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Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

Date post: 01-Dec-2015
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Page 1: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

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MARCOS MÉNDEZ FILES!

Ellaberin to Historia y mito

Page 2: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

© Marcos Méndez Filesi, 2009

© de esta edición:

Alba Editorial, s.l.u. Camps i Fabrés, 3-11, 4.0

08006 Barcelona www.a\baeditorial.es

© Diseño: P. Mol! de Alba

Primera edición: marzo de 2009 ISBN: 978-84-8428-442-0

Depósito legal: B-5 225-09

Edición: Paulina Fariza Maquetación: Ángel Solé

Corrección de primeras pruebas: Ana Carrión Mos

Impresión: Liberdúplex, s.l.u. Ctra. BV 2241, Km 7,4 Polígono Torrentfondo

08791 Sant Lloren~ d'Hortons (Barcelona)

Impreso en España

Cualquier forma de reproducción, distribución; comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada

con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Dirijase a CEDRO

(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si n~cesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Queda rigurosamente

prohibida, sin la autorización

escrita de los titulares del Copyright,

bajo las .sancione~ establecidas por las leyes,

la reproducción parcial o total de esta obra por

cualquier medio o procedimiento, comprendidos

la reprografía y el tratamiento informático,

y la distribución de ejemplares mediante

Para Eva Pér~z, Daniel Tubau, Rafael Aguilar, Teresa Filesi y Uri Méndez

Page 3: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

Índice

Introducción 21 '

Los caminos del laberinto_ 21

Los laberintos de este libro 24

Tipos de laberinto 25

Espirales peligrosas 28

Interpretaciones arriesgadas 29

' 1. Teseo y el Minoiauro 31

El extraño amor de Pasífae 32

El toro del mar ' 33 1

" \

Amores taunnos 34 i Crimen y castigo 36 i·

La casa de Asterión 37

Ariadna en Naxos 38

iLas velas! 39

Dédalo e Ícaro 39

La muerte de Minos 40

2. Tras los pasos de Teseo 43

Un laberinto mítico 44

U na leyenda hecha realidad 47

El culto al toro en la Creta ininoica 50

La cueva de Gortyna 54

El laberinto de Pilos 59

Page 4: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

1 i

i· \: 3. La danza del laberinto El laberinto p~otector 63 120

Danzar en el laberinto 64 Hadrumetuin 124

La gerantomaquia 65 El hombre Laberinto 126

La reina de los muertos 68 El laberinto de Cumas 127

Perséfone en el laberinto 69 El laberinto de los herreros 71 7. Laberintos cristianos 131

Un Minotauro en la Iglesia 131

4. Laberintos en la piedra 73 Diaból~co Mino tauro 137

El laberinto de Mogor 74 U na cruz en el Infierno 142

Laberintos, ciervos y guerreros 75 Los laberintos de Pascua 145

El santuario de Lucillo 77 El laberinto de Chartres 148

¿Qué significan? 79 Un laberinto apocalíptic 152

El laberinto de Val Camonica 80 El camino de Jerusalén 157

Dioses cornudos 82

El laberinto de la Casa de las Hadas 84 8. Laberintos góticos 157

Los dos laberintos del mago Merlín 86 Un laberinto masóbico 158

La piedra de Hollywood 88 El misterio del obispo descabezado 161

¿Laberintos alquímicos? ~ 163

5. Tumbas, dioses y laberintos 91 La mansión de Dédalo 168

El laberinto de Hawara 91 Los cuatro laberintos 168

El más allá, instrucciones de uso 95 Un laberinto visceral 97 9. Dragones, jinetes y peregrinos 175

El laberinto del bosque de los cedros 98 Ariadna alegorizada 176

Gilgamesh en el Infierno 102 Laberintos perdidos 178

El laberinto y el dragón 180

6. Labyrintlws, urbi et orbe 105 El laberinto y la vieira 185

El laberinto de Lars Porsenna 106 El polémico peregrino 187

Laberintos de Pompeya 108 Los dos caballeros 190

Un laberinto popular 110 Vikingos calabreses 192

Ariadna vindicada 112 Laberintos fortificados 114 Truia 117

Page 5: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

¡ \: 10. Laberintos escandinavos 195 Laberintos de fortuna 264 Tierra de laberintos .. 196 Los peligros de la corte 266 El laberinto y la serpiente Selma 196 El juego de la oca 268 Un laberinto bien realizado 198 Templarios en el Camino de Santiago 271 Laberintos en rojo y azul 200 El juego del laberinto 272 Un laberinto sonoro 207 El Minotauro desahuciado 274 El laberinto y el barco 206

1

La cruz de J ulskov . 208 14. Laberintos en el jardín 279 1 1

Una mujer en el laberinto 2.10 Los tr~s laberintos de Boboli 280

El laberinto y la gruta del demonio de fuego 281 11. Los misteriosos trojeborg 213 El laberinto de Barbarigo de Valsanzibio 284 De nuevo en Troya 213 El laberinto del Alcázar de Sevilla 285 Egeas y el onocentauro 216 Hampton Court. 286 Una antigua costumbre 220 Los autómatas de Salomon de Caus 288 La danza de la doncella 221 Combate estacional 223 15. Magos y alquitnistas 291 Rosaring 225 El Sagrado Bosque de Bomarzo 292 Unos muertos muy pesados 228 Los jardines de Eros 297

1

Los barcos de la muerte 233 La alquimia en Bomarzo 302

Dos laberintos alquímicos 307 12. Viejos dioses, nuevos laberintos 235 Un conjuro de amor 309 La villa pagana del cardenal 236 El arcano perdido del Taro 314 Ariadna desnudada 238 La misteriosa prisión de Salomón 319 El hortus conclusus 238 La imposible ciudad de Sforzinda 242 16. El laberinto y el rey 329 El sueño de Polífilo 245 U na fiesta trágica 330 Tratados de jardinería -250 ·Un jardín faraónico 332

El laberinto de Versalles 333 13. Almas peregrinas y amores enredados 253 El jardinero y el señor de los secretos 337 Un mundo de peligros 254 ·Un laberinto libidinoso 339 Laberintos de amor 257 La granja de San Ildefonso 341 Laberintos secretos 261 Un laberinto caprichoso 343

Page 6: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

El laberinto de Horta 346 Principales laberintos El laberinto de Altjessnitz 348 El último laberint~ del Véneto 349 tratados en el libro

17. Laberintos en el prado 351 El laberinto de Alkborough 352 ¿un laberinto medieval? 353

1 El escurridizo J ulián Alemania 1 354

Altjes~nitz (laberinto de setos) El laberinto de William Sparrow 357 348

El laberinto del estudiante 359 Díptico de Núremberg (ilustración) 311

El laberinto de Saffron Walden 360 Hortus Palatinus (laberinto de setos) 288

Cuatro turf maze históricos 362. Los laberintos de Beltain 364 Argelia

Hadrumetum, Hippo Regius (mosaico) 126

18. Laberintos decimonónicos 369 Saint Reparatus (laberinto eclesiástico) 132 Tres laberintos armónicos 370 •"

Laberintos de cristal 373 Argentina Laberintos victorianos 375 Laberintos borgianos (laberinto literario) 386 Un laberinto imposible 378

:. Cómo salir de un laberinto 380 ji' Austria Un laberinto temporal 382

Historia eclesiástica de Cassiodoro (ilustración, La muerte de Asterión 384

emblema, pintura) 137

El hilo de Ariadna Salzburgo (mosaico) 112 387

Para saber más 387 Schonbrunn (laberinto de setos) 339

Referencias y lecturas complementarias 388 Be1gica

Nuestra Señora de San Remy (laberinto eclesiástico)_ 153

Pía Desideria (laberinto literario) 254

Page 7: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

14 El laberinto Principales laberintos tratados en el libro 15

Egipto Mogor (petroglifo, grafiti) 74

Hawara (estructura laberíntica) 92 O Rosal (petroglifo, grafiti) 75

Kom Ombo (petroglifo, grafiti) 96 Oia-Terroña (petroglifo, grafiti) 75

Os Campiñas (petroglifo, grafiti) 75 Chipre San Ildefonso (laberinto de setos) 341

Nea Paphos (mosaico) 126 Tanta es fallacia (ilustración, emblema, pintura) __ 266

' Croacia Estad~s Unidos Pula (mosaico) 116 Harmony (laberinto de setos) 370

Dinamarca Estonia Gevninge (laberinto eclesiástico) 202 Aski ( trojeborg) 221

Hesselager (laberinto eclesiástico) 200 Roerslev (laberinto eclesiástico) 201 Francia Skanderborg (laberinto eclesiástico) 203 Amiens (laberinto' eclesiástico) 158

Skive (laberinto eclesiástico) 203 Auxerre (laberinto eclesiástico) 273

Chartres (laberinto eclesiástico) 320

España Danza de Auxerre (otros) 273

Alcázar de Sevilla (laberinto de setos) 285 La Eneida comentada por Servio (il., emblema, pintura) 127

Amor es más laberinto (laberinto literario) 297 Etimologías de san Isidoro (ilustración, emblema, pintura) 312

Armenteira (petroglifo, grafiti) 75 Genainville (laberinto eclesiástico) 173

Barbanza (petroglifo, grafiti) 75 Poitiers (laberinto eclesiástico) 170

El Capricho (laberinto de setos) 343 Reims (laberinto eclesiástico) 171

Filosofía cortesana (otros) 269 San Omer (laberinto eclesiástico) 189

Horta (laberinto de setos) 346 San Quintín (laberinto eclesiástico) 172

In silentio et spe (ilustración, emblema; 'pintura) __ 263 Sens (laberinto eclesiástico) 147

Itálica (mosaico) 114 Toussaints (laberinto eclesiástico) 170

Laberinto de Amor (laberinto literario) 258 V ersalles (laberinto de setos) 257

Laberinto de Fortuna (laberinto literario) 264

Lucillo (petroglifo, grafiti) 77

Page 8: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

16 El laberinto Principales laberintos tratados en el libro 17

Finlandia Saffron Walden (turf maze) 361

Korppoo (laberinto eclesiástico) 210 Somerton ( turf maze) 362

Rantamaki (laberinto eclesiástico) 211 S t. Catherine's Hill ( turf maze) · 359

Sipoo (laberinto eclesiástico) 211 The Gardener's Labyrinth (ilustración, emblema,

pintura) 251

Grecia Wing (turf maze) 363

~ Cueva de Gortyna (otros) 55 . ·'

Danza géranos (otros) 62 Holanda Laberinto de. Dédalo (laberinto literario) 64 De Groene Leeuw (ilustración, emblema, pintura)-· 308

Monedas cretenses (otros) 46 Hortorum Viridariorumque (ilustración,

Palacio de Cnosos (estructura laberíntica) '49 emblema, pintura) 251

Prisión de Salomón (otros) 322

1 Tablilla de Pilos (petroglifo, grafiti) SS Islandia '!

Tauromaquias (otros) 273 Volundar hús (labe~into literario) 218

Gran Bretaña Italia

Alkborough (turf maze) 352 Barbarigo (labe;into de setos) 285

Brandsby ( turf maze) 363 Boboli (laberinto de setos) 248

Breamore ( turf maze) 364 Bomarzo (otros) 130

Bridge End (laberinto de setos) 377 Corbacho (laberinto literario) 257

Chevening House (laberinto de setos) 377 Cronología Magna de Paolino Veneto (ilustración,

Compton (laberinto eclesiástico) 369 emblema, pintura) 138

El progreso del peregrino (laberinto literario) 255 Cumas (laberinto literario) 40

Ely (laberinto eclesiástico) 365 El sueño de Polifilo (laberinto literario) 245

Hampton Court (laberinto de setos) 287. La Eneida (laberinto literaric;>) · 258

Hilton (turf maze) 357 Forse che sí, forse che no (ilustración, emblema,

Laberinto de amor, escuela de Tintoretto pintura) 266

(ilustración, emblema, pintura) 259 Fresco del Palacio Ducal de Mantua (ilustración,

Rocky Valley (petroglifo, grafiti) 86 emblema, pintura) 266

Rosherville (laberinto de setos) 27 Giusti (laberinto de setos) 281

Page 9: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

18 El laberinto Principales laberintos tratados en el libro 19

1 ~ Illaberi~to de Andrea Ghisi (otros) 317 Irlanda I1 travagliato (ilustración, emblema, pintura) 256 Piedra de Hollywood (petroglifo, grafiti) 88

jc

Juego de la oca (otros) 22 1 1

Juegos troyanos (otros) 105 Líbano 1

La Divina Comedia ~laberinto literario) 189 Bosque de los cedros (Gilgamesh) (laberinto literario) 99 Lars Porsenna (estructura laberíntica) 243

1 i :l Lucca (laberinto eclesiástico) 177 Noruega !

