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Artículo final final final

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La RSE como factor de sostenibilidad La Responsabilidad Social Empresarial como factor de sostenibilidad económico, social y ambiental Nelly Patricia Restrepo Londoño Universidad EAFIT Noviembre de 2012 1
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La RSE como factor de sostenibilidad

La Responsabilidad Social Empresarial como factor de sostenibilidad económico, social y

ambiental

Nelly Patricia Restrepo Londoño

Universidad EAFIT

Noviembre de 2012

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La RSE como factor de sostenibilidad

Resumen

El auge de la Responsabilidad Social Empresarial o RSE es una tendencia que en las últimas

décadas ha ganado mayores espacios al interior del mundo empresarial, como respuesta a la

valoración de los derechos de los trabajadores y al compromiso de preservación del medio

ambiente para convertirse en un factor de sostenibilidad económica, social y ambiental de los

países.

Es una práctica que propone cambios organizacionales de fondo como, por ejemplo, el desarrollo

de inversiones para su implementación, la transformación en la forma de hacer negocios, la

obtención de beneficios para los grupos de interés que están alrededor y al interior de la

empresa y la adaptación de políticas claras de preservación del medio ambiente El proceso

genera determinaciones definitivas en aspectos como inversiones, mayor conciencia social y

liderazgo sustentado en ética y valores, acciones que deben ser consistentes en la teoría y la

ejecución.

Palabras clave

Responsabilidad social empresarial, sostenibilidad, recursos naturales, ética, capitalismo.

Introducción

La Responsabilidad Social Empresarial o RSE es una tendencia que se origina al interior de

las empresas y que en la actualidad es valorada como factor de sostenibilidad económica, social

y ambiental de los países. Pero no siempre fue así. La aplicación de esta práctica es la respuesta a

años de lucha de la clase trabajadora en busca de procesos que reivindicaran sus derechos. RSE

también aborda temas de preservación del medio ambiente.

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La RSE como factor de sostenibilidad

Con base en la lectura de documentos, publicaciones y artículos de revistas obtenidas en

diferentes fuentes de información, se fijó un criterio frente a lo que se pretendía plasmar en

torno a la RSE. El interés por elaborar un texto bien concebido permitió obtener citas

bibliográficas ajustadas a un proceso de construcción que fuera lo suficientemente amplio,

descriptivo y reflexivo.

Determinar el tema definió, además, una línea de encuentros y contactos con personas, libros

y fuentes de información a efectos de nutrir las ideas con conceptos claros, válidos dentro del

contexto, entendible y funcional para aportarlo como material de consulta

Como su nombre lo indica, Responsabilidad Social Empresarial es una tendencia nueva cuya

aplicabilidad en el campo de la producción de bienes y servicios constituye la puesta en

funcionamiento de programas que estimulan la cadena del valor, desde el aporte que brinda la

fuerza laboral hasta la satisfacción del comprador.

Pero para lograr este propósito, las empresas deben tomar determinaciones como efectuar

inversiones en la implementación de estas actividades, adoptar transformaciones de carácter

interno motivados por el estímulo a su talento humano, asumir comportamientos de ética

sustentados en valores y principios que permitan generar coherencia entre lo que se hace, lo que

se dice, lo que obtiene el cliente en función de la promesa de venta y lo que recibe el entorno del

proceso.

En Colombia se han dado significativos avances en este tema durante la última década. La

Asociación Nacional de Industriales, ANDI, ha hecho un trabajo destacado para impulsar esta

práctica. De hecho, con México asume los índices de liderazgo más altos del hemisferio en esta

materia, sin embargo quedan muchos aspectos por adoptar y corregir, tareas en las que habrá que

proseguir con criterio, conocimiento y decisión.

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La RSE como factor de sostenibilidad

La Responsabilidad Social Empresarial busca posición como factor de sostenibilidad

económica, social y ambiental

Entre las controversias y los vacíos que surgen para definir con exactitud el concepto de RSE,

un tema integrado al mundo de las corporaciones y que Álvarez, Rodríguez y Abreu (2010) lo

contextualiza como el fenómeno voluntario que busca conciliar el crecimiento y la

competitividad, integrando al mismo tiempo el compromiso con el desarrollo social y la mejora

del medioambiente, se abre paso otro debate, en el que la pertinencia y la oportunidad de esta

práctica, soporta su protagonismo actual en el ámbito global, como consecuencia de la respuesta

de gobiernos, empresarios y ecologistas para darle mayor nivel de desarrollo al tejido social y a

la conservación del medio ambiente.

La valoración de la RSE viene en ascenso desde hace dos décadas, pese a que sus orígenes

están ligados, de manera silenciosa, al nacimiento de la revolución industrial de mediados del

siglo XVIII, época marcada por la mayor transformación socioeconómica de la historia desde el

neolítico y cuyos alcances dieron una nueva dimensión al modo de producción de bienes y

servicios, al trabajo como oficio y a la dinámica comercial que fueron fundamentales para la

generación de una balanza de alternativas tan diversas como desequilibradas. Contemplando la

popularidad de la RSE, podría pensarse que siempre fue así, cuando la realidad es muy diferente.

Algo que llama poderosamente la atención es que hace tan solo unos años era una práctica

prohibida (Sáenz, 2011).

