guasta la memoria, e no' ritiene cosa ch'ella pigli.

LO QUE QUEDA

CARMEN VERLICHAK 

1 Escritor y artista digital (emplea el programa Paint). Me permití hacer al revés de lohabitual: Así como suele ilustrarse un texto con imágenes, aquí ilustro la imagen con

 pequeños textos de Leonardo que tomé de la Red. [R.L.]

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Diana desciende por la escalera todavía envuelta en la luz que latarde cuela por los vitraux. Rafael la espera abajo y piensa en una de esashadas blancas en las que nunca creyó.

Hoy Diana cumple dieciocho años y mientras baja comprendeque siempre lo amó.

Diana y Rafael eran vecinos de campo, primos además. Jugaron juntos, juntos cabalgaron las frescas mañanas, asustaron a las cocineras y juntos también, se escaparon en las siestas de los eternos veranos.

Y sin embargo, para ellos también pasaron los años.

Lo supo Diana el día en que vino la extranjera. Deslumbró a todos yRafael corrió a Europa tras ella.

Y a Diana le regaló un diamante; realmente la había querido.

Ella se quedó para siempre en el campo, con los recuerdos y lasoledad.

En la noche en que se incendió el casco, la plata de loscandelabros se derritió y en minutos desapareció la balaustrada que loshabía visto bajar.

Por largos meses, Diana buscó el diamante entre las cenizas;cuando lo encontró, mandó reconstruir la escalera.

Ahora, en Marsella, un perdedor sueña todas las noches queDiana baja la escalera encendida por la luz de la tarde.

En Ordoqui, cerca de Cobet, provincia de Buenos Aires.

CARMEN VERLICHAK 1

CREADORES DE FICCIÓN

FEDERICO CAIVANO

1 Escritora actual. Su página: http://www.carmenverlichak.com.ar/. 

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Era una noche tranquila y fresca en Buenos Aires, un climaopuesto al del interior de cierto estudiante de Letras que no veía la horade que terminara la clase. Tenía una idea para una novela y tenía queaprovecharla. “¡Es genial!,” se decía; “el relato de 10 historias separadas

en el espacio, pero no en el tiempo, con el hilo común de que cada una esuna etapa en el desarrollo de una persona siendo, a la vez, varias. Todasocurrirían al mismo tiempo en distintas partes del mundo, así mientrasun personaje nacía en medio de una guerra, otro moría sin haber resueltolos problemas con su hijo. Mientras una chica en Rusia descubría elamor de su vida, una mujer en Colombia dejaba a su marido por un galánde telenovelas.” La originalidad de la idea y el futuro éxito de la obrason discutibles, pero la determinación de Martín en ese momento no.

El reloj estaba por anunciar el feliz regreso a casa y por toda elaula empezaban a escucharse ruidos de papeles crujiendo, mochilascerrándose, llaves y monedas de colectivo revolviéndose en los bolsillos.Martín volvió entonces a la realidad y se unió a la orquesta. Se despidióde todos y salió a la calle tranquilo pero firme. Se paró frente al poste deluz con el adhesivo que leía “LÍNEA 111” y esperó. Esperó diez, veinte,veinticinco minutos, pero el vaticinio del austero cartel no se cumplió.Irritado, y viendo que se le ocurrían ideas que temía perder, confirmótener suficiente dinero y paró el primer taxi que vio libre.

El taxista era un hombre de aproximadamente 60 años, canoso enlos pocos pelos que tenía por encima de las orejas y con el cráneo algoirregular. Daba la impresión de tener bastante experiencia en su trabajo,lo que tranquilizó a Martín, que odiaba tener que dar demasiadasindicaciones. El taxi frenó por completo y destrabó sus puertas. Martínse subió tirando su mochila en el asiento y saludando al chofer.

 — Buenas. — Buenas noches. ¿A dónde vamos?  — dijo el anciano, prendiendo el

taxímetro y apagando al mismo tiempo el cartel luminoso de LIBRE. — Constituyentes y Beiró — Muy bien, muchacho.