Luzzanas (petroglifo, grafiti) 84 Seljord (laberinto eclesiástico) 197 Non vulganda consilia (ilustración, emblema, pintura) 261 Vetre Slidre (laberinto eclesiástico) 198 Oinochoe de Tragliatella (otros) 117

Ritratto di gentiluomo (ilustración, emblema, pintura) 325 Portugal San Benedetto (laberinto eclesiástico) 193 Conímbriga (mosaico) 120 San Michelle (laberinto eclesiástico) 175 Laberinto métrico (otros) 317 San Pietro (laberinto eclesiástico) 190

San Savino (laberinto eclesiástico) 179 República Checa '

San Vitale (laberinto eclesiástico) 185 Petrin (otros) 374 Santa María en Aquiro (laberinto eclesiástico) 178

Santa María en Trastévere (laberinto eclesiástico) __ 179 Serbia Sforzinda (ilustración, emblema, pintura) 242 Felix Romuliana (mosaico) 115 Symbolicamm quaestionum (ilustración, emblema,

pintura) 308 Suecia Tabla pascual de Tegrimi (ilustración, emblema, Gotland (laberinto eclesiástico) 213 pintura) 145 Grinstad (laberinto eclesiástico) 206 Val Camonica (petroglifo, grafiti) 80 Hablingbo (laberinto eclesiástico) 225 Villa Altieri (laberinto de setos) 276 Horred (laberinto eclesiástico) 205 Villa d'Este en Tívoli (laberinto de setos) 293 Julskov (petroglifo, grafiti)· 209 Villa de Diómedes (mosaico) 110 Jungfrudans (otros) 223 Villa del laberinto (mosaico) 108 Ostra Karup (laberinto eclesiástico) 206 Villa Pisani (laberinto de setos) 349 Rosaring ( trojeborg) 226

Visby ( trojeborg) 215

Page 10: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

20 Ellaberinto

Suiza

Villa en Orbe (mosaico) _________ _

Cormerod (mosaico) __________ _

Túnez

Thuburbo Majus (mosaico)--------~ ; ~¡ .

1 ,'

Turquía

Cnido (petroglifo, grafiti) ________ _

114

114

125

135

Introducción

Los caminos del laberinto

La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es

tal vez más rara que la de un hombre con cabeza de toro, :pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto con­

viene a la imagen del minotauro. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante mons­

t,ruoso. J. L. BORGES, El libro de los seres imaginarios

La primera sorpresa que depara el laberíntico estudio

del laberinto es la multitud de formas y significados que

ha adoptado a 'lo largo del tiempo. Hay laberintos que

decoran las catedrales góticas de Francia y que simboli­

zan los pilares de la fe cristiana, pero también hay labe­

rintos en los aristocráticos jardines del renacimiento

más relacionados con el juego erótico que con la divini­

dad. Hay laberintos paganos que se confunden con el

inframundo y se sitúan cerca de las tumbas para que los

muertos no encuentren el camino hacia los vivos, pero

también hay laberintos en los prados ingleses relaciona­

dos con la primavera y la fertilidad. Hay laberintos

lóbregos que albergan espantosas criaturas dispuestas a

zamparse al intruso en cuanto se pierda, mientras que

en el alegre laberinto de V ersalles los únicos que se per­

dían eran los amantes clandestinos que buscaban solaz

intimidad.

Page 11: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

22 El laberinto

Hay laberintos literarios, como el que le aguarda a

Alicia tras el espejo o las minas de Moira que describe

J. R. R. T olkien en El señor de los aniilos,. al igual que hay

laberintos cinematográficos, como el que recorre Jack

Nicholson en El resplandor o Ivana Baquero en El labe­rinto del Fauno. Hay laberintos asociados con la danza y

la música; hay laberintos en mitos, manifestaciones artís­

ticas, dilemas filosóficos, videojuegos, problemas mate­

máticos, parques de atracciones, monasterios medievá­

les... hasta en el juego de la oca hay un laberinto, que

álgunos autores relacionan con el Tarot. Sólo en las últi-.

mas dos décadas, se han dibujado cientos de laberintos en

campos cultivados por todo. el planeta. De hecho, seguro

que en alguna ocasión el lector se ha encontrado perdido

en medio de algún laberinto accidental, como un aero­

puerto, el museo del Louvre o el barrio antiguo de una ciudad medieval.

Esta inmensa variedad de formas y significados se

pone de manifiesto en la dificultad de encontrar una d~fi­nición apropiada para el laberinto. El diccionario de la

Real Academia Española define laberinto como:

Lugar formado artificiosamente por calles y encrucija­

das, para confundir a quien se adentre en él, de modo

que no pueda acertar con la salida.

La definición parece correcta, pero; como suele suceder

en estos casos, en cuanto desenfundamos la lupa descu­

brimos que no resulta tan precisa. Así, por ejemplo, en

muchos laberintos la dificultad no es «acertar con la salí-

Introducción 23

da», smo llegar al centro, al corazón del laberinto,

momento en el que el reto se da por superado. Tampoco

sería exacto el verbo confundir, puesto que en algunos

laberintos no hay confusión posible al constar de un solo

camino, así que, más bien, el verbo apropiado sería difi­

cultar, ya sea bifurcando los caminos, ya sea haciéndolos

largos y tortuosos.

También podríamos decir que en ocasiones los labe­

rintos tienen encrucijadas, pero en otras no. Al igual que

resulta discutible el que se deban haber formado artifi.,

ciosamente, ya que en la naturaleza también hay laberin­

tos, como el constituido por las galerías de una cueva, los

arrecifes de coraro los canales del oído. Incluso; se podría

discutir que el laberinto siempre sea un lugar, pues no son

pocas las metáforas donde los laberintos designan con­

ceptos abstractos imposibles de localizar, como la confu­

sión (Etlaberinto sentimental), la soledad y el aislamiento

(El general en su laberinto) o la dificultad (El laberinto de Palestina).

Paolo Santarcangeli, una autoridad en materia de labe­

rintos, resumió perfectamente este problema:

Cuanto más lo pensamos, mejor comprendemos que el

objeto de nuestro interés, a mayor abundamiento labe­

ríntico, no· cabe en ninguna definición que lo abarque

por entero y sin equívocos. Conformémonos, pues, con

decir: «Recorrido tortuoso, en el que a veces es fácil per­

der el camino sin un guía».

La acertada definición de Santarcangeli pone de manifies­

to otro problema en lo que nos atañe, la infinitud y ·varíe-

Page 12: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

'·, ''

Ellaberin~o

dad de los laberintos, pues, por extensión, también se

puede considerar laberinto cualquier recorrido tortuoso,

como los viajes accidentados, de los que La Odisea cons­

tituye el mejor ejemplo, o los imaginarios senderos que,

según los aborígenes australianos, trazaron los antepasa­

dos durante la mítica edad del sueño por toda Australia.

Los laberintos de este libro

En suma, los caminos del laberinto son infinitos o,

cuanto menos, se aproximan. Sin embargo, la intención

de esta obra no es abordar todas y cada una de las for­

mas laberínticas que imaginó el ser humano desde que

bajamos de los árboles. Más bien, este libro es un viaje

por los laberintos derivados del mito de Teseo y el Minotauro.

Com~ vamos a ver, el laberinto tomó forma en la

mitología griega, quizá como herencia de referencias más

antiguas de Egipto, Mesopotamia y la cultura minoica

de Creta. Los romanos lo llevaron por todo el Imperio

y, tras las invasiones bárbaras, sobrevivió camuflado en

alegorías cristianas de críptico significado. Mientras

tanto; en algún momento llegó a las islas Británicas y a

Escandinavia, donde los vikingos terminaron de exten:­

derlo desde Islandia hasta el principado de Moscú. Con

el rena.cimiento volvió a florecer su n~turaleza paganay

los jardines se llenaron de laberintos a cada cual más

sofisticado y, por último, tras un período de decadencia

decimonónica, volvió a resurgir a finales del siglo XX con

tal variedad de formas que hoy en día resulta imposible

seguirle la pista.

Introducción 25

Quedarán sin visitar laberintos tan interesantes como

el perdedero maya de Oxkintok, el mito hopi del hombre

en el laberinto, los mándalas budistas e hindúes o los jar­

dines Zen, pero un mito como el del Minotauro que ha

sobrevivido a tantas culturas bien merece convertirse en nuestro hilo de Ariadna.

Tipos 'de laberinto

Como veremos, a lo largo de la historia se han reali­

zado una gran variedad formal de laberintos, algunos están

dibujados en los mosaicos de las villas romanas, otros en

el pavimento de ~as iglesias, unos son de piedra, otros

de hierba, de arbustos y hasta de agua. Algunos laberin­

tos nos invitan a entrar para alcanzar el centro, de otros

lo único que nos int~resa es escapar cuanto.antes. A veces

estarán poblados por criaturas espantosas, como el Mino­

tauro o el mism~ Satanás, pero en otras sólo nos espera­

rán árboles sagrados y cariñosas ninfas. En algunas oca- ·

siones simbolizarán la vida; en otras, la muerte. Los hay

circulares, rectangulares, octogonales, de dos, tres y hasta

cuatro dimensiones, sencillos como el agua y complica­

dos como el demonio ...

En la literatura laberíntica, toda esta variedad de labe­

rintos se suele ordenar en clasificaciones precisas pero

que sólo resultan útiles para el especialista. Por el contra­

rio, en este libro sólo vamos a distinguir dos grandes

categorías, pero es fundamental que comprendamos ?ien la diferencia entre ambas.

