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Lademocracia costarricense: unapropuesta deperiodización …inif.ucr.ac.cr/recursos/docs/Revista de...

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Iván Molina Jiménez La democracia costarricense: una propuesta de periodización y reconceptualización (1821-1948)* Abstract. This article, based on research made in recent years, proposes a new periodization and a reconceptualization of Costa Rican democracy. The proto-democracy (1821-1885/1889), a period characterized by institutional instability and authoritarian governments, is differentiated from the pre- reformed democracy (1889-1948), a period dominated by competitive elections, in whicñ popular demands started to be assumed by political parties and opposition groups secured institutional spaces. Key words: politics, fraud, elections, democracy, Costa Rica. Resumen. A partir de los resultados de investigaciones efectuadas en los últimos años, el presente artículo propone una nueva periodizacián y una reconceptualizacián de la democracia costarricense. Con tal fin, se diferencia entre la protodemocracia (1821- 1885/1889), una etapa caracterizada por la inestabilidad institucional y los gobiernos autoritarios, y la democracia pre-reformada (1889-1948), un período dominado por elecciones periódicas y competitivas, en el cual las demandas populares empezaron a ser canalizadas por los partidos políticos, al tiempo que se le aseguraban espacios institucionales a los grupos de oposición. Palabras clave: política, fraude, elecciones, democracia, Costa Rica. El propósito de este artículo es proponer, con base en la investigación efectuada en los últimos años sobre la historia política de Costa Rica, una nueva periodización y una reconcep- tualización de la democracia costarricense. Por razones de espacio, y con el fin de estimular y facilitar un necesario y deseable debate posterior, nos concentramos en el estudio de las tendencias, procesos y eventos principales del período 1821- 1948. La dinámica electoral de tales años -en particular la anterior a 1889- ha sido examinada de modo muy limitado, por lo que algunas de las principales conclusiones planteadas al respecto han sido producto más del desconocimiento, las impresiones o los prejuicios que de un análisis detallado de la evidencia disponible. Definimos al primer período, ubicado entre 1821 y 1885/1889, como protodernocracia, una etapa caracterizada por iniciativas y cambios experimentales, a veces contradictorios, en cuan- to a las instituciones y la legislación que regula- ban la competencia por el poder. Curiosamente, tal inestabilidad se verificó en un contexto de prácticas electorales sistemáticas, aunque no necesariamente competitivas, en especial en lo que se refería al acceso al Poder Ejecutivo. Con el uso del prefijo "proto", procuramos enfatizar que, en las siete décadas posteriores a la independencia, se desarrollaron tendencias que favorecían un resultado democrático, pero únicamente como posibilidad, no como algo ya determinado de por sí, Esta fue, por tanto, una etapa en la que se acumularon condiciones que favorecían la transición hacia la democracia, aunque sin ninguna seguridad de que tal tránsito Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLII (105), 51-60, ISSN: 0034-8252, Enero-Abril 2004
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Iván Molina Jiménez

La democracia costarricense:una propuesta de periodización

y reconceptualización (1821-1948)*

Abstract. This article, based on researchmade in recent years, proposes a newperiodization and a reconceptualization ofCosta Rican democracy. The proto-democracy(1821-1885/1889), a period characterized byinstitutional instability and authoritariangovernments, is differentiated from the pre-reformed democracy (1889-1948), a perioddominated by competitive elections, in whicñpopular demands started to be assumed bypolitical parties and opposition groups securedinstitutional spaces.

Key words: politics, fraud, elections,democracy, Costa Rica.

Resumen. A partir de los resultados deinvestigaciones efectuadas en los últimosaños, el presente artículo propone una nuevaperiodizacián y una reconceptualizacián dela democracia costarricense. Con tal fin, sediferencia entre la protodemocracia (1821-1885/1889), una etapa caracterizada por lainestabilidad institucional y los gobiernosautoritarios, y la democracia pre-reformada(1889-1948), un período dominado porelecciones periódicas y competitivas, en elcual las demandas populares empezaron a sercanalizadas por los partidos políticos, al tiempoque se le aseguraban espacios institucionales alos grupos de oposición.

Palabras clave: política, fraude, elecciones,democracia, Costa Rica.

El propósito de este artículo es proponer,con base en la investigación efectuada en losúltimos años sobre la historia política de CostaRica, una nueva periodización y una reconcep-tualización de la democracia costarricense. Porrazones de espacio, y con el fin de estimular yfacilitar un necesario y deseable debate posterior,nos concentramos en el estudio de las tendencias,procesos y eventos principales del período 1821-1948. La dinámica electoral de tales años -enparticular la anterior a 1889- ha sido examinadade modo muy limitado, por lo que algunas de lasprincipales conclusiones planteadas al respectohan sido producto más del desconocimiento, lasimpresiones o los prejuicios que de un análisisdetallado de la evidencia disponible.

