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Basualdo-1-, Eduardo - Modelo de acumulac y sist político en arg

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MODELO DE ACUMULACIÓN Y SISTEMA POLÍTICO EN LA ARGENTINA
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MODELO DE ACUMULACIÓN Y SISTEMA

POLÍTICO EN LA ARGENTINA

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MODELO DE ACUMULACIÓNY SISTEMA POLÍTICO

EN LA ARGENTINANotas sobre el transformismo argentino

durante la valorización financiera

(1976-2001)

Eduardo M. Basualdo

PrólogoHoracio Verbitsky

ComentaristasGuillermo O’Donnell,

Claudio LozanoJosé Nun

UNIVERSIDAD N ACIONAL DE QUILMES

RectorJulio M. Villar

Vicerrector de Gestión y PlaneamientoMario Greco

Vicerrector de Asuntos AcadémicosAlejandro Villar

Vicerrector de In vestigacionesJulián Echave

Vicerrector de Posgrado Daniel Gómez

Vicerrector de Relaciones InstitucionalesErnesto López

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INDICE

PRÓLOGO, por Horacio Verbitsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

1. Las nuevas características del sistema político y la sociedad civila partir de la dictadura militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

2. Etapas y características de la articulación entre el sistema políticoy la valorización financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Primera etapa. La dictadura militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29Segunda etapa. Los comienzos del transformismo argentino. . . . . . . 36

El primer gobierno constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36La crisis hiperinflacionaria de 1989. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

Tercera etapa. La consolidación del transformismo argentino . . . . . 58La primera gestión menemista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58El último mandato de Menem . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75La Alianza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

Bibliografía consultada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

COMENTARIO, por Guillermo O’Donnell. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

COMENTARIO, por José Nun . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

COMENTARIO, por Claudio Lozano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Colección Economía Política ArgentinaDirigida por Eduardo M. Basualdo

Modelo de acumulación de capital y sistema político en la Argentina.Notas sobre el transformismo argentino durante la valorizaciónfinanciera (1976-2001), por Eduardo M. Basualdo

Bernal, agosto de 2001

© Eduardo M. Basualdo© Universidad Nacional de Quilmes

Roque Sáenz Peña 180(B1876BXD) BernalPcia. de Buenos Aires, Argentinahttp://[email protected]

ISBN: 987-9173-

Edición y diseño de interiores: Rafael CentenoDiseño de tapa: Hernán Morfese

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Impreso en Argentina

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PRÓLOGOHoracio Verbitsky

Este libro de Eduardo Basualdo es el intento más abarcativo de inter-pretación del proceso económico, político y social que en un cuartode siglo ha transformado a la A rgentina. En ese lapso el ingreso percápita se redujo un 8 por ciento pero esa caída estadística no se repar-tió en forma homogénea. Al mismo tiempo se incrementó casi cincoveces la brecha entre los que más y los que menos tienen y fugarondel país unos 140 mil millones de dólares. Tantos como los del endeu-damiento público, cuyos intereses se han invocado como motivo parala mutación de jubilaciones y salarios en una mera conjetura.

Su autor es un economista, pero el trabajo que ahora ha empren-dido trasciende las fronteras de una disciplina. Lo que aquí sedescribe es la metamorfósis de la sociedad más integrada de AméricaLatina en un dualismo social extremo, al estilo del que la sociologíade la década de 1950 describía para países como la Venezuela delpetróleo, las masas desharrapadas y los dictadores hasta la muerte,natural o inducida.

Nada es tan simple, sin embargo, porque esta degradación que seinició con la dictadura más sangrienta, clasista e ideologista de la his-toria nacional no concluyó con ella. Por el contrario, recién asumiósu forma definitiva a lo largo de tres distintos gobiernos electos porel voto popular, en los que estuvieron representados los cuatro prin-cipales partidos políticos del país, desde el centro radical y peronistahasta el centro-derecha cavallista y el centro-izquierda del Frepaso.Comprender cómo tal cosa fue posible es un desafío central para laestructuración de alternativas populares a la catástrofe.

En el lapso que abarca esta obra, Basualdo realizó junto conotros investigadores como Daniel Azpiazu, Miguel Khavisse, HugoN o t c h e ff, aportes fundamentales a la comprensión del fun-

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necesitan llegar fortalecidos a la mesa de negociaciones con la otrafracción del bloque dominante e intentan disfrazarse de burguesíanacional, de modo de arrastrar tras sus intereses a las clases perde-doras del último cuarto de siglo. En cambio las transnacionales queadquirieron esas participaciones, porque en este mercado cautivo ysin regulaciones de todos modos obtienen niveles de rentabilidadextraordinarios, procuran que el rayo verde de la dolarización pre-serve el valor de sus activos y de sus ingresos.

No es uno de los hallazgos menores del trabajo de Basualdo ladescripción del modo en que ambos bandos intentan apoderarse dealgunas reivindicaciones populares, ya sea la lucha contra la pobrezao la corrupción del sistema político en el caso de los dolarizadores ola reactivación productiva y el desconocimiento de la deuda públicaen el bando devaluacionista. De este modo, Basualdo ayuda a percibirque ninguna de las propuestas con que hoy los sectores dominantesprocuran hegemonizar la salida de la crisis contempla la expansióndel proceso democrático, la participación popular y la redistribuciónprogresiva del ingreso. Esas son, en cambio, las premisas centralesdel programa del Frente Nacional contra la Pobreza, del que Basualdoes uno de los intelectuales más destacados.

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Prólogo

cionamiento de la economía argentina. Sus trabajos sobre los gruposeconómicos, el endeudamiento externo, los regímenes de promociónindustrial, el nuevo poder terrateniente, el desguace del Estado, ladesregulación, son tan insoslayables como en la primera mitad delsiglo pasado lo fueron los de Raúl Scalabrini Ortíz.

Esos trabajos son recuperados aquí como insumos para una ela-boración comprensiva de todo el proceso y sus distintas etapas y com-plementados por los comentarios de tres estudiosos tan descollantescomo Guillermo O’Donnell, José Nun y Claudio Lozano. Cada unode ellos ilumina alguno de los aspectos de la obra de Basualdo, sobreun fondo básico de coincidencia que, como corresponde a pensadoresprofundos y autónomos, también incluye un cierto margen de bienfundamentado desacuerdo. En el caso de O’Donnell, sobre la auto-conciencia, capacidad de diagnóstico y previsión del futuro de losgrupos o fracciones dominantes, que resume en la imagen del dadoc a rgado. Nun, respecto de la lectura de Gramsci que hace el autor. Lo-zano, que es quien mayores coincidencias tiene, arriesga una proyec-ción sobre el futuro, de notable optimismo.

Dentro de la riqueza de la obra, me gustaría destacar el análisisde Basualdo sobre la cooptación de la clase política por el bloquehegemónico y el papel decisivo de la corrupción como moneda depago. También su interpretación de las grandes crisis de 1989-1990y la que se desarrolla desde 1997 hasta hoy. En la primera, las aso-ciaciones entre acreedores externos, empresas transnacionales y gru-pos locales, forzaron la salida privatizadora. La actual se explica porla ruptura de esa entente.

Paradoja de paradojas, los grupos locales tienen la mayor partede sus activos en el exterior, donde colocaron a interés las super-ganancias que realizaron al vender a las transnacionales sus partici-paciones en las empresas privatizadas. Las transnacionales están máspreocupadas por el valor de esos activos que adquirieron y que estánatornillados al suelo, por decirlo con una metáfora que fue usual enlos primeros años del menemismo, si bien las identidades a las quealudía se han transmutado. Como consecuencia natural, los primerospugnan por una devaluación que valorice tanto esos activos como susinversiones en producciones primarias de exportación. Para ello

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AGRADECIMIENTOS

La versión preliminar fue corregida y mejorada a partir de los valiososcomentarios y aportes efectuados por: Martín Abeles, Enrique A r c e o ,Daniel Azpiazu, Carlos Borro, Matías Kulfas, Miguel Khavisse, Clau-dio Lozano, Juan Puigbó, Guillermo O’Donnell, Martín Schorr y Ho-racio Ve r b i t s k y. A todos ellos mi agradecimiento porque permitieronmejorar substancialmente el presente ensayo, y un especial reconoci-miento a Horacio Ve r b i t s k y, Guillermo O’Donnell, Claudio Lozano yJosé Nun, quienes, pese a sus exigencias cotidianas, tuvieron la ama-bilidad de aportar sus propios comentarios a la problemática en cues-tión. Cabe advertirle a los lectores que pese a que todos los aportesrealizados por estos amigos y compañeros fueron relevantes para es-tructurar el texto, las responsabilidades del análisis y las afirmacionesque contiene este trabajo le corresponden al autor.

El autor es coordinador e investigador del Área de Economía yTecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales(FLACSO), investigador del Consejo Nacional de InvestigacionesCientíficas y Técnicas (CONICET), miembro del Instituto de Estudiossobre Estado y Participación (IDEP) y del Centro de Estudios Legalesy Sociales (CELS).

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INTRODUCCIÓN

Los acontecimientos de las últimas décadas indican que la dictaduramilitar que comienza en 1976 rompe el comportamiento económicoy social que regía el funcionamiento de la sociedad argentina. Hastaese momento, la producción industrial era el eje fundamental de sudinámica económica. Se trataba de una industria orientada al merca-do interno con un significativo grado de concentración económicadonde el capital extranjero era predominante tanto por su incidenciadentro de las grandes empresas como por su ritmo de crecimiento.De allí que en esas instancias los trabajadores industriales fueran elnúcleo central de la clase trabajadora, especialmente aquellos rela-cionados con las actividades más dinámicas como la producción au-tomotriz, metalúrgica y química-petroquímica. Es la época en que seconsolidan el Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario como los gran-des centros industriales del país.

La dictadura interrumpe la industrialización sustitutiva e imponeun nuevo comportamiento económico y social basado en la valoriza-ción financiera. No se trata únicamente de la enorme rentabilidad queobtienen los bancos o el sistema financiero en general, sino tambiénde la renta financiera que perciben los capitales oligopólicos líderesen las restantes actividades económicas, entre las que se cuenta la pro-ducción industrial, agropecuaria y, más recientemente, los serviciospúblicos privatizados. Esto es posible porque la tasa de interés supe-ra la rentabilidad de las otras actividades económicas, se registra unanotable concentración del ingreso y la deuda externa opera como unafenomenal masa de recursos pasibles de ser valorizados en la econo-mía interna por parte del sector más concentrado del capital, sobre labase de las notables diferencias que presenta la tasa de interés internarespecto a las vigentes en el mercado financiero internacional.

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1. LAS NUEVAS CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMAPOLÍTICO Y LA SOCIEDAD CIVIL A PARTIR DE LADICTADURA MILITAR

Ciertamente, la dictadura militar tuvo una importancia insustituiblecomo uno de los factores explicativos centrales de la redefinición nosólo de la estructura económica sino también del sistema político yla sociedad civil de la Argentina, en tanto señala el momento en quese concreta la mayor “derrota popular” del siglo XX. Sin embargo,también es indudable que la misma no explica todo lo acontecidohasta el momento, porque si no estas transformaciones en la estruc-tura y la superestructura no se hubieran decantado en los noventa si-no en los ochenta. En este sentido, el aporte fundamental que hace ladictadura a los sectores dominantes es el “aniquilamiento” de buenaparte de los cuadros políticos que hacían posible la organización ymovilización de los sectores populares, abortando la lucha social pormedio del asesinato y el terror.

Es indudable que la terminación de la dictadura plantea a los sec-tores dominantes un desafío de notable trascendencia que consiste enla manera de llevar a cabo, ahora bajo un régimen constitucional, uncontrol político que posibilite el desarrollo del nuevo patrón de acu-mulación. Se trata de un problema crucial para el afianzamiento de lossectores dominantes porque ya no podían recurrir a la dictadura perotampoco, debido al carácter excluyente del proceso económico, se po-dían plantear como objetivo el consenso social basado en la incorpo-ración de algunas de las restantes fracciones sociales.

En este sentido, todo parece indicar que, agotada la represión einterrumpida la industrialización sustitutiva, la opción de los secto-res dominantes fue avanzar en la redefinición del sistema político yde la sociedad civil mediante una estrategia negativa que continúa latarea dictatorial, pero a través de otros medios. Es negativa, porque

Sin duda, el nuevo patrón de acumulación trajo aparejado un cla-ro predominio del capital sobre el trabajo, que se expresa en una ma-nifiesta regresividad de la distribución del ingreso y en un nivel deexclusión social que ponen de manifiesto retrocesos que no tienenantecedentes históricos en la Argentina. Estas tendencias fueron elresultado de la convergencia de un salto cualitativo en el nivel de ex-plotación de los trabajadores, con una severa y sostenida expulsiónde mano de obra que, al afectar a millones de asalariados, dio comoresultado una inédita tasa de desocupación y subocupación.

En este contexto, no llama la atención que los sectores dominan-tes hayan gestado inicialmente estas modificaciones estructurales tanregresivas mediante una brutal dictadura militar que las impuso a san-gre y fuego. Por el contrario, sí resulta notablemente llamativo que lasmismas se hayan consolidado a lo largo de los gobiernos constitucio-nales que le sucedieron desde 1983 hasta la actualidad, porque en esascondiciones la construcción de una nueva hegemonía tendría que ha-ber implicado la inclusión económica y social de algunos sectoressubalternos. De allí que este trabajo reconozca como su preocupaciónprioritaria el análisis de los cambios centrales que se registran en lasuperestructura de la sociedad argentina, así como la manera en quelos mismos se articulan con las transformaciones estructurales, ha-ciendo posible la consolidación del nuevo patrón de acumulación.

En otras palabras, el interrogante que se intenta contestar es: ¿dequé manera los sectores dominantes consolidan el nuevo patrón deacumulación basado en la valorización financiera, garantizando, almismo tiempo, el control político y social sobre los sectores populares,cuando el desarrollo de ese patrón de acumulación exige acentuar, has-ta un grado desconocido en las décadas anteriores, la concentración delingreso y la exclusión social? Y en términos más específicos: ¿cómose conjuga el desarrollo del nuevo comportamiento económico-socialcon un funcionamiento democrático que no excluye a ninguna de lasfracciones que constituyen los sectores dominantes y que, al mismotiempo, no implica alianzas sociales con ninguna de las fracciones so-ciales que conforman los sectores populares?

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que se combinan. Por otra parte, la importancia prioritaria que asu-me la cooptación tampoco supone que, al mismo tiempo, los secto-res dominantes no encaren políticas para generar sus propios cuadrosorgánicos. Por el contrario, el desarrollo de sus propios intelectualesorgánicos es una tarea primordial para asegurar la conducción delproceso encaminado a consolidar la valorización financiera.

Por cierto, este tipo de proceso ha sido analizado en términos dela teoría política y, no por casualidad, por la teoría política italiana. Enefecto, esta situación podría encuadrarse dentro de lo que A n t o n i oGramsci denomina, cuando analiza la conformación de la unificaciónitaliana, el t r a n s f o r m i s m o,1 que se caracteriza por ser una situación enla que los sectores dominantes excluyen todo compromiso con las cla-ses subalternas, pero mantienen la dominación (hoy llamada “gober-nabilidad”) sobre la base de la integración de las conduccionespolíticas de esas clases subalternas. Al respecto, Gramsci dice:

Se puede decir que toda la vida italiana desde 1848 está caracterizadapor el transformismo, o sea, por la elaboración de una clase dirigentecada vez más amplia dentro de los marcos fijados por los moderadosdesde 1848, y a partir del hundimiento de las utopías neogüelfas y fe-deralistas,2 con la absorción gradual, pero continua –obtenida con mé-todos de desigual eficacia– de los elementos activos salidos de losgrupos aliados y hasta de los grupos adversarios y que parecían ene-migos irreconciliables.3

1 En la historia italiana se denomina transformismo al período que se inicia en1876, en el cual los “moderados”, que constituían la fuerza política de derecha, le ce-den la conducción a los diversos grupos liberales que constituían la izquierda políti-ca. A partir de allí, se inicia una etapa de acuerdos y compromisos entre la izquierday la derecha y de una acentuada modificación en la posición de los congresales. Porlo tanto, este cambio en la conducción política no trajo aparejado un cambio real si-no permanencia en la situación anterior.

2 Se denominaba “neogüelfas” a las corrientes católicas liberales que, para lo-grar la unidad italiana, impulsaban la organización de una confederación de Estadospresidida por el Papa. En cambio, los federalistas eran los que proponían que la uni-dad italiana se sustentara en una federación de los Estados italianos donde el papadono tuviera injerencia alguna.

3 Antonio Gramsci, El Risorgimento, Granica, 1974.

no pretende construir consenso sino impedir la organización de losgrupos subalternos, inhibiendo su capacidad de cuestionamiento. Sinembargo, ya no se trata de hacerlo mediante la represión y el aniqui-lamiento sino mediante un proceso de integración de las conduccio-nes políticas y sociales de los sectores populares. De esta manera, lossectores subalternos son inmovilizados no pudiendo generar una al-ternativa política y social que cuestione las bases de sustentación delnuevo patrón de acumulación.

Este parece entonces ser el motivo por el cual, a lo largo de lasúltimas décadas, son cooptados cuadros políticos, dirigentes sindica-les, etc., que conservan e incluso en algunos casos fortalecen sus li-derazgos debido al respaldo que encuentran en los sectores de poder.Sin embargo, de allí en más, la tarea central de estos “intelectualesorgánicos” consiste en la desmovilización y la desestructuración dequienes supuestamente representan, porque en eso consiste funda-mentalmente su nueva organicidad en el naciente bloque de poderque conforman los sectores dominantes a partir de la vigencia de lavalorización financiera. Por lo tanto, la absorción de los cuadros po-líticos (intelectuales orgánicos) de los otros grupos sociales no tienecomo objetivo ensanchar la base social con que cuentan los sectoresdominantes sino, por el contrario, perpetuar la dominación impidien-do sistemáticamente la formación de una clase dirigente por parte delos grupos adversarios.

Sin duda, el fenómeno de la cooptación está presente en aquellosprocesos en que los sectores dominantes intentan generar consenso ohegemonía alrededor de determinado patrón de acumulación, inclu-so en los regímenes dictatoriales. Sin embargo, lo que aquí se planteaes que la cooptación se constituye en el eje central que reconoce laconstrucción de la dominación en el nuevo patrón de acumulación, apartir de la interrupción de la dictadura militar. Por lo tanto, esta hi-pótesis implica tener en cuenta que este eje central es acompañadopor intentos complementarios de generar consenso y de ejercer coac-ción sobre los sectores subalternos. En otros términos, si bien tantola cooptación como el consenso y la represión siempre están presen-tes en la conformación de un bloque histórico, su especificidad con-siste en la importancia que asume cada una de ellas y la manera en

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formismo italiano fue el partido de derecha, los moderados, que esta-ba conformado por intelectuales orgánicos de los sectores dominantes.

Los moderados eran intelectuales “condensados” ya naturalmente en la or-ganicidad de sus relaciones con los grupos sociales de los cuales eran ex-presión (para todo un sector de ellos se realizaba la identidad derepresentante y representados, lo que significa que los moderados eran lavanguardia real orgánica, de la clase alta porque ellos mismos pertenecíaneconómicamente a la clase alta; eran intelectuales y organizadores políti-cos, y paralelamente jefes de hacienda, grandes agricultores o administra-dores de propiedades, emprendedores comerciantes e industriales, etc.).6

Sobre la base de ese partido es que los sectores dominantes im-plementan el transformismo ya que

[...] los moderados ejercitaban una potente atracción, de modo espon-táneo sobre toda la masa de intelectuales de cualquier grado existen-te en la península en estado “difuso”, “molecular”, incluso por lanecesidad elementalmente satisfecha, de la instrucción y la adminis-tración. Se pone de relieve aquí la consistencia metodológica de uncriterio de investigación histórico-política: no existe una clase inde-pendiente de intelectuales, sino que todo grupo social tiene su propiosector intelectual o tiende a formarlo pero los intelectuales de la cla-se históricamente (y de manera real) progresiva, en condiciones da-das, ejercitan un poder tal que termina, en último análisis,subordinando a los intelectuales de otros grupos sociales y creando,por ende, un sistema de solidaridad entre todos los intelectuales convínculos de orden psicológico (vanidad, etc.) y, a menudo, de casta(técnico-jurídico, corporativo, etc.).7

En la prolongada conformación de este tipo de dominación sepueden diferencias, siempre de acuerdo al análisis realizado por An-tonio Gramsci, dos grandes etapas:

6 Antonio Gramsci, op. cit.7 Ibid.

Desde la perspectiva gramsciana, durante el transformismo laclase dominante ejerce el consenso en la superestructura, sin modifi-car la situación estructural de los sectores sociales subalternos, me-diante la hegemonía que ejercen los intelectuales orgánicos de laclase dominante sobre los intelectuales del resto de los sectores so-ciales, definiendo una situación que no necesariamente es transitoriasino que surge como una alternativa orgánica de largo plazo. Al res-pecto, Antonio Gramsci afirma:

La dirección política se ha convertido en un aspecto de la función dedominación, porque la absorción de las élites de los grupos enemigoslleva a la decapitación de éstos y a su aniquilación por un período amenudo muy largo.4

De acuerdo al análisis desarrollado por Hughes Portelli a esterespecto, se puede considerar

que históricamente son posibles dos situaciones duraderas:–La hegemonía, donde la sociedad civil tiene superioridad sobre lasociedad política y la clase fundamental, más dirigente que dominan-te, utiliza el bloque ideológico de los intelectuales para controlar losgrupos auxiliares, sin tener en cuenta los intereses propios de estosgrupos.–La dominación, donde la sociedad política se adelanta a la sociedad ci-vil y utiliza el bloque ideológico para neutralizar al resto de las clases,absteniéndose de todo compromiso con ellas. En este caso, la domina-ción de la clase fundamental es más difícil, puesto que no se apoya so-bre una base social extensa sino sobre una coerción “inteligente”,exponiéndose así a la formación de una eventual coalición hostil.5

En este contexto, es pertinente indagar la manera en que los sec-tores dominantes asimilan a los intelectuales orgánicos de los sectoressubalternos, en general, y de la clase trabajadora, en particular. Al res-pecto, Antonio Gramsci entiende que el sujeto que construye el t r a n s -

4 Ibid.5 Hughes Portelli, Gramsci y el bloque histórico , Siglo XXI Editores, 1980.

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La primera discrepancia relevante radica en el sujeto que generala ideología que hace posible la vigencia del sistema de dominación.

Si bien en ambas experiencias es indudable la trascendencia queasume la ideología para lograr la integración de los intelectuales delcampo popular al bloque dominante, todo parece indicar que en laexperiencia argentina –a diferencia de lo que señala Gramsci para elcaso italiano– no existe un Benedetto Croce que vincule a los inte-lectuales autóctonos con los de los países centrales sino que, en todocaso, la construcción de una nueva ideología proviene de los paísescentrales. Quizás por eso se trata de un proceso de dominación muyvacío de contenidos propios, específicamente nacionales.

La segunda desigualdad que exhiben ambos casos consiste enlos sujetos sociales que ponen en marcha y le dan forma al transfor -mismo. Como se corroboró precedentemente, las propias palabras deAntonio Gramsci indican que en el caso italiano el partido de dere-cha es quién lleva adelante esa tarea, debido a la influencia que ejer-cen los “intelectuales orgánicos” de los sectores dominantes que loconforman. En el caso argentino la situación es diametralmente dis-tinta porque los sectores dominantes nunca lograron consolidar unpartido político propio que se nutriera con sus propios “intelectualesorgánicos” y estuviera en condiciones de ejercer la conducción ideo-lógica del sistema político en su conjunto. Tan decisiva ha sido estaausencia para los sectores dominantes que, históricamente, recurrie-ron sistemáticamente al golpe de Estado y a la dictadura militar paraimponer sus políticas. Sólo en esas etapas, tal como ocurrió en 1976,se verifica el acceso de sus “intelectuales orgánicos” a la conduccióndel aparato estatal.

La inexistencia de las condiciones que dieron lugar a la confor-mación del transformismo italiano operó como una restricción paralos sectores dominantes argentinos, obligándolos a ensayar una expe-riencia propia que finalmente dará lugar a una forma particular det r a n s f o r m i s m o. En efecto, ante la ausencia de un partido orgánico, sonlos propios sectores dominantes, específicamente la fracción del capi-tal concentrado interno, los que asumen la tarea de cooptar al partidopolítico que accede al gobierno una vez agotada la dictadura militar,a distintos integrantes del partido opositor y a diversas conducciones

1) de 1860 a 1900 “transformismo molecular”, esto es: las personali-dades políticas individuales elaboradas por los partidos democráticosde oposición se incorporan individualmente en la “clase política” con-servadora-moderada (caracterizada por la aversión a toda intervenciónde las masas populares en la vida estatal y a toda reforma orgánica quesustituyera por “hegemonía” el crudo dominio dictatorial).2) de 1900 en adelante: transformismo de grupos extremos enterosque pasan al campo moderado (el primer suceso es la formación delpartido nacionalista, con los grupos ex sindicalistas y anárquicos, queculmina en la guerra libia en un primer tiempo y en el intervencionis-mo en un segundo tiempo).8

Si bien la atracción ideológica espontánea que ejercen los inte-lectuales de los sectores dominantes es un elemento relevante, másimportante aún, dentro de la concepción gramsciana, es el papel quecumplen los grandes intelectuales, como Benedetto Croce en el casoitaliano, al separar a los intelectuales de los sectores populares de suspropias bases, que de esa manera son descabezadas y pierden suidentidad. Al respecto, Antonio Gramsci afirma:

En este sentido Benedetto Croce ha cumplido una altísima función“nacional”: ha separado los intelectuales radicales del sur de las ma-sas campesinas, permitiéndoles participar de la cultura nacional y eu-ropea, y a través de esta cultura los ha hecho absorber por la burguesíanacional.9

Al analizar el proceso argentino de las últimas décadas, parecencaber pocas dudas acerca de la importancia que asume el análisisgramsciano para aprehender la naturaleza de las transformacionesque se registran en el sistema político. Sin embargo, entre ambas ex-periencias median algunas diferencias sustantivas que permiten asu-mir que se trata de dos modalidades distintas dentro de la matrizbásica que caracteriza al transformismo.

8 Idem.9 Antonio Gramsci, Antología, (selección, traducción y notas de Manuel Sacris-

tán), Siglo XXI Editores, México, 1970, citado por H. Portelli, op. cit.

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tos ingresos relativos que perciben los integrantes del sistema políti-co, en un contexto social caracterizado por un agudo disciplinamien-to de los sectores populares vinculado a una creciente concentracióndel ingreso.

La ausencia de estos elementos materiales en el planteo grams-ciano fue mencionada tangencialmente en un agudo trabajo críticorealizado por Perry Anderson, donde señala que:

[...] el análisis dualista al que tienden típicamente las notas de Grams-ci no permite un tratamiento adecuado de las coacciones económicasque actúan directamente para reforzar el poder de clase burgués: en-tre otros, el miedo al desempleo o al despido que, en ciertas circuns-tancias históricas, puede producir una “mayoría silenciosa” deciudadanos obedientes y votantes dóciles entre los explotados. Talescoacciones no implican ni la convicción del consentimiento ni la vio-lencia de la coerción. Ciertamente, su importancia ha disminuido conla consolidación en la posguerra de las democracias burguesas en Oc-cidente, comparada con el papel de los anteriores sistemas caciquileso de clientela. Sin embargo, sus formas menores permanecen por mi-ríadas en las funciones cotidianas de una sociedad capitalista. Otraforma de poder de clase que escapa a la tipología principal de Grams-ci es la corrupción –el consentimiento por la compra, más que por lapersuasión, sin ninguna atadura ideológica–. Desde luego Gramsci noera de ningún modo inconsciente ni de la “coacción” ni de la “corrup-ción”. Pensaba, por ejemplo, que en los EUA las libertades políticasestaban ampliamente anuladas por las “presiones económicas” [...]; almismo tiempo que señalaba que en Francia, durante la Tercera Repú-blica entre el consentimiento y la fuerza se erigía la corrupción/frau-de, o la neutralización de los movimientos de oposición por medio delsoborno de sus dirigentes, característico de coyunturas en las que eluso de la fuerza es demasiado arriesgado [...] Sin embargo, nunca losintercaló sistemáticamente en su teoría principal para formar un es-pectro más sofisticado de conceptos. 10

10 Perry Anderson, Las antinomias de Antonio Gramsci. Estado y revolución enOccidente, Editorial Fontamara, 1981.

de organizaciones que conforma la sociedad civil. Esta fracción localtiene las condiciones para llevar a cabo este proceso de cooptación de-bido a que sus propias características estructurales le permiten desple-gar una notable inserción en el sistema político y la sociedad civil.Debido al agudo proceso de centralización del capital, no se trata deun sector de clase asentado únicamente en la propiedad de grandesempresas oligopólicas sino basado en el control de grupos económi-cos y conglomerados que son propietarios de múltiples firmas oligo-pólicas localizadas en diversas actividades económicas. Estascondiciones hacen que durante su funcionamiento estos grupos eco-nómicos y conglomerados extranjeros tengan estrechas vinculaciones(desiguales) con los más variados ámbitos de la sociedad.

En síntesis, ante la ausencia de un partido político de derecha, unafracción de los sectores dominantes, constituida por grupos económi-cos locales y algunos conglomerados extranjeros, toma a su cargo latarea de modelar el transformismo arg e n t i n o, lo cual tendrá profundasrepercusiones en la sociedad, incluso en el tipo de contradiccionesque se despliegan dentro de los propios sectores dominantes.

La tercera diferencia que separa al caso italiano del argentino sedesprende de la anterior y se refiere a los ejes básicos sobre los cualesse estructuran ambos tipos de t r a n s f o r m i s m o . En tanto el agente diná-mico que genera el transformismo italiano es el partido de derecha, eslógico esperar que, tal como lo señala Antonio Gramsci, la hegemoníaideológica sea la principal vía para cooptar a las conducciones políti-cas y sociales de los sectores subalternos. No ocurre lo mismo en el ca-so argentino, cuando el sujeto que impulsa la constitución de un nuevosistema político es una fracción de los sectores dominantes, que operasobre los partidos políticos y las organizaciones sociales sin mediaciónalguna. En esta alternativa, la ideología necesariamente pierde impor-tancia relativa en favor de otros factores de índole material, porque allíradican las ventajas relativas de las fracciones sociales que detentan elpoder en una sociedad capitalista.

En efecto, una aproximación general al proceso argentino permi-te detectar esos factores materiales que, con distinta intensidad segúnlas diferentes etapas, asumen un papel decisivo en la conformacióndel transformismo argentino. Los mismos son: la corrupción y los al-

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ron las hiperinflaciones se perpetúa mediante un factor estructural, ladesocupación, que posibilita la consolidación del nuevo bloque de po-der y el pleno desarrollo de la valorización financiera.

El avance de la concentración del ingreso durante los gobiernosconstitucionales estuvo estrechamente vinculado con la creciente in-cidencia que exhiben en el diseño de las políticas estatales los secto-res dominantes en general y el capital concentrado interno enp a r t i c u l a r. Sin embargo, el hecho decisivo para la conformación deltransformismo argentino consiste en que esa subordinación es acom-pañada y alimentada por el surgimiento de negocios comunes entrelos sectores dominantes y el sistema político a costa de los interesespúblicos. Se trata de la irrupción de los denominados “retornos”, esd e c i r, de la corrupción como factor orgánico en el sistema de poder,mediante la cual se articulan el capital oligopólico y el sistema políti-co en detrimento del conjunto social. Es decir, no se trata de un fenó-meno coyuntural, acotado a determinada etapa de la instalación de lavalorización financiera, sino estructural e intrínseco al nuevo patrónde acumulación dominante. Sin duda, la corrupción es un factor su-mamente importante para lograr la cohesión del bloque de poder, por-que evita las deserciones y la disgregación del mismo. Al respecto,tratando de aprehender la naturaleza del fenómeno, podría afirmarseque así como la desocupación durante los gobiernos constitucionalescumple una función similar que la represión durante la dictadura mi-l i t a r, la corrupción en el sistema político opera de una manera equiva-lente al “pacto de sangre” que se estableció entre los genocidas. De no

”En este contexto, sin duda, la invocación de las familias aparece como un ges-to gratuito; en la actualidad se espera que las familias, al igual que cualquier otra co-lectividad, actúen estrictamente dentro de los límites fijados por el mercado y sigan,tanto externa como internamente, las reglas de racionalidad de mercado. Ante esa ex-pectativa, el concepto de familia se torna notablemente contradictorio. Después de to-do, el acto más importante y, en cierto sentido, ‘fundacional’del mercado –tal comolo expresara Stuart Hall– es que ‘disuelve los lazos de sociabilidad y reciprocidad.Socava profundamente la naturaleza misma del compromiso y de las obligaciones so-ciales’. Pero el tramado, el cuidado y el mantenimiento de los vínculos sociales dereciprocidad, que nutren incluso el impulso del compromiso social, son la savia vitalde la familia, la actividad generadora de la familia, la misma que la mantiene con vi-da”. En busca de la política, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999.