El viejo parecía contento. Ese día no había tenido mucha suertecon los pasajeros y este viaje compensaba por ello. Realmente le iba acostar una buena suma a Martín tanto trayecto, pero pensaba: “si nollego a casa y me pongo a escribir voy a perder mucho más. Además,seguro llegamos rápido. A esta hora ya no hay tanto tránsito. Excepto

que el taxímetro mida distancia en vez de tiempo… nunca supe biencómo funciona esa cosa. Y a decir verdad, tampoco supe nunca de dóndeviene la palabra taxímetro. ¿Tiene algo que ver con los taxidermistas?

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Evidentemente son palabras con la misma raíz griega, pero ¿qué puedentener en común si una se refiere a medir viajes y la otra a disecar animales? Cuando llegue a casa tengo que acordarme además de escribir la idea de la novela de buscar en el diccionario de griego.”

En estas disquisiciones internas se ocupaba Martín mientrascruzaban la noche al ritmo de un tango que apenas se dejaba escuchar saliendo de la radio. El viejo no parecía muy conversador, pues noquitaba los ojos del tráfico ni los oídos de la radio, así que Martínaprovechó para preguntarle si conocía la razón de la demora delcolectivo, como para llenar un poco (no demasiado) el silencio:

 — ¿Tiene idea de qué pasa con el 111 que no llega?

 — Ah, sí. Es que está todo cortado allá atrás.  — dijo, soltando del volantela mano derecha para señalar con el pulgar. Además los viernes vienentodos los camiones a Retiro y se hace un lío… 

A Martín le pareció extraño y por tanto dijo, más por responder que por estar interesado:

 — Qué raro. —  No, no. Pasa todos los viernes. Es por los camiones.

El tango y algún que otro bocinazo volvieron a dominar el aire.Martín se impacientaba de a ratos y rogaba por llegar temprano. Paracolmo, se había olvidado la lapicera (la única que llevaba; ahora searrepentía de eso) en su casa y había ya devuelto la que le habían

 prestado en clase. “Siempre me pasa lo mismo”, pensaba.

El taxista, mientras tanto, doblaba una esquina y frenaba en unsemáforo a la vez que miraba a Martín atentamente por el espejoretrovisor. Martín apenas se dio cuenta de esto, preocupado como

estaba, pero sí le llamó la atención dos señoras mayores que seacercaban decididamente al taxi. El viejo también giró la cabeza,curioso. Una de las señoras había extendido la mano en señal de quequerían subirse pero el taxista se adelantó a decirles:

 — Está ocupado.  — Y una vez más, más fuerte.  — ¡Está ocupado!La otra señora se apoyó en el vidrio del auto y puso sus manos

sobre sus sienes para intentar ver mejor su interior. Al no distinguir nada, se fue indignada con la otra señora, que le lanzaba una mirada

reprobatoria al taxista. El viejo lo miró a Martín entre perplejo ydivertido por la situación.

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 — Está bien que soy flaco, pero no soy invisible…  — le dijo Martín, comosimpatizando con él.

El taxista se empezó a reír mientras el semáforo se ponía en

verde y el auto volvía a arrancar para seguir viaje. Al principio la risa eracompartida y sencilla, pero de a poco el viejo empezó solo a largar carcajadas que comenzaron a asustar un poco a Martín. Sobre todo

  porque no parecía mirar muy bien por dónde estaba manejando.Finalmente se detuvo para tomar un poco de aire, mientras Martínmiraba por la ventana, un tanto incómodo. Ya prefería no hacer muchocontacto visual con el viejo, pero veía que insistentemente lo miraba por el espejito, ahora con una cara cada vez más extraña y terrible.Haciéndose el desentendido, Martín giró la cabeza y trató de no darle

importancia. Pero de repente empezó a sentir olor a humo. El viejo habíaencendido un cigarrillo y se lo pasaba nervioso de una mano a otramientras pestañeaba fuertemente, como si le doliera la cabeza.

 — Disculpe, ¿le molestaría apagar el cigarrillo? El humo me…  — comenzóa decirle Martín, pero el taxista no lo dejó terminar. — ¡Callate vos!

