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El disciplinamiento social como factor del desarrollo ...

Date post: 29-Oct-2021
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Felipe Mansilla El disciplinamiento social como factor del desarrollo histórico. Una visión heterodoxa desde el Tercer Mundo (11 Parte) Summary: Departing from divergin perspec- tives, Sigmund Freud, Norbert Elias and even the Frankfurt School have perceived the discipliniza- tion of instincts and pass ion as a fundamental ci- vilizatory elemento Taking into account the not very positive results of this process in the Third World (universal standardization, decline of spontaneity and the individual), the author ad- vances a critical revision of those approaches. Resumen: Desde puntos de vista divergentes, Sigmund Freud, Norbert Elias y la Escuela de Frankfurt han considerado el disciplinamiento de Losintentos y las pasiones como un elemento civi- lizatorio central. Tomando como base los resulta- dos no muy benéficos de este proceso en el Tercer Mundo (uniformamiento generalizado, decaden- cia de lo espontáneo y del individuo, se propone una visión crítica a este enfoque teórico. IV. Los laberintos del poder y el problema del control social Como toda obra verdaderamente grande, el psi- coanálisis freudiano admite varias interpretaciones y contiene valiosos puntos de vista sobre una mul- tiplicidad de temas. También para una perspectiva crítica consagrada a comprender mejor la realidad actual del Tercer Mundo, el psicoanálisis y por- ciones de la Teoría Crítica pueden brindarnos al- gunos aportes importantes. Una de las contribu- ciones mayores de Freud no reside en sus mode- los deterministas, causal es y mecanicistas, sino paradójicamente en sus procedimientos herme- néuticos. Las líneas mayores del desarrollo en las periferias mundiales requieren de una interpreta- ción del sentido de los procesos históricos de dis- ciplinamiento social que tantos sacrificios han impuesto a esas naciones. Precisamente el poten- cial crítico contenido en el realismo descanado del psicoanálisis permite reconocer los rasgos po- co razonables del racionalismo occidental, del vínculo entre los instintos y el poder y del sesgo antropocéntrico y eurocéntrico del pensamiento cientffico", y simultáneamente entender lo pato- lógico de muchos decursos históricos. El psicoa- nálisis representa una de las primeras y más ex- haustivas metodologías de la auto-reflexión al centrar su atención sobre los temores y los anhe- los del subconsciente y al intentar su superación mediante su examen racional. Al reconocer los prejuicios y las ilusiones irracionales, el sujeto in- dividual o colectivo contribuye a esclarecer su propia situación a evitar la repetición de los me- canismos de auto-engaño, a desvelar la patología contenida en la "comunicación" habitual, a perca- tarse de lo extraño en uno mismo y a intentar una Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXV (86), 185-194, 1997
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Felipe Mansilla

El disciplinamiento socialcomo factor del desarrollo histórico.

Una visión heterodoxa desde el Tercer Mundo

(11 Parte)

Summary: Departing from divergin perspec-tives, Sigmund Freud, Norbert Elias and even theFrankfurt School have perceived the discipliniza-tion of instincts and pass ion as a fundamental ci-vilizatory elemento Taking into account the notvery positive results of this process in the ThirdWorld (universal standardization, decline ofspontaneity and the individual), the author ad-vances a critical revision of those approaches.

Resumen: Desde puntos de vista divergentes,Sigmund Freud, Norbert Elias y la Escuela deFrankfurt han considerado el disciplinamiento deLosintentos y las pasiones como un elemento civi-lizatorio central. Tomando como base los resulta-dos no muy benéficos de este proceso en el TercerMundo (uniformamiento generalizado, decaden-cia de lo espontáneo y del individuo, se proponeuna visión crítica a este enfoque teórico.

IV. Los laberintos del podery el problema del control social

Como toda obra verdaderamente grande, el psi-coanálisis freudiano admite varias interpretacionesy contiene valiosos puntos de vista sobre una mul-tiplicidad de temas. También para una perspectivacrítica consagrada a comprender mejor la realidad

actual del Tercer Mundo, el psicoanálisis y por-ciones de la Teoría Crítica pueden brindarnos al-gunos aportes importantes. Una de las contribu-ciones mayores de Freud no reside en sus mode-los deterministas, causal es y mecanicistas, sinoparadójicamente en sus procedimientos herme-néuticos. Las líneas mayores del desarrollo en lasperiferias mundiales requieren de una interpreta-ción del sentido de los procesos históricos de dis-ciplinamiento social que tantos sacrificios hanimpuesto a esas naciones. Precisamente el poten-cial crítico contenido en el realismo descanadodel psicoanálisis permite reconocer los rasgos po-co razonables del racionalismo occidental, delvínculo entre los instintos y el poder y del sesgoantropocéntrico y eurocéntrico del pensamientocientffico", y simultáneamente entender lo pato-lógico de muchos decursos históricos. El psicoa-nálisis representa una de las primeras y más ex-haustivas metodologías de la auto-reflexión alcentrar su atención sobre los temores y los anhe-los del subconsciente y al intentar su superaciónmediante su examen racional. Al reconocer losprejuicios y las ilusiones irracionales, el sujeto in-dividual o colectivo contribuye a esclarecer supropia situación a evitar la repetición de los me-canismos de auto-engaño, a desvelar la patologíacontenida en la "comunicación" habitual, a perca-tarse de lo extraño en uno mismo y a intentar una

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terapia emancipatoria mediante una visión crítica dela propia génesis e identidad. Como se sabe, la pro-saica realidad, tanto en el plano personal como en elcolectivo, no colmó ni de lejos estas expectativasdel psicoanálisis, pero este corpus teórico ha servidopara comprender un aspecto esencial que conciernea la temática aquí tratada: la compleja tensión entrelos principales normativos generales y la singulari-dad o irreductibilidad del caso individual.

El haber enfatizado la primacía de los instintossobre la Razón ha servido para mitigar las ilusio-nes y los equívocos del racionalismo y de la Ilus-tración y para comprender que buena parte de lasactividades del raciocinio está destinada a elaborarlegitimizaciones para velar obscuros impulsos, es-pecialmente de aquellos vinculados al poder". Elinfantilismo soci-político tiene que ver con la difi-cultad de comprender críticamente el propio pasa-do; el encubrir los hechos pretéritos y el entorpe-cer su esclarecimiento fomentan la repetición depautas irracionales de comportamiento colectivo,que tienden así a consolidarse".

