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Nelly Richard, Latinoamérica y la posmodernidad

Date post: 06-Jul-2015
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  • 5/6/2018 Nelly Richard, Latinoamrica y la posmodernidad

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    E s c n t o s . Revista del Centro de Ciencia. del LenguajeN li m ero 1 3-1 4. e ne ro -d ic ie m br e de 1996 , pigs. 271 2BO .

    Latlnoamerica y la posmodernldad'Nelly R ic ha rd

    L as relaciones de encuentro 0d esen cu en tro e ntre L atin oa -menca y la posm oaem idad son particularm ente com plejasde analizar tanto por 10 esquivo de los rasgos que denom i-nan "posmodem idad" a una configuracion dispersa; singarant{a de una defin icion fiel, com o porlo disparejo de latrama la tin oam erica na , q ue integ ra p ro ceso s h isto tico -cu l-turales no equivalentes en cada pals. A un asi, "Latinoam e-rica" designa una zona de experiencia com un a todos lospoises del continente situados en la periferia del modelooccidental-dom inante de la m odem idad centrada. U na pre-gunta central anima y se ram ifica en este ensayo: /,Como eldiscurso posmodem o que teoriza el fracaso de esta moder-nidad centrada interviene el m odo que tuvo Latinoam ericade im aginarse a s{ m ism a bajo la dependencia m odem ista?

    i .cuAL "POSMODERNIDAD" Y DESDE CUAL "NOSOTROS"?Las relaciones de encuentro 0desencuentro entre Latinoamerica y laposmodernidad son particularmente complejas de analizar:

    1) Por 1 0 esquivo de los rasgos que nombran esta configuraciondispersa titulada 'posmodernidad' sin la garanti'a de una defini-cion fiel.Una mezcolanza de modos (Ia sospecha en filosofia; laparodia y el simulacro en estetica; la deconstrucci6n en teorfa1 Tornado de Revista de crl ti ca cu ltura l, Santiago de Chile, N. 13, abril de 1991, pp.15-19.Reirnpreso con el permiso de la autora.

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    272 Nelly Richardcritica; el escepticismo en polftica y el relativismo en etica; elsincretismo en cultura, etcetera) y modas (el collage de estilos yla cita del pasado en arquitectura; el desencanto posmarxista; eljugueteo narcisista y la distension cool; el eclecticismo neutro enel juicio cultural y el pluralismo blando en la concertacion social,etcetera) hace que la confusion entre posmodernidad y posmo-dernismo(s) sea la marca envolvente en un sentir difuso queacompafia a los cambios epocales signados por la diseminaci6ny la contaminacion del sentido: crisis de totalidad y pluralizaciondel fragmento, crisis de unicidad y multiplicacion de las diferen-cias, crisis de centralidad y desbordamiento proliferante de losmargenes.

    2) Por 10 disparejo de la trama latinoamericana que integra proce-sos bistorico-culturales no equivalentes en cada pais: Peru, Chileo Argentina no com parten los mismos antecedentes de moder-nidad, modernizaciones, modernismo; el desenvolvimiento detendencias no fue uniforme y la mezcla entre mito e historia,entre rito y progreso, entre tradicion y mercado, se sedimentodesigualmente. No son, por 10 tanto, equiparables las disposicio-nes de cada contexto frente a 10 que reclama la posmodernidadcomo balance critico de los logros y frustraciones de la moder-nidad incrustada segun dinamicas de fuerzas y resistencias de-masiado variables y especificas a cada formacion regional.

    Ouizas lograramos concordar en un sefialamiento-tipo de la catego-ria 'posmodernidad' reuniendo sus rasgos predominantes en una sfnte-sis abarcadora: la fractura de los ideales (sujeto-historia-progreso comoabsolutos de la razon) que regularon monol6gicamente el procesocivilizatorio de 1;modernidad occidental-dominante; la consiguienteheterogeneizacion de los sign os y multivocidad del sentido; el pasaje dela fase macrosocial de los poderes integradores a la fase microsocial delas fuerzas desintegrativas; el abandono de las certidumbres y la resig-nacion a 1 0 parcial y 1 0 relativo como horizontes trizados de un nuevopaisaje teorico-cultural ubicado bajo el signo vacilante de la duda; ladescorporeizacion de 10 real-social convertido en artificio massmedia-tico a traves de imageries cuya especialidad y temporalidad han perdidotextura y densidad historicas, etcetera. Pero la fisonomfa del "nosotrosmismos" (como sitio latinoamericano de la pregunta por si nos afecta-y c6mo nos afecta-Ia posmodernidad) es tan disfmil que fragmenta elsujeto de la enunciacion en partes no siempre compatibles. Asf y todo