Martín se sobresaltó. Ahora estaba verdaderamente asustado.Mientras tanto el taxi avanzaba raudo por plena avenida Córdoba,rebasando por izquierda y derecha a los pocos autos que circulaban y que

  proferían reprobatorios bocinazos. El viejo parecía ni siquiera estar  prestando atención al tránsito. Con la mirada perdida, manejaba como siestuviera en piloto automático, inconscientemente, y a 80…

 — ¿Tomé las pastillas hoy? No me puedo acordar…  —  pensaba en voz alta,con Martín en el asiento trasero buscando una oportunidad para abrir la

 puerta y tirarse.  — ¿Hoy es jueves? — Eh… ¿me p-preguntó a mí?  — dijo Martín sin saber qué hacer ya,

embebido de la atmósfera absurda y como de sueños que reinaba aquellanoche.

El taxi frenó de golpe, haciendo que Martín tuviera que agarrarsedel asiento del acompañante para no terminar en el parabrisas. El viejo

 buscó debajo de su asiento y para cuando Martín se repuso del golpe vioque estaba blandiendo un matafuego, con ambas manos temblando y losojos desorbitados.

 — 

¡Vos no sos real, sólo estás en mi cabeza! ¡¡Dejá de joderme de una vezy rajá de acá!! — ¿Qué…?

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 — ¡Que te vayas! No voy a discutir con vos. No voy a entrar más en tu jueguito.

Martín no dijo nada. Aunque hubiera querido, no podía; estaba

aterrado y confundido. Abrió la puerta sin dejar de mirar al taxista ysalió del auto lentamente. Apenas cerró la puerta, el taxi aceleróquemando cubierta y se perdió en la profundidad de la noche.

Martín se quedó parado ahí, todavía tratando de entender quéhabía pasado. La cabeza le daba vueltas, pero de repente se iluminó y las

 palabras empezaron a rodar dentro de su cabeza: “¡Tengo que convertir esto en un cuento! Ya sé cómo empezar la historia y todo: ‘Creadores deficción somos todos.’ ¡Perfecto, me encanta! Además, cuando me hagan

una entrevista para el documental sobre mi vida puedo empezar por esaidea como definitoria… Pero necesito llegar a casa.”

 — ¡Taxi!

FEDERICO CAIVANO

¡YIRA! ¡YIRA! – LUPA, LUPA1

1 La música de este conocido tango me sirvió como inspiración para hacer unaadaptación latina del mismo. [R.L.]

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Cuando la suerte que es grela, Alea mihi male iactatastfallando y fallando et in via cruciste largue parado; aetatem rexi;cuando estés bien en la vía, forsan conditio muliebris

sin rumbo, desesperado; Fortunae te capiat.cuando no tengas ni fe, Humiles autem fabaeni yerba de ayer ventrem petreumsecándose al sol; fortasse repleant;cuando rajés los tamangos iam tum capilli albicantes

 buscando ese mango imaginem mortisque te haga morfar, in te formabunt.la indiferencia del mundo, Audi, Thais olim basiata,que es sordo y es mudo, mala vetustatis

recién sentirás. in corde feres.

Verás que todo el mentira, Accedet tarda senecta,verás que nada es amor, accedet pauperiesque al mundo nada le importa... et mero parco vesceris,¡Yira! ¡Yira! lupa, lupa.Aunque te quiebre la vida, Forsan doleberis –reor–  aunque te muerda un dolor, forsan brevia te mergent:

no esperes nunca una ayuda nihil curabit de te saeclum,ni una mano, ni un favor. pulchritudo illa marcet.

Cuando estén secas las pilas Nemo pulsabit tuam portam,de todos los timbres cum raros capillosque vos apretás, capite feres,

 buscando un pecho fraterno quoniam saeva Rhamnusia para morir abrazado; iustas poenas exiget.cuando te dejen tirado, Cum digito monstraberis

después de cinchar, athyrma Fatorum,lo mismo que a mí; ut ego olim fui;cuando manyés que a tu lado cum proxima busto tuo

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se prueban la ropa ad modum sindonisque vas a dejar, tunicam indues,te acordarás de este otario memorabis huius mori,que un día, cansado, qui numquam destitit

¡se puso a ladrar! amare et velle.