Definimos al primer período, ubicado entre1821 y 1885/1889, como protodernocracia, unaetapa caracterizada por iniciativas y cambiosexperimentales, a veces contradictorios, en cuan-to a las instituciones y la legislación que regula-ban la competencia por el poder. Curiosamente,tal inestabilidad se verificó en un contexto deprácticas electorales sistemáticas, aunque nonecesariamente competitivas, en especial en loque se refería al acceso al Poder Ejecutivo.Con el uso del prefijo "proto", procuramosenfatizar que, en las siete décadas posterioresa la independencia, se desarrollaron tendenciasque favorecían un resultado democrático, peroúnicamente como posibilidad, no como algo yadeterminado de por sí, Esta fue, por tanto, unaetapa en la que se acumularon condiciones quefavorecían la transición hacia la democracia,aunque sin ninguna seguridad de que tal tránsito

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLII (105), 51-60, ISSN: 0034-8252, Enero-Abril 2004

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tirajes especiales ... democracia perfecta no tene-mos ni hemos tenido nunca". La democraciacostarricense, de acuerdo con Oreamuno, seríaentonces un "mito tropical", ya que lo que habíaen la Costa Rica de la década de 1930 era una

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necesariamente se iniciara o que, de iniciarse,culminara exitosamente.

Localizado entre 1889 y 1948, el segundoperíodo se diferenció del primero por una mayorestabilidad institucional, el predominio de comi-cios periódicos competitivos a nivel presidencialy la configuración de una infraestructura y diná-mica electorales cada vez más especializadas ycomplejas, con capacidad para conectar sistemá-ticamente la sociedad y la política, en términosde la canalización electoral de las demandassociales y de asegurarle espacios institucionalesa la oposición. Fueron estos dos últimos proce-sos, en particular, claves para que tuviera éxitoel tránsito hacia la democracia, al evidenciar ygarantizar a políticos, partidos y votantes quetenía sentido "invertir" en el sistema político.

Aunque parezca una cuestión menor, eltérmino democracia pre-reformada es más apro-piado para referirse a la política costarricense delperíodo 1889-1948 que el de democracia liberal,comúnmente asociado a un Estado de tipo gen-darme. Pese a que experimentó reformas insti-tucionales importantes, como la aprobación delvoto directo en 1913 y del secreto en 1925/1927,la democracia pre-reformada fracasó en logrardos reformas básicas: extender el derecho desufragar a las mujeres e independizar la orga-nización y administración de los comicios delPoder Ejecutivo. Tales cambios debieron esperara la Constitución de 1949, que supuso el inicio dela última etapa, la de la democracia reformada, lacual no es examinada aquí por ubicarse fuera delperíodo de análisis de este artículo.

1. La "leyenda negra" dela democracia costarricense

"Dernoperfectocracia" es el término con quela escritora Yolanda Oreamuno, en un célebreartículo publicado originalmente en RepertorioAmericano en 1938, se refirió, de manera iróni-ca, al sistema político costarricense de esa época.Según ella, aunque en Costa Rica "...el Presidentese pasea sin guardia por las calles, da la mano acualquier ciudadano anónimo, y concede repor-tajes a los periódicos todos los días, sin que porello los periódicos se vean obligados a hacer

... democracia pasiva ... autoaplicada sin razonamien-to ... con el agravante de que frecuentemente procede-mos como si viviéramos en una democracia efectiva,actuando con la libertad que esto significa, y cuandotal hacemos, recibimos una discreta llamada de aten-ción que nos pone a dudar de la Carta Fundamentalde la República.'

En buena medida, el texto de Oreamunocontinuaba una crítica de la política costarricenseque había encontrado su expresión más aguda yamarga tres años antes, en 1935, cuando MarioSancho publicó el folleto Costa Rica, Suizacentroamericana. Para Sancho, la competenciaelectoral no era más que una "...lucha que selibra cada cuatro años alrededor del puesto, delcontrato y de la prebenda en las ciudades", una"...tómbola o agencia de empleos y granjerías ...",en la cual el gamonal y la autoridad local, en elcampo, y el doctor, el abogado y el patrón, enla ciudad, eran "...los únicos que pueden influiren los campesinos y determinar sus votos ...". Enopinión de Sancho:

al campesino le compra o extorsiona su voto, cuandono el patrón, el cacique de su pueblo; éste se lo vendea cambio de algo, un nombramiento o una promesade influencia, al cacique de la ciudad; y el caciquede la ciudad lo negocia a su vez, por una curul en elCongreso o un sillón ministerial con los políticos deSan José, caciques también de la República.é

Expuesto lo anterior, la conclusión era inevi-table: "todo lo demás es cuento. Cuento lalibertad, cuento la democracia ..."3 Irónicamente,Sancho y Oreamuno formularon sus críticas a lademocracia costarricense -las cuales conducíana cuestionar la existencia de un régimen de estaíndole en el país- en una época en la que CostaRica era, sin duda alguna, una de las pocas repú-blicas democráticas del planeta. Tras la crisis de1930, las dictaduras militares se multiplicaronno solo en América Latina, sino en todo el orbe,y aun Europa occidental no tardaría en sucumbirante la expansión del fascismo y el nazismo.