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La RSE como factor de sostenibilidad

La Revolución Industrial tuvo su origen en Gran Bretaña, pero en medio del auge de las

máquinas para producir en serie, se hicieron evidentes las distancias entre los altos márgenes de

utilidad que recibían los empleadores, frente a las débiles condiciones de contratación laboral de

la clase obrera. Tras la consolidación del sistema capitalista, con sus desaciertos a nivel de

equidad social, “los trabajadores honrados, privados violentamente de la tierra y de otros medios

de existencia y convertidos de este modo en vagabundos, se veían obligados a trabajar como

asalariados en cualesquiera condiciones, incluso las más duras”(Mijailov, 1966: 20). Ellos

conformaron el proletariado industrial que tuvo como antagonista a la burguesía industrial, “otra

clase de gente poseedora de los instrumentos y los medios de producción y capaz de comprar la

fuerza de trabajo de los indigentes”(Mijailov, 1966:22). Se crea entonces la necesidad de formar

agrupaciones de trabajadores denominadas sindicatos, con el propósito de defender los intereses

del sector obrero.

A pesar de que no tenía nombre propio, la Responsabilidad Social Empresarial encontró su

punto de partida en la inequidad social que se empezó a formar en la raíz de los fenómenos

inspirados por el naciente capitalismo que otorgó riquezas a quienes eran propietarios de los

recursos frente a las debilidades de la clase trabajadora. La aparición de las máquinas no solo

causó un efecto sobre la forma de producir bienes y servicios, sino que fue el pretexto de un

acelerado proceso de crecimiento en el que todo un sistema se olvidó de la propia humanidad y

de la misma naturaleza para cumplir con sus propósitos.

En nombre del progreso se han vulnerado por décadas los principios básicos de sostenibilidad

del medio ambiente. El avance de la industrialización deja hoy las huellas de un planeta afectado,

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La RSE como factor de sostenibilidad

con males que ya empiezan a causar daños en los ecosistemas, en medio de un panorama

complejo que exige la implementación de medidas urgentes para evitar el colapso.

En la declaración elaborada como consecuencia de la conferencia de Estocolmo, se decía que

“el hombre es a la vez obra y artífice del medio que le rodea, el cual le da sustento material y le

brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, social y espiritualmente”. (Ruza, 1993: 8)

En nombre del progreso se han propiciado espacios para la acumulación de capitales, un

fenómeno individualista que no solo ha limitado la participación social, sino que ha

comprometido escenarios en los que la pobreza es la única oportunidad. Al respecto Bergel

(2007:20) afirma:

Alrededor de la pobreza se forma un círculo perverso que lleva a la

desnutrición, al deterioro del medio ambiente, a la marginación, a la

disgregación social, a la delincuencia, al analfabetismo, a la pérdida de la

autoestima, círculo que difícilmente permite salir a quien ingresa en él, en tanto

tienden a reproducirse y extenderse a los descendientes.

Hechos históricos de gran relevancia fueron el origen de manifestaciones que hoy ratifican el

lazo invisible que se ha creado entre la RSE, las empresas y la gente. La conmemoración del Día

del Trabajo cada primero de mayo, recuerda los mártires de Chicago, Estados Unidos, que al

final del siglo XVIII, reclamaron una jornada laboral de ocho horas. La equidad de género ha

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La RSE como factor de sostenibilidad

estado en cabeza de las mujeres que en 1911 hicieron público esta necesidad, a través de la

proclamación del Día de la Mujer, a pesar de que la discriminación ha ocasionado actos de

violencia sin consideración en una sociedad cada vez más avanzada para crear normas y menos

comprensible para entender los disímiles actos de la naturaleza humana.

Este panorama global no ha sido ajeno a lo que un país como Colombia ha vivido a lo largo

de su vida administrativa. Desde hechos como el establecimiento de un estado capitalista, a

través de un modelo importado que llegó de Europa a finales del siglo XVIII, hasta cruentas

rebeliones encabezadas por trabajadores vulnerados en sus principios básicos de supervivencia y

dignidad, conforman una suma de antecedentes, que como en el caso de Gran Bretaña, abrieron

camino a la aparición de prácticas para mejorar las relaciones entre empleados y patronos, entre

empresas y el medio ambiente.

Relaciones entre RSE y Colombia

En Colombia comienza la RSE, sobre los años veinte, época caracterizada por las existentes

distancias económicas entre patronos y empleados. Sobre ese periodo de la historia local surgen

movimientos filantrópicos y de voluntariado con el objetivo de mitigar la pobreza.

El surgimiento de actividades propias de la RSE está asociado al trabajo ejercido por la

religión católica, que a su llegada a América, luego del descubrimiento del continente, tuvo una

tarea formativa fundamentada en la educación, el apoyo y la asistencia a los pobres, así como la

promoción de la ética, los principios y los valores. “Estudios recientes del BID señalan una

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La RSE como factor de sostenibilidad

tradición filantrópica común, inspirada en valores religiosos, lo cual se transforma en programas

de inversión social en las últimas décadas del siglo XX, y más recientemente, en un creciente

interés por la responsabilidad social” (Torres, 2006:12).

Los grandes capitales que llegaron al país para formalizar empresas sobre el primer cuarto del

siglo XX tuvieron una sobre protección del Estado por encima de los intereses de los nacionales

que conformaron sus nóminas de empleados. La insatisfacción de la clase trabajadora

colombiana se manifestó en la segunda década del mismo siglo, a través de una abierta reacción

hacia algunas multinacionales norteamericanas.