[Versus musicamque Enrique Santos Discépolo creavit; latine dedit Radulfus]

NOTAS Y RESEÑAS

Evocación de Ramón Gómez de la Serna

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“El día que muera quisiera que me llorasen todas las cariátides deBuenos Aires” reza la placa de bronce refulgente que luce en el frentedel edificio de Hipólito Yrigoyen 1974, donde Ramón Gómez de laSerna se estableció junto a su compañera, la escritora Luisa Sofovich,

durante su dilatada estancia porteña. Había nacido en Madrid el 6 de  julio de 1888. Ramón fue uno de los propulsores del movimientoultraísta, forjado en la peña del Café Pombo, tal como se lo verepresentado en esa pintura con hálito expresionista de Gutiérrez Solanaque se puede apreciar en nuestro Museo Nacional de Bellas Artes. Lafama que le dieron sus ocurrentes e inclasificables greguerías y susmuchas excentricidades (no por nada fue amigo de Oliverio Girondo yde Macedonio Fernández) eclipsaron el resto de su obra, sobre la cualcríticos autorizados han sabido destacar el genio que a veces se escondía

debajo de tanto ingenio.De su variadísima producción me interesa rescatar su  Interpretación del tango, ensayo en el que a veces parece acumular greguerías a designio. Si bien el historiador riguroso del tema, hoy por hoy, podría refutar muchas de sus afirmaciones, no deja de sorprender lacompetencia con la que cita autores como Vicente Rossi, BernardoKordon o Ventura Lynch. Este libro se publicó en 1949, es decir en

 plena década del oro, que Gómez de la Serna ha conocido de modocontinuado, pues en la ciudad que visitó por primera vez en 1931 seinstaló definitivamente en 1939, después de La Guerra Civil Española.Coincide, por lo tanto, con su década de porteño afincado.

Entre sus agudezas se destaca la atención minuciosa con la queobserva la importancia del calzado para el baile: “En sus balances hayremetimientos súbitos, metesacas, y sobre todo tiene una granimportancia la bota danzante –se están probando el zapato musical- y eltacón, de tal modo, que Ricardo Güiraldes dijo que ‘bailan comoarrancando clavos con los tacones.’”

Sobre el tango primitivo expresa: “El tango es como espuela conque el hombre se hiere a sí mismo, es un baile de paso cauto y retorcido,

gestero con los gestos de la alimaña de la seducción que se desenvuelveen enredadera que maniata a la mujer que quiere escapar a su influjodentro del mismo baile. El verdadero tango bailado es un tango degarabato, zancudo y jorobeta. Empujador y humildoso en que los

 pantalones son como acordeones que se arrugan y se desarrugan y a lomás se engarabitan con la coquetería del bien andar. Un inglés dijo queera una declaración de amor hecha con los pies y alguien más lenguarazque era hacer bailando lo que los demás hacían acostados. Una señorainglesa, en cambio, al ver bailar tango preguntó si se trataba de una secta

religiosa”.Y respecto de la posterior evolución del baile afirma: “Ya ni eshabanera ni nada negro ni blanco, ya es tango argentino. Rechaza todo lo

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que no sea él; como el cante jondo, no admite muchas cosas que parecenestar con su camino y no lo están, desde la malagueña a la coplillamodosa sin el personal desgarro de lo hondo. […] No se le encuentra loque tiene de italiano porque no lo tiene, porque es la superación del

italiano, que al llegar a la Argentina abandona la melodía y entra en el barroco de tipo español –de pelo negro– y por ende en lo criollo, y pegaen él porque el italiano quizá desde hace siglos tenía el deseo de lodesparejo, de lo prosaico versificado, del romper la lindura. Por eso,

 porque no se deja llevar por el mocosuena mocosuene de la canzonetta,impone la franqueza quevedesca de España, y aunque habla del italianoy entremezcla a sus giros itálicos, no lo hace con la armonía napolitana,sino que la desarmoniza. Por eso el canto italiano reconociéndolo en su

 plenitud canta: Argentina / del tango eres regina.”