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LA DEMOCRACIA COSTARRICENSE: UNA PROPUESTA DE PERIODIZACIÓN

La imagen de una Costa Rica profunda-mente desigual y corrupta, en la cual los gruposacomodados -especialmente los grandes cafeta-leros- manipulaban, intimidaban o coaccionabana los sectores populares urbanos y rurales, fueapropiada en la década de 1940 por los jóvenesdel Centro para el Estudio de los ProblemasNacionales." Ocupados en elaborar una propues-ta para transformar a la sociedad costarricense.>encontraron en el texto de Sancho una de lasprincipales bases intelectuales necesarias parajustificar tal cambio." Tras la guerra civil de1948, que permitió el ascenso al poder de esosjóvenes como parte de la intelectualidad delfuturo Partido Liberación Nacional, se conso-lidó un enfoque según el cual, antes de 1948,el fraude y la corrupción dominaban la políticacostarricense, y después de ese año y la creacióndel Tribunal Supremo de Elecciones, tales fenó-menos desaparecieron?

Fue tal la fuerza de esa perspectiva que,en las décadas de 1980 y 1990, cuando unanueva generación de investigadores nacionales yextranjeros empezó a explorar la dinámica elec-toral del período anterior a 1948, lo hizo bajo elsupuesto de qué se trataba de una política oligár-quica, dominada por la corrupción y el fraude.En tal sistema, los sectores populares estabanmayoritariamente excluidos o, si participaban demanera amplia, lo hacían más como víctimas dela manipulación o de los abusos a que los some-tían patronos o autoridades, que de ciudadanoscapaces de defender sus derechos electorales ode lograr compromisos con los partidos a favorde sus familias y/o comunidades. Tales puntos devista están presentes, entre otros, en importantesestudios de Orlando Salazar, Mario Samper yDeborah Yashar."

En esta medida, el enfoque difundido porla intelectualidad socialdemócrata, influido porlas críticas de Sancho y Oreamuno, y los plan-teamientos de los académicos de los últimosdos decenios del siglo XX, contribuyeron aintegrar a la Costa Rica anterior a 1948 en lo queAntonio Annino denominó la "leyenda negra"del pasado electoral latinoamericano. Según estaúltima, la representación política moderna enLatinoamérica fue esencialmente un fracaso,

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debido a la inestabilidad política, el subdesa-rrollo, la dominación externa y otros factoressimilares." No obstante, como también lo señalaAnnino, tal enfoque tiene por base un profundodesconocimiento de la historia electoral lati-noamericana, en especial en lo que se refiere alsiglo XIX.

Gracias al interés creciente por conocer endetalle los procesos electorales verificados enAmérica Latina en el período anterior a 1950,la "leyenda negra" ha empezado a ser sustituidapor una visión renovada de la política del sub-continente. Los nuevos estudios, al profundizaren el análisis de los comicios, han evidenciadocuán complejos eran sus trasfondos y conexionescon la sociedad, la cultura y el Estado.!" CostaRica no se ha exceptuado de esta importanterenovación y, aunque los trabajos realizados sontodavía escasos, permiten reperiodizar y recon-ceptualizar la política costarricense de los siglosXIX Y XX.

2. Protodemocracia (1821-1885)

Durante la protodemocracia, en los 65 añosque median entre 1821 y 1885, fueron aprobadasnueve constituciones (una de las cuales, la de1841, emitida durante la dictadura de Carrillo,técnicamente borraba la diferencia entre lospoderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial); sepasó de un sistema electoral de tres grados auno con voto directo (en 1844) y luego a unode dos vueltas (en 1847); y se probó con elfuncionamiento de Congresos unicamerales ybicamerales. En casi la mitad del período (32años o 49,2 por ciento), la presidencia fue auto-ritaria -las administraciones de Carrillo (1838-1842), Morazán (1842) Mora Porras (1849-1859),Guardia (1870-1882) y Fernández (1882-1885)-,y de 23 personas que ejercieron la jefatura delEstado o la presidencia, ocho fueron derrocadosy uno fue obligado a renunciar. Las cúpulas mili-tares tuvieron una influencia decisiva durantelos 27 años (41,5 por ciento) comprendidos entre1859 y 1885, Y dominaron directamente el PoderEjecutivo durante los 16 años (un 24,6 por ciento)que se extienden entre 1870 y 1885.11