Uno de los méritos permanentes del psicoanáli-sis es haber hecho hincapié en la naturaleza arnbi-valente del Hombre; el fuego de las pasiones y lacontención de las mismas conforman el funda-mento siempre precario de toda institución huma-na, y por 10 tanto es indispensable un sano escepti-cismo frente a todos los modelos de ordenamientosocial. Freud, al igual que G.W.F. Hegel en su Fe-nomenología del Espíritu, tuvo la genialidad demostrar la relevancia central de los fenómenos dealienación -y, en general, de los aspectos a loscuales se les atribuye cualidades negativas- para laconstitución de una consciencia reflexiva, para to-da síntesis cognoscitiva y para la coprensión delmundo exterior".

El reconocimiento de la naturaleza ambivalentedel Hombre podría significar un aporte -teórico-para entender mejor la complicada y persistentetrama del poder político; es un lugar común elmencionar el hecho de que las estructuras de do-minación resultaron particulamente opresivas allídonde la doctrina oficial había proclamado el finde la lucha de clases y la abolición del Estado co-mo meta normativa de los designios revoluciona-ríos". Igualmente notorias son la predisposiciónde las masas a una "servidumbre voluntaria?" y lainclinación de élites gubernamentales a una libidodominandi, independientemente de la ideologíaque profesan. Utopistas y revolucionarios han evi-denciado a 10 largo de toda la historia una curiosa

y obstinada tendencia a dejarse fascinar por el po-der político y sus prerrogativas, ante todo por laposibilidad de poder disponer sobre hombres y re-cursos; los discursos legitimatorios correspondien-tes no han variado gran cosa desde los anabaptistasde Münster hasta los preclaros pensadores al servi-cio del socialismo científico bajo Fidel Castro.

Freud vio acertadamente que la libido domi-nandi y la capacidad de ejercer coerciones socia-les efectivas sin recurrir necesariamente a la vio-lencia expresa están correlacionadas con la psico-logía de las masas. El Hombre en cuanto miembrode un grupo se comporta, como es sabido, en for-ma diferente a la de un individuo aislado; la índolegregaria y maleable de las masas tiene que ver conla relajación de los mecanismos internos de con-trol de los impulsos, con la dilución de la concien-cia moral y del sentido de responsabilidad, con unsentimiento difuso de omnipotencia, con su carác-ter cambiante y crédulo y finalmente con la trans-posición del yo ideal a un caudillo carismático".Todos estos aspectos pueden combinarse con unentorno moderno, con una civilización tecnológi-camente muy avanzada y con las tradiciones cul-turales más divesas; el siglo XX ha sido muy ricoen los ejemplos más terribles de este fenómeno",del cual la historia contemporánea del TercerMundo no está exenta.

El escepticismo fente a los complejos asuntosdel poder no debería conducir al extremo de unpan-dorninacionalismo a estilo de Michel Fou-caulr", quien percibió el discurso del poder en casitodas las manifestaciones del saber y de la praxis:no habría nada fuera del poder, la voluntad de ver-dad sería únicamente una voluntad de poder, la re-sistencia al poder representaría un juego dentro delmismo, etc. El uso inflacionario de conceptos aso-ciados al dominio (político) resta a éstos toda espe-cificidad y, por consiguiente, toda facultad expli-cativa. Si todo es poder, éste último se diluye enalgo nebuloso ... e inofensivo.

Igualmente insatisfactorio es el otro extremo, latrivialización de los aspectos dominacionales, de-sembarazándolos de toda connotación social psi-cológica y ética, como lo hace la Teoría de Siste-mas. La concepción de que los problemas de go-bierno no tienen que ver con el poder en sentidoenfático, sino con fenómenos de regulación de cir-cuitos administrativos, de distribución de recursos,de manejo de información y de compensación deintereses divergentes, transforma a las instanciasdetentadoras del poder en menos regulativos de un

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sistema que busca de todas maneras su equilibrioy estabilidad óptimas. Es ya un lugar común elaseverar que las numerosas variantes· de la teoríasistémica coadyuvan de manera exclusivamenteracional-instrumental a hacer más eficiente el tra-bajo administrativo gubernamental y a solucionarconflictos en la forma menos costosa, pudiendoservir indistintamente a los ordenamientos socio-políticos más diversos; esta especie de ingeniería otecnología social es indiferente ante los aspectosprofundos que están inmersos en la problemáticadel poder -desde su racionalidad a largo plazo has-ta la exigencia de participación efectiva de los ciu-dadanos-, aunque reproduzca en toda su desnudezun rasgo fundamental de la modernidad: la equipa-ración de felicidad y éxito con el principio de ren-dimento en todos los campos de la vida humana".

Aunque sea curiosamente, tampoco hay que ol-vidar que algunos representantes de la Escuela deFrankfurt cayeron en un ingenua y laudatoria acti-tud frente al poder estatal, si éste era detentadopor la tendencia "correcta", es decir por la izquier-da radical. Partiendo de la doctrina inflacionariade que la razón es poder y de que todo estatuto-po-lítio-jurídico es represivo, se llega fácilmente a co-honestar un gobierno despótico como apropiado ehistóricamente necesario si tal régimen parece obli-gado a los sacrosantos lineamientos de la lógicahistórica. El desprecio por los mecanismos de la de-mocracia constitucional y pluralista, el desdeñar losintereses individuales - en cuanto manifestacionesdel egoísmo burgués- y la concentración de activi-dades productivas y administrativas en un gobiernocentral representan otros aspectos de una "dictadu-ra educacional" al estilo de Jean-Jacques Rous-seau, a la cual no era refractario Herbert Marcu-se". En general se puede objetar contra la concep-ción del orden de la Escuela de Frankfurt que éstase entrega a un "escepticismo irrestricto con res-pecto a la razón?": el enaltecimiento exagerado dela razón instrumentalista totalizadora a la catego-ría de única (o predominante) manifestación de laRazón impide ver la diferencia entre la racionali-dad del sistema y la de la actuación, la posibilidadde una razón comunicativa y la existencia e impu-los espontáneos que no deben ser atribuidos sinmás a las fuerzas irracionales y obscurantistas queperviven en toda sociedad.