La función catártica del género la define: “El tango es un tablón para los náufragos y un abismo para las mujeres. […] Subraya la tristezade la vida, poniendo rayas musicales debajo de un texto cualquiera.Caprichudo para no ser solemne, interrumpe o pellizca la pieza musical.Es la voz de un mundo en formación, levadura de todo, fermentación detodo. Los desarraigados que vuelven a arraigarse lo bailan y lo cantan.[…] Tocan otras músicas para que se cierren las heridas, pero el tangotoca y canta para que se abran, para que sigan abiertas, para recordarlas,

 para meter el dedo en ellas y abrirlas al sesgo.”La metáfora ultraísta le viene como anillo al dedo para describir 

el sonido cadenero de los bandoneones y el carácter de su melodía:“...instrumento emigrante, acordeón italianizado. Es tremendo elconjunto de seis bandoneones en fila, como un entierro de esos dechoque de trenes en que la comitiva de los féretros es numerosa. […]Valiente, navajero, audaz, avanza en escuadrón y se siente su pasomilitar de vanguardia a la que no arredra nada: ¡Ras-ras-ras! y de pronto¡Zas! La puñalada bien dada. […] En el tango hay un abejorro de notasmusicales que escapan a una colmena negra, entre la que revuela a vecesuna mariposa blanca. Comenzar a respirar con emoción contenida, con

angustia negra, con grandes porrazos del corazón, con ahogos de palidez, para entrar en la peor refriega de camorristas que meten el puñal en lamúsica como meten el cuchillo en el asado.”

Por supuesto que el literato calificado no puede pasar indiferenteante la poesía del tango y su sensibilidad trae al ruedo los nombres deDiscépolo, Manzi, Cadícamo: “La letra de los tangos es hija de los aedasdel arroyo y de los grandes poetas, mezclando sentimientos contrariosennoblecidos siempre por la desesperanza. […] Es un género literarioque describe la vida sin adormecerse, sin prescindir de plazos y

guardamuebles. Aceptan la realidad actual como los europeos aceptan laantigua, en forma mitológica haciendo mitología de una máquina decoser.”

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Con esta prosa más poética que ensayística, don Ramón dio sucanto de amor a su ciudad adoptiva, vaya pues este recuerdo y estamemoria para este madrileño, muerto en 1963, llorado, sin duda y comolo deseó, por todas las cariátides de Buenos Aires, este peculiar 

inmigrado que con su heterodoxa inteligencia y su chispeante humor supo sacar patente de la mejor porteñidad.

DANIEL ANTONIOTTI

MINUCIAS VARIAS

Alejandro Barletta evocado en la Academia Porteña del Lunfardo

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El 28 de abril de 2008 murió el bandoneonista y compositor Alejandro Barletta, figura colateral al tango, diría yo, pero que mereceser recordada en esta academia en la medida en que amplió las

  posibilidades sonoras del instrumento emblemático del género. En la

memorable oda que Fray Luis de León le dedicó al músico FranciscoSalinas se explica líricamente que “la música extremada”, del virtuosoorganista “traspasa el aire todo / hasta llegar a la más alta esfera”.Digamos, de paso, que para buena parte de la crítica, merced a eserumbo ascensional, ésta sería la única composición en la que el ascéticoagustino alcanzó, neoplatonismo mediante, cumbres místicas.

Esa sensación de música navegando por las esferas celestes es laque siempre me transmitió el originalísimo y excéntrico bandoneón deAlejandro Barletta. Los sonidos del fuelle parecían elevarse con un

alcance planetario y en consonancia con ello algunas de suscomposiciones llevan nombres como  Luna, Venus, Mars,  Júpiter , Preludios Cósmicos y hasta Ovni. Sin que la línea melódica de Barlettase llegue a relacionar con la de Osmar Maderna, la asociaciónmeramente nominal con títulos del calibre de  Lluvia de estrellas oConcierto en la luna es inevitable.