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Pese a todas las tendencias no democráticasque lo distinguieron, en el período entre 1821y 1885 se configuraron tres procesos que sen-taron las bases para el desarrollo democráticoposterior: primero, únicamente por lapsos muybreves, el país fue gobernado sin Constitución,de los cuales el más prolongado correspondióa los seis años entre 1876 y 1882 en que estuvosuspendida la de 1871. En segundo lugar, aunquela presidencia adquirió, con frecuencia, un carác-ter autoritario, las prácticas electorales, a nivellegislativo y municipal, no desaparecieron.Py por último, si bien tras la aprobación de lasconstituciones de 1841, 1844 Y 1848 se restringióel derecho al sufragio, al establecer requisitoseconómicos precisos para votar en las eleccio-nes de primer grado, durante la mayor partedel período (aproximadamente, 45 de 65 años,o 69,2 por ciento) el sistema electoral funcionósobre la base del sufragio universal masculino entales comicios. Una tendencia sin interrupcionesen esta dirección se observa ya a partir de laConstitución de 1859.13

La transición hacia la democracia pre-refor-mada ocurrió en el quinquenio 1885-1889. En1885, tras la muerte del presidente Fernández,se abrió por vez primera en casi veinte años, laposibilidad de una campaña electoral competi-tiva. La principal experiencia de este tipo queexperimentó Costa Rica durante la protodemo-cracia ocurrió en 1868, cuando la lucha entrelos dos candidatos propuestos condujo a unacompetencia muy intensa, en cuyo marco se mul-tiplicó el número de periódicos en circulación yempezaron a configurarse los primeros partidospolíticos. Este importante desarrollo institucio-nal terminó abruptamente tras el golpe de Estadodel primero de noviembre de 1868.14

Algo similar ocurrió en 1885, cuando lapresión oficial desarticuló a quienes trataron deformar un partido de oposición para enfrentarsea Bernardo Soto, quien finalmente se postulócomo candidato único.P En 1885, sin embargo,la situación era muy distinta de la que habíaen 1868. Por una parte, la población y la cul-tura urbanas eran más importantes, se habíanincrementado los niveles de alfabetismo -espe-cialmente en ciudades y villas-, empezaban a

formarse las primeras organizaciones de arte-sanos y obreros y la prensa experimentaba unaexpansión sin precedente.!" Por otra, ya desde elgobierno de Fernández (1882-1885), había comen-zado a ampliarse e intensificarse la oposición alrégimen, en buena medida debido a las llamadasreformas liberales, que supusieron un agudo con-flicto entre el Poder Ejecutivo por un lado, y laIglesia católica y los sectores populares por otro.

Si bien en 1885 la oposición, apenas enuna etapa de organización muy inicial, no logrócanalizar tal malestar electoral mente, el terre-no quedó preparado para que así ocurriera en1889. Durante la intensa campaña de ese año,en la cual la prensa y la Iglesia católica jugaronun papel central, se configuraron los primerospartidos políticos en la historia de Costa Ricaque pudieron competir hasta el final del procesoelectoral. Por si fuera poco, la votación de primergrado fue ganada por la oposición de mane-ra amplia, triunfo consolidado posteriormentepor el levantamiento popular ocurrido el 7 denoviembre de 1889.

3. La democracia pre-reformada(1889-1948)

La ruptura acaecida entre 1885 y 1889 impli-có, a su vez, el paso hacia la democracia pre-reformada, cuyas estadísticas contrastan notoria-mente con las de la protodemocracia. Entre 1889y 1948, la Constitución de 1871 estuvo vigentedurante la mayor parte del período, con excep-ción de la dictadura de los Tinoco (1917-1919),cuando se emitió una nueva carta fundamental;de los 60 años ubicados entre 1889 y 1948, úni-camente en 15 (25 por ciento) la presidencia fueautoritaria -el lapso 1891-1901, correspondientea las administraciones de Rodríguez e Iglesias,los tres años tinoquistas y 1948, primer año dela Junta de Gobierno que asumió el poder trasla guerra civil-; y de 19 individuos que ocu-paron el sillón presidencial, uno fue obligadoa retirarse por un levantamiento popular (Sotoen 1889), otro debió separarse del cargo debidoa una guerra civil (Picado en 1948) y solo unofue derrocado (González Flores en 1917). Por