En este marco, es posible abordar un primer examen de los facto-res que hacen posible el nuevo sistema de dominación en la A rg e n t i n a .Al respecto, se puede percibir que la creciente concentración del ingre-so, acompaña el desarrollo y consolidación de la valorización financie-ra durante los últimos veinticinco años. La distribución del ingresocrecientemente regresiva se pone en marcha desde el mismo momentodel golpe militar del 24 de marzo de 1976, sustentándose tanto en la re-ducción del salario real como en la expulsión de trabajadores del mer-cado de trabajo. Si bien ambos factores están presentes en el deteriorode las condiciones de vida que sufren los asalariados argentinos duran-te los últimos 25 años, todo parece indicar que dicha concentración delingreso responde, hasta los años noventa, principalmente al deteriorodel salario real, y durante la última década al inédito grado de desocu-pación que resulta de las denominadas “reformas estructurales” y laconsolidación de la desindustrialización. El tránsito entre una y otra for-ma de concentración del ingreso fue posible debido al efecto discipli-nador que tuvieron las hiperinflaciones de 1989 y 1990 sobre lossectores populares. Es bajo esas condiciones que durante la década pa-sada hace eclosión la desestructuración del mercado de trabajo y la de-socupación que no sólo dan lugar a la conformación del clásico“ejército industrial de reserva”11 y provocan una creciente marg i n a l i d a dsocial, sino que imponen procesos que replantean instancias básicas dela sociedad.1 2 De esta manera, el disciplinamiento social que provoca-

11 Se alude al impacto directo e indirecto del “ejército industrial de reserva” sobrela clase trabajadora como fenómeno disciplinador en el corto plazo. En consecuencia, eneste trabajo no se aborda la discusión acerca del papel y la composición de la desocu-pación como proceso estructural de largo plazo, lo cual implicaría debatir la vigencia delas categorías de “ejército industrial de reserva” y de “masa marginal”. Al respecto,véase José Nun, M a rginalidad y exclusión social, Fondo de Cultura Económica, 2001.

12 Zygmunt Bauman, en un conmovedor análisis sobre la profundidad que al-canzan estos fenómenos, dice: “La solidaridad –o más bien, la densa red de solidari-dades (grandes, pequeñas, superpuestas y entrecruzadas)– sirvió como refugio y ga-rantía de certidumbre y, por lo tanto, de autoconfianza y de seguridad,proporcionando el coraje imprescindible para ejercer la libertad y el deseo de expe-rimentar. La teoría y práctica neoliberales han hecho de esa solidaridad su primeravíctima. ‘La sociedad no existe’, afirmaba la desafortunada alocución en la que Mar-garet Thacher proclamó su credo neoliberal. Existen, agregaba, hombres y mujeresen su carácter de individuos, y familias.

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La nueva funcionalidad del sistema político y, en general, de la in-telectualidad autóctona adquiere distintas connotaciones en los dife-rentes períodos constitucionales que le suceden a la dictadura militar.En el marco de la notable concentración del ingreso que caracteriza alúltimo cuarto de siglo, este proceso avanza durante la década de losochenta vía las diferenciales salariales que garantiza la incorporaciónal sistema de poder. Pero, es indudable que en la década pasada,cuando el bloque de poder parece imbatible y los sectores dominan-tes logran instalar con toda su intensidad al flagelo de la desocupa-ción, la integración al mercado de trabajo con altos salarios(honorarios) diferenciales adquiere su mayor importancia y trascen-dencia. De esta manera, en los años recientes, la desocupación y lamarginalidad social operan no sólo como disciplinador de la clasetrabajadora sino también como un factor que impulsa la incorpora-ción de los nuevos cuadros al planteo dominante. Asimismo, garan-tiza la permanencia y cohesión de los mismos, porque la decisión deretornar al “llano”, asume un costo enorme en ese sentido, ya que im-plica descender al “infierno” de la desocupación o, en el mejor de loscasos, al “purgatorio” de los bajos ingresos y la superexplotación.

Por cierto, el predominio de la cooptación ideológica en el casoitaliano y de la integración económica en el argentino son diferenciascruciales porque definen un comportamiento de los respectivos sis-temas políticos marcadamente distinto. Si bien los efectos de estasdisparidades se expresan de múltiples formas, una de especial impor-tancia es el grado de autonomía relativa que exhibe el sistema políti-co respecto a los intereses específicos, mediatos e inmediatos, de lasclases y las fracciones sociales. En el caso argentino se verifica unnotable “angostamiento” de la autonomía relativa de la instancia po-lítica respecto a los intereses específicos de las fracciones socialesque constituyen los sectores dominantes, generando una falta cróni-ca de alternativas que integren, mínimamente, las necesidades y lasaspiraciones de los sectores populares, desencadenando, como pro-ceso de largo plazo, una creciente ilegitimidad del sistema político ensu conjunto.

ser así, la patética reivindicación de Menem que el partido peronistarealizó en abril de este año en el Congreso de la Nación, como repu-dio a su citación para declarar en la causa judicial por el contrabandode armas a Croacia y Ecuador, no habría existido.

Tanto la notable incidencia que alcanzan los sectores dominan-tes en la definición de las políticas estatales como los “negocios” quevan realizando con el sistema político son factores materiales que, alconverger con la integración ideológica de las conducciones de lossectores populares, les permite a los sectores dominantes consolidarla valorización financiera mediante el transformismo argentino.

Esta primera aproximación al análisis del transformismo arg e n t i -n o sería incompleta sino se incorpora otro elemento, también material,cuya presencia tiene un efecto decisivo en las peculiares, y regresivas,características del sistema de dominación en el país. Se trata de los ele-vados salarios relativos que perciben los cuadros orgánicos. En efecto,la nueva amalgama que sustenta la transformación del sistema políticoes la asignación de recursos económicos (financiamiento) para asegu-rar altas remuneraciones relativas de los que se integran a la pléyadede nuevos cuadros del bloque dominante. Sin duda, este elemento hasido vital en el proceso integración de los cuadros políticos a los sec-tores dominantes, y en el consiguiente descabezamiento de las conduc-ciones de los sectores populares, pero no menos importante ha sido suinfluencia en la incorporación al bloque de poder de los intelectualessupuestamente “independientes”, desligados del sistema político, quepercibieron ingresos relativamente elevados a partir de la proliferaciónde contratos y consultorías que acompañó al proceso de destrucción ytransferencia del aparato estatal al sector privado.1 3

13 Al respecto, José Nun, en Democracia. ¿Gobierno del pueblo o gobierno delos políticos? (Fondo de Cultura Económica, 2000), afirma: “Por lo demás, tales ex-pertos se hallan tan condicionados por su idiosincracia como cualquiera y no sólo su-fren las presiones de los grupos dominantes sino que suelen adoptar comportamien-tos bastante particulares cuando ocupan posiciones de poder. Sucede que sucredencial para llegar a estas posiciones no son los votos sino un supuesto saber que,por eso mismo, defienden con intransigencia, máxime cuando cuentan con el respal-do nada neutro de las burocracias internacionales y de la ideología del ‘no hay alter-nativas’. De ahí que un protagonismo excesivo de los técnicos conlleve siempre dosriesgos muy graves para la democracia: el dogmatismo y el autoritarismo”.

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2. ETAPAS Y CARACTERÍSTICAS DE LA ARTICULACIÓNENTRE EL SISTEMA POLÍTICO Y LA VALORIZACIÓNFINANCIERA

Considerando la evolución de la sociedad argentina durante los últi-mos veinticinco años, se puede distinguir tres grandes etapas. En pri-mer lugar, la dictadura militar que es el momento en que se instauraun nuevo patrón de acumulación mediante el aniquilamiento de loscuadros (intelectuales) del campo popular. En segundo término, elprimer período constitucional donde la profundización de ese patrónde acumulación transita reconociendo como eje central la integración“pacífica”, que si bien es continua no supera aún el nivel moleculary reconoce métodos de distinta eficacia, de los cuadros dirigentes delas distintas fracciones que constituyen los sectores populares, para,de esta forma, inhibir toda reacción que impida la consolidación es-tructural del nuevo patrón de acumulación. Finalmente, los dos pe-ríodos de gobierno peronista y el primero de la Alianza, en los cualesse profundiza y consolida el predominio de la valorización financie-ra mediante la instauración de un nuevo formato del sistema políticoque implica la incorporación de fuerzas políticas enteras, aun deaquellas supuestamente contestatarias, al sistema de dominación.

PRIMERA ETAPA. LA DICTADURA MILITAR

Desde la perspectiva que otorga el tiempo transcurrido, parece pocodiscutible que la dictadura militar fue posible por las nuevas condi-ciones económico-sociales que se generaron en la economía mun-dial. Sin embargo, como afirma Rodolfo Puiggrós: “las causasexternas intervienen en los cambios sociales por intermedio de las

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A rgentina comienza cuando la Reforma Financiera de 1977 converg econ la apertura en el mercado de bienes y de capitales, porque a partirde allí los productos importados erosionan, vía precios, la produccióninterna y, mediante la apertura financiera, irrumpe el fenómeno del en-deudamiento externo ya no sólo del sector público sino también delsector privado, específicamente del capital oligopólico.1 7

El endeudamiento externo es un factor fundamental para la ins-talación de la valorización financiera. Para entender esta relación esnecesario analizar cómo opera la deuda externa del sector privado ydel sector público. Los grupos económicos locales y las empresastransnacionales no se endeudan para realizar inversiones productivassino para obtener renta mediante colocaciones financieras, en tantola tasa de interés interna supera largamente la tasa de interés interna-cional, para finalmente remitir los recursos al exterior y reiniciar elciclo. Por eso, en la Argentina la otra cara de la deuda externa es lafuga de capitales locales al exterior.

En este proceso, el papel del Estado es fundamental, por lo me-nos, por tres motivos:

• A través del endeudamiento interno mantiene una elevadísimatasa de interés en el sistema financiero local respecto a la vigente enel mercado internacional.

• Mediante la deuda externa es quien provee las divisas que ha-cen posible la fuga de capitales.

• Asume como propia la deuda externa del sector privado, incor-porando una nueva transferencia de recursos a las existentes que yacomprometían muchos miles de millones de dólares.

Debido al comportamiento que asume el endeudamiento del sec-tor privado y del sector público, la deuda externa y la fuga de capi-tales mantienen una relación causal que se expresa en la evolución deambas variables. Así, por ejemplo, en el año 1983 la deuda externaalcanza 46 mil millones de dólares y la fuga de capitales 35 mil mi-

17 Eduardo M. Basualdo, Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la defi -nición de una estrategia política, Flacso-Universidad Nacional de Quilmes-Página12, 2000.

causas internas”.14 Así, si bien las nuevas condiciones de la econo-mía mundial planteaban la posibilidad potencial de establecer unnuevo régimen de acumulación, y aunque los países centrales imple-mentaron políticas activas y deliberadas para que ello ocurriera, el as-pecto determinante para la ofensiva de los sectores dominantes fue lavoluntad expresa de destruir la identidad nacional de los sectores po-pulares que se expresaba en el peronismo, arrasando con la alianza so-cial policlasista que se había conformado durante la sustitución dei m p o r t a c i o n e s1 5 y dando por finalizada la etapa que, desde otra pers-pectiva, se denominó el “empate hegemónico”.1 6 Apartir de allí, se po-ne en marcha una “revancha clasista” de vasto alcance que comprendetanto el aniquilamiento del amplio espectro de militantes y org a n i z a-ciones que conformaban las conducciones de los sectores populares,como la interrupción de la industrialización sustitutiva que sustentabala lucha social y estaba vigente desde los años treinta en nuestro país.

La dictadura interrumpe la industrialización e impone un compor-tamiento nuevo que está basado en la valorización financiera. Como yafue dicho, se trata de un proceso que impone un nuevo funcionamien-to tanto macroeconómico como de las empresas y compromete al con-junto de las actividades económicas. Por cierto, no se trata de unfenómeno excepcional a nivel internacional a no ser por el grado deexacerbación que alcanza la valorización financiera en el país.

Quizá, el contenido del nuevo patrón de acumulación quede me-nos abstracto analizando las características y la evolución de la valori-zación financiera. El predominio de la valorización financiera en la

14 Rodolfo Puiggrós, Pueblo y oligarquía, Corregidor, 1974.1 5 Guillermo O’Donnell, en un trabajo clásico sobre el tema (“Estado y alianzas

en la A rgentina, 1956-1976”, en Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismoy democratización, Paidós, 1997) indica que: “Los principales sustentos org a n i z a c i o n a-les de esta alianza han sido la C G E, la C G T y la conducción nacional de los principalessindicatos. Su primera, principal y tal vez última expresión ha sido el peronismo. Nofue la única, ya que –sobre todo en los períodos en que el peronismo fue proscripto– secanalizó en otros partidos y, al interior del Estado, en diversas corrientes ‘nacionalis-tas’. Ysu bandera ha sido la defensa del mercado interno, en el doble sentido de impul-sar su nivel de actividad y de acotar la expansión del capital internacional”.

16 Juan Carlos Portantiero, Clases dominantes y crisis política, Pasado y Presen-te núm. 1 (nueva serie), abril-junio 1973.

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cuando analiza, en el texto ya citado, la composición de los “mode-rados”, el partido de derecha italiano. Sin embargo, la ofensiva de lossectores dominantes también involucra una serie de iniciativas paranuclear y formar cuadros propios que le garanticen el diseño e imple-mentación de las enormes transformaciones que implicaba el desa-rrollo de la valorización financiera como nuevo eje del patrón deacumulación interno. Así, por ejemplo, en 1977, se instala en Córdo-ba la Fundación Mediterránea, bajo la dirección de Domingo Cava-llo, que responde en sus inicios, principalmente, a la iniciativa de unaempresa agroindustrial cordobesa, Arcor, que durante la dictadura seconstituye en uno de los grandes grupos económicos locales conplantas industriales en distintas provincias. Por supuesto, esos esta-blecimientos industriales se instalaron con los recursos estatales ca-nalizados hacia el capital oligopólico a través de los distintosregímenes de promoción industrial.20 En consonancia con la implan-tación de su principal auspiciante de esos años, la Fundación Medi-terránea tiene una estrategia novedosa, encaminada a expandirsedesde el interior hacia Buenos Aires, que la diferencia del otro pilardominante: la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoame-ricanas (FIEL), creada en 1964 y sustentada exclusivamente en los in-tereses portuarios.21 Junto a ellas, por sus aportes al proceso dedestrucción nacional, se encuentra el CEMA creado en 1979, quizá pa-ra festejar su primer aporte substancial al proceso dictatorial: la fa-mosa “tablita de Martínez de Hoz”. Sin duda, la trayectoria de estainstitución haría enrojecer de ira al “colorado” Abelardo Ramos pormúltiples razones pero, especialmente, porque su actual director y úl-timo ministro de economía de Menem militaba en el FIP antes de re-procesarse en la Universidad de Chicago.

El brazo armado de los sectores dominantes efectuó un profun-do replanteo de la Doctrina de Seguridad Nacional que se generó du-

2 0 Al respecto, véase Daniel Azpiazu y Eduardo M. Basualdo, Cara y contracarade los Grupos Económicos. Crisis del Estado y promoción industrial, Editorial Cánta-ro, 1989.

21 Estas diferencias iniciales se mantienen hasta la actualidad. Al respecto, véaseEduardo M. Basualdo y Claudio Lozano, Coyuntura y perspectivas, IDEP de ATE eIDEF de CTA, 2001.

llones de dólares cuando a mediados de los setenta eran de solamen-te 13 mil y 11 mil millones de dólares, respectivamente.18 Porsupuesto, entre ambas fechas no median únicamente diferenciascuantitativas sino modificaciones cualitativas porque durante lasustitución de importaciones la salida de capitales no está vinculadaal endeudamiento externo, como ocurre a partir de 1979, sino, prin-cipalmente, a la subfacturación de exportaciones o sobrefacturaciónde importaciones.

Ahora bien, en este contexto, es fundamental señalar que el ori-gen de los recursos que se transfieren al exterior durante la valoriza-ción financiera no se ubica en la deuda externa sino en la brutalredistribución del ingreso en contra de los asalariados que puso enmarcha la dictadura desde el mismo momento del golpe militar de1976. Es indudable que los principales perjudicados por el nuevofuncionamiento de la economía argentina son los trabajadores. Perolos beneficiarios no son todos los empresarios sino un número muyreducido de ellos que, sin embargo, tienen un creciente poder en lasociedad argentina. Se trata de un conjunto de grupos económicos lo-cales, hoy conocidos por su tránsito por las empresas privatizadas co-mo Pérez Companc, Macri, Loma Negra, Roggio, etc., junto a otroconjunto restringido de conglomerado y empresas extranjeras (Te-chint, Bemberg, algunas empresas automotrices, etc.), y finalmentela banca local y acreedora.19

La notable importancia que asume esta etapa fundacional paralos sectores dominantes se expresa en la organicidad que exhiben loscuadros que conducen las etapas claves en la imposición del nuevopatrón de acumulación. Se trata de “intelectuales orgánicos” que noguardan relación con el sistema político sino que provienen y actúandentro del establishment económico y social de nuestro país, comoes el caso de Martínez de Hoz o de Roberto y Juan Alemann. Losmismos tienen características similares a las que menciona Gramsci

18 Eduardo M. Basualdo y Matías Kulfas, “Fuga de capitales y endeudamientoexterno en la Argentina”, Realidad Económica, 173, julio-agosto, 2000.

19 Daniel Azpiazu, Eduardo M. Basualdo y Miguel Khavisse, El nuevo podereconómico en la Argentina de los ochenta , Editorial Legasa, 1986.

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nacionales tienden a diluirse, consolidándose la concepción de que,supuestamente, estaba en pleno desarrollo la “tercera guerra mun-dial”23 y que, en ese marco, el área de operaciones comprendía, co-mo mínimo, a la región latinoamericana en su conjunto.

Estos cambios en la doctrina de seguridad generan modificacio-nes substanciales en la naturaleza de las Fuerzas Armadas. Por un la-do, se trata de fuerzas represoras con un alto grado de corrupcióninterna en base al manejo de los recursos estatales y de la apropia-ción de lo que denominaron el “botín de guerra” que incluía no sólobienes materiales sino también personas. Por otro lado, en términosde la estructura institucional, tiende a diluirse la verticalidad delmando, rasgo típico de su funcionamiento tradicional, adoptando uncomportamiento deliberativo que trastoca la jerarquía interna y es ca-racterístico de un partido político-militar. A partir de esta redefini-ción, se abre una etapa signada por las pugnas internas dentro decada una de las fuerzas y, especialmente, una feroz competencia en-tre las diferentes armas, sobre todo entre el ejército y la marina,orientada a definir la conducción del partido en ciernes.

El intento de constituir un partido militar es importante de teneren cuenta no sólo para comprender la profundidad de los cambios enlas Fuerzas Armadas, sino también para aprehender el proceso dicta-torial en su conjunto. En efecto, por un lado, el nuevo funcionamien-to castrense suponía la redefinición y subordinación del sistemapolítico que incluía la cooptación de dirigentes de los partidos tradi-cionales. Por otro lado, la propia construcción del partido militarplanteaba la búsqueda de una creciente autonomía respecto a la “con-ducción estrategia” real que detentaban los países centrales y los sec-tores dominantes, lo cual superaba en mucho las tareas deaniquilamiento de las organizaciones populares y desmovilizaciónsocial que habían asumido, y era indispensable para imponer el nue-vo régimen de acumulación. De esta manera, la conformación delpartido militar tendía a volverse inorgánica, disfuncional, con el des-

rante la segunda etapa de la sustitución de importaciones (1958-1976). En primer lugar, una de las concepciones más relevantes de lamisma era asumir que el crecimiento económico y la inclusión socialeran objetivos irremplazables para superar las contradicciones socia-les que las Fuerzas Armadas debían encauzar usurpando, incluso, elpoder político, si los acontecimientos lo hacían necesario. En segun-do lugar, establecía que las Fuerzas Armadas debían reprimir a las or-ganizaciones políticas que intentaran alterar el proceso deacumulación en marcha. De allí que la instauración del “Sistema Na-cional de Planeamiento y Acción para la Seguridad Nacional” pues-to en marcha por Onganía en 1966, no sólo creaba el CONASE

(Consejo Nacional de Seguridad), sino que lo vinculaba estrecha-mente con el CONADE (Consejo Nacional de Desarrollo).22 Finalmen-te, que el espacio de influencia de las Fuerzas Armadas estabadelimitado por las fronteras nacionales y en función de esta concep-ción se establecían las hipótesis de guerra.

A partir de la instauración de la dictadura militar que se inicia el24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas modifican los elementoscentrales de la doctrina vigente. Así, abandonan la concepción de queel crecimiento económico y la inclusión social constituyen pilaresbásicos para superar los conflictos sociales, y la reemplazan por otraencaminada a disciplinar y controlar a los sectores populares me-diante la desindustrialización, la concentración del ingreso y la repre-sión. Además, replantean el contenido y la amplitud de la represiónque en la Doctrina de Seguridad Nacional estaba circunscripta a lasvanguardias armadas que surgen a partir de la revolución cubana ydel “Cordobazo”. Del golpe militar en adelante, la represión ocupaun lugar central y desconocido, aplicando sobre todos los integrantesde las organizaciones populares, el secuestro, la tortura y el asesina-to, que en conjunto definen la trágica figura del “desaparecido”. Fi-nalmente, las hipótesis de guerra externa vinculadas a las fronteras

2 2 Guillermo O’Donnell, El Estado Burocrático Autoritario. Triunfos, derrotas yc r i s i s, Editorial de Belgrano, 1982. También, Eduardo M. Basualdo, “Economía y ge-nocidio”, en Juan Gelman y Mara Lamadrid, Ni el flaco perdón de Dios, Planeta/Es-pejo de la A rgentina, 1997.

23 Horacio Verbitsky, La última batalla de la tercera guerra mundial, EditorialLegasa, 1984.

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pierden los asalariados, de una manera directa porque se reducen susingresos, e indirectamente por el carácter crecientemente regresivode la estructura impositiva y la orientación que asumen las transfe-rencias estatales.

Sin embargo, no todos los integrantes del establishment incideny se apropian de los recursos económicos, que se les sustraen a lossectores populares, de la misma manera y en la misma magnitud. Enefecto, el rasgo peculiar de esta etapa, que se caracteriza por el estan-camiento y la escasez de financiamiento internacional, consiste en elnotable predominio que ejercen los grupos económicos y algunosconglomerados extranjeros, en detrimento de los acreedores exter-nos, sobre el funcionamiento del Estado y el destino del excedente.26

10,719,1

34,1

38,3 40,4 44,0

52,4 54,9

68,0

96,3

115,2

13,3

27,2

43,648,9

52,5

58,762,2 62,8

85,7

109,8

139,8

16,811,1

6,64,3

81,7

62,8

49,2

40,935,0

31,3

24,9

0

20

40

60

80

100

120

140

160

1970/78 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998

Fuga de capitalesDeuda externaIntereses

GRÁFICO 1. EVOLUCIÓN DE LA DEUDAEXTERNA Y LAFUGADE CAPITALES, 1970-1998(FIN DE CADA PERÍODO EN MILES DE MILLONES DE DÓLARES)

Fuente: Elaboración propia con base en la balanza de pagos.

2 6 Un análisis de las políticas económicas ensayadas durante el primer gobiernoconstitucional puede consultarse en Daniel Azpiazu, “Programas de ajuste en la A rg e n-tina en los años ochenta: década perdida o decenio regresivo”, ponencia presentada enel Seminario “Ajuste económico, sindicalismo y transición política en los años ‘80”, or-ganizado por Memorial de América Latina, San Pablo, 5 a 7 de marzo de 1991.

pliegue de la valorización financiera en tanto tendía a reproducir enla Argentina el caso coreano, en donde la dictadura asumió la con-ducción estratégica del proceso y disciplinó al capital oligopólico;24

quizá por eso fue relativamente débil la oposición del establishmenteconómico al histórico juicio de las Juntas Militares que se realizódurante el posterior gobierno constitucional. La manifestación másnítida de esta inorganicidad se verificó cuando las Fuerzas Armadaspretendieron superar la primera crisis económica provocada por lavalorización financiera y la creciente resistencia social que cuestio-naba al régimen mediante la guerra de las Malvinas,25 cuya catastró-fica derrota clausura definitivamente ese intento por conformar elpartido militar que, ciertamente, fue el más profundo, trágico y so-cialmente regresivo del siglo XX.

SE G U N D AE TA PA. LO S C O M I E N Z O S D E L T R A N S F O R M I S M O A R G E N T I N O

El primer gobierno constitucional

A partir de 1982, se inicia en América Latina lo que se conoce comola década de la “crisis de la deuda externa”. Comienza con la mora-toria mexicana y se caracteriza por una sistemática escasez de finan-ciamiento externo para los países de la región. La Argentina sufreesta restricción y a lo largo de esos años tendrá un comportamientoque oscila entre el estancamiento y la crisis económica, con una se-vera restricción en la formación de capital vinculada a la fuga de ca-pitales al exterior (Gráfico 1). Durante esos años se consolidaestructuralmente la valorización financiera y, en consecuencia, elproceso económico es conducido por los grupos económicos locales,los conglomerados extranjeros y la banca acreedora. Estos sectoresse expanden y consolidan económicamente sobre la base de una re-distribución de ingresos que es posible debido a los recursos que

24 Robert Wade, Economic theory and the role of government in East Asian In -dustrialization, Princeton University Press, 1990.

25 Horacio Verbitsky, op. cit. Véase también, Rogelio García Lupo, Diplomaciasecreta y rendición incondicional, 1983.

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las contradicciones que se despliegan en la sociedad argentina. Alrespecto, todo parece indicar que durante la sustitución de importa-ciones eran centrales las alianzas que se establecían entre los asala-riados y las empresas nacionales con el objetivo de enfrentar a lasempresas transnacionales, principalmente de origen norteamericano,que al controlar la producción industrial lideraban al proceso econó-mico en su conjunto. De esta manera, durante la segunda etapa desustitución de importaciones, el dominio ejercido por el capital trans-nacional aparecía como el obstáculo fundamental para concretar unacelerado desarrollo nacional, que era la meta buscada por los diver-sos sectores sociales que conformaban la alianza policlasista.

A partir de la dictadura militar, y de las profundas transformacio-nes económicas, políticas y sociales que acompañaron la mayor de-rrota popular del siglo X X, la situación anterior se replanteódrásticamente. De allí en más, los acreedores externos y el capitalconcentrado interno –constituido a partir de entonces por los conglo-merados extranjeros y los grupos económicos locales– pasan a con-trolar el proceso económico con base en la sobreexplotación de lostrabajadores y una férrea subordinación del Estado a sus interesesparticulares. El proceso de acumulación que lideran se sustenta en lavalorización financiera y, por lo tanto, ya no está condicionado por elconsumo de los sectores populares ni las fronteras nacionales, impul-sando la disolución del capital industrial local que establecía alian-zas de diversa índole con los asalariados en la búsqueda de lograr eldesarrollo industrial.

En este contexto, cabe preguntarse: ¿cómo fue posible que du-rante el nuevo gobierno constitucional, ejercido por la Unión CívicaRadical, continuara el despliegue de la valorización financiera, su-bordinando al Estado y manteniendo la postergación de los sectorespopulares? En otras palabras, ¿a qué planteo apelan los sectores do-minantes para compatibilizar un régimen constitucional con un pa-trón de acumulación crecientemente desigual y excluyente?

El partido de gobierno, influido quizá por su ambivalencia con ladictadura militar,2 8 asume un diagnóstico inicial sobre la situación eco-

28 Sin abundar a este respecto, cabe recordar que “el 24 de marzo de 1977, el

Al respecto, en un trabajo reciente se afirma en relación con losprocesos que se registran durante la década de los años ochenta:

Dados los elementos señalados no caben dudas acerca de que el en-deudamiento externo se constituyó en una de las problemáticas cen-trales de la sociedad argentina. Pero al mismo tiempo el nuevofuncionamiento económico también indica que su indudable impor-tancia no radicó solamente en la magnitud de los recursos que se re-mitieron al exterior para pagar los intereses que se le adeudaba a losacreedores externos sino, primordialmente, en la capacidad que lesotorga a los grupos económicos y los conglomerados extranjeros quetenían un comportamiento económico centrado en la valorización fi-nanciera para ser los destinatarios principales de los ingentes ingresosque perdieron los asalariados debido a las políticas que instrumentó ladictadura militar.

La mayor influencia relativa del capital concentrado respecto a losacreedores externos que se percibe cuando se considera el conjunto delas transformaciones que produjo el endeudamiento externo inclusose confirma analizando exclusivamente el comportamiento del propiosector externo de la economía argentina. En efecto, circunscribiendola atención a ese aspecto, se comprueba que los pagos derivados delendeudamiento externo –que son los recursos que perciben los acree-dores externos– no constituyó la única ni la más importante transfe-rencia al exterior, ya que la misma fue similar, o incluso más reducida,que la fuga de capitales al exterior que llevaron a cabo los grupos eco-nómicos y las distintas fracciones del capital extranjero.

El predominio del capital concentrado es más nítido si se tiene encuenta que los acreedores externos fueron afectados por una morato-ria de hecho, ya que los pagos se suspendieron en 1988 y recién sereanudaron en 1990, mientras que las ingentes transferencias del Es-tado a los grupos económicos y los distintos tipos de capital extranje-ro continuaron a lo largo de todo ese período.27

En última instancia, durante el primer gobierno constitucional sepone de manifiesto que la irreversibilidad de las profundas transfor-maciones que introdujo la dictadura militar modifican drásticamente

27 Eduardo M. Basualdo, op. cit., 2000.

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generar en la economía interna una cierta redistribución de ingreso afavor de los asalariados que permitiera una reactivación de la pro-ducción interna, controlando la inflación mediante el control de losprecios claves del proceso económico y, en ese marco, redefinir elpoder sindical que era, en ese momento, un bastión central del parti-do de oposición.29

Ante el fracaso de la primera gestión económica, asume comoMinistro de Economía, en 1985, el hasta entonces Secretario de Pla-nificación, Juan V. Sourrouille. La nueva gestión modifica drástica-mente la política económica pero mantiene el diagnóstico estructuralinicial. La principal restricción que exhibe la economía argentina si-gue siendo la externa pero su superación ya no se sustenta en la re-negociación de la deuda externa sino en el despliegue de un modeloexportador y en la reactivación de la inversión.

Esta nueva concepción se expresa claramente en el documentooficial que expone los lineamientos económicos estratégicos quefundamentan el Plan Austral. Dicho trabajo, en su apartado de sínte -sis y conclusiones, afirma:

En la búsqueda de una solución al estancamiento crónico de la eco-nomía argentina y de la restricción impuesta por la deuda externa sellega al Ajuste Positivo, como la única alternativa que compatibilizalos pagos de esa deuda con el crecimiento económico. La clave delAjuste Positivo es la expansión simultánea de las exportaciones y dela inversión. La expansión de las exportaciones, al permitir el pago delos intereses de la deuda y el aumento de las importaciones, crea lascondiciones que posibilitan el crecimiento económico. La inversión

29 Un análisis más o menos detallado de los acontecimientos económicos duran-te la primera gestión constitucional y de su vinculación con las corporaciones empre-sarias, puede consultarse, entre otros, en los siguientes trabajos: Carlos Acuña y Lau-ra Golbert, “Empresarios y política (parte II). Los empresarios y sus organizaciones:¿qué pasó con el Plan Austral?”, Boletín Informativo Techint, 263, 1990; Marcelo L.Acuña, Alfonsín y el poder económico. El fracaso de la concertación y los pactoscorporativos entre 1983 y 1989, Corregidor, 1995; Peter Birle, Los empresarios y lademocracia en la Argentina. Conflictos y coincidencias, Editorial de Belgrano, 1997;Pierre Ostiguy, Los capitanes de la industria. Grandes empresarios, política y eco -nomía en la Argentina de los años 80 , Editorial Legasa, 1990.

nómico-social que no responde a la realidad pero que, con variantessignificativas en términos de la política económica, mantendrá hasta1987. Se asumía que durante la dictadura militar se había agravado no-tablemente la restricción externa de la economía argentina debido alvertiginoso crecimiento de la deuda externa y, por lo tanto, de las obli-gaciones derivadas de la misma. Pero, al mismo tiempo, esta visión en-tendía que no se habían registrado modificaciones estructurales, por locual la economía argentina seguía respondiendo al funcionamiento tí-pico de la segunda etapa de sustitución de importaciones.

Esto era así, porque la deuda externa era una variable que afec-taba al sector externo sin provocar modificaciones en la economía in-terna; ámbito, por otra parte, donde no se habían producido cambiosestructurales significativos aunque sí de comportamiento, en tanto sehabía concentrado el ingreso y deteriorado la inversión. En otras pa-labras, seguía vigente estructuralmente la sustitución de importacio-nes pero con un notorio agravamiento de la situación de balanza depagos debido al endeudamiento externo.

Las políticas adoptadas por la primera gestión económica, enca-bezada por Bernardo Grinspun, responden claramente al enfoqueplanteado. Estuvo centralmente orientada a lograr una renegociacióncon los organismos internacionales y los acreedores externos quepermitiera aminorar la restricción fundamental que, desde su puntode vista, afectaba a la economía argentina, es decir el pago de los in-tereses devengados por el endeudamiento externo, ya que se consi-deraba que el capital adeudado era impagable y no sería reclamadopor los acreedores externos. Sobre esa base, su política contemplaba

diario La Opinión publicó su suplemento titulado ‘El silencio de los políticos’. El pe-riódico presentó tal silencio como un gesto patriótico para defender al país en el ex-terior. El paso de los años ha convertido esa edición en un documento invalorable so-bre algunas complacencias con la masacre que estaban llevando a cabo los militares.Alfonsín propuso allí una apertura a la portuguesa, que debía surgir de un acuerdocon la dictadura militar. Invitaba a convocar a una convención constituyente con unalista única de candidatos aceptados por las Fuerzas Armadas. El programa de Gobier-no así engendrado consistiría, según Alfonsín, en llevar a adelante los objetivos quese trazaron las Fuerzas Armadas el 24 de marzo. Añadía que la participación de lospolíticos en el gobierno militar sería el mejor instrumento para combatir la violencia”(Horacio Verbitsky, “Transilvania mon amour”, Página 12, 1/12/93).

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Ciertamente, es llamativo que un equipo económico de recono-cida solvencia técnica apele a una caracterización tan general e inde-finida acerca tanto de la magnitud que alcanzan los capitales localesque se remiten al exterior, como de quienes los fugan y los motivosque los impulsan. Más todavía cuando el partido de gobierno habíapostulado durante la campaña electoral la necesidad de repudiar la“deuda externa ilegítima”, entendiendo por tal aquélla que era resul-tado de autopréstamos concretados por el sector privado durante ladictadura militar.