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    Latinoamerica y la posmodemidad 2 7 3-aunque sea como notacion polemica de una "diferencia" a activarfrente a la dominante posmoderna internacional- 'Latinoamerica' de-signa una zona de experiencia (llamese: marginacion, dependencia,subalternidad, descentramiento) comun a todos los paises del continen-te situados en la periferia del modelo occidental-dominante de lamodernidad centrada. leomo el discurso posmoderno que teoriza elfracaso de esta modernidad centrada interviene (desorganiza, reformu-la) el modo que tuvo Latinoamerica de imaginarse a sf misma bajodependencia modernista?, es una de las preguntas de este comentario.

    i.COMO HABLAR LO PROPIO SI EL REPERTORIO ES DE NOMBRESPRESTADOS?La extension y profundidad traumaticas de la marca colonizadora; labatalla por romper con la subordinacion periferica, influyen en que eltraslado a America Latina de sistemas culturales que provienen deafuera sea recepcionado desde la desconfianza: como parte de unestado de sospecha que recae sobre todo e 1 mecanismo de la trans fe-rencia entre 1 0 extranjero y 1 0 nacional, entre 1 0 import ado y 1 0 local,entre 1 0 internacional y 1 0 propio.Discutir sobre posmodernidad en America Latina es aun visto pormuchos como tic imitativo, replica enajenada. Serfa caer victima de lamoda internacional copiando el ultimo dato promovido por su mercadode la informacion: ceder a la pulsion extranjerizante del calco mimetico,Esta descalificacion suele apoyarse en un argumento complementariopara invalidar el trasplante: al comparar realidades, se extrema elcontraste entre sobresaturacion -el contexto "postindustrial" de hiper-consumo de bienesy rebalse informativoque dio origen a la reflexionsobre el agotamiento 0 reviente de la modernidad internacional- ycarencias: el paisaje latinoamericano aun marcado por el estigma des-pojador de la mise ria, de la opresion, de la violencia. Estos desniveleseconomico-sociales entre hiperabundancia y privacion tornarian (mo-ralment e) improcesable la comparacion entre los dos polos de expe-riencia, y declaranan intransferibles los contenidos teorico-crtticos dela discusion.

    Habrla otra insolencia mas en hablar aquf de posmodernidad porcomo el discurso posmodernista agrede la generacion latinoamericanaque suscribio heroicamente la fe tercermundista en la revolucion y elhombre nuevo: el posmodernismo como teo ria d el exc eso y estetica de laindiferencia -producto hipermediatico de la sobreexposicion y del re-ventamiento de las imageries autocumplidas del mercado-- viola dos