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LA DEMOCRACIA COSTARRICENSE: UNA PROPUESTA DE PERIODIZACIÓN

último, los militares solo gobernaron de maneradirecta durante aproximadamente cuatro años(6,7 por ciento): 1917-1919 y 1948.'7

Ciertamente, se podría considerar que lasadministraciones de Rodríguez (1890-1894) eIglesias (1894-1898 y 1898-1902), dado el carác-ter autoritario de la presidencia, pertenecenmás a la protodemocracia que a la democraciapre-reformada, con lo cual, además, mejoraríanlos indicadores democráticos de esta última. Sinembargo, hay una razón fundamental para ubicaresos gobiernos en el segundo período y no en elprimero: pese a todo, la oposición no perdió elespacio que había ganado en la esfera pública,por lo que pudo mantenerse activa, competir consus propias organizaciones en los comicios quefueron convocados en la década de 1890 e inclu-so ganar algunos asientos en el Congreso.f

Fue precisamente esa dinámica electoralcompetitiva la que permitió que la democraciapre-reformada recuperara y-fortaleciera los tresprocesos que le legó la protodemocracia: lavigencia de un orden constitucional como basede la sociedad -y en particular, de la política-,los comicios como única vía admisible de accesoal poder y la universalización del sufragio mas-culino como fuente de legitimidad de todo elsistema. En un contexto en el cual la lucha parti-dista era cada vez más competitiva, los partidosse esforzaron por inscribir al mayor número deciudadanos y por acercarlos a las urnas el día delas elecciones. El resultado de tales afanes era yaevidente en la década de 1900, cuando el cien porciento de los costarricenses adultos estaba inscri-to para votar y su asistencia a las urnas superabael 70 por ciento.'?

De esta forma, la dinámica electoral operó,a nivel social y cultural, como un mecanismobásico de integración, por encima de diferenciassociales, étnicas y regionales. En una época en laque simultáneamente estaba en curso el procesode invención de la nación y su difusión sistemáti-ca mediante la prensa, el aparato escolar y otrosmedios.é? la creciente inserción de los sectorespopulares urbanos y rurales en la política electo-ral le dio un sustento institucional indispensablea los discursos sobre nacionalidad y ciudada-nía. En términos prácticos y simbólicos, ambos

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procesos se reforzaron mutuamente, como loresaltó en 1913 el presidente Ricardo Jiménez,al destacar que quienes murieron en la guerra de1856-1857 contra los fi libusteros encabezadospor Willian Walker, lo hicieron para que los cos-tarricenses pudieran realizar elecciones libres."

Si bien es necesario realizar más investiga-ción para conocer a profundidad las relacionesentre votantes y partidos, la imagen de que estosúltimos simplemente manipulaban, coacciona-ban, sobornaban o engañaban a los primerosdebe ser desechada. La dinámica electoral, gra-cias a su carácter competitivo, condujo a que lospartidos empezaran, ya desde finales del sigloXIX, a canalizar demandas, reivindicaciones yexpectativas populares, un proceso cuyo resulta-do más claro fue la creciente concentración delgasto público en educación, salud y pensionese infraestructura (que incluía también obrasescolares y sanitariasj.P Tal orientación no solodebilitó a largo plazo y en términos presupuesta-rios a las fuerzas armadas y policiales, sino queconfiguró una conexión electoral indispensableentre la sociedad y la política, lo socio-cultural ylo institucional, que jugó a favor del desarrollo dela democracia costarricense, tanto en su dimen-sión electoral como social.

La democracia pre-reformada conoció, para-dójicamente, importantes procesos de reforma,entre los cuales destacan la aprobación del votodirecto en 1913 y del secreto en 1925-1927.23

Tales modificaciones a la legislación electo-ral disminuyeron el control que tenía el PoderEjecutivo sobre la organización y administracióndel proceso electoral y modificaron el marco enque los partidos competían y se relacionabancon el electorado. En particular, estos cam-bios les permitieron a los partidos controlarsemutuamente -mediante el sistema de fiscales- ydenunciar las irregularidades cometidas por susadversarios o las autoridades. También, esasreformas, sobre todo tras la aprobación del sufra-gio secreto, redujeron el control que los partidostenían sobre los votantes.