De estas luchas se destacan la huelga de los trabajadores de la Tropical Oil Company

en 1924. La huelga de los trabajadores del Ferrocarril del Pacífico en 1926. En 1927,

bajo la dirección de Raúl Eduardo Mahecha, María Cano e Ignacio Torres Giraldo,

dieron otra batalla de los trabajadores de la Tropical Oil Company, en

Barrancabermeja, en la que fueron asesinados media decena de huelguistas y en

noviembre de 1928 estalló la huelga de los trabajadores de la zona bananera del

Magdalena, contra la United Fruit Company (Bedoya, 2006: 88).

De este último capítulo de la historia del país se evoca la intolerancia del empleador, que con

el apoyo del gobierno de turno generó una masacre recordada por la defensa y los discursos de

Jorge Eliécer Gaitán en el Congreso de la República.

La primera respuesta social que el gobierno colombiano le entregó al sector laboral para

empezar a construir un camino de mayores responsabilidades frente al aporte de la clase

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La RSE como factor de sostenibilidad

trabajadora en favor del desarrollo del país, lo hizo a través de la figura del subsidio familiar, que

ampliaba beneficios a esposas e hijos. Dentro de este periodo de organización, que se extendió

desde 1945 hasta 1967, se dio origen al seguro social obligatorio por medio de la ley 90 de

1946. Dos instituciones lideraron esta gestión. En primer lugar el Instituto de Seguros Sociales

en el campo de la salud y en segunda instancia las cajas de compensación familiar, con la

función de administrar los subsidios. “Ese primer instrumento normativo de la seguridad social

previó que el Instituto de Seguros Sociales debía organizar las cajas de compensación, que

atendieran los subsidios que los empleadores establecieran voluntariamente por obligación legal

o por compromiso convencional” (Arenas, 2003: 458).

Por iniciativa de la ANDI que tuvo a su cargo estudios especializados que evidenciaban la

precaria situación de miles de trabajadores y sus familias, con necesidades básicas insatisfechas y

salarios que no garantizaban estabilidad económica, se creó la primera caja de compensación del

país el 30 de julio de 1954. Fue en la ciudad de Medellín y se denominó Comfama, cuando aún

el pago del subsidio familiar era una actividad voluntaria de los empleadores. En 1957, el

gobierno dispuso la obligatoriedad del aporte y entregó las herramientas para constituir estas

organizaciones.

Las cajas de compensación familiar, cuyos orígenes se gestaron en Francia a finales del siglo

XVIII, fueron inspiradas en la promulgación de la primera encíclica social de la iglesia por parte

del Papa León XIII denominada Rerum Novarum, que abordaba temas de justicia social,

condiciones dignas de trabajo y sostenimiento del núcleo familiar. “Su objetivo principal se

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La RSE como factor de sostenibilidad

enfocaba en influenciar a las personas y gobiernos, con miras a generar una verdadera

transformación social” (Cortes, 2011:3).

Convertido en un fenómeno sui generis en el ámbito latinoamericano, toda vez que solo Chile

y Argentina poseen figuras similares, donde el manejo de las asignaciones familiares es

manejado por entidades especializadas, hoy por hoy este modelo de institucionalidad ha cobrado

gran protagonismo y participación en temas de vital importancia como la salud, la educación, la

recreación y la vivienda de los colombianos.

Gremios, Estado e Iglesia constituyen el referente más importante sobre el que se viene

edificando la práctica de la RSE en Colombia. Sus intervenciones en diferentes momentos de la

historia han contribuido a allanar el camino, que poco a poco, acerca al país a este ejercicio

sembrado en las raíces del mundo empresarial para proyectar escenarios en permanente

equilibrio social y medioambiental.

De forma paradójica, las multinacionales, que por décadas han gozado del proteccionismo del

Estado, a pesar de ser responsables de múltiples situaciones donde se ha comprometido el

deterioro del medio ambiente, han sido quienes con mayor determinación han emprendido

prácticas de RSE en el territorio nacional. Se destacan las empresas españolas, cuyos esfuerzos se

miden en el desarrollo de numerosas campañas sociales, fundaciones empresariales y patrocinios

culturales enmarcados dentro de esta práctica.

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La RSE como factor de sostenibilidad

La implementación de la RSE

Mientras diferentes antropólogos, filósofos y economistas en el mundo trataban de aclarar,

sobre la década de los setenta, el límite y los alcances de la RSE, varios conceptos empiezan a

situarse sobre las bases de esta tendencia, que sin una respuesta a los interrogantes planteados en

el entorno, se convierte poco a poco en una práctica necesaria y cada vez más recurrente.

Las premisas iniciales se ajustan a la capacidad de involucrar a la empresa al interior de la

sociedad, como factor de productividad, como generador de bienestar individual y como

articulador de procesos que garantizan estabilidad y desarrollo de los grupos humanos. Basados

en este criterio, surge la inquietud sobre la manera de integrar, de forma efectiva, esta tendencia.

Freeman (citado por Cegarra 2004) afirma que las relaciones sostenibles de una empresa con

la sociedad suponen atender las exigencias de cualquier grupo o individuo que puede afectar o

verse afectado por el logro de los objetivos empresariales.

La implementación de políticas de RSE crece, como también la necesidad de establecer

parámetros universales que le permitan un desarrollo uniforme, unificado y coherente con lo que

se espera de ella.