Solista de excepción, en esos acordes en los que el bandoneón yel órgano (el instrumento de Francisco Salinas, justamente) alcanzaronmayor afinidad, seguramente se extrañaba algo de la consabida mugrearrabalera. Pero bueno, Barletta fue un explorador, con su bandoneónensayaba posibilidades organísticas y hasta proponía hipótesis. El

 bandoneón, ante la novedad, regocijado.Había nacido en Banfield en 1925 y desde los cinco años se

familiarizó con el instrumento que lo llevó a la fama, para luego, desdelos 14 y hasta los 18, aquilatar experiencia en orquestas típicas como lade Domingo Federico, otro exquisito, sin duda. Sus primeras

 presentaciones como solista se dieron en el Teatro del Pueblo que dirigíaLeónidas Barletta, con quien curiosamente no tenía ninguna relación de

 parentesco. Su educación formal supo de los más grandes maestros,

como Athos Palma y Alberto Ginastera, para luego en París tomar cursosen la Schola Cantorum y en el Instituto de Musicología de La Sorbona.Cosechó ponderaciones de Pablo Casals y de Joaquín Rodrigo, quien,además, compuso obras originales para bandoneón dedicadasespecialmente a él, como también lo hicieron Juan José Castro yMauricio Kagel.

Por haber sido quien mejor demostró esa cualidad del bandoneóncomo órgano portátil, fue convocado para conciertos en iglesias católicasy protestantes de Europa, como la Santo Tomás de Leipzig, llamada la

“Iglesia de Bach”, y la Chiesa de la Pietá, en Venecia, donde ejerció sumagisterio musical Antonio Vivaldi. Esos aires litúrgicos, tan propios desu instrumento, también se escucharon en numerosas catedrales y

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templos de nuestro país y de todo el continente americano. Un crítico del New York Times llegó a decir que “un perfecto regalo para el hombreque ha escuchado todo, es comprar una entrada para un concierto deAlejandro Barletta.”

Porteño, al fin, o granbonaerense, que a los efectos es lo mismo,Barletta también compuso tangos de cámara: entre ellos Quilmes 1 y 2,Gualeguaychú y   Florida I ; y en los ’90 varias milongas, bastanteexperimentales, como resulta previsible. Algunos de sus nombres: Chebanda, El laberinto, Primavera en Argentina.

Barletta resultó un magnífico transcriptor para el bandoneón de lamás alta literatura musical: Bach, Schumann, Beethoven, Ravel, Mozart,Chopin y el nombre que nos podamos imaginar de entre los máscalificados referentes del parnaso sinfónico y camarístico.

En un reportaje publicado en el diario  El Plata de Montevideo en 1951quedan muy claramente expuestas sus ideas estéticas, a las que la raíztanguística no resultaba ajena. Dijo entonces: “Pertenezco a una familiade músicos serios. Niño, oí los clásicos. Fueron mi canción de cuna. Alos siete años supe de mi vocación musical. Fue en ocasión de oír a unmuchacho de la vecindad ejecutar música popular en un bandoneón.”Luego de ponderar su aprendizaje con el Maestro del Teatro Colón JoséLogiovine, subraya ante su entrevistador las razones de su inclinación

 por el instrumento: “Responde a una vocación irresistible. Me cautiva lagama infinita de su sonoridad. La multiplicidad de sus voces varias. La

 posibilidad de obtener ejecuciones, diría integrales. Es un instrumentorico de recursos. Me atrae también su identificación con el pueblo. Lamúsica más compleja parece llegar mejor al pueblo a través de susvoces. Advertí en los niños su poder de sugestión. Tuve ocasión deejecutar música de Bach ante niños de corta edad. Llegaba visiblementea ellos. Virtud innegable del medio instrumental utilizado.”

Desde luego que Barletta tuvo que soportar prejuicios de los dosfrentes, ya que hacer dialogar al bandoneón con una orquesta sinfónicales hace ruido a quienes en su rigidez acrítica se aferran tanto al canon

académico como al tanguero. Su memoria y su obra merecen ser evocadas y no sólo como parte del homenaje que merece siempre ungran artista, sino también, y sobre todo, para que no se cierre ese caminoque supo abrir, pero que hasta ahora muy pocos se animaron a transitar.

DANIEL ANTONIOTTI

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