El elemento formal más importante de un laberinto es

el tipo de recorrido que sigue el camino . que separa la

Page 13: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

i o

26 El laberinto

entrada del centro. Cuando no se debe tomar ninguna

decisión pues solo hay una vía posible, sin encrucijadas,

por muchas vueltas que dé, los ·laberintos se conocen

como unidireccionales (son los laberintos que en inglés

se denominan labyrinth)~ Por ejemplo, el conocido labe­

rinto de Chartres es unidireccional, obsérvese cómo el

camino no se bifurca en ningún momento.

Planta de/laberinto de Chartres.

Por el contrario, cuando el recorrido entre la entrada y el

centro se bifurca en varios caminos, algunos de los cuales

pueden terminar en callejones sin salida, se habla de labe­

rintos multidireccionales, y equivaldrían al término inglés

mazf; o al alemán irrgarten. La gran diferencia que hay entre un caso y otro es la

naturaleza del reto que nos proponen. Para llegar al cen­

tro de un laberinto unidireccional, en el que no hay pér­

dida posible, lo que necesitamos es voluntad y perseve­

rancia para no desfallecer en el intento. Basta con seguir

hacia adelante y, tarde o temprano, alcanzaremos el cora­

zón del laberinto. Aunque aquí también necesitaremos

fuerza si está habitado por alguna criatura terrible, como

Introducción 27

Laberinto de los jardines de Rosherville, en Gravesend (Kent),

un Minotauro, ya que en este tipo de laberintos no hay

lugar alguno donde poder esconderse. Así, por ejemplo,

dado que en la religión cristiana es muy importante la

fortaleza de la fe par~ superar adversidades y tentaciones,

este tipo será el preferido por la Iglesia durante la Edad Media.

Por el contrario, para superar un laberinto multidirec­

cional, con encrucijadas en las que debemos descubrir

cuál es el camino correcto, nuestras mejores herramien­

tas son la inteligencia, la memoria o, en su defecto, la for­

tuna. Deberemos exprimir tod~ nuestra capacidad inte­

lectual si queremos descubrir la lógica de su recorrido, si

es que la tiene, pues de lo contrario la situación se com­

plica aún más. En estos casos no es necesario incluir un

monstruo para dificultamos el camino, pues el monstruo

es el propio laberinto. De hecho, quizá no sea casualidad

que este tipo de laberintos se desarrollase sobre todo a

partir del renacimientó, cuando el amor por el razona­

miento volvió a extenderse por toda la cultura occidental.

Page 14: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

28 El laberinto

Pero caben dos advertencias antes de empezar nuestro

viaje, una sobre el peligro que supone laberintizar las

espirales y otra sobre lo arriesgado de cualquier interpre­

tación.

Espirales peligrosas

Un día, al ir a preparar café me quedé asombrado al

ver que la incandescente resistencia de ·la vitrocerámica

seguía un recorrido en espiral que asemejaba un laberin­

to. Por un instante, incluso, dudé sobre si la persona que

hubiera diseñado aquel artefacto no se habrÍa inspirado

en alguna antigua moneda cretense. En realidad, supon­

go, ese trazado debe de optimizar la conducción del

calor. Valga esta anécdota para alertar sobre el mayor

peligro que acecha al buscador de laberintos: encontrar­

los por doquier. Y este problema se manifiesta sobre

todo con las espirales.

Dado que muchos laberintos siguen un trazado en

espiral, se pueden confundir las meras espirales con los

laberintos. Sin embargo, al igu~l que sucede con todas las

formas simples, como el cuadrado, el triángulo o el círculo,

la espiral es un dibujo muy intuitivo que puede trazarse

por razones de todo tipo (seguro que en alguna tediosa

reunión o mientras hablabas por teléfono has dibujado

casi sin da~te cuenta una espiral) y, además, puede sim­

bolizar todo tipo de fenómenos antes que un laberinto.

Quizá en algunos casos representen el ciclo solar y la

posición del Sol en el firmamento a lo largo de las distin­

tas épocas del año, en otros tal vez fueran olas, los largos

intestinos de algún animal, una trampa de caza, un viaje

Introducción 29

psicodélico y u? largo etcétera cuyo único límite es nues­

tra imaginación. Por lo tanto, siempre conviene mante­

ner cierta cautela antes de identificar un laberinto a partir

de una solitaria espiral.

Interpretaciones arriesgadas

El seg~ndo gran peligro que nos espera está relaciona­

do con la lectura de los laberintos, es decir, con la mane­

ra en que depemos descifrarlos. Como vamos a descu­

brir, tras el laberinto nos aguardan los más variopintos

significados y lo fascinante es, precisamente, tratar de

comprenderlos. Yaquí es donde se produce el problema.

Sobre todo cuando disponemos de pocos datos, como

sucede con los petroglifos prehistóricos, toda interpreta­

ción resulta muy arriesgada. De hecho, aunque contemos

con mucha información, hasta la interpretación que pare­

ce más evidente.puede estar equivocada.

Al igual que sucede con las palabras homónimas,

como la baca del coche y la vaca que nos proporciona la

leche con la que cortar el café, algunos símbolos pueden

tener la misma forma pero diferente significado y éste

sólo podemos entenderlo por el contexto. Por ejemplo,

una cruz enuna iglesia cristiana representa a Jesús, el hijo

de Dios, pero en un templo maya lo más probable es que

simbolice el Universo, que pensaban dividido en cuatro

partes iguales que confluían .en el centro.

Pero el problema es aún más .grave pues, incluso den­

tro del mismo contexto cultural, un símbolo puede

cobrar distintos matices y significados. Volviendo a la

cruz cristiana, si es de color rojo y va sobre un fondo

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30 Ellaberinto

blanco, quizá esté representando a los templarios; si arde

en un páramo del sur de Estados U nidos, lo más proba­

ble es que simbolice a los energúmenos del Ku Klux

Klan; si la vemos en un cementerio, la asociaremos con la

muerte, pero si forma parte de una procesión para pedir

que llueva, con la vida; colgando del espejo retrovisor de

un coche, la cruz sirve como talismán protector, pero

plantada en una avenida de la antigua Roma sólo servía

para ajusticiar a los condenados.

¿Debemos, por lo tanto, guardar un prudente silencio

por miedo a malinterpretar un laberinto? No, por

supuesto que no. A lo largo de este viaje veremos un sin­

fín de interpretaciones, propias o de otros autores, y,

como es natural, más de una hipótesis se demostrará

equivocada en un futuro, cuando dispongamos de más

información. Sin embargo, siempre será mejor formular

una interpretación disparatada, la cual por lo menos nos

da pie a seguir investigando para refutarla, que atrinche­

rarnos en el infértil silencio. Hoy en día muchas hipóte­

sis del escritor y mitógrafo Robert Graves han sido

rechazadas por los especialistas en mitología clásica pero,

sin sus teorías, es probable que nuestro conocimiento

sobre los dioses de la antigua Grecia no hubiera avanza­

do lo suficiente para poder refutarlas.

1. T eseo y el Mino tauro

Antes de empezar nuestro viaje por los laberintos, vamos a

detenemos para conocer el mito del que proceden, la histo­

ria de Teseo y el Minotauro. Aunque el laberinto sea una de

las estructuras más sugerentes jamás pensadas, no habría

go~ado d~ tanta popularidad si no hubiera servido como

escenario de las aventuras de Teseo. Esta leyenda constitu­

ye uno de los episodios más interesantes de la mitología grie­

ga y cuenta con. todos los ingredientes necesarios de cual­

quier relato .. fascinante: héroes complejos y con cierta

ambigüedad moral, amores apasionados, malos tan podero­

sos como grotescos, reinas infieles, inventores geniales y monstruos de pesadilla.

En la antigua Grecia cada a~tor adaptaba sus historias

a la inspiración y 'necesidades del momento, por lo que nos

han llegado distintas versiones del mito. Pero, en esencia, contaba lo siguiente.

Mar Mediterrárzeo

Page 16: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

.i ',¡

32 El laberinto

El extraño amor de Pasífae

La historia del Minotauro se remonta al momento en

que Zeus, el padre de los dioses, se encaprichó de una

muchacha llamada Europa que estaba jugando con unas

amigas en una playa cercana a la ciudad de Tiro. Para no

asustarla, tomó la forma de un manso toro y se acercó

con paso juguetón al corro de muchachas. Encandilada

por su dulzura, Europa se subió a su lomo y Zeus apro­

vechó para adentrarse en el mar. Entre risas y caricias lle­

garon hasta las costas de Creta y en sus cálidas, playas

hicieron el amor bajo la sombra de un platanero que

desde entonces jamás pierde las hojas.

Tras la. divina coyunda, Zeus regresó al Olimpo y

Europa se casó con el rey de la isla, Asterión, quien adop­

tó con cariño a los tres hijos de Zeus que Europa ya lle­

vaba en el vientre: Minos, Sarpedón y Radamantis. De los

tres hermanos, no tardó en sobresalir por su fuerte carác­

ter Minos, quien casi mata a los otros dos cuando un

joven del que se había enamorado le rechazó para irse con

Sarpedón.

Con la edad, Minos se volvió aún más prepotente y ni

siquiera cuando se casó con Pasífae, hija del dios solar

Helios, apaciguó ni un ápice su temperamento. A pesar

de que tuvieron varios hijos, no fue un matrimonio feliz.

Al igual que su padre Zeus, Minos trataba de acostarse

con cuanta muchacha se cruzaba en su camino y Pasífae

sufría incontenibles celos. Un día, cansada de las aventu­

ras de su marido, le lanzó una maldición por la que eya­

_culaba serpientes y escorpiones cada vez que se acostaba

con otra mujer.

Teseo y el Minotauro 33

Linaje principal de !v[.inos.

El toro del mar

Como resultaba previsible, en cuanto murió Aste­

rión, Minos reclamó el trono de Creta y, para demostrar

que goz~ba del favor' de los dioses, solicitó a Poseidón

que enviara un torÓ del mar. El día en que debía suceder

el portento, a pie de playa el batir de las olas se fue

entremezclando con el creciente rumor que alimentaban

los cuchicheos de los escépticos nobles. Impertérrito,

Minos oteaba el vasto mar mientras prometía a Poseidón

sacrificar el animal en cuanto saliera del mar. De pronto,

unos y otros enmudecieron maravillados, pues tras una

ola colosal surgió un magnífico toro blanco de ígneo

resuello.

Tan fascinados quedaron por aquella bestia divina,

que aquel mismo día nombraron a Minos rey de Creta.

Más tarde, se suponía que Minos debía sacrificarlo en

honor de Poseidón, soberano absoluto de todos los océa­

nos, pero estaba tan embelesado por el animal que deci­

dió quedárselo y mandó que lo enviaran con el resto de

Page 17: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

34 Ellaberinto

sus rebaños. Fue una mala decisión, pues nunca conviene

desobedecer a los dioses.

Efectivamente, aquel desaire enfureció a Poseidón y

como castigo despertó en Pasífae un amor irrefrenable

por el toro del mar. Día y noche, la reina trató de conte­

ner su pasión hasta que por fin sucumbió a la llamada del

deseo y preguntó a Dédalo cómo podía acostarse con

aquella bestia capaz de ·destrozarla de una sola cornada.