Carrol teoriza sobre cuatro niveles de RSE, la primera responsabilidad es económica: la

empresa tiene que cumplir con su función de producción de bienes y servicios, así

como crear lucro; la empresa debe operar dentro del marco legal en el cual está; la

empresa habrá de respetar las normas éticas locales; la cuarta es proveer recursos

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La RSE como factor de sostenibilidad

discrecionales a partir de sus operaciones una vez cumplidas las responsabilidades

anteriores (Gond, 2010: 31).

Se podría afirmar que no resulta tan fácil asumir comportamientos a través de los cuales se

fundamente un programa de RSE, teniendo en cuenta que significa el desarrollo y la adecuación

de una serie de cambios a los que se debe llegar con absoluta determinación. Es un proceso

integral que cambia paradigmas, genera inversiones y transforma el pensamiento empresarial.

“Para Friedman, la RSE no puede ser más que una fuente de costos. En efecto, si las acciones de

la RSE no son más que la búsqueda de ganancias hábilmente disfrazada, invertir en la RSE

equivale en consecuencia a un despojo” (Gond, 2010:30).

La discusión permanece abierta, en tanto las interpretaciones siguen su avance y se suman

nuevas voces que redefinen el marco de referencia del concepto a terrenos que proponen

exigencias, compromisos y mayor disposición de parte de los involucrados. Aquí surge un

interrogante que debe despejar la naturaleza de este documento, sustentado sobre el análisis de

un tema de gran de actualidad empresarial: ¿Vale la pena implementar un programa de RSE pese

a los costos que exige esta gestión organizacional?

Antes de elaborar una respuesta, es importante ahondar sobre los aspectos propios que

determinan la aparición de la RSE. El reconocimiento que hoy tiene se ha construido sobre una

estructura sustentada por factores como la inequidad social, la pobreza, la subvaloración del

sector laboral, la afectación del medio ambiente, pero también sobre la dignificación del ser

humano, la justicia social, la preservación de los recursos naturales del planeta y la gran

influencia de las empresas en la vida social. Villar (2006) afirma que lo social es inherente al

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La RSE como factor de sostenibilidad

quehacer empresarial y no debe buscarse afuera de él a manera de externalidad. Desde esta idea

se ha creado, en las últimas décadas, un proceso de sensibilización que ha dado la bienvenida a

la RSE, porque corresponde a lo que la misma humanidad busca para eliminar las distancias que

han generado que unos tengan mayores oportunidades que otros. “Todo enfoque de la

responsabilidad se funda necesariamente en una representación de la relación empresa/sociedad,

la cual conlleva una visión de la sociedad que remite a la vez a una visión social del mundo y a

un posicionamiento político” (Gond, 2010: 32).

Ahora bien. La incidencia de la RSE aborda temas fundamentales para la vida, aspectos que no

se pueden dejar por fuera de una agenda de transformación social, en momentos en que la

economía se globaliza, el trabajo se especializa y la educación retoma su papel como formadora

de sociedad.

Una mirada al interior de las organizaciones debe establecer el ideal de su función en el

contexto socioeconómico en el que se desenvuelva. El respeto por los derechos humanos de

todos los implicados con la empresa debe ser una constante sobre la cual se edifique la cadena de

valor. Esta labor es recíproca en la medida en que no solo se enfatiza sobre la gestión que

cumplen los trabajadores, sino también sus directivos, los inversionistas, su proceso de

distribución y sus clientes.

En un artículo en Harvard Business Review en 2006, Michael Porter y Mark Kramer

muestran cómo la RSE permite construir una ventaja competitiva. Estos autores

distinguen las formas de RSE que generan un impacto social genérico, pero no

benefician a la empresa que las pone en práctica, de aquellas que contribuyen no solo

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La RSE como factor de sostenibilidad

al bienestar social, sino también a la transformación de la cadena de valor, lo que

refuerza la capacidad de la empresa de crear valor. Esta RSE estratégica permite

explotar oportunidades de negocio al mismo tiempo que beneficia a la sociedad

(Gond, 2010: 35).

La responsabilidad con el desarrollo sostenible es otra condición fundamental de esta tarea.

Procurar el mejor uso de los recursos y garantizar la estabilidad de los negocios es el reto que los

empresarios se deben plantear. De hecho, la concepción de estos objetivos se centra sobre bases

ecológicas y de desarrollo. Dentro de esta línea, algunos se inclinan por la sustentabilidad

ecológica o física, mientras otros se inclinan por fórmulas que les permitan mantenerse vigentes

en el mercado, a través de políticas laborales justas.

La coherencia que se crea entre empresa y sociedad para generar elementos de sostenibilidad

se establece a partir de dos factores que le dan equilibro a esta relación. La existencia de un

mercado con necesidades y las posibilidades de una unidad productiva que las satisfaga.

Alrededor de esa situación, principio del sistema capitalista, surgen una serie de valores que han

especializado cada vez más esta actividad, como por ejemplo la constitución de leyes laborales,

la realización de acuerdos comerciales, las teorías de mercadeo, en fin, una cadena de eventos

que responden a la experiencia de un proceso repetitivo que sigue cada vez más activo.

Ahora, con la aparición de la RSE surgen nuevas teorías que impulsan la actividad a escenarios

que garantizan un equilibrio económico sostenido para todos los actores del proceso. Aquí, como

en el modelo tradicional, los negocios generan beneficios, resultado de la producción de bienes

y servicios que la sociedad requiere, pero se involucran elementos que empiezan a marcar

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La RSE como factor de sostenibilidad

diferencias. Por ejemplo, esos productos deben llevarse al mercado al precio que representan, es

decir, a valores justos, con las características de expectación del mercado, cumpliendo con

estándares de calidad y algo muy importante, con conceptos de responsabilidad a través de una

relación estrecha de información de sus productos con sus públicos de interés y de consumo.