Indudablemente importante, esa capacidadpara la reforma institucional fue, sin embargo,limitada. En efecto, dos cambios esenciales nofueron llevados a cabo: conferir el voto a las

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mujeres e independizar los procesos electoralesdel Poder Ejecutivo. Pese a que fue discutido endistintos momentos en el Congreso, el sufra-gio femenino fue siempre rechazado, más quepor motivos ideológicos, porque aumentaba laincertidumbre para los próximos comicios, alduplicar el tamaño del electorado. Enfrentadoscon ese riesgo, los partidos decidieron, simple-mente, que era mejor no correrla. De este modo,una dinámica electoral democrática y competi-tiva fue, irónicamente, el principal obstáculo,por razones de cálculo electoral, para realizaruna reforma fundamental, que hubiera demo-cratizado aún más la política y la sociedad. Fuenecesario aguardar hasta 1949 para que, en unaarena electoral trastornada por la guerra civil de1948 y con dos de las principales fuerzas polí-ticas desarticuladas (los partidos RepublicanoNacional y Vanguardia Popular), una asam-blea constituyente extendiera el derecho devotar a las mujeres.é" Tal cambio decisivamentedemocrático ocurrió, por tanto, en uno de losmomentos menos democráticos de la políticacostarricense del siglo XX.

Al igual que la aprobación del voto feme-nino, la eliminación de la influencia del PoderEjecutivo en la organización y administracióndel proceso electoral fue una reforma que debióesperar hasta 1946-1949. El Código Electoralde 1946, aprobado en un contexto de extremapolarización política e ideológica, transfirió laresponsabilidad de organizar y administrar loscomicios a un Tribunal Nacional Electoral, inte-grado por tres miembros, uno nombrado por lapresidencia, otro por el Congreso y otro por elPoder Judicial.P Pese a este importante avance,el Poder Ejecutivo aún conservaba una cuotade influencia importante en el Tribunal, y elCongreso, un órgano dominado por la políticapartidista, mantenía el derecho a pronunciarsesobre las demandas de nulidad de elecciones.Tales atribuciones del Ejecutivo y el Legislativosolo desaparecieron en la Constitución de 1949,cuando todo lo referente a materia electoralquedó bajo la jurisdicción del Tribunal Supremode Elecciones.

El hecho de que el 67,6 por ciento de todaslas acusaciones de fraude planteadas luego de laselecciones de primer grado y directas, efectuadas

entre 1901 Y 1946,26 denunciara irregularidadescometidas por los miembros de las juntas recep-toras de votos, designados en última instanciapor el Poder Ejecutivo, es un indicador clarode cómo la influencia que tenía la presidenciaen materia electoral afectaba la credibilidad delos comicios. Este era, sin duda, un problemacomplejo, ya que en la democracia pre-refor-mada se configuró una dinámica en la que lospartidos de oposición denunciaban la influenciadel Ejecutivo en materia electoral, pero, en casode alcanzar la presidencia, tales organizacionesdifícilmente eliminarían una ventaja que ahorapodrían utilizar en provecho propio.

Con el control del fraude sucedía algo pare-cido: a partir de 1913, el Congreso, un órganodecisivamente escindido según líneas de partido,era el único que podía, según la legislación elec-toral, pronunciarse sobre las demandas de nuli-dad, un atributo que los partidos podían emplear

_ a su favor cuando dominaban el Congreso, ydeplorarlo y denunciarlo, cuando carecían derepresentantes en el Legislativo o los que teníanconstituían una minoría. Además, la denunciadel fraude, desde finales del siglo XIX, adqui-rió sentido no solo como medio de controlarlas violaciones a la ley electoral cometidas porlos adversarios, sino como un instrumento paradeslegitimar su victoria y racionalizar la derrotapropia. En este sentido, cabe destacar que el 44,1por ciento de todas las acusaciones de fraudepresentadas tras las elecciones de primer grado ydirectas efectuadas entre 1901 y 1946 denuncia-ban irregularidades menores, que no necesaria-mente suponían prácticas fraudulentas.F

Utilizar la denuncia del fraude de la maneraindicada era un procedimiento favorecido porqueentonces no se practicaban encuestas electoralesque hubiesen permitido confrontar los resultadosde las urnas con las preferencias previamentemanifestadas por el electorado. De hecho, un aná-lisis sistemático de las demandas de nulidad deelecciones presentadas revela que el fraude tuvoun impacto mucho más limitado de lo que se hacreído en los resultados electorales. De cinco elec-ciones presidenciales de segundo grado efectuadasentre 1894 y 1910, el fraude fue decisivo solo endos de ellas (las de 1894 y 1906); y de diez comi-cios presidenciales directos verificados entre 1913

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LA DEMOCRACIA COSTARRICENSE: UNA PROPUESTA DE PERIODIZACIÓN

y 1948, las prácticas fraudulentas afectaron a dosde ellos (los de 1923 y 1948).28

La ausencia de una institución independien-te que se encargara de organizar y administrarlos procesos electorales, y cuya imparcialidadestuviera a la altura de su credibilidad, fue labase de las tensiones que, con bastante fre-cuencia, pusieron en peligro la inestabilidad dela democracia pre-reformada y que se podíanmanifestar en asonadas o intentos golpistas. Eneste contexto, las prácticas fraudulentas, aunqueno fueran decisivas, tenían un efecto esencial-mente corrosivo sobre la legitimidad del sistemay justificaban a quienes, tras fracasar en la arenaelectoral o por no tener expectativas de éxito enella a corto plazo, estaban dispuestos a promoverrupturas del orden constitucional.