Amores taurinos

Dédalo, genial inventor, era el más brillante de todos

los cortesanos de Minos. Provenía de una ilustre familia

de Atenas, donde, entre otras hazañas, había inventado

los primeros autómatas de la historia. Allí, envidioso de

su prometedor talento, ha~ía despeñado a su sobrino

Tal o, al cual había tomado como aprendiz. Cuando des­

cubrieron el crimen, los atenienses le condenaron al exi­

lio y no le había quedado más remedio que refugiarse en

Creta.

Para Dédalo, con cuyo· ingenio jamás pudo rivalizar

mortal alguno, la petición de Pasífae no representaba nin­

gún esfuerzo y en un santiamén construyó un artefacto

con el que confundir al toro: una vaca de madera en cuyo

interior se escondió la reina. Al ver la estatua abandona­

da en un prado, el animal cayó en el engaño y dio rienda

suelta a su natural fogosidad.

Meses después, la reina se había olvidado del toro y

sólo le preocupaba el bebé que estaba a punto de alum­

brar. Aunque ya habían tenido cuatro hijos y cuatro hijas,

el rey Minos deambulaba nervioso por el palacio. ¿sería

1 Teseo y el Minotauro 35' 1

1

1

1

El Minotauro en el regazo de Pasífae. El canasto que se ve al

fondo es una cesta que servía de cuna. Kylix de figuras rojas

(c. 330 a. C.). Bibliotheque Nationale, París.

un varón al que corifiar los asuntos de la guerra o una

mujer a la que casar· con algún aliado en el futuro? Cuan­

do le dijeron que ya podía ver al retoño, Minos corrió

hasta la alcoba de la reina y, al cruzar el umbral de la puer­

ta, se quedó paralizado por el espanto. Aquello que su

mujer sostenía maternalmente en brazos no era un varón,

ni siquiera era humano, era un monstruo con cuerpo de

hombre y cabeza de toro.

Crimen y castigo

Alertado por unos sacerdotes, Minos no se atr~vió a

matar al monstruo -al que llamaron. Asterión, como el

abuelo, aunque pasó a la historia como el Mino tauro (el

toro de Minos)- y pidió a Dédalo que construyera un

lugar donde albergarle lejos de cualquier mirada humana.

El genial ateniense se puso manos a la obra y diseñó un

Page 18: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

.,. 1'

36 El laberinto

laberinto tan complicado que casi ni él mismo consiguió

encontrar la salida. Minos quedó muy satisfecho con el

tr~bajo; Por sus múltiples meandros, nadie que se aven­

turara en su interior podría encontrar la salida y mandó

que encerraran dentro al Minotauro. Quizá en el laberin­

to la bif~)fme criatura habría pasado plácidamente el resto

de su existencia, si tiempo después no se hubiera produ­

cido un trágico accidente de funestas consecuencias.

Androgeo, uno de los hijos de Minos, había marcha­

do hasta Atenas para participar en las Panateneas, las fies­

tas de la ciudad, que por entonces estaba gobernada por

el rey Egeo. Según algunas versiones, mientras se dispu­

taban las competiciones, Egeo observó que Androgeo

entablaba amistad con el mayor· de sus rivales políticos,

un tal Palarite, y, temeroso de que aquello fuera el princi­

pio de una alianza entre los cretenses y su gran enemigo,

mandó que lo asesinasen.

En cambio, otros sostienen que Androgeo murió

accidentalmente cuando se dirigía a Tebas (embestido

por un feroz toro blanco, el llamado toro 'de Maratón,

que no era otro sino el toro que no había sacrificado

Minos y que Heracles se había llevado al continente

como parte de sus doce trabajos). Fuera una muerte for­

tuita o premeditada, en cuanto Minos supo la noticia,

mandó zarpar a su imbatible flota de guerra.

Nada pudieron hacer los hombres de Egeo contra

Minos, al que además ayudó Zeus agostando los campos

de Atenas, y los atenienses aceptaron una rendición

incondicional. Como tributo, desde entonces debían

enviar siete muchachos y otras tantas muchachas a Creta

Teseo y el Minotauro 37

cada nueve años para que murieran sacrificados en el

laberinto a manos del Minotauro.

La casa de Asterión

Cuando por tercera vez llegó Minos al puerto de Ate­

nas a recoger el tributo de jóvenes, Teseo, hijo de Egeo,

se ofredó voluntario para formar parte de la expedición.

Antes d/partir, dijo a su padre que, si volvía victorioso,

cambiaría las vel~s negras que ahora ensombrecían el

navío por unas blancas y sin más preámbulos se embarcó

rumbo a Creta.

Al llegar a Cnosos, capital de la isla, Teseo sedujo a

Ariadna, una de la~ hijas de Minos, y consiguió su ayuda

a cambio de llevarla consigo de vuelta a Atenas. Ariadna

preguntó entonces.a:' Dédalo qué podía hacer y el inven­

tor le dio un ovillo de lana con el que el apuesto héroe

encontraría la s~Hda siguiendo el hilo desenrollado. Hay

otra versión eri la·que se se dice que Ariadna, en vez del

famoso ovillo, ayudó a Teseo con una corona que le habían

regalado los dioses. Era tal su fulgor, que el héroe pudo

alumbrarse por el camino de ida y de vuelta. Fuera de una

u otra manera, lo cierto es que Teseo se adentró en el

laberinto y, tal vez con una espada, tal vez con una maza,

o incluso a puñetazos, terminó con la vida del aciago

Minotauro. Luego recogió a Ariadna y partió hacia Ate­

nas cuando la noche aún protegía sus pasos.

Ariadna en Naxos

En mitad del trayecto decidieron descansar en la isla

de Naxos y Teseo y Ariadna disfrutaron de una apasio-

Page 19: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

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~:

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38 El laberinto

nada noche de amor. Sin embargo, al despertar por la ·

mañana, Ariadna descubrió que el príncipe la había aban­

donado y el barco se alejaba sin ella. No sabemos con cer­

teza las razones de este suceso. Algunas versiones sostie­

nen que T eseo estaba tan conmocionado por la lucha

contra el Minotauro y su regreso triunfal que, sencilla­

mente, se olvidó de la muchacha, aunque otros autores

decían que el dios Dionisia le había ordenado durante la

noche que dejase a Ariadna en tierra, pues se había ena,..

morado de ella.

De hecho, mientras Ariadna vagaba desesperada por

la playa, desnuda y con el pelo revuelto, escuchó de pron­

to un creciente sonar de flautas, timbales y címbalos: era

Dionisia que venía a casarse con ella. Lo que ocurrió des­

pués tampoco está claro. Tal vez se casaron o quizá,

como sostiene Homero, Artemisa mató a la muchacha

por petición de Dionisia (que este dios salvaje, a medio

camino entre el mundo de los vivos y el de los muertos

decida matar a Ariadna quizá no resulte tan extraño ya

que así la transforma en inmortal).

En lo que sí coinciden las distintas versiones es que,

tras su muerte, Dionisia llevó a su amada al firmamento,

junto a la constelación de la Corona de Ariadna (aunque

Odisea la vio en el Infierno), y que fue adorada en varios

lugares, sobre todo en Naxos, Chipre y Delos.

iLas velas!

Fuera por despi!'lte, fuera por obedecer a Dionisia,

Teseo siguió rumbo a Atenas sin Ariadna y, tan afligida

estaba la tripulación por este percance que se olvidaron

Teseo y el Minotauro 39

del có~igo establecido con Egeo y no cambiaron las velas

negras por otras blancas, señal de que regresaban victo­

rioso·s (lo cual también pudo deberse a una maldición que

lanzó la des.esperada Ariadna). ;

Al ver las velas negras, Egeo pensó que su hijo había

muerto y se suicidó lanzándose desde una torre contra el

mar que, desde entonces, lleva su nombre. Teseo fue

nombrado i~y al llegar a Atenas y tras vencer ~ sus riva­

les políticos, los 50 hijos de Palante, realizó grandes

empresas, como la elaboración de una constitución y una

batalla contra las Amazonas.

Dédalo e Ícaro

Según la versión más aceptada, cuando el arrogante

Minos descubrió que l' eseo había matado al Mino tauro

y, encima, se había llevado a su hija, montó en cólera y,

por la ayuda prest~da, encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro

en el laberinto. De la madre de Ícaro, una esclava ·de

Minos llamada Náucrate, sin embargo los mitógrafos no

nos dan noticia alguna.

Extraña paradoja. Dédalo fue encerrado en el mismo

lugqr que había diseñado. Su propia obra se volvía contra

él. ¿cómo podría escapar de su propio ingenio? Tras

mucho pensarlo, por fin encontró la solución: saldrían

volando. Con plumas y cera construyó un par de alas y

se preparó para escapar de la isla. Antes de saltar, avisó a

su hijo de que ni se acercara mucho al Sol, pues la cera

podía derretirse, ni al agua del mar, ya que las alas se

mojarían; pero, cuando ya estaban lejos de Creta, Ícaro

se entusiasmó, se aproximó al Sol para contemplarlo

Page 20: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

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40 El laberinto

mejor, el calor fundió la cera y el muchacho murió

estampado contra el mar.

Desconsolado, Dédalo siguió huyendo y, tras dete­

nerse .en Cumas, cerca de Nápoles, llegó a Siéilia, donde

se refugió en la corte del rey Cócalo, en Acragante.

La muerte de Minos

Mientras tanto, Minos había zarpado con su flota y

marchaba de isla en isla en pos de Dédalo. Para encon­

trarle prometió una gran recompensa a quien fuera capaz

de atravesar una tortuosa caracola con un hilo, pues sabía

que sólo el inventor ateniense podría resolver tan com­

plicado problema. En efecto, cuando llegó al palacio de

Cócalo, el rey dio a escondidas la caracola a Dédalo y el

inventor consiguió atravesarla con un hilo que había

atado a una hormiguita (y esto parece ser un reflejo del

otro laberinto, también superado gracias al hilo de Ariad­

na). Habían caído en la trampa, en cuanto Minos vio la

caracola enhebrada exigió que le entregaran a Dédalo.

Sin inmutarse, Cócalo le felicitó por la argucia y le

invitó a tomar un baño de agua caliente en compañía de

sus hijas. A Minos, amante pasional, no hacía falta decir­

le mucho más para convencerle de que su venganza podía

esperar. Lo que sucedió a continuación no se sabe con

certeza, pero parece ser que las hijas de Cócalo aprove­

charon para escaldarlo vivo y, todo sea dicho, la verdad es

que no hay muerte más infame en el mundo griego. i.En

vez de caer luchando en épica batalla, Minos murió a

manos de unas pícaras adolescentes mientras se daba un

baño!

Teseo y el Minotauro 41

Mientras tanto, aprovechando que los soldados de

Minos habían acompañado al rey hasta el palacio de Cóca­

lo, los sicilianos quemaron .las . naves de los cretenses.

Cuando más tarde Cócalo les dijo que Minos había muer­

to resbalando en el baño, se sintieron consternados y no

tuvieron más remedio que quedarse a vivir en aquella isla.