Esbozar algunas hipótesis sobre esta cuestión tan significativa im-plica abordar el análisis de los orígenes del transformismo arg e n t i n o.Alo largo del gobierno constitucional que le sucede a la dictadura mi-l i t a r, se generan distintos agrupamientos entre las organizaciones em-presarias e incluso de éstas con la que congregaba, en ese momento, alconjunto de los trabajadores (C G T). En 1984, fracasado el intento ofi-cial por aprobar una nueva ley sindical, la central sindical comienzauna serie de reuniones con organizaciones empresarias de la industria(U I A), el agro (S R A y C O N I N A G R O), la construcción (Cámara A rg e n t i n ade la Construcción), el comercio (C A M E), y las finanzas (A D E B A), queculmina en la conformación de los que se denominó “el grupo de los11”, que luego se amplía y da lugar al denominado “grupo de los 20”.Posteriormente, en 1987, cuando arrecia la oposición empresaria a losefectos del Plan Austral, se constituye, en este caso por iniciativa de laso rganizaciones rurales, un nuevo nucleamiento que se denominó el“grupo de los 8”.

Esta llamativa convergencia entre las organizaciones empresa-rias de diferentes actividades económicas, y de las mismas con laCGT, en tanto estuvo orientada a enfrentar los diversos intentos depolítica económica fue, sin duda, un factor que desgastó al primergobierno constitucional. En principio, lo inusual de estos acuerdos esaún más sorprendente si se tiene en cuenta que se desplegaron sobreuna situación estructural acentuadamente heterogénea debido alavance de la concentración económica vinculada a la valorización fi-nanciera. Sin embargo, analizando con mayor detalle la cuestión sepuede percibir que el incremento de la concentración económica fa-cilitaba esos acuerdos en tanto los sectores empresarios con crecien-

hace efectivo ese crecimiento. La estrategia del Ajuste Positivo re-quiere el crecimiento del ahorro, no sólo en términos absolutos, sinotambién como proporción del ingreso. Las proyecciones realizadasmuestran, sin embargo, que este crecimiento del ahorro es compati-ble con un aumento del consumo en términos absolutos, aunque me-nor que el ingreso.3 0

Es importante destacar la mención que hace el documento a lanecesidad de incrementar el ahorro en términos absolutos y relativos,excluyendo todo comentario acerca de la necesidad de retener el aho-rro mediante políticas específicas que detengan la fuga de capitaleslocales al exterior. En efecto, a partir de la valorización financiera nosolamente el ahorro interno es insuficiente para posibilitar los nive-les de inversión que garanticen un crecimiento significativo del in-greso, debido al notable nivel de consumo de los sectores de altosingresos, sino que además una parte significativa del mismo se fugaal exterior.

Sin embargo, en este caso, dicha omisión no se origina en el des-conocimiento de la ingente salida de capital local al exterior, por partede las nuevas autoridades económicas, ya que en el mismo documen-to, cuando se analizan los factores que condicionan la viabilidad de laestrategia planteada por el plan en el mediano plazo, se afirma:

[...] La primera de ellas es la fuga de capitales. La Argentina, básica-mente como consecuencia de las políticas económicas aplicadas en laúltima década y de su inestabilidad institucional, se ha convertido enun país exportador de capitales privados que buscan una mayor segu-ridad en el refugio que les proporcionan los mercados de monedasfuertes. Este drenaje de recursos se agrega al de los pagos de intere-ses de la deuda. La política de largo plazo puede contribuir a moderarestas transferencias de capitales en la medida en que proporcione unhorizonte de inversión, crecimiento y rentabilidad a los capitales in-ternos y externos.31

30 Secretaría de Planificación de la Presidencia de la Nación, “Lineamientos deuna estrategia de crecimiento económico, 1985-1989”, 1985.

31 Idem.

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locales y algunos conglomerados extranjeros fueran los capitales pri-vilegiados del proceso económico no sólo porque mantuvieron lasprebendas obtenidas durante la dictadura militar (promoción indus-trial, transferencia de su deuda externa al Estado, compras del Esta-do, etc.), sino porque le agregaron otras vinculadas a la nueva etapa(como los diversos incentivos a las exportaciones que se implemen-taron durante el período, avales estatales, etcétera).

De esta manera, la consolidación económica de los sectores quefueron la base social de la dictadura militar, avanzó durante esta eta-pa mediante la confluencia de dos procesos. El primero de ellos con-sistió en la imposibilidad que enfrentó la política gubernamental paraconstituir una alianza social que permitiera modificar el patrón deacumulación en marcha, debido a que su percepción de la situaciónestructural estaba muy alejada de la realidad, no pudiendo, por lotanto, obtener los resultados esperados. El otro remite a la propia es-trategia adoptada por la fracción local de los sectores dominantes,que enfrentaba la política gubernamental asociada con otras fraccio-nes empresarias y negociaba y subordinaba la acción gubernamentalmediante tratativas directas con el partido de gobierno.34

Argentina. Conflictos y coincidencias, Editorial de Belgrano, 1997) plantea al respec-to una interpretación diferente a la que se sostiene en este trabajo. Afirma que la cre-ciente heterogeneidad en las asociaciones impidió posiciones consensuadas dentro decada una de ellas, por lo cual algunos grandes empresarios tomaron contacto directocon las instancias políticas para asegurar sus intereses específicos, mientras que losagrupamiento informales (grupo de los 17, etc.) sirvieron para establecer consensosmínimos frente al gobierno a corto y mediano plazo. Sin embargo, parece incon-gruente afirmar que las asociaciones que no pueden acordar posiciones internamentesean las mismas que establezcan alianzas con otras asociaciones para enfrentar la po-lítica económica.

34 Desde la perspectiva de Adolfo Canitrot, viceministro de economía durantegran parte del primer mandato constitucional, a lo largo de las últimas décadas “hu-bo un proceso de aprendizaje por el método de prueba y error, que al par de actuali-zar y perfeccionar el diagnóstico (y debido a su propia secuencia de éxitos tempora-rios seguidos de fracasos), exarcebó los costos y radicalizó las opciones [...] Lo queaquí se llama el proceso de aprendizaje se refiere a la progresiva percepción de la na-turaleza, tanto económica cuanto política, de la crisis a partir de esta primera visióndesde la democracia. Un proceso iniciado con el Plan Austral, y marcado por escalo-nes sucesivos de fracaso y reiniciación, hasta el presente del Plan de Convertibilidad[...] Debe entenderse, en consecuencia, que cuando se habla de proceso de aprendi-

te incidencia en el proceso económico eran grupos económicos loca-les y conglomerados extranjeros que se caracterizan por su inserciónmultisectorial y, por lo tanto, contaban con una presencia destacadaen diversas organizaciones empresariales.

El de los agrupamientos de entidades empresariales que se gene-raron para enfrentar la política económica fue, no obstante su impor-tancia, sólo uno de los niveles en que se relacionaron el sectorempresario y el gobierno. Hubo otro, de gran trascendencia econó-mica y política, que consistió en la estrecha vinculación que mantu-vieron los principales referentes (y propietarios) de los grandesgrupos económicos locales y algunos conglomerados extranjeros,con un conjunto de funcionarios que tenían una especial importanciaen el funcionamiento del gobierno y del partido. El sector políticomás activo fue la denominada Junta Coordinadora Nacional, consi-derada el “ala jacobina” del partido de gobierno, junto al cancillerDante Caputo, el secretario de Industria Carlos Lacerca, etc., mien-tras que por el lado empresario participaron Ricardo Gruneisen (gru-po Astra), Gregorio Pérez Companc (grupo Pérez Companc), CarlosBulgheroni (grupo Bridas), Eduardo Oxenford (conglomerado ex-tranjero Alpargatas), etc. Si bien, de acuerdo a la información dispo-nible, las negociaciones con los que luego se denominaron “loscapitanes de la industria” estuvieron centradas en los aspectos eco-nómicos, también abarcaron aspectos políticos de trascendencia, co-mo, por ejemplo, la instrumentación de una reforma constitucionalencaminada a reformular el formato de la estructura estatal y la ree-lección presidencial.32

En conjunto ambas instancias (la conformación de los agrupa-mientos informales y el establecimiento de negociaciones directas)indican que la estrategia del capital concentrado interno consistió enplantear exigencias mediante los acuerdos entre las organizacionesempresariales y negociar directamente con el partido de gobierno susintereses específicos.33 Así fue posible que los grupos económicos

32 Sobre las características y el desarrollo de las vinculaciones entre el partidode gobierno y los “capitanes de la industria”, véase especialmente: Pierre Ostiguy,op. cit., 1990, y Marcelo L. Acuña, op. cit., 1995.

33 Interesa destacar que Peter Birle (Los empresarios y la democracia en la

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sus operadores económicos son indicios firmes sobre la recuperacióndel rumbo. El 21 de marzo de 1993 este diario publicó el primer do-cumento que se haya conocido acerca de esos negocios, a propósitodel gasoducto Loma de la Lata, entre Neuquén y Buenos Aires, cons-truido por los tres mayores grupos económicos del país: Techint, SADE

(de Pérez Companc) y Macri, reunidos en el consorcio Neuba. La fi-nanciera cautiva de Techint, Santa María, se encargaba cada mes derecaudar los aportes, proporcionales a la participación de cada grupoen el consorcio. Luego, la misma financiera pagaba las contribucio-nes, que en las notas internas se identificaban con el eufemismo“Prestaciones de sede”. La nómina de pagos incluía a funcionarios ypolíticos, tanto radicales como peronistas, y empresas competidorasexcluidas del negocio, para que no protestaran. En total se pagaronpor esa obra en el año 1987 más de once millones y medio de dólaresen tangenti. Con exactitud: 11.527.000 dólares, o expresado con latécnica financiera de las planillas de Santa María: 11.527 US$ x10 ala tercera. El más alto porcentaje de las contribuciones, casi 3 millo-nes de dólares, se pagaron en agosto de 1987, es decir el mes previoa las elecciones del 6 de septiembre, en el que se adelantaron parte delas cuotas de los meses siguientes.35

Se inicia así en el sistema político y en el resto de la sociedad ci-vil la etapa de “absorción gradual, pero continua” de los intelectua-les orgánicos del resto de los sectores sociales. Es decir, de ladecapitación de los sectores subalternos como forma de inmovilizara los sectores populares. Cabe destacar que, como parte de este pro-ceso, también se afianzan las relaciones del sistema político con em-presarios locales que no integran la cúpula económica, los cualestambién expanden el giro de sus negocios en base a las prebendas es-tatales. Tal es el caso de Yabrán que, a partir de sus contactos con elpartido de gobierno iniciados durante la dictadura militar, prosiguesu crecimiento en base a subordinar a la empresa de correo estatal yexpulsar a sus competidores.36

35 Horacio Verbitsky, “De eso no se habla”, Página 12, 5/12/93.36 Al respecto, Miguel Bonasso (en Don Alfredo, Planeta, Espejo de la Argenti-

na, 1999) dice: “El 24 de mayo de 1979, el joven ambicioso que había llegado de los

Sin embargo, este análisis sería incompleto, y también injustorespecto a la conducción económica, si no se destaca que, además,este sector empresario contaba con una pieza de negociación que te-nía una importancia decisiva para eventualmente superar, mediantela reactivación de la inversión, una larga etapa de estancamiento ycrisis: los ingentes recursos locales remitidos al exterior. Sin duda, laposible repatriación del capital fugado fue un elemento importantede presión, aunque nunca pasó de allí porque jamás se efectivizó.

Por otro lado, estas vinculaciones entre el partido de gobierno yesta fracción de los sectores dominantes no sólo fue el vehículo paraesa suerte de “extorsión” económica que ejerció a lo largo de toda laprimera gestión constitucional, sino que da lugar a modificacionesque, si bien fueron incipientes, constituyen el comienzo del transfor -mismo argentino. En efecto, a partir de allí se articulan directamentesectores del partido de gobierno con los integrantes de los sectoresdominantes, poniéndose en marcha no sólo un proceso de cooptaciónideológica sino también de negocios políticos y económicos. Al res-pecto, es apropiado recordar las características del primer caso docu-mentado de soborno mediante el análisis que realiza, años después,Horacio Verbitsky:

El negocio del acuerdismo no implica sólo poder político, sino tam-bién beneficios económicos. El modelo que hace años sedujo a Enri-que Nosiglia y a su hermano mellizo José Luis Manzano es el deItalia, donde la democracia cristiana afirmó su hegemonía cediendoparcelas de poder al socialismo y a otros partidos menores. Durante lapresidencia de Alfonsín este esquema comenzó a funcionar aquí, pe-ro la conclusión traumática de ese gobierno, la retórica confrontativaque envolvió a ambos partidos y la avidez de los recién llegados,imantó la brújula. El abrazo de Olivos y la resurrección de Nosiglia y

zaje, no se hace referencia exclusiva a los actores nacionales, llámense ellos gobier-no, partidos, corporaciones y opinión pública. El proceso de aprendizaje (el pasaje dela política de ajuste devaluatorio a los planes de estabilización, y de éstos a los de re-forma del Estado y liberalización) ha tenido lugar fundamentalmente en Washington,y se ha manifestado en el cambio del marco referencial de los préstamos y, conse-cuentemente, de sus objetivos y condicionamientos” (“La macroeconomía de la ines-tabilidad”, Boletín Informativo Techint, octubre-diciembre 1992).

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dos de aquellos funcionarios que han conseguido los cargos por con-ducto suyo y de su partido. Y, además, mediante sobornos y propinas.El que quiere violar impunemente alguna de las muchísimas leyesnecesita contar con la connivencia del b o s s y ha de pagar por ello. Enotro caso se crea inevitablemente dificultades. Pero, con esto sólo, elcapital para la marcha del negocio no basta todavía. El b o s s es im-prescindible como receptor directo de las sumas de dinero de losgrandes magnates de las finanzas. Éstos no confiarían en ningún ca-so directamente dinero para fines electorales a un funcionario a suel-do del partido o a cualquier persona que hubiera de rendir cuentaspúblicamente. Y el b o s s, con su sagaz discreción es, por supuesto, elhombre de aquellos círculos capitalistas que financian la elección. Elb o s s típico es un hombre absolutamente realista. No aspira a honoressociales, ya que al “p ro f e s s i o n a l” se le menosprecia en la “buena so-ciedad”. Busca exclusivamente poder, poder como fuente de dinero,pero también por el poder mismo.[...] El b o s s no tiene “principios”políticos fijos, carece por completo de ideología y sólo pregunta:¿qué es lo que proporciona votos? [...] El que se le menosprecie so-cialmente como “p ro f e s s i o n a l”, como político de profesión, le dejaindiferente. Yen cuanto al hecho de que él mismo no llegue ni quie-ra llegar a los altos cargos de la Unión, esto tiene la ventaja de que amenudo se introduzca en la candidatura a personas relevantes ajenasal partido, o sea notabilidades –y no siempre de nuevo a los viejosh o n n o r a t i o re s del partido, como en Alemania–, con tal que el b o s sconsidere que nombres en cuestión son susceptibles de atraer votosen las elecciones.3 7

A esta altura del análisis, resulta imprescindible examinar concierto detenimiento los dos últimos años del gobierno radical, porquepermiten comprender la naturaleza de la crisis hiperinflacionaria de1989 y, en consecuencia, identificar los intereses que promueven lasprofundas modificaciones estructurales de la década de los años no-venta. Desde mediados de 1987, el diagnóstico oficial acerca de lasdificultades que enfrenta la economía argentina cambia drásticamen-te. Ahora, según las palabras del ministro de economía cuando anun-

37 Max Weber, Economía y sociedad , Fondo de Cultura Económica, 1996.

Durante esta etapa, en el sistema político comienza a crecer latrascendencia de los denominados “operadores políticos” que se ca-racterizan por su pragmatismo y una supuesta falta de ideología, queen realidad esconde su ruptura con las concepciones y la historia delos grupos sociales a los cuales supuestamente representan, subordi-nándose al poder establecido. Sin embargo, esta “transformación” delos denominados “operadores políticos” no trae aparejada una desje-rarquización de los mismos en la estructura partidaria sino todo locontrario. En efecto, al ser depositarios de los negocios políticos yeconómicos se ubican en posiciones decisivas en la vida partidaria.

Por cierto, en la ciencia política también se pueden encontrar de-sarrollos que ayudan a entender, con las diferencias del caso, las ca-racterísticas de los operadores que se constituirán en impulsores delas transformaciones del sistema político. Al respecto, cabe traer acolación el análisis que realiza Max Weber cuando examina el papelde los “empresarios políticos” en el sistema político norteamericano:

El b o s s es un empresario político de tipo capitalista, que por su cuen-ta y riesgo proporciona votos. Puede haber adquirido sus primeras re-laciones como abogado, como hotelero, tabernero, o propietario dealgún negocio por el estilo, o aun como prestamista. A partir de ahíva extendiendo su red hasta lograr “controlar” un número suficientede votos [...] El b o s s es imprescindible para la organización del par-tido. Este se halla centralizado en su mano. Él es quien, en parteesencial, proporciona los medios. Se los procura en parte por mediode cuotas de socios y, ante todo, mediante impuestos sobre los suel-

sesenta de Larroque, tuvo motivos de sobra para estar contento y festejar con sus so-cios de OCASA, el Cazador Andrés de Cabo y el Duque Rodolfo Balbín. Ese día, eldictador militar Jorge Rafael Videla firmó el decreto ley 22.005 por el cual reforma-ba el artículo 4 de la Ley de Correos (20.216), promulgada en el último gobierno deJuan Perón, que reservaba para el correo oficial el monopolio total del mercado pos-tal. [...] El decisivo decreto que reformaba el artículo 4 de la Ley de Correos tenía lafundamentación firmada por el cazador Martínez de Hoz pero, según las malas len-guas del gremio, el propio Duque Rodolfo Balbín (secundado por el abogado deOCASA Pablo Rodríguez de la Torre) había intervenido en su redacción. Como otroscorreligionarios, el sobrino del líder radical Ricardo Balbín tenía excelentes relacio-nes con ciertos jefes militares, en buena medida adquiridas a través de su tío y de supadre, Armando”.

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mas estructurales que debían efectuar los países deudores. El núcleode la nueva exigencia de los acreedores externos consistía en que lospaíses latinoamericanos debían pagar no sólo los intereses devenga-dos sino también el capital adeudado a raíz del endeudamiento exter-no. Sin embargo, era evidente que su pago en efectivo era imposibleporque las divisas disponibles por los países de la región eran tan es-casas que no alcanzaban para enfrentar el pago de los intereses, me-nos aún para pagar el capital adeudado. De allí que el Plan Bakerimponga la aplicación de los denominados programas de conversiónde deuda externa, que consistían en el rescate de los bonos de la deu-da externa a cambio de activos físicos y no de divisas. Este es el ori-gen de la privatización de las empresas públicas de los paíseslatinoamericanos y de las nuevas políticas del gobierno radical des-de 1988 en adelante, ya que los principales activos con que contabanlos países latinoamericanos eran las empresas estatales.40

Por lo tanto, la situación de los acreedores externos de la A rg e n t i-na a fines de la década de los ochenta no dejaba de ser paradójica. Esindudable que, a través de los organismos internacionales de crédito, te-nían la capacidad para determinar las características globales que asu-mía la política económica pero, sin embargo, también hay clarasevidencias de que las condiciones específicas que adoptaban las mis-mas estaban modeladas, primordialmente, por los intereses particularesdel capital concentrado interno.4 1 Esta situación trajo aparejado que,dentro de los sectores dominantes, los acreedores externos tuvieran, en

4 0 Durante el primer gobierno constitucional se aplicaron varios programas deconversión de deuda externa, pero los mismos no comprometieron la transferencia deempresas estatales al sector privado. Véase al respecto: Daniel Azpiazu, “Las empresastransnacionales en una economía en transición. La experiencia argentina en los añosochenta”, Estudios e Informes de la C E PA L 91, junio 1995. También: Eduardo M. Ba-sualdo y Mariana Fuchs, Nuevas formas de inversión de las empresas extranjeras en laindustria arg e n t i n a, C E PA L,Buenos Aires, Documento de Trabajo 33, 1989.

4 1 La propia evolución de los regímenes de conversión de deuda externa permiteilustrar la preponderancia que exhibían los grupos económicos y las firmas extranjerasdurante esa etapa. En efecto, a pesar de que los mismos eran un instrumento diseñadopara beneficiar a los acreedores externos mediante el rescate de bonos de la deuda ex-terna, el primer régimen que se aplicó en la A rgentina beneficiaba a los deudores exter-nos privados con los seguros de cambios que habían puesto en marcha Sigaut en 1981 yCavallo en 1982.

cia el denominado “Programa de Julio”, en la economía argentina “nilas tendencias inflacionarias ni los obstáculos al crecimiento son re-sultados de episodios o de fenómenos aislados y coyunturales, comotampoco son responsabilidad de un sector en particular. [...] Lo quelos argentinos experimentamos [...] es la crisis de un modelo popu-lista y facilista, de un modelo cerrado, en fin, de un modelo centrali-zado y estatista”.38 La salida entonces, siempre desde la perspectivadel gobierno, consistía ahora en reestructurar el Estado, especialmen-te mediante la privatización de las empresas públicas, y encarar laapertura importadora de la economía argentina. A comienzos de1988, el gobierno lanza un plan de privatización de las empresas pú-blicas que fue rechazado en el Congreso Nacional por la oposicióndel peronista Partido Justicialista.39

Ante este notable, y trascendente, giro en el diagnóstico y la po-lítica económica del gobierno, cabe preguntarse acerca de las causasque provocaron esta modificación. Una primera alternativa es asumirque estas políticas fueran impulsadas por los grupos económicos ylos conglomerados extranjeros que las habrían canalizado mediantesu articulación con el partido de gobierno. Sin embargo, esta hipóte-sis parece poco plausible porque esa fracción de los sectores domi-nantes era la principal beneficiaria del proceso económico y de eseaparato estatal “caduco e ineficiente” y nunca había planteado sumodificación con anterioridad.

No ocurría lo mismo con la otra fracción de los sectores domi-nantes (los acreedores externos) que cotidianamente constataba supostergación económica y el incumplimiento de las reformas estruc-turales que impulsaba. Respecto a estas últimas, es relevante recor-dar que en la reunión del FMI realizada en Seúl durante enero de 1985se pone en marcha el denominado Plan Baker, que aludía a las refor-

38 La Nación, 21/7/87, citado por Carlos Acuña y Laura Golbert, op. cit., 1990.39 El Poder Ejecutivo proponía transferir el 40 por ciento de Aerolíneas Argen-

tinas y Entel a las empresas SAS (escandinava) y la Compañía Telefónica Nacional deEspaña, respectivamente. Además, entre otras cuestiones, planteaba la participaciónprivada en la exploración y explotación petrolífera, la privatización de las empresaspetroquímicas estatales, así como la reestructuración de Fabricaciones Militares y delos ferrocarriles.

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crisis hiperinflacionaria que terminará pocos meses después no sólocon el último intento de política económica, el Plan Primavera,45 sinotambién con el primer gobierno constitucional.46

Aprehender la naturaleza de la crisis hiperinflacionaria de 1989es imprescindible, porque no sólo presenta características atípicas si-no que condicionará durante muchos años el comportamiento de lasociedad argentina. La misma supuso una ruptura profunda que, porlo tanto, no estaba referida a las típicas crisis cíclicas que se produje-ron durante el desarrollo del modelo sustitutivo. Tampoco expresabael agotamiento del modelo distribucionista vinculado a los primerosgobiernos peronistas, porque hacía muchos años que no existía, ni si-quiera del patrón de acumulación que caracterizó a la segunda etapa

45 Respecto a los objetivos y el fracaso del Plan Primavera, Adolfo Canitrot enel trabajo ya citado (“La macroeconomía de la inestabilidad...”), afirma: “En agostode 1988 se lanzó el Plan Primavera, un programa de estabilización concebido con elmodesto propósito de evitar el estallido hiperinflacionario antes de la elección presi-dencial de mayo de 1989. [...] Visto en retrospectiva, la única chance del Plan Prima-vera de alcanzar su meta residía en la remota posibilidad de una reversión de las en-cuestas preelectorales a favor del candidato radical. De otro modo, con un candidatoopositor previsiblemente triunfante anunciando una plataforma populista y naciona-lista, era inevitable una abrupta salida de fondos hacia el dólar. El momento llegócuando en enero de 1989 el gobierno de EUA dejó trascender el retiro de su apoyo algobierno de Alfonsín. La corrida cambiaria se inició a principios de febrero y fue se-guida por la hiperinflación que no terminaría sino después de la asunción del nuevogobierno en el mes de julio”.

4 6 “Al suspender el apoyo que venían brindando al gobierno argentino de la reu-nión conjunta con el Fondo Monetario Internacional de Berlín, en setiembre de 1988,el Banco Mundial adujo el incumplimiento en el control del déficit fiscal y de las re-formas estructurales comprometidas. En el informe del director del Banco MundialPietr Bottelier al directorio están las claves de la crisis: 1) reconoce la buena voluntaddel gobierno para encarar las reformas estructurales; 2) señala que los esfuerzos oficia-les por privatizar empresas del Estado fueron detenidas en el Congreso, que tambiénaprobó la reforma impositiva acordada por el Poder Ejecutivo con el Banco Mundial;3) cuestiona las transferencias de fondos del poder central a las provincias que no ajus-taron su gasto público y menciona la manifestación de los gobernadores peronistas enel Congreso en demanda de recursos adicionales; 4) fustiga el atraso de las tarifas pú-blicas respecto de la inflación; 5) concluye que los cambios estructurales son difícilesde implantar, pero que ‘si las elecciones mantienen la voluntad política y el consensopara continuar en el mismo sendero’, el Banco seguirá apoyando lo que llama el esfuer-zo argentino para su reforma estructural, concentrándose en la reforma de las empresaspúblicas” (Horacio Ve r b i t s k y, op. cit., 1990).

buena medida, una participación relativa secundaria en la redistribucióndel excedente interno, posición que alcanza su punto culminante en ma-yo de 1988, cuando la A rgentina asume una moratoria externa “de he-cho”, al suspender los pagos de las obligaciones vinculadas a suendeudamiento con el exterior,4 2 que recién se normalizarán dos añosmás tarde, con otra gestión gubernamental, con un sistema políticotransformado y en un contexto macroeconómico diferente.

La crisis hiperinflacionaria de 1989

Las presiones de los acreedores externos a través de sus representan-tes políticos, los organismos internacionales de crédito, no cesarondurante 1988. Sin embargo, esas presiones resultaron infructuosas nosólo por la capacidad de influencia de la fracción interna de los sec-tores dominantes y la capacidad de veto del principal partido de opo-sición, sino también por las disputas que se desataron entre el FMI,que exigía la normalización de los pagos, y el Banco Mundial, queinsistía en las reformas estructurales y apoyó el Plan Primavera quese puso en marcha a mediados de 1988.43 No obstante, esas pugnasterminan cuando George Bush reemplaza a Ronald Reagan comopresidente de Estados Unidos de Norteamérica, y Nicholas Brady aJames Baker como Secretario del Tesoro de ese país, exigiéndose deallí en más ambos requisitos: la normalización de los pagos y lasreformas estructurales.44 En este estado de situación, los bancos ex-tranjeros inician, luego de las reiteradas advertencias del FMI al go-bierno argentino para que retomara los pagos a los bancosacreedores, la “corrida” cambiaria de febrero de 1989, desatando la

42 Roberto Bouzas y Saúl Keifman, “Deuda externa y negociaciones financie-ras en la década de los ochenta: una evaluación de la experiencia argentina”, FLAC-SO, Documentos e Informes de Investigación 98, 1990.

4 3 En relación con las disputas que se desplegaron en ese momento entre el BancoMundial y F M I, véase Mirta Botzman y Diana Tussie, “Argentina y el ocaso del plan Ba-ker: las negociaciones con el Banco Mundial”, Boletín Informativo Te c h i n t, 265, enero-marzo, 1991.

44 Horacio Verbitsky, La educación presidencial. De la derrota del setenta aldesguace del Estado, Editora 12 y Puntosur, 1990.

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junto de los sectores dominantes, la fracción excluida (los acreedoresexternos) necesariamente lo considera un lastre que debe ser reestruc-turado para poder cobrar lo adeudado y garantizar beneficios futuros.

Si bien la crisis hiperinflacionaria de 1989 expresa la pugna en-tablada dentro de los sectores dominantes del nuevo patrón de acu-mulación, resulta evidente que un nuevo punto de equilibrio entre elcapital concentrado interno y los acreedores externos exige no sóloredefinir el carácter del Estado sino modificar también de una mane-ra significativa la distribución del ingreso, y más aún la propia rela-ción entre el capital y el trabajo. Por lo tanto, no se trata de una crisisque resulta, como antaño, de la pugna distributiva sino de un replan-teo de las relaciones estructurales básicas entre el capital y el traba-jo, pero mediado por la disputa dentro del establishment económicoque conduce el desarrollo del nuevo patrón de acumulación.

Ciertamente, la remoción de los escollos estructurales que impe-dían el despliegue de la valorización financiera era una necesidadimperiosa para los sectores dominantes, pero no era el único objeti-vo buscado con la crisis de 1989. Tan importante como esa remociónera redefinir la naturaleza de un sistema político que impedía la con-validación de las reformas estructurales y, por lo tanto, la profundi-zación del proceso en marcha. En consecuencia, su inorganicidad noradica en que el sistema político exprese los intereses y necesidadesde los sectores populares, tratando de rectificar el rumbo del proce-so mediante una redefinición del patrón de acumulación gestado enla etapa dictatorial. Lo que se pone en evidencia durante la primeragestión constitucional es un profundo desfasaje entre el avance de lavalorización financiera y el funcionamiento del sistema político.

Teniendo en cuenta estos factores, es poco discutible que la pro-funda crisis hiperinflacionaria de fines de la década del ochenta traecomo consecuencia un acentuado disciplinamiento en el conjunto so-cial, en tanto instala una nueva relación entre el capital y el trabajo,y, al mismo tiempo, del sistema político.

La trascendencia de los cambios que sobrevienen en el sistema po-lítico exige un mayor análisis del fenómeno. Desde el punto de vistade este trabajo, es innegable que durante esta etapa hay, aunque lenta-mente y con resultados desiguales, un significativo avance en la cons-

de la sustitución de importaciones, porque se había interrumpido apartir de la dictadura militar. Se trató de una crisis que se dirigía a re-mover las restricciones estructurales que impedían el desarrollo y laconsolidación del patrón de acumulación, basado en la valorizaciónfinanciera, que había puesto en marcha la dictadura militar.

El primer escollo que enfrentaban los sectores dominantes era eltipo de Estado que se había conformado durante la vigencia de la mis-ma valorización financiera, y no durante la segunda sustitución de im-portaciones. El problema consistía en que, como ya se dijo, el nuevoe s t a b l i s h m e n t económico estaba constituido por el capital concentra-do interno (grupos económicos locales y conglomerados extranjeros)y los acreedores externos, pero esa instancia social decisiva que es elEstado estaba moldeada en función, principalmente, de los primeros,relegando de manera sistemática a los acreedores externos.

La mayoría de esos grupos económicos locales y conglomeradosextranjeros ya actuaban en el país fuertemente articulados a la dinámi-ca estatal. De allí que el nuevo formato y funcionamiento del aparatoestatal se conforme combinando transferencias de recursos que se ha-bían originado durante las décadas anteriores con otras nuevas que sur-gen a partir de la valorización financiera. Así, por ejemplo, no sólo semantiene sino que se acrecientan las transferencias a los proveedoresestatales mediante los sobreprecios en las compras del sector público, ola transferencia de recursos estatales que comprometen los regímenesde promoción industrial.4 7 Por otra parte, surgen otras transferenciaspropias de la nueva etapa, como la transferencia de la deuda externa pri-vada al sector público o la licuación de los pasivos internos. Pero todasellas potencian la expansión de los grupos económicos y los conglome-rados extranjeros, mientras que las dirigidas hacia los acreedores exter-nos tienden a minimizarse, cuando no a suspenderse, como es el casodel pago de las obligaciones externas derivadas del endeudamiento ex-terno. Por lo tanto, en la medida en que el Estado no expresaba al con-

47 Daniel Azpiazu, “La promoción a la inversión industrial en la Argentina.Efectos sobre la estructura industrial 1974-1987”, CEPAL, Oficina en Buenos Aires,Documento de Trabajo 27, mayo 1988. También: Daniel Azpiazu y Eduardo M. Ba-sualdo, op. cit., 1989.