La segunda mitad del siglo XX se caracteriza enel Tercer Mundo por la irrupción de la moderni-dad, combinada con dilatados procesos de intensocambio social y con experimentos socio-políticos

de la más variada especie. Todos ellos han conlle-vado para sus pueblos la doble carga de un disci-plinamiento colectivo en una escala sin preceden-tes en su historia y de un fortalecimiento tambiéninusitado de los aparatos administrativos y guber-namentales. En aquellas naciones abocadas a regí-menes socialistas de inspiración marxista, el disci-plinamiento masivo y el reordenamiento radicalde los "recursos humanos" han sido particular-mente intentos y vastos, aunque sus resultadosglobales hayan sido decepcionantes y su eficienciageneral no pudiese alcanzar ni lejanamente la ob-tenida en sistemas de libre mercado. De todas ma-neras la totalidad de estos procesos ha estado en-trelazada con una enorme expansión de la lógicainstrumental, lo cual ha traído consigo, por lo me-nos parcialmente, un renacimiento de la libido do-minandi (con ropaje tecnocrático) y de movimien-tos populistas dispuestos a dejarse manipular porlas técnicas contemporáneas de seducción social.Todavía no existen los conceptos adecuados paracaptar la magnitud y dirección de estos decursosevaluativos ni tampoco los ritrios para juzgar eléxito o el fracaso a largo plazo de los mismos.Hace falta una teoría genuinamente crítica de losaspetos dominacionales en el Tercer Mundo, quecorrelacione esta problemática con el campo delo político-institucional y de lo socio-cultural.

v. Los costos del disciplinamientocolectivo y lo positivodel orden premoderno

Aunque se trata de una cuestión altamente es-peculativa, es conveniente hacer una aproxima-ción teórica en torrio al sentido y al precio de losprocesos de homogenización, disciplinamiento ymodernización, que hoy en día conforman la partesubstancial de los esfuerzos en pro de un desarro-llo integral en Asia, Africa y América Latina. Unposible acceso es el que brinda el debate acercadel postmodernismo, que simultáneamente nos ha-ce percibir los elementos negativos de la moderni-dad occidental y lo positivo, es decir lo rescatable,del orden tradicional.

La modernidad es la sociedad de la industria,de la urbanización, de la solidaridad orgánica,de la racionalización de la vida cotidiana, de ladiferenciación y especialización de funciones,pero también la del crecimineto gigantesco de laproducción y del despilfarro equivalente de los

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más valioso de la tradicionalidad, que es la diver-sidad en la organización político-institucional yenlas pautas de comportamiento. La enérgica pro-pensión en todo el Tercer Mundo hacia la adop-ción de los parámetros metropolitanos de desarro-llo, que implican lo normalizado y centralizado,ha desprestigiado las propias tradiciones culturalesen las periferias mundiales y las ha convertido enun asunto folklórico de los estratos de menores in-gresos y oportunidades de educación. Si bien escierto que este proceso ha debilitado al mismotiempo odiosos privilegios convencionales, diluí-do valores irracionales de orientación y abolidodesigualdades jurídicas, también ha denigrado laidea de lo positivo en la heterogeneidad, ha des-prestigiado el estilo de vida rural y provinciano yha imposibilitado la formación de algo que désentido transcendente a la existencia humana y alos valores éticos y estéticos". A ciencia cierta nose sabe todavía si la modernidad realmente com-pensa los sacrificios colectivos que demanda (en-tre los cuales se hallan la supresión de individuosanárquicos, la eliminación de comportamientossocialmente anómalos, la mitigación de regiona-lismos exorbitantes y la terminación de lo queahora es considerado como anacrónico), y estoconforma una cuestión que puede ser dilucidada ala vista de otros procesos evolutivos que actual-mente tienen lugar en el Tercer Mundo y que hansido prefigurados por el desenvolvimiento de lassociedades metropolitanas.

Aunque enunciados generales se vuelven -contoda razón- cada día más problemáticos, se puedeafirmar que la modernización imitativa y parciali-zante en las periferias mundiales, centrada en losaspectos técnico-económicos, ha introducido evi-dentemente nuevos padrones de comportamientoen el campo laboral, en los negocios y en la edu-cación, pero ha reforzado en numerosos países,sobre todo en el ámbito islámico, pautas autorita-rias de orientación. Además, los procesos moder-nizadores han incrementado la plasticidad y ma-leabilidad de los mortales, hasta un nivel deplora-ble. La moralidad anteriormente estaba reguladapor instituciones de origen más o menos arcaico,como la iglesia y el ejército. El deterioro que hasufrido la autoridad casi sagrada de estas institu-ciones y de sus funciones otrora soberanas ha pri-vado al Hombre de importantes reglas de actua-ción y modelos de praxis cotidiana, lo que condu-ce, por otra parte, a que las energías internas acu-muladas se descarguen en procederes anómicos o

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recursos naturales, y en los países del TercerMundo la del incremento exponencial de la pobla-ción y de los problemas anexos. También en lasperiferias mundiales la modernidad causa el flore-cimento hipertrófico de la burocracia, la desperso-nalización de las realciones humanas, el agotamien-to explicativo de los modelos racionalistas, la incer-tidumbre sobre el futuro, el descrédito de las uto-pías, la transformación de la experiencia del tiempoy la obsolescencia de los grandes recursos.