Curiosa f~e también la sepultura que recibió el despó­

tico rey. Le)os de toda pompa y gloria, sus soldados

escondieron el cadáver en un templo de Afrodita para

que la gente le honrase; sin saberlo, cuando fueran a lle­

var ofrendas'a la diosa del amor. Cruel broma del destino

que Minos, al que engañó su mujer por amor a un toro,

al que engañó su hija por amor a Teseo, tuviera que refu­

giarse detrás de las fald~s de .Afrodita para ser honrado tras su muerte.

Y hasta aquí llega él mito. Ahora que lo conocemos,

podemos preguntar,nos si está basado en hechos históri.,.

cos, es decir, ¿existió de verdad algún laberinto en la isla

de Creta? Hagamos el equipaje y marchemos ?asta Gre­cia para comprobarlo.

Page 21: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

:1

2. Tras los pasos de Te seo

Ya conocemos los pormenores del mito. En Creta había un laberinto, diseñado por Dédalo, en el cual habitaba el Mino­tauro, una criatura mitad toro y mitad humano. Como cas­

tigo de una afrenta pasada, los atenienses debían enviar un

grupo de jóvenes cada nueve años a Creta, donde eran ence­rrados en el laberinto. En una de estas ocasiones, Teseo, el príncipe de Atenas, se incluyó en el grupo y mató al Mino­

tauro gracias a la ayuda de Ariadna, hija del rey de Creta. ¿se basa este mito ~n algún hecho histórico? ¿Existió de

verdad un laberinto en la isla de Creta? A finales del siglo XIX,

el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann descubrió la ciu­dad de Traya, escenario,:de la Ilíada escrita por Homero,

¿podría ser que el laberinto del mito de Teseo y el Minotauro fuera el vago recuerd9 ae alguna estructura de la Antigüedad?

Mar Cmmt

Mediterrá11eo • .Centros micénicos • Centros minoicos

La Grecia de la Edad del Bronce.

Page 22: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

44 El laberinto

Un laberinto mítico

Para descubrir el laberinto de Creta, lo primero que

debemos hacer es saber cómo era, lo cual no resulta fácil,

pues en ninguna versión del mito se describe con preci­

sión. Así, por ejemplo, Apolodoro se limita a decir que:

El laberinto, construido por Dédalo, era un edificio que

hacía equivocarse en la salida con sus intrincados pasa­

dizos.

Tampoco Diodo ro nos da muchas más pistas:

Para el mantenimiento del Minotauro, se dice, Dédalo

construyó un laberinto con recorridos tortuosos cuya

salida era difícil de descubrir para los inexpertos.

Por Plutarco, por lo menos, sabemos que quizá tenía un

trazado en espiral:

Sobre los jóvenes conducidos a Creta, el mito más usual en la tragedia revela que el Minotauro los mataba en el·

laberinto, o que ellos, dando vueltas y sin poder encon-

. trar la salida, allí morían [; .. ].

T eseo recibió de la enamorada Ariadna el hilo e,

informado de cómo pueden recorrerse las espirales del laberinto, mató al Mino tauro.

Como vemos, en general, coinciden en resaltar lo difícil

que resultaba salir pero callan un sinfín de detalles: ¿esta­

ba al aire libre o techado?, ¿el Minotauro vivía en algún

habitáculo especial en el centro del laberinto?, ¿se bifur-

Tras los pasos de Teseo 45

caban sus caminos o seguía un recorrido unidireccional? ·

Por lo tanto, de las fuentes escritas tan sólo podemos

deducir que era un lugar de camino enrevesado y, por

inferencia, que por lo menos en algún lugar debía de estar

al aire libre, pues de lo contrario Dédalo e Ícaro no podrían

haber escapado volando.

Más información nos ~portan algunas cerámicas del

período clásico en las que aparece representada la lucha de

Teseo y el Minotauro, como un vaso ático proveniente de

Vulci que se encuentra en el British Museum de Londres,

o un kylix ático muy similar que se guarda en el Museo

Arqueológico de Madrid. En las grecas que decoran

ambos vasos vemos un laberinto unidireccional, de planta

rectangular, y en el centro, donde se desarrolla la lucha,

una especie de templete sostenido por columnas. Lo que

no resulta tan claro es si este templete o torre era una

metáfora visual para' representar la entrada, una construc­

ción que se alzaba en el centro o el laberinto en sí mismo.

Kylix ático de figuras rojas (c. 430 a. C.). British Museum, Lon­

dres (izquierda). K ylix ático de figuras rojas (c. 41 O a. C.). Museo

Arqueológico de Madrid (derecha).

Page 23: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

46 El laberinto

Monedas cretenses (c. 350-200 a. C.). Arriba, Apolo y un labe­

rinto unidirea;ional de planta circular; abajo, H era y un laberin­

to unidireccional de planta rectangular.

Otra fuente iconográfica son algunas monedas cretenses,

acuñadas a partir del período clásico, en las que incluye­

ron la planta del laberinto. Estos diseños siguen el mismo

recorrido unidireccional de las grecas de las cerámicas y

también suelen ser de planta rectangular, aunque en algu­

nas excepciones siguen una circular. Este trazado unidi­

reccional, en espiral, es más intuitivo, lo que podría expli­

car su mayor antigüedad y universalidad, pero resulta

contradictorio con el mito. ¿Para qué necesita Teseo ir

desenrollando un hilo si no hay forma de perderse?

De hecho, en lo único que coinciden las fuentes escri­

tas es en destacar lo difícil que era encontrar la salida, por

Tras los pasos de Teseo 47

lo tanto, parece que estamos ante dos laberintos. Uno es

el iconográfico, el representado en cerámicas y monedas,

y es claramente un laberinto unidireccional ya siga una

planta circular o rectangular; mientras que los textos des­

criben otro distinto, que podemos suponer multidirec­

cional, con encrucijadas y callejones sin salida. mxiste

algún edificio de la antigua Grecia que se corresponda

con alguno"de estos dos diseños?

Para contestar esta pregunta, el arqueólogo inglés

sir Arthur J ohn Evahs comprometió a principios del

siglo XX su vida y su fortuna, pero encontró la respuesta.

Una leyenda hecha realidad En 1870, en contra de la opinión común que sostenía

que La Ilíada escrita por Homero era sólo una fantasía,

el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann descubrió

la ciudad de Troya; y cuatro años después la ciudad de

Micenas, la patria del legendario Agamenón. Los arqueó­

logos estaban entusiasmados, ¿sería posible localizar

otros emplazamientos míticos, como el legendario pala­

cio de Minos y su laberinto?

Minos Kalokairinos, un cretense de una rica familia de

comerciantes, estaba seguro de que existía y, efectiva­

mente, en 1879 descubrió los primeros vestigios del pala­

cio de Cnosos. Poco más se avanzó desde entonces, pero

en 1899 sir Arthur John Evat:s, convencido de que aque­

llas ruinas se correspondían con ~1 palacio de Minos, con­

siguió adquirir el terreno y, después de tres grandes cam­

pañas, en 1902 prácticamente había excavado la mayor

parte del complejo palaciego. Al poco, en un folleto de la

Page 24: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

i'

48 El laberinto

época, que recoge J. Alexander MacGillivray en su gran

biografía de Evans, el arqueólogo inglés anunciaba:

Podemos estar casi seguros de que este inmenso edifi­

cio, con su laberinto de pasillos y pasajes tortuosos, la

combinación de salas pequeñas y la larga serie de depó­

sitos sin salida, fue en realidad el laberinto de la tradi­

ción posterior que dio alojamiento al Minotauro de tru­

culenta fama.

mra cierto? ¿De verdad el palacio de Cnosos era el labe­

rinto? Hoy en día disponemos de muchos más d.itos sobre

la cultura que había levantado aquel palacio. Antes de que

se desarrollase la cultura griega clásica, en Grecia habían

surgido dos poderosas civilizaciones: la cultura minoica,

llamada así por Evans en honor de Minos, y la micénica. La

cultura minoica se desarrolló sobre todo en Creta a partir

del año 1900 a. C., cuando poco a poco toda la isla se fue

. ocupando con asentamientos urbanos. En aquel período se

levantaron cuatro grandes palacios -el de Cnosos, Festos,

Malia y Zacro-, en torno a los cuales se organizaba la vida

de cada zona administrativa en las que se dividía la isla.

Cada palacio contaba con un gran patio central que articu­

laba el resto de las numerosas dependencias -viviendas,

salas administrativas, almacenes, talleres, templos, peque­

ños santuarios, etcétera- y funcionaba como centro de

intercambio y redistribución. Allí se almacenaban los exce­

dentes productivos y se realizaban trabajos artesanales

relacionados con la cerámica y el bronce. .

En la actualidad, casi todas las tesis de Evans han sido

refutadas y lo cierto es que el arqueólogo inglés no encon-

Tras los pasos de Teseo 49

tró nada que pudiera probar inequívocamente que el pala­

cio de Cnosos fuera el laberinto del mito. Sin embargo, sí

es cierto que había tres factores que permitían suponer

que el propio palacio era el laberinto.

H'atl<¡ c~tf!J)¡ . 2. J!ntradtJ. no de s .l?laZá norte 4· :SiWI ii9Hril#o; !!. ~ ll;mtri!tl'fil~

y ba1llt.aíjioi•ilfi · 6 ·.1\lmac;ttMil

Planta del palacio de Cnosos.

El primero, como hemos visto, es su intrincada planta,

que parece no obedecer a un plan arquitectónico previo y

que podría haber quedado en el recuerdo colectivo como

un lugar laberíntico.

Page 25: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

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¡

50 El laberinto

El segundo es por el término labrys, que, según nos

cuenta Plutarco en el siglo I era como los lidios designa­

ban la doble hacha, un arma sagrada que simbolizaba a las

dinastías reinantes de Creta y a sus palacios. Antaño se

pensaba que de este término labrys provenía la palabra

laberinto, aunque hoy en día esta etimología se ha aban­

donado y se piensa que, más bien, podría provenir del tér­

mino micénico da-pu-ri-to. ' Y el tercer factor es que, aunque no había aparecido

ningún laberinto propiamente dicho, de quien sí queda­

ban huellas era del Minotauro.

El culto al toro en la Creta minoica

Probablemente, la fábula griega del minotauro es una tardía y torpe versión de mitos antiquísimos, la sombra de otros sueños aún más horribles.

J. L. BoRGES, El libro de los seres imaginarios

Por toda la Creta minoica hay abundantes testimonios

arqueológicos de que adoraban un toro sagrado al que

probablemente rendían culto durante unas curiosas tauro­

maquias. Por lo que podemos deducir de pinturas mura­

les, ·sellos, y representaciones en vasos cerámicos de uso

ceremonial, esta fiesta, en esencia, se basaba en saltar por

encima de un toro cuando embestía.

Según Manuel Serrano, la primera fase de aquellos·

juegos consistía en capturar al toro sobre el que luego

saltarían (lo que recuerda a las capturas del toro de

Maratón por parte de Heracles y, más tarde, de Teseo).