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representación y canales de acceso a esos roles. Tampoco es esto in-trascendente, ya que, por lo menos, revela desacuerdos potencialmen-te explosivos entre las “élites” que así compiten. Pero por sí mismosesos dos tipos de crisis se despliegan en la superficie de la arena po-lítica –América Latina abunda en ejemplos de “inestabilidad política”y de transformaciones del régimen coexistiendo con el mantenimien-to de una férrea dominación en la textura celular de la sociedad. [...]3) Un tercer tipo de crisis política, que suele superponerse con el an-terior, es aquél en que grupos, partidos, movimientos y/o personal gu-bernamental realizan interpelaciones a clases o sectores socialesapuntados a establecer identidades colectivas conflictivas con las delos participantes ya establecidos en la escena política. La interpela-ción exitosa (en el sentido de generar respuestas que implican laemergencia de un nuevo sujeto colectivo en la arena política) a lo po-pular en un Estado (y régimen) oligárquico, o la invocación al traba-jador asalariado en tanto clase en alguna forma más moderna deEstado, introducen elementos que Estado y régimen difícilmente po-drían absorber sin importantes transformaciones. [...] Sin embargo,esta crisis de expansión de la arena política siempre genera agudapreocupación en las clases dominantes, en tanto estas preferirían quesólo aparecieran en la arena política interpelaciones que ellas controla-ran directamente y que no cuestionen su propia dominación. [...] 4) Otraes una crisis de acumulación. Ella resulta de acciones de clases subor-dinadas que, se enlacen o no con las crisis ya discutidas, son percibidaspor las clases dominantes como obstaculizando sistemáticamente unfuncionamiento de la economía, y una tasa y regularidad de acumula-ción de capital, definidas por éstas como satisfactorias [...] 5) Debemosahora considerar la principal y más profunda crisis que denominaré c r i -sis de dominación celular (o social). Es una crisis del fundamento de lasociedad, [...] de las relaciones sociales que constituyen a las clases ysus formas de articulación.4 8

En este marco de análisis, es evidente que la crisis de 1989 impli-ca una crisis de gobierno muy profunda, en tanto provocó la salidaanticipada de la primera gestión constitucional posterior a la dictadu-ra militar. También se trata de una crisis de régimen, ya que una de las

48 Guillermo O’Donnell, op. cit., 1982.

trucción del transformismo argentino que les permite a los sectores do-minantes seguir inmovilizando a los sectores populares ya no median-te el “aniquilamiento” físico y el terror dictatorial sino a partir deldescabezamiento “incruento” que conlleva la cooptación de los diri-gentes de los otros sectores sociales. Pero la construcción de ese siste-ma de dominación es conducida, como ya se mencionó, por una de lasfracciones que componen los sectores dominantes y, por lo tanto, conresultados claramente sesgados. Además, cuando el partido de gobier-no finalmente asume el diagnóstico de la fracción dominante posterg a-da (los acreedores externos) y actúa en consecuencia proponiendo laprivatización de las empresas públicas y una mayor apertura importa-dora, el funcionamiento del sistema político, ahora mediante el parti-do de oposición, bloquea la salida impidiendo en el Congreso laremoción de los obstáculos estructurales para la consolidación del con-junto del bloque dominante. La solución no era la instalación de unanueva fuerza política, sino la homogeneización del sistema bipartidis-ta de manera que convalidara las modificaciones estructurales plantea-das, la cual era evidente que no podía lograrse “pacíficamente”, perotampoco mediante los tradicionales golpes de Estado, sino a través deuna profunda convulsión social.

Teniendo en cuenta la naturaleza que asume la crisis hiperinfla-cionaria de 1989, es necesario introducir un marco conceptual quepermita evaluar la intensidad que la misma alcanza para, con poste-rioridad, compararla con la que exhiben las sucesivas crisis de la dé-cada de los noventa y del comienzo del nuevo siglo. Al respecto,Guillermo O’Donnell, en un trabajo clásico sobre el Estado burocrá-tico autoritario, dice:

Cuando hablamos del lado social y/o político de una crisis podemosestar refiriéndonos a muy diferentes niveles de intensidad. Esto es loque debemos ahora distinguir: 1) Un primer nivel de crisis es la ines-tabilidad política: desfiles de altos funcionarios, incluso presidentes,obligados a dejar sus cargos antes de los lapsos institucionalmenteprevistos. Esta es una crisis de gobierno. [...] 2) Un segundo nivel esel de crisis de régimen. Esto es, no sólo grupos expulsándose sinotambién planteando la pretensión de instaurar divergentes criterios de

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económica es ejercida por uno de los integrantes del capital concen-trado interno, Bunge y Born, que actúa como representante de estafracción en su disputa con los acreedores externos. El enfrentamientoentre ambas fracciones de los sectores dominantes se institucionalizacuando el paquete de medidas lanzado, desde el Ministerio de Econo-mía, por los funcionarios de los grupos económicos locales se restrin-ge a intentar estabilizar las cuentas públicas y la situación del sectore x t e r n o ,5 0 sin prever la implementación de reformas estructurales, co-mo la privatización de las empresas estatales, en el corto plazo.

Sin embargo, poco tiempo después, debido a las presiones de losacreedores, se pone en marcha una serie de reformas destinadas amodificar drásticamente la estructura del sector público y la orienta-ción de las transferencias de los recursos estatales. La primera deellas, la Ley de Emergencia Económica, estaba destinada a eliminarla variada gama de subsidios, reintegros impositivos y distintastransferencias implementadas por el sector público, mientras que laotra, la Ley de Reforma del Estado, dispuso la intervención de lasempresas estatales, fijando el cronograma y los criterios para latransferencia de los activos públicos al sector privado, entre los quese encontraba la conversión de deuda externa.51 Ambas medidas fue-ron acompañadas por una reforma tributaria que generalizaba la apli-cación del impuesto al valor agregado, gravaba los patrimonios yreducía las alícuotas del impuesto a las ganancias.

El desenlace de esta primera etapa se produce en diciembre de1989, cuando el incremento del tipo de cambio y de las tarifas públi-cas provoca la irrupción de una segunda hiperinflación que dio portierra con el plan de estabilización y la propia conducción económi-ca. Comienza, a partir de allí, una compleja transición que culmina,en marzo de 1991, con un nuevo recambio ministerial y el lanza-miento por parte de Domingo Cavallo del Plan de Convertibilidad.

50 Al respecto, véase Daniel Azpiazu, op. cit., mayo de 1988.51 La Ley de Reforma del Estado estableció que las empresas públicas podían

privatizarse mediante decretos del Poder Ejecutivo, y que los acreedores del Estadoy/o sus empresas podían capitalizar sus créditos, lo cual permitió la posterior capita-lización de títulos de la deuda externa por parte de los capitales extranjeros y tambiénde ciertos grupos económicos locales.

fracciones dominantes pretende reemplazar los criterios de represen-tación establecidos. Finalmente, si bien no es el resultado de un cues-tionamiento de las clases subordinadas al predominio de los sectoresdominantes, igualmente se trata de una crisis de acumulación p o r q u euna de las fracciones dominantes intenta remover los obstáculos quele otorgan un papel secundario y de esa manera impulsar el desarro-llo del patrón de acumulación vigente. Asimismo, el carácter que asu-me esta crisis indica que no expresa la irrupción de grupos o sectoressociales que intentan establecer identidades diferentes a las estableci-das y, en ese sentido, ampliar la arena política, ni menos un cuestio-namiento a la dominación social, en tanto se trataba de ahondar aúnmás un específico patrón de acumulación capitalista.

TERCERA ETAPA. LA CONSOLIDACIÓN DEL TRANSFORMISMO

ARGENTINO

La primera gestión menemista

La asunción anticipada del nuevo gobierno se realiza en plena crisisy en el momento de mayor contradicción entre el capital concentradointerno y los acreedores externos. A pesar de que estos últimos se-guían ejerciendo enormes presiones, el nuevo gobierno establece susprimeros acuerdos con los grupos económicos locales, demostrandola profundidad alcanzada por la relación entre estos sectores empresa-rios y el conjunto del sistema político, y no sólo con el partido de go-b i e r n o .4 9 Como resultado de esta connivencia, la primera gestión

49 “Barrionuevo precisó que el menemismo había recibido en total ocho millo-nes de dólares de los empresarios e identificó a cuatro aportantes: Bunge y Born, Lo-ma Negra y Pérez Companc con 700.000 dólares cada uno; Macri con 600.000 y unadocena de autos Fiat; Supercemento (de Tonino Macri, el hermano de Franco) con600.000, y Bridas con 500.000 dólares. [...] Si se repara con atención en esta lista seadvertirá que la integran los grupos cuyos titulares tuvieron libre acceso a la intimi-dad de Menem y que discutieron con él los planes de gobierno. Resulta más fácil decomprender así por qué los empresarios se refieren a los sobornos con el eufemismopago de peaje”. Horacio Verbitsky, Robo para la Corona. Los frutos prohibidos delárbol de la corrupción, Planeta, 1991.

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inhibidos de influir en la forma en que debía resolverse la crisis sinoque además debían pagar los costos de la misma.

Asimismo, a lo largo de este proceso ambos integrantes de lossectores dominantes acuerdan implementar una modificación estruc-tural que desde el comienzo era innegociable para los acreedores ex-ternos: la transferencia de los activos públicos al sector privado. Sibien desde el comienzo de la crisis la misma era una condición sinequa non para recuperar buena parte del capital adeudado por el Esta-do, el desarrollo de los acontecimientos, fundamentalmente el afian-zamiento del transformismo arg e n t i n o, hizo que el capitalconcentrado interno coincidiera con los acreedores externos porquepercibió que de esa manera accedería a la propiedad de activos deuna enorme magnitud que exhibían una elevada rentabilidad poten-cial. Este cambio en la percepción de la fracción interna es el que,junto a las exigencias de los acreedores externos, genera cambiosfundamentales en la política gubernamental. De allí en adelante, elconjunto del sistema político impulsa la privatización de empresaspúblicas, que según Daniel Azpiazu provocaron: “la consolidación ypreservación de mercados mono u oligopólicos con, incluso, garan-tías de internalización de rentas extraordinarias; la transferencia deactivos –subvaluados– y, fundamentalmente, de un poder regulatoriodecisivo en términos de la configuración de la estructura de preciosy rentabilidades relativas de la economía; la profundización del pro-ceso de concentración y centralización del capital y la consiguientereconfiguración del poder económico local”.53

Las discrepancias centrales entre los sectores dominantes gira-ban en torno al destino que debían tener las transferencias estatales,y al grado de exposición externa de las diferentes producciones loca-les. De allí que estas contradicciones se expresen tanto en el trata-miento como en el contenido y la aplicación de la Ley de EmergenciaEconómica, cuyo objetivo prioritario era reestructurar el gasto esta-tal y, en ese sentido, definir la nueva orientación e intensidad de las

53 Daniel Azpiazu, “Las privatizaciones en la Argentina. ¿Precariedad regulato-ria o regulación funcional a los privilegios empresarios?, revista Ciclos, Instituto deInvestigaciones de Historia, 2001.

Como parte de este mismo dispositivo, desde 1990 en adelante co-mienza la negociación orientada a reparar los efectos de la cesaciónde pagos externos que se inició en 1988, proceso que culmina en1992 con la firma del Plan Brady. Mediante este plan se salda el ca-pital y los intereses adeudados por el sector público y se establece uncronograma de pagos que le garantiza a los acreedores externos queno se repetirán en el futuro los incumplimientos de la década de losochenta. A partir de allí, se accede nuevamente, en el marco de unaacentuada liquidez internacional, a un abundante endeudamiento ex-terno que se incrementa significativamente impulsado tanto por elsector público como por el propio sector privado. Finalmente, juntoa la reestructuración económica y la Convertibilidad se implementala reforma (ampliación de la cantidad de miembros) de la Corte Su-prema, que fue una pieza clave para garantizar la vigencia del trans -formismo argentino, en tanto concentró la suma del poder público enmanos del ejecutivo que, por un lado, se aseguraba la mayoría de losvotos dentro de la misma y, por otro, legislaba en base a los decretosde necesidad y urgencia.52

A lo largo de esta inédita crisis, que se inicia en febrero de 1989y culmina cuando las reformas estructurales convergen con el Plande Convertibilidad y la negociación del Plan Brady, la relación entreel capital concentrado interno y los acreedores externos es notable-mente conflictiva pero no irreversible porque, si bien entre ambasfracciones hay profundas discrepancias, también mantienen acuerdosiniciales y otros que se van generando en el mismo fragor del con-flicto. En este sentido, se puede percibir que ambas fracciones esta-ban de acuerdo en que, para superar la notable crisis económica, eraimprescindible consolidar la nueva situación que se había generadodurante la crisis en términos de la concentración del ingreso. De es-ta manera, los sectores populares, que no habían tenido participaciónen la gestación del conflicto y sufrían la notable transferencia de ri-queza que desencadenó la crisis hiperinflacionaria, no sólo quedaban

52 Horacio Verbitsky, Hacer la Corte. La construcción de un poder absoluto sinjusticia ni control, Planeta, 1993.

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partidos pierden su identidad específica, cortando las amarras que losvinculaban con los intereses de su base social y su pasado histórico.En términos gramscianos, se puede afirmar que se trata de la etapaen que los dos partidos centrales que conforman el sistema políticose incorporan a la órbita de los sectores dominantes, descabezando,de esta manera, al resto de los sectores sociales, inhibiendo su reac-ción sin concesión alguna.

En conjunto, ambas modificaciones definen un momento excep-cional para los sectores dominantes, porque no sólo superan las barre-ras estructurales que obstaculizaban el desarrollo de la valorizaciónfinanciera le habían impuesto al conjunto social durante la última dic-tadura militar sino que, al mismo tiempo, revierten la inorganicidad queexhibía el sistema político, estableciendo una sincronía entre el planoestructural y el superestructural que parecía definir un horizonte ilimi-tado al nuevo patrón de acumulación, sustentado en la valorización fi-nanciera, y de dominación, basado en el transformismo arg e n t i n o.

En este marco, cabe preguntarse acerca de las pérdidas y las nue-vas características que le imprime el transformismo al sistema polí-tico local. A esta altura de los acontecimientos parece poco discutibleque la modificación más trascendente que se registra en el sistemapolítico es la pérdida de la identidad social histórica que definía a losdos partidos mayoritarios, garantizando su desvinculación orgánicacon los sectores sociales a los cuales expresaba. Como consecuenciade este vaciamiento ideológico y social, que se despliega en los dospartidos que definen el funcionamiento del sistema político, desapa-rece la discusión político-ideológica, e incluso la diferenciación delas líneas internas que, en todo caso, pasan a diferenciarse por otrosparámetros, muy alejados de la definición de un proyecto social yeconómico alternativo. Simultáneamente, con la pérdida del conteni-do básico de los partidos políticos se registra la disolución de la fi-gura emblemática que los caracterizaba, la militancia, que no sólo yano se encuentra convocada sino que es repelida por ser un agente ex-traño a la nueva situación imperante.

Como contrapartida, el principal aporte del transformismo con-siste en dotar a los partidos políticos, en consonancia con la ideolo-gía y la clase dominante, de un formato empresario que se ubica en

transferencias de recursos estatales a la cúpula económica. Contra-dicciones que continúan en la posterior desregulación económica im-plementada durante la Convertibilidad, en tanto implicó laliberalización de algunos mercados, la remoción de barreras arance-larias y paraarancelarias, la consolidación de múltiples estructurasoligopólicas, etcétera.

Se trata de un momento histórico para los sectores dominantesporque concretan avances impensables poco tiempo antes, lograndoremover los escollos estructurales que impedían la consolidación delpatrón de acumulación que habían puesto en marcha a partir de ladictadura militar. Si bien la superación de los factores estructurales sedesencadena a partir de las contradicciones secundarias dentro del e s -t a b l i s h m e n t económico, su resolución final trajo aparejada la transfe-rencia a su órbita directa de acumulación de los activos socialesacumulados por varias generaciones de argentinos y un dramático re-planteo de la relación entre el capital y el trabajo, que se expresará enlos más diversos órdenes de la vida social, coronando de esta manerala “revancha clasista” que se puso en marcha con la dictadura militarbasada en la obtención de cuasi rentas de privilegio.5 4

Sin embargo, es insoslayable destacar que este avance de lossectores dominantes fue posible porque se consolida un sistema po-lítico basado en el transformismo argentino como sistema de domi-nación. A partir de esta etapa, la autonomía relativa del sistemapolítico desaparece, quedando férreamente subordinado a los intere-ses de los sectores dominantes.55 No se trata, solamente, de la pre-sencia de los representantes directos (intelectuales orgánicos) de lossectores sociales que sustentan la valorización financiera, ni siquierade la transformación del partido de gobierno, sino de la incorpora-ción del sistema bipartidista en su conjunto, proceso en el cual los

54 Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, El desarrollo ausente. Restricciones al de -sarrollo, neoconservadorismo y elite económica en la Argentina. Ensayos de Econo -mía Política, Editorial Tesis/Norma, Buenos Aires, 1994.

55 Tan es así que José María Simonetti (El ocaso de la virtud. Ensayos sobre lacorrupción y el discurso del control social, Universidad Nacional de Quilmes y Uni-versidad Nacional de La Plata, 1998) entiende que se trata de una etapa donde la ob-tención de cuasi rentas de privilegio se considera una “razón de Estado”.

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dos estatales para realizar contratos de personal que cumple sus fun-ciones en la órbita del sector público. La importancia de los contra-tos radica en que se trata de los salarios más elevados de laadministración pública, permitiéndole al sistema político financiar asus cuadros, lograr nuevas adhesiones y, sobre todo, acallar a los crí-ticos reales o potenciales a la gestión gubernamental.

Finalmente, pero no menos relevante, hay una tercera forma deingresos percibido por el sistema político durante el transformismo.Se trata de los que se denominan como “retornos”, “peajes” y “comi-siones”, que son eufemismos utilizados a lo largo del tiempo paraaludir a los sobornos que, principalmente, le pagan los integrantes delos sectores dominantes al sistema político para lograr determinadasprebendas. En tanto la corrupción es un proceso generalizado, adop-ta una amplia gama de modalidades y se verifica en los diferentes ni-veles institucionales, ya que no se trata de un fenómeno transitoriovinculado a la perversidad de un determinado partido político o con-junto de dirigentes, sino de una característica estructural y permanen-te del sistema de dominación que hace posible el desarrollo delnuevo patrón de acumulación. Por cierto, como luego se verá conmayor detalle, tampoco puede considerárselo como un fenómeno es-tático sino que, por el contrario, reconoce distintas fases de desarro-llo y modalidades que están en consonancia con las alternativasseguidas por el propio patrón de acumulación.

De esta manera, la consolidación del transformismo modela unsistema político que gira exclusivamente dentro de la órbita de lossectores dominantes, abandonando su identidad histórica y adqui-riendo un formato y una dinámica empresaria de corte vertical don-de los operadores políticos tienen un papel decisivo. Así, el sistemapolítico se desvincula en forma cada vez más acentuada de los inte-reses y necesidades del resto de los sectores sociales, los cuales seven impedidos de enfrentar la creciente situación de explotación yexclusión social porque sus intelectuales orgánicos se integraron alos sectores dominantes pero, al mismo tiempo, siguen apareciendocomo supuestas conducciones de un proyecto alternativo.

Sin embargo, estas características centrales del transformismoargentino no deben obscurecer el proceso de diferenciación que se

las antípodas de su conformación anterior. Ahora, se trata de institu-ciones que exhiben una organización vertical regida por relacionescontractuales, en la cual los “operadores (boss)” devienen en perso-najes claves que definen, en gran medida, las decisiones partidariasen tanto son quienes manejan las denominadas “cajas partidarias”, esdecir, los ingentes recursos que disponen los partidos políticos.

Las relaciones contractuales, que son la nueva amalgama quereemplaza a los lazos ideológicos y políticos que congregaba ante-riormente a los militantes, son múltiples y no necesariamente exclu-yentes entre sí. Los salarios vinculados al empleo estatal constituyenun primer nivel sobre el cual se estructura la verticalidad partidaria yun campo de disputa con los trabajadores estatales que conciben alEstado como una instancia articuladora de la sociedad. Estas remu-neraciones son vitales para el funcionamiento del sistema político yaque se trata de los salarios vinculados a todas las áreas estatales en-tre las que se cuentan las instituciones municipales, provinciales ynacionales, y dentro de estas últimas, además del poder ejecutivo, lasestructuras del poder legislativo, judicial, instituciones descentraliza-das, entes regulatorios, etc. Los salarios derivados de las funcionesestatales no son decisivos en términos cuantitativos pero tienen unanotable importancia para la cohesión y funcionamiento vertical tan-to del partido de gobierno como para el que, eventualmente, ejerce lafunción de oposición, porque uno de los procesos que se instaura du-rante el transformismo es una relativa cohabitación partidaria en laadministración estatal, en tanto la disputa ideológica, e incluso polí-tica, tiende a diluirse, aun en las etapas electorales.

Por otra parte, como resultado de la reestructuración estatal, tan-to provincial como nacional, que se implementa durante la última dé-cada, se genera una manifiesta dualidad en la estructura ocupacionaldel sector público entre la planta permanente y los contratados. Enefecto, una primera vía que potencia el crecimiento de los contratosconsiste en el financiamiento que asume la estructura estatal con di-versos organismos internacionales de crédito para implementar pro-yectos específicos de diversa índole. Otra, consiste en latriangulación que realiza el Estado con otros organismos internacio-nales o nacionales, mediante los cuales se canalizan los propios fon-

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miento tradicional de las empresas transnacionales en el país. Enefecto, pese que a nivel mundial ese proceso se registra en los añossesenta y setenta, en la Argentina las empresas extranjeras siguenmanteniendo un acentuado grado de control sobre el capital de sussubsidiarias locales.58 Si bien a partir de la interrupción de la sustitu-ción de importaciones comienza a modificarse este comportamiento,es recién con la privatización de empresas públicas que se consoli-dan las asociaciones, asumiendo una importancia desconocida hastaese momento.

Al vincular esta convergencia tan significativa entre los integran-tes del e s t a b l i s h m e n t económico con los conflictos que provocaron lacrisis hiperinflacionaria de 1989, se puede afirmar que los grupos eco-nómicos locales, por su menor capacidad económica, financiera y tec-nológica, no pudieron seguir excluyendo a los capitales extranjeros.Sin embargo, al mismo tiempo, también es innegable que estos últimostampoco pudieron obviar la presencia de los grupos económicos loca-les, debido al conocimiento local y a su capacidad para definir las ca-racterísticas específicas de las políticas estatales.

Durante el período en que la valorización financiera aparece co-mo imparable, la constitución del transformismo argentino transitauna etapa crucial para su desarrollo, porque allí se concreta lo quepodría denominarse la “acumulación originaria” que indica el mo-mento de su consolidación. Para comprender la génesis de este pro-ceso, es necesario recordar que la privatización de las empresasestatales puso en juego una transferencia de activos monumental,muy superiores a los montos pagados por el sector privado, a lo cualhay que agregarle los elevados beneficios potenciales que eran ga-rantizados por el carácter monopólico u oligopólico de los serviciospúblicos y la formulación de marcos regulatorios que claramente los

58 Entre otros, Juan V. Sourrouille, El impacto de las empresas transnacionalessobre el empleo y los ingresos. El caso argentino, OIT, 1976; Daniel Azpiazu y Mi-guel Khavisse, La concentración en la industria argentina en 1974, Centro de Eco-nomía Transnacional, 1984; Eduardo M. Basualdo, Integración y diversificación em -presarial, rasgo predominante del poder transnacional en la Argentina, Centro deEconomía Transnacional, 1984.

genera dentro del sistema político. A medida que se profundiza el sis-tema de dominación se hace cada vez más nítida la existencia de unpartido político principal (el peronismo) y de otro auxiliar (el radica-lismo). Su diferenciación no se establece a partir de que presentendisparidades en su conformación o naturaleza, porque ambos fueronremodelados por el transformismo, sino en el papel e incidencia or-gánica que asumen cada uno de ellos.

Retomando el análisis de la evolución de la valorización finan-ciera, cabe destacar que una vez que convergen las reformas estruc-turales con la convertibilidad cambiaria en base a una tasa de cambiofija y la negociación del Plan Brady, que pone en marcha un nuevociclo de endeudamiento, se inicia la etapa más “brillante” del nuevopatrón de acumulación que abarca desde 1992 hasta fines de 1994.Sobre la base de la sincronía del sistema político y la valorización fi-nanciera, se registra un período de crecimiento económico en el cualconvergen dos procesos complementarios y decisivos:56

a) Los sectores dominantes no solamente superan las contradic-ciones que surgieron en la década anterior, sino que el establishmenteconómico adquiere una homogeneidad inédita ya que los gruposeconómicos, las empresas extranjeras y la banca transnacional cons-tituyen una “comunidad de negocios” sobre la base de su asociaciónen la propiedad de los consorcios que adquieren las empresas estata-les que son privatizadas.

b) A partir de la superación de la inflación, del nuevo ciclo de en-deudamiento externo y de la expansión del crédito interno, se gene-ra un ciclo expansivo del consumo interno que incorpora a vastossectores sociales, dando lugar a la etapa de mayor consenso socialdel nuevo modelo de acumulación.57

La conformación de esa “comunidad de negocios” es un hechoinédito porque en ese momento se altera drásticamente el comporta-

56 Eduardo M. Basualdo, Concentración y centralización del capital en la Ar -gentina durante la década de los noventa. Una aproximación a través de la reestruc -turación económica y el comportamiento de los grupos económicos y los capitalesextranjeros, FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/ IDEP, 2000.

5 7 Hugo Nochteff, “La política económica en la A rgentina de los noventa. Una mi-rada de conjunto”, É p o c a, revista argentina de economía política, No. 1, diciembre 1999.

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La magnitud de las transferencias realizadas y los resultadosmencionados indican que este es el momento decisivo del transfor -mismo argentino ya que los “peajes”, “comisiones” o sobornos fue-ron de tal magnitud que le permitió al sistema político concretar una“acumulación originaria” que posteriormente será complementadacon nuevos elementos que le permitirán encarar la fase de “acumu-lación ampliada”. En términos de las privatizaciones, todo parece in-dicar que los “retornos” estuvieron vinculados a cuatro aspectosclaves de ese proceso:

a) El precio fijado para los activos y los montos posibles de ca-pitalización de deuda.

b) El endeudamiento externo de las empresas durante el procesode privatización que en muchos casos fue sumamente acelerado.

c) La adjudicación de las licitaciones o concesiones propiamen-te dichas.

d) El contenido de los marcos regulatorios iniciales.Con el objetivo de evaluar los recursos que dan lugar a esta “acu-

mulación originaria” del sistema político, se pueden barajar algunasestimaciones que surgen de algunos parámetros objetivos. Por un la-do, las cifras oficiales acerca de la venta de las empresas públicas in-dican que entre 1990 y 1994 el fisco obtuvo 25.563 millones dedólares. Por otra parte, a juzgar por los elementos que se desprendende la causa abierta debido al negociado perpetrado en la informatiza-ción del Banco de la Nación Argentina, se puede estimar que una ta-sa “razonable” para los “retornos” se ubica alrededor del 20 porciento del monto de la operación. Por lo tanto, aplicando dicha tasaal monto de lo obtenido por la privatización de las empresas estata-les entre 1990 y 1994 se puede estimar que lo percibido, únicamen-te por ese concepto, por el sistema político rondaría los 5.000millones de dólares.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que, como ya se dijo,junto al proceso de privatizaciones se puso en marcha la denomina-da desregulación de la economía que, a juzgar por los intereses enjuego y los conflictos a que dio lugar, también dieron lugar a ingre-sos que potenciaron la “acumulación originaria”. Si bien sobre esteaspecto en particular no se dispone de evidencias parciales que per-

convalidan. Al mismo tiempo, el proceso de desregulación (incluidala apertura comercial y financiera) puso en juego enormes interesesque podían beneficiarse o perjudicarse según las características espe-cíficas que adoptara la nueva regulación en los distintos ámbitos dela actividad económica.59

En este contexto, la connivencia del sistema político y los secto-res dominantes le imprimió al proceso privatizador argentino un con-junto de rasgos propios que lo diferencian de otras experienciaslatinoamericanas. El primero de ellos es que se trata de un procesoque, pese a su complejidad, se realiza en un período de tiempo extre-madamente breve (entre 1990 y 1992 se privatizaron las principalesempresas públicas y al año siguiente se enajenó YPF), lo cual permi-tió que los adjudicatarios capitalizaran la notable valorización de lasfirmas que se produjo luego de su privatización y facilitó la aproba-ción de marcos regulatorios sumamente precarios o, directamente,inexistentes. Otra característica peculiar del caso argentino es que setrata de un proceso de vastos alcances en el cual el Estado transfierehasta sus espacios de apropiación de renta, como es el caso del pe-tróleo con la privatización de YPF. Esto no ocurrió en el resto de lospaíses ya que Chile mantuvo la propiedad estatal de CODELCO, la em-presa productora de cobre que, a su vez, constituye el principal pro-ducto de exportación, y México hizo lo propio con PEMEX, laempresa productora de hidrocarburos, de la cual obtiene el 40 porciento de sus ingresos externos. Finalmente, el caso argentino se dis-tingue por tener una proporción muy alta de capitalización de bonosde la deuda externa que supera la de los otros países latinoamerica-nos y una participación muy escasa de oferentes en las principales li-citaciones originada en un conjunto de restricciones que marginarona la mayoría de las empresas nacionales y allanaron el camino a losgrandes grupos económicos y empresas extranjeras.60

59 Daniel Azpiazu y Hugo Nochteff, op. cit., 1994.60 Daniel Azpiazu y Eduardo Basualdo, “Las privatizaciones en la Argentina.

Concentración del poder económico e imperfecciones de mercado”, en Privatizacio -nes en América Latina y el Caribe. Algunas experiencias nacionales y sectoriales,RAFPAL C/DI No. 3, Sistema Económico Latinoamericano, marzo de 1995.

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nuevo sistema político. En otras palabras, al igual que lo que ocurreen una empresa capitalista, cuanto mayor es la jerarquía partidariamayor es la incidencia en las decisiones y la participación en los re-sultados. De allí entonces que los mayores ingresos, nivel de consu-mo y “capacidad de ahorro” se concentren en los dirigentes queconforman la cúpula partidaria.

Esta significativa “capacidad de ahorro” es el factor que sienta lasbases materiales para la búsqueda de una mayor autonomía relativa delsistema político y el desarrollo de contradicciones crecientes con algu-nas fracciones de los sectores dominantes. En efecto, la magnitud delos recursos apropiados le plantea al sistema político un desafío desco-nocido para estas organizaciones que consiste en determinar la formade inversión que garantice una “reproducción ampliada” de los recur-sos. Sin embargo, el primer desafío para que ello fuera posible radica-ba en poder “blanquear” los recursos provenientes de actividadesclaramente ilegales, para lo cual era necesario implementar un circui-to financiero que lo hiciese posible. La reciente denuncia de los dipu-tados Elisa Carrió y Gustavo Gutiérrez, que es coincidente con lasreiteradas denuncias realizadas desde hace tiempo por Horacio Ve r-b i t s k y,6 2 revela que ese circuito se implementa en el comienzo mismode la nueva administración peronista, e involucra tanto a funcionariosde primer nivel del gobierno, como a bancos locales (Banco Repúbli-ca), extranjeros (Citibank) y al grupo económico Bunge y Born, queen ese momento ocupaba la cartera económica.6 3

6 2 Horacio Ve r b i t s k y, Página 12: “Unido o dominado”, 14/9/97; “Levantandopolvareda”, 4/1/98; “Llamada internacional”, 15/2/98; “República virtual”, 12/4/98;“El ocaso de la virtud”, 12/8/98; “El silencio es salud”, 8/11/98; “Sombra terrible deYabrán”, 28/3/99; “Peón de campo”, 12/9/99; “Las cuentas secretas”, 18/2/2001.

6 3 Al respecto, la mencionada denuncia de los diputados, afirma: “Cuando Car-los Menem asumió la presidencia de la A rgentina le ofreció el Ministerio de Econo-mía al grupo económico Bunge y Born, presidido por Octavio Caraballo, estrecha-mente vinculado con el banquero Moneta, titular del Banco República SA, y tambiéncon Heriberto Ricardo Handley, presidente del Citicorp en América Latina. Caraballo,Moneta y Handley habían sido compañeros de colegio en el San Jorge. [...] La rela-ción de Moneta y Handley con Rapanelli les permitió que Javier González Fraga y A l-berto Petracchi, ambos directores del Banco República, fueran designados respectiva-mente presidente y director del Banco Central de la República A rgentina ( B C R A) .

mitan evaluar sus alcances, cabe señalar que, por ejemplo, uno de losconflictos que se desataron en esa etapa estuvo referido a la reformade la Ley de Patentes, legislación vital para definir los capitales queserían centrales en la producción farmacéutica en la Argentina queexhibe una facturación que ronda los 3.500 millones de dólares, y enla cual la participación de los laboratorios locales (donde los más im-portantes son los que integran los grupos económicos Bagó y Roem-mers) supera claramente a la de los de origen extranjero.61

Asimismo, durante esta etapa se pone en marcha otra vía de in-gresos que sostiene al transformismo argentino que consiste en los“retornos” derivados del gasto y las inversiones realizadas por el Es-tado. En realidad, se trata de una potenciación de las formas de co-rrupción tradicionales del funcionamiento estatal, pero que ahora yano está centrada en los sobreprecios a los proveedores del Estado, de-bido a la privatización de empresas públicas. Dentro de esta línea seubica el negociado relacionado con la informatización del Banco dela Nación y otras, donde también estuvo involucrada IBM, referidas ala informatización de distintas administraciones provinciales.

En este contexto, el rápido desarrollo del transformismo le plan-tea al sistema político nuevos desafíos, que deben ser analizados concierto detenimiento debido a las repercusiones que genera en losaños posteriores a esta primera etapa menemista. Es evidente que lanueva situación trajo aparejado un incremento ostentoso, y ofensivo,en el consumo de los integrantes del sistema político pero ese es só-lo un aspecto resultante de la nueva situación porque, además, la no-table magnitud de los ingresos percibidos genera una significativa“capacidad de ahorro”. Sin embargo, la distribución de los ingresos,y por lo tanto el nivel del consumo y especialmente de la capacidadde ahorro, no es uniforme dentro de las organizaciones políticas, si-no una función directa de la ubicación que ocupan los integrantes delos partidos políticos en la estructura partidaria que caracteriza al

61 Sobre esta industria, véase, entre otros trabajos: Daniel Azpiazu (compila-dor), La desregulación de los mercados. Paradigmas e iniquidades de las políticasdel neoliberalismo: las industrias lácteas, farmacéutica y automotriz, GrupoEditorial Norma/ FLACSO, abril 1999. También: Eduardo M. Basualdo, Las ventas demedicamentos durante la Convertibilidad, AAPM, 1994.