Esos mismos productos deben situarse como referentes de la empresa frente a su mundo externo,

mediante la implementación de políticas de respeto hacia el medio ambiente y equidad social.

La dinámica económica actual superó sus propias expectativas de expansión para convertirse

en un sistema ágil, encargado de llevar y traer herramientas que facilitan la producción de bienes

y servicios, la evolución de los tratados de libre comercio entre países, la cercanía de los

mercados y la generación de factores de valor como la competitividad, que promueve la

diferencia para determinar la toma de decisiones de los compradores. “Un sistema comercial

internacional más libre aumenta el número y calidad de productos que están disponibles para el

consumidor, los precios también resultan más favorables y se combate el monopolio” (Pizano,

2003, p.40). Entran en juego los beneficios de la globalización, proceso cuyos aportes han sido

atacados y defendidos por numerosos especialistas en el mundo y que tiene como uno de sus

principios la “aceleración de la tasa de crecimiento de los países en desarrollo y de la economía

mundial; difusión de nuevas tecnologías y generación de empleos productivos en gran escala”

(Pizano, 2003:39).

Un factor que debe integrarse al programa de RSE es la transparencia de todos los procesos del

gobierno empresarial. Mirarse interna y externamente para revisar en qué medida hay una

coherencia entre lo que se hace y lo que se dice, servirá para poner sobre la mesa la verdadera

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La RSE como factor de sostenibilidad

condición sobre la que se edifican criterios de honestidad y transparencia. Álvarez, Rodríguez y

Abreu. (2010) refiere que las empresas deben evaluar y encontrar los puntos en los que su

responsabilidad y su capacidad de RSE es mayor, integrarla en la cadena de valor y transmitirla

de forma sistemática hacia el interior y exterior de la organización.

Los planes de bienestar para los empleados son otro componente que forma parte de los

procesos de RSE. El espíritu del programa reivindica una gestión que debe estimular los

propósitos sociales de la organización, a efecto de fortalecer la institucionalidad interna que se

desarrolla como producto de la actividad laboral. Valores agregados como este, que no

constituyen salario, pero sí suman como elementos a favor del clima organizacional, mejoran los

ambientes de trabajo y permiten la generación de incentivos y motivaciones en función de la

tarea que cada individuo cumple.

Un propósito consistente de RSE se origina a partir de la manera en que los empresarios

asumen la importancia del medio ambiente como un factor de sostenibilidad de sus negocios. Se

evidencia esa relación entre una unidad productiva y su contexto para el beneficio de toda una

comunidad.

El medio ambiente en la agenda de la RSE

El medio ambiente es un factor de suma importancia para la RSE. Analistas del tema dividen

sus opiniones en torno a las enormes responsabilidades que tiene la industria y la empresa para

preservar y proteger los recursos naturales. Junto con los derechos laborales, el entorno es un

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La RSE como factor de sostenibilidad

punto de encuentro para determinar la necesidad de cuidar la salud del planeta, depredado sin

compasión por causa del progreso, que resulta el gran justificador de los males cometidos como

consecuencia de la ambición del hombre por hacer, descubrir y colonizar. Sobre este aspecto se

ha polemizado por décadas, buscando encontrar un verdadero culpable. Los países desarrollados

asumen sus responsabilidades en tanto se limitan a cambiar posiciones que comprometen sus

gestiones en detrimento del medio ambiente. Silverstein (1991: 45) es claro en afirmar que

“quizá lo mejor que se pueda decir acerca de los esfuerzos gubernamentales sobre el medio

ambiente, en décadas recientes, es que han comprobado la amplitud del deterioro

medioambiental”.

Colombia, considerada una potencia en recursos naturales y biodiversidad ha sentido la

presión de la creciente colonización industrial. Multinacionales y empresas locales de sectores

como hidrocarburos, minería y madera, entre otros, dejan su huella devastadora sobre el

territorio. El ritmo de la deforestación en Colombia es notable. “Lo que ha pasado en el Chocó es

deprimente. La forma como se están tumbando los bosques en el parque la Macarena o en la

Sierra Nevada de Santa Marta para sembrar coca es un escándalo mundial” (Martínez, 2006:76).

Así como la producción de drogas ilegales en el territorio nacional tiene un gran costo para

los ecosistemas, también lo tiene el manejo de políticas públicas orientadas por el Estado, que

entrega licencias ambientales a la explotación minera, otorgadas por el auge de la inversión

extranjera. En ambos casos se origina una falta a la ética, en el sentido de desplazar el respeto y

el compromiso con el territorio por factores como la inmediatez para aprovechar un negocio

frente a principios vulnerados por el afán de progreso y desarrollo.

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La RSE como factor de sostenibilidad

En los principios está el principio de la RSE

Algo que ha hecho coincidir a los estudiosos del tema de RSE es la importancia de la ética

como fundamento esencial de este ejercicio. “Para ser honrada y equitativa, la empresa debe

practicar una ética que vaya más allá de la ley sobre ciertos aspectos característicos de su

personalidad y de la de sus dirigentes”(Gelinier, 2000:38). Es obvio que el establecimiento de

esta directriz, no corresponde a una simple orden que se expide a través de un comunicado

corporativo, porque entran en juego las circunstancias propias que forman la personalidad y los

criterios que establecen los principios y los valores.