Tras los pasos de Teseo 51

En muchas escenas que nos han llegado de esta fiesta, al

toro se le agarra por la cornamenta, un acto de gran sim­

bolismo, pues es probable que sujetar al. toro por los

cuernos fuera una manera de recibir su fuerza y poten­

cia fecundadora (como quien come el corazón de un

enemigo. para adquirir su. valor o como el hermano

pequeño que viste, con la ropa del mayor para sentirse

como él). De hecho, en casi todas las representaciones

que muestran la lucha de .Teseo con el Minotauro, el

héroe ateniense le sujeta por un cuerno y, como vere­

mos, de cuernos estaba construido el altar que conme­

moraba su hazaña en Delos.

La fiesta comenz~ba cuando llevaban el animal a la

arena, situada en el patio central de los palacios o en algún

recinto aledaño. Sentado en una estructura de madera

levantada para la ocasión, el público quizá ovacionase en

ese momento al torb y a los saltadores, varones y quizá

Escena de una tauromaquia en un fresco del palacio de Cnosos.

Las similitudes de las fiestas cretenses con las españolas resultan

muy curiosas. De hecho, en España aún se sigue saltando al toro

en alguna variante del toreo.

Page 26: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

52 El laberinto

también mujeres con una gran preparación física. Apenas

vestían un faldellín a la cintura, iban descalzos, una cinta

les sujetaba la larga melena y los músculos de los brazos

resaltaban entre brazaletes de oro.

Encerrados con el toro, debían saltar por encima del

animal mientras embestía y todo indica que practicaban

varios tipos de sáltos: en unos debían sujetarlo por los

cuernos y aprovechar el movimiento de la cabeza del ani­

mal para impulsarse y en otros, simplemente, pasar por

encima cuando trataba de atropellarlos a la carrera.

Luego, quizá tocasen el lomo del 'toro y finalmente caían

de pie tras él, saludaban y se marchaban dejando sitio para

otro saltador. Lo que sí parece seguro es que más de uno

se dejaba la vida en el intento, como se deduce de las

representaciones que muestran un salto accidentado y el

toro dándose la vuelta dispuesto a rematar al infortunado

JOVen.

La fiesta concluía con el sacrificio del toro sobre un

altar ceremonial. Algunas partes del animal tal vez se

quemarían en honor de los dioses y la sangre se mez­

claría con la tierra reforzando así el carácter propiciato­

rio de la fertilidad que conllevaba todo el ritual. Para

· matar al toro, en algunas ocasiones usaban mazas y

quizá la doble hacha minoica, pero, por lo que se infie­

re de los sellos, la herramienta más habitual era una

espada corta, lo cual nos vuelve a recordar el enfrenta­

miento entre Tese o y el Mino tauro ya que, en muchas

representaciones cerámicas, Teseo empuña una espada

(que sin embargo no suelen mencionar las distintas ver­

siones del mito).

Tras los pasos de Teseo 53

Esta fiesta, u otra similar, también gozaba de. gran

popularidaq en otros lugares del Mediterráneo, tanto en

la Grecia micénica como en el Próximo Oriente, pero en

ningún lugar alcanzó ta~ta importancia como en la Creta

minoica. Si a la relevancia de la tauromaquia le sumamos

el gran culto que por este animal sentían losminoicos, ~al

y como prueban la variedad de manifestaciones al respec­

to (altares ·~imulando la cornamenta, vasos cerámicos

rituales con forma de toro, etcétera), la pregunta que

podemos hacernos no es, por tanto, por qué el monstruo

del laberinto cretense era una bestia taurina, sino ¿podría

haber sido cualquier otra?

De hecho, es probable que el recuerdo colectivo de

aquellas fiestas taurinas hubiera pasado de generación en

generación, m·ezclándoie c~n otras leyendas, hasta termi­

nar cuajando en un rriito que narrase la historia de un ser

sobrenatural con forma de toro al que eran sacrificados

ritualmente un grupo de jóvenes vasallos. Como nos

explica Manuel Serrano:

La relación del sacrificio del toro con el ámbito religio­

so queda todavía más patente al observar en la cultura

material cómo el toro sacrificado aparece junto a un

altar o bien junto a un árbol que denota su importancia

como símbolo sacro. J. Y ounger señala una serie de

ejemplos en los que las cabezas del bóvido fueron utili­

zadas como máscaras. La leyenda del Minotauro puede

tener su origen en estos aspectos rituales.

En conclusión, una primera pista en la búsq~eda del

laberinto nos ha llevado hasta Cnosos, donde hemos

Page 27: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

54 El laberinto

descubierto un palacio de enrevesada planta en el que se

celebraban grandes fiestas taurinas que, pasadas por el

alambique del tiempo, podrían haber inspirado la figura

del Minotauro. Pero Creta nos depara otra sorpresa.

Hay otro lugar de la isla que podría haber sido el labe­

rinto: largos corredores, bifurcaciones, meandros

sinuosos, criaturas que viven en la oscuridad ... ¿y si el

laberinto estuviera relacionado con las ~umerosas cue­

vas de Creta?

La cueva de Gortyna

A principios del siglo XIX, el explorador y botánico

checo Franz Wilhelm Sieber (1789-1844) recorrió la isla

4e Creta en una de sus expedicio1_1es científicas. Años

después se volvió medio loco y terminó ingresado en un -

ásilo psiquiátrico, pero durante aquel viaje quizá no le

faltó tino cuando un día pensó que se estaba adentrando

por el laberinto del Minotauro:

El lugar en el que se encontraba era la cueva de Gorty­

na, también conocida como el Laberinto de Mesara, y se

pensaba que había sido el escenario de la lucha entre T eseo

y el Minotauro desde que, como hipótesi~, el viajero Cris-

. tophoro Bouondelmondi lo propusiera por primera vez

en 1415 en su libro Descripción de la isla de Creta. La cueva está situada cerca del yacimiento de Gorty­

na, al sur de la isla, se extiende a lo largo de unos 2,5 kiló­

metros y abarca unos 9.000 metros cuadrados surcados

por enrevesadas galerías. Durante la segunda guerra

mundial fue usada por los alemanes como refugio y una

explosión accidental bloqueó su acceso principal; pero

Tras los pasos de Teseo 55

Plano de la cueva de Gort:yna dibujado por Sieber. Reise nach der Insel Kreta in 1817 (L~izpig, 1823). .

hasta entonces era'un lugar al que acudían centenares de

turistas atraídos por la leyenda, tal y como atestiguan las

más de 2.000 firmas quehan dejado en las paredes a lo

largo de los siglos. Ahora bien, ¿era realmente el labe­rinto?

Se desconocen aún muchas peculiaridades de la religión

minoica, entre otras razones porque aún no se ha conse­

guido traducir su enigmática escritura (llamada Lineal A).

Pero lo . que sí .sabemos con certeza es que las cuevas

desempeñaban un papel muy importante en el ámbito reli­

gioso. Además de utilizarse como escondite en tiempos de

crisis, servían de santuarios en los que depositaban nume­rosas ofrendas.

Page 28: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

56 El laberinto

De hecho, los mitos de época clásica recogían aquella

importancia religiosa de las cuevas cretenses. Así, por

ejemplo, creían que Rea había escondido a su hijo Zeus

en una cueva del monte Ida cuando era niño para que no

fuera devorado por su padre Cronos y, también, en una

cueva se reunían periódicamente Zeus y Minos para

intercambiar confidencias.

Además, si las cuevas estuvieran relacionadas con el

laberinto, se establece un vínculo muy interesante con

el mundo de los herreros. En la Grecia clásica, el dios

de los herreros era una antigua divinidad llamada

Hefesto, un dios cojo cuya fragua estaba encima del

volcán Etna, en Sicilia. Hefesto presenta varias simili­

tudes con Dédalo (aunque no son el mismo). Ambos

crean autómatas, son muy hábiles en el trabajo del

rp.etal y la artesanía, mantienen una relación distante

pero a la vez sumisa con el poder, y, por poner otro

ejemplo, los dos están relacionados con un personaje

llamado Talo. En el caso de Dédalo, Talo era el brillan­

te sobrino que toma por aprendiz; y en el de Hefesto,

un coloso de bronce que entregó a Minos para que pro­

tegiera la isla de Creta. Además, y esto es muy impor­

tante, los dos construyen cosas que atrapan. Dédalo, el

laberinto y Hefesto una red para inmovilizar a su mujer

Afrodita cuando le es infiel con Ares, un trono de oro

donde aprisionó a su madre Hera y unas cadenas con

las que, cumpliendo una orden de Zeus, ató a Prometeo

en lo alto de una montaña.

En suma, ambos personajes presentan muchas seme­

janzas y, si identifi~amos a Dédalo con el mundo de los

....... -~~--- --------- ~----------~~~~~~~~-~

Tras los pasos de Teseo 57

herreros, resulta muy sugerente pensar que el mito estu­

viera relacionado en su origen con la extracción de meta­

les. Por su menor tamaño corporal, mujeres y niños son

quienes realizan las primeras prospecciones en muchas

culturas de la Antigüedad, ¿sería el hilo de Ariadna algún

método minero para no perderse cuando inspeccionaban

una nueva gruta? Ariadna suele traducirse como <<la muy

santa, AptaO~'YJ, ari adnos», aunque su nombre también

recuerda a Aracne, la muchacha que dio origen a las ara­

ñas, ápáX,V'Y), que también sueltan hilo, como quizá hicie­

ran las muchachas que se adentraban por vez primera en

una cueva.

Hermann Kern, cuya obra supuso un gran impulso en

el estudio de los laberintos, rechazaba con cierta vehe­

mencia esta hipótesis: -

La identificación del Laberinto con una caverna es

imposible por razones de principio. Semejante iden­

tificación sólo se pudo pensar en el período helenís­

tico, después de la fusión de la idea del laberinto

.como dédalo inextricable de caminos con las caracte­

rísticas de antiguos cultos en las cavernas. También la

idea de la luminosa corona de Ariadna es «Un pro­

ducto relativamente tardío», que se contrapone como

una excepción a la versión habitual del Laberinto

como edificio y del hilo de Ariadna. ¿y qué función

habría podido desempeñar Dédalo como inventor y

arquitecto en una caverna ya hecha? ¿Cómo puede

conciliarse la versión de la caverna con la idea del

laberinto que se muestra en las monedas de Cnosos a

partir del siglo V a. C.? ¿Cómo se puede comparar el

Page 29: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

58 El laberinto

azaroso recorrido de las galerías de una caverna con la regularidad, descrita tan precisa, de lá danza del laberinto?

Sus argumentos no son definitivos. Salvo por la tablilla de

Pilos y alguna greca minoica no sabemos cómo concebían

el laberinto antes de la Grecia clásica. Además, como

hemos visto, no tienen por qué coincidir necesariamente

las representaciones iconográficas con las descripciones

de los textos. Las monedas, en tanto que iconos, no bus­

can un tratamiento naturalista, sino simbólico. Y también

se puede matizar que una cueva no necesite de un Déda­

lo, ya que el trabajo en la mina sí demanda complejas tareas

de ingeniería.