Una de las pérdidas más deplorables que con-lleva el fin de la tradicionalidad es la disoluciónde los llamados vínculos primarios. La familia ex-tendida, las jerarquías sociales basadas en el pres-tigio histórico, los sistemas de solidaridad recípro-ca, la amistad espontánea y los contextos de esta-bilidad afectiva están en franca decadencia y tam-bién en el Tercer Mundo son reemplazados por laeducación universal, las pautas uniformes de co-nocimneto, la discliplina de la oficina y la fábricay por las relaciones interhumanas dominadas porel frío cálculo de la conveniencia. La modernidadofrece más opciones", pero restringe la cantidad yla calidad de los lazos afectivos, los que, despuésde todo, son ndispensables para la formación deidentidades razonables. A pesar de su infinitamen-te mayor libertad de elección, la sociedad modernadespliega con frecuencia rasgos patológicos al re-husar a sus ciudadanos el calor humano y al exi-girles al mismo tiempo la internalización eficaz yexhaustiva de un número muy elevado de normas,cuya transgresión es penada de manera menosbrutal, pero más eficiente que en las comunidadestradicionales. El desarrollo contemporáneo delTercer Mundo está igualmente determinado porlas alienaciones modernas, pero estas naciones pe-riféricas carecen (aun) del espíritu crítico necesariopara percatarse de que las bendiciones de la mo-dernidad son de índole ambivalente. Están obstina-das en dejar atrás su infancia en el lapso de tiempomás breve posible, pero se olvidan de que este pe-ríodo de crecimiento -del cual ahora se avergüen-zan como de un estadio de pobreza y atraso- repre-senta la época de la fantasía creativa, del contactoinmediato con la propia naturaleza y de los impul-sos espontáneos más nobles. La pérdida de este ti-po de infancia es, como afirmó Odo Marquard",también una historia universal de la decadenciaque puede desembocar en la catástrofe.

El progreso material y el disciplinamiento co-rrespondiente producen el ya aludido quebranto dela policromía socio-cultural, conculcando el legado

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en un envanecimiento de la subjetividad, a vecesde marcado cuño hedonista. El Hombre modernose halla a menudo en estado de perplejidad y de-samparo frente a la inextricable complejidad de lacivilización industrial contemporánea, y justamen-te porque ésta le sugiere constantemente los idea-les de autodeterminación y auto-reflexión". Ge-nuina religiosidad ha representado un dique bas-tante resistente contra las seducciones manipulati-vas del mundo moderno, por las cuales el carácterautoritario se deja fascinar con suma ligereza. Esteelemento central de la tradicionalidad puede con-tribuir a una distinción entre autoridad (basada enla competencia que brindan los conocimientos, laexperiencia práctica y el ejercicio de una ética ra-zonable) y poder (mera disposición, muchas vecesteñida de Iibidinosidad y arbitrariedad, sobre hom-bres y recursos); la nivelización propugnada por lamodernidad, que es muy popular por las envidiasy los resentimientos ancestral es aun vigentes, im-pide que los criterios indispensables para realizaraquella discriminación entre autoridad y podertengan una relevancia colectiva.

Jessica Benjamín" adelantó la muy plausibletesis de que en el ámbito occidental la racionali-dad instrumental es un fenómeno básicamentemasculino: la división de identidades, roles y la-bores, que experimenta su consolidación polariza-dora en el complejo de Edipo, origina un sujetomasculino orientado por valores como la autono-mía individualista, la auto-conservación, la activi-dad compulsiva, el interés propio, el anhelo de po-der, la capacidad competitiva y otras facultadesafines, que pertenecen más al campo de las móna-das que a la esfera de la intersubjetividad. Para elindividuo masculino la identificación con otrossujetos puede conllevar el peligro de la pérdida delego; en lugar de la intersubjetividad de iguales elyo masculino prefiere el control y la dominacióndel prójimo. El individuo femenino se orienta se-gún los valores del amor a los otros y del cuidadoy fomento de éstos, lo cual constituye un contextomayor, más humano y de carácter altruísta y asis-tencial, contexto que depasa el estrecho margen dela racionalidad instrumental y conforma el funda-mento de una razón globalizante. (Freud y la Es-cuela de Frankfurt compartieron decididamente elmodelo edípico de un ego patriarcal y monádico).

La concepción del progreso cultural como do-mesticación de los instintos se basa en esta con-cepción que contrapone el entendimiento intersub-jetivo (considerado como secundario, retardatario,

ingenuo y hasta perjudicial) a la apertura y domi-nación exitosas del mundo exterior por parte desujetos agresivos y conscientes de su singularidadinconfundible. El aporte de esta concepción a laconquista del planeta y a su explotación por Occi-dente está fuera de toda duda; igualmente loablees su contribución a impedir que el ego y su pro-ceso de individuación recaigan en impulsos arcai-cos proclives a diluir toda diferenciación entrelos mortales. Pero la devastación acelerada de laTierra y de sus recursos, los desarreglos crecien-tes del medio ambiente y la decreciente calidadde la vida en las grandes aglomeraciones urbanasnos hacen cuestionar estos éxitos y poner en dudasu bondad liminar, especialmente en los países delTercer Mundo, donde todo este desenvolvimientoha tenido lugar en pocas décadas y con un acelera-miento desprovisto de espíritu crítico. Es a la vistade esta nueva situación que surge la pregunta porla deseabilidad de una racionalidad más amplia,que además de valores como auto-afirmación,competencia y libido dominandi, incluya en pri-mera línea reciprocidad, cercanía y asistencia alprójimo y capacidad de establecer vínculos huma-nos desinteresados.

En presencia de todos estos factores no muypositivos para la supervivencia humana, los es-fuerzos por el disciplinamiento colectivo adoptanun carácter ambiguo. No se puede negar sus nexosprofundos con el adelantamiento económico-téc-nico de todo tipo, pero precisamente el carácterdetestable de estos éxitos obliga a un marcado es-cepticismo, especialmente con respecto a la evolu-ción en las periferias mundiales. Se puede adelan-tar un juicio fragmentario e interino en torno a es-te proceso acudiendo a dos argumentos. En Asia,Africa y América Latina el desarrollo premedita-damente acelerado, parcialmente planificado yconstreñido principalmente a sus aspectos econó-micos y tecnológicos ha tenido lugar a partir de laSegunda Guerra Mundial (la excepción más nota-ble es la Argentina). En un lapso de tiempo de unabrevedad excepcional a todo lo largo de la historiauniversal, la modernización de estas naciones haconseguido éxitos innegables (como la industriali-zación de sociedades de Asia Oriental, que habíanpermanecido estáticas durante siglos o milenios),pero también ha causado daños eco lógicos irrepa-rables a escala planetaria, ha originado aglomera-ciones humanas realmente monstruosas, ha dilapi-dado recursos naturales que tardaron eras geológi-cas en formarse y, en la mayoría de los casos, no

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estática, disgregable y hasta incoherente, todos es-tos elementos han servido para contrarrestar losefectos nocivos que toda modernización trae con-sigo, como el carácter omnívoro de sus grandesaparatos (el Estado, el partido, la administraciónburocratizada), ei compromiso total que éstos exi-gen a menudo, la difusión universal de los cáno-nes culturales de los estratos medios de los paísesya industrializados, la carencia de una relación sa-na del Hombre con la naturaleza y la manía lucife-riana de implementar en la realidad lo que es téc-nicamente factible.