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    274 Nelly Richardmorales solidarias del subdesarrollo: la de la pobreza y la del com pro-miso social y politico, que sirvieron de emblemas reivindicativos a laconciencia latinoamericanista de los 60. Esa intelectualidad utopica-re-volucionaria resiente como burla la ironfa posmoderna que juega adesacreditar el respaldo etico de su discursividad militante. Y es ciertoque podrfa haber "cierta legitimidad en primera instanciaal plantearque en pafses donde la pobreza, el hambre, la desocupacion y elanalfabetismo son endemicos, el tema de la posmodernidad puedeaparecer como un lujo exotico" y perverse', Pero solo si nos mantene-mos dentro del esquema mecanicista que explica desarrollos economi-co-sociales y procesos culturales con base en interdependencias linealesentre fenomenos yacontecimientos. Sabemos que las series "cultura" y"sociedad" se responden una a otra cruzando sus razones en forma dedesfasaje, de contradicci6n, de asimetrla, Tal como la historia de lasvanguardias en America Latina acusa multiples y productivos "desajus-tes entre modernismo cultural y modernizacion social'", no es necesarioque se reproduzca aquf el cumplimiento estructural de la posmoderni-dad del Primer Mundo para que el pensamiento culturallatinoameri-cano aloje en sus pliegues teorico-esteticos, motivos oblicuamente vin-culados con el tema posmoderno: sombras y recovecos que se iluminanpor incitaciones al pensarse bajo el foco de 1 0 ambiguo, de 1 0 sorpresivo,de 1 0 incongruente. La evidencia de que las marcas que retratan laposmodernidad en su fase internacional no pertenecen al mismo regis-tro (de fundamentaciones y explicaciones) que las sefiales que aparen-tan corresponderles simulando desde aquf analogfas 0 parecidos, nobasta para desautorizar localmente la reflexion posmoderna. Supere-mos la frontalidad de una primera incompatibilidad manifiesta entre lasdeterminantes econ6mico-sociales que rode an la crisis en cada terminalgeografico del eje de potencia (centro-periferia), para ceder al juegomas sutil de seguimientos y despistes al que nos atrae la multilinealidadramificante y bifurcante del tema posmoderno. El ir y venir -el darsevueltas- entre 1 0 que la nomenclatura internacional recorta y patentacomo conceptos posmodernos y las fracciones de realidad "nuestra"

    2 Roberto A. Follari, Modemidad y posunodemidad: una optica desde AmericaLatina, Colecci6n Cuademos (Rei Argentina, S.A., Institute de Estudios y Acci6nSocial), Buenos Aires: Aique Grupo Editor, 1990.3 Nestor Garefa Canclini, "La modernidad despues de la posmodernidad", en Be-lIuzzo (organizador), Modemidade: vanguardas anlsticas lIa America Latina, MemorialUNESP, Sao Paulo, Brasil, 1990.

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    L atin oamerica y la posmodemidad 275que estos conceptos ayudan a verbalizar aunque sea refractariamente,nos permite -tambien- ensayar nombres que sirvan para re-conocernoscomo parte de una crisis de significaciones, pero como partes interesa-das enrevertir esa crisis a fines de autosignificacion.MODERNIDAD, TRADlCI6N, POSMODERNIDAD: EL "COLLAGE" LATINO"AMERICANOEl discurso posmoderno se aplica en recolectar las seiias periodizado-ras que definen nuestro presente, sea desde la sintomatologla de sucrisis (el presente como malestar), sea desde la teatralidad de susartificios (el presente como espectaculo). Pero este discurso epocallohace siguiendo el ritmo zigzagueante de una sensibilidad transhistorica,Desmintiendo el orden de sucesividad que Ie asigna su prefijo, laposmodernidad no es 1 0 que linealmente viene despues de la moderni-dad (su nuevo y mas reciente "fin": su acabada "superacion") sino elpretexto coyuntural para su relectura desde la sospecha que historica-mente pesa sobre las articulaciones cognoscitivas e instrumentales desu diseiio universal.Varios autores nuestros han respondido al desafio posmodernomotivando una revision critica de la modernidad en America Latina: desus particularidades de constitucion y variedades de desarrollo, de susfallas de programas 0 incumplimientos de metas, de sus accidentes detranscurso, de sus movimientos resolutivos y disolutivos. Relecturaestrategica ya que aqui la modernidad atin no termina de pensarse a simisma, y sigue -por 1 0 tanto- abierta a nuevas confrontaciones desentido surgidas de las alternativas del presente que revirtualizan elpasado segun apuestas vigentes.Varias divergencias animan los planteamientos de estos auto reslatinoamericanos sobre la cuestion de la modernidad periferica: unamodernidad descalzada de su matriz europea por la asincronia deprocesos de formacion cultural e instrumentacion social que desfasaroneI trazado metropolitano de una serialidad uniforme de avances-pro-gresos. Ouizas eI contrapunto mas ejemplar sea eI que i1ustra la tensionirresuelta entre modernidad y tradicion. Por una parte, se acusa laracionalidad funcionalista de la modernidad europea y su paradigmasecularizante de haber censurado la ritualidad de una cultura mestizaque expresa su latinoamericanidad a traves de los contenidos etico-re-ligiosos de la fe, yse culpa tanto el ideologismo de las estructuras comoel tecnicismo del mercado de haber desculturizado la tradicion popular