En suma, aunque afirmar que hubiera sido justo la

cueva de Gortyna la que inspiró el laberinto resulta un

tanto aventurado, sí podemos admitir cierta verosimili­

tud en algunos argumentos como el de Paul Faure, pro­

fesor de la Universidad de Clermont-Ferrand, cuando

señala que «el laberinto cretense cercano a Cnosos no era

otro lugar que una caverna cultual que seguía un compli­

cado recorrido»; lo cual no es óbice para que mantenga­

mos un prudente escepticismo hasta que la arqueología

nos aporte nuevos descubrimientos.

El laberinto de Pilos Hacia el año 1450 a. C., un gran desastre provocó una

gran crisís por toda la isla de Creta y la civilización minoi­

ca nunca más consiguió recuperarse. Menos el palacio de

Cnosos, que consiguió mantener su poder durante algún

Tras los pasos de Teseo 59

i

Tablilla encontrada en Pílos (c. 1200 a. C.).

tiempo, ya fuera gobernado por cretenses o por micéni­

cos, el resto de los grandes asentamientos entró en una

profunda decadencia. Las razones ~e este colapso aún

son objeto de controver~ia, tal vez fue la consecuencia de

un gran terremoto, de revoluciones internas, de una inva­

sión por parte ~e la emetgente potencia micénica, o de

una suma de todos estos factores, pero el caso es que por

doquier aparecen signo's de destrucción y abandono. De

ahora en adelante, serán los griegos del continente quie­

nes marcarán las pautas de los acontecimientos.

Aunque no implica una relación de causa y efecto, y

quizá sea sencillamente que los micénicos aprovecharon

el vacío de poder dejado por los minoicos, lo cierto es que

la decadencia de Creta coincide con· el mayor desarrollo

y la expansión colonial de la cultura micénica que había

germinado en la Grecia continental. Los micénicos reci­

ben este nombre por el mayor de sus asentamientos, Micenas.

A pesar de la influe~cia minoica, desarrollaron una

cultura de fuerte personalidad propia. A partir del

siglo XV a. C., se fueron afianzando cada vez más en el

Page 30: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

60 El laberinto

Mediterráneo y su presencia se manifiesta en relaciones

comerciales o coloniales desde la costa siriopalestina a la ría de Huelva, en España, incluyendo asentamientos esta­

bles en Sicilia, las islas Eolias y el golfo de Tarento.

Bien defendidos en amuralladas fortalezas en lo alto

de las colinas, expertos guerreros dotados de buen arma­

mento, una economía floreciente con un fuerte comercio

ext~rior: nada presagiaba que esta civilización también·

entraría yn decadencia, pero hacia el año 1200 casi todos

los centros de poder micénicos cayeron uno tras otro víc­

timas de incendios y pillajes por razones desconocidas

(tal vez como consecuencia de la invasión de un pueblo

extranjero, tal vez por conflictos internos fruto de una

gran crisis económica).

Fatalidad para los micénicos, fortuna para los arqueó­

logos, durante los incendios se cocieron las tablillas de

arcilla donde llevaban la administración de los palacios.

En el reverso de una de estas tablillas, encontrada en el

palado de Pilos, un anónimo escriba dibujó un laberinto

de planta rectangular. Es el más antiguo de toda Grecia y

resulta de gran importancia, pues nos permite saber que,

por lo menos ya en tiempos micénicos, debía de existir la idea de un laberinto. Sin embargo, si no tenemos más

referencias, ¿cómo podemos estar seguros de que no es el .

dibujo caprichoso de un escriba?

Una prueba definitiva sería contar con algún docu­

mento de la época en que se· mencione el mito. Pot

desgracia, casi todas las tablillas tratan de asuntos admi­

nistrativos, muy útiles para saber cuántas, cabras se

enviaban a Pilos como impuestos pero poco prácticas

Tras los pasos de Teseo 61

para comprender el paisaje religioso micénico. Aún así,

entre estos archivos contables nos aguarda una grata sorpresa.

En varias tablillas se menciona una diosa llamada

Potnia (nuestra señora, diosa) y en una de ellas se habla

de un da-pu-ri-to po-ti-ni-ja, es decir, de una Diosa del

Laberinto. Esta divinidad todavía está envuelta en un '

halo de misterio, pero es probable que sea similar a una

Diosa Madre (o señora de las bestias) que veneraban los

minoicos y por la que sentían particular afecto los herre- '

ros cretenses, como prueba que en sus talleres -muchas

veces situados en ct~evas- hayan aparecido figuras

suyas. De hecho, el gran micenólogo John Chadwick planteaba que: r

Podría parecer pr~bable que las comunidades de herre­

ro~ dedicados a,e~ta diosa se dispersaran por Grecia tras

el colapw minoico del siglo xv. Sus descendientes podrían

muy bien haber mantenido su culto, aunque se heleniza­

ran mucho.

Además, este laberinto de Pilos nos permite establecer

una hipótesis muy interesante para interpretar el mito d~

Teseo y el Minotauro. Desde el1900 al1450 a. C., apro­

ximadamente, los minoicos no tuvieron rival en el mar.

Aunque no se han encontrado evidencias de una presen­

cia colonial pesada, sí es probable que durante todo este·

período mantuvieran con el resto de Grecia una relación

pseudocolonial, de poderío, que aún se recordaba siglos

después. Y, tras el esplendor minoico de la isla de Creta,

Page 31: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

62 Ellaberinto

hacia el siglo XV a. C. comenzó el apogeo de los micéni­

cos de la Grecia continental.

Dado que el mito habla de tributos entregados por los

griegos del continente a los cretenses y de cómo consi­

guieron librarse de este yugo, ¿podría ser que estuviera

reflejando este cambio de liderazgo geopolítico?

La hipótesis es sugerente, pero otra pista nos condu­

ce por un camino distinto (aunque no excluyente), en el

cual el laberinto aparece relacionado con una antigua

danza conocida como géranos.

3. ·La•·danza del laberinto

Apenas tenemos datos sobre lo que sucedió durante el perío­

do que siguió a la decadencia micénica (entre los siglos XI y IX a. C.). Se conoce como la edad oscura y se caracteriza por

un gran retroceso en todos los campos. Por entonces, se pro­

dujo un. gran tr~siego de pueblos que al final terminó por

configurar el paisaje étnico y lingüístico de la Grecia clásica.

Durante dos siglos, la cultura de la H élade fue un enorme

caldo alimentado por rapsodas ambulantes con mitos y leyendas provenientes de todo el Mediterráneo. Cuando

el guiso estuvo listo, despr~ndía aromas minoicos y micéni­

cos, pero también de Mesopotamia, Anatolia, Egipto, los Balcanes ... - ··

.m ]Z 270,0 500

~iuili.:;:¡¡ci6n ed¡¡d <;recia;tldsict¡, inié'é,¡tca os&iiti,

t.ab)iUa dél?ifos J)!i\da¡. :wdntpu·ri~fo ·.gérqi!'!"'. po·tic\Ü"j~;,

E( rnltí>í ya comp~etoi. - ~P~-~e~~-. ~·i~~.text<J~, -rnoQed~s }';c~támld\.

Eje cronológico de la antigua Grecia y las correspondientes referen­

cias laberínticas.

Page 32: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

1.

64 El laberinto

Danzar en el laberinto

La Ilíada es el texto más antiguo de toda la Grecia clá­

sica, es decir, de la cultura que surgió tras la decadencia de

los micénicos y los siglos de la edad oscura. Se atribuye a

un poeta ciego llamado Homero y probablemente se

escribió hada, el siglo IX a. C. La referencia más clara del

laberinto que aparece en La Ilíada es una danza que se

celebraba en Creta:

El muy ilustre cojitranc<;> [Hefesto] bordó también

una pista de baile semejante a aquella que una vez en la

vasta Creta el arte de Dédalo fabricó para Ariadna, ·la

de bellos bucles. Allí zagales y doncellas, que ganan

bueyes gracias a la dote, bailaban con las manos cogi­

das entre sí por las muñecas. Ellas llevaban delicadas

sayas, y ellos vestían túnicas bien hiladas, que tenían el

suave lustre del aceite. Además, ellas sujetaban bellas

guirnaldas, y ellos sagas áureas llevaban, suspendidas

de argénteos tahalíes. Unas veces corrían formando círculos con pasos

habilidosos y suma agilidad, como cuando el torno, ajus­

tando a sus palmas, el alfarero prueba tras sentarse delan­

te, a ver si marcha, y otras veces corrían en hileras, unos

tras otros. Una nutrida multitud rodeaba la deliciosa pista de

baile, recreándose, y dos acróbatas a través de ellos, como preludio de la fiesta, hacían volteretas en medio.

Así, según Homero, Dédalo no habría construido un

laberinto, sino una pista de baile en la que se practicaba

una danza relacionada con el matrimonio (como se infie-

La d_anza del laberinto 65

re de la referencia a los bueyes entregados como dote). La

coreografía seguía una espiral (como los surcos que que­

dan en la arcilla moldeada en un torno) y se completaba

con diversas acrobacias. Esta danza, en la que tan sólo le

falta un toro para que podamos ver una escena de tauro­

maquia minoica con los bailarines dando volteretas, ha

sido relacionaqa con el laberinto: cuando danzaban en

espiral cogidos de la mano, estarían simulando la estruc­

tura, y cu~ndo iban en fila, el recorrido. Además, las guir­

naldas podrían evocar la corona de Ariadna y los puñales,

la espada de T eseo.

Además, por Calímac;:o y Plutarco, sabemos que siglos

después en la isla de Delos se celebraba otra danza pare­

cida durante una fiesta q~e conmemoraba la hazaña de

Teseo. Según una versióri del mito, antes de regresar a

Atenas, T eseo y sus co.mpañeros habían desembarcado

en esta isla para ofrendar una estatua de Afrodita y allí

bailaron en torno a un altar formado por cuernos del lado

izquierdo del toro. En recuerdo de este episodio, una vez

al año se organizaba una danza en Delos durante el mes

de Anesterión, que caía entre febrero y marzo, y Plutar­

co señala que los delios llamaban géranos (de la grulla) a

esta danza.

¿Por qué recibía este nombre? ¿Qué relación guarda

el laberinto con las grullas?

La gerantomaquia

Para entender qué hacen las grullas en nuestro labe­

rinto, antes debemos saber algo más sobre cómo las per­

cibían en el mundo clásico y para eso nuestra mejor fuen-

Page 33: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

',1

66 El laberinto

te es una de las mentes más lúcidas de toda la historia del

pensamiento: Aristóteles. En el libro VIII de la Investi­

gación sobre los animales, nos explica que al llegar el

invierno las grullas marchan hasta lo más recóndito de

Egipto, donde atacan a un pueblo de pigmeos:

Unos animales encuentran en los mismos lugares donde

tienen la costumbre de vivir los medios para protegerse

contra los rigores del clima; otros emigran: después del

equinoccio de otoño dejan el Ponto y las aguas frías para

evitar el invierno inminente, y después del equinoccio de

primavera vuelven de los países cálidos hacia las regiones

frías por temor a los calores abrasadores. En cl.ertos casos,

los cambios de lugar ocurren desde un extremo a otro del

mundo, como hacen las grullas. Pues su migración les

conduce desde las llanuras de Escitia hasta las marismas

del Alto Egipto, donde nace el Nilo. Se dice que allí inclu~

so atacan a los pigmeos. Pues la existencia de este pueblo

no es una fábula, sino que se trata de una raza de hom­

bres, los cuales, según se dice, son de talla pequeña, y ellos

con sus caballos viven metidos en cuevas.