Enfrentado con el dilema de apoyar hastael final a un gobierno cada vez más impopular,Federico Tinoco y sus allegados optaron pordar un golpe de Estado en 1917. Conocedor deque en una segunda vuelta muy probablementeperdería frente a Ricardo Jiménez, Manuel CastroQuesada, del Partido Unión Republicana, prefirióen 1932 arriesgarse a tomar el poder por la vía delas armas, intento infructuoso que sería conocidocomo "El Bellavistazo". De forma similar, en ladécada de 1940, el grupo en torno a José Figueres,que apenas contaba con un ínfimo respaldo elec-toral, vislumbró en la guerra civil la vía más expe-dita para alcanzar el control del Ejecutivo.

Epílogo

En general, la democracia pre-reformadalogró sobrevivir a todas las crisis de inestabili-dad y ruptura que enfrentó -incluida la dicta-dura de los Tinoco- hasta inicios de la décadade 1940. Al empezar este decenio, la divisióndel Republicano Nacional en cortesistas y cal-deronistas y la alianza de estos últimos con loscomunistas fueron la base para una polarizaciónsin precedente de la lucha política." El principalganador de este conflicto fue un grupo que basósus expectativas de alcanzar el poder no en la víaelectoral, sino en la fuerza de las armas, y cuyoobjetivo principal era llevar adelante una profun-da transformación institucional de Costa Rica.

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Mediante métodos usuales durante la pro-todemocracia, y convencido de que las críticasde Sancho y Oreamuno a la "demoperfecto-cracia" eran esencialmente correctas, el grupoencabezado por Figueres lideró el tránsito dela democracia pre-reformada a la reformada.En los diez años posteriores a 1948, tal procesoestuvo a punto de sucumbir varias veces, dada laprofunda inestabilidad que generó, especialmen-te entre 1948-1949 y 1953-1958.30 Al final, sinembargo, democracia social y democracia elec-toral, como ya había ocurrido en el pasado, sereforzaron mutuamente, a lo que contribuyó nosolo la desaparición del ejército, sino las nuevaspolíticas sociales emprendidas por LiberaciónNacional y, por supuesto, un orden institucionalno "dernoperfectocrático", pero, por lo menos, sídecisivamente reformado.

Notas

* La preparación de este artículo se realizó en elCentro de Investigación en Identidad y CulturaLatinoamericanas (CUCLA) y fue financia-da por la Vicerrectoría de Investigación de laUniversidad de Costa Rica.Yolanda Oreamuno, "El ambiente tico y losmitos tropicales", pp. 14-16.Mario Sancho, Costa Rica, Suiza centroameri-cana, pp. 62,74,76,80-81 Y83. Para una contex-tualización y una crítica de los planteamientos deSancho, véase Iván Molina Jirnénez, "La Suizacentroamericana de Juan Manuel Sánchez", pp.13-19; Iván Molina Jiménez, "El telón descorri-do: Clemente Marroquín Rojas y Mario Sanchoen la Costa Rica de 1935", pp. 125-147.Sancho, Costa Rica, Suiza centroamericana,p.83.Sobre el Centro, véase Jorge E. Romero, Lasocialdemocracia en Costa Rica, pp. 69-109.Manuel Solís, Costa Rica: ¿reformismo social-demócrata o liberal?, pp. 135-182.Salís, Costa Rica, pp. 183-217. Carlos MolinaJiménez, El pensamiento de Rodriga Facio ysus aportes a la ideología de la modernizacióncapitalista en Costa Rica.Iván Molina Jiménez y Fabrice Lehoucq, Urnasde lo inesperado. Fraude electoral y luchapolítica en Costa Rica (1901-1948), pp. 127-130. Alberto Cañas, "Aquí entre nos ... La Suiza

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centroamericana del 2001"; Alberto Cañas,"Aquí entre nos ... Mario Sancho en 1935, en1948 en 2001".

7. Entre otros estudios de intelectuales vincula-dos con Liberación Nacional, véase: EugenioRodríguez, Biografía de Costa Rica, pp. 179-184.Carlos Meléndez, Historia de Costa Rica, pp.147-149.