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    2 7 6 Ne lly R icha rdque resguarda el "ethos latinoamericano'", Por otra parte, se rescata dela modernidad latinoamericana su heterogeneidad de efectos sociales yculturales producto de las interacciones del mercado transnacional y delas mixturas de codigos recombinados por el choque entre redes deconsumo (la hegemonia norteamericana) y las simbologias populares 0ritualizaciones cotidianas que lograron poner en contradiccion (poropacidad, demora, recalcitrancia) la tendencia uniformizadora del vec-tor-progreso de la modernidad intemacional'.

    Por si algo debe aprenderse de la flexion posmoderna (de comodesregula la sintagmatica temporal que' ordena precedencias y sucesio-nes) es precisamente su capacidad para fragmentar y recombinar me-morias historicas segun el modo de la discontinuidad y de la itinerancia.Tradicion y modernidad -en lengua posmoderna- dejan de contrapo-nerse bajo el signo rupturista del antagonismo entre 10 viejo (repeticion)y 10 nuevo (transformacion): la posmodernidad desorganiza y reorga-niza la procesualidad de las fases gracias a conexiones transversales queintercalan pas ados y presentes en secuencias trastocadas por la opera-cion de la cita historica, Segun esto, la modernidad no vino aquf asustituir a la tradicion sino a entremezclarse con ella en una revoltura designos que juntan retraso y avance, oralidad y telecomunicacion, folk-lore e industria, mito e ideologia, rito y simulacro: todos est os signosmitad oscurantistas mitad iluministas comparten la simultaneidad dis-cronica del "collage" que aquf resulta "de la sedimentacion, yuxtaposi-cion y entrecruzamiento de tradiciones indlgenas [...], del hispanismocatolico y de las acciones polfticas, educativas y comunicacionalesmodern as" por obra de "un mestizaje interclasista" que "ha generadoformaciones hfbridas en todos los estratos sociales'", La "heterogenei-dad cultural" latinoamericana (mestizaje de identidades; hibridismo detradiciones; cruzamientos de lenguas) habrfa incluso conformado -porfragmentacion y diseminacion- una especie de posmodenismo avant lalettre, segun el cual Latinoamerica, tradicionalmente subordinada eimitativa, pasarfa a ser hoy precursora de 10 que la cultura posmodernaconsagra como novedad: por amalgamiento de signos, por injertos ytrasplantes historico-culturales de codigos disjuntos, el mosaico latinoa-

    4 Pedro Morande, Cultura y modemizacion en America Latina, Santiago: Universi-dad Cat6lica de Chile, 1984,5 Jose Joaquin Brunner, VI I e spejo trizado: en sa yo s so bre c ultu ra y p olltic as cu ltu ra les,Santiago de Chile: Flacso, 1988.6 Nestor Garcia Canclini, ibid.

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    Latinoamerica y / a posmodemidad 277mericano habria prefigurado el collage posmodernista. En tal sentido,la posmodernidad latinoamericana no seria nunca el "despues" conclu-sivo de una modernidad por 10 demas inconclusa. Es la exacerbaciontranslineal de 10 que esta modernidad ya contenia de heteroclito ydisparatado -el paroxismo figural de su multitemporalidad abigarradade referencias disconexas y memorias segmentadas.EL GUINO POSMODERNISfA: LA rouncx, LA ESTImCAEs posible argumentar a favor de un interes latinoamericano en eldebate posmoderno diciendo que somos parte interdependiente de lared de planetarizacion de las influencias que pone en contacto teleco-municativo el aqui-ahora de todos los sujetos receptores diseminadosen el centro yen la periferia de la informacion cultural. Esta mundiali-zacion de la cultura nos obligaria de por si a tomar posicion para noperder "conciencia situacional".