La ética guarda coherencia con el quehacer institucional, que procede en primera instancia de

un comportamiento individual, cuya repercusión se comparte a nivel grupal, fruto de un

esfuerzo que debe expresarse y materializarse hacia el exterior. Savater (1998:138) lo afirma

cuando dice que “sin la confianza que tiene el cliente en los productos, una empresa no puede

prosperar”

En un estado de derecho, tanto empleadores como empleados están sometidos a constantes

situaciones en los que su carácter puede ser vulnerado. Un directivo corrupto, un empleador que

no asume sus compromisos laborales como los exige la ley, un trabajador que no ejecuta las

tareas por las cuales fue contratado, un producto que no cumple con su promesa de venta son

apenas ejemplos que pueden generar consecuencias para el normal desarrollo de las actividades

empresariales. Por el contrario, la proactividad por lo que se hace, en función de la honradez y la

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La RSE como factor de sostenibilidad

legalidad puede capitalizarse como un esfuerzo que contribuye a los objetivos empresariales “La

ambición de un alto nivel de ética profesional es a menudo inseparable de la ambición de un alto

nivel de eficacia y de inversión en el progreso. Por ello una estrategia de alta eficacia da los

medios para una ética exigente” (Gelinie, 2000: 143).

La ética es un componente esencial de la vida que estimula comportamientos acordes a la

cultura y la vida en sociedad. Se nutre de diversos actores que se encuentran alrededor como la

familia, los amigos y la escuela constituidos en una fuente primaria e ineludible de información.

Vale la pena dar un vistazo a la función que tienen quienes lideran empresas para responder a lo

que la RSE exige a este nivel.

El carácter es tal vez la más dura piedra que debe pulirse al interior de cada persona a lo largo

de la existencia y constituye una permanente prueba de confrontaciones con situaciones de la

vida que pueden fortalecer o vulnerar la personalidad.

“El carácter es el fundamento sobre el cual se edifica la vida de las personas. Ya que todo lo que

tiene que ver con valores y principios se relaciona con el carácter, este se convierte en el

fundamento de la personalidad de un individuo y de la sociedad en sí” (Ortiz, 2010:25).

El compendio de actividades que constituyen la RSE tiene sus raíces en los principios y los

valores del hombre, de cuya esencia sensible y capacidad de generar criterios en torno a

experiencias le ha permitido modelar su forma de vida, crear su cultura, sus tradiciones y definir

lo que es bueno y lo que es malo.

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La RSE como factor de sostenibilidad

Cualquier persona que haga parte de una sociedad tiene intrínsecos principios y valores que

llevará consigo por el resto de la vida. De allí surgen razonamientos, que para este caso en

especial, articulan un complejo movimiento de fuerzas internas y externas para propiciar

cambios culturales contundentes con repercusiones sociales trascendentales.

El carácter, como elemento trasversal de la esencia humana, es para el líder empresarial una

herramienta sobre la que ejerce sus principales determinaciones. Por ejemplo, dentro de su papel

de guía, cómo no explorar las bondades de la confiabilidad, si el primer sello que deben contener

los bienes, productos o servicios de su compañía es precisamente la confianza. Las teorías de

mercadeo le dan una primerísima posición a esta percepción porque significa la aceptación del

consumidor, un avance que estimula de manera significativa la conquista de nuevos escenarios y

que se traducen en ventas, consolidación de los negocios y sostenibilidad de la empresa.

La humildad que nace del deseo de hacer bien las cosas, igual que la generosidad, la

honestidad, el trabajo duro, la tolerancia y la paciencia, entre otros, juegan a favor del aporte que

el capital humano de la empresa quiere realizar para redimir los frutos de las inversiones. Es

evidente que la RSE es la respuesta a diversos intereses, teniendo como base los principios y

valores que se han aprendido desde la casa o la escuela.

¿Qué podría suceder si se busca hacer negocios defraudando los impuestos al estado y

por consiguiente, a la sociedad, o engañando al consumidor con productos o servicios

deficientes o campañas engañosas o irresponsables? O bien, ¿asfixiando a los

proveedores de materiales y servicios en aras de una mayor rentabilidad o un

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La RSE como factor de sostenibilidad

incremento en la cifra de ventas? O, también, ¿realizando prácticas deshonestas y

desleales hacia los competidores? (Universidad EAFIT, 2002: 16).

Luego de realizar este desglose de temas, es tiempo de decir que la RSE es un descubrimiento

con un amplio nivel de aceptación global, que tiene una magnífica función para capitalizar su

práctica en beneficio de nuevos negocios, en la medida en que se incorpore como un programa y

sea visto como un importante valor para compartirlo con el mercado.

En teoría, es mejor iniciar una buena práctica

La labor de los creativos, los generadores de productos o servicios de las empresas, deben

aflorar con la misma forma y manera en que se fundamenta una idea, esta vez en función del

aprovechamiento del valioso recurso que los clientes ya empiezan a reconocer. Un ejemplo claro

es compartido por Fernández (2005:19) quien dice que “la estrategia competitiva basada en la

diferenciación persigue que los productos de la compañía sean percibidos como únicos en el

mercado”.