El desarrollo sorpresivo del otrora bloque so-cialista, la consciencia ecológica y el debate sobreel postmodernismo han puesto en duda -tambiénen el Tercer Mundo- la obligatoriedad de líneasmaestras y de leyes inexorables de la evoluciónhistórica y, por lo tanto, de reproducir en todo elplaneta el proceso de disciplinamiento colectivoque caracterizó a Occidente. La falta de un princi-pio que regule la historia universal, el percatarsedel carácter ficticio de las vanguardias que creenque pueden conocer y guiar el desenvolvimientode los pueblos, el desvanecimiento de las grandesutopías y la carencia de un proyecto histórico tota-lizador empiezan a ser percibidos como factoresde una curiosa dilución de coerciones: sólo en unaatmósfera exenta de una providencia omniscientey de un destino histórico inevitable puede florecerun espíritu público proclive a las innovaciones y alas mejoras genuinas de toda comunidad humana.

Existen historias concretas de determinadas so-ciedades y designios particulares para situacionesespecíficas, pero la idea de un gran proyecto so-cio-político, sustentado por una teoría global deun despliegue lógico-obligatorio de secuenciashistóricas concatenadas entre sí, ha caído en fran-ca decadencia, máxime si la concepción concomi-tante la capacidad de una élite de iluminados decomprender e interpretar las grandes verdades his-tóricas y, por ende, de canalizar la praxis perti nen-te ha conllevado una enorme dosis de sangre ydespotismo. Todo esto conduce a que los extensosprocesos de disciplinamiento colectivo hayan per-dido el aura de lo históricamente forzoso, positivoy hasta virtuoso; la política misma, en cuanto elesfuerzo colectivo por excelencia, emerge ahoracomo una actividad de importancia relativa, pues-to que su capacidad para "transformar el mundo"y para inducir cambios sociales relevantes seríamuy limitada". En contraposición a concepcionesbasadas en la "soberanía popular", en la "voluntad

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ha logrado brindar un sentido existencial a las di-latadas masas arrancadas precipitadamente de susraíces tradicionales. Por otra parte, allí donde lamodernidad ha calado más profundamente y don-de parece haber tenido los resultados más satisfac-torios, es que la "sociedad laboral", es decir el or-den basado en el trabajo abstracto mediatizado porel mercado y el dinero, ha entrado en franco des-crédito, el cual ha "atacado" también a las grandesutopías socio-políticas que derivaron su fuerzateórica y su fascinación sobre las masas de unapretendida reorganización de la esfera productivay de la abolición del trabajo alienante".

La descomposición de los regímenes socialistasa nivel mundial, los cuales no escatimaron esfuer-zo alguno en los intentos de disciplinamiento co-lectivo, pone en cuestionamiento la bondad de losobjetivos inmersos en los proyectos modernizan-teso No hay, es verdad, una sola lógica inevitablede la modernidad, y por ello existen diversas alter-nativas en torno a la racionalización del mundo yotras tantas posibilidades de explicar y diagnosti-car sus patologías". La potencia emancipadora dela razón auto-reflexiva y comunicativa sigue enpie, ya que razón no es absoluto equivalente depoder (el liberarse de la primera no garantiza, porende, el eximirse del segundo.) Pero la incerti-dumbre creciente frente a todo tipo de futuro, ladeclinación de los "grandes relatos", la descon-fianza hacia toda clase de planificación y las du-das en torno a la necesidad de "abrir" y "dome-ñar" todo espacio geográfico han minado el funda-mento justificativo de la modernidad, que era lapromesa segura de un porvenir mejor y la compa-ración desdeñosa con una pasado vilipendiado".De este desprestigio no están libres los experimen-tos más o menos democráticos de una economíaplanificada ni los sistemas con un Estado benefac-tor bastante dilatado".

Ex negativo han ganado en aprecio modelosinstitucionales y valores socio-culturales que hastahace muy poco tiempo parecían haber perdido laestimación pública: las ideologías fragmentarias yanticuadas, los mecanismos laxos de control so-cial, las lealtades diluidas, el redescubrimiento delo familiar, local y regional, un ritmo lento deapropiación de recursos naturales, la dinámicapausada del desenvolvimiento económico, el cari-ño al entorno vecinal y parroquial, la diversidadde estructuras jerárquicas y estatutos dominacio-nales y la existencia tolerada deautonomías co-marcales fáctieas. A pesar toa causa) de su índole

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general" y en todas las ideologías del cambio radi-cal, algunos movimientos sociales en la actualidadtratan incipientemente de buscar nuevas vías dedesarrollo en la dedicación a trabajos comunita-rios estrictamente delimitados, en el rescate de tra-diciones laborales de etnias oprimidas y en lasfaenas productivas que respeten criterios ecológi-cos y conservacionistas. El horizonte temporal yespacial restringido de estos intentos así como sudistanciamiento más o menos consciente con res-pecto a los sacrosantos principios de rendimiento,eficiencia y acrecentamiento compulsivos debilitanafortunadamente la rigidez e intensidad de los pro-cesos habituales de disciplinamiento colectivo, queestán ligados a decursos de ordinario muy largos, auna voluntad centralizadora y a metas normativasmás o menos claras. En cierto sentido se puedeaseverar que estos afanes de aliento menor privile-gian el presente (y no el porvenir); al atribuir unamayor importancia a las cosas momentáneas -co-mo las experiencias del amor y la alegríav-, restansignificación a la gratificación postergada y a otrosfenómenos análogos de la ética protestante.