    Pero otros autores prefieren aventurarse en la tarea de juntar ciertosparecidos que -alusivamente- relacionan facciones latinoamericanascon angulos posmodernos, para defender la pertinencia de una vincu-laci6n critica entre figuracion internacional y repartos locales, siguien-do los enredos de un mismo guion 0bien desenredando la pista de susequivocos por falsas similitudes 0 seudoparecidos. Una primera zonade parentescos trae la politica a escena. No cuesta mayores esfuerzosarmar relaciones -por muy torcido 0retorcido que parezca el marco decomparaciones- entre "la disoluci6n del lazo social" que torna aliaincoherente cualquier perfilamiento de unicidad bajo condiciones pos-modernas y el fragmentarismo de la trama comunitaria aqui dislocadapor la violencia del quiebre institucional en las regiones victimas delpoder represivo. Mucho de 10 que disgrega el rostro posmoderno (dela rotura del nexo societal al vaciamiento de los referentes-guias demovilizacion y lucha) se refleja entre nosotros, aunque oscurecido porel dramatismo de una convulsion historica (las dictaduras) que estre-mece la tesis de cualquier relajado "fin de la historia" defendido hoypor los apocalipticos integrados.EI fracaso de la historia como continuidad ascendente, el decaimien-to de los ideales totalizadores de revolucion social proyectados finalis-tamente, la crisis de absolutos y la consiguiente fractura de la imagenpolitico-revolucionaria de la conciencia portadora de una verdad dog-matizada (lucha de clases 0partido), la revalorizacion de la democraciacomo respuesta anti-totalitaria, y marco pluralista de concertacion

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    278 Nelly Richardsocial, la reformulacion de los protagonismos combatientes a partir dela desmistificacion del proletariado como clave (mica de triunfo liber-tario yel surgimiento de nuevos sujetos socialmente diversificados quereclaman su derecho minoritario a la diferencia, son factores de laexperiencia post-dictatorial de los parses latinoamericanos que acercansu nuevo horizonte politico a los cambios destotalizadores de estado-poder-sociedad-instituciones cifrados por la teorfa posmoderna de 1 0micro-social.Hay otro conjunto de marcas -ya no politicas sino culturales- quereinciden en toda la produccion estetica y crftica latinoamericana y quese dicen afines a los estilos del repertorio posmodernista: marcas todasellas relacionadas con el pertenecer a una cultura de la "reproduccion"en la que -por vicio imitativo 0mania de la simulacion- cada imagen esimagen del una imagen copiada y reciclada hasta que la originalidad (elculto exclusivo del modelo como origen y perfeccion) degenere ensustitutos y bastardfa, reestilizados por la pasion kitsch de la ornamen-talidad de 1 0 falso. La suma de maniobras retoricas (Ia parodi a, el doblesentido, la reapropiacion) que una cultura secundaria debe afinar paraburlar la sancion colonialista del "deja vu" exagerando su mfrnica deldoblaje, ironizando con ella, concuerda con las anotaciones posmoder-nistas sobre la cultura del pastiche, del simulacro: cultura aquf encar-nada por el signo-mascara que suple el deficit de 1 0 "propio" con lasartimafias de 1 0 prestado, de 1 0 robado, de 1 0 saqueado. La cita es lamecanica intertextual que recorta ydesmonta el discurso de autoridad,subvirtiendo su trabazon de frases acabadas. Aquf la fragmentacion dela cita no sirve el mero proposito de denunciar la totalidad comoartefacto teorico-filosofico de una tradicion solo culpable de falogocen-trismo. Acusa tambien el subterfugio eurocentrista que planteo la clau-sura del sistema total (de la totalidad del sistema) como garantfaindesmontable de universalidad del sentido. Fragmentar y recombinar=mas alla del guifio estilistico que confiesa secretas avenencias entre elcollage latinoamericano y el montaje posmodernista- es para nosotrosdeconstruir el cierre imperialista de la autorreferencia del modelo queprotege el dogma de su perfeccion,CENfRO/PERIFERIA: i.INVERSIONES DE ESCENA?EI eje centro-periferia fue diagramado por la modernidad para someterla red de signos y funciones de los intercambios internacionales a laregulacion metropolitan a de un Centro facultado para decidir mientras