Un beneficio que empieza a ganar espacio se halla en el campo de los consumidores. Con el

auge de la RSE, la información que se empieza a generar a través de los medios de comunicación

y el uso de campañas de publicidad, se han fortalecido los niveles de educación y socialización

sobre esta práctica. En un mundo que reclama mayor respeto por el medio ambiente, por la

justicia social, resulta pertinente decir qué se tiene, qué se hace y qué lleva como elemento de

valor. “La RSE es cada vez más valorada por parte de los consumidores y es considerada como

un atributo importante a la hora de comprar un producto o servicio” (Fernández, 2005:23).

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La RSE como factor de sostenibilidad

Así mismo, Fernández (2005:19) afirma que “la estrategia competitiva basada en la

diferenciación persigue que los productos de la compañía sean percibidos como únicos en el

mercado”. El cambio de paradigmas, que con todo lo que se ha dicho, generaba gastos para la

empresa, toma un nuevo rumbo, ahora en el sentido de los beneficios y las oportunidades de

crecimiento a través de un complejo sistema organizacional, que unifique las fortalezas de la

RSE en aspectos de valor de sus productos, buscando explorar el máximo provecho. En este

sentido, la estrategia que se desarrolle debe ser proyectada desde una dimensión más amplia que

viene apoyada en un conjunto de principios de carácter general y de determinaciones

directamente operativas.

Ahora ya se habla de marketing responsable, un concepto basado en fundamentos de ética,

con el propósito de establecer vínculos cercanos y de mayor confianza entre los públicos de

interés. El mensaje busca ser claro y transparente a efecto de transmitir los alcances de un

cambio cultural que viene transformando el mundo desde las empresas.

Concepciones desde Europa y Latinoamérica

La amplitud del concepto de RSE viene causando puntos de vista diferenciales en la forma de

implementar este programa entre las empresas de Europa y Latinoamérica. Tal vez por los

mismos orígenes que se dieron en el continente americano. La fuerza y alcance hacia la RSE

tiene desde latitudes occidentales un decidido enfoque a partir del plano puramente social.

Cobra gran vigencia la filantropía y el desarrollo de obras para incorporar recursos destinados a

22

La RSE como factor de sostenibilidad

comunidades vulnerables, sin embargo se desatienden los derechos de los trabajadores. Entre

tanto, la situación en Europa es distinta porque allí la responsabilidad social se centra en el

cumplimiento de las leyes laborales. “La responsabilidad social es un plus añadido al

cumplimiento de la ley” (El estado actual, 2006:26), pero además es la cabeza de un proceso

marcado por tantas batallas para reivindicar el protagonista de los trabajadores en función del

desarrollo de la empresa.

Uno de los mayores inconvenientes que ha tenido Colombia en sus procesos de

implementación de tratados de libre comercio, sobre todo con países desarrollados, se ha visto

reflejado en la forma de contratación y las condiciones laborales de los nacionales. Estados

Unidos y la Comunidad Económica Europea realizaron permanentes reclamos en torno a este

fenómeno que sigue siendo una constante como producto de malas prácticas de empleo. Sin

embargo, la acomodación continúa y tendrá que ser este mismo país, reunido alrededor de la

fuerza que provee el Estado con sus leyes y el compromiso del empresariado local, quien deba

buscar soluciones permanentes que no limiten la dinámica del mercado hacia otros rincones del

mundo.

Diversos estudios han demostrado las posibilidades de Colombia para motivar las empresas

y emprender acciones de implementación y fortalecimiento de la RSE. De igual manera

demuestran el perfil de esta práctica en el país que se direcciona desde dos aspectos o

componentes, “por un lado el concepto, sus transformaciones, sus relaciones con el contexto

organizacional y sus implicaciones en la problemática social” (Crespo, 2010:128).

23

La RSE como factor de sostenibilidad

Estas mismas investigaciones han comprobado las debilidades del país en aspectos de

innovación y tecnología, herramientas que dentro de un marco de oportunidades resultan débiles

y poco comprometidas con el desarrollo de prácticas de RSE. El documento Conpes 3582 de abril

27 de 2009 señala en algunos puntos de su diagnóstico bajos niveles de innovación de las

empresas, insuficiente recurso humano para la investigación y la innovación y baja apropiación

social de la ciencia, la tecnología y la innovación (Macias, 2011). Sin embargo, históricamente,

los gremios económicos se han preocupado por desarrollar programas de responsabilidad social,

ante la existencia de las desigualdades sociales y el impacto de la violencia. Las alternativas han

sido diversas, y los programas se han implementado de acuerdo a las necesidades del contexto.

Fruto de ello ha sido la aparición de estructuras organizacionales para construir desarrollo

basado en derechos fundamentales, en alianzas con el sector público y las organizaciones civiles.

Esta gestión logró una evolución de esfuerzos caritativos a inversión social y filantropía

estratégica (Macias, 2011).

Las transformaciones corporativas de las empresas colombianas en función de prácticas

colaboracionistas con sus empleados se manifiestan como un avance importante para dignificar

el trabajo y construir paso a paso una nueva cultura de prosperidad. Si bien la Constitución

Política de 1991 brinda la legislación pertinente para la libre actividad económica e iniciativas

privadas a partir del artículo 333 y siguientes, menciona además que la creación de empresas

forma parte de la base del desarrollo, tiene importantes implicaciones a nivel social y está

sometido a responsabilidades con el Estado, la sociedad y el medio ambiente.