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Si bien la importancia de esta compleja organización financiera, delos recursos que se movilizan a través de ella, y de las empresas adqui-ridas, es innegable, sería un error entender que es la única estructura fi-nanciera y que no hubo una diversificación en el destino de los recursoseconómicos del sistema político durante el transformismo arg e n t i n o.En efecto, la información disponible indica que hay otras empresas fi-nancieras que también participaron activamente en la canalización deestos recursos, tal el caso del Banco Macro,6 6 que tiene la peculiaridadde estar estrechamente vinculado a los integrantes del partido radicaldesde los orígenes del t r a n s f o r m i s m o, cuando eran gobierno.6 7 Lo mis-mo ocurre con el destino de los recursos, ya que todo parece indicar queno sólo estuvieron destinados a controlar la propiedad de un conjuntode empresas estatales privatizadas sino que también se diversificaron

que creció a esos efectos (International Equity Investments Inc.) y Moneta lo hace através de una sociedad que creó a esos efectos, que denominó United Finance Com-pany Ltd. (UFCO). [...] El CEI hizo sus primeras inversiones en las privatizaciones (Te-lefónica de Argentina, Altos Hornos de Zapla, Transportadora Gas del Sur, HotelLlao Llao, Celulosa Puerto Piray, Papelera Alto Paraná, Frigorífico Rioplatense, etc.)y luego, cuando Menem puso en marcha su reelección se volcó hacia los medios decomunicación, adquiriendo participaciones en Telefónica, Canal 9, grupo América,Editorial Atlántida, Cablevisión, Torneos y Competencias (TyC), Televisión SatelitalCodificada (TSC), radio La Red, radio Continental, FM Hit, etc., con una inversiónsuperior a u$s 3.000 millones”.

66 Al respecto, véase Horacio Verbitsky, Página 12: “Las cuentas secretas”,18/2/2001; “El triángulo de Colombo”, 1/4/2001; “El jefe”, 14/5/2001.

67 Cabe recordar el dictamen de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Admi-nistrativas en relación con las compras de dólares del Banco Macro y el de CréditoArgentino antes de la hiperinflación de febrero de 1989, que fueron reproducidas porLuis Majul (Por qué cayó Alfonsín. El nuevo terrorismo económico, Sudamericana,1990). “El dictamen de la Fiscalía dice: –Las compras de dólares por parte de los ban-cos Crédito Argentino y Macro son irregulares y desmesuradas ya que no se justifi-can en pedidos de clientes. –Marcelo Kigel (en ese momento vicepresidente primerodel BCRA) sabía de antemano que el austral se iba a devaluar y que, por esa razón, elBanco de Crédito Argentino del cual es accionista adquiere varios millones de bara-tos dólares. –Kigel se aprovechó de su investidura de funcionario público para hacerun negocio. –Si bien Macro fue adquirido por un tal Jorge H. Brito, eso no prueba ladesvinculación de Brodersohn (en ese momento Secretario de Hacienda). –Brito hasido mencionado públicamente como ‘testaferro’u ‘hombre de paja’de Kigel. Por to-do eso el fiscal Molinas inicia querella al vicepresidente primero del Banco Central.Las actuaciones pasan a manos del juez Martín Irurzun, quien el 6 de junio se excu-sa de seguir actuando con el juicio”.

No obstante, el contar con la estructura financiera que permitierael “lavado” de los recursos mediante su fuga al exterior no agotaba elproblema porque quedaba pendiente el desafío de maximizar la renta-bilidad, garantizando la “reproducción ampliada” de los mismos. Paraevaluar las alternativas, no sólo se debe considerar que la tasa de inte-rés en el mercado internacional era mucho más reducida que la inter-na, sino, principalmente, que el sistema político tenía incidenciadirecta en la generación de los nuevos negocios (privatización de em-presas públicas) y en la regulación que regiría su funcionamiento. Co-mo el manejo de ambos factores aseguraba la obtención de la mayorrentabilidad de la economía argentina, una parte significativa de los re-cursos debían necesariamente ser repatriados, “invirtiéndose” en esasactividades. Este es el motivo principal por el cual se asocian el Citi-bank, el Banco República (U F C O) y el grupo económico We r t h e i n ,6 4

creando el C E I (Citicorp Equity Investments Inc.), que luego pasará adenominarse C E I Citicorp Holdings SA, figurando en sus activos nu-merosas empresas privatizadas.6 5

González Fraga era director del Banco República y de Federalia SA (empresas deMoneta) y Petracchi una persona de su entorno íntimo (socios en la estancia Los Ga-tos SAy en La Tortuguense SA, síndico de Corporación de los Andes SA, Maypa SA,Federalia SA, Monfina SA, sociedades de Moneta, y apoderado de Mora de Luna SA,sociedad utilizada por Moneta y Menem en operaciones ilegales)”.

64 La estructura del grupo económico Werthein, puede consultarse en: EduardoM. Basualdo, “Los grupos de sociedades en el agro pampeano”, Desarrollo Econó -mico, 143, 1996.

65 Sobre el particular, la denuncia de los diputados Carrió y Gutiérrez afirma:“Al inicio de la gestión del presidente Menem (año 1991) el Citibank NAse encon-traba en una difícil situación económico-financiera, era el principal acreedor de laArgentina, cuyos títulos de deuda pública emitidos en dólares se cotizaban al 14%de su valor nominal. Menem designó Ministro de Obras Públicas a Roberto Dromi,en la actualidad abogado de Moneta, quien inició un plan de privatizaciones de lasempresas públicas permitiendo que los oferentes pudieran pagar entregando los títu-los de deuda pública al 100% de su valor nominal. De esta forma los activos del Ci-tibank se revaluaron fuertemente, permitiendo solidificar su situación y la de su pre-sidente John Reed, también presidente del Citicorp Group. No obstante ello elCitibank no se desprendió de sus títulos, sino que participó activamente de las pri-vatizaciones, primeramente adquiriendo las acciones que le permitieron tomar elcontrol de Celulosa Argentina y luego creando el consorcio Citicorp Equity Invest-ments (CEI) en el año 1992, que luego cambió de denominación por CEI Citicorp Hol-dings SA. El Citibank participaba en el CEI con el 61,87% a través de una sociedad

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al mismo tiempo, comienzan a registrarse alteraciones estructuralesmuy significativas en la “comunidad de negocios” que se había cons-tituido pocos años antes sobre la base de la privatización de las em-presas estatales.71

Como fue señalado, a partir de la convergencia de las reformasdel Estado y la desregulación con el Plan de Convertibilidad y elPlan Brady, se genera una etapa de crecimiento económico que cul-mina en el tercer trimestre de 1994. Durante esos años, caracteriza-dos por una acentuada expansión del consumo interno, se percibeque el crecimiento de las ventas de la cúpula empresaria (las 200 fir-mas de mayor facturación) evoluciona de una manera similar a la ex-pansión de la economía en su conjunto. Sin embargo, a partir de lacrisis de 1995 se altera ese comportamiento, ya que mientras el PBI aprecios corrientes se contrae casi 2 por ciento, las ventas de la cúpu-la crecen muy acentuadamente (8,4 por ciento). De esta manera, lasgrandes firmas recobran en los años noventa uno de los atributos fun-damentales que exhibía en la década anterior, y que habían perdidoen la crisis hiperinflacionaria de 1989, como es su independencia delciclo económico.72

La independencia del ciclo económico que recobra el establish -ment económico implica que las crisis se descargan sobre el resto dela sociedad con una intensidad que supera en mucho la reducciónpromedio del PBI. De allí que su correlato durante esta etapa sea un

71 Eduardo M. Basualdo, Concentración y centralización..., op. cit.7 2 No obstante, este significativo atributo parece ponerse en cuestión años des-

pués, ya avanzada la crisis más prolongada de la economía argentina que se inicia en1998 y se prolonga hasta la actualidad. En efecto, las evidencias preliminares indicanque entre 1998 y 1999, mientras el P B I registra una retracción del 5,2 por ciento, lasventas de las 200 empresas de mayor facturación también se contraen, aunque a un rit-mo sensiblemente más reducido (-2,1 por ciento). Al respecto, cabe mencionar dos he-chos relevantes que plantean interrogantes al respecto. El primero es que la expansiónde las ventas de la cúpula el año anterior, 1997-1998, fue notablemente elevado en tér-minos relativos (crecieron el 9,3% cuando el P B I se incrementó un 2,1%). El segundoes que la reducción de las ventas de la cúpula en 1998-1999 se origina en la notablereducción de las realizadas por las empresas automotrices (-36%), que fueron suma-mente afectadas por la contracción del consumo y la reducción de las exportaciones aBrasil. Tanto es así que, si se excluyen las ventas de las empresas automotrices en1998 y 1999, las ventas de la cúpula empresaria en ese período crecen el 1,1%.

hacia otras actividades con alta rentabilidad garantizadas desde el Esta-do. Una de ellas es la conformación del monopolio del correo privadoimpulsado por el denominado grupo Ya b r á n ,6 8 y otra la faena clandes-tina de carne vacuna implementada por diversos frigoríficos controla-dos, entre otros, por la familia Samid.6 9

Sobre estas bases, el transformismo argentino se institucionalizaa fines de este período, cuando los dos partidos centrales del sistemapolítico firman el denominado Pacto de Olivos. Este acuerdo, quepone en marcha una reforma constitucional que permitirá la reelec-ción de Menem, consolida la nueva dinámica del sistema políticoaprobando todo lo actuado, reforma la composición de la Corte Su-prema de Justicia, al mismo tiempo que ubica, dentro del nuevo sis-tema de dominación, al peronismo como el partido de mayorjerarquía orgánica y al radicalismo como su rueda auxiliar.70

El último mandato de Menem

En las postrimerías del primer mandato del peronismo se interrumpela onda de crecimiento económico que se había iniciado en 1992 y,

68 Miguel Bonasso, op. cit., 1999.6 9 En esa época se faenaban alrededor de 12 millones de cabezas de ganado vacu-

no por año de los cuales siete millones se registran en la provincia de Buenos Aires. Elpeso promedio de las reses faenadas se estimaba en 210 kilogramos, es decir 1.470 miltoneladas, que descontando los cupos de exportación se reducían a aproximadamente1.200 mil toneladas. Dado que el precio promedio en el comercio minorista se ubicabaen tres pesos, la facturación alcanzaba a los 3.600 millones de pesos que incluía el 21por ciento de I VA (750 millones de pesos) pero al cual se le agregaban 120 millones depesos que surgían de los 10 centavos por kilogramo que debía aportarle el minorista alEstado. De esta manera, se trataba de un mercado de 3.700 millones de dólares en el cualel Estado debía percibir alrededor de 870 millones de dólares. La irrupción de la faenaclandestina alteró significativamente la distribución de los recursos debido a que ronda-ba entre el 30 por ciento y el 40 por ciento del total, comprometiendo cerca de 1.300 mi-llones de dólares por año, que salían del circuito institucional y le implican al Estado unamerma en su recaudación de alrededor de 315 millones de dólares que se distribuía en-tre los productores, frigoríficos y minoristas que integraban ese circuito ilegal.

7 0 Respecto a las características y negociaciones del Pacto de Olivos, véase: Hora-cio Ve r b i t s k y, Página 12: “En Italia no se consigue”, 14/11/93; “De eso no se habla”,5/12/93; “Un psicólogo ahí”, 16/11/93;“La pedagogía del juego”, 26/12/93.

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conquistas laborales, precarizando las condiciones de trabajo, depri-miendo el nivel salarial y expandiendo la marginalidad social. De es-ta manera, el desarrollo de la valorización financiera y del sistema dedominación que lo hace posible, el transformismo argentino, insta-lan el fenómeno estructural que deviene en el principal instrumentode disciplinamiento y desmovilización de la clase trabajadora.73

La conformación de ese “ejército industrial de reserva” es unode los resultados derivados de la agudización del proceso de desin-dustrialización que avanza a partir de la profunda y asimétrica aper-tura comercial, asentada fundamentalmente en las importaciones debienes. En términos generales, la política arancelaria establecida du-rante la convertibilidad se caracteriza por constituirse en un instru-mento central en la política de estabilización de precios en el cortoplazo y, al mismo tiempo, en un elemento fundamental tanto para elcreciente desplazamiento de la actividad industrial como para la con-

73 Al respecto, Zygmunt Bauman (op. cit.), entiende que: “La verdadera nove-dad [se refiere al neoliberalismo] no radica en la necesidad de actuar en condicionesde incertidumbre parcial o total, sino en la presión sistemática tendiente a desmante-lar las defensas concienzudamente construidas: por un lado, abolir las institucionesdestinadas a limitar el grado de incertidumbre y los daños que ha causado la incerti-dumbre salvaje; por otro, frustrar los intentos de idear nuevas medidas colectivas pa-ra mantenerla a raya [...] La consecuencia conjunta de estos ataques –dispares peroconvergentes– contra las líneas defensivas es el ‘dominio absoluto de la flexibilidad’,que tiende a la ‘precarización’–y, por lo tanto, a la ‘impotenciación’– de la gente si-tuada en la punta de lanza de la resistencia [...] Medidas tales como el reemplazo decontratos permanentes y protegidos legalmente por empleos temporarios o con lími-te fijo –que permiten despidos instantáneo, contratos permanentes y protegidos legal-mente por empleos temporarios o con límite fijo –que permiten despidos instantá-neos, contratos flotantes y la clase de empleo que socava el principio del ascensomediante la evaluación permanente del desempeño que hace depender la remunera-ción de cada empleado de los resultados individuales obtenidos y que induce a lacompetencia entre distintas secciones de la misma empresa privando a los empleadosde la posibilidad de asumir una postura colectiva razonable– producen una situaciónde permanente incertidumbre endémica. En la lucha universal del mundo darwinia-no, el cumplimiento obediente de las tareas fijadas por las empresas nace de esa so-brecogedora sensación de paralizante incertidumbre y del miedo, el estrés y la angus-tia que nacen de ella [...] La base última de todos los regímenes económicos que seembanderan bajo el signo de la libertad es, en consecuencia, la violencia estructuraldel desempleo, de la precariedad de los puestos y de la amenaza de despido que cual-quier cargo implica”.

acentuamiento en la concentración del ingreso con el consiguienteempeoramiento en las ya comprometidas condiciones de vida de losasalariados debido a su abrupto e irreversible deterioro que registra-ron a partir de la dictadura militar. Sin embargo, es insoslayable des-tacar que esta profundización de la regresividad distributiva es elresultado de la consolidación de nuevos factores estructurales quehacen posible una modificación cualitativa de las condiciones de ex-plotación de la clase trabajadora. En efecto, una somera revisión delas últimas décadas indica que desde 1976 en adelante la desocupa-ción y la subocupación exhiben una tendencia creciente que se agu-diza a partir de 1993 para estabilizarse en 1995 en niveles inéditos yalarmantes (Gráfico 2). La intensidad de este proceso es tal que ladesocupación y la subocupación no sólo devienen el factor predomi-nante en la concentración del ingreso sino que operan como el clási-co “ejército industrial de reserva”, haciendo posible la reversión de

GRÁFICO 2. EVOLUCIÓN DEL SALARIO REAL Y LADESOCUPACIÓN, 1959-1999 (SALARIO:1976=100; DESOCUPACIÓN Y SUBEMPLEO: % DE LA PEA)

Fuente: Elaboración propia con base en FIDE y el INDEC.

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do un nuevo salto en el nivel de fuga de capitales, las ventas de empre-sas y/o participaciones accionarias por parte de la fracción local del ca-pital concentrado.

De esta manera, los elementos de juicio disponibles indican quelos grupos mantienen su poder económico obtenido durante el primerquinquenio, pero con una alteración significativa en la composiciónde su capital, que adopta un signo contrario al de la etapa anterior, entanto se registra una disminución relativa en la importancia de los ac-tivos fijos y un aumento substancial en la incidencia de los activosfinancieros, especialmente de los radicados en el exterior. En estecontexto, es importante señalar que la nueva estrategia productiva delos grupos económicos consiste en concentrar su capital fijo en lasactividades que exhiben ventajas comparativas naturales, específica-mente en la producción agropecuaria y agroindustrial.

Por el contrario, el capital extranjero exhibe una evoluciónopuesta a la de los grupos económicos, la cual no es casual porqueson los principales compradores de los activos que enajena el restodel espectro empresario. En términos estrictos, el avance de los con-glomerados extranjeros y las empresas transnacionales se origina endos procesos complementarios: la incorporación de nuevas empresasy la adquisición de empresas ya instaladas, así como en el dinamis-mo de su facturación, especialmente en la comercialización y en laproducción automotriz, sector industrial que goza de una protecciónexcepcional.

En este nuevo contexto económico, también se generan modifi-caciones en el transformismo argentino, que se originan tanto en elintento de modificar la escena política por parte de los sectores su-balternos, como en las condiciones estructurales que irrumpen en es-ta etapa. En relación con las iniciativas de los sectores subalternospor romper el transformismo, cabe recordar que durante la consoli-dación del nuevo sistema político no se produjeron desgajamientossignificativos del partido de gobierno. La única expresión de disen-so, que en ese momento tenía una escasa incidencia, fue la del deno-minado “grupo de los ocho” que luego, con otras agrupaciones,forma el Fredejuso y el Frente Grande. Sin embargo, en las eleccio-nes parlamentarias de 1995 la alianza entre el Frente Grande y PAIS

centración y centralización económica. La significación de la apertu-ra comercial adquiere una importancia decisiva porque se conjugacon un creciente deterioro del tipo de cambio real, en un contexto enel cual los instrumentos que controlan las prácticas comerciales des-leales, como el régimen “antidumping”, se aplicaron con discrecio-nalidad, acentuado las asimetrías derivadas de la propia aperturacomercial. Sin lugar a dudas, la conjunción de estos elementos ter-minaron reflejándose en la estructura de precios y rentabilidades re-lativas e impulsaron una inédita destrucción industrial con notablesderivaciones en términos de la expulsión de mano de obra y de la ine-quitativa distribución del ingreso.

Por otra parte, a mediados de la década pasada comienza a diluir-se la “comunidad de negocios” que se había constituido en el quinque-nio anterior, en un contexto en que se despliegan acentuadas asimetríasen la evolución de los precios internos entre, por un lado, los bienes yservicios no transables con el exterior y los transables protegidos natu-ral o normativamente de la competencia externa, y por otro, los tran-sables; y que esa asimetría está vinculada –entre otros factores– con eltamaño de las firmas y de los conglomerados empresarios, y con surespectivo grado de vinculación con los procesos de privatización. Enefecto, hacia mediados de los años noventa se verifica una oleada detransferencias de propiedad que involucran a la totalidad o a una partedel capital de numerosas empresas privadas, entre las que se cuentanvarios de los principales consorcios que adquirieron las empresas pú-blicas en los años anteriores. Estas transferencias dan lugar, en térmi-nos generales, a un aumento muy importante de la facturación de lasempresas transnacionales y los conglomerados extranjeros, en detri-mento de los demás tipos de propiedad, especialmente de los gruposeconómicos que se habían consolidado durante los años previos. Sine m b a rgo, es imprescindible mencionar que las modificaciones en lapropiedad de los activos fijos tienen su correlato en términos de los ac-tivos financieros en el exterior de los grupos económicos. Efectiva-mente, apenas iniciada la fase declinante del proceso privatizador (de1994 en adelante) se reaviva notablemente la salida de capital local ale x t e r i o r, basándose, en un primer momento, en la elevada rentabilidadde las grandes empresas, a la cual se agregan posteriormente, definien-

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que los dirigentes consideran que la corrupción es un fenómeno pri-vativo del partido hegemónico y no inherente al sistema de domina-ción generado durante la valorización financiera. En consecuencia,para erradicarla sólo es necesario derrotar al partido hegemónico yasentar una alianza social sustentada en la expansión productiva yuna más equitativa distribución del ingreso. Es decir, lo contrario delo que hicieron cuando, como parte de la Alianza, derrotaron al par-tido hegemónico y ejercieron el gobierno. En síntesis, estos y otroserrores expresan, en el mejor de los casos, la ignorancia acerca delpatrón de acumulación en curso y del sistema político que se generódurante su desarrollo.

Este fracaso, y la responsabilidad de sus dirigentes, es aún mástrascendente si se repara en que durante esos años, en el marco de laclaudicación definitiva de la burocracia sindical, termina consoli-dándose la experiencia sindical y social más importante, aunque mi-noritaria, del campo popular durante la década de los años noventa:la Central de los Trabajadores A rgentinos (C TA). La misma comienzaa gestarse en noviembre de 1991 durante el denominado Encuentro deBurzaco, para culminar en noviembre de 1992 durante el primer Con-greso Nacional de los Trabajadores A rgentinos cuando se pone enmarcha la C TA y el compañero Germán Abdala –integrante de laescisión parlamentaria peronista que conforma el “grupo de losocho”– pronuncia su último discurso público.7 4 Esta experiencia, queestá enraizada con la tradición combativa y popular del sindicalismoa rgentino, como fueron la C G T de los A rg e n t i n o s7 5 y el programa de

74 Sobre la historia, los integrantes y las concepciones de la Central de los Tra-bajadores Argentinos (CTA), véase: Isabel Rauber, La discusión social y sindical enel fin de siglo. Una historia silenciada, Pensamiento Jurídico Editora, 1998; también:Isabel Rauber, Tiempo de herejías. Nuevas construcciones, debates y búsqueda de laCentral de los Trabajadores Argentinos, CTA, 1999.

75 El 28 de marzo de 1968 durante el Congreso Normalizador de la CGT, laUnión Obrera Metalúrgica se retira a raíz de la participación de las organizaciones in-tervenidas por la dictadura militar de Onganía, conformando la CGT Azopardo, mien-tras que el resto de las organizaciones crean la CGT de los Argentinos presidida porRaimundo Ongaro. El programa de la CGT de los Argentinos (primero de mayo de1968) puede consultarse en Roberto Baschetti (recopilador), Documentos de la Re -sistencia Peronista, 1955-1970, Puntosur.

superó el 20 por ciento de los votos. De allí en más se desencadenaun proceso que amenaza con afectar las bases mismas del transfor -mismo, ya que surge un tercer partido que cuestiona “desde afuera”a un sistema político sustentado en un acuerdo bipartidista que neu-tralizaba, hasta ese momento, a los sectores opuestos al establish -ment mediante el descabezamiento (absorción) de sus conduccionespolíticas y sociales. En los términos planteados por GuillermoO’Donnell, se despliega en esos años una crisis de expansión de laarena política porque se trata de la irrupción de una fuerza políticaque cuestiona el régimen imperante y podría, potencialmente, permi-tir un avance en la organización de los sectores populares.

A pesar de su enorme potencialidad, los dramáticos errores es-tratégicos de los principales referentes de esta fuerza política y elgrado de consolidación alcanzado por el transformismo dan por ter-minada esta experiencia cuando el partido auxiliar del nuevo sistemapolítico establece la denominada Alianza con la fuerza política emer-gente. Hay, por lo menos, tres errores estratégicos que sientan las ba-ses para que, con la participación activa de los partidos orgánicos, lafuerza emergente tienda a terminar como un agrupamiento menordentro del transformismo argentino . El primero de ellos, es haberconsiderado que la regresividad económica y social que se consolidadurante la década de los noventa surge a partir del predominio queejerce el sector financiero y la hegemonía de su expresión políticaque es el “menemismo”. Por lo tanto, desde la óptica “frepasista”, alderrotar electoralmente al partido peronista era posible desplegar unconjunto de acuerdos con otros integrantes del poder económico im-pulsando la producción y la desconcentración del ingreso superando,de esa manera, la notable postergación social vigente en la Argenti-na. El segundo consiste en la notable distancia que los dirigentes dela fuerza política emergente establecen respecto a la que constituía sufuerza social, lo cual trae como consecuencia un sistemático desa-liento a la organización de la fuerza propia. En su origen, esta acti-tud está estrechamente vinculada con la anterior porque se establecendistancias en relación con la propia base social para hacer viable los,supuestamente posibles, acuerdos con las fracciones dominantes en-frentadas con los sectores financieros. El tercer error estratégico es

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mulación que, se daba por descontado, eran patrimonio de los secto-res dominantes. Obviamente, esto genera contradicciones que se ex-presan con notable intensidad durante esta etapa como se hacepatente en el caso Samid y, más aún, en el de Yabrán. En conjunto,estos y otros conflictos de similares características, indican que lossectores dominantes se convencen que se debe disciplinar y subordi-nar a un sistema político que, sobre la base de los que son ya recur-sos propios, está en una permanente búsqueda de autonomíaafectando los intereses específicos del establishment económico.

La otra contradicción que se expresa con intensidad durante es-tos años se origina en la acentuada simbiosis del sistema político conuna de las fracciones dominantes y, en consecuencia, la relativa leja-nía que mantiene respecto de las otras. En efecto, desde sus orígenes,el transformismo argentino se fue moldeando sobre la base de la in-teracción del sistema político con la fracción local de los sectores do-minantes, constituida por los grupos económicos locales y algunosconglomerados extranjeros de origen europeo y de larga data en elpaís (tal el caso de Bemberg o de Techint).78 Esto no significa que las

7 8 Un aspecto de esta relación, la más institucional, fue analizado por Julio Nudler enun artículo (“Los reyes del lobby”, Página 12, 31/7/99) acerca de la capacidad de influen-cia que exhibe el conglomerado Techint. Entre otras cosas, dice: “De este modo se confir-ma una tradición muy cara. La que dice que la A rgentina es el país del lobby Techint, elmayor grupo de base nacional y de creciente globalización, muestra entender muy bien elpaís donde prospera, y ayuda así a demostrar la presunción. Diversos hombres de la Org a-nización de la familia Rocca presiden cámaras tan diversas como la de la Construcción(Eduardo Baglietto) o la de Exportadores (Enrique Mantilla). También conducen el Cen-tro de Industriales Siderúrgicos (Javier Tizado), y se dice que manejan la Confederaciónde Industrias Metalúrgicas (C I M A). Su máximo lobbysta, Sergio Einaudi, encarna el poderdetrás del trono en la Unión Industrial A rgentina, donde nadie llega a presidente sin laanuencia de la familia. [...] Los Rocca consiguieron convertirse en una compañía global(de las casi 50 mil personas que ocupan en todo el mundo, sólo algo más de la mitad tra-bajan hoy en la A rgentina). Pero la base de sustento de esas compañías internacionalizadas–explica un experto– es siempre el mercado interno. Por eso necesitan influir sobre las de-cisiones políticas a todo nivel. Aún hoy hay montones de pequeñas reglamentaciones delas que dependen sus negocios. Esto cierra la ecuación: Techint es el grupo con más lobbyen el país porque es también el más potente. Usan todos los sellos que pueden –comentaun relacionista–, porque las cámaras patronales están para eso: para obviar el uso del mem-brete propio, y poder pelear por medidas que las favorezcan sin que se relacione con ellasel nombre particular de una empresa”.

Huerta Grande,7 6 mediante la participación popular, garantizada porla afiliación directa, la elección directa y la autonomía del Estado ylos partidos políticos, intenta reconstituir la fragmentación de los tra-bajadores plasmando un movimiento social donde converjan no sóloa los trabajadores ocupados sino también los desocupados, jubilados,etc. Caben pocas dudas que el Frente Grande y la CTA debían con-fluir en el tiempo debido a que tenían, inicialmente, una concepciónsimilar que se expresaba en términos políticos, en un caso, y social,en el otro.77 Sin embargo, esta primera posibilidad de conformar unfrente popular con una expresión política que pudiera enfrentar elsistema de dominación instaurado por la dictadura militar se frustró.

Asimismo, durante el último mandato de Menem maduran doscontradicciones que se ubican en el origen mismo del transformismoautóctono y que van a persistir hasta la actualidad. La primera deellas, mencionada ya anteriormente, consiste en la creciente búsque-da de autonomía relativa que exhibe el sistema político respecto a losverdaderos dueños del poder, el establishment económico. Cumplidala etapa de “acumulación originaria”, el sistema político encara elproceso de “acumulación ampliada” y avanza sobre espacios de acu-

76 En 1962, la Unión Obrera Metalúrgica realiza en Huerta Grande (Córdoba),su Plenario Nacional aprobando el denominado Programa de Huerta Grande. VéaseRoberto Baschetti, op. cit.

7 7 Caben mencionar las palabras de Víctor De Gennaro (secretario general de laC TA) a este respecto: “En realidad, Burzaco manifiesta la necesidad de construir una he-rramienta representativa de los trabajadores y también un movimiento nacional y po-p u l a r. En Burzaco se expresa esa potencialidad y se inicia un debate, que luego conti-núa durante un cierto tiempo al interior de la C TA, acerca de las tareas que hay queh a c e r. [...] En Rosario, quizás se debate esto más claramente y algunos compañerosplantean que hay que hacer un partido de los trabajadores y luego, o al mismo tiempo,aportar a la construcción de herramientas partidarias o electorales. Que no es contradic-torio. Son dos tareas pendientes, dos necesidades –por lo menos a mi juicio– totalmen-te legítimas que sentíamos como trabajadores: la falta de una unidad política y la faltade una central de trabajadores. La C TA se va constituyendo con afiliación directa, conelección directa y con autonomía de los partidos políticos, de los grupos económicos ydel Estado y esto no invalida para nada las experiencias de construcción partidaria elec-toral o la necesidad de construir una herramienta política que represente al conjunto delos trabajadores y del pueblo. Al contrario, va planteando responsabilidades y espaciosque deben articularse, que deben mancomunarse, pero que definen prioridades org a n i-zativas en cada caso”. Isabel Rauber, op. cit., 1998.

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la aplicación de los recortes de subsidios a la promoción industrial oincluso en la aplicación de la legislación anti-dumping. En conse-cuencia, la fracción local de los sectores dominantes es el interlocu-tor privilegiado del nuevo sistema político porque el transformismoargentino fue moldeado a su “imagen y semejanza”. De allí que unrasgo característico del gran capital autóctono sea su extraordinariacapacidad de lobby o de influencia sobre las políticas estatales queaparenta ser desproporcionada alta en relación con su menor poderíoeconómico respecto a las fracciones extranjeras que conforman lacúpula económica de nuestro país.

En este contexto, es preciso mencionar, debido a sus repercusio-nes posteriores, que a lo largo de la reestructuración de la última dé-cada se hace cada vez más palpable una creciente diferenciaciónentre los capitales de origen europeo y norteamericano. Mientras quevarios de los principales integrantes de los primeros participan acti-vamente en la conformación del nuevo sistema político, los otros tie-nen que avanzar mediante la imposición de políticas, a pesar de locual quedan marginados de algunos de los espacios económicos másredituables, lo cual pone de manifiesto que las mismas exhiben unacreciente inorganicidad para facilitar una mayor incidencia de estoscapitales en la economía interna.

La Alianza

En el marco de la prolongada, e inconclusa, crisis económica actual,se acentúan las contradicciones dentro de la cúpula económica basa-das en la notoria y creciente heterogeneidad que introducen las mo-dificaciones estructurales del último quinquenio de los noventa. Enefecto, a lo largo de la crisis comienzan a perfilarse dentro del esta -blishment dos proyectos alternativos a la Convertibilidad, el primerode los cuales es impulsado por la fracción dominante que está asen-tada en colocaciones financieras en el exterior, es decir los gruposeconómicos locales y algunos conglomerados extranjeros, mientrasque el otro surge de la fracción posicionada en activos fijos o conobligaciones dolarizadas, el sector financiero y los diferentes inver-

iniciativas de las otras fracciones dominantes, como, por ejemplo, losacreedores externos, no tuvieran influencia en el rumbo adoptado porel sistema político, sino que las mismas transitan por la imposiciónde los grandes lineamientos que adoptan las políticas económicas ysociales pero no en la forma específica que las mismas finalmenteasumen en el país, porque allí es donde opera con inusitada eficaciala relación de la fracción local con el sistema político. La causa máselemental, pero no por ello menos relevante, para que ello ocurra esque los grupos económicos y algunos conglomerados extranjeros sonlos que actúan cotidianamente en el país y lo hacen desde hace mu-chas décadas. Por otra parte, y no menos importante, es que la con-ducción estratégica de la fracción local se encuentra radicada en elpaís y, en consecuencia, está directamente involucrada en la cons-trucción del nuevo sistema político. Por el contrario, para las fraccio-nes extranjeras, incluida la mayoría de las empresas extranjerasinsertas en la producción y los servicios, la conducción local es uneslabón más que debe responder a las normas y la planificación es-tablecida en los países de origen en que está ubicada la casa matriz.

La definitoria influencia que ejerce la fracción local de los sec-tores dominantes sobre el nuevo sistema político se puso de mani-fiesto en reiteradas oportunidades. Durante la década de los ochenta,la influencia de la fracción local es indisimulable, aun cuando seaplican las medidas ideadas por los acreedores externos. Así, porejemplo, durante el primer gobierno constitucional, cuando losacreedores externos impulsan, mediante el denominado Plan Baker,la aplicación de los programas de capitalización de deuda externa(rescate de bonos de la deuda externa) con el objetivo de recuperarparte del capital adeudado por los países latinoamericanos. Sin em-bargo, como fue ya señalado, el primer régimen que se aplica en elpaís (capitalización de deuda externa para las empresas privadas quecuenten con seguros de cambio) es insignificante para los acreedorespero sumamente importante para la fracción local de los sectores do-minantes, porque les permite terminar de transferir su deuda externaal Estado. Similares sesgos se pueden encontrar en la aplicación delas políticas que permiten superar la crisis de 1989, como es el casode la forma en que se privatizan y adjudican las empresas estatales o

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internacionales de crédito, que representan a los intereses extranjerosy específicamente a los norteamericanos, no sólo imponen sus tradi-cionales políticas de ajuste, dentro de las cuales la dolarización co-mienza a ocupar un lugar crecientemente importante, sino quetambién vienen impulsando un proceso de “democratización y com-bate a la pobreza”. Desde su interesado punto de vista, estas políti-cas no serían incompatibles, en tanto la pauperización creciente quecaracteriza la situación de los países latinoamericanos no es una delas principales derivaciones de las propias políticas de ajuste, sino unresultado indeseado del comportamiento del sistema político e insti-tucional de los países de la región que neutraliza los efectos positi-vos de dichas políticas sobre las sociedades latinoamericanas.