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    L atin oamerica y la p osm o dem id ad 2 7 9la Periferia se limitaba a ejecutar. Si la teoria posmoderna aparececuestionando la normatividad de las funciones-centro legitimadas porla modernidad, deberiamos esperar de ella que alterara el sistema dejerarquias y dependencias sustentado por el eje modernista centro-pe-riferia. lQue es 1 0 que se redefine en materia de roles culturales(estructuras de poder y condicionamientos perifericos) con la criticaposmoderna a los centrismos y la consiguiente reevaluacion de losmargenes como bordes de un sistema en presunto descentramiento deautoridad?Un primer resquicio teorico del discurso posmoderno pareceriaestar favoreciendo un subito protagonismo latinoamericano: la reivin-dicacion posmodernista de la alteridad, la diferencia, se prestaria parala celebracion antihegemonica de aquella periferia cultural hasta ahoracensurada por la dominancia europe a-occidental y su supuesto univer-salista de una representacion auto-centrada. Una de las hipotesis pos-modernistas lanzadas para decretar el fin del eurocentrismo es que lacrftica a la modernidad y el enjulciamiento a sus legados (finalismohistorico de significados tiltimos, racionalidad homogenea de catego-rfas trascendentes, logica rectilfnea de un proceso uniforme, etcetera)llevaron a un debilitamiento de las certezas que relativizo las pretensio-nes universalizantes y,por 1 0 mismo,vulnero lasuperioridad del modeloeuropeo. La descreencia en los absolutos que luce hoy su faz de relajodespues de haberse liberado de los dogmas tiranizantes anunciarfa -enpalabras de algunos- el derrumbamiento del modelo occidental-domi-nante. Esto favoreceria las subculturas del margen 0de la periferia hoy

    . invitadas por el Centro a formar parte de esta nueva modulaci6nanti-totalitaria de 1 0 desjerarquizado. Sobre todo cuando el Centro seha el mismo desmultiplicado y fragmentado en microterritorialidadesdisidentes que 1 0 atraviesan como margenes proliferantes yubicuos: eseestallido semantico y operacional de la figura del Centro como polounitario ahora rebalsado por divergencias nomadas darfa la seiial deque la contraposicion centro-periferia es ya obsoleta y que seguirposando de victimas del colonialismo suena mas retardatario que nunca.Todas estas razones derivadas de la crisis de totalidad-centralidadargumentarfan a favor de la revalorizacion cultural de la periferia bastapostularla maxima protagonista del nuevo relato posmoderno de 1 0descentrado. Pero quienes formulan la hipotesis del descentramientosiguen comportandose como duefios frente a ella, supervisando sumanejo desde el escenario de competencia de un yo legitimado por latradicion cultural de un dominio de sentido, y normando su validez a

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    280 Ne lly R icha rdpartir de una experiencia de la crisis que sigue erigiendose en paradig-matica mas alia de las fronteras que acotan el senti do de su por que yde su como: haciendo de la crisis otro meta -rela to un iver sa l.

    La flexion perversa que hizo que, gracias a la sintaxis fracturada dela posmodernidad, el Centro fuera el primero en meditar sobre su crisisde centralidad y en reivindicar la proliferacion transversal de los mar-genes, Ie exige a la Periferia (uno de estos margenes ahora reintegradosal complejo retorico de 1 0 desintegrado) rediagramar sus ejes de con-frontacion polemica.

    Algunas de las mismas y otras preguntas: lEs posible pensarse comomodernos sin haber completado el transcurso historico-cultural de lamodernidad plena ni haber participado de sus categorfas de autocom-prension europea?, L podemos llamarnos posmodernos sin estar sincro-nizando con la fase postindustrial que la tendencia euro-norteamerica-na fija como condicion para experimentar el vertigo causa do por lasobreexposicion de las imagenes, la intercambiabilidad de los efectos,la superfluidad de los signos, la indiferencia de los valores? Y si se tratade heterogeneidad, de fragmentacion y de pluralidad, lcomo desem-blematizar la "diferencia" abriendola al multiple diferencial de culturasno comprendidas dentro de su area de prestigio teorico-cultural?


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