Paralelamente debe mencionarse la posibili-dad de otras formas de disciplinamiento colecti-vo. Fuera de la variante burguesa, protestante ypropia de los estamentos medios, se da tambiénuna domesticación de los instintos de índolearistocrática, nacida de lo inevitable que era untráfico no agresivo entre los miembros de la éliteen las cortes de Francia y Borgoña; esta morige-ración de los impulsos espontáneos no desplazaal olvido los elementos lúdicos y estéticos, con-cede la debida relevancia a los aspectos exterio-res y mediante vestigios de (auto)ironía templalos excesos de sistematicidad y metodicidad".Erich Fromm llamó la atención sobre el hechode que un elemento central del disciplinamientooccidental burgués, la tendencia al ascetismo in-tramundano, puede representar la sobrecompen-sación por sentimientos centrados en posesión,consumo, envidia y afines, reprimidos por el su-jeto y denigrados por la ideología oficial, lo quepuede conducir a situaciones de patología so-cial". Esto no quiere decir, evidentemente, quese tenga que hacer la apología de un hedonismoirrestricto, que, como se sabe, no conduce a nin-guna parte".

Una evaluación definitiva de los procesos dedisciplinamiento y de su inevitabilidad histórica esimposible. Pero no es del todo erróneo el postularla conveniencia de relativizarlos y aminorarlos y el

encuadrarlos en intentos de democratización ge-nuina dentro de grupos sociales más o menos de-limitados y transparentes para sus propios inte-grantes, en una atmósfera antiburocrática que fo-mente su cuestionamiento permanente y que noimponga consensos obligatorios bajo formalis-mos democráticos".

El disciplinamiento colectivo ha constituidouno de los pilares centrales del desarrollo de la ra-cionalidad instrumental y, por consiguiente, de laevolución de las naciones occidentales y de la ac-tual civilización industrial. Sus méritos en pro delprogreso material, institucional y cultural son in-negables, pero también son notorias las calamida-des que están ligadas a este proceso secular. ElTercer Mundo puede aprender de las experienciashistóricas anteriores (si es que alguna comunidadhumana lo hace de los errores ajenos), no forzan-do programas de modernización que signifiquensimultáneamente la descomposición de tradicionesy modos de vida autóctonos y la utilización de susciudadanos como meros recursos sobre los cualesdispone una élite que está empeñada en imitar eldesenvolvimiento técnico-económico de las me-trópolis mundiales.

Como corolario es conveniente reiterar que losaspectos positivos conectados con la modernidad-que van desde la moralidad universal-racionalistade la Ilustración hasta el anhelo de objetividad enel conocimiento científico y de la plena autonomíadel sujeto'"- deben ser complementados con lo res-catable de la tradición" y con el fomento de unaracionalidad comunicativa. El disciplinamientosocial ha coadyuvado adecuadamente a una mejoradaptación de las sociedades a medios aleatorios ya recursos cambiantes y, por consiguiente, a unamplio dominio de los hombres sobre la naturale-za y sobre ellos mismos. El elevado grado de este"éxito" pone en peligro, sin embargo, la gran con-quista paralela del racionalismo: el tener que fun-damentar convincentemente las propias opcionesy la facultad de poner en cuestionamiento las pro-pias premisas, por más sólidas y razonables queéstas parezcan ser. La labor prioritaria de los paí-ses del Tercer Mundo sería el combinar un míni-mo de disciplinamiento con una racionalidad co-municativa" que ayude a mitigar las alienacionesde la civilización industrial y las rigurosidades delorden moderno, conservando, si es necesario,fragmentos de aquellos vínculos primarios que so-lían brindar solidaridad y generosidad sin trabasburocráticas.

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Notas

41. Cf. Hans-Georg Gadamer, Vemunft im Zeitalterder Wissenschaft (= La Razón en la era científica),Frankfurt: Suhrkamp 1976, p. 101 sq.: Los procedi-mientos hermenéuticos, complementando otros enfo-ques, ayudan a relativizar una sola interpretación defini-tiva mediante un interés mayor por preguntas que porrespuestas.

42. No sólo a causa del carácter secundario y acci-dental del intelecto, sino también a causa de la persisten-cia de los instintos de agresión y dominación, Freud con-sideró que la abolición de la propiedad privada, propug-nada por socialistas y comunistas, no traería consigo elfin de la agresión entre los hombres y la pacificación so-cial.- Freud, Das Unbehagen ... , op. cit. (nota 24), p. 103.

43. Cf. Thomas Mirbach, Kritik der Herrschaft (=Crítica de la dominación), FrankfurtlNew York: Cam-pus 1979, p. 52.

44. G.W.F. Hegel, Phiinomenologie des Geistes (=Fenomenología del espíritu), en: Hegel, Werke (=Obras), Frankfurt: Suhrkamp 1972, vol. 3. p. 39 sq., 359sqq.; con respecto a la importancia del pecado para elconocimiento cf. Erich Fromm, Y seréis como dioses,Buenos Aires: Paidós 1967, p. 81, 140 sqq.; sobre la in-fluencia de la Gnosis sobre esta temática cf. Hans Jonas,The Gnostic Religion, Boston: Beacon 1963, pp. 320-340 (en tomo a la relevancia actual de la Gnosis clásica).

45. Sobre esta temática cf. Edgar Morin, L'hommerévolutionné et l'homme révolutionnaire, en: SOCIALIS-ME ou BARBARIE, No. 39, marzo/abril 1965, passim;J.L. Talmon, Les origines de la démocratie totalitaire,París: Calmann-Lévy 1966; Jacques Julliard, La faute elRousseau. Essais sur les conséquences historiques de l'i-dée de souveraineté populaire, París: Seuil 1985.

46. Etienne de la Boétie, Über die freiwilligeKnechtschaft des Menschen (= Sobre la servidumbrevoluntaria del Hombre), Frankfurt: EVA 1980, passim;Guillermo Francovich, El odio al pensamiento. Losnuevos filósofos franceses, Buenos Aires: Depalma1982, pp. 75-78; Judith Le Soldat, Freiwillige Knechts-chaft (= Servidumbre voluntaria), Frankfurt: Fischer1989; Alfons Sollner, Geschichte und Herrschaft (=Historia y dominación), Frankfurt: Suhrkamp 1979.