La reformulación del sistema político en nuestro país que propo-nen los organismos internacionales, y el gobierno norteamericano,está dirigida a replantear algunos rasgos centrales del transformismoargentino, como manera de neutralizar su clara subordinación a lafracción local de los sectores dominantes y a una parte de los conglo-merados extranjeros de origen europeo, introduciendo una nueva di-námica subordinada a sus propios intereses.

Por lo tanto, esta iniciativa se ubica en las antípodas de la democra-tización real del sistema político, que es un anhelo de vastos sectoressociales y que impulsan diferentes expresiones de los sectores popula-res. Sin embargo, la existencia de estas dos iniciativas contrapuestas, laproveniente de los organismos internacionales y la de las org a n i z a c i o-nes populares, complejiza notablemente el proceso político porque am-bas están presentes en los conflictos que jalonan el cuestionamiento altransformismo arg e n t i n o. Un caso paradigmático, en ese sentido, es laactual investigación sobre las operaciones ilegales llevadas a cabo porel Banco República y el Citibank, donde se entrecruzan las iniciativasde algunos legisladores en busca de una democratización real del siste-ma político con la de sectores de poder norteamericanos que buscan re-plantear el sistema político subordinándolo a sus propios intereses.8 0

8 0 En este sentido, cabe recordar que la actual investigación que lleva a cabo la co-misión de la Cámara de Diputados sobre la operatoria del Citibank y el Banco Repúbli-ca está basada en la información provista por el Congreso de los Estados Unidos.

sores extranjeros que adquirieron empresas y paquetes accionariosdurante los años previos.

El proyecto vinculado a los capitales extranjeros tiene como obje-tivo fundamental la dolarización, que está concebida como la “fase su-perior” de la Convertibilidad. La misma les garantiza a los capitalesextranjeros radicados en el país el mantenimiento del valor en dólaresde sus activos, que se estima que alcanzan a cerca de 120 mil millonesde dólares, y al sector financiero que sus deudas no se acrecentarán. Elotro proyecto, vinculado a los grupos locales y algunos conglomeradosextranjeros, tiene como objetivo fundamental la devaluación y la ins-trumentación de subsidios estatales para su producción local que son,principalmente, bienes exportables. La misma produce efectos contra-rios a la anterior. Por ejemplo, una devaluación de diez puntos impli-caría en términos de dólar, dados los montos de inversión extranjera yamencionados, que los capitales extranjeros perderían, aproximada-mente, el equivalente a lo pagado por Repsol en la compra de Y P F ( c e r-ca de 13 mil millones de dólares). En el caso de los grupos seproduciría una ganancia por un monto similar, teniendo en cuenta quefugaron al exterior más de 120 mil millones de dólares. Además, es in-soslayable destacar que los grupos económicos, a pesar de los activosque vendieron, continúan teniendo importantes inversiones producti-vas en el país, especialmente en los sectores productivos con ventajascomparativas naturales, como la agroindustria y la producción agrope-cuaria. Por lo tanto, con una devaluación obtendrían no sólo cuantio-sas ganancias patrimoniales en términos de dólares sino que tambiénaumentarían la facturación y la rentabilidad de sus actividades produc-tivas internas, al ser fuertes exportadores.

Sin embargo, a pesar de la decisiva importancia que alcanzan lasmodificaciones estructurales del último quinquenio de los noventa,los proyectos alternativos a la Convertibilidad contienen elementosmucho más abarcativos que involucran al sistema político y la socie-dad civil.79 Al respecto, hay múltiples evidencias que los organismos

7 9 Eduardo M. Basualdo y Claudio Lozano, “Entre la dolarización y la devalua-ción: la crisis de la Convertibilidad en la A rgentina”, La Escena Contemporánea, Revis-ta de Política, núm. 5, septiembre, 2000.

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impulsando la disolución de todo lazo entre representante y represen-tado, asumiendo que los sectores populares (hoy denominados po-bres), en tanto víctimas del ajuste, son incapaces de tomar decisionesy de participar con autonomía en la definición de su propio destino.Cabe señalar que este tampoco es un sendero libre de contradiccio-nes y disputas, ya que la dinámica de las ONG realmente comprome-tidas con el trabajo social las conduce a la posición contraria a la queaspiran los organismos internacionales: en lugar de ser los transmi-sores de las posiciones del Banco Mundial ante los pobres son lostransmisores de los puntos de vistas de los sectores populares frenteal Banco Mundial.

Por otra parte, la propuesta de la dolarización de la economía in-terna prevé la inserción internacional del país a través del ALCA, su-bordinando, de esta manera, al Mercosur como espacio deintegración.81 Cabe señalar al respecto, que si bien la iniciativa con-tinental norteamericana se presenta como un simple acuerdo comer-cial, en los hechos, se trata de una propuesta de integración, en rigorsubordinación, económica dado el alcance y profundidad de las pro-puestas que contiene.

La otra propuesta que surge en el seno del bloque dominante, ladevaluacionista, se sustenta en los grupos económicos locales y con-glomerados extranjeros de origen europeo que están fuertementeasentados en las exportaciones y mantienen ingentes recursos finan-cieros en el exterior. Nuevamente, en este caso, se trata de una pro-puesta que distorsiona deliberadamente las aspiraciones que estánpresentes históricamente en los sectores populares. En efecto, elplanteo de estos sectores se basa en una lectura interesada ya no delnuevo sistema político que surge a partir de la dictadura militar, co-mo es el caso de los organismos internacionales, sino de procesos decarácter estructural, como es la contradicción que se despliega entrelos intereses nacionales y extranjeros, problemática que, por cierto,es central para la construcción de una Nación.

En este sentido, se percibe con claridad que estos capitales seplantean a sí mismos como la burguesía nacional que soporta la agre-

8 1 Enrique Arceo, El AL C A, el nuevo pacto colonial, I D E P e I D E F de la C TA, 2001.

La profundidad que alcanza la pretendida reformulación del sis-tema político, encarada por la que es la indiscutida potencia imperial,puede avizorarse si se tiene en cuenta que la misma compromete lapropia organización federal del país. Es conocida la manifiesta inten-ción de los organismos internacionales de crédito de ajustar los pre-supuestos de las administraciones provinciales, mediante unreplanteo de los términos básicos que guían la coparticipación fede-ral, bajo la excusa de los notablemente elevados salarios relativosque perciben los altos funcionarios provinciales. Sin embargo, losobjetivos de mediano plazo superan la problemática del ajuste presu-puestario, porque de lo que se trata, aunque de manera incipienteaún, es de redefinir la existencia misma de las provincias a través dela fusión de varias de ellas en diversas regiones administrativas, bo-rrando de esa manera las culturas y tradiciones propias, producto deuna historia particular. Se trata, en este caso, de compatibilizar la re-ducción de los costos de las administraciones provinciales con unapolítica tendiente a anular la identidad política, social y cultural, blo-queando la posibilidad de definir una estrategia propia por parte delas provincias que actualmente integran la geografía política del país.

En términos de la pobreza, dichos organismos entienden que laspolíticas sociales deben ser focalizadas y no generalizadas, “viciopopulista” que resulta demasiado oneroso, sobre las manifestacionesmás extremas de la pobreza. El sujeto de aplicación de las mismas noson las instituciones estatales sino las entidades de la sociedad civil,las denominadas ONG (organizaciones no gubernamentales) que sonconcebidas como las entidades no contaminadas de la corrupción es-tatal, que están dotadas de conocimientos técnicos y capacidad orga-nizativa para solucionar problemáticas sociales específicas. Así, entanto el Banco Mundial sostiene “los pobres no tienen información,ni capacidad para procesarla, las ONG deben ser la voz y los ojos delos pobres”, resulta claro que dichas entidades deberían reemplazarlas representaciones que genera el movimiento popular en el proce-so de resistencia al nuevo orden establecido a partir de la dictaduramilitar. En consecuencia, sobre la base de la evidente crisis de la re-presentación que exhibe la sociedad como resultado del transformis -mo argentino, los organismos internacionales proponen superarla

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blemente elevadas colocaciones financieras en el exterior. De allí queen esta postura se sitúe al crecimiento económico vinculado a una sa-lida exportadora como la pieza clave para solucionar la crisis estruc-tural de la economía argentina, mientras que la desocupación y lapobreza quedan subordinadas al mismo, sin constituir una problemá-tica decisiva en la política económica. Por otra parte, esta estrategiabasada en la exportación de bienes que cuentan con ventajas compa-rativas naturales no sólo presenta un escaso impacto en la ocupaciónde mano de obra sino que tiende a consolidar bajos salarios, en tan-to los mismos pierden su contenido de demanda y operan únicamen-te como costo que debe reducirse lo más posible.

En esta propuesta, el Mercosur constituye una pieza clave tantoa nivel económico, por la notable incidencia de Brasil como destinode la producción local de bienes primarios, como político, para man-tener cierto grado de autonomía respecto a la potencia hegemónica.A diferencia del planteo anterior, donde el ALCA constituye el eje dela proyección continental, en este caso se produciría una revitaliza-ción del mercado ampliado a partir de la modificación del tipo decambio. Proceso que incluso favorecería y tendería a incorporar co-mo sostenedores de la propuesta a varios de los consorcios privatiza-dos que quedaron en manos de capitales extranjeros europeos, entanto muchas de sus producciones (gas, petróleo, electricidad, etc.)son potencialmente exportables a los países limítrofes. De esta ma-nera, se le oferta a una fracción relevante del capital extranjero unatransacción que consiste en sacrificar parte del valor de sus activosen dólares a cambio de un incremento de sus ingresos en dólares queprovendrían de sus exportaciones. Sin duda, esta última característi-ca está orientada a incrementar la viabilidad de esta propuesta en tan-to, potencialmente, tiende a fracturar la propuesta alternativa,incorporando un sector importante en términos económicos.

Este seudo “proyecto nacional”, en tanto apela al crecimiento eco-nómico y destaca el papel de los sectores productivos (centralmente ex-portadores), se dirige a conformar un frente social compuesto por unespectro amplio de instituciones tradicionales, entre las que se encuen-tran diversos sectores de la burocracia sindical, organizaciones empre-sarias y los sectores más tradicionales de la Iglesia católica, como es el

sión de los capitales foráneos y de los organismos internacionalesque pretenden controlar la producción nacional. De esta manera, es-tos sectores intentan usufructuar en su favor la importancia que con-serva en la identidad popular la alianza policlasista que sustentó alperonismo, reprocesándola en función de sus intereses y pasando poralto, en realidad ocultando, que sus condiciones estructurales pocotienen que ver con una burguesía nacional, ya que están fuertementeasentados en la valorización financiera y cuentan con ingentes recur-sos en el exterior. A partir de este planteo general, diseñan y recla-man la aplicación de un conjunto de protecciones (mayor controladuanero) y subsidios (fiscales y crediticios) que se articulan con elreclamo de un proceso devaluatorio controlado. En este sentido, lasexpresiones vertidas por Macri durante 1999 (grupo económico Soc-ma) cuestionando la desindustrialización que vive la Argentina,82 asícomo las críticas al tipo de cambio fijo y convertible realizadas porRoberto Rocca (conglomerado extranjero Techint) poco antes de ce-lebrarse el día de la Industria de ese mismo año,83 son los primerosejemplos expresos de este planteo.

Detrás de la apelación de estos sectores a la cuestión productivaparece ocultarse la preocupación de esta fracción local de los secto-res dominantes por recrear las condiciones para potenciar su acumu-lación de capital. Desde esta perspectiva, la potenciación de su yasignificativa incidencia productiva les permitiría un nuevo salto ensu acumulación de capital, ya que el mismo se agregaría a sus nota-

82 En septiembre de 1999, Francisco Macri, cuando vende la empresa Canale yadquiere un frigorífico en Brasil, declara que “este es un país antiindustrial y la lu-cha con las multinacionales no nos permite mantenernos” (Clarín, Suplemento Eco-nómico, 19/10/99).

8 3 En el transcurso de una entrevista, Roberto Rocca, ante una pregunta acerca dela necesidad de devaluar, responde: “Es un problema psicológico. Pero todo el mundose da cuenta de que el tipo de cambio (fijo) es un problema. La argentina no es una eco-nomía como Hong Kong, que intermedia servicios financieros y comerciales. Este noes el momento de tocar el tipo de cambio. Pero cuando esté consolidado el próximo go-bierno no tendría que haber inconvenientes en poder anunciar con tranquilidad un ré-gimen de fluctuación cambiaria, como fluctúa el yen contra el dólar, o el marco contrael dólar, o las monedas europeas entre sí, y no pasa nada. Brasil pudo devaluar con éxi-to porque ellos nunca tuvieron este problema psicológico que existe en A rgentina, pe-ro que en algún momento se va a superar” (Página 12, 19/8/99).

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el transformismo para poder ampliar su esfera de influencia en laeconomía real. Este proceso de apropiación y reprocesamiento de lasreivindicaciones populares introduce un alto grado de complejidad yconfusión que tiene como objetivo obscurecer el hecho de que nin-guna de las propuestas dominantes incorpora, ni siquiera insinúa, al-gún elemento que indique la voluntad de profundizar el procesodemocrático mediante la participación popular y la redistribuciónprogresiva de los ingresos, elementos que constituyen ejes centralesde una genuina propuesta popular.

En el marco de la crisis abierta en 1998, la intensa pugna entrelas propuestas alternativas originadas a partir de la fractura del esta -blishment económico se expresa con inusitada intensidad en la ges-tión gubernamental de De la Rúa y en el conjunto del sistemapolítico. El primer fenómeno de primordial importancia, que ya sevuelve inocultable, es el carácter que la valorización financiera le im-prime al Estado. A medida que se afianza el nuevo patrón de acumu-lación queda cada vez más claro que el Estado no sólo abandona eldesafío de impulsar y planificar el desarrollo económico sino que nisiquiera garantiza el crecimiento o una conducción mínima del pro-ceso económico, en tanto sacrifica, en algunos casos, o le transfiere,en la mayoría de las ocasiones, su capacidad regulatoria al capitaloligopólico que eufemísticamente se denomina el “mercado”. Lafunción estratégica que cumple el Estado en la valorización financie-ra es garantizar los flujos financieros, misión que no consiste única-mente, aunque sea relevante, en lograr una fluida y abundanteentrada de capitales sino también plantear las condiciones para unaigualmente fluida salida de capitales locales al exterior.85 El nuevocarácter del Estado tiene múltiples expresiones pero quizá una de lasmás nítidas es el papel que cumple su endeudamiento externo, entanto el mismo no es únicamente función de los intereses y el capitalque debe pagarse anualmente a los acreedores externos, sino quetambién depende de la necesidad de constituir las reservas de divisasque respaldan la Convertibilidad y, lo que es más importante aún, ga-

85 Véase, John Holloway, “Reforma del Estado: capital global y Estado nacio-nal”, Cuadernos del Sur , 16, octubre de 1993.

caso de la Comisión de Pastoral Social. Todos ellos, de diversas mane-ras y con sus peculiares estilos, intentan institucionalizar la propuestamediante el planteo de la concertación social basado en el esquema tra-dicional de empresarios-sindicatos-Estado, sobre la base de que la res-tricción central que enfrenta la sociedad argentina son las imposicionespolíticas, económicas y sociales de los organismos internacionales.8 4

Esta perspectiva plantea mantener e incluso profundizar el trans -formismo argentino como el instrumento más idóneo para neutrali-zar a los sectores populares. En este sentido, cabe recordar que estapropuesta en su apelación a muchos de los símbolos centrales queforman parte de la identidad nacional olvida aclarar (en realidadoculta) que la supuesta “burguesía nacional” que la impulsa (los gru-pos económicos locales), sostuvo a la dictadura militar y se expan-dió, y lo siguen haciendo, sobre la base de la valorización financiera,la desindustrialización, la concentración del ingreso y la fuga de ex-cedente al exterior.

Analizando la naturaleza de las propuestas enfrentadas, se pue-de percibir que se trata de planteos que no se agotan en la reivindi-cación de intereses inmediatos sino que tienen un carácter estratégicoque, mediante la constitución de una alianza social, busca detentar lahegemonía en la sociedad. Para lograrlo, cada una de ellas integra al-guna de las reivindicaciones que sostienen los sectores populares,pero las mismas son vaciadas y reprocesadas en función de los inte-reses de la respectiva fracción dominante que la impulsa. Así, la ver-tiente que propugna la dolarización reivindica la necesidad dereplantear el transformismo argentino y la lucha contra la pobrezapara incrementar la incidencia política de los sectores que la susten-tan y asegurar la viabilidad de la dominación. Por su parte, los sec-tores que impulsan la devaluación enarbolan la necesidad dereactivar la producción y desconocer la deuda externa, consolidando

84 Al respecto, es ilustrativo recordar algunos de los conceptos que pronuncióRoberto Rocca, fundador de Techint en la Argentina, en una mesa redonda sobre “ElProyecto Nacional”: “Debemos tener un modelo nacional, que tiene que ser produc-tivo, fruto de las fuerzas productivas en simbiosis con las fuerzas políticas de toda laNación” (El diario del Foro, Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciu-dad Autónoma de Buenos Aires, 2/5/2001).

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habría mejorado significativamente su rentabilidad. De esta manera,se pondría en marcha una reactivación económica que tendería a re-ducir el desempleo y, por otra parte, provocaría una substancial me-jora en las cuentas públicas.

Sin embargo, como ocurre recurrentemente con estas políticasde ajuste, la continuidad de las políticas ortodoxas no produjo ningu-na de las consecuencias declamadas porque su enfoque, diagnósticoy supuestos acerca del comportamiento económico son entelequiasdestinadas a proteger los intereses de los sectores dominantes peroque no guardan relación con la realidad económica y social.

En términos específicos, hay por lo menos cuatro factores rele-vantes que impidieron, y lo siguen haciendo, la reversión de la crisismás prolongada que se ha registrado en la historia argentina:

a) El primero radica en que el origen de la crisis se origina enproblemas de demanda y no de oferta como asume el diagnóstico ofi-cial. En ese sentido, su modificación exige revertir la regresividaddistributiva vigente en la economía argentina, reconstituyendo la de-manda interna y las finanzas públicas.

b) El segundo es que el elevado nivel de concentración económi-ca y centralización del capital que exhibe la economía argentina neu-traliza el efecto del ajuste económico sobre la estructura de preciosrelativos. En otras palabras, dada la notable inflexibilidad a la baja dela rentabilidad del capital oligopólico, los ajustes que deben realizarsedeben ser desmesuradamente grandes para generar, por ese medio, unadevaluación del tipo de cambio que tenga alguna importancia. Esto sedebe a que el capital concentrado no transfiere a precios la reducciónde costos sino que los mismos engrosan sus ganancias.

c) El tercero se refiere a la insuficiencia de introducir una rece-sión generalizada para lograr una devaluación relativa de la monedalocal. Por el contrario, se requiere una modificación de los preciosrelativos de alcances más vastos, que incluya, por ejemplo, una dis-minución relativa de las tarifas de los servicios privatizados respec-to al resto de los precios, incluyendo el salario dentro de estosúltimos. En este campo, se registra uno de los fracasos más eviden-tes y estrepitosos de la administración económica de Machinea, quecomenzó impulsando recortes a las tarifas de los servicios públicos y

rantizar las divisas que hacen posible la fuga de capitales locales alexterior y financiar el déficit en la balanza comercial.86 Este patéticoachicamiento de las funciones estatales en la valorización financieragenera una consecuencia similar a la que introduce el transformismoen el sistema político, que consiste en la ausencia absoluta de un pen-samiento estratégico orientado a la conformación de una Nación. Deallí entonces que a partir de la consolidación de la valorización finan-ciera los proyectos estratégicos para nuestro país se originen en el es -tablishment y tengan, por lo tanto, un carácter faccioso.

En este marco, no llama la atención que la gestión gubernamen-tal del nuevo gobierno actúe como si no hubiese habido cambios es-tructurales en las condiciones originales en que se puso en marcha laConvertibilidad e intente avanzar otorgándole concesiones a las dosfracciones dominantes en pugna, sin definir el rumbo de una salida ala crisis actual. La notable permeabilidad a las requisitorias de am-bas fracciones hizo que el gobierno de la Alianza, pese a que se pos-tuló como una alternativa al menemismo, adoptase el enfoqueortodoxo, acentuando la concentración del ingreso y profundizandola recesión que se había iniciado en la segunda mitad de 1998. Des-de esta perspectiva, el ajuste de la economía traería aparejado una de-flación general de los precios que funcionaría como una devaluacióndel tipo de cambio, en tanto éste sería el único precio que se manten-dría mientras que en el resto de la economía se produciría una reduc-ción variable pero generalizada de los precios. Esta modificación delos precios relativos generaría una significativa reactivación de lasexportaciones que, con breves desfasajes, serían acompañadas poruna no menos relevante reactivación de la inversión interna y exter-na dirigida a la expansión de la producción de esos bienes en tanto

8 6 Como lo demuestran varios trabajos recientes (F I D E, “Los roles de la deuda ex-terna en la Convertibilidad”, Coyuntura y Desarro l l o, 258, abril 2000; Mario Damill,El balance de pagos y la deuda externa pública bajo la convert i b i l i d a d, Cedes, 2000;Auditoría General de la Nación, “Análisis del balance de pagos de la A rgentina: loscambios metodológicos recientes y el desempeño observado en 1998”, 1999) el sectorpúblico es el que provee las divisas para conformar las reservas que garantizan la con-vertibilidad a través de su endeudamiento externo. Por el contrario, el sector privado nosólo no contribuye a constituir las mismas sino que su déficit en términos de la Balan-za de Pagos también debe ser cubierto por el endeudamiento estatal.

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El agotamiento de esa gestión, pese a la obtención del “blindaje”,dio lugar a que accediera al Ministerio de Economía la línea opuesta,poniendo de manifiesto la ambigüedad, y debilidad política, de la ges-tión de gobierno. El ajuste ortodoxo propuesto por López Murphycontemplaba varias etapas y respondía a la misma lógica que la adop-tada por la gestión anterior. Sin embargo, en este caso, la reduccióndel gasto incorporaba un nuevo componente que consiste en lo que,desde hace tiempo, se denomina el costo presupuestario de la política(los salarios diferenciales y los gastos de los funcionarios políticos).Es decir, este ajuste intentaba avanzar en los dos objetivos buscadospor esta fracción: la disminución drástica de los gastos estatales y, almismo tiempo, el debilitamiento del transformismo arg e n t i n o.

El drástico rechazo a esta propuesta dio lugar al último cambioministerial, accediendo a esa función un hijo dilecto de la dictaduramilitar y uno de los artífices del Plan de Convertibilidad y la reestruc-turación económica que generó la situación actual. El análisis del con-tenido de la propuesta de Domingo Cavallo se vuelve más complejoque los anteriores, porque su papel consiste, como ocurrió en el pasa-do, en intentar compatibilizar los intereses de ambas fracciones de lossectores dominantes como medio para interrumpir la recesión econó-mica, por lo menos, hasta las elecciones de octubre del presente año.

Inicia su gestión reivindicando la necesidad de reactivar la pro-ducción mediante la elevación de aranceles y de políticas sectorialescomo medio de mejorar la situación fiscal en el mediano plazo pero,al mismo tiempo, eleva la presión tributaria a través del impuesto alos débitos y los créditos bancarios para recomponer las finanzas pú-blicas en el corto plazo, alejando la posibilidad de incurrir en un “no

otro pasaje del artículo ya citado (“Los reyes del lobby”). Al respecto, afirma: “En elestrado ocupaba una silla José Luis Machinea, economista a quien Roberto Rocca,dueño y señor de Techint, le dio trabajo tras la vuelta al llano de los radicales, ponién-dolo al frente del Instituto de Desarrollo Industrial (IDI), que Rocca creó y solventó.¿Significa esto que Machinea, si llega a ministro con Fernando de la Rúa, tratará conespecial cariño a Techint? Sí, pero no sólo a Techint –contesta otro economista de laAlianza–. El va a tratar con cariño a todas los industriales localizados en el país y quehayan hecho inversiones fuertes aquí. Si tiene que definir a quién darle un reintegroy a quién ponerle un impuesto, Machinea le dará el reintegro a Techint, o lo mismoa Arcor, y le pondrá el impuesto a IRSA (Soros)”.

terminó convalidando no sólo un nuevo incremento de las mismas si-no también nuevos replanteos de las reglas de juego que aumentaronlas prebendas de dichas empresas.

d) Finalmente, resulta ilusorio afirmar que la superación de lacrisis puede lograrse sobre la base de la expansión de las exportacio-nes, excluyendo el consumo interno, cuando las mismas representansolamente alrededor del 8 por ciento del PBI. Más aún cuando, la am-pliación de las mismas implica significativos incrementos en las im-portaciones debido a la notable desintegración productiva queconstituye uno de los ejes por los cuales transitó la desindustrializa-ción de las últimas décadas.

En realidad, el autoproclamado “progresismo” modelado por eltransformismo argentino terminó convalidando, nuevamente, una re-ducción de la participación de los trabajadores en el ingreso en tanto elajuste económico transitó por una reducción salarial y un incremento dela desocupación. Al respecto, cabe destacar que la reducción de los sa-larios de la administración pública nacional no solucionó la situaciónfiscal, porque allí no radican los problemas del déficit, pero sí impulsóuna nueva reducción generalizada del nivel salarial, definiendo un nue-vo avance de la depresión salarial que puso en marcha el sector priva-do en los primeros meses de la crisis que se inicia en 1998.

En el marco de la crisis, los sucesivos reemplazos de los ministrosde economía están relacionados directamente a la pugna orgánica de-satada dentro del e s t a b l i s h m e n t de la sociedad argentina. Caben pocasdudas que la gestión de Machinea estuvo fuertemente permeada porlos intereses de la fracción local del poder económico (incluyendo, co-mo parte de ella, la presencia de algunos conglomerados extranjeros deorigen europeo), no sólo por el desempeño anterior del ministro y deljefe de asesores en la dirección del Instituto de Investigaciones de laUnión Industrial A rgentina, institución que reconoce una fuerte depen-dencia política y financiera del conglomerado Techint, sino por la par-ticipación en su gabinete de varios funcionarios vinculados a eseconglomerado y a otros grupos económicos locales.8 7

87 Esta caracterización coincide básicamente con la asumida por Julio Nudler en

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de una nueva reducción de los salarios mediante la revisión de los con-venios básicos vigentes, la actitud intransigente de los acreedores, ali-mentada por la visión de que la derrota de sus propuestas no se condicecon su situación de fuerza, disminuyen las posibilidades de que acuer-den una salida que no contemple un nuevo intento de imponer un ajus-te significativo en los gastos del sector público, evitando lamodificación del tipo de cambio. Bajo la consigna de la necesidad dearrasar con el “costo de la política”, buscar obtener consenso social pa-ra implementar un nuevo ajuste del sector público que contiene latransferencia de la salud y la educación pública al sector privado y unasignificativa contracción de los presupuestos provinciales mediante unreplanteo del régimen de coparticipación federal.

Si bien la prolongada crisis económica y las distintas propuestasdominantes constituyen una expresión fundamental para aprehenderel agotamiento del patrón de acumulación, es insoslayable tener encuenta que dichos factores se articulan con una crisis del transfor -mismo argentino que es igualmente extensa y profunda. La notablecrisis del sistema político que se consolida durante la última décadaes el resultado tanto de su creciente ilegitimidad social como de laconfrontación de los proyectos alternativos que se generan en lossectores dominantes.

La evidente y creciente ilegitimidad social del t r a n s f o r m i s m o p a-rece estar férreamente vinculada al desarrollo del patrón de acumula-ción y dominación en marcha. A medida que se profundiza lavalorización financiera queda socialmente cada vez más claro que lafunción prioritaria del Estado es únicamente asegurar el flujo de capi-tales y que la supuesta desregulación económica es, en lo fundamen-tal, una transferencia al capital dominante del control sobre vastosespacios económicos. De esta manera, se instala en los sectores popu-lares la convicción de que el sistema político abandonó definitiva-mente, más allá de las palabras, toda preocupación por el desarrolloeconómico-social y específicamente por la desocupación y la distri-bución del ingreso. Por otra parte, a lo largo de este proceso tambiénqueda cada vez más nítido que los acuerdos y desacuerdos de los par-tidos políticos mayoritarios están crecientemente desvinculados de lasdiferencias políticas o ideológicas y cada vez más centrados en los ne-

pago” a los acreedores externos. Al respecto, caben pocas dudasacerca de que este paquete de medidas tiene un claro sesgo hacia lafracción local de los sectores dominantes, en tanto privilegia la re-composición de la producción interna e intenta recomponer las finan-zas públicas mediante nuevas imposiciones, y no a través de unadisminución del gasto público. No se trata de medidas orientadas amejorar la dramática situación económico-social de los sectores po-pulares debido a que la recomposición productiva tiene como hori-zonte el mediano plazo y está acotada a las grandes firmasoligopólicas, con escaso impacto en la ocupación, sino también por-que los nuevos impuestos serán trasladados a precios en el medianoy en el corto plazo, especialmente por parte de los sectores que en-frentan una demanda relativamente inelástica, como es el caso de losservicios públicos.

A pesar de que no se trata de medidas para mejorar la situaciónsocial y del intento de fortalecer un sistema político desacreditado, ycomo manifestación de la dramática situación por la que atraviesanlos sectores populares, las nuevas medidas por el mero hecho de rom-per la lógica del ajuste continuo y reivindicar la reactivación produc-tiva transformó el categórico rechazo a la propuesta de López Murphyen cierta expectativa para la superación de la crisis productiva.

El sesgo de las primeras medidas provocó el rechazo del sectorfinanciero, reavivándose la crisis y obligando a rectificar las medidasiniciales incorporando el recorte de los gastos estatales como partede la nueva política económica. Sin embargo, como contrapartida, sepone en marcha una propuesta, que debe ser aprobada en el Congre-so, que consiste en la vinculación de la Convertibilidad con una ca-nasta de monedas, compuesta por el dólar y el euro. La importanciapotencial de esta propuesta es indudable, en tanto abre la posibilidadde que se incorpore a esa canasta la otra moneda relevante en térmi-nos del comercio exterior argentino, el real, definiendo un sistemaconvertible con flotación del tipo de cambio que al ser implementa-do implicaría una significativa devaluación del signo monetario.

Finalmente, si bien la persistencia de la crisis externa se intenta su-perar mediante una renegociación de una parte de la deuda pública ex-terna a través de un canje de bonos a una descomunal tasa de interés y

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el lavado y blanqueo de los fondos provenientes de la corrupción, co-mo la investigación del Banco República, sino también avalando lainvestigación de otras operaciones como el contrabando de armas aCroacia y Ecuador, operaciones directamente vinculadas con la des-trucción del arsenal militar y de la ciudad de Río Tercero.

Al igual que en 1989, el conjunto de los elementos analizados in-dica que en las actuales circunstancias se conjuga el agotamiento dela Convertibilidad desatando una crisis en el patrón de acumulaciónen marcha (una crisis de acumulación en los términos de O’Donnell)junto a una crisis de gobierno, en tanto se registra el relevo de losfuncionarios de mayor rango institucional, y una crisis de régimen,ya que los distintos sectores intentan modificar los criterios de repre-sentación. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en 1989, sepone cada vez más en evidencia que ahora las dos fracciones de lossectores dominantes enfrentan escollos que intentan superar. Así,mientras la fracción local de los sectores dominantes impulsa uncambio drástico en el funcionamiento económico manteniendo eltransformismo argentino, la fracción extranjera del bloque de poderpersigue la profundización del funcionamiento económico actual y elreplanteo del t r a n s f o r m i s m o. Contradicciones que, nuevamente,preanuncian la imposición de un nuevo deterioro en las condicionesde vida de los sectores populares, cuando los mismos necesitan im-periosamente la redefinición tanto de la valorización financiera co-mo del sistema de dominación político y social pero con uncontenido distinto al que asumen en las propuestas dominantes.

gocios económicos, es decir que queda socialmente establecido elpredominio de la corrupción en la dinámica política. De allí la fuertereivindicación popular que tiene la iniciativa de algunos legisladores,especialmente Elisa Carrió, con el objetivo de instalar una democrati-zación real del sistema político, dando cabida a la expresión de los in-tereses de los sectores populares. Reivindicación popular que no serepite con el ex vicepresidente Alvarez, porque su enfrentamiento conel t r a n s f o r m i s m o, que encuentra su punto culminante en el conflictocon el Senado en su conjunto a raíz de los sobornos que hicieron po-sible la sanción de la Ley de empleo, no se inscribe en su adscripcióna los sectores populares, sino a las concepciones decantadas a partirdel vaciamiento ideológico de las conducciones de esa fuerza políticaque conciben la corrupción como un fenómeno circunscripto al siste-ma político y no al sistema de dominación en marcha, es decir, a unfuncionamiento superestructural vinculado orgánicamente con la va-lorización financiera.

Sin embargo, la crisis del transformismo también se origina enla confrontación dentro de sectores dominantes. Al respecto, cabe re-cordar que un objetivo prioritario de los sectores que sustentan la sa-lida de la Convertibilidad mediante la dolarización de la economíaargentina consiste en replantear la conformación del sistema políti-co, instaurando nuevas formas de representación que sean funciona-les a sus intereses y, por lo tanto, tan alejadas de la participaciónpopular como el transformismo argentino . Esta línea de acción sepone de manifiesto en la persistente iniciativa por desarmar políticay económicamente al núcleo mismo del transformismo argentino, esdecir al menemismo. Sin duda, se trata de un proceso complejo depercibir al menos por dos razones. La primera de ellas es que esta ini-ciativa es coincidente con la que llevan los legisladores Carrió y Gu-tiérrez para democratizar el sistema político. El segundo factor queobscurece esta acción es la propia estrategia adoptada por el mene-mismo para neutralizar ambas iniciativas, que consiste en intentarerigirse en el referente indiscutido de la propia dolarización de laeconomía argentina y, de esa manera, convertirse en un factor políti-co insustituible para los propios sectores que llevan a cabo, desde ha-ce tiempo, estas acciones impulsando no sólo la investigación sobre

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COMENTARIO DE GUILLERMO O’DONNELL

El texto de Basualdo —claramente, fruto de años de indagar, talen-tosa y tesoneramente, las entrañas de la economía argentina— es,simplemente, importante.