24

La RSE como factor de sostenibilidad

En ese orden de ideas, las decisiones de los inversionistas a la hora de dinamizar su capital

para extender la actividad de sus negocios o los nuevos emprendedores que le apuestan a la

generación de ideas productivas tienen en la RSE un componente complementario que se inserta

en su devenir organizacional. Son ellos quienes, además, determinan el nivel estratégico para

obtener el mayor provecho a esta herramienta de innovación e impacto.

Experiencias de Colombia en RSE

Colombia tiene grandes debilidades en materia de control de sus recursos públicos. Flagelos

como la corrupción han sido obstáculo para emprender acciones en beneficio del desarrollo de la

sociedad

El control y la denuncia de organismos del Estado e instituciones internacionales sobre la

explotación laboral de menores o la falta de condiciones justas de contratación en varios sectores

de la economía ha sido otra limitación para superar frente a las exigencias de la RSE.

Procesos como la extracción minera, que ha venido en ascenso en el país durante los últimos

años han sumado efectos que se contraponen a la productividad de este negocio. Por una parte la

explotación de los obreros que son empleados con salarios irrisorios, largas jornadas de trabajo y

situaciones que ponen en verdadero riesgo sus vidas, en medio de hechos polémicos como el

desplazamiento de campesinos y la ley del miedo para quien se atreve a denunciar prácticas

ilegales. De otro lado, la afectación del medio ambiente que resulta un fenómeno creciente y

devastador de entornos difícilmente recuperables. Sobre inequidad social y afectación en el

25

La RSE como factor de sostenibilidad

manejo de los recursos naturales surgen muchas voces, que frente a programas de

responsabilidad social se quedan cortas.

Ante este panorama, Colombia tiene en la consciencia social un instrumento para proyectarse

frente a las exigencias de un mundo empresarial abierto, en el que además, ya se han dado

importantes pasos.

El país ya es testigo de procesos de planificación empresarial donde la RSE ocupa un lugar

destacado. La cadena de restaurantes Crepes & Waffles desarrolla un programa que basa sus

políticas en las buenas relaciones interpersonales, el respeto, la confianza y la protección de los

empleados. A través de las carencias de sus colaboradores, busca hacerlos crecer de manera

integral junto a su núcleo familiar. Por su parte ISA, empresa dedicada a la construcción de

proyectos de infraestructura, involucró a todos los actores directos e indirectos de la

organización, es decir, clientes, accionistas, empleados, proveedores, sociedad y estado, a través

de prácticas de respeto, confianza y desarrollo sostenible. Entre sus resultados más importantes

se cuentan la valorización de la acción al 20,14 en el 2007 e índices de reputación del 76%. El

Centro Comercial Gran Estación de Bogotá decidió implementar un programa para dos grupos

de empleados, el primero compuesto por personas con algún tipo de discapacidad y el segundo

integrado por madres cabeza de hogar abandonadas por sus esposos. La productividad laboral

de estos dos equipos ha sido satisfactoria tanto para la empresa, como para ellos mismos y para

sus familias. Su mercado ha crecido y han ganado el interés de la población discapacitada.

26

La RSE como factor de sostenibilidad

Modelos como estos vienen ocurriendo en el país todos los días. De tener bajos índices de

participación en estos procesos, hace tan solo unos años, Colombia ha ganado terreno y puede

ubicarse como una de las economías latinoamericanas que más ha entendido la necesidad de

extender los alcances de esta nueva política empresarial. Álvarez, Rodríguez y Abreu. (2010)

asegura que en promedio históricamente Colombia y México han tenido una participación del

4% aunque recientemente han tendido una tasa de crecimiento en el número de empresas que

elaboran reportes de RSE de 2006 a 2009 en promedio de más del 100% aproximadamente.

Los avances se muestran significativos y las capacidades de los líderes gerenciales comienzan

a marcar tendencias de aceptación e implementación de planes en este sentido. Gómez (2012)

afirma:

En el siglo XXI el interés por la RSE se multiplicó exponencialmente entre el sector

privado colombiano. Se destacan la adhesión de empresas colombianas a los foros

internacionales de promoción a la RSE y la coordinación de políticas nacionales con las

tendencias internacionales en materia de protección de derechos humanos, medio

ambiente y mejora en la calidad de vida de los trabajadores.

La ANDI ha sido en gran medida la abanderada de estas iniciativas. La asociatividad que ha

mostrado este gremio, su liderazgo implícito en sus decisiones y la fuerza de sus ideas ha

permitido generar confianza y aceptación hacia la RSE en el país. Gómez (2011) afirma que “la

ANDI entiende la RSE como una forma de conducir los negocios, definida por relaciones éticas y

transparentes con todos los grupos de interés y el establecimiento de metas empresariales

compatibles con el desarrollo sostenible de la sociedad”. Como ellos, otras asociaciones

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La RSE como factor de sostenibilidad

empiezan a hacer lo propio para estimular la consolidación de un sistema con sello propio de

ética, confianza y transparencia social.

Críticos y defensores no pueden ocultar la dimensión global que toma en la actualidad la

práctica de la RSE. El momento es clave para apurar medidas bajo la sombrilla que ofrece esta

forma de ver, comprender y preservar el ahora visible panorama de oportunidades que nace

desde el impacto productivo de las empresas y se convierte en una corriente de transformación

social, cultural y de salvaguarda de los recursos naturales.

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La RSE como factor de sostenibilidad

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