47. Sigmund Freud, Massenpsychologie und lch-Analyse (= Psicología de las masas y análisis del yo),Frankfurt: Fischer 1967, p. 13, 16, 19.- Sobre esta temá-tica cf. tres excelentes trabajos: Heinrich Popitz, Prozes-se der Machtbildung (= Procesos de la formación del po-der), Tübingen: Mohr-Siebeck 1969; Hans Strotzka,Macht. Ein psychoanalytischer Essay (= Poder. Un ensa-yo psicoanalítico), Frankfurt: Fischer 1988; Axel Hon-neth, op. cit. (nota 33), pp. 66-69,171-179,196-223.

48. Erich Fromrn, Die Furcht vor der Freiheit (= Elmiedo a la libertad), Frankfurt: EVA 1966, p. 107 sqq.;Fromm, Autoritat und Familie. SozialpsychologischerTei (= Autoridad y familia. Parte socialpsicológica), en:

Hans-Peter Gente (comp.), op. cit. (nota 27), vol. 1, pp.291-300.

49. Sobre la concepción del Michel Foucault en tor-no al poder cf. M. Foucault, L'archéologie du savoir,París 1969; Foucault, Power / Knowledge, Brighton:Harvester Press 1980; cf. también Alex Callinicos,Postmodernidad, post-estructuralismo, postmarxismo?,en: Josep Picó (comp.), Modernidad y postmodemidad,Madrid: Alianza 1988, p. 285; J. Picó, Introducción, en:ibid., p. 40; Axel Honneth, op. cit. (nota 33), pp. 168-224; Gilles Deleuze, Foucault, París 1986, passim.

50. La enorme difusión de los enfoques sistémicostiene que ver con la reducción de la democracia a unrespeto formalizado de las reglas de juego, y en el mun-do socialista con la conceptualización de una "cienciade la conducción de recursos humanos" al estilo de uningeniería socio-política.- Cf. Michael Th. Greven, Sys-temtheorie und Gesellschaftsanalyse (= Teoría sistémi-ca y análisis de la sociedad), Darmstadt: Luchterhand1974, pp. 26-29, 84, 103 sq., 124, 134, 157 sqq., 171-181, 253-260; Jürgen Habermas / Niklas Luhmann,Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie - Wasleistet die Systemforschung? (= Teoría de la sociedad otecnología social - qué rinde la investigación sistémi-ca?), Frankfurt: Suhrkamp 1971, passim; Habermas,Der Philosophische ... , op. cit. (nota 4), p. 409 sqq.

51. Cf. Jürgen Habermas et al., Gesprache mit Her-bert Marcuse (= Conversaciones con Herbert Marcuse),Frankfurt: Suhrkamp 1978, p. 29 sq., 38 sq., 143 sq.;Marcuse, Trieblehre ... , op. cit. (nota 27), p. 179: "La li-bertad es una forma de poder".- Crítica a esta posición:lean-Marie Benoist, op. cit. (nota 30), p. 208.- Una per-cepción demasiado radical del orden "burgués" llevó aMarcuse a nivelizar las diferencias entre la guerra y lapaz y entre el estado de excepción y la normalidad coti-diana, viendo como única salida un mesianismo conce-bido como lucha de clases. Cf. Marcuse, Nachwort (=Epílogo), en: Walter Benjamín, Zur Kritik der Gewaltund ande re Aufsatze (= Crítica de la violencia y otrosensayos), Frankfurt: Suhrkamp 1965, p. 100, 105; Mar-cuse, Repressive Toleranz (= Tolerancia represiva), en:Robert Paul Wolff el al., Kritik der reinen Toleranz, (=Crítica de la tolerancia pura), Frankfurt, Suhrkamp1966, p. 95, 97, 114 sq., 120; Marcuse, Konterrevolu-tion und Revolte (= Contrarrevolución y revuelta),Frankfurt: Suhrkamp 1973, pp. 66-70.

52. Habermas, Der philosophische ... , op. cit. (nota4), p. 156; Habermas, Theorie des kommunikativenHandelns (=Teoría de la acción comunicativa), vol. 11:Zur Kritik der funktionalistichen Vernunft (= Crítica dela razón funcionalista), Frankfurt: Suhrkamp 1981, p.490 sq.- Sobre la teoría habermasiana cf. GerhardGamm, Eindimensionale Kommunikation. Vemunft undRhetorik in Habermas' Deutung der Modeme (= Comu-nicación unidimensional. Razón y retórica en la inter-pretación habermasiana de la modernidad), Würzburg:Konigshaus/Neurnann 1987.

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DISCIPLI AMIENTO SOCIAL

53. Ralf Dahrendorf, Kulturpessimismus versusFortschrittshoffnung. Eine notwendige Abgrenzung(=Pesimismo cultural contra esperanza en el progreso.Una delimitación necesaria), en: Jürgen Habermas(cornp.), Stichworte zur "Geistigen Situation der Zeit"(= Conceptos sobre la "Situación espiritual del tiem-po"), vol: 1: Nation und Republik (= ación y repúbli-ca), Frankfurt: Suhrkamp 1980, p. 222 sq.; cf. también:Fritz J. Raddatz, Kontaktsperre (= Bloqueo de contac-to), en: ibid., vol. ll: Politik und Kultur (= Política ycultura), pp. 554-577.

54. Odo Marquard, Apologie des Zufalligen. Philo-sophische Studien (= Apología de lo casual. Estudios fi-losóficos). Stuttgart: Reclam 1986, p. 79.

55. Sobre las relaciones entre la pérdida contem-poránea de sentido, la experiencia del nihilismo y ab-dicación de la universalidad de la Razón cf. JürgenHabermas, Theorie ... , op. cit. (nota 52), vol. 1: Hand-Iungsrationalitdt und gesellschafüiche Rationalisie-nlllg (= Racionalidad de la actuación y racionalizaciónsocial), pp. 336-339.

56. Sobre esta temática cf. Jürgen Habermas, DieNeue Unübersichtlichkeit (= El nuevo desorden), Frank-furt: Suhrkamp 1985, p. 42 sqq.; Conde Christian vonKrockow, Politik und menschliche Natur. Diimme gegendie Selbstzerstorung (= Política y naturaleza humana. Di-ques contra la autodestrueción), Stuttgart: DV A 1987,passim; Günter H. Lenz / Kurt L. Shell (comp.), The Cri-sis of Modernity, FrankfurtlNew York: Campus 1986.