En realidad, Aristóteles nunca bajó hasta las fuentes del

Nilo para comprobarlo, sino que transcribió un mito

griego que hablaba de una batalla mantenida desde tiem­

po inmemorial entre grullas y pigmeos. Según este mito,

entre los pigmeos había una mujer llamada Gérana que

era muy soberbia y desagradable. Gérana le faltó al respe­

to a Hera y, como castigo, la diosa la transformó en gru­

lla. Aún así, el ave no se movió de la aldea, tal vez para no

abandonar a su hijo Mopso, y los pigmeos, molestos por

La danza del laberinto 67

sus graznidos, trataron de ahuyentarla a pedradas. Desde

entonces, cada vez que las grullas migran al sur se pelean

con los pigmeos en una batalla que suponemos pierden

una y otra vez ya que siempre regresan al norte. Esta

gerantomaquia era antiquísima, ya se menciona en La !lía­

da de Homero, y aparece en muchas representaciones cerámicas.

'

Poco a· poco vamos montando el rompecabezas. Y a

sabemos que en algunas partes de Grecia se celebraba un

ritual poco antes de que comenzara la primavera (duran­

te el mes de Anesterión) y que en esta fiesta se bailaba

una danza llamada géranps, de la grulla, en la cual se evo­

caba el laberinto y la victoria de T eseo. Además, hemos

visto que la grulla es un av;e migratoria que en primavera regresa a la Hélade. "'

En general, para los pueblos antiguos cualquier signo

de la naturaleza que les ~yudara a regular el tiempo, como

el deshielo o las migraciones animales, resultaba de vital

importancia. La agricultura demanda un gran dominio de

los tiempos y las estaciones: cada especie vegetal tiene su

temporada. de siembra y recolección, los campos deben

reposar en barbecho, los cultivos no pueden demorar~e o

anticiparse a los meses más extremos del año ... Y, en

menor medida, lo mismo sucede con el pastoreo. Hay

que saber cuándo se acerca el momento de la estabula­

ción, la época de cría, cuándo habrá que desplazar el gana­

do a climas más benignos, etcétera.

Por lo tanto, es probable que a las grullas les cupiera

el honor de bautizar una danza tan importante como la

de Delos porque, gracias a su ciclo migratorio, los cam-

Page 34: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

" '

68 El laberinto

pesinos podían calcular mejor las estaciones y, con ~llo,

ajustar el ciclo agrícola. Y si estamos interesados por las estaciones y la agri­

cultura del mundo griego, no nos queda más remedio que

bajar al Infierno.

La reina de los muertos

~--. Una antigua tradición griega decía que Hades, el dios

J/ soberano del reino de los muertos, se enamoró un día de

Perséfone, la hija de Deméter, que era la diosa del trigo

y la tierra cultivada, y en un rapto de pasión la raptó y

se la llevó a su lúgubre morada. Desconsolada, Deméter

buscó a su hija por aquí y por allá, pero no la encontró

y fue tal su pena que se retiró a Eleusis, cerca de Atenas.

Evidentemente, en aus~ncia de la diosa de la agricultura,

nada co~estible crecía sobre la tierra y los mortales se

morían de hambre. Por fortuna, el mismísimo Zeus

decidió intervenir antes de que el desastre fuera a mayo-­

res y dijo a su hermano Hades que liberase a la hermo­

sa diosa. Hades consintió de mala gana y antes de que Perséfo­

ne saliera del reino de los muertos le regaló seis suculen­

tas semillas. La diosa se las comió y con tan parca pitan­

za selló definitivamente su destino, pues nadie que se

hubiera alimentado con las viandas de los muertos podía

volver entre los vivos. Pero como algo había que hacer

para que a Deméter se le pasase el. enfado, por fin consi~

guieron llegar a un acuerdo. Durante seis meses al año,

tantos como semillas había comido, Perséfone permane-

La danza del laberinto 69

cería con su esposo entre los muertos, y durante los otros

seis estaría con su madre. Por eso desde entonces se alter­

nan las estaciones: unas tristes en las que no crece nada,

cuando Perséfone se marcha con Hades, y otras alegres

en las que florece la vida por la alegría de Deméter cuan- j do se reúne con su hija.

Este mito n;fleja con gran belleza el ciclo agrícola y

manifiesta la t~nsión que suponían los meses en que la

tierra perm~necía infértil. En la postrimería del invierno,

cuando las reservas ya casi se habían agotado, los campe­

sinos otearían una.y otra vez el horizonte en busca de

alguna señal que indicas~ el regreso de la primavera, y una

de esas señales inequívocas sería precisamente el regreso

de las grullas, un ave que -al igual que sucede con la

lechuza y Atenea- se asoéi~ba con Deméter.

Perséfone en el laberinto

No sabemos con precisión cómo imaginaban el reino

de los muertos en la Antigüedad clásica, pero, en general,

los autores grecolatinos hablan de un lugar por el que

resulta fácil perderse, con varios caminos y encrucijadas,

del que resulta imposible salir si no se conoce el camino;

un lugar lleno de monstruos que vigilan quién entra y

quién sale en cada momento, en cuyo corazón se escon­

den los más espantosos peligros. En suma, hablan de una especie de laberinto.

Esta concepción del reino de los muertos como un

laberinto del que resulta complicado escapar y encotltrar

el justo camino nos permite entender el significado más

importante de la danza de Delos. Recapitulemos, duran-

Page 35: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

'1 1'

1;

¡ '1

.¡ i

70 El laberinto

te el invierno no crece nada pues la diosa de la agricultu­

ra está contrariada al no estar con. su hija, la cual se

encuentra en el reino de los muertos. Por lo tanto, si que­

remos que los campos vuelvan a dar frutos, debemos reu­

nir de nuevo a madre e hija, es decir, debemos rescatar a

Perséfone del inframundo, el cual se concibe como un

lugar . de complicado recorrido, en el que resulta fácil

entrar pero casi imposible salir, al igual que sucede con un·

laberinto.

Además, hay un mito que relaciona ~ Perséfone con

Teseo y con un Infierno que atrapa. Según Plutarco y

otros mitógrafos clásicos, e(mejor amigo de Teseo era

Piritoo, al cual ayudó durante una lucha contra los cen­

tauros. Tiempo después, con 50 años, una edad muy

avanzada para la época, Teseo bajó al Infierno con Piri­

too para raptar a Perséfone, de la cual se había encapri­

chado su amigo. En esta. ocasión venció el Laberinto.

Hades, soberano del reino de los muertos, los descubrió;

Piritoo desapareció entre las fauces del infernal Cancer­

bero y T eseo fue aprisionado en un trono del que no

podía levantarse.

Ert conclusión, es plausible que aquella danza géranos

simbolizase el regreso de Perséfone, ya fuera por su pro­

pio pie o ayudada por el hilo de Ariadna que formaría la

hilera de jóvenes cogidos de la mano. Atrás quedaría el

monstruo que la retenía, el Minotauro, cuya derrota

queda bien manifiesta en el altar de cue.rnos izquierdos en

torno al que se danzaba. (Y a que sujetar al toro por su

cuerno izquierdo denotaba la victoria sobre el mismo,

como se infiere por todas las representaciones cerámicas

La danza del laberinto 71

en las que T eseo agarra victorioso al Minotauro precisa­

mente por el lado izquierdo de su cornamenta). Un deta­

lle significativo al respecto: tras su muerte, Minos se con­

virtió en el Juez de los Muertos, al servicio de Hades.' Y

en esto se atisba la naturaleza primigenia del despótico

rey de Creta y su infernal laberinto.

Incluso, pod~mos establecer una relación más entre las

grullas y ellabe~into. Durante la época de celo de las gru­

llas, que sucede sobre todo durante el mes de marzo, se

incluye en el cortejo una danza en la que caminan con pasos

rápidos formando círculos, elipses o una· ~specie de ochos

combinados con saltos ep el aire a izquierda y derecha y

paradas bruscas en las que se quedan inmóviles. mxiste

alguna relación entre esta danza y la que bailaban delios y

cretenses? Y si así fuera, ¿~ería en último término la que

habría dado origen a la sinuosa estructura del laberinto?

El laberinto de los herreros

Si las fuentes, las galerías de las minas y las cavernas son asi­

miladas a la vagina de la Madre Tierra, todo cuanto yace en

su «Vientre» está aún vivo, bien que en estado de gestación.

O dicho de otro modo: los minerales extraídos de las minas

son, en cierto modo, embriones: crecen lentamente, con un

ritmo temporal distinto al de los animales y vegetales, pero

crecen,, maduran en las tinieblas telúricas.

MIRCEA ELIADE, Herreros y alquimistas

Para concluir nuestro periplo por Grecia, podemos refle­

xionar sobre el papel de los herreros en la difusión del

Page 36: Mendez Filesi - El Laberinto, Historia y Mito

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72 Ellaberinto

mito del laberinto. Por lo que hemos visto, todo indica

que por el Egeo circulaba una antiquísima creencia en una

diosa de la fertilidad, a la cual había que rescatar del reino

de los muertos cada primavera en un ritual propiciatorio

que probablemente incluía danzas en cuya coreografía se

simulaba el sinuoso y complicado recorrido que separa el

mundo de los vivos del inframundo, es decir, un labe­

rinto.

En esta creencia, los herreros y mineros -representa­

dos por Hefesto o Dédalo- cobraban un destacado papel,

pues el ámbito natural de su actividad se encuentra preci­

samente en el inframundo, donde los metales crecen al

calor de la tierra, y son quienes se aventuran una y otra

vez por las cuevas, antesala del Infierno, en busca del pr~­

ciado metal. Además, su oficio está envuelto en misterio,

pues son los artífices de un nuevo armamento que ha

probado su letal eficacia cada vez que se ha enfrentado a

una rudimentaria hacha de piedra. Y los herreros son

grandes viajeros.

Como vamos a ver, se han descubierto varios laberin­

tos por diversos lugares de la Europa prehistórica. ¿Cómo

ha llegado el laberinto a todas estas culturas? ¿Por propia

inspiración? ¿como resultado de contactos culturales con

los micénicos? ¿fueron los herreros quienes exportaron

este mito por túdo el Mediterráneo? ¿Podría ser que, en

realidad, los micénicos hubieran copiado la idea del labe­

rinto de otras culturas aún más antiguas?

4. Laberintos en la piedra

Tallados en piedras, por vario; lugares de Europa se han

descubierto laberintos cuya antigüedad podría remontarse a

tiempos prehistóricós. Resulta de fundamental importancia

conocer bien c14rándo fueron realizados para situar el origen

del mito. ¿son anteriores o posteriores a la tablilla micéni­

ca de Pilos? Y, en caso de que sean más antiguos, ¿fueron la fuente en que se inspiró el mito griego?

Además, aparte de su posible parentesco con el laberinto

cretense, todos constituyfn por sí mismos un enigma fasci­

nante. ¿Quién los realizó? ¿Qué simbolizaban? ¿Guardan

alguna relación unos con otros?

Laberintos prehistóricos.


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