8. Orlando Salazar, El apogeo de la repúblicaliberal en Costa Rica 1870-1914, pp. 101 Y286-287. Mario Samper, "Fuerzas sociopol í-

ticas y procesos electorales en Costa Rica",pp. 164-165. Deborah 1. Yashar, DemandingDemocracy. Reform and Reaction in Costa Ricaand Guatemala 1870s-1950s, pp. 53-55.

9. Antonio Annino, Historia de las elecciones enIberoamérica, p. 7.

10. Para dos balances parciales de la bibliografíaexistente, véase Hilda Sabato, "On PoliticalCitizenship in Nineteenth-Century LatinAmerica", pp. 1290-1315. Eduardo Posada-Carbó, "Electoral Juggling: A ComparativeHistory of the Corruption of Suffrage in LatinAmerica, 1830-1930", pp. 611-644.

11. La información procede de Hemán G. Peralta, Lasconstituciones de Costa Rica; y de Rafael ObregónLoría, Hechos militares y políticos. Todos los por-centajes fueron calculados con base en el total de65 años. Aparte de las constituciones propiamentedichas de 1844, 1847, 1848, 1859, 1869 Y 1871, con-sideramos como tales la Ley de Bases y Garantíasde Carrillo (1841), la Constitución Federal de 1824y el Pacto de Concordia de 1821.

12. Iván Molina Jiménez, "Elecciones y democraciaen Costa Rica (1885-1913)", pp. 41-57.

13. Hugo Vargas, "Procesos electorales y luchas depoder en Costa Rica. Estudio sobre el origen delsistema de partidos (1821-1902)", pp. 65-70.

14. Vargas, "Procesos electorales y luchas de poder",pp. 137-149.

15. Clotilde Obregón, El proceso electoral y el PoderEjecutivo en Costa Rica: 1808-1998, p. 196.

16. Mario Oliva, Artesanos y obreros costarricen-ses 1880-1914, pp. 73-123. Iván Molina Jiménez,"Explorando las bases de la cultura impresa enCosta Rica: la alfabetización popular (1821-1950)",pp. 31-40; Iván Molina Jiménez, "El 89 de CostaRica: otra interpretación del levantamiento del 7 denoviembre", pp. 175-192. Salazar, El apogeo de larepública liberal en Costa Rica, pp. 177-183.

17. Peralta, Las constituciones de Costa Rica.Obregón Loría, Hechos militares y políticos.

18. Salazar, El apogeo de la república liberal enCosta Rica, pp. 183-200. Fabrice Lehoucq,Instituciones democráticas y conflictos políticosen Costa Rica, p. 40.

19. Molina Jiménez, "Elecciones y democracia enCosta Rica", pp. 45-50.

20. Steven Palrner, "Sociedad anónima, cultura ofi-cial: inventando la nación en Costa Rica (1848-1900)", pp. 169-205.

21. Molina Jiménez, "Elecciones y democracia enCosta Rica", p. 48.

22. Iván Molina Jiménez, "Ciclo electoral y polí-ticas públicas en Costa Rica (1890-1948)", pp.67-98. Para una perspectiva más cualitativade esas políticas sociales, especialmente enel campo de la salud, véase: Steven Palmer,From Popular Medicine to Medical Populism:Doctors, Healers, and Public Power in CostaRica, 1800-1940; Steven Pal mer, "AdiósLaissez-Faire: la política social en Costa Rica(1880-1940)"; Steven Palmer, "Confi nement,Policing, and the Emergence of Social Policyin Costa Rica, 1880-1935"; Steven Palmere Iván Molina, Educando a Costa Rica.Alfabetizacion popular, formación docente ygénero (1880-1950).

23. Fabrice Lehoucq, "Institutionalizing Democracy:Constraint and Ambition in the Politics ofElectoral Reform", pp. 459-477.

24. Eugenia Rodríguez, "'¡Dotar de voto político a lamujer!' ¿Por qué se aprobó el sufragio femeninoen Costa Rica hasta en 1949?", pp. 175-206.

25. Lehoucq, Instituciones democráticas y conflic-tos políticos, pp. 61-94.

26. Fabrice Lehoucq e Iván Molina, Stuffing theBallot Box. Fraud, Electoral Reform andDemocracy in Costa Rica, pp. 49-50, 97-98, 166,168, 183 Y 186.

27. Lehoucq y Molina, Stuffing the Ballot Box, pp.49-50,97-98, 166, 168, 183 Y 186.

28. Lehoucq y Molina, Stuffing the Ballot Box, pp.239-241. Específicamente, sobre lo ocurrido en1948, véase: Iván Molina Jiménez, "Las eleccio-nes de 1948 en Costa Rica. Una revisión a la luzde nuevos datos".

29. Fabric Lehoucq, "The Origins of Democracyin Costa Rica in Comparative Perspective", pp.162-336.

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