Con suerte, las grandes crisis nacionales suelen producir textosnovedosamente interpretativos de sus razones profundas. Estos textosdesafían los lugares comunes de las ideologías establecidas (en laépoca actual, vestidas con el manto de un cientificismo que predicacaminos únicos). No salen de la nada: destilan procesos políticos e in-telectuales que, como en el texto de Basualdo, incluyen contribucio-nes de otros economistas y sociólogos que, porque contradicen laideología dominante, trabajan en condiciones adversas que contrastancon los amplios apoyos que reciben quienes recitan las últimas estro-fas de la ortodoxia establecida. Por su lado, los procesos políticos vanmostrando crecientemente, en su despeñadero hacia una profunda cri-sis nacional, el desfase entre, por un lado, esas ideologías y ortodo-xias y, por el otro, los más elementales intereses nacionales —sectorespopulares prominentemente incluidos, por cierto.

Hacía falta —y era hora— que alguien, Basualdo en este caso,destilara esos procesos políticos e intelectuales, los juntara con susmuchas y valiosas investigaciones sobre la economía política argen-tina, y nos propusiera este texto.

Un texto como éste no es canónico, por sí mismo ni en la inten-ción del autor.

Es, claramente, un texto para generar discusión, pero no cual-quier discusión sino una orientada por los criterios que propone Ba-sualdo para entender el destructivo curso que se inició con elmalhadado “Proceso” de 1976-1983. Estos criterios retoman una tra-dición de análisis de la economía política donde el poder, el Estado,las clases, las fracciones de clase, la ideología y las conglomeracio-

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2. Basualdo da a veces la impresión que las decisiones de los gru-pos o fracciones dominantes han tenido en cada coyuntura un gradode autoconciencia, capacidad de diagnóstico y previsión del futuroque dudo mucho que ellos tengan y que, si la tuvieran, justificaría unhondo pesimismo frente a tanta sabiduría. Prefiero más bien la ima-gen de un dado cargado. Cierto, en toda sociedad capitalista el dadoestá cargado en favor de los capitalistas y sus adláteres. Pero hay so-ciedades en las que los trabajadores y los sectores medios logran, pormedio de su efectiva representación democrática, que el Estado y sulegalidad actúen en el sentido de corregir o al menos atenuar las desi-gualdades que genera la economía; en estas sociedades ocurre que,aunque cargado, el dado a veces sale a favor de aquellos y que su re-sultado tiene importantes consecuencias acumulativas. En la A rg e n t i-na, como Basualdo describe muy bien, una consecuencia terrible delas múltiples represiones que ejercieron los Videla, Martínez de Hozy otros, fue que cargaron el dado fuertemente contra buena parte deuna sociedad paralizada por el terrorismo de Estado y por una brutalvenganza de clase. Apartir de entonces, no hizo falta (y este es mi ar-gumento) jugadores particularmente buenos para que ganaran una yotra vez contra los intereses de los sectores populares y medios y, ca-da vez más, en un acto típico —en estas situaciones— también con-tra las fracciones capitalistas más débiles. Y tanto ganaron algunosque, en varias coyunturas de crisis, ellos pudieron volver a cargar losdados cada vez más a su favor. Y así ha ocurrido que, como lo mues-tran hoy las histéricas extorsiones alrededor del “riesgo país”, esos ju-gadores siguen tirando los dados con la petulancia de quien sabe que,en ese juego, no van a perder.

Acabo de poner en bastardillas “en ese juego”. Por supuesto, susbeneficiarios y los ideológicamente dominados machacan con queese el único juego posible y que, por lo tanto, intentar salir del mis-mo provocará daños aún mayores que los actuales. Según un econo-mista, Albert Hirschman, que difícilmente podría ser tildado de“extremista” aún por el más conservador de los economistas ortodo-xos, esta es una típica operación de la “retórica de la reacción”. Parasalir de estas trampas hace falta, como ha ocurrido otras veces en lahistoria de la humanidad, reconstruir la historia, mostrando contra el

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nes de poder económico tienen un lugar central —todo lo que la“economía política” de la actual ortodoxia ha exorcizado— en unaaparente neutralidad que oculta —cada vez menos, en verdad— suservicio a la reproducción de la situación que sufre nuestro país.

No es fácil nadar contra la corriente de poderosos intereses eideologías. Para ello es necesario, como Basualdo hace, contar unahistoria, definir conceptos, introducir nuevas (u olvidadas) categoríasde análisis, y avanzar en algunos argumentos que, aun compartiendolas premisas del autor, pueden merecer discusión.

Pero este es, precisamente, el sentido de abrir camino con untexto renovador que se propone no sólo como valiosa contribuciónintelectual sino también y más importante en este caso, como ele-mento organizador de la discusión política que deberá acompañar so-luciones que, para decirlo brevemente, recuperen a la Argentinacomo una nación para todos.

Espero, por eso, que este texto notable genere la amplia e inten-sa atención que merece, por encima y mucho más allá del gesto des-pectivo con que, podemos estar seguros, los corifeos de la actualortodoxia económica lo condenarán o ignorarán. Por lo menos de lomenos, este texto merece esa atención porque ofrece criterios de in-terpretación y de construcción de la agenda pública que han estadonotablemente ausentes entre nosotros. Por esto mismo, no me corres-ponde hacer aquí un comentario puntual, de acuerdos y parciales di-sidencias, a este texto tan rico y, por cierto, complejo.

Solamente agrego un par de comentarios que van en la mismadirección intepretativa que propone Basualdo.

1. Basualdo menciona que, en contraste con Italia, no ha habidoaquí un B. Croce en quien personalizar el papel de intelectual orgá-nico de las clases dominantes. Pero valdría la pena reflexionar queese papel —personalizado si se quiere en múltiples consultores y gu-rúes, nacionales y extranjeros— está siendo cumplido por los orga-nismos financieros internacionales, sobre todo el Banco Mundial.Allí están la ideología y, por cierto, los incentivos materiales que, enel sentido de Gramsci —tan acertadamente invocado por Basualdo—orientan, dan sentido y justifican con la autoridad de conocimientovalidado, los comportamientos de esos y otros actores.

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COMENTARIO DE JOSÉ NUN

Eduardo Basualdo ha escrito un texto sólido, valioso y, en muchossentidos, esclarecedor. Lo respaldan sus largos años de investigaciónsistemática de la economía argentina contemporánea, compartidoscon Daniel Aspiazu, Hugo Nochteff, Miguel Khavisse y otros desta-cados especialistas. En estos tiempos en los que abundan los intelec-tuales del “animémonos y vayan”, el trabajo tiene el mérito nadamenor de lanzarse a hacer una interpretación global de lo sucedido enel país en las últimas cuatro décadas, tratando de organizar una reali-dad arisca, a menudo opaca y generalmente desagradable a fin de quesea posible discernir de este modo líneas concretas de acción que per-mitan cambiarla.

Por su mismo carácter abarcador, el planteo de Basualdo es in-tencionalmente polémico y provocativo y, más que invitar a la discu-sión, la reclama. En mi caso particular, recojo con gusto el guantemucho menos en lo que hace a sus convincentes análisis económicosque a su lectura política de lo ocurrido, la cual me despierta ciertasdudas. Voy a exponer muy brevemente algunas de ellas, con ánimode contribuir a un debate que se ha vuelto imprescindible.

1) Mi primer comentario se relaciona con la manera en la que Ba-sualdo emplea la noción de t r a n s f o r m i s m o. El término se usaba co-rrientemente en Italia, a comienzos del siglo X X, para designar a lapráctica de cubrir puestos del gabinete con miembros de los dos par-tidos mayoritarios y, de un modo más general, a la ausencia de org a-nización y coherencia de los partidos políticos mismos. Gramscirecogió la noción y la reinterpretó teóricamente a la luz del tipo par-ticular de revolución burguesa que se dio en Italia, a la cual llamó “pa-siva” para contrastarla con el tipo “jacobino” francés. Esta“revolución pasiva” fue la que encarnó el R i s o rg i m e n t o, que por esosiempre le interesó a Gramsci mucho más que el “transformismo” en

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sentido común vigente cómo y por qué hemos llegado a una terribleencerrona; proponer criterios de interpretación, sobre todo mostrarcómo ciertos procesos se relacionan con otros y producen magnasconsecuencias; y, por qué no, identificar adversarios.

Es decir, hacen falta nuevas y potentes ideas, que abrevan de unmar de parciales contribuciones previas y pueden encontrar un suelopolíticamente fértil en la creciente conciencia que los despeñaderosque han llevado a la crisis no eran casuales ni inevitables. El texto deBasualdo merece entrar de lleno en esta conciencia, haciéndose par-te de una renovada discusión política e ideológica que comienza porsaber que no sólo hay que cambiar los dados sino también reincorpo-rar al juego a unos cuantos que los actuales ganadores excluyeron.

Universidad de Notre Dame, julio 2001.

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moral del conjunto de la sociedad, con todas las concesiones y com-promisos que esto pueda implicar. Por el otro, la noción de hegemo-nía nombra a un sistema político basado mucho más en el consensoque en la coerción gracias a la manera en que es legitimado a travésdel denso tejido que forman las organizaciones de la sociedad civil.

Lo interesante (como lo prueba precisamente para Gramsci el R i -s o rg i m e n t o) es que una clase puede llevar a cabo una revolución –des-de luego, “incompleta”– sin trascender el momento económico-corporativo, es decir, articulando un bloque histórico que suelda la in-fraestructura y la superestructura aunque no integre a él a la sociedaden su conjunto. Por eso, contra lo que piensa Portelli, a quien Basual-do cita, hegemonía y bloque histórico no son sinónimos: para que ha-ya un sistema hegemónico debe existir un bloque histórico pero puedehaber un bloque histórico sin que se establezca un sistema hegemóni-co. Tal lo que habría ocurrido en Italia con la “revolución pasiva” que,según lo testimonia el transformismo, dio origen a un bloque históricono incluyente, conducido por la burguesía nacional. La condición ne-cesaria fue la alianza de esta burguesía con los terratenientes meridio-nales y la continua absorción de los profesionales, burócratas eintelectuales del M e z z o g i o r n o, que se fueron incorporando a ese blo-que histórico que se les aparecía como el único horizonte posible.

3) Así las cosas, confieso que no me resulta evidente la pertinen-cia de utilizar al transformismo como concepto clave para entenderla historia argentina de las últimas décadas, salvo que se lo despojede sus connotaciones teóricas y el término pase a ser simplemente unsinónimo de cooptación e, incluso, de la claudicación o de la inepciade sucesivas camadas de dirigentes políticos. De esta manera, la no-ción no sólo pierde interés explicativo sino que su carga de signifi-cados previos la vuelve un obstáculo para el propio (y en variosmomentos brillante) análisis de Basualdo. ¿Cuáles son “los intelec-tuales de la clase históricamente (y de manera real) progresiva” quesubordinaron aquí a los otros? ¿Puede compararse a Martínez de Hozcon Cavour? No es lo mismo formar un bloque histórico que avanzasin integrar a todos que otro ferozmente reaccionario, que lleva a ex-pulsar sin miramientos a amplias franjas de la población que ya sehallaban incluidas.

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s í .El punto no es meramente académico. Sucede que hubo allí un

partido que, en medio de grandes dificultades y bajo la dirección deCavour, lideró esa revolución, enfrentándose al viejo orden que for-maban la Iglesia, la aristocracia y la alianza con Austria y que logró,a la vez, la unificación italiana, pactando con los terratenientes delSur. Ese partido fue el de los Moderados (nombre que resulta por esomismo algo anacrónico), el cual se convirtió en la derecha del nuevoorden. Lo que deseo enfatizar aquí es que los Moderados fueron cier-tamente conservadores en términos sociales pero progresistas para suépoca en materia política, primero, y económica, después. (Convie-ne no olvidar que, pocas décadas más tarde, el Tratado de Paz de Ver-salles le iba a reconocer ya a Italia el status de Gran Potencia).

Es justamente en este carácter progresista que radicó, paraGramsci, la atracción que ejercieron los Moderados sobre un Partidode Acción (la izquierda) que carecía tanto de base social específicacomo de programa y de organización. Se trataba, en verdad, de unagregado bastante suelto de elementos en su mayoría republicanos ylaicos del norte y del centro, unidos esencialmente por una comúndevoción hacia Giuseppe Mazzini. Y esto al extremo de que en unaItalia donde casi el 90 por ciento de la población era rural no se plan-tearon siquiera la posibilidad de una reforma agraria (el mayor y másconstante reproche que les dirige Gramsci) que, entre otras cosas, leshubiera permitido sacar partido de las revueltas campesinas del sur.De ahí que la revolución burguesa italiana concluyera siendo no só-lo “pasiva” sino también “incompleta”.

Constatación inicial, entonces: en el caso que toma como puntode referencia Basualdo (y según surge de una cita incluida en su pro-pio texto) no fueron los intelectuales orgánicos de cualquier clase si-no los de “la clase históricamente (y de manera real) progresiva”quienes subordinaron (transformaron) a los otros. Pero hay más.

2) La conocida noción gramsciana de hegemonía está lejos deser unívoca. Son dos, por lo menos, las maneras principales en quela emplea su autor. Por un lado, alude con ella a un momento de laconciencia de clase, cuando ésta se eleva de la defensa de sus intere-ses económico-corporativos inmediatos a la dirección intelectual y

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enorme peso que múltiples instituciones de derecha (periódicos degran circulación incluidos) han tenido en nuestra historia, volviendoplausibles determinadas interpretaciones de la realidad y no otras ymodelando así la visión, las representaciones y los intereses de clasetanto de los dueños del capital como de buena parte de las dirigen-cias sindicales y políticas.

5) Quisiera subrayarlo: las clases sociales no son sujetos pre-constituidos de una trama que pueda ser leída en términos que, metemo, en Basualdo se acercan a veces peligrosamente a las viejas teo-rías conspirativas de la historia. En su relato, los sectores dominan-tes operan sin mediaciones, saben de antemano lo que quieren yasumen en forma directa la tarea de cooptar no sólo al partido quellega al gobierno sino al partido de oposición y a las organizacionesde la sociedad civil. Por este camino, pierden entidad varios factores.

Uno, el peso que, desde hace más de dos décadas, han tenido ytienen las burocracias internacionales y los think-tanks vernáculos enpromover interpretaciones de la realidad a las cuales se pliegan demanera diversa (y, a menudo, contradictoria) no únicamente distintasfracciones del capital sino también las dirigencias políticas mismas.O sea que estaríamos hablando, cuando menos, de ménages à trois,en los cuales participan entusiasta y lucrativamente los consultores ytecnócratas locales. Y, según se sabe, en los ménages à trois es raroque las líneas de causalidad, los modos operativos y las interaccio-nes sean simples y previsibles.

Otro tema importante (y conexo) es el del lugar que también seles debe dar en el análisis a los errores de diagnóstico, especialmen-te en contextos complejos y mundializados, donde son muchos losagentes y las variables que operan y en los cuales tanto los capitalis-tas como los políticos y los técnicos del país –todos ellos, salvo cier-tas excepciones, de un nivel bastante mediocre– tienen queempeñarse en hacer conjeturas acerca de las expectativas y de loscomportamientos de otros, en coyunturas muy cambiantes y de esca-sa visibilidad. (Para volver a Gramsci, fue él precisamente quien pre-vino acerca de las faltas de correspondencia entre la estructura y lasuperestructura que podían originarse en las equivocaciones de los po-líticos. Agrego que otro tanto sucede con las equivocaciones de los

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Pero, a la vez, ¿a qué “conducciones políticas y sociales de lossectores populares” se refiere Basualdo cuando afirma, primero, quetales conducciones fueron aniquiladas en su mayoría por la dictadu-ra y, después, que terminaron siendo absorbidas por los sectores do-minantes? Es obvio que unas y otras no eran las mismas. ¿Cuáles hansido las nuevas, entonces? La conclusión parece evidente: para Ba-sualdo, el justicialismo y el radicalismo tendrían que haberse erigidoen los líderes naturales del movimiento popular si sus dirigentes nohubieran sido “transformados”. Sin embargo, ni su ensayo ni la rea-lidad argentina (por lo menos desde los años setenta) brindan prue-bas claras que autoricen a sostener esta afirmación.

4) Pero, además, ¿transformados por quién? Aquí es donde tengola impresión de que el texto retrocede a un esencialismo de clase quehoy ya no resulta fácil de defender. Existe una explicación sociológicatradicional en la A rgentina (que Basualdo adopta) según la cual uno delos problemas históricos del país ha sido que la derecha careció de unpartido político importante que la representara y por eso fue siempretan propensa al golpismo. Se desconocen así varias cosas, de las cua-les quiero destacar tres. Una, que esa carencia fue mucho más grave (ycon costos sociales mucho más altos) en el caso de la izquierda. Dos,que en parte por eso mismo los grandes partidos políticos arg e n t i n o scontemporáneos no pueden ser concebidos homogéneamente, comotiende a hacer Basualdo, sino que han reflejado en su propio interiorfuertes tensiones entre sectores más o menos reaccionarios, más o me-nos conservadores y más o menos progresistas y, en este sentido, su“tasa de propensión al golpismo” estuvo lejos de ser baja.

Pero el tercer elemento es el que considero más significativo. Sise elige un marco gramsciano hay que ser consecuente con él; y pa-ra Gramsci la definición de los intelectuales no pasa centralmentepor un tipo específico de actividad ni tampoco la de los partidos po-líticos por su estructura organizativa. Lo que importa son las funcio-nes que cumplen unos y otros. De ahí que, según el caso, Gramsciconsidere como intelectuales a un técnico o a un agitador y que lle-gue a decir que un periódico de gran circulación puede desempeñarel rol de un partido político. Desde este punto de vista y contraria-mente a aquella hipótesis sociológica convencional, es indiscutible el

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que existe en la Argentina un bloque histórico excluyente y regresi-vo y no un régimen hegemónico, con el agregado de que ese bloquese ha vuelto cada vez más débil, frágil e inestable. Tanto que hemosingresado a una fase de crisis orgánica generalizada, en la que sonpocos quienes se atreven a hacer hoy apuestas de mediano o largoplazo, cuyas consecuencias resultan mucho menos previsibles de loque sugiere el enfoque de Basualdo. Y esto crea condiciones favora-bles (aunque ciertamente muy difíciles) para la tarea de sectores pro-gresistas que sean capaces de definir un proyecto que distinga nosólo entre táctica y estrategia (y sus diversos momentos) sino entreniveles de acción.

Porque sobre los contenidos mismos de ese proyecto ha venidoampliándose el consenso entre distintos actores, inclusive en el propioplano económico. Enuncio, con mero carácter ilustrativo, algunas delas cuestiones que no pocos perciben ya como indispensables: un estí-mulo inmediato a la demanda y al mercado interno mediante la crea-ción de un seguro de desempleo sustantivo, de subsidios familiaresuniversales, de una reforma fiscal profunda que genere una redistribu-ción progresiva del ingreso y de la riqueza, etc.; el diseño y la imple-mentación de políticas industriales y de empleo muy activas,acompañadas de medidas de protección selectiva; un urgente control allibre movimiento de los capitales (que, dicho sea de paso, poco y na-da tiene que ver con la prédica liberal clásica que estuvo referida al li-bre movimiento de los bienes y servicios y no de los capitales); laimposición de gravámenes a las rentas financieras y a las “gananciascaídas del cielo” (windfall taxes); un impulso franco a políticas de pro-moción de las exportaciones con alto valor agregado; el otorg a m i e n t ode créditos baratos a las Pymes; una pronta y decidida reestructuraciónde la deuda externa con fuertes quitas, apoyada en alianzas internacio-nales de índole productiva; etc. Desde luego, todo esto exige a su vezcentrar el gasto público en la salud y la educación del pueblo; consti-tuir un sólido sistema de ciencia y técnica; realizar una reforma políti-ca y judicial que acabe de cuajo con la corrupción y con la impunidad;reasignar los recursos presupuestarios en forma participativa, a fin deque se sustenten en ellos los derechos civiles, políticos, económicos,sociales y culturales de la ciudadanía, etcétera.

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empresarios y de los tecnócratas. En este sentido, las economías ca-sino y completamente abiertas al estilo de la nuestra tienden a ser elreino de la mala praxis, como lo han mostrado tantas especulacionesy planes fallidos).

No quisiera ser malinterpretado: criticar un determinismo exce-sivo no significa invertirlo sino matizarlo, intentando hacerles sitio alas diferencias, a los dilemas y a las contradicciones (por ejemplo,como antes insinué, las que se dan en el interior mismo de los gran-des partidos). Si lo leo correctamente, la inclinación de Basualdo esciertamente otra y lo lleva incluso al extremo de tratar en bloque, ca-si antropomórficamente, a todo el sistema político argentino cuandole aplica (supongo que en forma metafórica) conceptos como los de“acumulación originaria” y “acumulación ampliada”, cuya pertinen-cia tampoco me queda clara. Y no precisamente porque no crea quehaya políticos venales y mafiosos.

6) Porque éste es, finalmente, el gran problema que plantea a mijuicio un tipo de análisis que desdeña el claroscuro. Los procesoseconómicos, por ejemplo, se encarnan unívocamente en actores con-cretos, que no sólo corrompen y cooptan a los dirigentes políticos si-no que conocen desde el vamos con una envidiable exactitud cuálesson los senderos de rentabilidad máxima que les conviene recorrer.Así, por un lado, los grupos concentrados extranjeros y los acreedo-res del país serían los defensores de la dolarización, de la integraciónal ALCA y de la lucha contra la pobreza según las directivas del Ban-co Mundial. Y, por el otro, los grupos económicos locales y los con-glomerados de origen europeo interesados en las exportaciones y conactivos en el exterior, serían partidarios de la devaluación, de los sub-sidios, del proteccionismo y del Mercosur e intentarían remedar auna burguesía nacional.

Si se aceptan estos supuestos, al progresismo le quedarían muypocas alternativas: o patear el tablero mediante una revolución de ti-po “jacobino” (que sé que a Basualdo, con toda lógica, no se le ocu-rre proponer) o quedar condenado a trabajar en los márgenes de unsistema que poco o nada de positivo tiene para brindarle en materiade alianzas o apoyos. Por eso, insisto, vale tanto la pena revisar el ca-rácter indiferenciado de esos supuestos. Ante todo, justamente por-

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sostengo, deseo incorporar también su aspecto negativo o de preserva-ción. Quiero decir: en un contexto de crisis orgánica generalizada co-mo el actual, no hace falta ser agorero para afirmar que lo que quedade democracia liberal en la A rgentina se halla ahora en gravísimo ries-go. Por eso, inclusive desde este punto de vista (obviamente esencial)resulta más importante que nunca juntar fuerzas con quienes estén dis-puestos a defender los principios democráticos y, eventualmente, aprofundizarlos. Sin ingenuidad, sin aceptar “gatopardismos” ni doblesdiscursos; pero tampoco decretando que todas las uvas están verdesantes de distinguir suficientemente entre ellas y de poner a prueba sus a b o r, con los debidos recaudos.

8) Así son las polémicas, cuando se entablan leal y amistosamen-te. Casi sin notarlo, uno acaba enfatizando los desacuerdos porquelos puntos en común los toma por dados. Seguramente es lo que hasucedido con estas páginas escritas a vuelamáquina, bajo el estímu-lo de las tesis tan incisivas que ha lanzado al ruedo Basualdo. Vuel-vo a felicitarlo por el coraje de su iniciativa y por el rigor de su texto.No sería poca cosa que sirviesen para abrir un gran debate de fondo,ése que ha estado ausente del país por demasiado tiempo.

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7) Un listado mínimo y no exhaustivo como éste basta para ad-vertir que, a esta altura, son numerosos los temas que se han vuelto(o se están volviendo) lugares comunes de los discursos de oposiciónal régimen. Puesto en términos muy simples, la cuestión principal yano es tanto qué hay que hacer sino quién lo hace. Y esto lleva a plan-tearse la pregunta clave de cómo y desde dónde se negocian con rea-lismo las alianzas y se establecen los frentes que permitan llevar esostemas a la práctica. En mi opinión, la contribución que les cabe rea-lizar a los intelectuales progresistas no es reincidir en un intento porfijarles su camino a las fuerzas sociales sino empeñarse en cumplirdos objetivos. Uno, criticar el estado de cosas existente –como muybien hace Basualdo–, formulando una serie de escenarios alternati-vos con la mayor claridad y coherencia posibles. Y otro, actuar comointérpretes o traductores que vuelvan mutuamente inteligibles las po-tencialidades y los límites de las posiciones de los múltiples candi-datos a un diálogo que tienda a establecer términos de unidadparciales (o no), provisorios (o no), y que difundan, a la vez, los nue-vos modos de lucha contra la opresión que se vienen gestando en unapluralidad de ámbitos.

Para que pueda haber cambio, es hoy necesaria la unidad de am-plios sectores; y para que pueda haber unidad, es indispensable dife-renciar, negociar, establecer compromisos. Lo cual, como mencionéantes, incluye también saber distinguir entre niveles de acción. Aliar-se con representantes de las fracciones no financieras del capital, quedependen de la economía real, del desarrollo del mercado interno, delas exportaciones con alto valor agregado, etc., no significa abando-nar sino potenciar al mismo tiempo el Frente Nacional de Lucha con-tra la Pobreza, los movimientos de protesta que se expanden en elpaís y la vigorosa acción de democratización de la vida sindical quellevan adelante organizaciones como la Central de Trabajadores Ar-gentinos (CTA). Según los lugares y los momentos, las tácticas po-drán ser defensivas u ofensivas y, cada vez que haya oportunidad,deberán dirigirse a fomentar al máximo la inventiva democrática delos ciudadanos, desfetichizando tanto al mercado como a las formascanónicas de representación política.

Si lo expuesto apunta al aspecto positivo de la perspectiva que

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COMENTARIO DE CLAUDIO LOZANO

INTRODUCCIÓN

El material presentado por Eduardo Basualdo ratifica la prioridad queel autor le otorga al enfoque con el que ha venido desarrollando su pro-ducción intelectual en los últimos años. En términos muy sintéticos, es-te enfoque remite a una lectura del proceso económico que privilegiala consideración de las estrategias que despliegan los agentes dominan-tes, como marco indispensable para poder aprehender la lógica que go-bierna el patrón de acumulación así como las condiciones mismas desu reproducción. Coherente con esta perspectiva, que siempre arrojaelementos sustantivos para la comprensión del proceso político, en es-te trabajo Eduardo Basualdo intenta esbozar una mirada sobre la diná-mica del propio sistema político argentino. Esta elaboración evidencia,una vez más, que la posibilidad de pensar la economía por fuera de laperspectiva dominante actual (dato característico de la visión del au-tor), está siempre asociada a la capacidad de vincular el funcionamien-to que tiene el nivel económico de una sociedad con la dinámica másgeneral que el orden social exhibe. Sin que lo que aquí afirmo esté ex-puesto explícitamente por el autor, su trabajo evidencia que la posibili-dad de la reproducción del orden económico exige de una determinadaarticulación del sistema político con el modo de acumulación vigente.Articulación que remite, al plantearse como objeto de análisis del tex-to que comentamos, a viejos conceptos puestos en desuso en el debatecontemporáneo de las ciencias sociales en la A rgentina. Me refiero acategorías tales como “modo de producción”, “formación económico-social”, “estructura” y “superestructura”, etc. Conceptos que reconocenen el análisis de las condiciones bajo las cuales se reproduce un orden,la existencia de una determinada articulación entre las distintas instan-cias que componen la sociedad.

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do por alguien que tiene profundas coincidencias con lo que en estetexto se describe, intentará agregar algunas consideraciones que pue-den ordenarse en tres niveles: de carácter conceptual; consideracio-nes puntuales respecto a las etapas que el autor analiza yconsideraciones acerca de la crisis actual.

LA CUESTIÓN CONCEPTUAL

Intentaré plantear un conjunto de elementos que, en mi opinión, son re-levantes a la hora de evaluar el proceso mismo de la cooptación queBasualdo analiza. No se trata de cuestiones que sean ignoradas por elautor (de hecho hay consideraciones expresas en el texto respecto a loque puntualizaré), pero seguramente al enfatizarse lo referido al proce-so de integración económica de las conducciones partidarias o socia-les, quedaron desplazados de una mayor profundización.

En este sentido, creo fundamental señalar que el transformismosólo pudo lograrse en el caso argentino a partir de la instalación del“terror” como clave principal del disciplinamiento de nuestra socie-dad. Este proceso, acompañado por los efectos planteados a partir dela caída de los llamados “socialismos reales”, así como también lacrisis del pensamiento revolucionario, determinaron situaciones desuma importancia para hacer posible el proceso de cooptación sobrela dirigencia política y social así como sobre la intelectualidad. Sibien Basualdo destaca adecuadamente el papel del “aniquilamiento”durante la etapa dictatorial, resulta en mi opinión necesario enfatizarque la modalidad adoptada por la represión (genocidio), sitúa el im-pacto de esta experiencia no sólo a nivel de los cuadros sino en lascélulas más profundas de la sociedad, determinando incluso las pro-pias condiciones de producción del imaginario colectivo. Pero esteseñalamiento no pretende enfatizar algo que para todos ya es obvio,presentar este punto implica sostener, desde mi humilde punto devista, que es “el terror” el determinante en la estrategia negativa queBasualdo describe, al señalar con precisión el proceso de elusión delconsenso y control sobre los sectores subalternos que impulsan lossectores dominantes. Pretendo sugerir que las estrategias transfor-

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La pregunta que Basualdo formula e intenta responder es la si-guiente: ¿cuál es la clave que ha permitido el mantenimiento de unmodelo de exclusión (caracterizado por la acumulación financiera yla fuga de capitales) en el marco de la vigencia de gobiernos constitu-cionales y del funcionamiento democrático? Para responderla apela ala utilización de la categoría gramsciana de “transformismo” con el ob-jeto de situar a la “cooptación” como el eje central de la dominaciónpolítica en el marco de la valorización financiera. Este señalamientopretende explicitar que los sectores dominantes desarrollaron, frentea los gobiernos constitucionales, una estrategia de carácter negativodirigida a redefinir al propio sistema político y a la sociedad civil. Laidea de “estrategia negativa” remite al hecho que el objetivo no es lacreación de consenso sino impedir la organización de los sectores su-balternos inhibiendo su capacidad de cuestionamiento e integrandolas conducciones políticas y sociales de los sectores populares. Situa-ción ésta que altera el papel lógico de los intelectuales orgánicos, pa-ra transformarlos en agentes principales del proceso dedesmovilización y desestructuración de aquellos a quienes supuesta-mente representan. Es aquí donde cobra sentido el uso de la idea detransformismo que, adecuadamente contextualizada, le permite alautor situar a la integración económica (corrupción e ingresos altosde los integrantes del sistema político) como el modo dominante dela cooptación en el caso particular del transformismo a rgentino. Elanálisis presentado desarrolla este proceso destacando su evolución enlas diferentes etapas situando el aniquilamiento de los cuadros delcampo popular durante la etapa dictatorial, la fase de integración pací-fica durante el gobierno de Alfonsín y la de integración completa du-rante el periodo menemista. Proceso que adquiere institucionalidaddurante el propio Pacto de Olivos y que decreta la conformación de unbipartidismo homogéneo y desgajado de sus identidades históricas. Ensuma, un sistema político de dominación que cuenta con un partido demayor jerarquía orgánica —el justicialismo— y otro que opera comorueda auxiliar —el radicalismo—. Sistema que, además, ha revelado lacapacidad de neutralizar e integrar, incluso, experiencias políticas decarácter contestatario (Frepaso).

Frente a lo que el autor expone, este comentario que es realiza-

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Parece también atinado destacar que la vigencia del terror y laconsigna que éste impuso, expulsó expresamente la noción de cam-bio del análisis y del accionar político. Dicha noción queda expresa-mente ubicada en el terreno de la muerte o de la reedición de losfenómenos de violencia que se ejercieron sobre la sociedad. De estemodo, el desplazamiento de la noción de cambio y de transformaciónafirmó y privilegió una cultura que entronizó como clave principal lacuestión de la gestión. En este sentido, y según esta visión, el accio-nar político se circunscribe a administrar lo que hay, gestionar lo queexiste y bajo ningún concepto modificarlo.

No parece menor tampoco otro efecto que el temor impuso so-bre las prácticas sociales. Me refiero en concreto a la primacía casiexcluyente del accionar institucional dentro de la práctica política.Poco a poco, y seguramente alimentado por años de ilegalidad, lospartidos y las agrupaciones políticas fueron concentrando su accio-nar en el ocupamiento de los espacios institucionales y percibiendola intervención en el conflicto social como una cuestión menor e in-cluso inconveniente desde la perspectiva de la gobernabilidad. Lejosquedaron aquellas concepciones en la que la tarea política articulabala organización de las demandas sociales con su canalización institu-cional. De manera progresiva y sistemática, los partidos abandona-ron su rol de formadores de cuadros, su papel de agregación deintereses sociales, para resumir su actividad en la exclusiva funciónde ser maquinarias electorales encargadas de dirimir problemas deposicionamiento. En este marco, la cultura de los referentes despla-zó el debate de los proyectos, y la función de la militancia política serestringió a impulsar el acceso de estos a la escena institucional. Ensíntesis, los elementos aquí planteados abonaron la tendencia a colo-car en un lugar “tabú” la cuestión del poder en la sociedad y funda-mentaron de manera creciente concepciones donde la idea degobernabilidad fue asociándose progresivamente con el logro de re-laciones armónicas con los sectores dominantes.