57. Jessica Benjamin, Die Antinomien des patriar-chaltschen Denkens. Kritische Theorie und Psychoana-lyse (= Las antinomias del pensamiento patriarcal. Teo-ría crítica y psicoanálisis), en: Bonss / Honneth(comps.), op. cit. (nota 30), p. 441; cf. también Wolf-gang Bonss, op. cit. (nota 30), pp. 367-425.

58. Habermas, Die Neue ... , op. cit. (nota 56), p. 145sq.; sobre el carácter ambivalente de este proceso y losaspectos positivos del racionalismo cf. Habermas, Derphilosophische ... op. cit. (nota 4), pp. 391-393.

59. Josep Picó, Introducción, op. cit. (nota 49), p. 43;Habermas, Theorie ..., op. cit., vol. I (nota 55), p. 27 sq.,128,523 sqq.; vol. II (nota 52), p. 9 sqq., 184 sq., 338.

60. Cf. Urs Jaeggi, Drinnen und drauj3en (= Aden-tro y afuera), en: Habermas (cornp.), Stichworte ... , op.cit. (nota 53), vol. 11,pp. 476-478.

61. Jürgen Habermas concibió una defensa muy con-vencional y poco convincente del Estado de bienestarsocial encarnado en los regímenes de la socialdemocra-cia y, en general, del socialismo en cuanto modelo de or-ganización social, definiendo a este último en términosde extraordinaria modestia: socialismo sería aquel siste-ma de cuño falibilista, que corrige sus propios errores yque trata de disminuir la represión evitable y la injusticiaidentificable y que intenta impedir la erosión de formassolidarias de vida social.- Habermas, Die Neue ... , op. cit.(nota 56), p. 73, 152.- Cf. también: David Sobrevilla, Elproblema de la modernidad: el debate entre Lyotard y

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Habermas, en: SOCIALISMO Y PARTICIPACION,0.43, septiembre de 1988, pp. 65-82.

62. Cf. Norbert Lechner, Reflexiones sobre estilosde desarrollo y visiones del futuro, en: Faletto / Martner(comps.) op. cit. (nota 10), pp. 25-27; Lechner, La con-flictiva y nunca acabada construcción del orden desea-do, Santiago de Chile: FLACSO 1984; Lechner, De larevolución a la democracia, en: LA CIUDAD FUTU-RA, No. 2, octubre de 1986, p. 35; José Joaquín Brun-ner, Los debates sobre la modernidad y el futuro deAmérica Latina, en: Gonzalo Martner (comp.), op. cit.(nota 10), pp. 110-115; Anibal Quijano Las ideas soncárceles de larga duración, en: LA CIUDAD FUTU-RA, No. 2, octubre de 1986, p. 21 sqq.; Aníbal Quijano,Modernidad, identidad y utopía en América Latina, Li-ma: Sociedad & Política 1988; René Antonio Mayorga,Las paradojas e insuficiencias de la modernización )'democratización, La Paz: CERES 1987; José Aricó /Waldo Ansaldi, Debemos reinventar América Latina,pero ... desde qué conceptos "pensar" América", en:DAVID & GOLlATH, vol. XVI, No. 49,julio de 1986,p. 3 sqq.

63. Cf. Erich Fromm, Haben oder Sein. Die seelis-chen Grundlagen einer neuen Gesellschaft (= Tener oser. Los fundamentos espirituales de una nueva socie-dad), Munich: dtv 1981, p. 125.

64. Norbert Elias, Über den Prozess ... , op. cit. (nota1), vol. 1: Wandlungen des Yerhaltens in den weltlichenOberschichten des Abendlandes (= Modificaciones enel comportamiento de las capas altas mundanas de Oc-cidente), pp. 1-42.- La crítica alemana contrapuso a estacivilización francesa (brillante, pero superficial) la pro-pia cultura (profunda, filosóficamente fundamentada yobviamente seria), que en fondo era una ideología legi-timatoria de las clases medias relativamente exitosas-.Elias aludió con razón a la censura que hizo ThorsteinVeblen del consumo ostentoso de las élites, anotandoque tal crítica se nutría de los prejuicios puritanos de losestratos medios. Cf. N. Elias, Die Hofische Gesellschaft(= La sociedad cortesana), Neuwied/Berlín: Luchter-hand 1969, p. 104; Veblen, Teoría de la clase ociosa,México: FCE 1963, passim.

65. Erich Fromm, Haben ... , op. cit. (nota 63), p. 86 sq.66. Cf. el ensayo que no ha perdido vigencia: Her-

bert Marcuse, Zur Kritik des Hedonismus (= Críticadel hedonismo), en: Marcuse, Kultur und Gesellschft(= Cultura y sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1965,vol. 1, pp. 128-168, especialmente 158,161-163.

67. Cf. Odo Marquard, op. cit. (nota 54), p. 73: Elconsenso habermasiado poseería un elemento autorita-rio al permitir la polifonía y el disenso sólo como puntode partida; el consenso universal a establecerse despuésde la discusión general sería absorbente y obligatorio.

68. Jürgen Habermas, Modernidad versus postmo-demidad, en: Josep Picó (comp.), op. cit. (nota 49), p. 95.

69. Lo aparente anticuado, como la monarquía, puedepreservar valiosos elementos del mundo no racionalizado

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instrumentalmente y contribuir a dar un sentido de conti-nuidad e identidad a la comunidad respectiva, precisa-mente porque contiene valores estéticos superiores, por-que simboliza la continuidad con el pasado histórico detoda la humanidad (el renegar de él apunta al designiopatológico de no querer reconocerse en su propia génesisy a fomentar la reproducción irracional de lo desplazadoal fondo del subconsciente) y porque evoca un rasgo in-deleble de la condición humana, que es la contingencia.

El hecho de que la dignidad más alta del Estado perte-nezca a alguien por la mera casualidad de su nacimien-to nos recuerda que no todo lo pre-racional es irracio-nal; además así el símbolo (familiar) de la colectividadpermanece fuera de la codicia y los afanes de la castapolítica.

70. Habermas, Theorie ... , op. cit., (nota 52 y 55),vol. 1, p. 27 sq., 107, 128, 523 sqq.; vol. 11:p. 9 sq. 184sq.,338.

H.C.F. MansillaCasilla 2029

La Paz/Bolivia


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