Otro dato de contexto que merece considerarse en razón de los po-derosos efectos que produjo sobre el debate político e ideológico es elrelativo a la crisis de los socialismos reales. La potencia de esta cues-tión, más allá de la mayor o menor afinidad que cualquiera tuviera so-

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mistas que inhiben una y otra vez la organización de los sectores po-pulares operan sobre un terreno fértil e indispensable, cual es el con-texto de disciplinamiento a partir del terror. Intento precisar tambiénque decir esto indica que el fenómeno de la cooptación está precedi-do de una previa e indispensable acción de coacción. Esto está pre-sente no sólo a partir de lo ya expuesto respecto al caso concreto delfenómeno dictatorial, sino que opera por otras vías en cada una de lasetapas analizadas por Basualdo y como condición previa al procesode integración económica que se describe. En este sentido, parece re-levante volver a enfatizar la capacidad de coacción económica quehan revelado los sectores dominantes durante los diferentes momen-tos de la vida institucional. Coacción que llegó incluso a adoptar laforma explícita del “terror de mercado” y que exhibe nuevas moda-lidades en el marco de la hiperrecesión y el desempleo. La violenciasobre los cuerpos, la violencia de la moneda y la violencia del de-sempleo constituyen la trilogía por la cual los sectores dominanteshan mantenido un sistema de permanente coacción sobre el conjun-to de la sociedad argentina. Marco éste que entendemos fue clave pa-ra posibilitar el proceso de cooptación de los cuadros y para afirmarlas estrategias de integración económica que Basualdo presenta.

La vigencia del terror impuso durante largo tiempo una consig-na como clave para pensar lo social. Esta fue: “cómo evitar lo peor”.Sin duda alguna, el imaginario colectivo que permitió y justificó lasinterferencias efectuadas por el poder político sobre la justicia paragarantizar la impunidad de los represores (obediencia debida, puntofinal), estuvo signado por la consigna expuesta. Esto era —supuesta-mente— lo que debía hacerse a los efectos de evitar que una medidajusta —enjuiciarlos— promoviera un nuevo genocidio. También le-gitimó durante mucho tiempo el no cuestionamiento al régimen deconvertibilidad el temor a que pudiera reeditarse un nuevo fenóme-no hiperinflacionario. Del mismo modo, aún hoy se fundamenta lanecesidad de precarizar las condiciones laborales como garantía pa-ra combatir la desocupación. En suma, y desde esta perspectiva, lacoacción, la violencia ejercida política y económicamente por partede los sectores dominantes, es la clave del disciplinamiento social yla integración económica es la garantía de su reproducción.

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y la crisis del pensamiento revolucionario, imponen marcas específi-cas en el campo ideológico. Estas a su vez abonaron concepcionesque dieron marco y acompañaron el proceso de integración económi-ca señalado por el autor. Más aún, podría decirse que la cooptaciónde los cuadros de los sectores subalternos incluyó, además de la in-tegración económica, el fenómeno del abandono e, incluso, la con-versión en las convicciones de muchos dirigentes intelectuales ymilitantes. También es bueno señalar que el predominio de prácticaspolíticas signadas por el posicionamiento individual y la vigencia deestrategias exclusivamente institucionales, permitieron también elaislamiento (con su secuela de baja influencia y desmovilización) delas voces críticas. Desde esta perspectiva entonces en un marco de te-rror, violencia y coacción, la cooptación incluyo la corrupción, elquiebre de las más íntimas convicciones y el aislamiento expreso dequienes mantuvieron un perfil crítico frente al avance del procesohistórico vivido. Por cierto, las últimas dos modalidades tuvieron es-pecial influencia, desde nuestro punto de vista, tanto en la fase de in-tegración pacífica correspondiente al gobierno de Alfonsín como enel proceso de crisis que observaron los sectores progresistas de laAlianza y particularmente el Frepaso durante el presente gobierno.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS ETAPAS ANALIZADAS

POR ELAUTOR

Respecto a la dictadura

En razón de lo expuesto en el punto anterior (pero además por la re-levancia y singularidad que supone) interesa destacar el análisis rea-lizado por el autor de las modificaciones que exhibe la Doctrina de laSeguridad Nacional en el marco del régimen abierto en marzo de1976. Dice puntualmente: “se abandona la concepción de que el cre-cimiento económico y la inclusión social constituyen pilares básicospara superar los conflictos sociales, y la reemplazan por otra encami-nada a disciplinar y controlar a los sectores populares mediante la de-sindustrialización, la concentración del ingreso y la represión”. En

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bre las citadas experiencias, es la afirmación empírica y constatable dela ausencia de modelos de sociedad gestionados por fuera de los crite-rios capitalistas. Más aún cuando la reflexión acerca de las razones dela caída y de los fracasos, fueron dominantemente presentadas por laofensiva ideológica que gobernó la nueva fase de desarrollo capitalis-ta a nivel internacional. En este sentido, y claramente vinculado coneste aspecto, podemos destacar un tercer elemento de relevancia: lacrisis que observó durante largo tiempo el pensamiento revolucionario,así como también aquellas otras manifestaciones que desde la perspec-tiva del reformismo o de los movimientos nacionales, comandaron dis-tinto tipo de experiencias donde el avance social tuvo lugar. Esta crisisafectó incluso las consideraciones y formulaciones básicas que defi-nieron históricamente el debate político. Más allá de si la perspectivaera reformista o revolucionaria, las claves del accionar político reco-nocían la necesidad de organizar un sujeto que expresado a través delPartido estuviera en capacidad de asaltar —o ganar electoralmente—el poder del Estado. Luego, el control del mismo —del Estado— per-mitiría resolver los problemas que la sociedad presentaba. Es claro quelas transformaciones del mundo contemporáneo, los cambios tecnoló-gicos, las modificaciones en el mercado laboral, la trasnacionalizaciónde las economías, etc., le plantearon desafíos centrales a este disposi-tivo básico del accionar político. En primer término, la noción de su-jeto, ya sea en su formulación como clase obrera o bien entendido bajola categoría de pueblo y remitiendo a alianzas sociales más amplias,presenta fuertes modificaciones que alteran las condiciones históricasen torno a las cuales este había sido concebido. En razón de esto, re-sultan obsoletas las fórmulas partidarias a la hora de la representacióno la agregación de nuevos colectivos. Por último, el papel del Estadofrente a las nuevas condiciones de concentración-conglomeración ymovilidad del capital exhibía límites en lo relativo a sus formas de re-gulación tradicional.

En síntesis, los elementos que hemos destacado pretenden decirque las estrategias transformistas presentadas por Basualdo operansobre un contexto de disciplinamiento social global signado por el te-rror. Señalamos también que la violencia ejercida por las prácticas delos sectores dominantes, así como la caída de los socialismos reales

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aun en ese contexto siempre se mantuvo el mismo tipo de interven-ción en el terreno de la economía. Recordemos que Roberto Alemannsiguió rigiendo los destinos del Palacio de Hacienda y que incluso enel campo de las relaciones internacionales se pretendió zanjar el con-flicto con base en la intervención favorable de los Estados Unidos.En suma, si bien hubo fuga hacia adelante, también existió la perma-nente decisión de otorgar garantías de alineamiento incondicional.

Respecto al gobierno de Alfonsín

Coincidiendo con el análisis general de la etapa en cuestión, creoadecuado destacar que también en ésta, el fenómeno de la coaccióny el temor a la ingobernabilidad se instituyen como factor clave deldisciplinamiento y comienzo de la subordinación del gobierno a lalógica de los sectores dominantes. En este sentido, es la “economíaterrorista” la que cumple un papel clave por vía de la experiencia in-flacionaria de 1985 (previa a la implantación del Plan Austral). Poreconomía terrorista apelamos a un concepto que intenta reflejar unhecho fundamental: las tendencias básicas del ordenamiento econó-mico implantado por la dictadura y la constelación de poder econó-mico que la misma impuso, decreta una dinámica general de caráctercoactivo que disuelve los vínculos democráticos. Así, por vía de lapráctica inflacionaria, los sectores dominantes desarticularon el tibiointento de reformismo distributivo que pretendiera la gestión deGrinspun. Este dato no es menor ya que, por lo menos en mi concep-to, este es el primer paso en la subordinación que en el campo eco-nómico se opera en el gobierno alfonsinista. En este marco, seproduce el acceso del equipo de Juan Sourrouille, lo cual permitedestacar el papel que cumplieron las nuevas concepciones que pri-maban en aquella etapa, y que en los términos de lo que hemos veni-do describiendo, reflejan las marcas que el terror indujo sobre lacomunidad intelectual. Si bien este equipo, tal cual señala Basualdo,tenía una concepción similar (a Grinspun) en lo relativo a considerarel endeudamiento sólo como restricción externa (no obstante, a dife-rencia de Grinspun, no la cuestionaban), cierto es que descreía expre-samente de las viejas recetas de redistribución del ingreso y percibía

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concreto lo que se está planteando (y que coincide con la presentaciónque efectuara la C TA frente al juez Garzón en el juicio por genocidiorealizado en España), es que el proceso vivido es bastante más com-plejo que el que supone el s l o g a n tradicional que afirma que “el po-der económico sostuvo o financió la irrupción de la dictadura militar”.En la práctica, el análisis de Basualdo revela que la propia interven-ción en el terreno de la economía (es decir, la política económica apli-cada) era parte constitutiva y expresa de la Doctrina de Seguridad quegobernó el periodo en cuestión. Este señalamiento, que permite inter-pretar por qué en la A rgentina no resulta adecuada la tesis que habladel “agotamiento de la sustitución de importaciones” ya que lo queexpresamente ocurrió fue una ruptura deliberada de dicho patrón deacumulación, sirve también para ampliar las consideraciones efectua-das en el punto anterior respecto a la vigencia del terror y a los meca-nismos de coacción que se impusieron sobre la sociedad argentina. Eneste sentido, que la economía haya sido parte de la Doctrina de Segu-ridad de un Estado terrorista, ayuda a entender por qué razón, luegode finalizado el periodo dictatorial, es la propia dinámica de la econo-mía la que prolonga el terror en la sociedad y la que por vía de la in-flación, el desempleo y la pobreza, instituye la coacción comomecanismo sistemático y permanente de disolución de la experienciademocrática. No caben dudas que este papel le cupo a la inflación de1985, las de 1989-1990, así como también al hiperdesempleo y la hi-perrecesión del periodo posterior a 1995.

En razón de lo expuesto y dada la organicidad que adquirieron ladoctrina militar y la economía durante el periodo en cuestión (queimplicó purgas expresas al interior de las Fuerzas Armadas), entien-do que debe relativizarse la afirmación de autonomía del partido mi-litar que Basualdo sugiere al examinar los momentos vividos enocasión de la guerra de Malvinas. Dice el autor: “la conformación delpartido militar tendía a volverse inorgánica, disfuncional, con el des-pliegue de la valorización financiera en tanto tendía a reproducir enla Argentina el caso coreano, donde la dictadura asumió la conduc-ción estratégica del proceso y disciplinó al capital oligopólico”. En-tiendo que más allá del carácter de “fuga hacia adelante” que puedeasignársele al desastre de Malvinas, parece conveniente destacar que

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lógica electoral. Nacen en el seno de construcciones que, alimenta-das por el impacto de los medios transforman progresivamente el de-bate político en una permanente discusión de referencias personalesy de discusión de candidaturas. En la práctica, toda agrupación polí-tica se conforma con el objeto de impulsar el acceso del referente encuestión al sistema institucional. La reclusión (ya expuesta) del sig-nificado de la política en el ámbito exclusivamente institucional, des-politizando las prácticas que promueven la organización social, asícomo la construcción en base a referencias personales que supuesta-mente simbolizan la garantía del proyecto ha redundado en dos efec-tos concretos. Por un lado, vaciando de anclaje social concreto elaccionar institucional, y transformando las gestiones gubernamenta-les en un proceso repetido donde quienes acceden al ámbito estatalterminan condicionados y referenciando su práctica con las organi-zaciones y poderes sociales existentes. Es decir, se anula a la prácti-ca política del contenido creador que supone, en el propio avance deuna fuerza, ir diseñando los actores que van a sustentar en términosinstitucionales un accionar gubernamental y estatal distinto. Por otro,se le traslada al referente la totalidad del poder, de los recursos y delas definiciones. En tanto éste triunfe en la apropiación de una par-cela de poder institucional, estará en capacidad de premiar a parte desus seguidores incluyéndolos en su gestión y defraudará al conjuntoal no cumplir (en razón del primer comentario) con los discursos decampaña.1

En el marco de la gestión, quienes acompañan al referente setransforman rápidamente en operadores que en un cuadro de vacia-miento ideológico dedican su tiempo a la asignación de los recursosque la gestión institucional proporciona y que explícitamente Basual-do sintetiza en tres fuentes: cargos en distintos ámbitos del aparatodel Estado, contratos y retornos. En este sentido, la despolitizaciónde la práctica social, la reclusión de la política en el terreno exclusi-

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a los grupos empresarios que habían crecido en la etapa militar co-mo una nueva burguesía nacional. En este sentido, percibían el fenó-meno inflacionario como un desorden desgajado de la experiencia deacumulación financiera que estos mismos actores habían protagoni-zado y desde esa perspectiva entendían que la fuga de capitales erala lógica resultante de la inestabilidad macroeconómica e institucio-nal de la etapa dictatorial. En suma, del mismo modo que desgajabanla experiencia inflacionaria de la acumulación financiera, divorcia-ban la dictadura militar y sus efectos institucionales del papel orgá-nico que en la misma jugaran los sectores dominantes. Pero más alláde la concepción que los animaba, lo cierto es que se trataba de la ex-presión en el terreno del pensamiento económico de criterios e inter-pretaciones que gobernaron el debate de las ciencias sociales ennuestro país a partir del efecto de terror y pánico que la dictadura in-dujera sobre la experiencia intelectual. Es por esto que ratifico en es-te punto lo expuesto en las consideraciones conceptuales iniciales:sobre todo en la etapa de integración pacífica que Basualdo describe,la cooptación por vía de las marcas que en el imaginario colectivo ysobre la comunidad intelectual ejerciera el disciplinamiento terroris-ta cumplió un papel fundamental tanto en términos de disciplina-miento social como en lo relativo a la integración de cuadros a losobjetivos y estrategias de los sectores dominantes. Por cierto, el se-ñalamiento no pretende excluir lo que Basualdo describe en términosde transformismo por medio de la integración económica, sólo seña-lamos que este aspecto también existió, que en esta etapa ocupó un lu-gar relevante y que incluso, en algunos casos, le abrió la puerta –porvía de múltiples justificaciones– al proceso de integración económicaque el autor detalla.

Merece comentarse la evaluación que Basualdo realiza del sur-gimiento de los operadores políticos así como la interesante aplica-ción del análisis weberiano a esta nueva figura de la políticaargentina. Me parece importante asociar esta caracterización, así co-mo el señalamiento de la verticalización en las organizaciones polí-ticas, con las referencias que efectuara en el apartado conceptualanterior. Los operadores nacen en el marco de estrategias políticasque en principio resumen su actividad de manera casi excluyente a la

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1 Debe quedar claro que aunque el referente mantenga coherencia ética con sudiscurso fundacional, el hecho de ser el resultado de una construcción sólo institu-cional, suele también defraudar en tanto su gestión aparece aislada, desprovista defuncionalidad y carente de capacidad para producir efectos de significación.

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además que el intento populista (por cierto, ya no distributivo) llegóa perpetrarse institucionalmente al situar al grupo Bunge y Born enel propio Ministerio de Economía, experiencia que es respondida poruna segunda crisis hiperinflacionaria. La alusión a la mayor comple-jidad y el señalamiento de que las prácticas populistas abrían riesgoa la expansión de la arena política debe destacarse para recordar quees sólo en 1991 y luego del impacto disciplinante inducido por la ex-periencia hiperinflacionaria y la cooptación de parte sustantiva de ladirigencia política y sindical del justicialismo, que la sociedad argen-tina validó en las urnas formulaciones discursivas y convocatoriasque claramente adscribían a los planteos propios del neoliberalismo.Asimismo, las categorías de O’Donnell ubican la crisis de acumula-ción y la denominada crisis celular sólo en el terreno de la puesta encuestión por parte de las clases subalternas del régimen de domina-ción. La Argentina de 1989 es ejemplo de la vigencia de una crisis deacumulación vinculada a la ausencia de disciplina y jerarquías preci-sas al interior del bloque dominante sin que intervengan significati-vamente las clases subalternas, cuestión que el propio Basualdoreconoce. Pero además, es fácil percibir la existencia de un procesode desagregación social y crisis celular sin que estuviera en juego lapropia dominación. En este sentido, los efectos del genocidio, la gue-rra de Malvinas y la propia experiencia hiperinflacionaria, así comotambién el rápido proceso de pauperización de nuestra sociedad, pu-sieron —y ponen— en cuestión los fundamentos mismos de la socie-dad pese a que no afectaron (en todo caso, modificaron) los términosde la dominación misma.

Respecto a la primera etapa menemista

Si bien ya ha sido destacado y además en este punto las considera-ciones del autor son mucho más elocuentes al respecto, también seobserva que el comienzo del periodo donde se produce la integracióncompleta del sistema político es precedido por la manifestacióncoactiva de la economía terrorista. Más aún, las dos leyes más impor-tantes de la etapa (Ley de Reforma del Estado y Ley de Emergencia)se sancionaron en medio de la debacle hiperinflacionaria y por vía

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vamente electoral, la verticalización de las construcciones en torno alobjetivo de impulsar los referentes y consecuentemente la más absolu-ta falta de democratización, es el contexto donde la otrora militanciasuele trastocarse a partir del momento de la gestión en la práctica deun conjunto de operadores que funcionan en el marco de una culturade la renta donde la política se transforma en una actividad en la quesólo pueden participar de ella quienes están rentados para hacerla. Deeste modo, no hay lugar ni sentido para la participación del conjuntotransformando a la práctica institucional en un escenario a observarque muchas veces incluye hasta la propia lógica del espectáculo.2

Resta comentar, cerrando el capítulo relativo al periodo alfonsi-nista, las consideraciones que el autor efectúa sobre la crisis de 1989.Su presentación recoge como marco conceptual las categorías quepropone O’Donnell en su trabajo sobre el Estado burocrático autori-tario. Mi sensación es que las conceptualizaciones planteadas resul-tan restringidas para la complejidad que exhibe la crisishiperinflacionaria. Efectivamente, hay crisis de gobierno y crisis derégimen pero ciertamente el discurso menemista referente a la revo-lución productiva y el salariazo abrió espacio para la afirmación, encondiciones históricas e internacionales que hacían inviable su reedi-ción, de un planteo populista que apelando al consenso popular pre-tendía garantizar el predominio de los grupos locales y extranjeros enel bloque dominante local. Rozó, por lo tanto, la denominada crisispor expansión de la arena política, ya que instituía consenso en tor-no a un discurso que era claramente adverso a la propuesta del lápizrojo ajustista y privatizador que caracterizaba al radicalismo de An-geloz. Esto explica la envergadura y la direccionalidad de la primerarespuesta hiperinflacionaria. En la práctica, anuló drásticamente to-da connotación simbólica que en el imaginario popular pudiera vali-dar la reedición de una experiencia redistributiva. Cabe consignar

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2 Cabe consignar que es tan relevante el papel de la verticalidad en la organiza-ción partidaria, que incluso en el debate sobre la reforma al sistema de partidos queincluye la adopción del régimen de internas abiertas y simultáneas, se restringió estemecanismo a la sola elección del candidato a presidente. Es decir, se eliminó que es-to rigiera para todos los cargos. Se preserva así la potestad omnímoda del máximo re-ferente para designar y ordenar a todos los que lo acompañan.

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O’Donnell) en las elecciones de abril donde el Frente Grande ganóla Capital Federal proyectando a Chacho Álvarez como nueva refe-rencia para la Asamblea Constituyente, sino que en los meses de ju-lio y agosto se sucedieron dos hechos que en la práctica reflejaban laemergencia de un nuevo consenso político y social. En primer lugar,se produjo la “Marcha Federal” convocada por un espectro amplio deorganizaciones nucleado en el denominado Congreso de la Cultura,el Trabajo y la Producción y que contara con la referencia protagóni-ca de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y del Movi-miento de Trabajadores A rgentinos (M TA) como nucleamientossindicales que participaron. Asimismo, y en un marco de masividaden la propia Plaza de Mayo se convocó para el 2 de Agosto a un pa-ro nacional por fuera de la estructura formal de la CGT oficialista.Ambos hechos, la performance electoral y la primera respuesta ma-siva de protesta social con alcance nacional indicaban que se habíanabierto las condiciones para la construcción de una nueva fuerza po-lítica en la Argentina. Los señalamientos que Basualdo expone al ca-racterizar la frustración que supuso la experiencia del Frepaso,estuvieron en la base de la imposibilidad de transformar dichas con-diciones en una realidad concreta. No obstante, y pese al efecto des-movilizador que supuso observar como una fuerza electoral quehabía convocado a una nueva política terminaba siendo absorbidapor el sistema tradicional, asumiendo como propio el discurso delBanco Mundial que situaba a la corrupción como fenómeno institu-cional, e induciendo incluso el ingreso de Cavallo al gabinete de laAlianza, el trayecto recorrido no ha sido en vano y se expresa hoy enlas diferencias que exhibe la crisis actual con la de 1989 (aspecto queretomaremos más adelante).

Respecto al gobierno de la Alianza

Mis coincidencias en este punto son absolutas y sólo pretendo desta-car dos cuestiones. En primer término, la importancia de observar lacrisis del transformismo en relación con las disputas que exhibe elestablishment, y por lo tanto la relevancia de ubicar la estrategia delos organismos internacionales y del sector financiero expresadas en

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del silenciamiento de las instituciones en el marco de la razón de Es-tado que impuso el denominado mercado. Se ratifica así lo que se in-tentó presentar en el apartado conceptual, situando al terror comofactor de disciplinamiento social y como clave contextual de la ope-ración transformista que Basualdo describe. Ciertamente, en este pe-riodo es más que evidente que la integración económica de loscuadros de las diferentes estructuras políticas y sociales adquiere unpapel casi excluyente desplazando el lugar que, por lo menos desdenuestro punto de vista, tuvieron las marcas sobre el pensamiento y laideología en las concepciones del periodo anterior.

En segundo lugar, parece importante destacar la contradicción queBasualdo describe al observar cómo el proceso de acumulación de fon-dos de carácter ilegal desarrollado en la etapa por el menemismo, con-fronta con el bloque dominante disputando la apropiación de parcelasconcretas de negocios. La experiencia Yabrán es elocuente respecto ala preocupación que genera en el e s t a b l i s h m e n t económico el intentode autonomía relativa que dicha intervención suponía. No obstante, nodeja de ser paradójico que aun compartiendo el criterio de Basualdo, ycoincidiendo en el hecho de que la integración económica asocia al sis-tema político con una de las fracciones (la cúpula histórica de los gru-pos locales y extranjeros), el exponente más alto de la integracióneconómica (Menem) asocie su interés con un actor como el Citi y queexprese en el terreno del discurso la propuesta dolarizante que repre-senta acabadamente al sector financiero, los organismos internaciona-les y las empresas privatizadas. Ciertamente, parece más que evidenteque lo que se le prohibe al menemismo (y en este sentido es evidentela actuación de la Comisión del Senado norteamericano) es transfor-marse no sólo en representante político sino el intento de pretender in-tegrarse como actor económico y empresarial concreto. Decisiónseguramente asociada con la necesidad de renovar la legitimidad de laselites políticas latinoamericanas, frente al cuadro de deterioro socialque los ajustes inducen.

En tercer término, y profundizando las condiciones en que emer-giera durante el año 1994 el consenso antimenemista, parece oportu-no precisar que en dicho año no sólo se expresó la expansión de laarena política (dicho esto en términos de la categoría propuesta por

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traordinarias en divisas por parte de los sectores más fuertes del em-presariado local.

En este marco, la gobernabilidad del sistema aparece puesta encuestión por:

2) La capacidad de bloqueo, rebeldía y movilización social queexhiben los sectores populares. Resulta claro en la actualidad que loscriterios de bien y de verdad que el neoliberalismo impusiera luegodel golpe hiperinflacionario del 89, hoy están puestos en crisis. Na-die cree que lo que hoy ocurre esté bien y menos que esto sea lo úni-co que pueda hacerse. Pero además, el fenómeno que describimostiene otro dato de suma importancia: la movilización y el cuestiona-miento social aparece referenciado y canalizado por organizacionessociales que han demostrado una y otra vez una notable autonomíarespecto a los factores de poder económico e institucional tradicio-nales. La Asamblea de organizaciones territoriales y de piqueteros, laCentral de los Trabajadores Argentinos, la Corriente Clasista y Com-bativa, la Federación Agraria Argentina, la Asamblea de Pequeños yMedianos Empresarios y otros más que incluyen múltiples organiza-ciones de carácter local han protagonizado movilizaciones multitudi-narias en los últimos tiempos. Lo expuesto evidencia una diferenciaconcreta respecto a la crisis de 1989. En aquel momento, si bien exis-tía movilización y cuestionamiento a la lógica del ajuste, ésta se en-contraba encapsulada por la estructura del Partido Justicialista y delsindicalismo tradicional. Estructuras que, tal cual cita Basualdo, re-firiendo información vertida por Luis Barrionuevo, habían recibidopara la campaña electoral de aquel momento unos ocho millones dedólares de los principales grupos empresarios del país.

3) Existe una evidente dificultad para unificar al bloque domi-nante, partido hoy en torno a las opciones que Basualdo describe,identificando los intereses que pretenden estructuralizar el ajuste ac-tual dolarizando, incluso, la economía argentina, y aquellos que in-tentan promover una salida devaluatoria. Mientras los primerosexhiben una notable capacidad de chantaje en términos financieros ypresentan una flagrante debilidad política, los que impulsan la deva-luación mantienen una mayor influencia política y una menor capa-cidad económica. En este sentido, y a diferencia del año 1989 no

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el discurso de reducir el costo de la política, como el modo de neu-tralizar la clara subordinación del sistema político a la fracción localde los sectores dominantes. En segundo lugar, importa destacar laemergencia de planteos como los de Elisa Carrió que claramente de-nuncia la integración económica que Basualdo expone, que sitúa lacorrupción en un marco distinto al criterio bancomundialista que im-pulsara en su momento Chacho Álvarez, y que vincula expresamen-te este proceso con la estructura de poder económico vigente. En estepunto, y observando además la centralidad que en su denuncia asu-me el cuestionamiento del Banco Citi e incluso de otros representan-tes del establishment financiero, y observando el consenso que sufigura adquiere, no puede menos que situarse el fenómeno políticoque la chaqueña expresa como un emergente más (y de suma impor-tancia) de las demandas de democratización y distribución del ingre-so que acumula y requiere la crisis argentina.

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA CRISIS ACTUAL

Basualdo finaliza su trabajo pensando la crisis actual en relación a lade 1989 y retomando las categorías que para aquel momento utiliza-ra. Ubica nuevamente la crisis de acumulación, la crisis de gobiernoy la crisis de régimen. Termina destacando los efectos negativos quepara el conjunto de la sociedad y los sectores populares tienen las dosvariantes que impulsa el bloque dominante. Coincidiendo con su en-foque general y destacando la importancia que el material presenta-do por el autor tiene para la comprensión global del procesoargentino, finalizo mi comentario realizando con otro formato analí-tico una comparación de la crisis actual con la de 1989.

Desde mi punto de vista la síntesis sería la siguiente:1) Efectivamente Argentina transita nuevamente una crisis de su

proceso de acumulación y se encuentra, al igual que en el año 1989,al borde del colapso. Una vez más la valorización financiera toca supunto límite y exige nuevos replanteos. Este punto límite se expresaen la imposibilidad de poder seguir financiando por vía del incre-mento de la deuda pública externa la realización de ganancias ex-

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Este esquema, podría ser acompañado por estrategias de atención fo-calizada sobre los indigentes en un intento de resolver la aguda cri-sis de legitimidad que el orden actual exhibe. En este sentido,percibimos la existencia de nuevas tendencias en el campo interna-cional que en lugar de quedar emblocadas en las posturas dolarizan-tes que impulsa el establishment financiero local, pueden intentarcompatibilizar el mantenimiento del mismo rumbo estructural con laapertura a cierta modificación cambiaria que sea viabilizada por lareprogramación del endeudamiento.

5) Existe una crisis formidable de representación política queremite al análisis que Basualdo realiza pero que determina en un con-texto de fuerte deterioro del gobierno actual (y sin que esté finalizan-do su mandato) que no exista oferta desde el sistema tradicional. Estaes una diferencia específica respecto a 1989 ya que en aquel momen-to la crisis institucional coincidió con el final de un mandato y exis-tía una fuerza política en capacidad expresa de asumir el gobierno.Hoy, la ilegitimidad vigente, obliga a que se elaboren alquimias res-pecto a una supuesta unidad nacional que pretende plantarse comofuturo formato para una nueva profundización del ajuste en los tér-minos que se esbozan en el punto anterior. El dato a destacar es quefrente a la crisis formidable del sistema político tradicional, la figu-ra que emerge con mayor consenso en las encuestas es la diputadaElisa Carrió asociada, como mencionamos anteriormente, al cuestio-namiento frontal y transversal al sistema político tradicional.

Hecha esta síntesis, corresponde precisar que efectivamente la Ar-gentina se encuentra en un marco donde eventuales crisis y modifi-caciones institucionales no pueden descartarse. El contexto indicaque una nueva síntesis de los sectores dominantes plantea costosapreciables sobre la distribución del ingreso y sobre las condicionesmismas de la institucionalidad del Estado de derecho. En este senti-do, hoy se vive con claridad un Estado de no-derecho signado por lacoacción sobre las instituciones en el objetivo de verticalizar toda de-cisión en torno al interés del Ejecutivo, el desconocimiento expresodel accionar Judicial, la delegación de facultades especiales en elEjecutivo gobernante y el procesamiento y judicialización sistemáti-

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parece factible la reedición de un intento de disputa comandado ex-clusivamente por la cúpula empresarial histórica que integran losgrupos locales. Todos sus intentos, y en este sentido el último fue elimpulsado por Cavallo al inicio de su presente gestión, buscaron en-hebrar una salida respetando el predominio de los demás integrantesdel bloque dominante (privatizadas y Bancos). En ningún caso, másallá de gestos puntuales realizados por el actual presidente de laUnión de Industriales de Argentina (UIA), se advierten estrategiasque puedan asemejarse a la primer experiencia del populismo mene-mista que finalizara con Bunge y Born en el Ministerio de Economía.

4) Se observa también un claro fenómeno de aislamiento inter-nacional de la Argentina. La última negociación realizada con el FMI

y el Tesoro norteamericano, que llevara más de diez días y que mo-tivara duras definiciones de las primeras figuras de la política nortea-mericana sobre la situación argentina, son evidencia elocuente deesta situación. Lo que está puesto en cuestión desde el exterior es laevidencia de que Argentina tiene u$s150.000 millones de deuda ex-terna pública, y al mismo tiempo se registran cerca de 120.000 mi-llones de “dólares argentinos” en el exterior. Además, la mitad de losbonos de la deuda pública están en manos de residentes locales. Eneste marco, no hay demasiado margen para demandar nuevas asisten-cias financieras, las cuales además aparecen acotadas dada la nuevaestrategia que en la materia parece inducir la nueva administraciónBush. Asimismo, se observa con recelo la experiencia de tipo decambio fijo que mantiene el régimen convertible, al tiempo que seafirman las concepciones que sostienen que Argentina debería repro-gramar los vencimientos de su deuda ya que en este marco su pers-pectiva parece insustentable. El futuro parece dibujar la posibilidadde que una reprogramación acreedora de la deuda, pueda hacer fac-tible la modificación pautada del tipo de cambio con el objeto de me-jorar las condiciones de precios relativos y hacer más sustentable elbalance de pagos. En este esquema, el oxígeno financiero no seríagratis sino que estaría atado a la apertura de algunos negocios queimportan como pueden ser la privatización de la salud, de la educa-ción y la Universidad, replanteando la relación entre la Nación y lasprovincias y alineando claramente al país en la estrategia del ALCA.

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co de los protagonistas del conflicto social. En este marco, y pese atodas las dificultades, los puntos 2 y 5 anteriormente mencionadosevidencian, que al igual que en 1994, pero con mucha más potencia-lidad vuelven a emerger condiciones para la construcción de unanueva fuerza política. A diferencia del desencuentro que se vivieraentre la experiencia social e institucional en aquel momento, hoy haysignos que parecen potenciar mejores perspectivas. En principio, elpapel de las organizaciones sociales con autonomía en el conflicto yen la movilización es muy superior al de aquel momento, además laexpresión institucional que sintetiza Elisa Carrió ha realizado gestosconcretos que merecen valorarse. Aparte de denunciar a las mafiasinvolucrando expresamente al poder económico, lo ha hecho ponien-do el material a disposición de aquellas organizaciones sociales quefueron signo de la resistencia al orden vigente. Por último, quizás lomás importante sea que está en marcha una iniciativa que se propo-ne construir, frente a la unidad nacional que promueve el ajuste y elautoritarismo político, un Frente Nacional Contra la Pobreza queapelando a la participación directa de la población se propone afir-mar una salida en términos de democratización y redistribución jus-ta del ingreso. Frente en el cual y en torno a una propuesta concreta,construyen de conjunto múltiples organizaciones sociales y las dife-rentes expresiones institucionales que han resistido la vigencia delpresente orden. Un desafío que recupera, salvando desencuentros, lanecesidad de una estrategia integral para la practica política. Cami-no, en mi opinión, indispensable para remover el sistema de domina-ción que en sus diferentes trabajos y en este en particular, analiza elcompañero Eduardo Basualdo.

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Modelo de acumulación de capital y sistema político

en la Argentina. Notas sobre el transformismo argentino

durante la valorización financiera (1976-2001) , por Eduardo

M. Basualdo se terminó de imprimir en el mes de agosto

de 2001, con un equipo DocuTech 135,

erox Argentina I.C.S.A.

del Centro de Copiado de la Universidad Nacional de Quilmes,

Roque Sáenz Peña 180, Bernal, Argentina


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